“La fe que de pequeño vivía espontáneamente me llevó al descubrimiento de Jesucristo, del Evangelio, del amor de Dios hacia toda persona. Llegó un momento que sentí que valía la pena profundizar este descubrimiento en el seno de una comunidad. Estoy muy agradecido a Dios por la vocación en la vida monástica en Montserrat”. Al cabo de 50 años, el P. Damià Roure, monje de Montserrat, celebró el jubileo monástico el pasado 8 de agosto, “un hito que uno no se imagina que llegue tan pronto”.

-¿Qué más valora de estos 50 años?

He conocido monjes que me han ayudado a profundizar la fe y a crear un buen ambiente de comunidad. Montserrat es un centro de cultura y de comunicación de valores humanos y espirituales. También agradezco la discreción, la paciencia y el humor de mis hermanos de comunidad, la humanidad y la fraternidad que vivimos en Montserrat.

-¿Cómo ha crecido su fe?

Cuando vine al monasterio quería descubrir por experiencia si el cristianismo es verdad, y esta experiencia de búsqueda interior, compartida y comunitaria, me llevaba a profundizar más y más vivencialmente la pregunta que me ponía. Por el hecho de esta inmersión en una comunidad de monjes, mi fe ha crecido en varios niveles, gracias a las celebraciones litúrgicas y en la lectura y el estudio de la Biblia y de la teología.

-¿Por qué la decisión que tomó la volvería a tomar?

Una vez has encontrado el gusto de un estilo de vida te parece muy natural el camino que has elegido seguir. Mi vocación de monje vino una vez había decidido entrar en el seminario de Girona. Deseaba acompañar a otras personas a descubrir a Jesús y a compartir la fe y el camino cristiano. El contacto con Montserrat me hizo consciente de que podía vivir mi vocación y los valores del Evangelio con más donación e intensidad como monje.

(Òscar Bardají y Martín – Full Dominical domingo 27 de septiembre)