El escritor canadiense Michael D. O’Brien había conseguido enganchar a miles de lectores en todo el mundo, y gracias a LibrosLibres también en España a los avatares de un peculiar personaje, el Padre Elías. Pero aquel relato distópico había concluido sin concluir. ¿Qué haría el Padre Elías al llegar a Jerusalén siguiendo los pasos del Anticristo? Hemos de reconocer que suspender la aventura del final de los tiempos a los pies del Monte Sión, con un sacerdote católico de origen judío enviado por el Papa a habérselas con el Anticristo fue toda una provocación.

Una década después este pintor y escritor nos entrega el último episodio. La edición española ha aparecido simultáneamente con la original en inglés, lo que pone de manifiesto no sólo la profesionalidad y buen hacer de la editorial y los traductores, sino también el interés del relato, casi casi demandado por aquellos miles de lectores que quedaron en suspenso.

El Padre Elías en Jersusalén se lee de un tirón. En sus páginas, la maestría de O’Brien intercala erudición histórica y artística con grandes dosis de reflexión espiritual y teología bíblica. El lector aprende a discernir los signos de los tiempos de la mano de un maestro espiritual cuya formación hebrea y católica le lleva a vivir y articular continuamente todas las claves del Magisterio y la tradición. Si tuviera que señalar una virtud entre muchas de esta novela, sería precisamente esa: nos enseña en la práctica que el Apocalipsis no es un libro de historia, y menos de historietas. Es la Revelación de Dios acerca de los fieles y los apóstatas en el devenir de la Historia.

Así que lejos de ser una especie de “apocalipsis para dummies”, en sus acciones y personajes encontraremos todas las claves que le permiten a un católico arrojar su mirada de fe sobre el mundo y ponerse en camino al encuentro con el Señor. Los paralelismos con momentos y personajes actuales a veces pueden despistar. La buena literatura, como aconsejaba Tolkien, es la que inspira una visión de la realidad, no la que trata de dar una explicación fácil de la misma.

Entre sus páginas, más que buscar paralelos entre políticos conocidos y el Anticristo, por ejemplo, me resultaba más fascinante atender a cómo se reconocían los católicos fieles, en lo que no podía por menos que ver reflejados a los hermanos sirios perseguidos.

La alerta ante la falsa unidad, lo políticamente correcto, las tácticas diabólicas que son lo más sórdido y aburrido que hay, las falsas profecías, el papel de la misericordia como la única fuerza capaz de romper la cadena del mal… No quiero desvelar nada de la trama, sólo quiero animarles a que se lancen sobre sus páginas con la avidez de quien no sólo se va a entretener, y mucho, sino que va a aprender, contemplar y meditar. Porque la mirada de fe es aquella que ilumina la vida, no la que huye de la misma ni la que la oscurece. Decía que leyendo estas apasionantes páginas recordaba el testimonio de los hermanos perseguidos en Siria que no dejan de hablar de la alegría de la fe y de la esperanza en el Señor… esa es la diferencia entre el Mesías y los mesianismos. Es tan fácil descubrir a los falsos profetas en aquellos que prometen herramientas fáciles para la paz mundial y la armonía universal que resulta fascinante ir más allá con estas páginas, a las triquiñuelas de quienes tratan de seducir con señuelos pseudoespirituales. Como sucede en Adviento y Navidad, la preparación y el encuentro con el Señor no se producen al modo en que el mundo los busca y los plantea. No se pierdan al Padre Elías, camuflado para huir de las falsas acusaciones de asesinato, buscando por las calles de Jerusalén un encuentro con el Anticristo.