Satán en Detroit

Un grupo autodenominado anti-cristiano, Templo Satánico de la ciudad de Detroit, ha dado a conocer, por fin, la estatua de bronce de Satanás que situará en una nave industrial de la ciudad.

Casi tres metros y acercándose a la tonelada de peso en bronce, con la forma del ídolo pagano Baphomet: cabeza de cabra, alas y cuerpo humano.

En principio iban a situarla en Oklahoma, donde la gobernadora permitió una estatua de los Diez mandamientos a las afueras del Capitolio del estado, pero como al final han tenido que retirarla de lugar público, se han buscado la ciudad en ruinas de Detroit. Todo un programa de actuación.

Jex Blackmore, director del Templo Satánico de Detroit, dijo que el Templo Satánico es ateo y no celebra las representaciones judeocristianas de Satanás, y que su grupo le define como «un símbolo de la naturaleza inherente del hombre, representativa del rebelde eterno, con curiosidad investigativa y libertad personal en vez de ser una deidad sobrenatural o un ser». Vamos que se necesita ser ateo para ser tan creyente.

No voy a minusvalorar el hecho. Tiene su trascendencia. En todos los sentidos del término. Creo que después de la «aprobación judicial» del gaymonio contra la opinión mayoritaria de la población y la venta de trocitos de bebés por parte de la multinacional abortista Planned Parenthood, el contexto es el adecuado.

Casi prefiero que los «Diez mandamientos» o una Cruz provoquen espasmos a indiferencia. Por lo de los tibios, los vómitos y esas cosas.

A mí, me vino a la cabeza la Carta VII de Escrutopo a Orugario, de «Cartas del Diablo a su Sobrino». Lectura refrescante para estos calores veraniegos. Escrutopo ya previó que esto ocurriría (en 1942).

[Para los que no conozcan el libro, son los consejos que da el anciano diablo Escrutopo, un demonio malvado y voraz, a su sobrino Orugario, un demonio principiante que tiene como misión tentar a un joven] Os dejo con su comienzo.

Mi querido Orugario:

Me asombra que me preguntes si es esencial mantener al paciente ignorante de tu propia existencia. Esa pregunta, al menos durante la fase actual del combate, ha sido contestada para nosotros por el Alto Mando. Nuestra política, por el momento, es la de ocultarnos. Por supuesto, no siempre ha sido así. Nos encontramos, realmente, ante un cruel dilema. Cuando los humanos no creen en nuestra existencia perdemos todos los agradables resultados del terrorismo directo, y no hacemos brujos. Por otra parte, cuando creen en nosotros, no podemos hacerles materialistas y escépticos. Al menos, no todavía. Tengo grandes esperanzas de que aprenderemos, con el tiempo, a emotivizar y mitologizar su ciencia hasta tal punto que lo que es, en efecto, una creencia en nosotros (aunque no con ese nombre) se infiltrará en ellos mientras la mente humana permanece cerrada a la creencia en el Enemigo. La “Fuerza Vital", la adoración del sexo, y algunos aspectos del Psicoanálisis pueden resultar útiles en este sentido. Si alguna vez llegamos a producir nuestra obra perfecta –el Brujo Materialista, el hombre que no usa, sino meramente adora, lo que vagamente llama “fuerzas", al mismo tiempo que niega la existencia de “espíritus"–, entonces el fin de la guerra estará a la vista. Pero, mientras tanto, debemos obedecer nuestras órdenes. No creo que tengas mucha dificultad en mantener a tu paciente en la ignorancia. El hecho de que los “diablos” sean predominantemente figuras cómicas en la imaginación moderna te ayudará. Si la más leve sospecha de tu existencia empieza a surgir en su mente, insinúale una imagen de algo con mallas rojas, y persuádele de que, puesto que no puede creer en eso (es un viejo método de libro de texto de confundirles), no puede, en consecuencia, creer en ti.

[….]

Escrutopo estaría encantado con la cuadratura del círculo de los creyentes en el ateísmo contemporáneos.