Tras haber reflexionado acerca de cómo vive la familia los tiempos de la fiesta y del trabajo, en su catequesis del último miércoles de agosto, y en el ámbito de la 100ª audiencia general desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco se detuvo a considerar, con los numerosos fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro, el tiempo de la oración.

Hablando en italiano el Santo Padre destacó que los cristianos lamentan con sinceridad la falta de tiempo para rezar más porque el corazón humano siembre busca la oración, incluso sin saberlo. Y afirmó que está bien creer en Dios con todo el corazón y esperar que Él nos ayude en las dificultades, al igual que sentirse en el deber de darle gracias. Sin embargo, Francisco invitó a preguntarnos si queremos al Señor, y si el pensamiento de Dios nos conmueve, nos sorprende y nos mueve a la ternura.

Lenguaje intensivo del amor

De ahí su invitación a pensar en el gran mandamiento que sostiene a todos los demás con su fórmula: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”, que utiliza “el lenguaje intensivo del amor”. Por esta razón el Papa Bergoglio también formuló la pregunta de si logramos pensar en Dios como la caricia que nos mantiene en vida, antes de la cual no hay nada. Una caricia que ni siquiera la muerte interrumpe. O si pensamos en Él sólo como en el Omnipotente creador de todas las cosas, el Juez que controla todas la acciones, lo que también es verdad. Pero como dijo el Pontífice, sólo cuando Dios es el afecto de todos nuestros afectos, llega a ser pleno el significado de estas palabras. Entonces – añadió  el Papa – nos sentimos felices, y también un poco desconcertados, porque Él piensa en nosotros y, sobre todo – exclamó – ¡nos ama!

Se trata de algo impresionante, dijo Francisco, puesto que Dios podía  hacerse reconocer sencillamente como el Ser Supremo, impartir sus mandamientos y esperar los resultados. Y, en cambio, Dios ha hecho y hace infinitamente más que esto. Y, de hecho – prosiguió – un corazón en el que habita el afecto por Dios hace que también se vuelva oración un pensamiento sin palabras o una invocación ante una imagen sagrada o un beso hacia la Iglesia. Por eso es bello cuando las mamás enseñan a sus hijos pequeños a enviar un beso a Jesús o a la Virgen, porque en ese  momento – explicó el Santo Padre – el corazón de los niños se transforma en lugar de oración, que es un don del Espíritu Santo.

Por esta razón el Papa pidió que jamás olvidemos pedir este don para cada uno de nosotros, a fin de que el tiempo de la entera vida familiar esté envuelto en el amor de Dios con la búsqueda espontánea del tiempo de la oración.

Hacia el final de su catequesis el Pontífice afirmó que el espíritu de la oración devuelve el tiempo a Dios, y después de recordar el episodio evangélico de las hermanas de Lázaro, Marta y María, en que la primera aprendió que escuchar al Señor era verdaderamente lo esencial, la “parte mejor” del tiempo; Francisco sugirió leer en casa el Evangelio, meditándolo, en la familia, mientras se reza el Rosario, para que llegue a ser como un pan bueno que alimenta el corazón de todos.

Francisco concluyó invitando a descubrir la belleza de la oración en la familia para que rezando unos por otros seamos protegidos por el amor de Dios.

Después de su catequesis el Papa Bergoglio invitó a los presentes a participar, el próximo martes 1º de septiembre, en la Primera Jornada Mundial de Oración dedicada al cuidado de la creación, que el mismo Pontífice instituyó el pasado 6 de agosto, y que tendrá lugar en la Basílica Vaticana, a las 17.00, donde el Santo Padre presidirá la Liturgia de la Palabra.

Estas fueron sus palabras:

“El próximo martes, 1º de septiembre, se celebrará la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la creación. En comunión de oración con nuestros hermanos ortodoxos y con todas las personas de buena voluntad, queremos ofrecer nuestra contribución a la superación de la crisis ecológica que está viviendo la humanidad.

En todo el mundo, las diversas realidades eclesiales locales han programado oportunas iniciativas de oración y de reflexión, para hacer que esa Jornada sea un momento fuerte también con vistas a la asunción de estilos de vida coherentes.

Con los obispos, sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos de la Curia romana, nos encontraremos en la Basílica de San Pedro a las 17.00 para la Liturgia de la Palabra, a la que desde ahora invito a participar a los romanos, a los peregrinos y a cuantos lo deseen”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).