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En la Iglesia, no están al margen: el Papa a los gitanos del mundo, recordándoles que ellos mismos son los protagonistas de su presente y su futuro

El Papa en el encuentro con los gitanos - AFP | 26/10/2015 16:02

 

(RV).- El lunes 26 de octubre el Papa Francisco recibió en audiencia a los participantes en la Peregrinación Mundial  a Roma del Pueblo Gitano promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantres e Itinerantes, en colaboración con la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana, con la oficina Migrantes de la diócesis de Roma y la Comunidad de Sant' Egidio, en el marco del quincuagésimo Aniversario de la visita del beato Pablo VI al asentamiento de gitanos de Pomezia (Italia) el 26 de septiembre de 1965.  Francisco mencionó los grandes cambios que ha experimentado la comunidad gitana desde entonces, tanto en el campo de la evangelización, como en la promoción humana, social y cultural. El Papa destacó que una señal fuerte de fe y crecimiento espiritual es el ''número, siempre en aumento, de vocaciones sacerdotales, diaconales y de vida consagrada''. Precisamente a los consagrados el Papa les dijo que son ''un trámite entre dos culturas y por esto se les pide que sean siempre testigos de transparencia evangélica para favorecer el nacimiento, el crecimiento y el cuidado de nuevas vocaciones. Saber acompañarles no sólo en el camino espiritual, sino también en lo ordinario de la vida cotidiana, con todas sus dificultades, alegrías y preocupaciones''.  

El Pontífice aseguró conocer las dificultades del pueblo gitano porque ha visto las condiciones precarias en las que vive y subrayó que ésta situación contrasta con el derecho de toda persona a una vida digna, a un trabajo digno, a la instrucción y a la asistencia sanitaria. ''Me gustaría que en su pueblo -les dijo- comenzara una nueva historia. Ha llegado el momento de erradicar prejuicios seculares, preconcebidos y desconfianzas mutuas que a menudo constituyen la base de la discriminación, del racismo y la xenofobia. Nadie debe sentirse aislado y nadie está autorizado a pisotear la dignidad y los derechos de los demás. Permitamos que el Evangelio de la misericordia sacuda nuestras conciencias y abramos nuestros corazones y nuestras manos a los más necesitados y marginados, comenzando con los que tenemos más cerca''.

El Pontífice alentó asimismo a los gitanos a ser los primeros en comprometerse en construir periferias más humanas y lazos de hermandad e intercambio. ''Pueden hacerlo -subrayó- siendo buenos cristianos, evitando todo lo que no es digno de ese nombre: la falsedad, el fraude, el engaño, las peleas'', y los animó a seguir el ejemplo del beato Ceferino Giménez Malla, insistiendo en que no brinden a los medios de comunicación, ni a la opinión pública, la oportunidad para que hablen mal de ellos. ''Ustedes mismos son los protagonistas de su presente y su futuro. Al igual que todos los ciudadanos, pueden contribuir al bienestar y progreso de la sociedad respetando las leyes, cumpliendo sus deberes y con la integración mediante la emancipación de las nuevas generaciones''. Hablándoles luego de los niños, ''su tesoro más precioso'', el Santo Padre afirmó que la educación es sin duda la base para un desarrollo saludable de la persona. ''Se sabe que el bajo nivel de educación de muchos de sus jóvenes es hoy el principal obstáculo para acceder al empleo. Sus hijos tienen derecho a ir a la escuela, ¡no se lo prohíban!''.  

Asimismo el Papa remarcó cuánto sea necesario el compromiso de las instituciones civiles de ''garantizar una formación adecuada para los jóvenes gitanos, ofreciendo la posibilidad también a las familias que viven en condiciones más desfavorables de beneficiarse de un buen acceso a la escuela y al trabajo''. Antes de finalizar, el Pontífice recordó las palabras del beato Pablo VI cuando les dijo hace cincuenta años: ''En la Iglesia, no están al margen, sino, de alguna manera, están en el centro, se encuentran en el corazón''.

(RC-RV)