Cosas que pasan en los bautizos

 

Prometo solemnemente que todo lo que cuento es real y en parejas que habían asistido a las catequesis bautismales.

Dicho esto, en la parroquia de un servidor tenemos la catequesis bautismal en tres momentos. Una primera entrevista personal al pedir el bautismo para la criatura, un encuentro posterior con cada pareja, y finalmente la explicación del rito con las familias que bautizan cada mes.

¿Qué pedís a la Iglesia para vuestro hijo?

Anda que no lo tenemos ensayado y explicado. Es igual. Demasiadas veces silencio. Hasta que tímidamente alguien dice: “que sea feliz”. En una ocasión soltaron “que tenga salud”. No me contuve: “eso tienen que solicitarlo en La Paz” (La Paz es uno de los mayores hospitales de Madrid).

Entender la homilía al revés. Suelo decir a los padres en la homilía que la Iglesia no pretende que los niños sean buenos, sino que sean santos, y eso quiere decir vivir cada día según nos enseñó Cristo y la iglesia nos transmite. Por ejemplo, para alguien como Bin Laden ser bueno es ser el mayor terrorista y cargarse las torres gemelas dejando miles de muertos, pero un cristiano entiende la bondad de otra manera. En ese momento hubo gente que se levantó y se fue. A la salida me hicieron patente su indignación: no estaban dispuestos a tolerar que un servidor considerara a Bin Laden una buena persona. En fin…

Promesas bautismales. De carrerilla. Sin pensar. ¿Renunciais a Satanás? Sí, renuncio. ¿Y a sus obras? Sí renuncio… De carrerilla… ¿Creeis en Dios Padre todopoderoso creador del cielo y de la tierra? Sí, renuncio…

Carta de aguas. Hasta ahora algunas familias acudían con agua del Jordán. Hace tiempo que me llega una auténtica carta de aguas: de la ermita del Rocío, Lourdes, Fátima, Covadonga, la fuente del pueblo, el pozo de la huerta de la abuela. Agua. Y basta. No tengo mayor problema en acceder a ello. Si a una familia le hace ilusion bautizar con agua de la fuerte de su pueblo… ¿por qué no, si es agua?

Echarte de la pila bautismal. Pila pequeñita que teníamos en el pueblo. Cuando estoy apunto de derramar el agua sobre la cabeza del neófito, un ruego del fotógrafo: “¿le importaría apartarse?” No… lo único que si me voy nos quedamos sin bautizo.

Misma pila bautismal. Tras ella, la cruz procesional. Una cámara de vídeo de esas que parecían una mochila familiar. Giro artístico del cámara, golpe a la cruz procesional, y la cruz que cae exactamente sobre la cabeza de un servidor. “¿No le habrá importado, verdad? Nooooo. Es lo normal, me pasa casi a diario…”

Momento de encender la vela en el cirio pascual. Parece que se resiste. Hasta que llega un invitado con su mechero de lujo y te dice: “no se esfuerce… ya enciendo yo la vela”. A ver cómo le explicas que se carga todo el simbolismo.

“Padre… mi niña tiene nueve años, va a hacer la primera comunión y está sin bautizar. ¿La podemos bautizar aquí?” Era el pueblo y no les conocía de nada, así que les pregunté por su domicilio… ¡a cuarenta kilómetros! Les sugerí que lo conveniente era hablarlo con su parroquia… Respuesta: “de todas formas no sé por qué se empeñan en que haya que bautizar a los niños antes de hacer la primera comunión, ganas de complicar la vida a las familias…”