En el barrio de Santa Cruz de Sevilla se encuentra el convento de San José del Carmen, de las Carmelitas Descalzas. Conocido por Las Teresas, debe el apelativo a Santa Teresa de Jesús, que lo fundó en 1575. En la actualidad lo habitan 17 monjas que renuevan y confirman su carisma este año, con motivo del quinto centenario del nacimiento de la santa andariega. Hoy abre sus puertas a Iglesia en Sevilla para compartir su riqueza espiritual y humana. Madre Inmaculada, su joven priora, nos recibe junto a la hermana María y, la última en llegar, la hermana Anunziata. Esta última hará sus votos solemnes el Día de Todos los Santos.

-¿Cómo viven en el convento este V Centenario Teresiano?

H. Anunziata.- Yo lo entiendo como un recorrido de la memoria que hacemos con toda la Familia Teresiana. Volver atrás significa recordar los primeros pasos de Teresa, cómo surgió su vocación, redescubrir que su mensaje, su revolución y su novedad son actualísimas. Queremos vivir una renovación hacia la espiritualidad, hacia la oración; renovarnos en las costumbres, en vivir los valores del Evangelio y disfrutar cada día más el regalo de nuestra vocación. Queremos, a través de su lectura, encontrarnos con los mensajes que nos quedan por descubrir sobre lo cotidiano y la vida de hermandad.

-¿Cómo es el día a día de una carmelita descalza?

M. Inmaculada.- Desde que nos levantamos hasta que vamos a descansar por la noche lo fundamental en nuestra vida es la oración. Procuramos el clima de silencio para que esa oración se pueda mantener durante el día; que no sea sólo en la oración comunitaria, personal o la que hacemos en el Coro, sino que también durante el trabajo podamos tener la presencia de Dios. Tenemos nuestro tiempo de trabajo y fomentamos la vida fraterna con dos horas de recreación, tiempo en el que estamos todas juntas para compartir. La tarde está dedicada a la formación con una hora de lectura espiritual y, cuando estamos en el noviciado, otra hora de formación.

-¿Cómo se evangeliza desde una vida oculta?

H.A.- Podría parecer que la vida contemplativa es una vida cerrada, pero lo que está oculto son nuestras pretensiones personales. En el Carmelo, mis deseos están volcados en Jesús y ya no son míos sino de Él. Ya no me pregunto sobre qué hacer o cómo evangelizar, vivo en la escucha de lo que me pueda decir Jesús en cada momento.

-¿Dónde reside el atractivo de esta vida para que una joven decida dejarlo todo y entrar en la clausura?

H.A.- En mi experiencia lo primero fue el desencanto de la vida y del mundo. El mundo me oprimía, yo percibía sequedad en lo que hacía, aunque realmente tuviera un sentido y un valor apreciable. Sentía que estaba aún lejos de Jesús y quería vivir otra cosa. Buscaba algo y encontré en el Carmelo ese encanto que era su llamada de amor que me llenaba.

-¿Y así sintió su vocación?

H.A.- Soy italiana. De pequeña soñaba con la idea de ir a las misiones. Ya de mayor seguía sintiendo esa llamada que me empujaba a dejarlo todo y, poco a poco, me fui abriendo a lo que Jesús me pudiera decir. En 2009 vine a estudiar a España y, abierta a su voluntad, me di cuenta de que Jesús me invitaba a vivir en el Carmelo. Aquí tuve la sensación de que era el espacio físico donde yo tenía que vivir con mi nueva familia. En ese momento, Dios me abrió una puerta y después hay un camino que dura toda la vida.

-¿Es difícil adaptarse a este estilo de vida?

M.I.- Lo que puede suponer un cambio, cuando se tiene vocación, es un cambio feliz. Lo nuestro es una vida alegre, sencilla y de familia con las exigencias que conlleva la convivencia pero nos ayudamos unas a otras.

-¿Dónde reside el principal atractivo de la vocación al Carmelo?

M.I.- Sobre todo en la alegría que ven en nosotras y que da la consagración y una vida de amor personal con Jesucristo. También en saber que Dios nos pide cada día lo poquito que está a nuestro alcance sin sentirnos obligadas a hacer cosas importantes; lo grande es el amor que recibimos de Dios.

-¿Qué consejo daría a las chicas que se plantean su vocación a la vida contemplativa?

M.I.- Qué no tengan miedo. Se cumple, eso lo hemos experimentado todas, que el ciento por uno ya lo disfrutamos en esta vida. Pensamos que lo hemos entregado todo, y es verdad, pero después nos damos cuenta de que es más lo que recibimos que lo que damos. Les diría que vivan con la confianza de que el Señor no defrauda nunca.

-En el convento se conservan muchas reliquias de la Santa.

H. María.- Tenemos una vitrina que se puede ver en visitas concertadas, con más de veinte reliquias, más las que tenemos dentro. Entre las que más destacan están las cartas originales, el autógrafo de ‘Las Moradas’, su capa, el retrato original de fray Juan de la Miseria, el retrato de su sobrina, una alpargata, el tambor, la campana que llevaba en los viajes, el vasito donde bebía cuando estaba enferma…

(Iglesia en Sevilla)