Un desconcierto quizá muy bien concertado

 

Parece que hay gente feliz con ello, pero un servidor lo está pasando mal. Quizá por mi propia forma de ser, tal vez por educación o genética. Qué sé yo. Lo único que puedo constatar, lo único que puedo decir ahora mismo es que solo sé que no sé nada, y que lo único que llego a comprender es que no comprendo nada.

Puede influir, no lo descarto, el hecho de que uno, en origen era de ciencias, y ya se sabe que la gente de ciencias tenemos la maldita costumbre de aceptar que dos más dos son cuatro y que la longitud de la circunferencia es diámetro por pi. Posibles deformaciones que nos dejaron tarados de por vida.

Ya sé de sobra que en las cosas de la fe, la santidad personal, el seguimiento de Cristo no se funciona así. Cada persona es cada persona, y necesita un acompañamiento espiritual personal. Facilito. Uno conoce la doctrina y más o menos sabe cómo apañárselas en los casos más complejos.

Lo que siempre me ha puesto un poco nervioso es andar por la vida sin rumbo. Más aún, andar por la vida sin saber a qué atenerme, porque cada vez que me ha pasado eso, al final me he sentido estafado o me han tomado el pelo.

Servidor lleva de cura sus treinta y cinco años en los que he hecho casi de todo: vicario parroquial, párroco, arcipreste varias veces. Ministerio en parroquias de clase media, urbanas, rurales y de barrios populares. Coordinador de pastoral de un colegio con más de 2.000 alumnos, director espiritual de un colegio mayor, profesor de religión, profesor de teología pastoral. Miembro en dos ocasiones del consejo presbiteral de Madrid y del consejo diocesano de pastoral. De todo.

Pues servidor se encuentra ahora mismo del todo desconcertado.

Tengo la impresión, mía y muy mía, de que andamos en el momento del ya veremos, depende, según, flexibilidad, lo blanco y lo negro, el ying y el yang, la gente sabe, lo que quieran los fieles… Y además todo esto sin determinación: es decir, que parece que se dice pero no se dice.

Si intentas coger la doctrina de siempre, el catecismo, lo de toda la vida que nadie ha abolido que yo sepa, te dicen, lo acaba de afirmar el cardenal Burke, que eres enemigo del papa. ¿Entonces qué hay qué hacer, qué predicar? Un lío…

Con este ánimo empieza un servidor el curso pastoral. La capilla de adoración siempre adelante, Cáritas a tope, la formación lo mejor que se pueda, cuidar la liturgia como se merece. Pero a la vez con la sensación de que no estás en sintonía con los nuevos tiempos. Hay gente que me lo dice, y gente “muy cualificada”. También me dicen que si no acabo de comprender algunas cosas pues que disimule y me haga el tonto, vamos, que me transmute en camaleón, lo que pasa es que para eso no sirvo.

No. No se me confundan. Que una cosa es estar bajo de ánimo, que no es mi caso, y otra no comprender algunas cosas, que sí lo es. Y se trata tan solo de lo segundo. Pero no hay que preocuparse. No pasa nada. Es que los que somos de ciencias tenemos dificultades para comprender en las cosas la filosofía de fondo. No será otra cosa. No puede ser otra cosa.

N.B. ¿Es cierto que hay plaga de camaleones? ¿Han oído algo?