En la presentación del libro de monseñor Juan Antonio Martínez Camino, el director de ABC, Bieito Rubido, tuvo una destacada intervención. Sus palabras fueron la expresión del sentir de una parte no desdeñable del pueblo cristiano laico, de los fieles de la diócesis de Madrid, ante la persona y la obra de su obispo, de su pastor, del amigo.

Las palabras de Bieito Rubido están recogidas, en su esencia, y, en algunas ocasiones, en su literalidad, siempre en su espíritu, en estos párrafos, entresacados a vuela pluma de esa singular intervención, radiografía de un alma y de un ministerio.

Dijo el director de ABC que monseñor Juan Antonio Martínez Camino es un obispo singular, distinto. Escribe libros, quizá por eso de que fuera profesor antes que obispo. Pertenece, por tanto, a la categoría de obispos académicos, o de académicos que el Papa ha nombrado obispos. Por cierto, el cardenal Fernando Sebastián, que presentó este libro, “Testigos. Evangelizar la cultura de la libertad”, también es un académico obispo o un obispo académico.

De la biografía de don Juan Antonio, de su currículum académico, de sus estudios en Alemania, de su tesis doctoral, que está en el trasfondo de los tres textos que componen el capítulo que lleva por título Dios, de su libro “Testigos”, no creo que se deba escribir más. Por tanto, no hay que añadir una línea a la hora de referirnos a su época de profesor de la prestigiosa Universidad Pontifica de Comillas, ni a su no realizado nombramiento, in pectore, se podía decir, de profesor de la Universidad Gregoriana de Roma.

Monseñor Martínez Camino, en sus escritos y en sus intervenciones públicas, habla y escribe con precisión; utiliza los conceptos adecuadamente, en su sentido; maneja el español como lengua con primor, y al fin y al cabo, dice siempre lo que quiere decir y nada más que lo quiere decir. Otra cosa es que se le entienda o se le quiera entender, que es lo que suele pasar. Véase el sermón de las siete palabras de Valladolid, o el Pregón de Navidad pronunciado en Oviedo. Textos de este libro.

Con este nuevo volumen se mantiene encendida la mecha de la dimensión de presencia pública de monseñor Martínez Camino, que no se entendería sin lo que está detrás, es decir, lo que aquí queda plasmado en sus libros. El lugar de un obispo es la Cátedra, no la sacristía. La cátedra episcopal, la palabra pública.

En su época de secretario general de la Conferencia Episcopal Española tuvo que lidiar con un momento y un tiempo en España, bajo las presidencia tanto del cardenal Rouco Varela como del cardenal don Ricardo Blázquez, nada fáciles. Los gobiernos socialistas se empeñaron en que a España, a la sociedad española no la reconociera ni la madre que la parió, por citar a un autor clásico. Y ahí estaba don Juan Antonio, ofreciendo una adecuada respuesta desde el discernimiento moral cristiano. Y ahí estaba don Juan Antonio, en la plaza pública, en los medios, dando forma a lo que dice el pensamiento cristiano, ofreciendo las claves de lo que nos estaba pasando, y nos está pasando, y haciendo posible que la Iglesia tuviera una voz significativa en la sociedad, al menos para los católicos. Muestra de esto son las entrevistas que cierran este libro, “Testigos”.

Es posible que se piense que por tener certezas uno es radical o intransigente; que por tener principios uno es intolerante. No caigamos en las trampas que nos ponen otros o que nos ponemos nosotros a nosotros mismos. Lo que monseñor Martínez Camino nos ha enseñado en estos años, y nos sigue enseñando a través de su magisterio y de su presencia entre nosotros es a no tener miedo, a que la certezas de nuestra vida, y de nuestra fe, no son ajenas a la razón, a la lógica la pensamiento. Monseñor Martínez Camino es, por tanto, un hombre de fe y de razón.

Pero lo principal de este libro, profundamente cristológico y eclesiológico, como buen jesuita, es que monseñor Martínez Camino es creíble porque de lo que habla es de Evangelio hecho historia. Le hemos visto en debates, en entrevistas; también debemos verle, al menos imaginarle, rezando, rezando mucho, muchas horas, y acompañando espiritualmente a muchas personas.

Esa credibilidad de monseñor Matínez Camino también se palpa cuando escribe tan abundantemente, como queda reflejado en este, de los mártires españoles del siglo XX, una lección de futuro, o sobre san Rafael Arnáiz Barón, o sobre santa Teresa de Jesús.