ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 27 de septiembre de 2015

Publicidad

'Enamorado de Cristo'

San francisco de Asís: este santo que vivió al inicio del siglo XIII ¿qué tiene que decirle aún a la Iglesia de hoy, especialmente sobre el tema tan apreciado por el papa Francisco, el de un retorno simple y radical al evangelio? Lo explica el libro 'Enamorado de Cristo' del predicador de la Casa Pontificia, el padre Raniero Cantalamessa. Descúbrelo aquí:

https://www.createspace.com/4862939

Para ver las tarifas y poner su anuncio en los servicios via email de ZENIT visite: http://ads.zenit.org/spanish


Viajes pontificios

Francisco define a la familia como una fábrica de esperanza
En el B. Franklin Parkway de Filadelfia, el Papa señaló que en la familia hay dificultades, pero estas se superan con amor. También dijo que un pueblo que no sabe cuidar a los niños y a los abuelos no tiene futuro

El Papa a los inmigrantes en Filadelfia: no se avergüencen nunca de sus tradiciones
El Santo Padre ha celebrado un encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y otros inmigrantes, a quienes recordó que es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz

Francisco en la catedral de Filadelfia: 'Y tú ¿qué harás?'
Recordando a santa Catalina Drexel, pide más participación de los laicos, con creatividad y abriéndose al Espíritu y a la alegría del evangelio

Viaje del Papa a Estados Unidos - Programa del sábado 26
Llega a Filadelfia, última ciudad del viaje apostólico en Estados Unidos

Una familia argentina cruza América en furgoneta para ver al Papa
El matrimonio y sus cuatro hijos dedicaron más de medio año, recorrieron 18 mil kilómetros y atravesaron 13 países, para participar en el Encuentro Mundial de las Familias de Filadelfia

Los parientes de las víctimas del 11-S: La fe nos ha salvado
La visita del papa Francisco a la Zona Cero ha sido un signo de esperanza para quien perdió un ser querido en el atentado de las Torres Gemelas

El papa Francisco

Texto completo del discurso del Papa en el encuentro por la libertad religiosa
El Santo Padre se ha reunido con la comunidad hispana y otros inmigrantes en el Independence Mall de Filadelfia

Texto completo del discurso del Santo Padre en la Fiesta de las familias
En el B. Franklin Parkway de Filadelfia, el Papa afirma que la carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios, para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza

Texto completo de la homilía del Papa en la Basílica de Filadelfia
En el primer encuentro en la última ciudad que Francisco visita en Estados Unidos, ha celebrado la eucaristía con los obispos, clero, religiosos y religiosas de Pensilvania en la Catedral de Filadelfia y recuerda que 'uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia'

Iglesia y Religión

Filadelfia: Schoenstatt en el Encuentro Mundial de las Familias
El lema del Encuentro: 'El Amor es Nuestra Misión' y el objetivo es comprometerse con la Iglesia

Negocio con Dios: los pastores de la prosperidad
Entrevista con Miguel Pastorino, secretario para América Latina de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)

Espiritualidad y oración

San Vicente de Paul - 27 de septiembre
«Fundador de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad. Considerado en Francia padre de la patria, fue proclamado por León XIII patrono de todas las entidades católicas de caridad»  


Viajes pontificios


Francisco define a la familia como una fábrica de esperanza
 

En el B. Franklin Parkway de Filadelfia, el Papa señaló que en la familia hay dificultades, pero estas se superan con amor. También dijo que un pueblo que no sabe cuidar a los niños y a los abuelos no tiene futuro

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco elogió este sábado por la tarde el papel de la familia en un multitudinario acto en el B. Franklin Parkway. “La familia es, perdónenme la palabra, una fábrica de esperanza, de esperanza de vida y resurrección”, dijo improvisando el Santo Padre.

“La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios, para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza”, añadió el Pontífice para cerrar su primera jornada en Filadelfia, donde llegó hoy desde Nueva York.

Francisco recorrió en su papamóvil las calles de la ciudad, entre aplausos, gritos de bienvenida y expresiones de júbilo de miles de personas que se agolpaban para verle pasar. Una vez en el parque, sede del Encuentro Mundial de las Familias, fue el protagonista de una fiesta en la que el actor estadounidense Mark Wahlberg hizo de maestro de ceremonias dando paso a diversas actuaciones musicales, entre la que destacaron las de Aretha Franklin y Andrea Bocelli.

Además, varias familias dieron su testimonio sobre el espectacular escenario preparado para la ocasión. Mientras el Papa tomaba notas, fueron compartiendo con él sus alegrías y dificultades. En este sentido, cabe destacar la intervención de una pareja argentina que lleva 60 años casada.

El Santo Padre cerró el evento y la vigilia de oración haciendo un alegato en favor de la familia y, sobre todo, de los niños y de los abuelos. “Los niños y los jóvenes son el futuro, son la fuerza, los que llevan adelante. Son aquellos en los que ponemos esperanzas. Los abuelos son la memoria de la familia, son los que nos dieron la fe, nos transmitieron la fe”, subrayó el Pontífice sin mirar al papel.

“Cuidar a los abuelos y cuidar a los niños –prosiguió en español-- es la muestra de amor, no se si más grande, pero yo diría más promisoria de la familia, porque promete el futuro”. “Un pueblo que no sabe cuidar a los niños y un pueblo que no sabe cuidar a los abuelos es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza y no tiene la memoria que lo lleve adelante, advirtió Francisco.

“Lo más lindo que hizo Dios, dice la Biblia, fue la familia”, aseguró. “En la familia hay dificultades, pero esas dificultades se superan con amor”, recordó el Papa, al tiempo que señaló que “el amor es fiesta, el amor es gozo, el amor es seguir adelante”. “Les sugiero un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz en la familia. En una familia no se puede terminar el día en guerra”, insistió el Santo Padre.

Por último, el Pontífice exhortó a los presentes: “Cuidemos la familia, defendemos la familia, porque ahí se juega nuestro futuro”. Antes de despedirse, el papa Francisco rezó un Ave María en inglés, e impartió la bendición apostólica.

También puede leer: Texto completo del discurso del Santo Padre en la Fiesta de las familias

 

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El Papa a los inmigrantes en Filadelfia: no se avergüencen nunca de sus tradiciones
 

El Santo Padre ha celebrado un encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y otros inmigrantes, a quienes recordó que es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz

Por Rocío Lancho García

Madrid, (ZENIT.org)

Un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o utilizarlo para sus intereses. Así lo afirmó el santo padre Francisco en el Independence National Historical Park de Filadelfia, donde se reunió con la comunidad hispana y otros inmigrantes. También recordó en su discurso que la globalización no es mala, lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. "Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo", observó. 

A su llegada, hizo un recorrido en papamóvil por la plaza para saludar a los fieles allí reunidos.

El arzobispo José H. Gomez y John M. Miller junto a cinco representantes de “Encuentro” presentaron al Papa, para su bendición, una cruz que será llevada en peregrinación por todo Estados Unidos como preparación para cada “Encuentro” nacional de la Comunidad hispano-latina. Después visitó la conocida Liberty Bell, la campana de la libertad, símbolo de la independencia de Estados Unidos. 

Tras el saludo del arzobispo de Filadelfia, monseñor Charles Joseph Chaput, OFM Cap., el Papa dirigió unas palabras a los presentes.

Tal y como recordó, en este lugar “fueron proclamadas por primera vez las libertades que definen este país”. Y es que “la Declaración de Independencia proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos”. Pero la historia muestra también, advirtió, que estas y otras verdades deben ser constantemente reafirmadas, nuevamente asimiladas y defendidas. El Papa señaló que “la historia de esta nación es también la historia de un esfuerzo constante, que dura hasta nuestros días, para encarnar esos elevados principios en la vida social y política”.

De este modo, recordó grandes luchas como la “abolición de la esclavitud”, “la extensión del derecho de voto”, “el crecimiento del movimiento obrero” y “el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios”.

A continuación, Francisco hizo una reflexión sobre el derecho a la libertad religiosa, “un derecho fundamental que da forma a nuestro modo de interactuar social y personalmente con nuestros vecinos, que tienen creencias religiosas distintas a la nuestra”.                    

La libertad religiosa “comporta el derecho a adorar a Dios, individualmente y en comunidad, de acuerdo con nuestra conciencia”. Pero, por otro lado, “trasciende los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias”.                    

Nuestras distintas tradiciones religiosas, afirmó el Santo Padre, “nos recuerdan la dimensión trascendente de la existencia humana y de nuestra libertad irreductible frente a la pretensión de todo poder absoluto”. Al respecto, citó las atrocidades perpetradas, especialmente en el siglo pasado, por los sistemas “que pretendían construir algún tipo de paraíso terrenal, dominando pueblos, sometiéndolos a principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos”.

De este modo, subrayó que “en un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad”, es necesario que “los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás”.

El papa argentino aprovechó esta oportunidad para agradecer a todos los que, cualquiera que sea su religión, “han tratado de servir al Dios de la paz construyendo ciudades de amor fraterno, cuidando de nuestro prójimo necesitado, defendiendo la dignidad del don divino de la vida en todas sus etapas, defendiendo la causa de los pobres y los inmigrantes”.

Dirigiéndose a los miembros de la gran población hispana de América y a los representantes de inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos allí presentes, les pidió que “no se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar”. Asmismo les invitó a que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, “ustedes traen muchos dones a su nueva nación”. Es más, “no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana”.

Igualmente, les recordó que están “llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven”. Al contribuir con sus dones,--señaló el Santo Padre-- no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro.

También puede leer: Texto completo del discurso del Papa en el encuentro por la libertad religiosa

                    

 

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Francisco en la catedral de Filadelfia: 'Y tú ¿qué harás?'
 

Recordando a santa Catalina Drexel, pide más participación de los laicos, con creatividad y abriéndose al Espíritu y a la alegría del evangelio

Por Redacción

Roma, (ZENIT.org)

El santo padre Francisco celebró este sábado la santa misa en la Catedral de Filadelfia, dedicada a los apóstoles Pedro y Pablo. Proveniente de Nueva York, donde ayer viernes habló ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, se embarcó en un vuelo American Airlines que desde el aeropuerto J.F. Kennedy le llevó a Filadelfia. Se trata de la quinta ciudad más grande de Estados Unidos, capital de Pensilvania y un importante centro industrial del país.

En el interior de la Catedral le esperaban unas dos mil personas, entre obispos, clero, religiosos, además de unos 500 fieles en la capilla lateral, para celebrar la misa que fue celebrada en latín, inglés y español. Al llegar el Papa saludó al gobernador y fue acogido por un coro de niños y algunas familas.  

El Santo Padre en su homilía indicó que viendo el templo dedicado a los apóstoles Pedro y Pablo, le gustaba pensar no solo en la historia de su construcción, sino en las generaciones de católicos comprometidos que "han salido a las periferias y construido comunidades para el culto, la educación, la caridad y el servicio a la sociedad en general".

Elogió por ello el esfuerzo de todos los que "han atendido a las necesidades espirituales de los pobres, los inmigrantes, los enfermos y los encarcelados", así como los centenares de escuelas para niños. Un gran legado "que ustedes han recibido y que están llamados a enriquecer y transmitir".

Citó entonces a santa Catalina Drexel, una de las grandes santas de Iglesia de Pensilvania, que cuando le habló al Papa León XIII de las necesidades de las misiones, el Papa le preguntó intencionadamente: «¿Y tú qué vas a hacer?» Palabras que cambiaron la vida de Catalina.

«¿Y tú?» "Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos" dijo el Papa: transmitir la alegría del Evangelio y edificar la Iglesia, ya sea como sacerdotes, diáconos o miembros de institutos de vida consagrada.

 Porque "uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia, y capacitarlos para que puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros". 

Reconoció que "esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio, todos los días y en todas las etapas de nuestra vida".

Porque una sociedad que cambia rápidamente, reclama una participación de los laicos mucho más activa.

"Los animo --añadió el Papa-- a que renueven la alegría de ese primer encuentro con Jesús y a sacar de esa alegría renovada fidelidad y fuerza". Y con motivo del Encuentro Mundial de las Familias, les pidió más servicio a las familias, a las parejas que se preparan para el matrimonio y a nuestros jóvenes.

 

Leer la homilía completa aquí 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Viaje del Papa a Estados Unidos - Programa del sábado 26
 

Llega a Filadelfia, última ciudad del viaje apostólico en Estados Unidos

Por Redacción

Roma, (ZENIT.org)

Sábado, 26 de septiembre
 
-- 8:40 Salida desde Nueva York hacia Filadelfia. (14:40 hora central europea)
--  9:30 Llegada al Aeropuerto Internacional de Filadelfia. (15:30 hora central europea)
-- 10:10 Santa Misa con obispos, clero, religiosos y religiosas de Pennsylvania
​       en la Catedral de los Santos Pedro y Pablo en Filadelfia.  (16:10 hora central europea)
-- 16:45 Encuentro con la comunidad hispana y otros inmigrantes en el Centro Comercial Independencia en Filadelfia.  (22:45 hora central europea)
-- 19:30 Fiesta de las Familias y vigilia de oración en el B. Franklin Parkway en Filadelfia.  (01:30 hora central europea)

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Una familia argentina cruza América en furgoneta para ver al Papa
 

El matrimonio y sus cuatro hijos dedicaron más de medio año, recorrieron 18 mil kilómetros y atravesaron 13 países, para participar en el Encuentro Mundial de las Familias de Filadelfia

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

Más de medio año, 18 mil kilómetros, 13 países del continente americano y un montón de aventuras a bordo de “Francisca”, la furgoneta de color blanco y verde que llevó a una familia desde Argentina hasta Filadelfia para ver al papa Francisco.

Noël Zemborain, Alfredo “Catire” Walker y sus cuatro hijos, Carmin, Mia, Dimas y Cala, son los protagonistas de esta historia. En una Kombi Volkswagen modelo 1980, cruzaron casi de punta a punta el continente con el objetivo de llegar al Encuentro Mundial de las Familias, que presidirá este fin de semana el Santo Padre.

Cuando el Vaticano anunció que el Pontífice argentino viajaría a Filadelfia, el matrimonio lo tomó como una señal, ambos decidieron que era hora de celebrar su unión como familia, juntaron los ahorros, vendieron su antiguo automóvil y compraron la Kombi.

Al principio, se alojaban en casas de familias, pero a medida que el camino avanzaba quienes les ofrecían albergue era gente solidaria que les hospedaba tras conocer su historia a través del blog del viaje.

En algunas ocasiones, llegaron a tocar el timbre de alguna parroquia, pero por muy mal que pintara la noche siempre encontraban un lugar para dormir.

La caravana luce ahora pegatinas multicolores con las banderas de los países que ha atravesado y que los pequeños, de 12, 8, 5 y 3 años, colocaban cada vez que el vehículo pasaba los controles fronterizos. Entre las enseñas se encuentran las de Bolivia, Chile, Ecuador o Costa Rica.

Después de participar en los actos del papa Francisco en Filadelfia, la familia planea visitar Nueva York, Boston y Miami, desde donde volarán a Buenos Aires.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Los parientes de las víctimas del 11-S: La fe nos ha salvado
 

La visita del papa Francisco a la Zona Cero ha sido un signo de esperanza para quien perdió un ser querido en el atentado de las Torres Gemelas

Por Deborah Castellano Lubov

Nueva York, (ZENIT.org)

Cuando tienes el corazón destrozado, ¿cómo puedes ir adelante? Según muchos de los pariente de las víctimas del atentado al World Trade Center, del 11 de septiembre de 2001, la respuesta es la fe.

ZENIT estuvo presente en la Zona Cero en el momento de la visita del papa Francisco --que tuvo lugar este viernes por la mañana-- y tuvo la posibilidad de hablar con familiares y amigos de personas que perdieron la vida en ese trágico día.

Brendan Grady, que perdió a su hermano Christopher, comerciante de Cantor Fitzgerald, declaró que fue un honor ver al papa Francisco estar en la Zona Cero para recordarlo. “Me siento como si la tumba de mi hermano hubiera sido bendecida”, afirma Grady con sobriedad. “Nadie puede decir que la tumba de un pariente haya sido bendecida por el Papa”.

En el atentado a las Torres Gemelas, murió también David, el marido de Judy Grimmer, que trabajaba en el piso 98 de la primera Torre. Cuando supo del impacto del avión, la mujer cuenta: “Comencé a rezar inmediatamente: Sagrado Corazón de Jesús, me encomiendo a ti…’ Mi fe y mis oraciones me han impregnado cada vez más… No consigo imaginar mi vida sin la fe”, afirma la señora Grimmer.

Sobre el significado de la visita del papa Francisco para ella, Judy declaró: “Antes de conocerme, David era seminarista, por tanto es extraordinario que el Papa está aquí para él. Yo es la segunda vez que vengo aquí, la primera vez fue por el décimo aniversario, cuando inauguraron la Torre de la Libertad. Es la única vez que he ido porque siempre he querido ser positiva. No vendría nunca aquí para ver solo un agujero vacío”.

“Es maravilloso no solo porque la obra ha sido completada sino porque el Santo Padre está aquí. Yo soy una ferviente católica, como mi marido y toda mi familia y espero que todos encuentran paz con esta visita. Está marcando la diferencia en el mundo de hoy. Dios lo bendiga”.

Un hombre, antes de que llegara el Papa, habló con los periodistas de la pérdida de su hija, que era una auxiliar de vuelo de uno de los aviones que se estrelló contra la torres. Contó que la joven estaba de vacaciones pero había ido a trabajar para sustituir a una colega que estaba enferma.

También Matthew Sallitto reflexionó sobre la imagen transmitida por el Papa, y que lo que sucedió hace 14 años es la imagen del demonio.

“Perdí a mi hijo”, nos cuenta el señor Sallitto: el jóven estaba en la primera Torre y “trabajaba para Cantor Fitzgerald, que perdió la mayor parte de sus hombres ese día. Tenía 23 años, era la persona más joven del edificio. Se había licenciado en la Universidad de Vermont, después encontró este trabajo en Cantor y le gustaba”.

“Hay un profundo significado en la presencia del Papa aquí, sentimos que en este país es una ‘tierra consagrada’ porque muchas vidas se perdieron aquí ese día”, añadió, observando que “el papa Francisco muestra al mundo que ha venido a bendecir, a santificar, lo que alguno intentó hacer malvado y a destruir. Ha venido aquí a decirnos: haremos salir el bien del mal”.

Para Sallito es algo grande que el papa Francisco haya venido. “Soy católico --dice-- pero creo que todo el mundo, no solo los católicos, tengan al Papa en una consideración especial. Obviamente, nosotros católicos lo vemos de una cierta manera pero creo realmente que el mundo le mira como una guía”.

ZENIT le preguntó si su fe les ayudó. “Sí --responde-- pero debo decir que no sé cómo se puede ir adelante en la vida sin la fe. Es algo a lo que te aferras”.

“Pienso que el Papa sea una esperanza, un faro para el mundo. Está con los pies en la tierra, observa muchos de los problemas del mundo, habla de una forma en la que todos podemos relacionarnos y nos da un cierto consuelo”.

Otro hombre, perdió a su hermana Debora en el Pentágono. En el momento en el que él y su mujer comenzaron a hablar con nosotros, la señora muestra el reflejo de la Torre de la Libertad en su smartphone, mostrando cómo sea realmente el reflejo de una cruz.

Otro pariente de un fallecido, que prefirió permanecer en el anonimato, dice: “ha sido un día muy significativo para mí. El papa Francisco ha venido con un mensaje de alegría”.


 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El papa Francisco


Texto completo del discurso del Papa en el encuentro por la libertad religiosa
 

El Santo Padre se ha reunido con la comunidad hispana y otros inmigrantes en el Independence Mall de Filadelfia

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Publicamos a continuación el discurso del papa Francisco en el Encuentro por la libertad religiosa con la comunidad hispana y con otros inmigrantes, en el Independence National Historical Park.

                    

Queridos amigos, buenas tardes.

Uno de los momentos más destacados de mi visita es la presencia aquí, en el Independence Mall, el lugar de nacimiento de los Estados Unidos de América. Aquí fueron proclamadas por primera vez las libertades que definen este País. La Declaración de Independencia proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos. Esas palabras siguen resonando e inspirándonos hoy, como lo han hecho con personas de todo el mundo, para luchar por la libertad de vivir de acuerdo con su dignidad.    

La historia también muestra que estas y otras verdades deben ser constantemente reafirmadas, nuevamente asimiladas y defendidas. La historia de esta Nación es también la historia de un esfuerzo constante, que dura hasta nuestros días, para encarnar esos elevados principios en la vida social y política. Recordemos las grandes luchas que llevaron a la abolición de la esclavitud, la extensión del derecho de voto, el crecimiento del movimiento obrero y el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios contra la llegada posterior de nuevos americanos. Esto demuestra que, cuando un país está determinado a permanecer fiel a esos principios fundacionales, basados en el respeto a la dignidad humana, se fortalece y renueva.    Cuando un país guarda la memoria de sus raíces, sigue creciendo, se renueva y sigue asumiendo en su seno nuevos pueblos y nueva gente que viene a él. Nos ayuda mucho recordar nuestro pasado. Un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o quieren utilizarlo para sus propios intereses. Cuando los individuos y las comunidades ven garantizado el ejercicio efectivo de sus derechos, no sólo son libres para realizar sus propias capacidades, sino que también con estas capacidades, con su trabajo, contribuyen al bienestar y al enriquecimiento de la sociedad.        

En este lugar, que es un símbolo del modelo de los Estados Unidos, me gustaría reflexionar con ustedes sobre el derecho a la libertad religiosa. Es un derecho fundamental que da forma a nuestro modo de interactuar social y personalmente con nuestros vecinos, que tienen creencias religiosas distintas a la nuestra. El ideal del dialogo interreligiosos donde todos los hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas pueden dialogar sin pelearse. Eso lo da la libertad religiosa.     

La libertad religiosa, sin duda, comporta el derecho a adorar a Dios, individualmente y en comunidad, de acuerdo con nuestra conciencia. Pero, por otro lado, la libertad religiosa, por su naturaleza, trasciende los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias. Porque el hecho religioso, la dimensión religiosa, no es un subcultura, es parte de la cultura de cualquier pueblo y de cualquier nación.

Nuestras distintas tradiciones religiosas sirven a la sociedad sobre todo por el mensaje que proclaman. Ellas llaman a los individuos y a las comunidades a adorar a Dios, fuente de la vida, de la libertad y de la felicidad. Nos recuerdan la dimensión trascendente de la existencia humana y de nuestra libertad irreductible frente a la pretensión de cualquier poder absoluto. Necesitamos acercarnos a la historia, nos hace bien acercanos a la historia, especialmente a la historia del siglo pasado, para ver las atrocidades perpetradas por los sistemas que pretendían construir algún tipo de «paraíso terrenal», dominando pueblos, sometiéndolos a principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos. Nuestras ricas tradiciones religiosas buscan ofrecer sentido y dirección, «tienen una fuerza motivadora que abre siempre nuevos horizontes, estimula el pensamiento, amplía la mente y la sensibilidad» (Evangelii gaudium, 256). Llaman a la conversión, a la reconciliación, a la preocupación por el futuro de la sociedad, a la abnegación en el servicio al bien común y a la compasión por los necesitados. En el corazón de su misión espiritual está la proclamación de la verdad y la dignidad de la persona humana y de todos los derechos humanos.

Nuestras tradiciones religiosas nos recuerdan que, como seres humanos, estamos llamados a reconocer a Otro, que revela nuestra identidad relacional frente a todos los intentos por imponer «una uniformidad a la que el egoísmo de los poderosos, el conformismo de los débiles o la ideología de la utopía quiere imponernos» (M. de Certeau).                

En un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad, es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y a los derechos de los demás.    

Nosotros vivimos en un mundo sujeto a la «globalización del paradigma tecnocrático» (Laudato si', 106), que conscientemente apunta a la uniformidad unidimensional y busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad. Las religiones tienen, pues, el derecho y el deber de dejar claro que es posible construir una sociedad en la que «un sano pluralismo que, de verdad respete a los diferentes y los valore como tales» (Evangelii gaudium, 255), es un aliado valioso «en el empeño por la defensa de la dignidad humana... y un camino de paz para nuestro mundo tan herido por las guerras» (ibíd., 257).        

Los cuáqueros que fundaron Filadelfia estaban inspirados por un profundo sentido evangélico de la dignidad de cada individuo y por el ideal de una comunidad unida por el amor fraterno. Esta convicción los llevó a fundar una colonia que fuera un refugio para la libertad religiosa y la tolerancia. El sentido de preocupación fraterna por la dignidad de todos, especialmente de los más débiles y vulnerables, se convirtió en una parte esencial del espíritu norteamericano. San Juan Pablo II, durante su visita a los Estados Unidos en 1987, rindió un conmovedor homenaje al respecto, recordando a todos los americanos que «la prueba definitiva de su grandeza es la manera en que tratan a todos los seres humanos, pero sobre todo a los más débiles e indefensos» (Ceremonia de despedida, 19 septiembre 1987).

Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos los que, se cual fuera su religión, han tratado de servir al Dios de la paz construyendo ciudades de amor fraterno, cuidando del prójimo necesitado, defendiendo la dignidad del don divino, del don de la vida en todas sus etapas, defendiendo la causa de los pobres y los inmigrantes. Con demasiada frecuencia los más necesitados, en todas partes, no son escuchados. Ustedes son su voz, y muchos de ustedes, hombres y mujeres religiosos, han hecho que su grito se escuche. Con este testimonio, que frecuentemente encuentra una fuerte resistencia, recuerdan a la democracia norteamericana los ideales que la fundaron, y que la sociedad se debilita siempre que –y allí donde– cualquier injusticia prevalece.

Hace un momento hablé de la tendencia a una globalización. La globalización no es mala, al contrario, la tendencia a globalizarnos es buena, nos une. Lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada persona y de cada pueblo. Si una globalización busca unir a todos pero respetando a cada persona, a su persona, a su riqueza, a su peculiaridad, respetando a cada pueblo, a su riqueza, a cada persona, esa globalización es buena y nos hace crecer a todos y lleva a la paz.

Me gusta usar un poco la geometría aquí. Si la globalización es una esfera donde cada punto es igual, equidistante del centro, anula, no es buena. Si la globalización une como un poliedro donde están todos unidos pero cada uno conserva su propia identidad, es buena y hace crecer a un pueblo, y da dignidad a todos los hombres y le otorga derecho.

Entre nosotros hoy hay miembros de la gran población hispana de América, así como representantes de inmigrantes recién llegados a los Estados Unidos. Gracias por abrir la puerta. Los saludo con mucho afecto. Muchos de ustedes han emigrado a este País con un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida. No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar. Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a esta nación. Por favor, no se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana. Repito, no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes. También están llamados a ser ciudadanos responsables, están llamados a ser ciudadanos responsables, y a contribuir, como lo hicieron con tanta fortaleza los que vinieron antes, a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven. Pienso, en particular, en la vibrante fe que muchos de ustedes poseen, en el profundo sentido de la vida familiar y los demás valores que han heredado. Al contribuir con sus dones, no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro. No perder la memoria de lo que pasó aquí hace más de dos siglos. No perder la memoria de aquella Declaración que proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales y que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables y que los Gobiernos existen para proteger y defender esos derechos.

 Queridos amigos, les doy las gracias por su calurosa bienvenida y por acompañarme hoy aquí. Conservemos la libertad, cuidemos la libertad, la libertad de conciencia, la libertad religiosa, la libertad de cada familia, de cada pueblo, que es la que da lugar a los derechos. Que este País, y cada uno de ustedes, dé gracias continuamente por las muchas bendiciones y libertades que disfrutan. Que puedan defender estos derechos, especialmente la libertad religiosa, que Dios les ha dado. Que Él los bendiga a todos. Y por favor les pido que recen un poquito por mí.              

        

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Texto completo del discurso del Santo Padre en la Fiesta de las familias
 

En el B. Franklin Parkway de Filadelfia, el Papa afirma que la carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios, para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

El papa Francisco ha asistido este sábado por la tarde a la Fiesta de las familias y a la vigilia de oración en el B. Franklin Parkway de Filadelfia. A continuación publicamos las palabras improvisadas que el Santo Padre ha dirigido a los asistentes:

Queridos hermanos y hermanas, queridas familias:

Gracias a quienes han dado testimonio. Gracias a quienes nos alegraron con el arte, con la belleza, que es el camino para llegar a Dios. La belleza nos lleva a Dios. Y un testimonio verdadero nos lleva a Dios, porque Dios también es la verdad, es la belleza y es la verdad, y un testimonio dado para servir es bueno, nos hace buenos, porque Dios es bondad. Nos lleva a Dios. Todo lo bueno, todo lo verdadero y todo lo bello nos lleva a Dios. Porque Dios es bueno, Dios es bello, Dios es verdad. Gracias a todos, a los que nos dieron un mensaje aquí y a la presencia de ustedes que también es un testimonio, un verdadero testimonio de que vale la pena la vida en familia, de que una sociedad crece fuerte, crece buena, crece hermosa y crece verdadera si se edifica sobre la base de la familia.

Una vez un chico me preguntó… Ustedes saben que los chicos preguntan cosas difíciles. Me preguntó: 'Padre, ¿qué hacía Dios antes de crear el mundo?' Les aseguro que me costó contestarle. Y le dije lo que les digo ahora a ustedes: antes de crear el mundo, Dios amaba, porque Dios es amor. Pero era tal el amor que tenía en sí mismo, ese amor entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, era tan grande, tan desbordante que, esto no sé si es muy teológico pero lo van a entender, era tan grande que no podía ser egoísta, tenía que salir de sí mismo para tener a quien amar fuera de sí.

Y ahí Dios creó el mundo. Ahí Dios hizo esta maravilla en la que vivimos y que, como estamos un poquito mareados, la estamos destruyendo. Pero lo más lindo que hizo Dios, dice la Biblia, fue la familia. Creo al hombre y a la mujer: ¡y les entrego todo, les entregó el mundo! Crezcan, multiplíquense, cultiven la tierra, háganla producir, háganla crecer. Todo el amor que hizo en esa creación maravillosa se la entregó a una familia.

Volvemos atrás un poquito. Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí la entrega a la familia. Y una familia es realmente familia cuando es capaz de abrir los brazos y recibir todo ese amor.

Por supuesto que el paraíso terrenal no está más acá, que la vida tiene sus problemas, que los hombres por la astucia del demonio aprendieron a dividirse. Y todo ese amor que Dios nos dio casi se pierde. Y al poquito tiempo el primer crimen, el primer fratricidio. Un hermano mata a otro hermano, la guerra. El amor, la belleza y la verdad de Dios, y la destrucción de la guerra. Y entre esas dos posiciones caminamos nosotros hoy. Nos toca a nosotros elegir. Nos toca a nosotros decidir el camino para andar.

Pero volvamos atrás. Cuando el hombre y su esposa se equivocaron y se alejaron de Dios, Dios no los dejó solos. Tanto el amor, tanto el amor, que empezó a caminar con la humanidad. empezó a caminar con su pueblo, hasta que llegó el momento maduro, y le dio la muestra de amor más grande, su Hijo. Y a su hijo ¿dónde lo mandó? ¿a un palacio, a una ciudad, a hacer una empresa? ¡Lo mando a una familia! Dios entró al mundo en una familia.

Y pudo hacerlo porque esa familia era una familia que tenía el corazón abierto al amor, que tenía las puertas abiertas al amor. Pensemos en María, jovencita. No lo podía creer. ¿Cómo puede suceder esto? Y cuando le explicaron, obedeció. Pensemos en José, lleno de ilusiones de formar un  hogar. Se encuentra con esta sorpresa que no entiende. Acepta. Obedece. Y en la obediencia de amor de esta mujer María y de este hombre José se da una familia en la que viene Dios. Dios siempre golpea las puertas de los corazones. Le gusta hacerlo. Le sale de adentro. Pero ¿saben qué es lo que más le gusta? Golpear las puertas de la familias y encontrar la familias unidas, encontrar las familias que se quieren, encontrar las familias que hacen crecer a sus hijos y los educan y que los llevan adelante y que crean una sociedad de bondad, de verdad y de belleza.

Estamos en la Fiesta de la familias. La familia tiene carta de ciudadanía divina, ¿está claro? La carta de ciudadanía que tiene la familia se la dio Dios, para que en su seno creciera cada vez más la verdad, el amor y la belleza. Claro, alguno de ustedes me pueden decir: 'Padre, usted habla así porque es soltero'. En las familias hay dificultades. En las familias discutimos, en las familias a veces vuelan los platos, en las familias los hijos traen dolores de cabeza. No voy a hablar de la suegra, pero en las familias siempre, siempre, hay cruz. Siempre. Porque el amor de Dios, el Hijo de Dios, nos abrió también ese camino. Pero en las familias también, después de la cruz hay resurrección. Porque el Hijo de Dios nos abrió ese camino. Por eso, la familia es, perdónenme la palabra, es una fábrica de esperanza, de esperanza de vida y resurrección. Dios fue el que abrió ese camino.

Y los hijos. Los hijos dan trabajo. Nosotros como hijos dimos trabajo. A veces, en casa veo algunos de mis colaboradores que vienen a trabajar con ojeras. Tienen un bebé de un mes, dos meses, y les pregunto: '¿No dormiste?' 'Eh no, lloró toda la noche'. En la familia hay dificultades, pero esas dificultades se superan con amor. El odio no supera ninguna dificultad. La división de los corazones no supera ninguna dificultad, solamente el amor es capaz de superar la dificultad. El amor es fiesta, el amor es gozo, el amor es seguir adelante.

Y no quiero seguir hablando, porque se hace demasiado largo. Pero quisiera marcar dos puntitos de la familia en los que quisiera que se tuviera un especial cuidado. No solo quisiera, tenemos que tener un especial cuidado: los niños y los abuelos. Los niños y los jóvenes son el futuro, son la fuerza, los que llevan adelante. Son aquellos en los que ponemos esperanzas. Los abuelos son la memoria de la familia, son los que nos dieron la fe, nos transmitieron la fe. Cuidar a los abuelos y cuidar a los niños es la muestra de amor, no se si más grande, pero yo diría más promisoria de la familia, porque promete el futuro. Un pueblo que no sabe cuidar a los niños y un pueblo que no sabe cuidar a los abuelos es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza y no tiene la memoria que lo lleve adelante.

Y bueno... La familia es bella, pero cuesta. Trae problemas. En la familia a veces hay enemistades. El marido se pelea con la mujer o se miran mal, o los hijos con el padre… Les sugiero un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz en la familia. En una familia no se puede terminar el día en guerra. Que Dios los bendiga, que Dios les de fuerzas, que Dios los anime a seguir adelante. Cuidemos la familia, defendemos la familia, porque ahí, ahí se juega nuestro futuro. Gracias, que Dios los bendiga, y recen por mí, por favor.

(Texto transcrito del audio por ZENIT)

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Texto completo de la homilía del Papa en la Basílica de Filadelfia
 

En el primer encuentro en la última ciudad que Francisco visita en Estados Unidos, ha celebrado la eucaristía con los obispos, clero, religiosos y religiosas de Pensilvania en la Catedral de Filadelfia y recuerda que 'uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia'

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Publicamos a continuación la homilía del Santo Padre en la Basílica de Filadelfia en la mias con obispos, clero, religiosos y religiosas de Pensilvania:

 

Esta mañana he aprendido algo sobre la historia de esta hermosa Catedral: la historia que hay detrás de sus altos muros y ventanas. Me gusta pensar, sin embargo, que la historia de la Iglesia en esta ciudad y en este Estado es realmente una historia que no trata solo de la construcción de muros, sino también de derribarlos. Es una historia que nos habla de generaciones y generaciones de católicos comprometidos que han salido a las periferias y construido comunidades para el culto, la educación, la caridad y el servicio a la sociedad en general.

Esa historia se ve en los muchos santuarios que salpican esta ciudad y las numerosas iglesias parroquiales cuyas torres y campanarios hablan de la presencia de Dios en medio de nuestras comunidades. Se ve en el esfuerzo de todos aquellos sacerdotes, religiosos y laicos que, con dedicación, durante más de dos siglos, han atendido a las necesidades espirituales de los pobres, los inmigrantes, los enfermos y los encarcelados. Y se ve en los cientos de escuelas en las que hermanos y hermanas religiosas han enseñado a los niños a leer y a escribir, a amar a Dios y al prójimo y a contribuir como buenos ciudadanos a la vida de la sociedad estadounidense. Todo esto es un gran legado que ustedes han recibido y que están llamados a enriquecer y transmitir.

La mayoría de ustedes conocen la historia de santa Catalina Drexel, una de las grandes santas que esta Iglesia local ha dado. Cuando le habló al Papa León XIII de las necesidades de las misiones, el Papa –era un Papa muy sabio– le preguntó intencionadamente: «¿Y tú?, ¿qué vas a hacer?». Esas palabras cambiaron la vida de Catalina, porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo, ha recibido una misión. Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su Cuerpo, la Iglesia.

«¿Y tú?». Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos de estas palabras en el contexto de nuestra misión particular para transmitir la alegría del Evangelio y edificar la Iglesia, ya sea como sacerdotes, diáconos o miembros de institutos de vida consagrada.

En primer lugar, aquellas palabras –«¿Y tú?»– fueron dirigidas a una persona joven, a una mujer joven con altos ideales, y cambiaron su vida. Le hicieron pensar en el inmenso trabajo que había que hacer y la llevaron a darse cuenta de que estaba siendo llamada a hacer algo al respecto. ¡Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas tienen los mismos altos ideales, generosidad de espíritu y amor por Cristo y la Iglesia! ¿Los desafiamos? ¿Les damos espacio y les ayudamos a que realicen su cometido? ¿Encontramos el modo de compartir su entusiasmo y sus dones con nuestras comunidades, sobre todo en la práctica de las obras de misericordia y en la preocupación por los demás? ¿Compartimos nuestra propia alegría y entusiasmo en el servicio al Señor?

Uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia, y capacitarlos para que puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros, como fermento del Evangelio en nuestro mundo. Esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de las estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio, todos los días y en todas las etapas de nuestra vida.

«¿Y tú?». Es significativo que esas palabras del anciano Papa fueran dirigidas a una mujer laica. Sabemos que el futuro de la Iglesia, en una sociedad que cambia rápidamente, reclama ya desde ahora una participación de los laicos mucho más activa. La Iglesia en los Estados Unidos ha dedicado siempre un gran esfuerzo a la catequesis y a la educación. Nuestro reto hoy es construir sobre esos cimientos sólidos y fomentar un sentido de colaboración y de responsabilidad compartida en la planificación del futuro de nuestras parroquias e instituciones. Esto no significa renunciar a la autoridad espiritual que se nos ha confiado; más bien, significa discernir y emplear sabiamente los múltiples dones que el Espíritu derrama sobre la Iglesia. De manera particular, significa valorar la inmensa contribución que las mujeres, laicas y religiosas, han hecho y siguen haciendo a la vida de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, les doy las gracias por la forma en que cada uno de ustedes ha respondido a la pregunta de Jesús que inspiró su propia vocación: «¿Y tú?». Los animo a que renueven la alegría de ese primer encuentro con Jesús y a sacar de esa alegría renovada fidelidad y fuerza. Espero con ilusión compartir con ustedes estos días y les pido que lleven mi saludo afectuoso a los que no pudieron estar con nosotros, especialmente a los numerosos sacerdotes y religiosos ancianos que se unen espiritualmente.

Durante estos días del Encuentro Mundial de las Familias, les pediría de modo especial que reflexionen sobre nuestro servicio a las familias, a las parejas que se preparan para el matrimonio y a nuestros jóvenes. Sé lo mucho que se está haciendo en sus iglesias particulares para responder a las necesidades de las familias y apoyarlas en su camino de fe. Les pido que oren fervientemente por ellas, así como por las deliberaciones del próximo Sínodo sobre la Familia.

Con gratitud por todo lo que hemos recibido, y con segura confianza en medio de nuestras necesidades, dirijámonos a María, nuestra Madre Santísima. Que con su amor de madre interceda por la Iglesia en América, para que siga creciendo en el testimonio profético del poder que tiene la cruz de su Hijo para traer alegría, esperanza y fuerza a nuestro mundo. Rezo por cada uno de ustedes, y les pido que, por favor, lo hagan por mí. 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Iglesia y Religión


Filadelfia: Schoenstatt en el Encuentro Mundial de las Familias
 

El lema del Encuentro: 'El Amor es Nuestra Misión' y el objetivo es comprometerse con la Iglesia

Por Enrique Soros

Washington, (ZENIT.org)

El Papa Francisco cierra oficialmente el Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia, hoy sábado, con un imponente festival de alegría, juventud y canto, y el domingo, con una Misa multitudinaria en el Benjamin Franklin Parkway.

Durante la semana se desarrolló un sinnúmero de actividades que tuvieron como objetivo el compartir las diversas formas con las que distintas espiritualidades y carismas contribuyen a forjar una cultura de familia, que sea capaz de penetrar la sociedad, transformándola desde adentro.

Santuario hogar, Iglesia doméstica
El movimiento de Schoenstatt fue uno de los expositores en el Encuentro. En sus stands, compartieron con los interesados la vivencia del Santuario Hogar. Se trata de un rincón de la casa dedicado a Jesús y María, un altarcito, que es el corazón del hogar, desde el cual Dios bendice, e impulsa a los miembros a aspirar a la santidad, alegre y comprometida.

Schoenstatt cerró la jornada internacional con una reunión en Franklin Square, una peregrinación hasta la iglesia San Agustín, y una Misa de Familias, que fue precedida por dos breves charlas, de la que participaron miembros de movimiento de numerosos países de América del Norte, del Sur y Centroamérica, como también de Europa. El celebrante principal fue el P. Marcelo Aravena, y siete sacerdotes concelebraron.

Salir a las periferias
La primera alocución estuvo a cargo del matrimonio de Elisabeth y Bernhard Neiser, de origen alemán, superiores generales del Instituto Secular de las Familias, que congrega a matrimonios que desean vivir un fuerte compromiso de santidad y apostolado, en medio del mundo.

Los Neiser explicaron que para Schoenstatt, este encuentro es una continuación de los festejos de octubre 2014, donde 10.000 personas celebraron el centenario del Movimiento junto al Santuario Original de Schoenstatt, en Alemania, y luego en una audiencia con el Papa Francisco.

Una de las principales conclusiones de dichos festejos, fue el acentuar que el movimiento se encuentra en salida. Una profunda espiritualidad y la transformación del corazón no alcanzan. 

La mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios.
El sacerdote chileno Patricio Rodríguez, superior de los Padres de Schoenstatt en Estados Unidos, mencionó una frase del fundador del Movimiento de, que define su perspectiva sobre la forma de auscultar la voluntad de Dios, para actuar acorde a ella.

La misma fue mencionada por el Papa Francisco en una audiencia con los Padres de Schoenstatt el 3 de septiembre pasado, y reza así: “Debemos tener la mano en el pulso del tiempo y el oído en el corazón de Dios”.

También hizo alusión a las tres gracias del Santuario de Schoenstatt, que se deben hacer carne en los miembros del Movimiento. Estas son: cobijamiento, sentirse amado, cobijado por María, y brindar ese amor a los demás. Transformación: nuestra vida, ante el amor de María y Jesús, cambia, rejuvenece, surge una profunda paz, que debe ser también brindada a los demás. Y el envío apostólico: todas las gracias recibidas, son para compartir, para llevar a los hermanos. Schoenstatt en salida…
Por último, el padre Marcelo Aravena, coordinador del aporte de Schoenstatt en el Encuentro en Filadelfia, en su breve homilía, acentuó el amor de Dios, que todo lo transforma. Mencionó que el Papa Francisco no sólo es un líder con alcance mundial, sino que también es padre, y de esa forma, construye familia.

El Amor es Nuestra Misión
En breve, el Encuentro Mundial de las Familias habrá llegado a su fin, con la celebración de la misa del domingo, a las 16:00 horas. Está llamado a dejar a todos, presentes en Filadelfia o en cualquier lugar del mundo, un profundo anhelo de brindar al mundo una imagen real del ideal de familia. 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Negocio con Dios: los pastores de la prosperidad
 

Entrevista con Miguel Pastorino, secretario para América Latina de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES)

Por Redacción

Roma, (ZENIT.org)

¿Qué es la teología de la prosperidad? Más de la mitad de los cristianos de las iglesias neopentecostales en América Latina pertenecen a esta corriente, aunque no conozcan su nombre. En Estados Unidos casi el 20 por ciento de los evangélicos pentecostales confiesan ser parte de este movimiento. Con grandes resistencias por parte del mundo evangélico y pentecostal, los pastores que centran su predicación en el dinero y la prosperidad material, son los que más crecen entre los más pobres y se han vuelto un verdadero escándalo entre los cristianos.

Para comprender este fenómeno, ZENIT entrevistó a Miguel Pastorino, secretario para América Latina de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), y especialista en el tema, quien en estos días ha sido invitado por teólogos evangélicos en Uruguay para abordar este complejo y preocupante movimiento.

¿En qué consiste la llamada "Teología de la Prosperidad"?
-- Miguel: Es una corriente que comenzó en los años 50 y 60 en algunas comunidades y predicadores vinculados al neopentecostalismo en Estados Unidos. Con los años ha cambiado mucho y en la actualidad está cada vez más presente en los nuevos ministerios de impronta pentecostal, especialmente entre los que han alcanzado mayor presencia en los medios de comunicación. Consiste en una doctrina del negocio con Dios, donde las prédicas son abiertamente materialistas y se propone la avaricia como un camino de santidad. Enseñan que si Dios es el dueño del mundo, un hijo suyo tiene derecho a reclamarlo todo. Interpretan los textos bíblicos donde se prometen bendiciones de Dios como si se tratara siempre de prosperidad económica, generando una lógica de intercambio con Dios: "Si ofrendas con generosidad, Dios será generoso contigo, pero si no prosperas, es por tu falta de fe". Se considera que la persona que posee muchos bienes es "un bendecido de Dios", por lo cual los pastores de estas iglesias, no tienen reparo en hacer alarde del lujo en el que viven y enseñar a buscar la riqueza como sinónimo de salvación.

¿Y la pobreza cómo la interpretan?
-- Miguel: Ser pobre es un pecado para ellos, o en todo caso es la consecuencia de la falta de fe y de amistad con Dios. Enseñan que si uno es "socio" de Dios, a uno no le puede ir mal en materia económica. Pero si se vive en la pobreza es por culpa de uno mismo y de su falta de "siembras" o alianzas con Dios.

El nivel escandaloso al que ha llegado este movimiento, ha sido objeto de crítica, no solo de la mayoría del mundo evangélico y pentecostal, sino de autores que en un comienzo la defendían, como Peter Wagner, quien llamó a esta corriente "codicia desenfrenada".

¿Cómo es que consiguen que las personas donen tanto dinero?
-- Miguel: Hay personas que dan de lo que no tienen, y se endeudan por esperar una prosperidad del cielo que nunca llega. Se utilizan técnicas de manipulación psicológica, inducción a verdaderas crisis histéricas, donde las personas después de estar horas cantando y escuchando prédicas, sistemáticamente se les pide una ofrenda y cada vez más grande. En la forma de pedir se enseña que "Dios está esperando que le demuestres tu fe", "Dios no te ha bendecido porque no te arriesgas por él", y cosas por el estilo. Les gritan: "Muéstrale a Dios cuánto confías en él". Hay personas que han entregado sus ahorros, su casa y su coche. Muchas veces son personas desesperadas que han perdido su trabajo o que tienen muchas deudas, o casos donde tienen un hijo con una enfermedad terminal y les enseñan que solo se sanará cuando Dios pruebe su fe a través de su generosidad.

¿Las personas que asisten suelen ser personas muy pobres?
--Miguel: Apuntan a todos los públicos posibles. Debemos quitarnos el prejuicio de que los manipulables son solo personas con escasa formación académica o muy pobres económicamente. Cualquier persona en una situación de vulnerabilidad, sin importar su profesión, puede ser víctima de este tipo de manipulación. Someten a sus fieles a un constante desafío de entregar sus bienes, por pocos que sean, a cambio de beneficios espirituales y materiales.

¿Con qué iglesias o sectas podemos identificar esta corriente?
-- Miguel: Es complejo, porque esta mentalidad es mayoritaria en los grupos neopentecostales, pero no en todos. Incluso hay algunos carismáticos católicos, con escasa formación, que han leído autores de esta teología y ha penetrado así en algunos grupos de oración. Lo cierto es que la mayoría de estos grupos tienen grandes cadenas televisivas, y las sectas más controvertidas en América Latina con este tema son "La Iglesia Universal del Reino de Dios", conocida también como "Pare de Sufrir", y la iglesia "Dios es Amor" fundada por David Miranda en Brasil. Luego la lista se complejiza, pero puede verse a algunos de los nuevos "apóstoles" de la prosperidad con este discurso, como Kenneth Copeland, Creflo Dollar, Paula White, Cash Luna o Guillermo Maldonado, entre otros.

No debemos identificar injustamente esta mentalidad con todo el neopentecostalismo, que es muy diverso y complejo en sus teologías y formas de vivir la fe. Pero lo cierto es que está siendo un fenómeno contagioso entre los neopentecostales.

¿Hay algún otro elemento que quisiera destacar?
-- Miguel: Sí, el autoritarismo. Estos mismos líderes religiosos, combinan esta mentalidad con un autoritarismo muy fuerte, donde exigen "sujeción" total de sus fieles, ya que el pastor expresa la voluntad de Dios, incluso en la vida privada y por lo tanto en el criterio del uso de los bienes personales. Suelen hacer prédicas donde humillan con ironía a sus fieles, tratándolos de "estúpidos" por no comprender las enseñanzas de Dios. Se ha convertido en un antievangelio donde se premian la soberbia y la codicia en el pastor.

¿Qué piensan los teólogos evangélicos y católicos al respecto?
--Miguel: No se necesita mucho discernimiento teológico para entender que este movimiento se opone al Evangelio y es un verdadero escándalo moral para todos los cristianos. Es cierto que los teólogos protestantes y evangélicos denuncian con más insistencia este tema por afectarlos más de cerca, pero se escuchan críticas desde todas las confesiones. La Palabra de Dios está llena de citas donde se condena el amor al dinero y se advierte con dureza sobre la codicia de los pastores. Les recomiendo leer los capítulos 3 y 6 de la carta a Tito, aunque alcanzaría con conocer un solo evangelio para darse cuenta de la aberración que supone adherir a la teología de la prosperidad. La religiosidad New Age comparte con la teología de la prosperidad, la anulación del molesto prójimo que es considerado culpable de su propia pobreza o desgracia.

¿Por qué cree que se extiende tanto actualmente esta mentalidad?
--Miguel: Porque vivimos en una época donde domina la mentalidad tecnoeconómica y consumista en todos los aspectos de la vida, donde las relaciones humanas han sido colonizadas por lógicas comerciales, como si fueran puras transacciones. Y la relación con Dios ha entrado en esta lógica de intercambio y de uso para los propios intereses. Se cambia el modo de pensar y el de vivir, y esto afecta también al modo de vivir la fe, inevitablemente. Se ofrece así un dios a medida de los consumidores, según los esquemas dominantes, donde para cada problema hay una solución a su debido precio. A esto habría que sumarle el fomento del pensamiento mágico y la situación de vulnerabilidad social en tantos países, donde muchos desean hacerse "mágicamente" ricos y vivir según los modelos de vida impuestos culturalmente. La teología de la prosperidad es una manifestación exagerada y caricaturesca de una tentación recurrente: la de querer hacer negocios con Dios, olvidando que en Jesucristo, no hay negocio posible. La lógica del Evangelio va en la dirección contraria a este materialismo y nos invita a mirar más allá de nuestros egoísmos.

 

 

 

 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Espiritualidad y oración


San Vicente de Paul - 27 de septiembre
 

«Fundador de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad. Considerado en Francia padre de la patria, fue proclamado por León XIII patrono de todas las entidades católicas de caridad»  

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

ZENIT trae hoy a este heraldo de la caridad cristiana marcado por la pobreza familiar desde que tuvo uso de razón. Nació en la pequeña población francesa de Ranquine, anexa a Pouy, hacia 1580 o 1581. Fue el tercero de seis vástagos. En su niñez trabajó cuidando el ganado para ayudar a los suyos. Nunca renegó de su condición y así lo reconocía ante quienes, siendo ya un virtuoso sacerdote, sembraban alabanzas a su paso. Además de su inclinación a los menesterosos, y de signos precoces de piedad, tenía una inteligencia despierta, y fue enviado a estudiar con los franciscanos de Dax. Aspiraba al sacerdocio, que era una vía para hallar un futuro más halagüeño que el que le aguardaba, dada su humilde procedencia, aunque pensaba también en ayudar económicamente a su familia. Sus cualidades le permitieron ascender progresivamente.

Estudió teología en Toulouse, aunque algunas materias las cursó en Zaragoza, y fue ordenado sacerdote en 1600. Pasado el tiempo, evocando ese momento de su vida, manifestó: «Si yo hubiera sabido, como lo he sabido después, lo que era el sacerdocio, cuando cometí la temeridad de aceptarlo, habría preferido dedicarme a trabajar la tierra antes de ingresar en un estado tan temible». Declinó la parroquia que le ofreció el prelado de Dax, y eligió el estudio que le ofrecía la posibilidad de escalar nuevos peldaños logrando su objetivo de ser obispo.

Flamante doctor en teología en 1604, de la noche a la mañana supo que había heredado un capital legado por una anciana. Pero había caído en manos de un desaprensivo, y lo persiguió en Burdeos y Marsella. Recuperó solo una parte, y al regresar a Toulouse, hallándose en Carbona, fue apresado por los turcos y destinado a Túnez como esclavo. Curioso destino el de este santo que, aspirando a otras glorias, fue exhibido y examinado públicamente como una vulgar mercancía. Sirvió a un pescador, a un médico y a su sobrino; el último fue un cristiano que había abjurado de su fe y al que convirtió. Con él regresó a Roma, y de allí a París en 1609 con una misión para Enrique IV, y sin haber obtenido el alto puesto que ansiaba.

Hubiera deseado entonces hacer de su vida anterior una tabla rasa y permanecer oculto en Cristo. A los pies del Redentor, tras una intensa purificación, determinó entregarse por los pobres. De carácter hosco, sus desabridas respuestas estaban lejos de las que cabía esperar en un hombre de Dios, lo cual hacía peligrar su misión. Se dio cuenta de ello: «Y entonces me propuse pedir a Dios que me cambiara mi modo agrio de comportarme, en un modo amable y bondadoso y me propuse trabajar día tras día por transformar mi carácter áspero en un modo de ser agradable». Obtuvo esa gracia de ver tornada su acritud en mansedumbre a fuerza de perseverante oración. Su modelo fue san Francisco de Sales, con el que mantuvo un estrecho vínculo.

En París tomó contacto con Pierre de Bérulle, fundador del Oratorio de París integrado por sacerdotes, quien le ofreció integrarse en él, pero declinó la invitación. Bérulle sería un decisivo pilar para Vicente abriéndole un mundo de relaciones importantes que le servirían para su misión apostólica. Comenzó en la pequeña parroquia de Clichy, sustituyendo a un sacerdote que se vinculaba al Oratorio; era la primera vez que ejercía su labor pastoral. En 1613, por mediación de Bérulle, fue preceptor de los hijos de Phillipe de Gondi, sobrino del arzobispo de París. En los viajes que se veía obligado a realizar, revivió, con visos nuevos, su sensibilidad por los pobres y necesitados, y comenzó a ver la radicalidad evangélica en el ejercicio de la caridad. El aldabón definitivo para su auténtica conversión se produjo en Gannes, en el lecho de un moribundo huérfano de afecto y compasión que le abrió su corazón. Este hecho le conmovió profundamente al punto de cambiar el rumbo de su vida para hacer de la caridad su estandarte. «¡Cómo! ¡Ser cristiano y ver afligido a un hermano, sin llorar con él ni sentirse enfermo con él! Eso es no tener caridad; es ser cristiano en pintura», diría más tarde.

Instado por este indeclinable amor al prójimo, en 1617 se estableció en Chatillon-des-Dombes como párroco, y prodigó la caridad a manos llenas. Se instaló en lo que había sido el «hospital de San Lázaro» para leprosos; fue sede de la Congregación de la Misión fundada en 1625. En 1617 había impulsado las Cofradías de la Caridad y en 1633 erigió las Hijas de la Caridad con santa Luisa de Marillac; a todas les dijo: «Por monasterio tendréis las salas de los enfermos, por clausura, las calles de la ciudad, por rejas el temor de Dios y por velo la santa modestia». A él se deben también asilos para ancianos y niños abandonados. Era un confesor excepcional, guía de santa Juana de Chantal y director de las Visitandinas de París a petición de san Francisco de Sales. Fue capellán y limosnero de la reina Margarita de Valois. Reformó el clero y luchó contra el jansenismo.

Este apóstol de la ternura escribió cartas, memorias, impartió conferencias, etc., siempre llevando a todos el amor de Dios, especialmente a los pobres, a los que amaba con singular dilección: «Los pobres serán nuestros jueces. Solo podremos entrar en el cielo sobre los hombros de los pobres» […].«El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto, si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios como una prolongación de la oración…». Su humildad, mansedumbre y abnegación heroicas traspasaron fronteras. Bossuet manifestó: «¡Que bueno debe ser Dios cuando ha hecho tan bueno a Vicente de Paúl!». Por toda su labor era considerado como una de las personalidades relevantes de Francia; es «padre de la patria». Murió el 27 de septiembre de 1660. Clemente XIII lo canonizó el 16 de junio de 1737. León XIII lo proclamó patrono de todas las entidades católicas de caridad.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba



Collect?cc=%5bzs150927%5d+el+mundo+visto+desde+roma&cd2=es&cid=810b4244 425f 46c2 812a c547bad9ffa3&cm=email&cn=diariohtml&cs=dispatch&dp=%2femail%2fnewsletter%2f1151&ds=dispatch+tracker&dt=%5bzs150927%5d+el+mundo+visto+desde+roma&ea=open&ec=email&el=zs150927&ni=1&t=event&tid=ua 8460673 1&v=1