En estos tiempos del “internet de las cosas” la lectura de “Un encuentro inesperado” nos hace preguntarnos si Dios no andará también entre los pucheros del wi-fi, y el Espirtu Santo no susurrará como brisa por internet entre los truenos y huracanes de denuestos y ofensas.

Es curioso, ese mundo virtual en el que pasamos tanto tiempo, el que está en la pantalla en la que está en este momento leyendo, en el que nuestro avatar lleva también vidas y afanes, se llama “la red”; y a la vez este mundo que aún llamamos real es para tanta gente como andar por el alambre y como oveja sin pastor. Equívocas y chivatas las palabras, que se guiñan el ojo en cuanto nos damos la vuelta.

Jennifer Fulwiler nos cuenta una historia de conversión del siglo XXI, que, océano por medio, se le puede hacer muy cercana al lector español, que puede llegar a sentir con la autora una cercanía y una complicidad que van un paso más allá del que ha sentido siempre el lector con el autor, porque esa cercanía a San Agustín o a Newman del lector de “Apología pro vita sua” o de “Confesiones”, incluso del lector contemporáneo, no podía soñar con poder seguir día a día los pasos de lo que narra la autora, ser coprotagonista, de interactuar con ella, discutir, debatir, preguntarle cosas en su blog, luego en su web, incluso en facebook, twitter e instagram, y desde hace unas semanas en su programa de radio. Y esto es nuevo y viejo a la vez.

Si decimos muchas palabras para definir qué es la Iglesia y se nos olvida la palabra “Comunión” quizás no consigamos decir nada esencial sobre ella, y se nos antoja que una clave de esta historia de Jennifer Fulwiler es la experiencia de comunión.

Olviden el tópico; Jen, pese a ser tejana, es una atea convencida desde pequeñita, como sus padres. Educada en el desprecio por la religión en uno de los estados más religiosos de los USA, la pequeña Jennifer es valiente para hacer frente a la intolerancia del ambiente religioso de las pequeñas poblaciones en las que vive, y honrada para ser coherente con sus convicciones y percibir frente a si el abismo de un mundo sin sentido y abocado a la nada, de una realidad que ahora es y que de repente puede dejar de ser sin que quede nada detrás ni delante. Esta visión le produce una angustia terrible, pero descubre que bastan la diversión y la alegría para ponerla en fuga. Pese a que su vida va a transcurrir por cauces felices esa herida no se cierra. No es posible, en el fondo, la comunión con el mundo, la felicidad auténtica. Sí es posible el trabajo, el éxito, el dinero, la diversión y seguir el objetivo de tener algún día una casa junto al lago en la que organizar fiestas magníficas.

El elemento que va a acabar trastocando todo es el matrimonio. Conoce en el trabajo a un chico, se enamoran, hacen planes, se casan, y hay una cosa rara que le cuesta sobrellevar: su marido cree firmemente en Dios. No es muy religioso, de hecho no sigue ninguna confesión, pero tiene una fe tan vaga como firme en Dios. La señora Fulwiler parece una mujer tan inteligente y honrada como voluntariosa. Su empeño en encontrar la verdad sobre sus convicciones es la apasionante aventura de este libro, una larga marcha tan intelectual como vital que le lleva a abrir un blog en internet para recabar información y argumentos que la ayuden a decidir qué es la verdad. Es un camino de años en el que va haciendo amigos en la red con los que va planteando sus objeciones y descubrimientos y a la vez cambiando –por coherencia- su forma de vivir, lo que le lleva a nuevas encrucijadas.

La existencia de Dios, la fe y la razón, la figura de Jesús, su historicidad, la fiabilidad histórica de los evangelios, el cristianismo, la oración… un camino que va abriendo otros y que va cambiando su vida, que queda descentrada y reorientada según intenta ser coherente con lo que va descubriendo. La tensión aumenta según se acerca el momento de aterrizar sobre una confesión concreta ¿Cómo es posible que de entre su amigos de internet los más racionales, sabios y formados sean de esos fanáticos católicos que hacen lo que les diga el Papa?

No desvelemos más, todas las objeciones que puede hacerle su vecina o su cuñado al catolicismo están aquí, y por ellas pasa no sólo intelectualmente la autora, también vitalmente. Esto va de vida, y no de silogismos. La oración, la Gracia, la reconciliación, la comunión, tienen tanto o más que tejer que la razón en esta historia, que lleva a Roma, que en este caso está en Texas, en la pequeña comunidad católica que acoge a Jen y a su familia cuando, finalmente, abandonan el sueño de la casa en el lago y las fiestas.

Decíamos que la clave del libro es esa comunión en la que nada se pierde, sobre todo las fiestas –fíjense en su instagram- y en la que se conectan fe y razón, Dios y el hombre, los amigos que están cerca y los que ya han llegado… y que permite a la niña que fue Jennifer mirar el universo con agradecimiento y esperanza.

Autor:Jennifer Fulwiler

Editorial:Palabra . Colección:Palabra hoy

ISBN:978-84-9061-207-1