“La Vida Consagrada en la Iglesia particular” es el título del Encuentro de Obispos, Vicarios, Arciprestes y Delegados episcopales para la Vida Consagrada que está teniendo lugar desde el pasado martes y hasta el jueves 5 de noviembre, en Covadonga.

El Encuentro, de carácter bianual –el último fue en Santander– ha reunido a alrededor de 80 sacerdotes encargados de arciprestazgos y Vicarios de las diócesis de León, Astorga y Santander, además de la de Oviedo, junto con sus respectivos obispos.

Unos encuentros que sirven, tal y como explicó el secretario de colegio de arciprestes de nuestra diócesis, y párroco de Colunga, Gaspar Muñiz, “para valorar cómo nos encontramos y trabajar en comunión, algo importante, pues todos los que estamos en una misma zona geográfica podemos tener criterios propios y lo más parecidos posibles para hacer frente a las nuevas situaciones que surgen”. El Año de la Vida Consagrada, proclamado por el Papa Francisco y que finalizará el próximo mes de febrero es el protagonista de este Encuentro, ya que “en ninguna de nuestras diócesis la Vida Consagrada nos es ajena, sino que está muy activa en la vida pastoral, por lo que nosotros también hemos de ponernos en sintonía con ellos, al mismo tiempo que ellos deben ver cómo trabajamos nosotros para que entre todos podamos ir de la mano”.

Entre las intervenciones, destacaron la participación de los Delegados para la Vida Consagrada, del Obispo de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández Sola (miércoles día 4), o de la Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, Lourdes Grosso.

En su introducción, el Arzobispo de Oviedo Mons. Jesús Sanz, tuvo un recuerdo para los obispos asistentes –Mons. Camilo Lorenzo Iglesias, de Astorga; Mons. Julián López Martín, de León, y Mons. Manuel Sánchez Monge, de Santander, que se incorporó en la tarde del martes–. Recordó también Mons. Sanz que para “establecer la correcta relación que existe entre la vida consagrada y las otras vocaciones cristianas dentro de una Iglesia particular, han de concretarse una suerte de cauces operativos para las mutuas relaciones que nos permitan trabajar juntos sin exclusiones y sin invasiones, en el campo y en el ámbito de cada uno, para el reto de una nueva evangelización”. Además, señaló que el “Papa Francisco ha dedicado un año a la Vida Consagrada, lo que está siendo una hermosa ocasión para reflexionar sobre lo que son los consagrados, en su vocación última de ser testigos del amor de Dios y cómo ellos representan una bendición enriquecedora en nuestras cuatro diócesis”.

Lourdes Grosso, misionera idente, recalcó en su intervención la importancia de la “unidad”, pues la “comunión en la Iglesia es un don, pero también una tarea y una responsabilidad que exige un esfuerzo, pero que hay mantener”.

En la relación con las diócesis, la religiosa destacó que los consagrados debían estar “disponibles”, y que era necesaria una “confianza mutua”, pues el gran problema de este mundo es la “desconfianza, que provoca recelos, resentimientos, y división”. “¿Por qué nuestro gran santo Juan Pablo II dice en la Tertio Millennio Adveniente que entraremos en el siglo XXI con una gran herida, la herida de la división? Porque esa es la obra de Satanás. Por eso, la unidad es una gran tarea”. Al mismo tiempo, subrayó también la importancia de la “laboriosidad, que no significa hacer muchas cosas, sino trabajar mucho juntos”, y finalmente, “la libertad de actuación, que requiere al mismo tiempo la responsabilidad ante la tarea que nos confían”.

Por su parte, el miércoles 4 de noviembre, el Obispo de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández Sola, recordó que “promover la comunión mediante el diálogo, la participación y la responsabilidad entre las diócesis y las distintas vocaciones es un gran desafío”, y señaló que la Iglesia del nuevo milenio está llamada a ser la “Iglesia de los laicos”, de manera que “juntos, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos seremos creativos y audaces”, pues la “diversidad de carismas enriquecen a la Iglesia y ayudan, desde sus particularidades de vida y misión, a dar respuesta a los desafíos de nuestro tiempo”.

(Arzobispado de Oviedo)