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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 11 de julio de 2015

El papa Francisco

Texto completo del discurso del Papa a los sacerdotes, religiosos y seminaristas
16.00. Santa Cruz de la Sierra. Encuentro en el Coliseo Don Bosco. Francisco reflexionó sobre las diferentes respuestas frente a los gritos del necesitado: 'pasar, cállate, ánimo, levántate'

Bolivia y Paraguay: programa del Santo Padre el 10 de julio
Este viernes Franciso se despide de Bolivia y llega a Paraguay, el último país de su gira por América Latina

Texto completo del discurso del Santo Padre en la cárcel de Palmasola
9.30. Santa Cruz de la Sierra. El Santo Padre visita a los presos de la cárcel y les alienta a, en los momentos de tristeza, mirar el rostro de Jesús crucificado

Francisco visita en la clínica al cardenal Terrazas
El purpurado boliviano es amigo personal del Papa, que se ha alojado estos días en su casa en Santa Cruz de la Sierra

El Papa entrega a la Patrona de Bolivia las dos condecoraciones que le fueron conferidas
Al término de la Santa Misa en la capilla de la residencia privada del cardenal Terrazas, el Santo Padre ofreció a la Virgen de Copacabana ambas distinciones y recitó una oración por el pueblo boliviano   

El Papa a los presos de Palmasola: reclusión no es lo mismo que exclusión
9.30 El Santo Padre visitó la carcel más conflictiva de Bolivia situada en Santa Cruz de la Sierra. Alentó a los reclusos a luchar por salir adelante, a no tener miedo de ayudarse entre ellos y les pidió que no le hagan el juego al demonio

Francisco se despide de Bolivia y pone rumbo a Paraguay
Tras tres intensos días en La Paz y Santa Cruz de la Sierra, inicia la visita al tercer país de su gira por América Latina que finaliza este domingo

Bienvenida del Santo Padre a Paraguay
Tras visitar Ecuador y Bolivia, Francisco llega a la última nación de su gira por América Latina

El Papa a las autoridades de Paraguay: 'Fomenten la comprensión, el diálogo y la colaboración'
18.45. Asunción. Encuentro con los dirigentes y los miembros del Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco elogió el papel de la mujer paraguaya, la más gloriosa de América, en la reconstrucción del país

Texto completo del discurso del Papa a las autoridades civiles de Paraguay
18.45. Asunción. Encuentro con el Gobierno, las altas magistraturas del Estado y el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco destaca la firme voluntad del país para desterrar la corrupción 

Mundo

Las Damas de Blanco piden al Papa que las reciba durante su visita a Cuba
Una representación mantuvo una reunión con el nuncio apostólico, para informarle sobre la situación de los derechos humanos en la Isla

Los obispos venezolanos llaman a la recomposición política y social del país
La Iglesia pide a los ciudadanos que sean “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos”. Advierten que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”

Espiritualidad y oración

San Benito de Nursia - 11 de julio
«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»


El papa Francisco


Texto completo del discurso del Papa a los sacerdotes, religiosos y seminaristas
 

16.00. Santa Cruz de la Sierra. Encuentro en el Coliseo Don Bosco. Francisco reflexionó sobre las diferentes respuestas frente a los gritos del necesitado: 'pasar, cállate, ánimo, levántate'

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco se ha trasladado este jueves por la tarde a la escuela de los salesianos, llamada el Coliseo Don Bosco, donde se ha reunido con los sacerdotes, religiosos y seminaristas de Bolivia.

Durante el encuentro, el encargado de la Vida Religiosa en el país, Mons. Roberto Bordi ha dado la bienvenida al Pontífice, luego ha habido tres testimonios de una religiosa, un sacerdote y un seminarista, para culminar con el discurso del Santo Padre.

A continuación publicamos las palabras del papa Francisco:

"Queridos hermanos y hermanas, buenas tardes:

Me alegra tener este encuentro con ustedes, para compartir la alegría que llena el corazón y la vida entera de los discípulos misioneros de Jesús. Así lo han manifestado las palabras de saludo de Mons. Roberto Bordi, y los testimonios del Padre Miguel, de la hermana Gabriela, y del seminarista Damián. Muchas gracias por compartir la propia experiencia vocacional.

Y en el relato del Evangelio hemos escuchado también la experiencia de otro Bartimeo, que se unió al grupo de los seguidores de Jesús. Fue un discípulo de última hora. Era el último viaje que el Señor hacía de Jericó a Jerusalén, adonde iba a ser entregado. Ciego y mendigo, Bartimeo estaba al borde del camino, más exclusión imposible, marginado, y cuando se enteró del paso de Jesús, comenzó a gritar, se hizo sentir, como esa buena hermanita que con la batería se hacía sentir y decía: '¡Aquí estoy!' Te felicito, tocas bien.

En torno a Jesús iban los apóstoles, los discípulos, las mujeres que lo seguían habitualmente, con quienes recorrió durante su vida los caminos de Palestina para anunciar el Reino de Dios. Y una gran muchedumbre. Si traducimos esto forzando el lenguaje, en torno a Jesús iban los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas, los laicos comprometidos, todos los que lo seguían, escuchando a Jesús, y el pueblo fiel de Dios.

Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito, el grito de un mendigo, y por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Pensemos las distintas reacciones de los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas... a los gritos que vamos sintiendo o no sintiendo. Parece como que el evangelista nos quisiera mostrar, cuál es el tipo de eco que encuentra el grito de Bartimeo en la vida de la gente, y en la vida de los seguidores de Jesús. Cómo reaccionan frente al dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso, no más le dan una limosna, de aquél que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor.

Son tres las respuestas frente a los gritos del ciego, y hoy también estas tres respuestas tienen actualidad. Podríamos decirlo con las palabras del propio Evangelio: Pasar, Cállate, Ánimo, levántate.

1. Pasar, pasar de largo y algunos porque ya no escuchan. Estaban con Jesús, miraban a Jesús, querían oír a Jesús, no escuchaban. Pasar es el eco de la indiferencia, de pasar al lado de los problemas y que éstos no nos toquen. No es mi problema. No los escuchamos, no los reconocemos. Sordera. Es la tentación de naturalizar el dolor, de acostumbrarse a la injusticia, y sí, hay gente así: yo estoy acá con Dios, con mi vida consagrada, elegido por Jesús para el ministerio y sí, es natural que haya enfermos, que haya pobres, que haya gente que sufre, entonces ya es tan natural que no me llama la atención un grito, un pedido de auxilio. Acostumbrarse y nos decimos: es normal, siempre fue así, ‘mientras a mí no me toque’, pero eso entre paréntesis. Es el eco que nace en un corazón blindado, en un corazón cerrado, que ha perdido la capacidad de asombro y por lo tanto, la posibilidad de cambio. ¿Cuántos seguidores de Jesús corremos este peligro de perder nuestra capacidad de asombro, incluso con el Señor? Ese estupor del primer encuentro como que se va degradando, y eso le puede pasar a cualquiera, le pasó al primer Papa: ¿adónde vamos a ir Señor si tú tienes palabras de vida eterna? y después lo traicionan, lo niega, el estupor se le degradó. Es todo un proceso de acostumbramiento. Corazón blindado. Se trata de un corazón, que se ha acostumbrado a pasar sin dejarse tocar; una existencia que, pasando de aquí para allá, no logra enraizarse en la vida de su pueblo, simplemente porque está en esa “elite” que sigue al Señor.

Podríamos también llamarlo, es la espiritualidad del zapping. Pasa y pasa, pasa y pasa, pero nada queda. Son quienes van atrás de la última novedad, del último best seller pero no logran tener contacto, no logran relacionarse, no logran involucrarse incluso con el Señor al que están siguiendo porque la sordera avanza ¿eh? Ustedes me podrán decir: «Pero esa gente estaba siguiendo al Maestro, estaba atento a la palabra del Maestro. Lo estaban escuchando a él». Creo que eso es de lo más desafiante de la espiritualidad cristiana. Como el evangelista Juan nos recuerda, ¿cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve? (1 Jn 4, 20b). Ellos creían que escuchaban al Maestro pero también traducían, y las palabras del Maestro pasaban por el alambique de su corazón blindado. Dividir esta unidad, entre escuchar a Dios y escuchar al hermano, es una de las grandes tentaciones que nos acompañan a lo largo de todo el camino de los que seguimos a Jesús. Y tenemos que ser conscientes de esto. De la misma forma que escuchamos a nuestro Padre es como escuchamos al pueblo fiel de Dios. Si no lo hacemos con los mismos oídos, con la misma capacidad de escuchar, con el mismo corazón, algo se quebró.

Pasar sin escuchar el dolor de nuestra gente, sin enraizarnos en sus vidas, en su tierra, es como escuchar la Palabra de Dios sin dejar que eche raíces en nuestro interior y sea fecunda. Una planta, una historia sin raíces, es una vida seca.

2. Segunda palabra: Cállate. Es la segunda actitud frente al grito de Bartimeo. Cállate, no molestes, no disturbes, que estamos haciendo oración comunitaria, que estamos en una espiritualidad de profunda elevación, no molestes, no disturbes. A diferencia de la actitud anterior, esta escucha, esta reconoce, toma contacto con el grito del otro. Sabe que está y reacciona de una forma muy simple, reprendiendo. Son los obispos, los curas, los monjes, los Papas del dedo así. En Argentina decimos de las maestras del dedo así, 'ésta es como la maestra del tiempo de Irigoyen, que estudiaban la disciplina muy dura'. Y pobre pueblo fiel de Dios, cuántas veces es retado, por el mal humor o por la situación personal de un seguidor o una seguidora de Jesús. Es la actitud de quienes frente al pueblo de Dios, están continuamente reprendiendo, rezongando, mandándolo callar. Dale una caricia, por favor, escúchalo, decíle que Jesús lo quiere: 'Eso no se puede hacer, señora, saque al chico de la iglesia que está llorando y yo estoy predicando'. Como si el llanto de un chico no fuera una sublime predicación.

Es el drama de la conciencia aislada, de aquellos discípulos y discípulas que piensan que la vida de Jesús es solo para los que se creen aptos. En el fondo hay un profundo desprecio al Santo Pueblo Fiel de Dios: 'Este ciego qué tiene que meterse, que se quede ahí'. Parecería lícito que encuentren espacio solamente los «autorizados», una «casta de diferentes» que poco a poco se separa, se diferencia de su pueblo. Han hecho de la identidad una cuestión de superioridad.

Esa identidad, que es pertenencia, se hace superior. Ya no son pastores, sino capataces. '¡Eh! Yo llegué hasta acá, ponéte en tu sitio'. Escuchan pero no oyen, ven pero no miran. Me permito un anécdota que viví hace como... Año 75, en tu diócesis, en tu arquidiócesis. Yo le había hecho una promesa al Señor del Milagro de ir todos los años a Salta en peregrinación para El Milagro si mandaba 40 novicios. Mandó 41. Y bueno, después de una concelebración --porque ahí es como en todo gran santuario, misa tras misa, confesiones y no paras-- yo salía hablando con un cura que habitaba conmigo, había venido conmigo, y se acerca una señora, ya a la salida, con unos santitos, una señora muy sencilla, no sé, sería de Salta o habrá venido de no sé dónde, que a veces tardan días en llegar a la capital para la fiesta de El Milagro. 'Padre, me lo bendice', le dice al cura que me acompañaba. -'Señora, ¿usted estuvo en misa?' -'Sí, padrecito'. Bueno, ahí la bendición de Dios, la presencia de Dios bendice todo, todo, las…' -'Sí, padrecito. Sí, padrecito' -'Y después la bendición final bendice todo'. -'Sí, padrecito. Sí, padrecito'. En ese momento sale otro cura amigo de este, pero que no se habían visto. Entonces: '¡Oh! vos acá'. Se da vuelta y la señora que no sé cómo se llamaba, digamos, la señora ‘sí padrecito’ me mira y me dice: 'Padre, me lo bendice usted'. Los que siempre le ponen barreras al pueblo de Dios, lo separan. Escuchan, pero no oyen. Le echan un sermón. Ven pero no miran. La necesidad de diferenciarse les ha bloqueado el corazón. La necesidad, consiente o inconsciente, de decirse: 'Yo no soy como él, no soy como ellos', los ha apartado no solo del grito de su gente, ni de su llanto, sino especialmente de los motivos de la alegría. Reír con los que ríen, llorar con los que lloran, he ahí, parte del misterio del corazón sacerdotal y del corazón consagrado. A veces hay castas que nosotros con esta actitud vamos haciendo y nos separamos. En Ecuador, me permití decirle a los curas que por favor, también estaban las monjas, que por favor pidieran todos los días la gracia de la memoria, de no olvidarse, de no olvidarse de dónde te sacaron, te sacaron de detrás del rebaño, no te olvides nunca, no te la creo, no niegues tus raíces, no niegues esa cultura que aprendiste de tu gente porque ahora tienes una cultura más sofisticada, más importante. Hay sacerdotes que les da vergüenza hablar su lengua originaria y entonces se olvidan de su quechua, de su aymara, de su guaraní. 'Porque no, no, ahora, hablo en fino'. La gracia de no perder la memoria del pueblo fiel y es una gracia, ¿eh? El Libro del Deuteronomio, cuántas veces Dios le dice a su Pueblo: 'No te olvides, no te olvides, no te olvides'. Y Pablo a su discípulo predilecto, que él mismo consagró obispo, Timoteo, le dice: 'Y acordáte de tu madre y de tu abuela, ¿eh?' O sea...

3. La tercera palabra: Ánimo, levántate. Y este es el tercer eco. Un eco que no nace directamente del grito de Bartimeo, sino de la reacción de la gente que mira cómo Jesús actuó ante el clamor del ciego mendicante. Es decir, aquellos que no le daban lugar al reclamo de él, no le daban paso o alguno que lo hacía callar. Claro, cuando ve que Jesús reacciona así, cambia. Levántate, te llama.

Es un grito que se transforma en Palabra, en invitación, en cambio, en propuesta de novedad frente a nuestras formas de reaccionar ante el Santo Pueblo Fiel de Dios.

A diferencia de los otros, que pasaban, el Evangelio dice que Jesús se detuvo y preguntó qué pasa, ¿quién toca la batería? Se detiene frente al clamor de una persona. Sale del anonimato de la muchedumbre para identificarlo y de esa forma se compromete con él. Se enraíza en su vida. Y lejos de mandarlo callar, le pregunta: Decíme, ¿qué puedo hacer por vos? No necesita diferenciarse, no necesita separarse, no le echa un sermón, no lo clasifica y le pregunta si está autorizado o no para hablar. Tan solo le pregunta, lo identifica queriendo ser parte de la vida de ese hombre, queriendo asumir su misma suerte. Así le restituye paulatinamente la dignidad que tenía perdida, al borde del camino y ciego. Lo incluye. Y lejos de verlo desde fuera, se anima a identificarse con los problemas y así manifestar la fuerza transformadora de la misericordia. No existe una compasión. Una compasión, no una lástima. No existe una compasión que no se detenga. Si no te detenés, no padecés con, no tenés la divina compasión. No existe una compasión que no escuche. No existe una compasión que no se solidarice con el otro. La compasión no es zapping, no es silenciar el dolor, por el contrario, es la lógica propia del amor, el padecer con. Es la lógica que no se centra en el miedo sino en la libertad que nace de amar y pone el bien del otro por sobre todas las cosas. Es la lógica que nace de no tener miedo de acercarse al dolor de nuestra gente. Aunque muchas veces no sea más que para estar a su lado y hacer de ese momento una oportunidad de oración.

Y esta es la lógica del discipulado, esto es lo que hace el Espíritu Santo con nosotros y en nosotros. De esto somos testigos. Un día Jesús nos vio al borde del camino, sentados sobre nuestros dolores, sobre nuestras miserias, sobre nuestras indiferencias. Cada uno conoce su historia antigua. No acalló nuestros gritos, por el contrario se detuvo, se acercó y nos preguntó qué podía hacer por nosotros. Y gracias a tantos testigos, que nos dijeron: «ánimo, levántate», paulatinamente fuimos tocando ese amor misericordioso, ese amor transformador, que nos permitió ver la luz. No somos testigos de una ideología, no somos testigos de una receta, o de una manera de hacer teología. No somos testigos de eso. Somos testigos del amor sanador y misericordioso de Jesús. Somos testigos de su actuar en la vida de nuestras comunidades.

Y esta es la pedagogía del Maestro, esta es la pedagogía de Dios con su Pueblo. Pasar de la indiferencia del zapping al «ánimo, levántate, el Maestro te llama» (Mc 10,49). No porque seamos especiales, no porque seamos mejores, no porque seamos los funcionarios de Dios, sino tan solo porque somos testigos agradecidos de la misericordia que nos transforma. 

Y cuando se vive así, hay gozo y alegría, y podemos adherirnos al testimonio de la hermana, que en su vida hizo suyo el consejo de san Agustín: «Canta y camina». Esa alegría que viene del testigo de la misericordia que transforma. No estamos solos en este camino. Nos ayudamos con el ejemplo y la oración los unos a los otros. Tenemos a nuestro alrededor una nube de testigos (cf. Hb 12,1). Recordemos a la beata Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús, que dedicó su vida al anuncio del Reino de Dios en la atención a los ancianos, con la «olla del pobre» para quienes no tenían qué comer, abriendo asilos para niños huérfanos, hospitales para heridos de la guerra, e incluso creando un sindicato femenino para la promoción de la mujer. Recordemos también a la venerable Virginia Blanco Tardío, entregada totalmente a la evangelización y al cuidado de las personas pobres y enfermas. Ellas y tantos otros anónimos, del montón, de los que seguimos a Jesús, son estímulo para nuestro camino. ¡Esa nube de testigos! Vayamos adelante con la ayuda de Dios y colaboración de todos. El Señor se vale de nosotros para que su luz llegue a todos los rincones de la tierra. Y adelante, canta y camina. Y, mientras cantan y caminan, por favor, recen por mí, que lo necesito. Gracias". 

Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano

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Bolivia y Paraguay: programa del Santo Padre el 10 de julio
 

Este viernes Franciso se despide de Bolivia y llega a Paraguay, el último país de su gira por América Latina

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

BOLIVIA

7.30: Santa Misa en privado en la capilla de la residencia en Santa Cruz de la Siera (13.30 hora central europea)

9.30: Visita al Centro de Reeducación Santa Cruz-Palmasola. Discurso del Papa  (15.30 hora central europea)

11.00: Encuentro con los obispos de Bolivia en la iglesia parroquial La Santa Cruz (17.00 hora central europea)

12.45: Ceremonia de despedida de Bolivia en el aeropuerto Internacional de Viru Viru (18.45 hora central europea)

PARAGUAY

15.00: Ceremonia de bienvenida en Paraguay en el aeropuerto Internacional de Asunción (21.00 hora central europea)

18.00: Visita de Cortesía al presidnte de la República de Paraguay (00.00 hora central europea)

18.45: Encuentro con las autoridades en el Palacio Presidencial. Discurso del Papa (00.45 hora central europea)

 

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Texto completo del discurso del Santo Padre en la cárcel de Palmasola
 

9.30. Santa Cruz de la Sierra. El Santo Padre visita a los presos de la cárcel y les alienta a, en los momentos de tristeza, mirar el rostro de Jesús crucificado

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

 

Queridos hermanos y hermanas, buenos días:

No podía dejar Bolivia sin venir a verles, sin dejar de compartir la fe y la esperanza que nace del amor entregado en la cruz. Gracias por recibirme. Sé que se han preparado y rezado por mí. Muchas gracias.

En las palabras de Mons. Jesús Juárez y en el testimonio (por el aire se vuela el solideo y el Papa dice: mientras no se me vuele la cabeza no hay problema) de quienes han intervenido, he podido comprobar cómo el dolor no es capaz de apagar la esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con fuerza en circunstancias adversas.

¿Quién está ante ustedes? Podrían preguntarse. Me gustaría responderles la pregunta con una certeza de mi vida, con una certeza que me ha marcado para siempre. El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselos, sí quiero compartirlo: es Jesús, Jesucristo, la misericordia del Padre.

Él vino a mostrarnos, a hacer visible el amor que Dios tiene por nosotros. Por vos, por vos, por vos, por vos,  por mí. Un amor activo, real. Un amor que tomó en serio la realidad de los suyos. Un amor que sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve dignidad. Una dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas. Pero Jesús es un empecinado de esto: dio su vida por esto, por devolvernos la identidad perdida, para revestirnos con toda su fuerza de dignidad.

Me viene a la memoria, una experiencia que nos puede ayudar, Pedro y Pablo, discípulos de Jesús también estuvieron presos. También fueron privados de libertad. En esa circunstancia hubo algo que los sostuvo, algo que nos los dejó caer en la desesperación, en la oscuridad que puede brotar del sin sentido. Fue la oración.  Fue orar. Oración personal y Comunitaria. Ellos rezaron y por ellos rezaban. Dos movimientos, dos acciones que generan entre sí una red que sostiene la vida y la esperanza. Nos sostiene de la desesperanza y nos estimula a seguir caminando. Una red que va sosteniendo la vida, la de ustedes y la de sus familias.

Vos hablabas de tu madre. La oración de las madres, la oración  de las esposas, la oración de los hijos, eso es una red, y la de ustedes, que va llevando adelante la vida.

Porque cuando Jesús entra en la vida, uno no queda detenido en su pasado sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza. Uno comienza a mirar con otros ojos su propia persona, su propia realidad. No queda anclado en lo que sucedió, sino que es capaz de llorar y encontrar ahí la fuerza para volver a empezar. Y si en algún momento estamos tristes, estamos mal, bajoneados, les invito a mirar el rostro de Jesús crucificado. En su mirada, todos podemos encontrar espacio. Todos podemos poner junto a Él nuestras heridas, nuestros dolores, así como también nuestros errores, nuestros pecados. Tantas cosas en las que nos podemos haber equivocado. En las llagas de Jesús, encuentran lugar nuestras llagas. Todos estamos llagados de una u otra manera. Llevar nuestras llagas a las llagas de Jesús, ¿para qué? Para ser curadas, lavadas, transformadas, resucitadas. El murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos. Charlen, charlen con los curas que vienen, charlen, charlen con los hermanos y hermanas que vienen, charlen, charlen con todo aquel que viene a hablarles de Jesús. Jesús quiere levantarnos siempre.

Esta certeza nos moviliza a trabajar por nuestra dignidad. Reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad. Son muchos los elementos que juegan en su contra en este lugar –lo sé bien y vos mencionaste con mucha realidad–: el hacinamiento, la lentitud de la justicia, la falta de terapias ocupacionales y de políticas de rehabilitación, la violencia, la carencia de facilidades de estudios universitario, lo cual hace necesaria una rápida y eficaz alianza interinstitucional para encontrar respuestas.

Sin embargo, mientras se lucha por eso no podemos dar todo por perdido. Hay cosas que hoy ya podemos hacer.

Aquí, en este Centro de Rehabilitación, la convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, la rivalidad, la división, los bandos. No le haga el juego. Luchen por salir adelante.

Me gustaría pedirles que lleven mi saludo a sus familias, algunos están aquí. ¡Es tan importante su presencia y su ayuda! Los abuelos, el padre, la madre, los hermanos, la pareja, los hijos. Nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor.

Por último, una palabra de aliento a todos los que trabajan en este Centro: a sus dirigentes, a los agentes de la Policía penitenciaria, a todo el personal. Cumplen un servicio público fundamental. Tienen una importante tarea en este proceso de reinserción. Tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Este proceso que pide dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona. Y esta lógica de ayudar a las personas los va a salvar a ustedes de todo tipo de corrupción y mejorará condiciones para todos. Ya que un proceso así vivido nos dignifica, anima y levanta a todos.

Antes de darles la bendición me gustaría que rezáramos un rato en silencio, en silencio desde su corazón. Cada uno como sepa hacerlo...

Por favor, les pido que sigan rezando por mí, porque también yo tengo mis errores y debo hacer penitencia. Muchas gracias. Y que Dios Nuestro Padre, mire en nuestro corazón, Dios Nuestro Padre que nos quiere, nos dé su fuerza, su paciencia, su ternura de Padre, nos bendiga. Y no se olviden de rezar por mí.



 

                

            

        

 

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Francisco visita en la clínica al cardenal Terrazas
 

El purpurado boliviano es amigo personal del Papa, que se ha alojado estos días en su casa en Santa Cruz de la Sierra

Por Iván de Vargas

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco visitó este jueves por la noche al cardenal boliviano Julio Terrazas en una clínica de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde se encuentra internado por una dolencia que le impidió participar en todos los actos oficiales del Santo Padre.

El Pontífice acudió al centro médico después de asistir con el presidente Evo Morales a la clausura del II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares. El purpurado boliviano está internado desde hace dos semanas para tratarse de una deshidratación y una infección intestinal.

El papa Francisco se ha hospedado estos días en la casa del arzobispo emérito de Santa Cruz de la Sierra, con quien mantiene una amistad personal forjada en el tiempo, principalmente durante las reuniones del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM ), donde trabajaron en diversas comisiones.

El Santo Padre terminará hoy su estancia en Bolivia con una visita a la cárcel de Palmasola y un encuentro con los obispos de la nación, antes de partir pasado el mediodía hacia Paraguay.

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El Papa entrega a la Patrona de Bolivia las dos condecoraciones que le fueron conferidas
 

Al término de la Santa Misa en la capilla de la residencia privada del cardenal Terrazas, el Santo Padre ofreció a la Virgen de Copacabana ambas distinciones y recitó una oración por el pueblo boliviano   

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco celebró este viernes por la mañana la Santa Misa en la capilla de la residencia privada del arzobispo emérito de Santa Cruz de la Sierra, el cardenal Julio Terrazas. Al final de la Eucaristía, el Pontífice entregó a la Virgen de Copacabana, patrona de Bolivia, las dos condecoraciones que le fueron conferidas el miércoles por el presidente Evo Morales durante su visita de cortesía al Palacio Presidencial en La Paz, informó hoy la Sala de Prensa de la Santa Sede en un comunicado.

“El Santo Padre profundamente agradecido por las distinciones que el Señor Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia le otorgó, y en reconocimiento a la nobleza y la piedad del pueblo boliviano, las ha dejado a la Virgen de Copacabana para que al mirarlas cuide con mucha ternura maternal a este querido pueblo y que lo custodia con Él”, señala la nota vaticana.

Por su parte, Francisco dijo que “el Señor Presidente de la Nación en un gesto de calidez ha tenido la delicadeza de ofrecerme dos condecoraciones en nombre del pueblo boliviano”. “Agradezco el cariño del pueblo boliviano y agradezco esta fineza, esta delicadeza del Señor Presidente y quisiera dejar estas dos condecoraciones a la Patrona de Bolivia, a la Madre de esta noble Nación para que Ella se acuerde siempre de su pueblo y también desde Bolivia, desde su Santuario, donde quisiera que estuvieran, se acuerde del Sucesor de Pedro y de toda la Iglesia, y desde Bolivia la cuide”, añadió.

Al término de la celebración eucarística, el Papa recitó la siguiente oración:

“Madre del Salvador y Madre nuestra tu, Reina de Bolivia, desde la altura de tu Santuario en Copacabana atiendes a las súplicas y a las necesidades de tus hijos, especialmente de los más pobres y abandonados, y los proteges.

Recibe como obsequio del corazón de Bolivia y de mi afecto filial los símbolos del cariño y de la cercanía que – en nombre del Pueblo boliviano – me ha entregado con afecto cordial y generoso el señor presidente Evo Morales Ayma, en ocasión de este Viaje Apostólico, que he confiado a tu solicita intercesión.

Te ruego que estos reconocimientos, que dejo aquí en Bolivia a tus pies, y que recuerdan la nobleza del vuelo del Condor en los cielos de los Andes y el conmemorado sacrificio del Padre Luis Espinal, S.I. sean emblemas del amor perenne y de la perseverante gratitud del Pueblo boliviano a tu solicita y fuerte ternura.

En este momento pongo en tu corazón mis oraciones por todas las peticiones de tus hijos, que he recibido en estos días, tantas Madre: te suplico que les escuches; concede a ellos tu aliento y tu protección, y manifiesta a toda Bolivia tu ternura de mujer y Madre de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.

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El Papa a los presos de Palmasola: reclusión no es lo mismo que exclusión
 

9.30 El Santo Padre visitó la carcel más conflictiva de Bolivia situada en Santa Cruz de la Sierra. Alentó a los reclusos a luchar por salir adelante, a no tener miedo de ayudarse entre ellos y les pidió que no le hagan el juego al demonio

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

"La convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, la rivalidad, la división, los bandos. No le haga el juego. Luchen por salir adelante". Con estas palabras alentó el Santo Padre a los reclusos de la cárcel Palmasola que visitó este viernes en Santa Cruz de la Sierra. A esta “mini-ciudad” llegó el Pontífice a las 9.30 de la mañana de su último día en Bolivia, ya que esta tarde pone rumbo a Paraguay. Allí fue acogido por el director de la cárcel, por el capellán y por el obispo responsable de pastoral penitenciaria, monseñor Jesús Juárez Párraga, SDB, arzobispo de Sucre. Unos niños entregaron unas flores al Papa que él a su vez depositó ante una imagen de la Virgen de Copacabana.

Después de hacer un breve recorrido en un pequeño papamóvil, se dirigió al campo deportivo, donde le esperaban los presos, con globos amarillos y blancos, que levantaban con alegría mientras cantaban. Caminando hacia el escenario, el Pontífice pudo dar la mano a algunos de los presos y bendecir a algunos niños que sus madres cargaban en brazos. No tenía prisa, Francisco se detenía y miraba a los ojos de los privados de libertad.

Antes de dar su discurso, el Pontífice escuchó los testimonios de tres presos, un hombre, una mujer y un joven. Los tres denunciaron los abusos que se viven en este lugar, recordaron que “también somos parte de la sociedad” y que “tenemos derechos”. Incluso la mujer habló de “constantes violaciones a nuestros derechos fundamentales” de “sordera de los administradores de justicia de nuestro país” que convierten “la justicia boliviana en terrorismo jurídico direccionada a personas de escusos recursos económicos”. El joven quiso señalar que cuando llegó a Palmasola le resultó extraño ver tanta gente durmiendo “como animales sobre el piso” pero que con el tiempo “ya me parece normal”.  

Tras los emotivos testimonios, Francisco tomó la palabra e interrogó a los presentes ¿Quién está ante ustedes? “El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados”. Y así es como se presentó. Reconociendo no tener mucho más para darles, les ofreció lo que tiene y lo que ama: Jesucristo, la misericordia del Padre.

“Un amor que sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve la dignidad. Una dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas”, aseguró. Y añadió que Jesús dio su vida por “devolvernos la identidad perdida”.

El Pontífice recordó que Pedro y Pablo también estuvieron presos. Y lo que los sostuvo en esa circunstancia fue la oración, personal y comunitaria. “Ellos rezaron y por ellos rezaban”, indicó.  

Del mismo modo, el Papa recordó a los presos que cuando Jesús entra en la vida, “uno no queda detenido en su pasado sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza”, “es capaz de llorar y encontrar ahí la fuerza para volver a empezar”. A propósito les invitó a mirar el rostro de Jesús crucificado cuando estén “tristes, mal, bajoneados”. Y recordando que Jesús “murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos”, les exhortó a charlar con los curas y las personas que vienen a la cárcel a visitarles.                     

Por otro lado, subrayó que “reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”. El Papa insistió en que “no podemos dar todo por perdido. Hay cosas que hoy ya podemos hacer”.

También quiso dedicar un saludo a sus familias, cuya “presencia y ayuda” es “tan importante”. La familia, aseguró el Santo Padre, “nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor”.

Para finalizar, Francisco dedicó unas palabras a los que trabajan en este centro. Afirmó que “cumplen un servicio público fundamental”, que “tienen una importante tarea en este proceso de reinserción”. Y especificó: tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Y esteo proceso pide “dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona”.

Por su parte, monseñor Jesús Juárez destacó en su discurso de bienvenida al Papa que “es un escándalo en Bolivia la retardación de justicia que hace que el 84 por ciento de las personas privadas de libertad no cuenten con una sentencia ejecutoriada y que el hacinamiento supere el 300, entre otros hechos que niegan la dignidad humana y colocan en cuestionamiento los fines de la justicia y el régimen penitenciario”.  Pero añadió que, lejos de condenar y buscar culpables, “deseamos unir nuestros corazones y esfuerzos con las autoridades públicas y las instituciones de la sociedad civil, para buscar juntos las soluciones coyunturales y estructurales de los problemas de la justicia en general y la justicia penal en particular, orientados por la justicia restaurativa y nuestra utopía de una sociedad sin cárceles”.

Finalmente, el Santo Padre recibió los regalos elaborados a mano por los reclusos: una hamaca con los colores de la bandera vaticana, un retrato y dos tallados en madera.

 

 

 

                

            

        

 

                

            

        

 

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Francisco se despide de Bolivia y pone rumbo a Paraguay
 

Tras tres intensos días en La Paz y Santa Cruz de la Sierra, inicia la visita al tercer país de su gira por América Latina que finaliza este domingo

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco se ha despedido del pueblo Boliviano en el Aeropuerto Internacional de Viru Viru y ha tomado el avión con destino Asunción este viernes a las 13.20, en el avión Alitalia A330. Está prevista su llegada a la capital paraguaya a las 15.00. Durante el viaje, sobrevolará su nación, Argentina.

Su último encuentro en Bolivia fue con los obispos de la nación, 37 incluidos los eméritos, en la iglesia parroquial La Santa Cruz. Después del saludo del presidente de la Conferencia Episcopal de Bolivia, monseñor Óscar Omar Aparicio Céspedes, arzobispo de Cochabamba, el Pontífice se reunió con ellos de forma privada. Desde allí se trasladó directamente al aeropuerto para la ceremonia de despedida. Después de saludar por última vez al presidente Evo Morales, se escucharon los himnos y se saludaron las delegaciones.

El Santo Padre llegó a Bolivia este miércoles, aterrizó en el aeropuerto de El Alto y estuvo en La Paz apenas cuatro horas. En su discurso en el aeropuerto, Francisco subrayó que “Bolivia está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del País; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades”.  Y precisó que “todo esto requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y participación de los individuos y los actores sociales en las cuestiones que interesan a todos”. Desde allí se dirigió al Palacio de Gobierno para la visita de cortesía al presidente, y de camino se detuvo a orar en el lugar donde el padre Espinal, jesuita, fue asesinado. “Predicó el evangelio, y este evangelio molestó, por ello fue eliminado”, indicó el Papa. Tras el encuentro en el Palacio de Gobierno, donde tuvo lugar el intercambio de regalos y Francisco recibió de manos del presidente Morales la cruz hecha sobre un martillo y una hoz que ha despertado polémicas, el Santo Padre se dirigió a la catedral para el encuentro con las autoridades civiles.

En este encuentro, el Pontífice denunció que “si la política se deja dominar por la especulación financiera o la economía se rige únicamente por el paradigma tecnocrático y utilitarista de la máxima producción, no podrán ni siquiera comprender, y menos aún resolver, los grandes problemas que afectan a la humanidad”. Esta misma tarde el Papa voló a Santa Cruz de la Sierra.

El jueves, Francisco celebró la misa de apertura del V Congreso Eucarístico Nacional en la plaza del Cristo Redentor. Durante su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la memoria de los pueblos, que pasa de generación en generación, una memoria en camino. Y afirmó que Jesús se toma “muy en serio la vida de los suyos” y que “nunca se saltea la dignidad de nadie, por más apariencia de no tener nada para aportar o compartir”.

También se reunió, en un alegre encuentro, con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas, a quienes pidió no caer en la actitud de quienes hacen 'zapping' ante el dolor de su gente y no logran involucrarse en sus vidas. El último encuentro de la jornada fue uno de los más significativos, en el que pronunció un discurso “escrito completamente por él”, tal y como aseguró el padre Federico Lombardi, director de la la Oficina de Prensa de la Santa Sede. En el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares, el Pontífice pidió perdón  “no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Además se lamentó de un sistema que ya no se aguanta y pidió tierra, techo y trabajo para todos los hombres.

Finalmente, la mañana del viernes la dedicó a los presos de la cárcel de Palmasola, donde en una emotiva reunión escuchó la voz de los privados de libertad que claman el respeto de sus derechos y Francisco les animó a luchar para seguir adelante, a no tener miedo de ayudarse entre ellos y les pidió que no le hagan el juego al demonio.

 

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Bienvenida del Santo Padre a Paraguay
 

Tras visitar Ecuador y Bolivia, Francisco llega a la última nación de su gira por América Latina

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El santo padre Francisco ha aterrizado en Asunción este viernes a las 15.00. En un vuelo procedente de Bolivia, el Papa comenzó su última etapa de su gira por América Latina. En el aeropuerto le esperaba el presidente de Gobierno, Horacio Cartes, junto con su delegación.

A pesar de la lluvia, cientos de personas esperaban la llegada del Pontífice. Mientras, el grupo Los Nazarenos cantaba el himno de la visita papal: ¡Gracias Santo Padre, por bendecir Paraguay! ¡Gracias Santo Padre, mensajero de alegría y paz!

Acompañado por el presidente, el Papa caminó hasta el palco para escuchar el himno nacional paraguayo en guaraní, interpretado por un coro de 200 niños de Luque. A continuación interpretaron el himno del Vaticano. También participó con un canto un coro de niños aché.

Después se proyectó un vídeo con imágnes de san Juan Pablo II cuando visitó Paraguay en mayo de 1988. Al concluir, el Papa bendijo la placa conmemorativa de la visita del papa polaco a esta nación. 

Seguidamente, una niña aché entregó a Francisco un ramo de flores y los niños de la ciudad de Luque entregaron un rosario de los orfebres de la localidad.

La siguiente interpretación fue a cargo de un grupo de mujeres y hombres, que con música y trajes tradicionales, bailaron animadamente durante varios minutos, representando un espectáculo en recuerdo de las misiones jesuíticas guaraníes. 

Antes de marchar, el Pontífice se acercó a los niños del coro, que no pudieron esconder la emoción y corrieron para abrazarle.

Desde el aeropuerto, el Papa se dirigió en papamóvil hasta la nunciatura y de camino hizo una parada fuera de programa. Francisco detuvo el papamóvil para escuchar una canción que le dedicó un grupo de reclusas de la cárcel de mujeres del Buen Pastor. Las mujeres habían enviado una carta al Santo Padre solicitándole "un pequeño espacio" para ellas. 

Tras un breve descanso en la nunciatura, se dirige al Palacio Presidencial para la visita de cortesía al presidente y el encuentro con las autoridades.

Como es tradicional, durante el vuelo papal se envió un telegrama a los presidentes de los países que sobrevuela. En este caso, envió un mensaje a Evo Morales, presidente del Estado plurinacional de Bolivia, en el que renovaba su “agradecimiento y estima al querido pueblo boliviano". “Continúo mi viaje con la alegría de haber compartido unos días colmados de gracia y bendición”, indicó.

Asimismo hizo llegar un telegrama a su compatriota, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de la República Argentina. De este modo expresó su “cercanía y afecto a esta querida nación, para la que pido al Señor copiosas gracias que le permitan progresar en los valores humanos y espirituales, acrecentando el compromiso por la justicia y la paz”.                   

            

        


 

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El Papa a las autoridades de Paraguay: 'Fomenten la comprensión, el diálogo y la colaboración'
 

18.45. Asunción. Encuentro con los dirigentes y los miembros del Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco elogió el papel de la mujer paraguaya, la más gloriosa de América, en la reconstrucción del país

Por Iván de Vargas

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco llegó esta tarde a Paraguay, última escala de su gira por America Latina, después de haber estado previamente en Ecuador y Bolivia. El Santo Padre partió de Santa Cruz de la Sierra rumbo a Asunción, la capital del país sudamericano con mayor porcentaje de católicos, donde fue recibido por el presidente Horacio Manuel Cartes Jara.

Tras la ceremonia de recepción en el aeropuerto, el Pontífice se retiró a descansar un rato a la Nunciatura Apostólica antes de acudir al Palacio de López para sostener un encuentro con el mandatario paraguayo, las autoridades del país y el Cuerpo Diplomático.

Una vez en el Palacio Presidencial, el Papa realizó la tradicional visita de cortesía al presidente de la República de Paraguay. La reunión privada tuvo lugar en la Oficina Presidencial. Después de la firma del Libro de Oro y la presentación de la familia del jefe de Estado, se procedió al intercambio de regalos y al saludo de las dos delegaciones.

Luego el presidente Cartes acompañó a Francisco al jardín del Palacio de Gobierno para la reunión con los miembros del Gabinete del Presidente, el Congreso Nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Cuerpo Diplomático. Al finalizar las palabras del mandatario paraguayo, el Santo Padre pronunció su discurso.

En su intervención, el Pontífice pidió que nunca más haya guerras entre hermanos e instó a construir siempre la paz. “La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra”, dijo.

“¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración”, añadió.

El Santo Padre instó también a potenciar, en todos los ámbitos de la sociedad, el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás.

Invitó a los presentes a no detenerse en lo conflictivo y desterrar del amor a la patria toda perspectiva partidaria o ideológica. Y apuntó que ese amor debe ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y luchar “impetuosamente contra la corrupción”.

El Papa recordó además que, a lo largo de su historia, este país conoció el “sufrimiento terrible de la guerra”, el enfrentamiento fratricida, la falta de libertad y la conculcación de los derechos humanos. “¡Cuánto dolor y cuánta muerte!”, lamentó, al tiempo que destacó el sentido de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una nación próspera.

Francisco rindió tributo a los miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que fueron y seguirán siendo verdaderos protagonistas de la vida de este pueblo.

Una vez más reconoció, con “emoción y admiración”, el papel de la mujer paraguaya en los momentos dramáticos del pasado, cuando madres, esposas y viudas cargaron sobre sus hombros, el peso más grande y supieron sacar adelante a sus familias y a su país. En ese momento, improvisando, el Pontífice exclamó: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.

Por otra parte, llamó a poner a los pobres y necesitados en un lugar prioritario del trabajo por el bien común, sobre todo cuando en Paraguay se están haciendo muchos esfuerzos para consolidar el progreso en la senda del crecimiento económico.

“Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral del ser humano, especialmente el más vulnerable e indefenso”, insistió.

“Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, apuntó.

Por último, el Santo Padre aseguró el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica para la construcción de una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía, porque los obispos también están llamados a preocuparse por el impulso de un mundo mejor.

“Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y al que quieren servir”, concluyó.

La reunión con las autoridades finalizó con un concierto de música del tiempo de las reducciones jesuíticas del Paraguay, junto a la proyección de imágenes de tallas y objetos originales de las misiones de aquella época. Al término del encuentro, el Papa se trasladó desde el Palacio Presidencial a la Nunciatura Apostólica, lugar donde pernoctará.

Francisco acudirá el sábado por la mañana al Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu y luego celebrará la eucaristía en la explanada del santuario mariano de Caacupé. Por la tarde, mantendrá un encuentro con representantes de la sociedad civil en el estadio León Condou del colegio San José y finalizará la jornada con el rezo de vísperas en la Catedral Metropolitana de Asunción, acompañado por los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas, seminaristas y movimientos católicos.

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Texto completo del discurso del Papa a las autoridades civiles de Paraguay
 

18.45. Asunción. Encuentro con el Gobierno, las altas magistraturas del Estado y el Cuerpo Diplomático en el jardín del Palacio de López. Francisco destaca la firme voluntad del país para desterrar la corrupción 

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco se ha trasladado este viernes por la tarde al Palacio de López, donde se ha reunido con el presidente de la República del Paraguay, Horacio Cartes. Este ha sido el tercer encuentro del mandatario con el Santo Padre, pero el primero en tierra guaraní.

Una vez concluido el coloquio privado con el presidente Cartes, los ministros de la Corte Suprema de Justicia, los legisladores de ambas Cámaras del Congreso, las demás autoridades del Poder Ejecutivo y el Cuerpo Diplomático han sido saludados por el Pontífice en el jardín del Palacio de Gobierno.

A continuación publicamos las palabras del papa Francisco:

"Señor Presidente
Autoridades de la República
Miembros del Cuerpo diplomático
Señoras y señores:

Saludo cordialmente a Vuestra Excelencia, Señor Presidente de la República, y le agradezco las deferentes palabras de bienvenida y de afecto que me ha dirigido, en nombre también del gobierno, de las altas magistraturas del Estado y del querido pueblo paraguayo. Saludo también a los distinguidos miembros del Cuerpo diplomático y, a través de ellos, hago llegar mis sentimientos de respeto y aprecio a sus respectivos países.

Un «gracias» especial para todas las personas e instituciones que han colaborado con esfuerzo y dedicación en la preparación de este viaje y a que me sienta en casa. Y no es difícil sentirse en casa en esta tierra tan acogedora. Paraguay es conocido como el corazón de América, y no sólo por la posición geográfica, sino también por el calor de la hospitalidad y cercanía de sus gentes.

Ya desde sus primeros pasos como nación independiente, y hasta épocas muy recientes, la historia de Paraguay ha conocido el sufrimiento terrible de la guerra, del enfrentamiento fratricida, de la falta de libertad y de la conculcación de los derechos humanos. ¡Cuánto dolor y cuánta muerte! Pero es admirable el tesón y el espíritu de superación del pueblo paraguayo para rehacerse ante tanta adversidad y seguir esforzándose por construir una Nación próspera y en paz. Aquí –en el jardín de este palacio que ha sido testigo de la historia paraguaya: desde cuando sólo era ribera del río y lo usaban los guaraníes, hasta los últimos acontecimientos contemporáneos– quiero rendir tributo a esos miles de paraguayos sencillos, cuyos nombres no aparecerán escritos en los libros de historia, pero que han sido y seguirán siendo verdaderos protagonistas de su pueblo. Y quiero reconocer con emoción y admiración el papel desempeñado por la mujer paraguaya en esos momentos tan dramáticos de la historia, de modo especial, esa guerra inicua que llegó a destruir casi la fraternidad de nuestro pueblo. Sobre sus hombros de madres, esposas y viudas, han llevado el peso más grande, han sabido sacar adelante a sus familias y a su País, infundiendo en las nuevas generaciones la esperanza en un mañana mejor. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América.

Un pueblo que olvida su pasado, su historia, sus raíces, no tiene futuro, es un pueblo seco. La memoria, asentada firmemente sobre la justicia, alejada de sentimientos de venganza y de odio, transforma el pasado en fuente de inspiración para construir un futuro de convivencia y armonía, haciéndonos conscientes de la tragedia y la sinrazón de la guerra. ¡Nunca más guerras entre hermanos! ¡Construyamos siempre la paz! También una paz del día a día, una paz de la vida cotidiana, en la que todos participamos evitando gestos arrogantes, palabras hirientes, actitudes prepotentes, y fomentando en cambio la comprensión, el diálogo y la colaboración.

Desde hace algunos años, Paraguay se está comprometiendo en la construcción de un proyecto democrático sólido y estable. Es justo reconocer con satisfacción lo mucho que se ha avanzado en este camino gracias al esfuerzo de todos, aun en medio de grandes dificultades e incertidumbres. Los animo a que sigan trabajando con todas sus fuerzas para consolidar las estructuras e instituciones democráticas que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos. La forma de gobierno adoptada en su constitución: «democracia representativa, participativa y pluralista», basada en la promoción y respeto de los derechos humanos nos aleja de la tentación de la democracia formal que Aparecida definía como la que se «contentaba con estar fundada en la limpieza de los procesos electorales» (cf. Aparecida 74). Esa es una democracia formal.

En todos los ámbitos de la sociedad, pero especialmente en la actividad pública, se ha de potenciar el diálogo como medio privilegiado para favorecer el bien común, sobre la base de la cultura del encuentro, del respeto y del reconocimiento de las legítimas diferencias y opiniones de los demás. No hay que detenerse en lo conflictivo, la unidad siempre es superior al conflicto; es un ejercicio interesante decantar en el amor a la patria, en el amor al pueblo, toda perspectiva que nace de las convicciones de una opción partidaria o ideológica. Y en ese mismo amor tiene que ser el impulso para crecer cada día más en gestiones transparentes y que luchan impetuosamente contra la corrupción. Sé que existe una firme voluntad para desterrar hoy la corrupción.

Queridos amigos, en la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario. Se están haciendo muchos esfuerzos para que Paraguay progrese por la senda del crecimiento económico. Se han dado pasos importantes en el campo de la educación y la sanidad. Que no cese el esfuerzo de todos los actores sociales, hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico. Un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados, no es verdadero desarrollo. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente la persona más vulnerable e indefensa.

Señor Presidente, queridos amigos. En nombre también de mis hermanos Obispos del Paraguay, deseo asegurarles el compromiso y la colaboración de la Iglesia católica en el afán común por construir una sociedad justa e inclusiva, en la que se pueda convivir en paz y armonía. Porque todos, también los pastores de la Iglesia, estamos llamados a preocuparnos por la construcción de un mundo mejor (cf. Evangelii gaudium, 183). Nos mueve a ello la certeza de nuestra fe en Dios, que quiso hacerse hombre y, viviendo entre nosotros, compartir nuestra suerte. Cristo nos abre el camino de la misericordia, que asentado sobre la justicia, va más allá, y alumbra la caridad, para que nadie se quede al margen de esta gran familia que es el Paraguay, al que aman y quieren servir.

Con la inmensa alegría de encontrarme en esta tierra consagrada a la Virgen de Caacupé, y quiero recordar también especialmente a mis hermanos paraguayos de Buenos Aires, de mi anterior diócesis, ellos tienen la parroquia de la Virgen de los Milagros de Caacupé, imploro la bendición del Señor sobre todos ustedes, sobre sus familias y sobre todo el querido pueblo paraguayo. Que Paraguay sea fecundo, como lo indica la flor de la pasiflora en el manto de la Virgen y como esa cinta con los colores paraguayos que tiene la imagen, así se abrace a la Madre de Caacupé. Muchas gracias". 

Texto distribuido por la Sala de Prensa del Vaticano

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Mundo


Las Damas de Blanco piden al Papa que las reciba durante su visita a Cuba
 

Una representación mantuvo una reunión con el nuncio apostólico, para informarle sobre la situación de los derechos humanos en la Isla

Por Iván de Vargas

Madrid, (ZENIT.org)

El nuncio apostólico en Cuba, monseñor Giorgio Lingua, se reunió este miércoles con un grupo de Damas de Blanco, liderado por Berta Soler. En el encuentro, las activistas solicitaron al representante de la Santa Sede ser recibidas por el papa Francisco cuando visite la Isla, un viaje previsto para el próximo mes de septiembre.

También mostraron su preocupación sobre las posibles medidas del Gobierno de Raúl Castro para controlar a los opositores durante la visita del Pontífice. En este sentido, recordaron que en el 2012 --con motivo del viaje a Cuba de Benedicto XVI-- hubo detenciones, apagones telefónicos para impedir a los activistas comunicarse y arrestos domiciliarios.

"Nos reunimos con el nuncio durante una hora y 20 minutos el miércoles en la Nunciatura, y le entregamos una carta dirigida al Santo Padre pidiéndole que cuando visite Cuba, a pesar de su apretada agenda, reciba a las Damas de Blanco", explicó Soler. "Sabemos que ese encuentro no está en manos del nuncio, pero él fue muy receptivo y quedó en que iba a enviar la carta", añadió.

La disidente destacó además que informaron a monseñor Lingua sobre la situación de los derechos humanos en la Isla, y le entregaron un CD con testimonios de Damas y activistas que han sido reprimidos por el régimen en las últimas semanas, así como una lista de presos políticos cubanos. La Nunciatura Apostólica confirmó la reunión, sin aportar más detalles.

Cada domingo, las Damas de Blanco asisten a misa en la iglesia de Santa Rita en el barrio habanero de Miramar, y hacen un recorrido por las calles de los alrededores en absoluto silencio, portando fotos de sus familiares con el número de años que fueron condenados a prisión. En el 2005 obtuvieron el Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia que el Parlamento Europeo otorga cada año.

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Los obispos venezolanos llaman a la recomposición política y social del país
 

La Iglesia pide a los ciudadanos que sean “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos”. Advierten que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) exhortó este jueves a todos los ciudadanos a ser “actores y protagonistas de la Venezuela que queremos” y reiteró que “es equivocado cerrarse en visiones ideológicas, en fanatismos o en legados intocables”, en un documento emitido con motivo de la clausura de la CIV Asamblea Ordinaria, que reunió estos días en Caracas a los prelados de todo el país.

Los obispos dedicaron buena parte de su reflexión a proponer un modelo de país “que ame la paz, donde haya seguridad para trabajar, producir y compartir donde se destierre la prédica estéril y dañina de catalogarnos por las diferencias, por el odio de clases, por la exaltación del enfrentamiento, idealizando el nacionalismo vacío, la violencia o la guerra, en el que la fuerza puede más que la razón”.

En su escrito, la Iglesia denunció la crisis nacional en distintas áreas y precisó que “la experiencia también enseña que los regímenes de corte populista y excluyentes favorecen el abuso del poder y la corrupción”. Y exigió que los beneficios que genera el petróleo se empleen para financiar “la educación, la salud, la vialidad, y no sean usados para ganancias políticas que no benefician en nada a la población”.

“No se puede negar lo que está a la vista: los presos políticos, los vejámenes, las torturas, la violación de los derechos humanos”, indicó la CEV. Asimismo, los prelados urgieron al Gobierno nacional a “tomar medidas económicas sensatas en el marco de la Constitución y las leyes que impidan ese absurdo y nocivo mecanismo de una política económica equivocada que enriquece a unos pocos y empobrece a la mayoría”. Y previnieron sobre el riesgo de que sean los más pobres los que “carguen con lo más oneroso de las medidas que se tomen”.

El episcopado venezolano reconoció además que la “dura realidad” les exige “ser críticos, creativos, solidarios” con “el sufrimiento que padece nuestro pueblo por tanta incertidumbre”.

“El pueblo venezolano exige mejores condiciones de vida diaria, pide seguridad y mayor protección a su derecho a la salud y a la alimentación de su familia. Toda la nación padece la falta de medicamentos y atención hospitalaria y la escasez. Exige mayor seguridad ante la violencia desbordada, la impunidad y el narcotráfico”, enfatizaron los obispos en su exhortación pastoral titulada “He visto la aflicción de mi pueblo”, al tiempo que reclamaron “desterrar de raíz la cultura de la muerte, la épica del armamentismo y militarismo”.

“No hay nada más absurdo y sin sentido que buscar la solución de los conflictos con la violencia. Son muchos los héroes civiles, algunos de ellos anónimos, mujeres y hombres trabajadores, inventores, promotores de todo lo bueno que deben ser iconos referenciales para la promoción de una cultura de la vida y de la solidaridad”, apuntaron en el texto pastoral, que recuerda el derecho del pueblo a opinar con libertad, a “disentir, proponer, tener acceso a una información libre”. Por eso, “las excesivas cadenas y la propaganda tendenciosa tienen que ser rechazadas y puestas al descubierto”, aconsejaron.

Por último, la CEV apuntó que las elecciones legislativas del 6 de diciembre son “la oportunidad de la recomposición política y social del país” y llamaron a acudir al proceso “con responsabilidad”.

En este sentido, exigió a las autoridades nacionales “garantizar el orden público y la pulcritud del proceso electoral” en apego a la Constitución. “El CNE (Consejo Nacional Electoral) tiene la obligación de ser imparcial, evitando el ventajismo, el abuso o la parcialización”, concluyeron los prelados venezolanos.

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Espiritualidad y oración


San Benito de Nursia - 11 de julio
 

«Abad, patriarca del monacato occidental. Redactor de la Regula monasteriorum punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años Proclamado Patrón de Europa por Pablo VI»

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

«Nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna», consignó en el cap. 72 de su regla este gran santo. El Libro Segundo de los Diálogos, que san Gregorio Magno redactó unos cuarenta años después de la muerte de Benito, es el texto del que acostumbran a extraerse los datos de su vida. Pero este relato no es una biografía al uso; se limita a exponer hechos prodigiosos, que debieron narrar a Gregorio en el momento en que se hallaba redactando los Diálogos estos dos abades: Constantino sucesor de Benito en Montecassino, y Honorato, que presidía le comunidad de Subiaco. A Gregorio le interesó destacar la santidad de este patriarca del monacato occidental, y no tanto el discurrir cronológico de los hechos.

Benito nació en Nursia, Italia, hacia el año 480 en el seno de una familia de patricios. En su juventud cursó en Roma derecho, retórica y filosofía. En esa época dio otro rumbo a su existencia radicalmente opuesto al que llevaba: se había contaminado, en cierto modo, de la vida licenciosa de otros jóvenes coetáneos. Su hermana Escolástica le precedió en su consagración. Él comenzó retirándose a Enfide (Affile en la actualidad) para iniciar una experiencia eremítica signada por la oración, estudio, ascesis y penitencia, que ya no abandonaría. Tras veinte años de soledad, eligió el monte Subiaco para seguir retirado del mundo. Durante tres años habitó en una cueva bajo la guía de Romano, un ermitaño que moraba en otra oquedad cercana; éste le impondría el hábito monástico.

La siguiente etapa le llevó a convivir con los monjes de Vicovaro, quienes le eligieron sustituto del prior fallecido. Al parecer, las exigencias de la regla impuesta por Benito no fueron de su agrado, y tomaron el áspero camino de la venganza. Se quisieron desembarazar de él mediante una pócima venenosa que echaron en su vaso, pero cuando estaba a punto de beberlo, éste se quebró en pedazos.

Benito quedó consternado. Retornó a Subiaco con la idea de fundar nuevos monasterios y dio inicio al primero de ellos con el grupo de jóvenes que se congregó en torno a él. A éste le siguieron otros difuminados por la región. Al saberse objeto de envidia de monjes vecinos, abandonó el lugar para establecerse en Montecassino. Allí erigió otra abadía el año 529, y redactó hacia el 540 su conocida Regula monasteriorum (regla de los monasterios), fruto de su acrisolada experiencia monástica, punto de referencia ineludible para la vida monacal que la ha tenido como norma durante más de 1500 años. Su unánime aceptación ha sido la artífice del título otorgado a Benito como «patriarca del monacato occidental». El hecho de estar fundamentada en las Sagradas Escrituras y en la tradición de la Iglesia ha contribuido a que mantenga su frescura inicial. En ella no se atisba la inducción a extremadas penitencias, sino la exhortación a una vida cimentada en los pilares de la consagración: humildad, obediencia y abnegación. Al tiempo, realza la hospitalidad característica del monacato y subraya el valor incalculable del estudio. El objetivo primordial: la santidad de vida guiada por el «ora et labora». El santo abad quería conducir a todos «a Dios por el trabajo de la obediencia, de la que habían salido por la pereza de la desobediencia». La vivencia de la caridad, y la pobreza, siempre con un espíritu de fraternal y gozoso servicio por amor a Dios, ejercido en silencio, irían moldeando el discurrir de todos.

Benito fue agraciado con dones diversos, entre otros, el de milagros y el de profecía; era un dechado de virtudes. En su regla se aprecian muchas de ellas a través del perfil que trazó sobre la figura del abad, destacando el rigor que debe caracterizarle y la responsabilidad que encarna. En el primer capítulo de la misma hizo notar: «El abad debe acordarse siempre de lo que es, debe recordar el nombre que lleva, y saber que a quien más se le confía, más se le exige. Y sepa qué difícil y ardua es la tarea que toma: regir almas y servir los temperamentos de muchos, pues con unos debe emplear halagos, reprensiones con otros, y con otros consejos. Deberá conformarse y adaptarse a todos según su condición e inteligencia, de modo que no sólo no padezca detrimento la grey que le ha sido confiada, sino que él pueda alegrarse con el crecimiento del buen rebaño». Personalmente contribuyó sin descanso a ese incremento de vocaciones al que aludía. Desde Montecassino impulsó la creación de nuevos monasterios, auténticos bastiones de fe y cultura en los que se formaron incontables monjes dando lance en esos momentos a una época caracterizada por una profunda crisis espiritual.

Su hermana santa Escolástica, que compartió con él similar vocación al monacato, moraba con su comunidad en las estribaciones de Montecassino. Acostumbrados a compartir sus altos ideales, ambos se veían semanalmente de forma puntual. Al final del día, Benito regresaba al monasterio con los monjes que le acompañaban. Pero en una ocasión, Escolástica le rogó que se quedase hasta el día siguiente. El cumplimiento de la petición no entraba en los planes de Benito, riguroso observante de su regla. Se propuso partir desoyendo el ruego de su hermana, cuando una súbita tempestad le obligó a permanecer junto a ella. Viéndose sorprendido por esta contingencia meteorológica, que apareció de improviso, reconvino a Escolástica haciéndole «culpable» de la misma. Ella, paciente y animosa, replicó con ternura que al ver rechazada su petición, elevó sus ruegos a Dios y Él la escuchó. Poco tiempo después, su alma volaba al cielo, y su hermano, en un éxtasis, contemplaba su ingreso en la gloria eterna. Benito no tardó mucho en seguirla. Vaticinó su muerte que se produjo el 21 de marzo de 547, pocos días después de la de su santa hermana. Fue canonizado por Honorio III en 1220. Pablo VI lo proclamó Patrón de Europa en 1964 con la carta apostólica «Pacis nuntius». 

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