La ideología se impone sobre la realidad y la aplasta

El arzobispo de La Plata denuncia el culto idolátrico del cuerpo y la ideología de género

 

El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, se refirió en su reflexión semanal en el programa televisivo Claves para un Mundo Mejor a la moda vigente del culto al cuerpo, una cultura en la que a veces se le rinde adoración y otras se lo desprecia. Esto último se da, sobre todo, donde impera la ideología de género que supone que no existen diferencias biológicas inalterables entre varón y mujer.

12/08/15 8:27 AM


(AICA) El prelado platense sostuvo que hoy lo que importa sobre todo es el aspecto exterior del cuerpo para lograr que el propio cuerpo resulte bello, grato, seductor y que esa tendencia se lleve hasta el extremo.

«Habrán notado -comenzó su reflexión el arzobispo platense- que en la cultura que se va imponiendo, en la cultura vigente, se verifica una especie de adoración del cuerpo. La gente rinde culto a su cuerpo: gimnasio, alimentación cuidada, cosmética, camas solares, etc., y no sólo las mujeres, que está bien que lo hagan y lo han hecho desde siempre, pero ahora los varones también lo hacen».

«Hoy -continuó- el cuerpo importa muchísimo, pero lo que importa sobre todo es el aspecto exterior para lograr que el propio cuerpo resulte bello, grato, seductor y que esa tendencia se lleve hasta el extremo. No me gusta la cara que tengo y entonces la arreglo. Vienen las cirugías faciales y las cirugías de otras partes del cuerpo. Hay partes en las cuales las mujeres se apresuran rápidamente a lucir de otra manera, a lucir, según ellas creen, mejor. Entonces acomodan el cuerpo para que parezca mejor, siempre de acuerdo a una impresión subjetiva y las imposiciones mediáticas».

«Hay una especie de adoración por algo cuya naturaleza se desconoce. Lo que se desconoce, en realidad, es que el hombre es cuerpo y alma. Es un compuesto en el cual el cuerpo importa muchísimo porque es el órgano de nuestro contacto con la realidad exterior, con la realidad material, pero no se lo puede encarar desde un punto de vista exclusivamente estético. A veces se ven ciertos casos de cirugías que se supone arreglan la cara y dejan al operado como un monstruo; quedan espantosos pero andan encantados con el cambio».

Ideología de género

«Por el contrario, en esta misma cultura que impulsa a una adoración del cuerpo muchas veces se lo desprecia como si no existiera, cono si no fuera, en su realidad biológica, uno mismo, mi yo. Eso se da sobre todo donde impera la ideología de género que supone que no existen diferencias biológicas inalterables entre varón y mujer. No quieren saber nada con ese pasaje de la Biblia que dice: «Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, varón y mujer los creó». El ser humano, la especie humana es varón y mujer».

Luego explicó que esa diferencia, varón y mujer, «no es una construcción cultural y subjetiva. Influye muchísimo la educación, por supuesto, pero esa diferencia física biológica constituye la naturaleza de la persona, aun cuando hoy la quieran alterar. Basta notar que el cuerpo del varón y el cuerpo de la mujer ajustan perfectamente el uno en el otro. ¿Y para qué? Para que el hombre deje a su padre y a su madre, como también dice el libro del Génesis, se una a su mujer y sean los dos una sola carne».

Monseñor Aguer comentó que «todo esto, con las mezclas que se han impuesto ya no se quiere recordar. En esto se juega algo fundamental: no lo reconocen gente sesuda, universitarios, periodistas, ni lo reconocen legisladores que ya legislaron en contra de esa realidad. La ideología se impone sobre la realidad y la aplasta».

Cambio de sexo

Por ello se preguntó: «¿Cómo es posible que se verifiquen estas dos tendencias tan opuestas? Por un lado el cuerpo es todo y lo adoro, por otro el cuerpo no importa y yo hago con él lo que quiero y me cambio, si a mí me parece que no soy del sexo que soy me cambio de sexo según las diversas posibilidades que se ofrecen aunque la nuez de Adán siga impertérrita en su sitio. Lo digo con todo respeto por las personas, a quienes comprendo y acompaño. Analizo y juzgo un fenómeno cultural».

A manera de síntesis indicó que «aquí hay algo que pensar porque el problema principal, me parece a mí, es el problema antropológico: que el hombre vea lo que es, que reconozca lo que es, que reconozca su propia verdad. Lo que está en juego, ahora, es la verdad del hombre, la verdad sobre el hombre, con todas las dificultades y dramas que eso implica».

Y concluyó:

«Nosotros, cristianos, tenemos la dicha de que nuestra gran tradición, que se apoya en la Biblia y también en el humanismo clásico, nos asegura lo que somos. El género humano es varón y mujer en una complementariedad que incluye igual dignidad y derechos. El cuerpo es una parte esencial de nuestro yo y tenemos que tratar de cuidarlo todo lo que se pueda, pero no para que sea adorado, o para que se descuide la dimensión espiritual, el alma, nuestro espíritu, que nos pone en contacto con Dios. Más importante que esta vida terrena es la vida eterna. En ella, finalmente, nuestros cuerpos mortales resucitarán. Así lo afirman la fe cristiana, que otorga a la dimensión material de nuestro ser el valor que le corresponde».