Monseñor Fernando Chica Arellano, Jefe de la Delegación de la Santa Sede en la 39 sesión de la Conferencia de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), en curso en Roma del 6 al 13 de junio, intervino esta mañana en la séptíma sesión plenaria dedicada al tema ”Romper el ciclo de pobreza rural y hambre mediante el fortalecimiento de la resiliencia rural: la protección social y el desarrollo agrícola sostenible”. El Santo Padre recibirá mañana en el Vaticano a los 450 participantes en la Conferencia.

”Los Estados miembros y las diversas Instituciones intergubernamentales que trabajan en el sector del desarrollo y la cooperación tienen sus ojos puestos en la FAO y sus actividades. También la sociedad civil y sus diferentes y valiosas formas de organización. A esta realidad debe mirar el empeño que esta Organización está llamada a asumir, tanto en el presente como en el futuro inmediato, en las diversas regiones del mundo -afirmó el prelado- Esto requiere necesariamente un esfuerzo suplementario: al afrontar los problemas del mundo rural y las exigencias de cuantos padecen el hambre y la malnutrición se tendrá que considerar también la condición del trabajador agrícola y sus ingresos totales, pero sin olvidar que el agricultor no es únicamente un sujeto económico. Es una persona capaz de participar en los procesos de decisión y en las opciones vinculadas a la producción, a la conservación y a la distribución de los frutos de la tierra”.

”Por ello, más que de desarrollo sostenible, sería mucho más incisivo y coherente- subrayó- hablar de desarrollo humano sostenible, es decir de un desarrollo que ponga en su centro a la persona, sus capacidades reales, sus limitaciones, peculiaridades y necesidades, tanto individual como familiarmente. Si los parámetros económicos no tienen en la debida cuenta todo esto, el daño resulta evidente e irreparable, pues mayor progreso jamás puede ser equivalente a menor humanidad. Una visión ética y humanamente fundada del desarrollo nos llama en cambio a compartir recursos, estrategias y financiación, pero sobre todo nos recuerda la importancia y la urgencia que tiene el primado de la solidaridad así como la decidida voluntad de poner fin de una vez por todas al subdesarrollo del mundo rural. La Organización podrá continuar entonces siendo ese competente ?centro? de recogida, estudio y divulgación de datos sobre la agricultura, técnicas de producción y reglamentación, tal y como exige su Constitución y como justamente se espera de ella a todos los niveles”.

”La Delegación de la Santa Sede- finalizó monseñor Chica Arellano-quiere aquí reafirmar la disponibilidad de la Iglesia Católica, de sus estructuras y formas de organización para contribuir a dicho esfuerzo.