“Iglesias y Minería” (1) es un grito de resistencia y de esperanza; el grito de las comunidades y de la vida que no se dejará callar. Está compuesto por un seglares y religiosos y religiosas comprometidos con la defensa de las comunidades afectadas por la minería en los diversos países de América Latina. No dejes de ver el vídeo que han elaborado para denunciar los grande males que las explotaciones mineras sin control llevan aparejados.

Iglesias y Minería en América Latina: Un vídeo de denuncia y esperanza

Grandes minas a cielo abierto, deforestación y expulsión de familias y comunidades enteras. Pueblos indígenas y comunidades tradicionales amenazados por intereses mineros sobre sus territorios. Contaminación del agua, la tierra y el aire.

El transporte de minerales afecta a centenares de comunidades que viven en las proximidades de los mineroductos o de las ferrovías construidas para la exportación de la inmensa mayoría de nuestros recursos.

Conflictos y manifestaciones populares, espionaje y criminalización de líderes comunitarios. Muertes y persecución de personas, familias y comunidades.

A pesar de todo esto, la minería en América Latina continúa creciendo. Los Estados nacionales están a remolque de estos intereses y se comportan como aliados de las multinacionales mineras, colocando a su servicio los sistemas de inteligencia y las fuerzas de seguridad o flexibilizando la legislación para facilitar la expansión de los proyectos extractivos.

Numerosas comunidades afectadas son apoyadas, asesoradas y defendidas también por las Iglesias, que se han posicionado con determinación en diversos contextos y han denunciado recientemente estas violaciones en una audiencia enla Comisión Interamericanade Derechos Humanos. Agentes de pastoral de las iglesias cristianas de América Latina se están articulando para buscar alternativas a las agresiones que supone la minería.

“Iglesias y Minería” es un grito de resistencia y de esperanza, el grito de las comunidades y de la vida que no se dejará callar.

La nota de prensa en la que, a el pasado fin de semana, el Consejo Pontificio de Justicia y Paz (PCJP) daba la bienvenida a representantes de comunidades afectadas por actividades mineras, provenientes de África, Asia y América Latina, en el encuentro “Un día de reflexión – Unidos a Dios escuchamos un clamor”, señalaba que ”como el Papa Francisco recalcó cuando se dirigió a los movimientos sociales en Bolivia el 9 de julio, los pobres y los excluidos pueden y están haciendo mucho: el futuro de la humanidad está, en gran parte, en sus manos, en su capacidad de organizarse y de promover alternativas creativas a los actuales modelos de desarrollo, que perjudican tanto a la naturaleza como a las personas”.

“Iglesias y Minería” acoge este mensaje y trabaja hacia el empoderamiento de las comunidades, denunciando al mismo tiempo el problema subyacente: el desbalance que se da entre las grandes empresas, que invierten capital y actúan de acuerdo a sus intereses económicos, y  las comunidades locales. Estas defienden día tras día la existencia de su gente, de sus culturas y sus formas de vida en comunión con la Madre Tierra y en contra de aquellos proyectos que los afectan; pero carecen de la influencia económica, política y mediática de la cual se benefician las grandes empresas.

En los documentos adjuntos, puedes encontrar algunas de las citas relevantes de la Encíclica Laudato Si respecto a este asunto y la nota de prensa emitida por el Consejo Pontificio de Justicia y Paz (PCJP) con motivo del encuentro “Un día de reflexión – Unidos a Dios escuchamos un clamor”.

(1) Iglesias y Minería es un grupo ecuménico de seglares, religiosos y religiosas, comprometidos con la defensa de las comunidades afectadas por la minería en los diversos países del continente. Desde 2013 el grupo ayuda a la articulación de las comunidades afectadas, junto a la jerarquía de las Iglesias que puedan y quieran apoyarles y con organizaciones de defensa de los derechos humanos.

(Manos Unidas)