Tribunas

El Papa y la sensibilidad de los obispos

José Francisco Serrano

 

La Encíclica de Papa Francisco lo llena todo. Como el Papa. Sobremanera las páginas de los periódicos. Tiempo habrá de entrar en profundidad a un texto de largo recorrido, de abundantes argumentos y de nuevas perspectivas. Sin lugar a dudas, un reto para la inteligencia cultural del momento, que, también, significa una modificación en la concepción del ejercicio del magisterio y de la cualificación teológica de la materia sobre la que se establece la doctrina común.

Pero antes de adentrarnos en algunas perspectivas interesantes de la Encíclica, vamos a rescatar del archivo vaticano un discurso del Papa Francisco que, es posible, haya pasado demasiado inadvertido.

Un discurso oportuno porque, aunque dirigido a los obispos italianos el primer día de su 68 Asamblea Plenaria, contiene algún mensaje interesante para otros episcopados. De hecho el Papa dice que “mis interrogantes y mis preocupaciones nacen de una visión global —no sólo de Italia, global— y sobre todo de los innumerables encuentros que he tenido en estos dos años con las Conferencias episcopales”. Mensaje para los episcopados y para las Iglesias.

Por ejemplo, el español. Máxime en un momento en el que Roma está paralizando, o en su defecto ralentizando, las decisiones sobre materias competentes que afectan a la Iglesia en España y, también, los la provisión de importantes sedes. Respecto a las primeras, se dice que hay que esperar a que a nueva normativa canónica de la Curia transfiera las competencias a las Conferencias Episcopales. Respecto a los nombramientos, el ruido es muy agudo.

¿Qué les dijo el Papa Francisco a los obispos italianos bajo la rúbrica de la sensibilidad eclesial?  

- “La sensibilidad eclesial que comporta también no ser tímidos o irrelevantes a la hora de denunciar y luchar contra una mentalidad generalizada de corrupción pública y privada que logró empobrecer, sin vergüenza alguna, a familias, jubilados, trabajadores honestos, comunidades cristianas, descartando a los jóvenes, sistemáticamente privados de todo tipo de esperanza para su futuro, y sobre todo marginando a los débiles y necesitados. Sensibilidad eclesial que, como buenos pastores, nos hace ir al encuentro del pueblo de Dios para defenderlo de las colonizaciones ideológicas que les quitan la identidad y la dignidad humanas”.

- “La sensibilidad eclesial se manifiesta también en las decisiones pastorales y en la elaboración de los Documentos —los nuestros—, donde no debe prevalecer el aspecto teorético-doctrinal abstracto, como si nuestras orientaciones no estuviesen destinadas a nuestro pueblo o a nuestro país —sino sólo a algunos estudiosos y especialistas—, en cambio, debemos perseguir el esfuerzo de traducirlas en propuestas concretas y comprensibles”.

- “La sensibilidad eclesial y pastoral se hace concreta también al reforzar el papel indispensable de los laicos dispuestos a asumir las responsabilidades que a ellos competen. En realidad, los laicos que tienen una formación cristiana auténtica, no deberían tener necesidad del obispo-piloto, o del monseñor-piloto o de un input clerical para asumir sus propias responsabilidades en todos los niveles, desde lo político a lo social, de lo económico a lo legislativo. En cambio, todos tienen necesidad del obispo pastor”.

¿Alguien da más?