La Palabra del Domingo - 9 de agosto de 2015

Biblia

    

Jn 6, 41-51. 

“41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: ‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo.’

42 Y decían: ‘¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?’ 43 Jesús les respondió: ‘No murmuréis entre vosotros.

44 ‘Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día.

45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. = Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre.

47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna.

48 Yo soy el pan de la vida.

49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.

51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.’”

  

COMENTARIO

 

Cristo, pan; Cristo alimento para la eternidad

 

Cuando Jesús había dicho que el pan del Cielo era Él, muchas personas pensaron que, cuanto poco, había exagerado. Y algunas, a lo mejor muchas, no entendieron lo que quería decir. Pero la cosa no acabaría ahí sino que iba a ir a peor.

El caso es que, como nos dice el texto bíblico de hoy, criticaban eso que había dicho porque lo conocían como el hijo de José; también conocían a María, su madre. No les entraba en la cabeza que pudiera ser Él, a quien tan bien creían conocer, quien Dios había enviado al mundo para ser el Mesías.

Sin embargo, las cosas, con la venida de Cristo al mundo, habían tomado otro derrotero que no era, precisamente, el que muchos querían que tomara. Pero Jesús lo tenía claro: no había sido enviado por Dios para estar a bien con los que habían tergiversado su Ley y no iba a permitir que su misión se quedara sin cumplir.

De todas formas, lo bien cierto es que entre aquellos que le escuchaban no lo tenía muy bien.  Ellos lo habían visto vivir muchos años entre ellos y se les hacía dificultoso, muy cuesta arriba, entender ciertas cosas. Pues entonces, precisamente por eso, son ellos a quien les dice las verdades más importantes.

Antes de nada era muy importante que comprendiesen que era Dios quien escogía a los que quería escoger. Ahora bien, correspondía a cada cual decidir si la tal elección la iba a tomar en serio o no. Del hecho de aceptarla se derivaban unas consecuencias no pequeñas.

Cuando Jesús dice que era él pan bajado del Cielo les quiere decir que ha de ser comido. Como aquel maná antiguo pero  con un resultado mucho más provechoso para quien aceptara: resucitar en el último día y, luego, la vida que, por eterna, duraría para siempre, siempre, siempre.

Por eso, de todas formas, hay que escuchar la Palabra de Dios y ponerla a trabajar en nuestro corazón. Sólo así se va a Cristo y, desde el Hijo, al Padre. También hay que creer, confiar en lo dicho y hecho por Jesucristo. Pero lo que Jesús quiere decir con esto es que cuando haya dado forma a la Eucaristía será su Cuerpo el que será comido. Tal es el pan bajado del Cielo y tal la salvación eterna anhelada por todos discípulos de Cristo.

En realidad todo lo ha dicho Jesús: pan bajado del Cielo-comerlo-alcanzar la vida eterna.

PRECES 

Por todos aquellos que no anhelan la vida eterna.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no aceptan a Cristo como el pan del Cielo.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos aceptar a Cristo como el alimento que lleva a la vida eterna junto a Ti.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán