Servicio diario - 10 de enero de 2016


 

Francisco: "La Iglesia no está en el mundo para condenar"

En un libro-entrevista, el Santo Padre afirma que la misericordia es el primer atributo de Dios

“La Iglesia no está en el mundo para condenar, sino para permitir el encuentro con ese amor visceral que es la misericordia de Dios. Para que eso suceda, es necesario salir. Salir de las iglesias y de las parroquias, salir e ir a buscar a las personas allí donde viven, donde sufren, donde esperan”. Esta es la idea principal que expresa el papa Francisco en “El nombre de Dios es misericordia” (Planeta), un libro-entrevista con el periodista italiano Andrea Tornielli, que se publica este martes en más de 80 países.

“La misericordia es el primer atributo de Dios. Es el nombre de Dios. No hay situaciones de las que no podamos salir, no estamos condenados a hundirnos en arenas movedizas”, asegura el Santo Padre.

Con palabras sencillas y directas, el Pontífice se dirige a cada hombre y mujer entablando un diálogo íntimo y personal. En el centro, se halla el tema que más le interesa, la misericordia, un eje fundamental de su magisterio. En cada página vibra el deseo de llegar a todas aquellas almas --dentro y fuera de la Iglesia-- que buscan sanar las heridas físicas y espirituales, darle un sentido a la vida, encontrar un camino de paz y de reconciliación. Según señala la propia editorial en la sinopsis de la obra, en primer lugar se encuentra esa humanidad inquieta y doliente que pide ser acogida y no rechazada: los pobres y los marginados, los presos y las prostitutas, pero también los desorientados y los que viven alejados de la fe, los homosexuales y los divorciados.

En la conversación con Tornielli, el Papa explica --a través de recuerdos de juventud y episodios relacionados con su experiencia como pastor-- las razones de un Año Santo Extraordinario que ha deseado intensamente. Sin ignorar las cuestiones éticas y teológicas, subraya que la Iglesia no puede cerrar la puerta a nadie.

Entre otros temas, Francisco afronta con franqueza el vínculo entre misericordia, justicia y corrupción. Y a esos cristianos que se colocan a sí mismos en las filas de los justos, les recuerda: “También el Papa es un hombre que necesita la misericordia de Dios”.

 

El Papa en la fiesta del Bautismo del Señor: 'La fe es la mejor herencia que se puede dejar a los hijos'

En su homilía improvisada, el Santo Padre pidió este domingo a los padres que hagan lo posible para que sus hijos crezcan en la fe y no la pierdan

En la fiesta del Bautismo del Señor, el papa Francisco celebró este domingo, a las 9.30 horas, la Santa Misa y bautizó a 26 niños en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico. En un ambiente de ternura y mucha emoción, con algún llanto de los bebés de fondo, el Santo Padre preguntó a los padres qué nombre dan a los pequeños, y qué quieren para sus hijos, a lo que todos los presentes contestaron: 'La fe'.  

En su homilía improvisada, el Pontífice dijo que “hoy, la fiesta del Bautismo del Señor, los padres lleváis a vuestros hijos para que reciban el Bautismo. Para recibir lo que habéis pedido al comienzo, cuando os he hecho la primera pregunta: la fe. 'Quiero la fe para mi hijo'. Y así la fe se transmite de una generación a otra como una cadena”. “Estos niños y estas niñas, pasados los años, ocuparán vuestro lugar con otro hijo --vuestro nieto-- y pedirán lo mismo: la fe. La fe que nos da el Bautismo. La fe que hoy lleva el Espíritu Santo en el corazón, en el alma, en la vida de estos hijos vuestros”, añadió.

Así, el Papa destacó: “Vosotros habéis pedido la fe. La Iglesia, cuando os entregará la vela encendida, os dirá que custodiéis la fe de estos niños. Y al final, no os olvidéis que la mayor herencia que podréis dar a vuestros niños es la fe. Buscar que no se pierda, hacerla crecer y dejarla como herencia”. “Os deseo que seáis capaces de hacer crecer a estos niños en la fe, y que la mayor herencia que ellos reciban de vosotros sea justamente la fe”, insistió.

Por último, Francisco terminó sus palabras realizando un aviso. “Cuando un niño llora porque tiene hambre, a las mamás les digo: 'Si tu niño tiene hambre, dale de comer aquí con toda libertad'”, afirmó sonriente.

 

Francisco en el ángelus: 'Festejar el día del Bautismo significa reafirmar nuestra adhesión a Jesús'

Texto completo. El Pontífice señaló este domingo que el Espíritu Santo nos dona la ternura del perdón divino y nos impregna con la fuerza invencible de la misericordia del Padre

En la fiesta del Bautismo del Señor, el papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro. 

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice les dijo:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este domingo después de la Epifanía celebramos el Bautismo de Jesús, y hacemos memoria grata de nuestro Bautismo. En este contexto, esta mañana bauticé a 26 recién nacidos. ¡Recemos por ellos!

El Evangelio nos presenta a Jesús, en las aguas del río Jordán, al centro de una maravillosa revelación divina. Escribe san Lucas: “Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”. De este modo Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador.

En este evento --testificado por los cuatro Evangelios-- tuvo lugar el pasaje del bautismo de Juan Bautista --basado en el símbolo del agua-- al Bautismo de Jesús “en el Espíritu Santo y en el fuego”. De hecho, el Espíritu Santo en el Bautismo cristiano es el artífice principal: es Él que quema y destruye el pecado original, restituyendo al bautizado la belleza de la gracia divina; es Él que nos libera del dominio de las tinieblas, es decir, del pecado y nos traslada al reino de la luz, es decir, del amor, de la verdad y de la paz. Este es el reino de la luz. ¡Pensemos a la dignidad que nos eleva el Bautismo! “Mirad qué amor tan singular nos ha tenido el Padre que no solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos”, y lo somos realmente, exclama el apóstol Juan. Tal estupenda realidad de ser hijos de Dios comporta la responsabilidad de seguir a Jesús, el Siervo obediente, y reproducir en nosotros mismos sus rasgos, es decir: mansedumbre, humildad, ternura. Y esto no es fácil, especialmente si entorno a nosotros hay tanta intolerancia, soberbia, dureza. ¡Pero con la fuerza que nos llega del Espíritu Santo es posible!

El Espíritu Santo, recibido por primera vez el día de nuestro Bautismo, nos abre el corazón a la verdad, a toda la verdad. El Espíritu empuja nuestra vida hacia el camino laborioso pero gozoso de la caridad y de la solidaridad hacia nuestros hermanos. El Espíritu nos dona la ternura del perdón divino y nos impregna con la fuerza invencible de la misericordia del Padre. No olvidemos que el Espíritu Santo es una presencia viva y vivificante en quien lo recibe, reza con nosotros y nos llena de alegría espiritual.

Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, pensemos en el nuestro, en el día de nuestro Bautismo; todos nosotros hemos sido bautizados, agradezcamos este don. Y os hago una pregunta: ¿Quién conoce la fecha de su Bautismo? Seguramente, no todos. Por eso, os invito a ir a buscar la fecha preguntando por ejemplo a vuestros padres, a vuestros abuelos, a vuestros padrinos, o yendo a la parroquia. Es muy importante conocerla porque es una fecha para festejar: es la fecha de nuestro renacimiento como hijos de Dios. Por eso, la tarea para esta semana: ir a buscar la fecha de mi Bautismo. Festejar este día significa reafirmar nuestra adhesión a Jesús, con el compromiso de vivir como cristianos, miembros de la Iglesia y de una humanidad nueva, en la cual todos somos hermanos.

La Virgen María, primera discípula de su Hijo Jesús, nos ayude a vivir con alegría y fervor apostólico nuestro Bautismo, recibiendo cada día el don del Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios.

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración mariana:

Angelus Domini nuntiavit Mariae...

Al concluir la plegaria, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Papa:

Os saludo a todos vosotros, fieles de Roma y peregrinos llegados desde Italia y desde diferentes países.

Saludo en particular a los estudiantes del Instituto Bachiller Diego Sánchez de Talavera La Real, España; al coro de los Alpinos de Martinengo con sus familiares; al grupo de adolescentes de San Bernardo en Lodi.

Como decía, en esta fiesta del Bautismo de Jesús, según la tradición he bautizado a numerosos niños. Ahora querría hacer llegar una especial bendición a todos los niños que han sido bautizados recientemente, pero también a los jóvenes y adultos que han recibido desde hace poco los Sacramentos de la iniciación cristiana o que se están preparando para ellos. ¡La gracia de Cristo os acompañe siempre!

Francisco terminó su intervención diciendo:

Os deseo a todos un feliz domingo. No os olvidéis de la tarea para casa: buscar la fecha del Bautismo. Y por favor, no os olvidéis también de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto! 

(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)

 

El Papa erige un Exarcado para los siro-católicos de Canadá

El pro-decano del Pontificio Istituto Oriental, Rev.do Kokkaravalayil, explica el alcance de la medida

El santo padre Francisco ha erigido este jueves el Exarcado apostólico para los fieles siro-católicos residentes en Canadá, con el territorio desmembrado de la Eparquía Our Lady of Deliverance of Neward de los siro-católicos (EE. UU.), con sede en Montreal (Quebec).

Lo ha indicado este jueves un comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, precisando que el Papa ha nombrado exarca apostólico, el Rev.do Antoine Nassif, hasta ahora rector del Seminario patriarcal de Charfet en el Líbano, asignándole la sede titular de Zenobia.

¿Qué es un exarcado? ¿Qué significa esta decisión del papa Francisco? ZENIT se lo preguntó al Rev.do Sunny Thomas Kokkaravalayil, SJ, pro-decano de la Facultad de Derecho Canónico Oriental del Pontificio Istituto Oriental (PIO) con sede en Roma.

“El exarcado es una parte del pueblo de Dios, que por especiales circunstancias no ha sido erigido en Eparquía y que, circunscrita a un territorio con algún otro criterio está confiada al cuidado pastoral del Exarca” (Código de los Cánones de las Iglesias Orientales. Can. 311 §1).

Un exarcado apostólico en palabras símples --ha precisado el padre Sunny Kokkaravalayil-- es como una diócesis o eparquía; el exarca (el pastor del exarcado) tiene todas las competencias jurídicas de un obispo diocesano (a menos que sea diversamente establecido por el derecho canónico para algún caso específico), aunque no se llame jurídicamente diócesis y obispo diocesano respectivamente.

“El exarcado ahora erigido --añadió el sacerdote-- es para los fieles siro-católicos residentes en Canadá, o sea todos los fieles de la Iglesia siro-católica que se encuentran en Canadá serán miembros de este exarcado”.

Precisó que un exarcado no es lo mismo que una prelatura. El prelado de una prelatura es el pastor solamente de los miembros inscritos en ella, y no de todos los católicos en donde está situada la prelatura. Quizás la más conocida es la del Opus Dei. Mientras los miembros de una prelatura se han inscrito voluntariamente en ella, el exarcado está compuesto para todos los fieles de la Iglesia para la cual se ha erigido el exarcado.

Sobre que este exarcado haya sido desmembrado de la Eparquía Our Lady of Deliverance of Neward de los siro-católicos estadounideneses, con sede en Montreal, el pro-decano Kokkaravalayil ha precisado que Canadá fue parte del territorio de esta eparquía, y que ahora el Papa ha dividido dicho territorio en dos, una parte para Estados Unidos y la nueva para Canadá.

Normalmente, la praxis es que un exarcado es temporáneo, o sea cuando se consolide y madure será erigido en eparquía o diócesis. Por lo tanto el exarcado es generalmente la primera etapa hacia una diócesis o eparquía, aunque no necesariamente debe ser así, porque el Papa puede directamente eregir una eparquía sin nombrar antes un exarcado.

Sobre el nombramiento como exarca apostólico del Rev.do Antoine Nassif, hasta ahora rector del seminario patriarcal de Charfet en el Líbano, asignándole la sede titular de Zenobia, el padre Kokkaravalayil ha precisado que el futuro exarca será consagrado obispo y deberá ir a Canadá como cada obispo hace con su diócesis.  

 

Santo Tomás de Cori - 11 de enero

«Este franciscano emprendió el camino de su consagración con la decisión irrevocable de ser santo. En él se incluyeron cuatro décadas de aridez y ausencia de consuelos, colmadas de oración, fe y caridad por Dios bendecidas»

Fue un ejemplo de humildad y de caridad. Creció y vivió con la convicción de que tenía que ser santo. Nacido el 4 de junio de 1655 en Cori, Italia, su infancia estuvo marcada por la pérdida de sus padres y la responsabilidad de cuidar de sus hermanas. Aprendió el oficio de pastor y gustó de la presencia de Dios, de la que también le hablaba el espléndido entorno de la campiña en la que pasaba largas horas al día saboreando una fecunda soledad, cual manto en el que envolvía el divino coloquio que sostenía con el Altísimo. En el entorno le habían dado el nombre de el santico por su manifiesta piedad.

Cuando sus hermanas se desposaron, pudo abrazar la regla franciscana ya que estaba familiarizado con la comunidad de frailes que se hallaba en su ciudad natal. Después de realizar el noviciado en Orvieto, y de cursar los estudios reglamentarios, en 1683 fue ordenado sacerdote. Su primera misión fue la de maestro de novicios en el convento de la Trinidad de esa localidad. Pero Tomás amaba la vida eremítica. Por eso cuando supo que esa vía comenzaba a despuntar en la Orden, y que las previsiones de gobierno de sus superiores incluían la posibilidad de poner en marcha un Retiro en el convento que existía en Civitella (actual Bellegra), se ofreció para esta misión. Aquéllos, que conocían sus dotes singulares, lo destinaron allí. Llamó a la puerta del convento en 1684 con una carta personal de presentación, clara y escueta; rezumaba humildad: «Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo».

Con excepción de un pequeño paréntesis de seis años en los que fue guardián del convento de Palombara, donde llegó con el objetivo de instaurar otro retiro, el resto de su vida lo pasó en Bellegra. Entre sus muchas virtudes se destaca su vivencia de la oración continua, y su amor sin reservas a la Eucaristía; la clave de su vida radicaba en las interminables horas de postración ante el Santísimo. «Si el corazón no está en oración, la lengua trabaja en vano», solía decir, aconsejando a los frailes que leyesen con devoción el oficio divino. Por su fecundidad fue denominado el «apóstol del sublacense». Durante más de cuarenta años experimentó la aridez y ausencia de consuelos.

Exquisito en su caridad, se ofrecía a todos de manera servicial y respondía con paciencia a los hermanos que no veían con buenos ojos la radicalidad de la vivencia de la regla franciscana. Incluso llegaron a dejarle solo para atender el convento. Con tan celeste bagaje recorría los caminos, administraba los sacramentos y veía florecer los milagros a su paso. Fue un apóstol incansable que transmitía el evangelio con la transparencia de quien lo ha hecho vida en sí mismo. Con claridad y sencillez, conmoviendo con sus palabras a quienes iban a escucharle, su voz resonaba fundamentalmente entre las gentes que poblaban el Lacio.

Como buen franciscano, no ocultaba su predilección por los pobres. Para éstos reservaba también esos actos de caridad con los que ha jalonado su biografía, dejando plasmados rasgos de fe que atraían del cielo bendiciones divinas extraordinarias. Así se cuenta, que habiendo dejado vacías las despensas del convento de pan por haber repartido todo entre los necesitados, al llegar sus hermanos hallaron cubiertas todas las necesidades que tenían. En el «Epistolario» de su autoría se detecta su exquisitez y atención a cada una de las personas que se acercaron a él, junto a las que dispensaba a los hermanos de su comunidad.

Fue agraciado con muchos favores celestiales, entre otros, los éxtasis que en ocasiones se producían públicamente. Uno de ellos sucedió mientras se hallaba repartiendo la Sagrada Comunión y fue elevado hasta el techo portando el copón en sus manos para volver a descender poco más tarde ante los atónitos ojos de los fieles, a los que pudo continuar dando la comunión con toda naturalidad. Falleció el 11 de enero de 1729, mientras dormía, con el sublime gozo de haberse entregado enteramente a Cristo y a los demás; ese mismo día, como era su costumbre, atendió a los penitentes en el confesionario durante horas. Fue beatificado por Pío VI el 3 de septiembre de 1786, y canonizado por Juan Pablo II el 21 de noviembre de 1999. Ese día este pontífice recordó que el santo «fue imagen viva del buen Pastor. Como guía amoroso, supo conducir a los hermanos encomendados a su cuidado hacia las verdes praderas de la fe, animado siempre por el ideal franciscano», haciendo notar que vivió «la realeza del amor y del servicio, según la lógica de Cristo».