Manipulaciones de cara al sínodo de la familia

 

Lo malo no son las memeces, lo malo son los pobres que se las tragan. En titulares en algunos medios digitales, e incluso en informativos de televisión dan como noticia de extraordinaria importancia que el papa Francisco I, ha afirmado, hablando de los divorciados que han contraído un nuevo matrimonio: “estas personas no están excomulgadas, y no deben ser tratadas como tales. Siempre forman parte de la Iglesia".

Uno, que debe ser más simple que el mecanismo de un botijo, lo que se pregunta es que dónde leches está la novedad, porque que yo sepa, nadie ha determinado que un divorciado que ha contraído un nuevo matrimonio civil esté excomulgado y, en consecuencia, fuera de la comunión eclesial. Vamos, que de novedad rien de rien.

Lo que falta por explicar, y esto parece que no lo saben algunos egregios periodistas por más que estudiaran teología en su momento, es que una cosa es estar excomulgado y otra bien distinta acercarse a la comunión eucarística. Basta observar cualquier misa dominical en nuestras parroquias. Llega la hora de la comunión eucarística y hay gente que no se acerca a recibirla, no porque esté bajo pena de excomunión, sino porque tiene conciencia de pecado mortal y sabe que en esas condiciones la comunión eucarística le está vetada hasta que haga una buena confesión.

¿Por qué no va a comulgar esa gente? Pues vaya usted a saber. Manolo porque se casó civilmente, Pepa porque ha faltado algunos domingos a misa, Juan por alguna cosilla con el sexto, Alfonsa porque sisa habitualmente en la compra, Amadeo por un juramento en falso. Comulgarán el día en que hagan una buena confesión de la que será parte fundamental el propósito de la enmienda.  

Aquí parece que de lo que se trata, preparando el camino del Sínodo, es presentar lo que no es como si fuera, y entender de las palabras del papa lo que nadie entiende más que aquellos que viven de manipulaciones y deseos tan inconfesables como visibles.

Luego te vuelven a sacar lo de la misericordia y tal. Leo incluso, en pluma de J. M. Vidal, que “con su intervención de hoy, Francisco marca una línea roja para el Sínodo. A partir de ahora, los eclesiásticos que quieran seguir impidiendo el acceso de los divorciados vueltos a casar a la comunión sabrán que se están oponiendo a lo que piensa, cree y quiere el mismísimo Papa”. Esto sencillamente es una barbaridad y un desinformar voluntariamente a los fieles. JAMÁS HA DICHO TAL COSA FRANCISCO. Distinto es que diga agua y uno, en su ensoñación entienda vino, pero eso ya no es cosa de Francisco. Más aún, yo no sé lo que el papa en su fuero interno piensa, cree y quiere, que eso no se me ha dado y mejor así. Sí afirmo que JAMÁS ha dicho el papa expresamente que si yo digo a un divorciado vuelto a casar que no puede recibir la comunión me estoy oponiendo al santo padre. Desde luego no a san Juan Pablo II, al catecismo y a Benedicto XVI.

La última de Vidal: “La consecuencia lógica que se sigue es que, si forman parte de la Iglesia, tienen derecho a participar en sus sacramentos”. Evidente. Pero si tienen derechos tienen obligaciones, que es la de recibir los sacramentos con las disposiciones que exige la Iglesia, en el caso de la comunión eucarística, el estado de gracia.

No se me confundan, porque en la parroquia de un servidor participan divorciados vueltos a casar a los que se acoge pastoralmente, y que colaboran activamente en la vida de la parroquia. Eso sí, saben que lo de comulgar no puede ser, y lo aceptan sin problemas. Que eso de que los curas convertimos a esta gente en apestados ya no se lo cree nadie.

El problema es que estamos acercándonos a la segunda parte del Sínodo y hay que jugar a levantar nuevas expectativas que se saben imposibles. No pasa nada. Nos inventamos que Francisco está de acuerdo con la comunión a los divorciados vueltos a casar y de paso decimos que los que sostienen la doctrina tradicional, la de siempre, son ultramontanos sin entrañas.

Bah. A otro perro con ese hueso.