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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 28 de septiembre de 2015

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'Enamorado de Cristo'

Fray Masseo le dirigió un día a san Francisco la siguiente pregunta: '¿Por qué todo el mundo corre detrás de ti?'. La pregunta se plantea hoy con más razón de entonces, porque quien corre detrás del santo no es más solamente la gente de Italia central, pero literalmente en todo el mundo, responde el padre Raniero Cantalamessa es su último libro 'Enamorado de Cristo':

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La frase del día 28 de septiembre

"Dadnos, Señor, esa lucidez necesaria para que se agudice en nosotros el deseo de Ti"
(Noel Quesson)

 


Viajes pontificios

Francisco llegó a Roma y rezó en Santa María la Mayor
Tras su viaje de 9 días a Cuba y Estados Unidos, fue a agradecer en esta Basílica dedicada a la Virgen María

Francisco reitera: 'No existe un divorcio católico'
El Santo Padre subraya una vez más la indisolubilidad del matrimonio. Sobre los divorciados y vueltos a casar indica como "simplista decir que puedan comulgar"

El Papa en el avión: El muro no es una solución para los inmigrantes
Francisco conversa con los periodistas del vuelo papal de regreso de Estados Unidos y responde a temas como pederastia, crisis migratoria, sacerdocio femenino o el proceso de paz en Colombia

Las 10 mejores frases del Santo Padre en Cuba
El Papa visitó la Isla del 19 al 22 de septiembre. Se reunió con jóvenes, familias, clero, religiosas, religiosos y seminaristas. Estuvo en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba

El papa Francisco

Mensaje del Santo Padre para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud
El Papa recuerda a los jóvenes que 'la misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona'

El Papa a los jóvenes: 'Dejarse tocar por la mirada misericordiosa de Dios'
En el mensaje de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, que tiene lugar en Cracovia del 26 al 31 de julio de 2016, el Santo Padre invita a los jóvenes a que elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para practicarla cada mes

Familia y vida

Andrea Bocelli: "El papa Francisco es realmente un don de Dios"
El famoso tenor cuenta la emoción de cantar en Filadelfia en el Encuentro Mundial de las Familias, reiterando su admiración por el Pontífice y el valor de la familia

Espiritualidad y oración

Beato Francesc Castelló i Aleu - 29 de septiembre
 «Un ingeniero químico brillante con un futuro prometedor junto a su novia. Joven enamorado de Cristo que aconsejaba ser apóstoles de alpargata huyendo de las comodidades. Fue mártir de la fe en la guerra civil española de 1936»

La familia como misionera de la misericordia
Es el lugar donde con más fuerza se muestra la misericordia al mismo tiempo que se hace misión


Viajes pontificios


Francisco llegó a Roma y rezó en Santa María la Mayor
 

Tras su viaje de 9 días a Cuba y Estados Unidos, fue a agradecer en esta Basílica dedicada a la Virgen María

Por Sergio Mora

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco regresó este lunes por la mañana a Roma en el vuelo que despegó a las 19:46 de Estados Unidos, a bordo de un avión de la compañía American Airlines, tras ser despedido en el Aeropuerto Internacional de Filadelfia por el vicepresidente estadounidense, Joe Biden.

Tras poco más de ocho horas de viaje, aterrizó a las 9:58 de Roma, el vuelo que trajo al Papa, a 20 colaboradores y a unos 70 periodistas.

Concluyó así el viaje apostólico que inició el 19 de septiembre en Cuba y tuvo su momento final este domingo 27 en Estados Unidos, en el Encuentro Mundial de la Familia.

En el avión, el Santo Padre conversó más de 40 minutos con los periodistas, dos rondas de preguntas por idiomas, respondiendo en español y en italiano. Los temas fueron, entre otros, sobre el viaje apostólico y sobre el Sínodo de la familia que inicia el próximo lunes. 

Desde el aeropueto de Ciampino, el Papa, como lo hizo en otras ocasiones, pasó por la iglesia Santa María la Mayor, para rezar agradeciendo por el viaje apostólico. Sus oraciones fueron de rodillas delante de la imagen de María  “Salus Populi Romani”, patrona de la Ciudad Eterna. En la víspera del viaje, el viernes 18 y de manera muy discreta, Francisco también había pasado a rezar a este mismo lugar. Con esta, es la 25ª ocasión que el Pontífice acude a esta Basílica mariana en Roma.

 

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Francisco reitera: 'No existe un divorcio católico'
 

El Santo Padre subraya una vez más la indisolubilidad del matrimonio. Sobre los divorciados y vueltos a casar indica como "simplista decir que puedan comulgar"

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

"No existe un divorcio católico, sino que no existió el matrimonio. Y si existió, es indisoluble". Lo ha recordado el Santo Padre en la rueda de prensa del avión que le traía de vuelta de Estados Unidos.

Respondiendo a una de las preguntas de los periodistas en el vuelo de regreso del viaje apostólico en Estados Unidos, el Papa explicó que en la reforma recientemente introducida a través de un motu proprio sobre los procesos de nulidad matrimonial lo que ha hecho es cerrar “la puerta a la vía administrativa, que era la vía por la cual podía entrar el divorcio”.

A propósito de dicha reforma, el Pontífice recordó que “la habían pedido la mayoría de los padres sinodales en las reuniones del año pasado. Hacía falta agilizar los procesos. Había procesos que duraban diez, quince años”.

De este modo indicó que la doble sentencia, cuando era válida, “fue introducida por Benedicto XIV, porque en Centroeuropa, no digo el país, había algunos abusos, y para pararlos él introdujo la doble sentencia”. Y añadió que “los procesos cambian y la jurisprudencia cambia y se mejora siempre”.

Asimismo, señaló que este motu proprio “facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio, porque el matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar, es doctrina, es un sacramento indisoluble”.

Los procesos legales --explicó el Santo Padre-- son para probar que eso que parecía sacramento no lo era, por falta de libertad, por ejemplo, por falta de madurez, enfermedad mental. Son muchos los motivos.

El Santo Padre también habló del problema de los divorciados que están en nueva unión. A propósito precisó que le “parece simplista decir que se puede hacer la comunión. Lo que el Instrumentum Laboris propone es tanto” y recordó que “no es el único” problema. Citó a los jóvenes que no se casan, que es otro “problema pastoral”, es decir, la “madurez afectiva”. Y habló de otro problema: “la preparación al matrimonio”. Al respecto observó que “para hacerse cura hay una preparación de 8 años”, pero para casarse, “se hacen cuatro cursos. Hay algo que no va”.

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El Papa en el avión: El muro no es una solución para los inmigrantes
 

Francisco conversa con los periodistas del vuelo papal de regreso de Estados Unidos y responde a temas como pederastia, crisis migratoria, sacerdocio femenino o el proceso de paz en Colombia

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El santo padre Francisco, como es habitual al concluir un viaje apostólico, conversó con los periodistas que le acompañaban en el vuelo papal de regreso de Estados Unidos. De este modo, el Papa respondió a preguntas durante más de 40 minutos, sobre la pederastia, el sacerdocio femenino, el inminente Sínodo de los Obispos y también de cuestiones más personales, como lo que siente cuando se va de los países que visita, tal y como han publicado los medios presentes en la rueda de prensa con el Pontífice.

ABUSOS SEXUALES A MENORES
Los abusos a menores están por todas partes, están en el entorno familiar, en el entorno vecinal, en las escuelas, en los gimnasios... pero “cuando un sacerdote comete un abuso es gravísimo, porque la vocación del sacerdote es hacer crecer ese niño, esa niña, hacia el amor de Dios, hacia la madurez afectiva, o el bien. En vez de hacer eso lo ha impulsado al mal y por esto es casi un sacrilegio”. Asimismo, aseguró que los sacerdotes que abusan de menores traicionan su  vocación. Es más, “también son culpables aquellos que han tapado estas cosas”, afirmó.
Sobre el perdón a estas personas que comete abusos, Francisco respondió que “si una persona ha hecho mal, es consciente de lo que ha hecho y no pide perdón, yo le pido a Dios que lo tenga en cuenta. Yo lo perdono, pero él no recibe el perdón. Está cerrado al perdón”.
Y a propósito de las víctimas y sus familias que no logran perdonar o no quieren hacerlo, el Papa explicó que “los comprendo, rezo por ellos y no los juzgo”.
Y contó que una vez, en una de estas reuniones con víctimas, una mujer le dijo que cuando su madre se enteró que habían abusado de ella “blasfemó contra Dios, perdió la fe y murió atea”. Por eso, el Papa aseguró que comprende a esa mujer y “Dios, que es más bueno que yo, la comprende. Y estoy seguro que a esa mujer Dios la ha recibido porque lo que fue manoseado, lo que fue destrozado, era su propia carne, la carne de su hija. Yo la comprendo”.

CRISIS MIGRATORIA
Respondiendo a otra pregunta, Francisco habló de las barreras que muchos países están construyendo para contener a los inmigrantes. En primer lugar, indicó que esta crisis es “el resultado de un proceso de años, porque esa gente huye de las guerras que duran desde hace años. El hambre es hambre de años”. Y añadió que “todos todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución”. Pero --observó-- con el diálogo entre países deben encontrarla.

PROCESO DE PAZ EN COLOMBIA
A propósito de la firma de la paz entre las FARC y el Gobierno de Colombia, el Santo Padre señaló que cuando supo la noticia de que en marzo se va a firmar el acuerdo, pidió al Señor “haz que lleguemos a marzo, que se llegue con esta bella intención porque faltan pequeñas cosas pero la voluntad existe, de ambas partes”. Y añade que se quedó “contentísimo” y que se sintió parte “en el sentido que yo siempre quise esto”. Asimismo, recordó que habló tres veces con el presidente Santos sobre este problema y que la Santa Sede está muy abierta a ayudar como pueda.

CHINA
Respondiendo a una pregunta sobre las relaciones de la Santa Sede con China y la situación en este país, el Pontífice aseguró que “es una gran nación que aporta al mundo una gran cultura y tantas cosas buenas”. Y recordó que le “gustaría mucho ir a China” y que ama “al pueblo chino, lo quiero mucho”.

SACERDOCIO FEMENINO
El Papa fue muy claro sobre permitir el sacerdocio a las mujeres: “Eso no puedo hacerlo”. Recordó que el papa san Juan Pablo II, después de largos tiempos de reflexión, lo dejó dicho claramente. ¡No porque las mujeres no tengan la capacidad! Asimismo, observó que en la Iglesia son más importantes las mujeres que los hombres, “porque la Iglesia es mujer. La Iglesia, no el iglesia. La Iglesia es la esposa de Jesucristo”. Y la Virgen --precisó-- es más importante que los papas y los obispos, y que los curas. Pero, también reconoció que “nosotros estamos un poco con retraso en una elaboración de la teología de la mujer; debemos avanzar en esa teología”.

ÉXITO DE FRANCISCO Y VIAJES PAPALES
Yendo a cuestiones más personales, interrogado sobre su éxito y el hecho de que se ha convertido en “una estrella”, el Papa indicó que “las estrellas son bonitas para verlas” pero “el Papa debe ser el siervo de los siervos de Dios”.
A propósito de Estados Unidos, el Santo Padre aseguró que le han sorprendido “las miradas, el calor de la gente, tan amable, una cosa bella y también diferente”. Y también le impresionó mucho “el recibimiento en las ceremonias religiosas y también por la piedad, la religiosidad”.
Del mismo modo, contó que “cuando el avión parte después de una visita me vienen las miradas de tanta gente, me vienen las ganas de rezar por ellos”, y decirle al Señor: "Yo vine aquí para hacer algo, para hacer el bien. Tal vez hice mal, perdóname pero custodia toda esa gente que me ha visto, que ha pensado las cosas que yo he dicho, me ha escuchado, incluso los que me criticaron y por todos”.

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Las 10 mejores frases del Santo Padre en Cuba
 

El Papa visitó la Isla del 19 al 22 de septiembre. Se reunió con jóvenes, familias, clero, religiosas, religiosos y seminaristas. Estuvo en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Presentamos diez de las mejores frases del viaje apostólico del papa Francisco en Cuba. 

  1. “El mundo necesita reconciliación en esta atmósfera de tercera guerra mundial por etapas que estamos viviendo” (19 de septiembre de 2015. Aeropuerto de La Habana).

  2. “El servicio nunca es ideológico” (20 de septiembre de 2015.  Misa en La Habana, Plaza de la Revolución).

  3. “El cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles”(20 de septiembre de 2015.  Misa en La Habana, Plaza de la Revolución).

  4. “No podemos permitir otro fracaso de la paz en Colombia” (20 de septiembre de 2015. Ángelus en La Habana, Plaza de la Revolución).

  5. “Pobreza y misericordia, porque ahí está Jesús”. (20 de septiembre de 2015. Vísperas con el clero, religiosos, religiosas y seminaristas).

  6. “Soñá que el mundo con vos puede ser distinto” (20 de septiembre de 2015. Encuentro con lo jóvenes en La Habana).

  7. “Su mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón” (21 de septiembre de 2015. Misa en Holguín, Plaza de la Revolución).

  8. “Queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación” (22 de septiembre de 2015. Misa en el Santuario de la Virgen del Cobre, Santiago de Cuba).

  9. “En el calor del hogar la fe empapa cada rincón” (22 de septiembre de 2015. Encuentro con las familias, catedral de Santiago de Cuba).

  10. “Es en casa donde aprendemos la fraternidad, donde aprendemos la solidaridad, donde aprendemos el no ser avasalladores”(22 de septiembre de 2015. Encuentro con las familias, catedral de Santiago de Cuba).

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El papa Francisco


Mensaje del Santo Padre para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud
 

El Papa recuerda a los jóvenes que 'la misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona'

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

Publicamos a continuación el Mensaje del Santo Padre para la XXXI Jornada Mundial de la Juventud que se celebra en Cracovia (Polonia) del 26 al 31 de julio de 2016, que ha dado a conocer hoy la Oficina de Prensa de la Santa Sede. El Santo Padre invita a los jóvenes que como preparación a la JMJ elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para practicarla cada mes.

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7)

"Queridos jóvenes:
Hemos llegado ya a la última etapa de nuestra peregrinación a Cracovia, donde el próximo año,

en el mes de julio, celebraremos juntos la XXXI Jornada Mundial de la Juventud. En nuestro largo y arduo camino nos guían las palabras de Jesús recogidas en el “sermón de la montaña”. Hemos iniciado este recorrido en 2014, meditando juntos sobre la primera de las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3). Para el año 2015 el tema fue «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). En el año que tenemos por delante nos queremos dejar inspirar por las palabras: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).

1. El Jubileo de la Misericordia
Con este tema la JMJ de Cracovia 2016 se inserta en el Año Santo de la Misericordia, convirtiéndose en un verdadero Jubileo de los Jóvenes a nivel mundial. No es la primera vez que un encuentro internacional de los jóvenes coincide con un Año jubilar. De hecho, fue durante el Año Santo de la Redención (1983/1984) que San Juan Pablo II convocó por primera vez a los jóvenes de todo el mundo para el Domingo de Ramos. Después fue durante el Gran Jubileo del Año 2000 en que más de dos millones de jóvenes de unos 165 países se reunieron en Roma para la XV Jornada Mundial de la Juventud. Como sucedió en estos dos casos precedentes, estoy seguro de que el Jubileo de los Jóvenes en Cracovia será uno de los momentos fuertes de este Año Santo.

Quizás alguno de ustedes se preguntará: ¿Qué es este Año jubilar que se celebra en la Iglesia? El texto bíblico del Levítico 25 nos ayuda a comprender lo que significa un “jubileo” para el pueblo de Israel: Cada cincuenta años los hebreos oían el son de la trompeta (jobel) que les convocaba (jobil) para celebrar un año santo, como tiempo de reconciliación (jobal) para todos. En este tiempo se debía recuperar una buena relación con Dios, con el prójimo y con lo creado, basada en la gratuidad. Por ello se promovía, entre otras cosas, la condonación de las deudas, una ayuda particular para quien se empobreció, la mejora de las relaciones entre las personas y la liberación de los esclavos.

Jesucristo vino para anunciar y llevar a cabo el tiempo perenne de la gracia del Señor, llevando a los pobres la buena noticia, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos (cfr. Lc 4,18-19). En Él, especialmente en su Misterio Pascual, se cumple plenamente el sentido más profundo del jubileo. Cuando la Iglesia convoca un jubileo en el nombre de Cristo, estamos todos invitados a vivir un extraordinario tiempo de gracia. La Iglesia misma está llamada a ofrecer abundantemente signos de la presencia y cercanía de Dios, a despertar en los corazones la capacidad de fijarse en lo esencial. En particular, este Año Santo de la Misericordia «es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre» (Homilía en las Primeras Vísperas del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015).

2. Misericordiosos como el Padre
El lema de este Jubileo extraordinario es: «Misericordiosos como el Padre» (cfr. Misericordiae Vultus, 13), y con ello se entona el tema de la próxima JMJ. Intentemos por ello comprender mejor lo que significa la misericordia divina.

El Antiguo Testamento, para hablar de la misericordia, usa varios términos; los más significativos son los de hesed y rahamim. El primero, aplicado a Dios, expresa su incansable fidelidad a la Alianza con su pueblo, que Él ama y perdona eternamente. El segundo, rahamim, se puede traducir como “entrañas”, que nos recuerda en modo particular el seno materno y nos hace comprender el amor de Dios por su pueblo, como es el de una madre por su hijo. Así nos lo presenta el profeta Isaías: «¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!» (Is 49,15). Un amor de este tipo implica hacer espacio al otro dentro de uno, sentir, sufrir y alegrarse con el prójimo.

En el concepto bíblico de misericordia está incluido lo concreto de un amor que es fiel, gratuito y sabe perdonar. En Oseas tenemos un hermoso ejemplo del amor de Dios, comparado con el de un padre hacia su hijo: «Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; [...] ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer» (Os 11,1-4). A pesar de la actitud errada del hijo, que bien merecería un castigo, el amor del padre es fiel y perdona siempre a un hijo arrepentido. Como vemos, en la misericordia siempre está incluido el perdón; ella «no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. [...] Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón» (Misericordiae Vultus, 6).

El Nuevo Testamento nos habla de la divina misericordia (eleos) como síntesis de la obra que Jesús vino a cumplir en el mundo en el nombre del Padre (cfr. Mt 9,13). La misericordia de nuestro Señor se manifiesta sobre todo cuando Él se inclina sobre la miseria humana y demuestra su compasión hacia quien necesita comprensión, curación y perdón. Todo en Jesús habla de misericordia, es más, Él mismo es la misericordia.

En el capítulo 15 del Evangelio de Lucas podemos encontrar las tres parábolas de la misericordia: la de la oveja perdida, de la moneda perdida y aquélla que conocemos como la del “hijo pródigo”. En estas tres parábolas nos impresiona la alegría de Dios, la alegría que Él siente cuando encuentra de nuevo al pecador y le perdona. ¡Sí, la alegría de Dios es perdonar! Aquí tenemos la síntesis de todo el Evangelio. «Cada uno de nosotros es esa oveja perdida, esa moneda perdida; cada uno de nosotros es ese hijo que ha derrochado la propia libertad siguiendo ídolos falsos, espejismos de felicidad, y ha perdido todo. Pero Dios no nos olvida, el Padre no nos abandona nunca. Es un padre paciente, nos espera siempre. Respeta nuestra libertad, pero permanece siempre fiel. Y cuando volvemos a Él, nos acoge como a hijos, en su casa, porque jamás deja, ni siquiera por un momento, de esperarnos, con amor. Y su corazón está en fiesta por cada hijo que regresa. Está en fiesta porque es alegría. Dios tiene esta alegría, cuando uno de nosotros pecadores va a Él y pide su perdón» (Ángelus, 15 de septiembre de 2013).

La misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona. A la edad de diecisiete años, un día en que tenía que salir con mis amigos, decidí pasar primero por una iglesia. Allí me encontré con un sacerdote que me inspiró una confianza especial, de modo que sentí el deseo de abrir mi corazón en la Confesión. ¡Aquel encuentro me cambió la vida! Descubrí que cuando abrimos el corazón con humildad y transparencia, podemos contemplar de modo muy concreto la misericordia de Dios. Tuve la certeza que en la persona de aquel sacerdote Dios me estaba esperando, antes de que yo diera el primer paso para ir a la iglesia. Nosotros le buscamos, pero es Él quien siempre se nos adelanta, desde siempre nos busca y es el primero que nos encuentra. Quizás alguno de ustedes tiene un peso en el corazón y piensa: He hecho esto, he hecho aquello... ¡No teman! ¡Él les espera! Él es padre: ¡siempre nos espera! ¡Qué hermoso es encontrar en el sacramento de la Reconciliación el abrazo misericordioso del Padre, descubrir el confesionario como lugar de la Misericordia, dejarse tocar por este amor misericordioso del Señor que siempre nos perdona!

Y tú, querido joven, querida joven, ¿has sentido alguna vez en ti esta mirada de amor infinito que, más allá de todos tus pecados, limitaciones y fracasos, continúa fiándose de ti y mirando tu existencia con esperanza? ¿Eres consciente del valor que tienes ante Dios que por amor te ha dado todo? Como nos enseña San Pablo, «la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Rom 5,8). ¿Pero entendemos de verdad la fuerza de estas palabras?

Sé lo mucho que ustedes aprecian la Cruz de las JMJ – regalo de San Juan Pablo II – que desde el año 1984 acompaña todos los Encuentros mundiales de ustedes. ¡Cuántos cambios, cuántas verdaderas y auténticas conversiones surgieron en la vida de tantos jóvenes al encontrarse con esta cruz desnuda! Quizás se hicieron la pregunta: ¿De dónde viene esta fuerza extraordinaria de la cruz? He aquí la respuesta: ¡La cruz es el signo más elocuente de la misericordia de Dios! Ésta nos da testimonio de que la medida del amor de Dios para con la humanidad es amar sin medida! En la cruz podemos tocar la misericordia de Dios y dejarnos tocar por su misericordia. Aquí quisiera recordar el episodio de los dos malhechores crucificados junto a Jesús. Uno de ellos es engreído, no se reconoce pecador, se ríe del Señor; el otro, en cambio, reconoce que ha fallado, se dirige al Señor y le dice: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino». Jesús le mira con misericordia infinita y le responde: «Hoy estarás conmigo en el Paraíso» (cfr. Lc 23,32.39-43). ¿Con cuál de los dos nos identificamos?

¿Con el que es engreído y no reconoce sus errores? ¿O quizás con el otro que reconoce que necesita la misericordia divina y la implora de todo corazón? En el Señor, que ha dado su vida por nosotros en la cruz, encontraremos siempre el amor incondicional que reconoce nuestra vida como un bien y nos da siempre la posibilidad de volver a comenzar.

3. La extraordinaria alegría de ser instrumentos de la misericordia de Dios
La Palabra de Dios nos enseña que «la felicidad está más en dar que en recibir» (Hch 20,35). Precisamente por este motivo la quinta Bienaventuranza declara felices a los misericordiosos. Sabemos que es el Señor quien nos ha amado primero. Pero sólo seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida. Como dice San Juan: «Queridos míos, amémonos los unos a los otros, porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. [...] Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero, y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados. Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros» (1 Jn 4,7-11).

Después de haberles explicado a ustedes en modo muy resumido cómo ejerce el Señor su misericordia con nosotros, quisiera sugerirles cómo podemos ser concretamente instrumentos de esta misma misericordia hacia nuestro prójimo.
Me viene a la mente el ejemplo del beato Pier Giorgio Frassati. Él decía: «Jesús me visita cada mañana en la Comunión, y yo la restituyo del mísero modo que puedo, visitando a los pobres». Pier Giorgio era un joven que había entendido lo que quiere decir tener un corazón misericordioso, sensible a los más necesitados. A ellos les daba mucho más que cosas materiales; se daba a sí mismo, empleaba tiempo, palabras, capacidad de escucha. Servía siempre a los pobres con gran discreción, sin ostentación. Vivía realmente el Evangelio que dice: «Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto» (Mt 6,3-4). Piensen que un día antes de su muerte, estando gravemente enfermo, daba disposiciones de cómo ayudar a sus amigos necesitados. En su funeral, los familiares y amigos se quedaron atónitos por la presencia de tantos pobres, para ellos desconocidos, que habían sido visitados y ayudados por el joven Pier Giorgio.

A mí siempre me gusta asociar las Bienaventuranzas con el capítulo 25 de Mateo, cuando Jesús nos presenta las obras de misericordia y dice que en base a ellas seremos juzgados. Les invito por ello a descubrir de nuevo las obras de misericordia corporales: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, acoger al extranjero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: aconsejar a los que dudan, enseñar a los ignorantes, advertir a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a las personas molestas, rezar a Dios por los vivos y los difuntos. Como ven, la misericordia no es “buenismo”, ni un mero sentimentalismo. Aquí se demuestra la autenticidad de nuestro ser discípulos de Jesús, de nuestra credibilidad como cristianos en el mundo de hoy.

A ustedes, jóvenes, que son muy concretos, quisiera proponer que para los primeros siete meses del año 2016 elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para ponerla en práctica cada mes. Déjense inspirar por la oración de Santa Faustina, humilde apóstol de la Divina Misericordia de nuestro tiempo:

«Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla [...]
a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos [...]

a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos [...]
a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras [...]
a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio [...]
a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo»
(Diario 163).

El mensaje de la Divina Misericordia constituye un programa de vida muy concreto y exigente, pues implica las obras. Una de las obras de misericordia más evidente, pero quizás más difícil de poner en práctica, es la de perdonar a quien te ha ofendido, quien te ha hecho daño, quien consideramos un enemigo. «¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices» (Misericordiae Vultus, 9).

Me encuentro con tantos jóvenes que dicen estar cansados de este mundo tan dividido, en el que se enfrentan seguidores de facciones tan diferentes, hay tantas guerras y hay incluso quien usa la propia religión como justificación para la violencia. Tenemos que suplicar al Señor que nos dé la gracia de ser misericordiosos con quienes nos hacen daño. Como Jesús que en la cruz rezaba por aquellos que le habían crucificado: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34). El único camino para vencer el mal es la misericordia. La justicia es necesaria, cómo no, pero ella sola no basta. Justicia y misericordia tienen que caminar juntas. ¡Cómo quisiera que todos nos uniéramos en oración unánime, implorando desde lo más profundo de nuestros corazones, que el Señor tenga misericordia de nosotros y del mundo entero!

4. ¡Cracovia nos espera!
Faltan pocos meses para nuestro encuentro en Polonia. Cracovia, la ciudad de San Juan Pablo II y de Santa Faustina Kowalska, nos espera con los brazos y el corazón abiertos. Creo que la Divina Providencia nos ha guiado para celebrar el Jubileo de los Jóvenes precisamente ahí, donde han vivido estos dos grandes apóstoles de la misericordia de nuestro tiempo. Juan Pablo II había intuido que este era el tiempo de la misericordia. Al inicio de su pontificado escribió la encíclica Dives in Misericordia. En el Año Santo 2000 canonizó a Sor Faustina instituyendo también la Fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua. En el año 2002 consagró personalmente en Cracovia el Santuario de Jesús Misericordioso, encomendando el mundo a la Divina Misericordia y esperando que este mensaje llegase a todos los habitantes de la tierra, llenando los corazones de esperanza: «Es preciso encender esta chispa de la gracia de Dios. Es preciso transmitir al mundo este fuego de la misericordia. En la misericordia de Dios el mundo encontrará la paz, y el hombre, la felicidad» (Homilía para la Consagración del Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia, 17 de agosto de 2002).

Queridos jóvenes, Jesús misericordioso, retratado en la imagen venerada por el pueblo de Dios en el santuario de Cracovia a Él dedicado, les espera. ¡Él se fía de ustedes y cuenta con ustedes! Tiene tantas cosas importantes que decirle a cada uno y cada una de ustedes... No tengan miedo de contemplar sus ojos llenos de amor infinito hacia ustedes y déjense tocar por su mirada misericordiosa, dispuesta a perdonar cada uno de sus pecados, una mirada que es capaz de cambiar la vida de ustedes y de sanar sus almas, una mirada que sacia la profunda sed que demora en sus corazones jóvenes: sed de amor, de paz, de alegría y de auténtica felicidad. ¡Vayan a Él y no tengan miedo! Vengan para decirle desde lo más profundo de sus corazones: “¡Jesús, confío en Ti!”. Déjense tocar por su misericordia sin límites, para que ustedes a su vez se conviertan en apóstoles de la misericordia mediante las obras, las palabras y la oración, en nuestro mundo herido por el egoísmo, el odio y tanta desesperación.

Lleven la llama del amor misericordioso de Cristo – del que habló San Juan Pablo II – a los ambientes de su vida cotidiana y hasta los confines de la tierra. En esta misión, yo les acompaño con mis mejores deseos y mi oración, les encomiendo todos a la Virgen María, Madre de la Misericordia, en este último tramo del camino de preparación espiritual hacia la próxima JMJ de Cracovia, y les bendigo de todo corazón.

Desde el Vaticano, 15 de agosto de 2015
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María". 

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El Papa a los jóvenes: 'Dejarse tocar por la mirada misericordiosa de Dios'
 

En el mensaje de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, que tiene lugar en Cracovia del 26 al 31 de julio de 2016, el Santo Padre invita a los jóvenes a que elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para practicarla cada mes

Por Rocío Lancho García

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» Esta es la bienaventuranza sobre la que el Santo Padre quiere que reflexionen los jóvenes en preparación a la próxima Jornada Mundial de la Juventud. En el mensaje publicado este lunes, el Papa recuerda que "hemos iniciado este recorrido en 2014, meditando juntos sobre la primera de las Bienaventuranzas".«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». Para el año 2015 el tema fue «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios». Y en el año que tenemos por delante nos queremos dejar inspirar por las palabras: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». 

1. El Jubileo de la Misericordia
Con este tema, la JMJ de Cracovia 2016 se inserta en el Año Santo de la Misericordia, convirtiéndose en un verdadero “Jubileo de los Jóvenes a nivel mundial”. Tal y como recuerda Francisco, esta no es la primera vez que un encuentro internacional de los jóvenes coincide con un Año jubilar. Durante el Año Santo de la Redención (1983/1984), san Juan Pablo II convocó por primera vez a los jóvenes de todo el mundo para el Domingo de Ramos. Y durante el Gran Jubileo del Año 2000, más de dos millones de jóvenes de unos 165 países se reunieron en Roma para la XV Jornada Mundial de la Juventud. Como sucedió en estos dos casos precedentes, “estoy seguro de que el Jubileo de los Jóvenes en Cracovia será uno de los momentos fuertes de este Año Santo”, dice el Santo Padre.

A propósito, Francisco recuerda que “cuando la Iglesia convoca un jubileo en el nombre de Cristo, estamos todos invitados a vivir un extraordinario tiempo de gracia”. La Iglesia misma --añade-- está llamada a ofrecer abundantemente signos de la presencia y cercanía de Dios, a despertar en los corazones la capacidad de fijarse en lo esencial.

2. Misericordiosos como el Padre
Haciendo referencia al lema de este año, el Papa explica lo que significa la misericordia divina.

En el concepto bíblico de misericordia --indica el Santo Padre-- está incluido lo concreto de un amor que es fiel, gratuito y sabe perdonar. Del mismo modo, recuerda que “en la misericordia siempre está incluido el perdón”.

El Santo Padre subraya que “la misericordia de nuestro Señor se manifiesta sobre todo cuando Él se inclina sobre la miseria humana y demuestra su compasión hacia quien necesita comprensión, curación y perdón”. Y añade que “todo en Jesús habla de misericordia, es más, Él mismo es la misericordia”.

Asimismo, recuerda que “la misericordia de Dios es muy concreta y todos estamos llamados a experimentarla en primera persona”. El Santo Padre afirma en su mensaje que nosotros buscamos a Dios, “pero es Él quien siempre se adelanta, desde siempre nos busca y es el primero que nos encuentra”.   Y así, pregunta  a los jóvenes: ¿has sentido alguna vez en ti esta mirada de amor infinito que, más allá de todos tus pecados, limitaciones y fracasos, continúa fiándose de ti y mirando tu existencia con esperanza?

Haciendo referencia a la Cruz de la JMJ, el Papa señala que “la cruz es el signo más elocuente de la misericordia de Dios”. En la cruz --afirma-- podemos tocar la misericordia de Dios y dejarnos                     tocar por su misericordia

3. La extraordinaria alegría de ser instrumentos de la misericordia de Dios
El Papa advierte a los jóvenes que solo “seremos de verdad bienaventurados, felices, cuando entremos en la lógica divina del don, del amor gratuito, si descubrimos que Dios nos ha amado infinitamente para hacernos capaces de amar como Él, sin medida”. Y así, da unas pautas sobre cómo podemos ser concretamente instrumentos de esta misma misericordia hacia nuestro prójimo.

Así al hablar del beato Pier Giorgio Frassati, indica que él entendió lo que quiere decir tener un corazón misericordioso, sensible a los más necesitados. “A ellos les daba mucho más que cosas materiales; se daba a sí mismo, empleaba tiempo, palabras, capacidad de escucha”, explica.

El Papa invita a los jóvenes “a descubrir de nuevo las obras de misericordia corporales: dar de comer a los hambrientos, dar de beber a los sedientos, vestir a los desnudos, acoger al extranjero, asistir a los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos”. Sin olvidar “las obras de misericordia espirituales: aconsejar a los que dudan, enseñar a los ignorantes, advertir a los pecadores, consolar a los afligidos, perdonar las ofensas, soportar pacientemente a las personas molestas, rezar a Dios por los vivos y por los difuntos”.

En concreto, Francisco propone para los primeros siete meses del año 2016 que “elijan una obra de misericordia corporal y una espiritual para ponerla en práctica cada mes”.

A propósito, recuerda que una de las obras de misericordia más evidente, pero quizás más difícil de poner en práctica, es la de perdonar a quien te ha ofendido, a quien te ha hecho daño, a quien consideramos un enemigo. Sin embargo, “el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón”.

4. ¡Cracovia nos espera!
 Francisco recuerda que Juan Pablo II había intuido que este era el tiempo de la misericordia. Al inicio de su pontificado escribió la encíclica Dives in Misericordia. Y en el Año Santo 2000 canonizó a Sor Faustina instituyendo también la Fiesta de la Divina Misericordia en el segundo domingo de Pascua. Asimismo, en el año 2002 consagró personalmente en Cracovia el Santuario de Jesús Misericordioso, encomendando el mundo a la Divina Misericordia y esperando que este mensaje llegase a todos los habitantes de la tierra, llenando los corazones de esperanza.

Así, el Pontífice pide a los jóvenes que no tengan miedo de contemplar los ojos de Dios “llenos de amor infinito hacia ustedes y déjense tocar por su mirada misericordiosa, dispuesta a perdonar cada uno de sus pecados, una mirada que es capaz de cambiar la vida de ustedes y de sanar sus almas, una mirada que sacia la profunda sed que demora en sus corazones jóvenes”.

Finalmente, les invita a llevar la llama del amor misericordioso de Cristo “a los ambientes de su vida cotidiana y hasta los confines de la tierra”.        

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Familia y vida


Andrea Bocelli: "El papa Francisco es realmente un don de Dios"
 

El famoso tenor cuenta la emoción de cantar en Filadelfia en el Encuentro Mundial de las Familias, reiterando su admiración por el Pontífice y el valor de la familia

Por Deborah Castellano Lubov

Filadelfia, (ZENIT.org)

“El papa Francisco es un don del cielo y una bendición de Dios para el mundo”. Está convencido de ello Andrea Bocelli, el tenor italiano de fama mundial que contó a ZENIT su emoción tras actuar delante del Santo Padre, durante la vigilia del pasado sábado por la noche, en el Encuentro Mundial de las Familias que se realizó en Filadelfia.

Considerado uno de los grandes talento del canto de hoy, Bocelli ha vendido más de 70 millones de discos en todo el mundo. Este artista, cuyo trabajo ha sido reconocido por multitud de premios, marido y padre de tres hijos, no ha tenido una vida fácil. Nacido en 1958, sufría glaucoma congénito. Tras de sufrir una hemorragia cerebral después de un accidente jugando al fútbol, perdió definitivamente la vista.

Mientras estudiaba derecho, continuó su carrera musical, reconocida y apreciada en todo el mundo. Pero además de los compromisos artísticos, Bocelli dirige una fundación benéfica y siempre ha estado cerca de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, a quienes ha tenido ocasión de saludar en varias oportunidades.

“Es un gran honor para mí estar a Filadelfia, y tener la posibilidad de cantar, una vez más, frente al Santo Padre, dando así mi modesta contribución como ferviente católico”, dijo el artista a nuestra agencia.

“San Agustín --añadió-- nos recuerda que el canto puede ser una forma extraordinaria de oración. Este es mi objetivo, mi intención: llevar la alegría de rezar juntos”.

Sobre el Papa argentino, Bocelli no duda: “Francisco es una bendición dada al mundo. Siento por él sincera y profunda devoción. Creo que este viaje representa para Estados Unidos una preciosa ocasión para abrazar a este gigante de la fe: un hombre de Dios, un don del Cielo, un punto de referencia y una fuente providencial de esperanza para el mundo”.

“La presencia del papa Francisco en el Encuentro Mundial de las Familias, --prosiguió el tenor-- subraya la importancia fundamental del tema y del mensaje que este encuentro de alto valor espiritual encarna. Es decir, el papel de la familia, entendida como elemento primario e insustituible de la sociedad”. Palabras que son eco de las ya pronunciadas por el mismo autor durante la conferencia de prensa que realizó en mayo en el Vaticano.

Justamente a ZENIT, Bocelli le había hablado de la importancia de su familia, contándole que un médico le sugirió a su madre que interrumpiera el embarazo a causa de algunos problemas de salud. “Si mi madre lo hubiera hecho --añadió-- no estaríamos aquí conversando”.

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Espiritualidad y oración


Beato Francesc Castelló i Aleu - 29 de septiembre
 

 «Un ingeniero químico brillante con un futuro prometedor junto a su novia. Joven enamorado de Cristo que aconsejaba ser apóstoles de alpargata huyendo de las comodidades. Fue mártir de la fe en la guerra civil española de 1936»

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

Hoy se celebra la festividad de los santos arcángeles Gabriel, Miguel y Rafael. Y junto a otros santos y beatos, la vida de Francesc, uno de los mártires de la fe que cayeron en el transcurso de la trágica contienda española de 1936. Como todos los que sucumbieron en ella, tenía sus anhelos particulares, sueños que se vieron truncados de la noche a la mañana. Era un joven de su tiempo, ejemplar, atractivo, brillante ingeniero químico, con un proyecto de vida en común fraguado con su novia Mariona, sustentado en una vida espiritual sólida. Miraba a su alrededor con los ojos de Cristo y ese fue el legado más preciado que nos ha dejado a todos.

Nació en Alicante, España, el 10 de abril de 1914. Era el benjamín de tres hermanos; único varón. Dios había escuchado los ruegos de Teresa, su madre, que pedía un hijo «guapo y santo». Quedó huérfano de padre al poco tiempo de nacer, y Teresa se instaló con sus tres vástagos en Lérida. Ocho años más tarde, su actividad laboral como maestra de escuela, una vez ganadas las oposiciones condujo a todos a diversas localidades hasta que en el otoño de 1923 se establecieron en Juneda y allí hizo Francesc su primera comunión en 1924. Estudió con los maristas de Lérida en régimen de internado, y no perdía ocasión para hacer todo el bien posible a su alrededor. No era un joven pusilánime, precisamente, aunque su fuerte carácter iba quedando neutralizado con la educación y formación que recibía. Era muy devoto de la Eucaristía y de la Virgen María; los tres hermanos la tomaron por Madre, a iniciativa de Francesc, cuando murió Teresa en 1929 a consecuencia de una enfermedad que no fue tratada convenientemente.

Acogidos y ayudados económicamente por una tía paterna, Francesc, que mostraba interesantes aptitudes para la física y la química, pudo iniciar la carrera universitaria. Por mediación del padre Calaf, un jesuita amigo de su tía, obtuvo una beca que le permitió cursar estudios de química en la localidad barcelonesa de Sarrià. Otro jesuita, el padre Galant, le ayudó a superar la profunda crisis humana y espiritual que sufrió en esa época. El carisma ignaciano con los ejercicios espirituales apaciguó su angustia y le fortaleció. A partir de entonces se comprometió con pautas de vida que sostuvo con firmeza hasta el fin de sus días; entre otras acciones incluía la recepción periódica de los sacramentos. Se afilió a la Congregación Mariana y dentro de ella realizó una actividad apostólica ejemplar. En él se aunaban visión, oración y experiencia. Sabía cómo se conquistan las vocaciones: «Las almas hemos de ganarlas con esfuerzo y oración», y cuál es el «espacio» en el que debe moverse el apóstol: «En el apostolado no os tiente nunca ni la silla cómoda, ni la cosa fácil. Sed personas de alpargata».

En 1932 ingresó en la «Federació de Joves Cristians de Catalunya». Un año antes se había proclamado la Segunda República, y los ánimos estaban encrespados. Mientras, y por sugerencia del padre Galant, se trasladó a Oviedo para terminar su carrera; se licenció en Química en 1934. Al año siguiente fue contratado como ingeniero químico en la empresa CROSS de Lérida. Y se volcó con los pobres del barrio del Canyeret; daba clases a los obreros y ayudaba a sus propios compañeros de trabajo. Enamorado de Mariona Pelegrí, una joven piadosa de familia creyente y comprometida, los jóvenes se prometieron formalmente en mayo de 1936. Ella formaba parte de la Acción Católica y Francesc la secundó.

Reclutado en el ejército el 1º de julio de ese año como soldado de complemento, el 20 su fe católica le llevó a la cárcel del castillo de Lérida. No llegó a cumplir dos meses de reclusión cuando el 12 de septiembre lo trasladaron a la cárcel provincial. El 29 no se arredró ante el tribunal popular ad casum, que sin rigor alguno, determinado a cumplir la sentencia de muerte ya fraguada de antemano, quiso conocer la filiación religiosa del beato. «¡Sí, soy católico!», confirmó respondiendo con firmeza y claridad, humilde al mismo tiempo, acogiendo con sencillez el gesto bronco y desafiante de sus interlocutores, sin juzgar tan execrable conducta, llevado por el perdón. Mientras aguardaba el cumplimento de la pena impuesta en la improvisada cárcel del ayuntamiento, animaba a sus compañeros. Inmediatamente escribió a su novia, a sus hermanas y al padre Galant.

Fragmentos de las cartas ponen de relieve su altura humana y espiritual. A su novia le dijo: «Me pasa una cosa extraña: no puedo sentir ninguna pena por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte me embarga. Quisiera escribirte una carta triste de despedida, pero no puedo. Estoy rodeado de ideas alegres como un presentimiento de la gloria…». A sus hermanas: «Acaban de leerme la pena de muerte y nunca he estado más tranquilo que ahora […]. La Providencia de Dios ha querido escogerme como víctima de los errores y de nuestros pecados. Yo voy con gusto y tranquilo a la muerte. Nunca como ahora tendré tantas probabilidades de salvación. Ya se ha acabado mi misión en esta vida, ofrezco a Dios los sufrimientos de esta hora». Al padre Galant: «Le escribo estas letras estando condenado a muerte y faltando unas horas para ser fusilado. Estoy tranquilo y contento, muy contento. Espero poder estar en la gloría dentro de poco rato. Renuncio a los lazos y placeres que puede darme el mundo y al cariño de los míos. Doy gracias a Dios porque me da una muerte con muchas probabilidades de salvarme». Cuando estas cartas llegaron a Pío XI las leyó sin poder contener la emoción; no fue capaz de desprenderse de ellas. Consideró que tales misivas cursadas por un hijo como Francesc «correspondía al padre guardarlas».

El beato y los seis condenados dieron gozoso testimonio de su fe, con esperanza y valentía, entonando el credo mientras iban camino de su sepultura. La madrugada del 29 de septiembre cobardes fusiles terminaron con su vida en el umbral del cementerio. Juan Pablo II beatificó a Francesc el 11 de marzo de 2001.

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La familia como misionera de la misericordia
 

Es el lugar donde con más fuerza se muestra la misericordia al mismo tiempo que se hace misión

Por Redacción

Madrid, (ZENIT.org)

Por María del Rayo Avalos

En la familia, la actividad misionera es muy importante, empezando por los propios padres, de ellos dependerá que los hijos se conviertan en misioneros, ya que con sus propias palabras y acciones enseñaran a fortalecer su fe y a mostrarla, sobre todo con las acciones, no cualquier acción, sino con las de misericordia.

La misma familia es para otras familias muestra de fe. Los que ven a una familia unida siempre se preguntarán cómo hacen para vivir en unidad y otras cosas.

La referencia siempre serán las enseñanzas de los Santos Evangelios que escuchamos cuando acudimos a la Santa Misa los domingos, puesto queJesús nos dejó muchas parábolas en las que vamos aprendiendo a ser misericordiosos. Otra fuente de inspiración será la Santísima Virgen María y los santos.

En la vida diaria como familia podemos ir haciendo acciones que nos llevarán a tener siempre actitudes acorde con la misericordia, acciones que tendrán un efecto de salida, de estar en misión permanente.

Son acciones muy concretas desde que nos levantamos, como encomendarnos a Dios nada más abrir los ojos, ayudar en las tareas de la casa, también mostrar agradecimiento a nuestros padres, por medio de saludos. Y también a nuestros vecinos podemos saludarlos, que los que nos rodean vean en nosotros como algo que nos está cambiando, no esperemos que los demás nos entiendan, es algo que debemos ofrecerle al Señor y pedirle su fuerza para no desanimarnos en esta tarea como familia.

Ya en los principios de la Iglesia existían familias misioneras, como el matrimonio formado por Priscila y Aquila. (Hechos 18). Las acciones que mostremos como Iglesia doméstica que es la familia, será un signo para otras familias que se sienten alejadas de Dios y de su Iglesia.

Seamos misericordiosos entre nosotros y como familia mostremos esa misma misericordia a los demás, seamos familia misionera de la misericordia.

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