Tribunas

Un nuevo Martínez Camino

José Francisco Serrano Oceja

Ya tenemos un nuevo Martínez Camino. Bueno, para ser más precisos y no utilizar el lenguaje de los titulares en el texto, ya contamos con un nuevo libro de monseñor Juan Antonio Martínez Camino. En esta ocasión, y en continuidad con algunas de sus anteriores obras publicadas, con el título “Testigos. Para evangelizar la cultura de la libertad”.

Da la impresión de que don Juan Antonio es un obispo “en pause” o, mejor dicho, en pausa. Auxiliar de Madrid, después de su etapa de más de diez años como secretario general de la Conferencia Episcopal Española, atraviesa un período en el que su actividad pública se caracteriza por abundantes conferencias, viajes al extranjero por muy diversos motivos, presidencia de celebraciones litúrgicas dentro y fuera de Madrid, Ejercicios Espirituales, retiros, y las siempre agradables conversaciones de fondo y con forma.

Y, cómo no en un profesor de Teología con renovada vocación a la investigación, la preparación de nuevos libros y la publicación de los ya acabados.

Es probable que en los libros de monseñor Martínez Camino encontremos a uno de los mejores don Juan Antonio. En esta ocasión, editado por Encuentro, contamos con una propuesta de reflexión sobre la cultura de la libertad, que tiene una organización temática clásica – Dios, Jesucristo, la Iglesia, Testigos, Palabras y diálogos-, y supone un ejercicio de pensamiento, y reflexión, que tiene como referentes textos de orígenes múltiples, algunos ya conocidos y otros inéditos, sobre el valor de la libertad.

La libertad, dentro y fuera de la Iglesia, ese don que los cielos regalan a quienes la buscan y a quienes se la trabajan.

Dice monseñor Martínez Camino en el prólogo de este libro sinfónico que “no es fácil la evangelización de la cultura de la libertad”. Cierto. Tampoco es fácil el ejercicio de la libertad. Y añade: “Evangelizar es más anunciar que denunciar. El anuncio se hace de muchas formas. Una de ellas, imprescindible, es la de la confrontación intelectual, la del diálogo filosófico y teológico. Algo de eso se ha intentando también en las pequeñas contribuciones que se recogen en este libro, como en otros anteriores”.

Siempre me gustó el hecho de que don Juan Antonio utilizara el español con precisión. Ver confrontación, confrontar, carear, en el Diccionario de la Real Academia de la lengua.

Hay que agradecer a don Juan Antonio, por tanto, esta oportunidad de confrontarnos con su pensamiento y con su palabra por escrito. Anticipo de lo que vendrá, más pensamiento y más palabras. Y algo más, semper maior, esperemos.

 

José Francisco Serrano Oceja