“Dime una película buena para ver en comunidad…”. Esta pregunta la escucho con frecuencia, en ocasiones con la coletilla añadida de que trate un tema relacionado con la fe.

A esa inquietud ha respondido Rafael Belda Serra con un libro: Una fe de película, acotando en el subtítulo su finalidad, intención y oportunidad: Cine para la formación en la vida consagrada, publicado por la Editorial Edice.

El autor ha seleccionado, de entre todas las posibles, siete películas que plantean expresamente el tema de la fe y que, con algunas pautas, pueden dar mucho juego en el proceso formativo: La última cima, De dioses y hombres, Thérèse, Scoto, Un Dios prohibido, Prefiero el Paraíso y For greater glory. Algunas, verdaderas obras de arte; todas ellas de interés.

De cada película se ofrece una breve presentación que subraya los temas clave para una lectura creyente de la cinta, un comentario crítico, los datos completos de la película y unas preguntas interpeladoras para el coloquio formativo. Además, como complemento, en algunas se añaden textos muy bien escogidos que iluminan el sentido de la película, o una guía para el trabajo pastoral.

¿Sólo para la vida consagrada, como indica el subtítulo del libro? No sólo. De hecho, en algunas de las propuestas se hace mención expresa a los jóvenes, o al grupo parroquial, o a los centros educativos. Y, por supuesto, a la comunidad. Cualquier persona o grupo creyente descubrirá en estas películas el testimonio vivo de personas que, de un modo u otro, se han convertido en testigos de la fe, tal como el lenguaje cinematográfico sabe contarlo. Y en el libro, Una fe de película, encontrará pautas que ayudan a profundizar. Junto a la belleza del cine, la belleza de la vida cristiana comprometida y de la fe.

Conviene no perderse el prólogo –precioso– de Isidro Catela; la introducción –iluminadora– del propio autor; y el epílogo –sabio conocedor del proyecto y de sus destinatarios– de Lourdes Grosso. Quienes sean aficionados al cine se sentirán reforzados en su aprecio por el séptimo arte y, seguramente, sentirán deseos de leer o releer completa la carta a los artistas de san Juan Pablo II, o su discurso a los participantes en el Congreso Internacional de Estudios sobre cine, o la llamada del Vaticano II a los creadores, o algunos otros textos que los autores introducen hábilmente dejándonos con ganas de más.

El libro se presenta como “una propuesta para la formación por medio de la belleza”. La belleza del cine que este libro contribuye a vislumbrar.