Hoy en Unomasdoce entrevistamos a Alfonso Aguiló, Presidente Confederación Española de Centros de Enseñanza.

“Francia, Italia, Alemania o Bélgica han ratificado expresamente en sus parlamentos la legitimidad de la educación diferenciada en estos últimos años”, sentencia el presidente de la Asociación Madrileña de Empresas Privadas de Enseñanza (CECEM). Sobre esta cuestión, Educación diferenciada. 50 respuestas para un debate (Digital Reasons) versa su último libro, cuya edición en papel (la primera fue en digital) apareció recientemente. Sin querer entrar en la polémica por la negativa del Ayuntamiento de Madrid a que niños de una sus escuelas participaran en la última Cabalgata de Reyes (sí lo hizo el director del colegio), subraya que lo importante es mejorar la escuela y «no tratar de imponer que la educación mixta sea mejor que la diferenciada, ni lo contrario», ya que «habrá alumnos a los que les vendrá mejor una, y a otros otra. No es progresista imponer un modelo único, sobre todo cuando además de ir contra el derecho y contra la libertad, va también contra resultados educativos bien patentes».

-¿Por qué apuesta por esta opción pedagógica?

No es tanto una apuesta por la educación diferenciada sino una invitación a un debate sobre la pluralidad de modelos educativos. No intento demostrar que un modelo sea mejor o peor que otro, porque eso es como decir si es mejor ser de ciencias o de letras, o si es mejor ser abogado o ingeniero. Se trata de un intento de romper unos cuantos estereotipos sobre la fórmula single-sex y, al tiempo, una invitación a cuestionar algunos dogmas sobre educación que algunos casi ni permiten debatir.

-El subtítulo de su obra es “50 respuestas para un debate”, ¿nos podría resaltar las más determinantes?

Un debate es por qué hay tantas diferencias entre sexos en la enseñanza mixta, tanto en resultados académicos como en las preferencias por materias. Otro es la diferencia de resultados entre enseñanza mixta y diferenciada, notoriamente favorables a esta última. Otro punto de interés se refiere a los estereotipos de género, y a cómo, sorprendentemente, se amortiguan en la enseñanza diferenciada. Otro debate se refiere al perfil social de las escuelas diferenciadas, bastante más plural de lo que muchos se imaginan. La cuestión fundamental, a mi modo de ver, es qué modelo aporta más en el avance hacia la igualdad: hay demasiada gente que piensa que con juntar chicos y chicas en clase ya han hecho mucho por la educación en la igualdad, pero quienes han estudiado esto un poco más a fondo enseguida ven que el asunto es complejo y que, paradójicamente, los resultados en igualdad en educación diferenciada son con frecuencia mejores.

-Su apuesta levanta salpullidos en ambientes progresistas…

Es un tópico muy local eso de vincular educación diferenciada a ambientes conservadores, o de derechas, o católicos o de clases altas. Quienes se han preocupado de observar el asunto con una mirada un poco más universal, viendo lo que sucede en todo el mundo occidental, se dan cuenta enseguida de que la educación diferenciada está presente en ambientes muy diversos, tanto en nivel social como en posicionamientos religiosos, ideológicos o políticos. Hay escuelas single-sex en ambientes de élite y en las zonas más desfavorecidas, promovidas por entidades laicas o confesionales, muy progresistas y muy conservadoras, etc.

-En nuestro entorno, ¿qué países tienen establecido este sistema?

En la mayoría de los países anglosajones hay una presencia bastante significativa, normalmente entre el 2% y el 15% de las escuelas. Tanto en Reino Unido como Canadá, Irlanda, Australia, Nueva Zelanda y demás países de la Commonwealth, la educación diferenciada es algo totalmente corriente y sobre lo que no hay apenas debate. En esos países, las escuelas single-sex suelen encabezar todos los ranking de mejores escuelas pese a que suele tratarse de una opción minoritaria. Hay en todos esos países numerosos estudios sobre sus resultados y el debate no está en si es buena o mala, sino en sus ventajas e inconvenientes en cada uno de los aspectos de la vida escolar.

-¿Para qué edades considera que la educación diferenciada es más beneficiosa para ambos sexos?

Ya he comentado que no quisiera entrar en una dinámica simplista del mejor/peor. Son modelos diferentes. A cada familia le resultará más atractivo o menos uno u otro. Además, dentro de la educación diferenciada hay multitud de fórmulas diferentes. En todo caso, los resultados académicos son por lo general bastante superiores, como demuestran los rankings de los países donde tienen la costumbre de hacerlos, y de hacerlos bien. Por citar uno reciente, en el ranking de las 400 mejores escuelas estatales británicas, publicado por The Telegraph con los A-level results 2014 (http://www.telegraph.co.uk/education/leaguetables/11035952/A-level-results-2014-results-from-400-state-schools.html) puede verse que entre las 50 primeras escuelas hay 31 escuelas diferenciadas (20 de chicas y 11 de chicos); teniendo en cuenta que solo un 2% de las escuelas públicas británicas son diferenciadas (o sea, 1 de cada 50), entre esas 50 primeras debería haber proporcionalmente solo 1 diferenciada, luego en el ranking hay 31 veces más de escuelas single-sex que su proporción natural.

-Usted promueve colegios en esta línea, ¿qué resultados han obtenido hasta la fecha?

Estamos muy satisfechos. Me llama la atención que hayan tenido tan buena acogida. Incluso en municipios donde nadie había visto ese modelo desde hacía varias décadas, la aceptación ha sido muy buena. Creo que las familias buscan una buena escuela. Cuando ven cómo funcionan estas escuelas se dan cuenta de que es un modelo muy atractivo. No saben explicar bien por qué, pero los resultados académicos y de socialización son muy buenos, y eso es lo que cuenta.

-Separar chicos y chicas, ¿no cree que favorece una sociedad machista y conservadora?

Esa impresión proviene quizá para algunos de que asocian la educación single-sex a la educación española de la época de la Dictadura. Es natural que alguna gente más mayor tenga esos recuerdos y establezca esa vinculación, pero si superan esas impresiones, o bien si se trata de gente más joven, que ha viajado más y conoce otros ambientes y otras culturas, es más fácil darse cuenta de que la educación diferenciada actual es algo totalmente diferente a aquello.

Es innegable que la enseñanza mixta fue un avance e incluso una necesidad en un determinado momento histórico en España, en el que la mujer estaba relegada a un segundo plano. Pero ahora, desde luego, es bastante discutible que hoy la enseñanza mixta aporte por sí misma mucho en esa línea.

-Apuntó anteriormente su apuesta por un debate sosegado para acercar posiciones entre los partidarios y detractores -la mayoría-, ¿ve factible esa posibilidad en ámbitos de izquierda?

Es cierto que hay un conjunto de partidos y organizaciones del ámbito de la izquierda política española que manifiestan una oposición un tanto radical. Eso contrasta con el hecho cierto de que en bastantes países de Europa las cosas evolucionan de forma bastante diferente. Francia, Italia, Alemania o Bélgica han ratificado expresamente en sus parlamentos la legitimidad de la educación diferenciada en estos últimos años. Sin embargo, en España sigue habiendo un debate muy alejado de esa evolución del resto de Europa.

No puedo saber cuáles son las razones más profundas de ese posicionamiento de algunos de esos partidos y organizaciones, pero tengo la impresión de que son rehenes de una inercia que no saben bien de dónde procede. Y, además, se trata de una inercia no siempre muy coherente: por ejemplo, llama la atención que quienes desean imponer como dogma el aula mixta, al mismo tiempo suelen exigir que el matrimonio pueda no ser mixto. ¿Por qué defienden que el matrimonio pueda ser single-sex y el aula no? Lo que parece que hay detrás de todo esto son ganas de imponer a los demás la propia ideología.

Sería muy positivo que se debatiera con más seriedad este tema. Que todos fuéramos capaces de descubrir la trascendencia de avanzar en la mejora del sistema educativo, con los indudables valores que entraña cada uno de los modelos pedagógicos. Y sobre todo que se abandonaran los tópicos, los fundamentalismos pedagógicos y las descalificaciones no argumentadas. Porque hay demasiadas personas para las que la escuela mixta es un principio incuestionable, que ni tiene ni necesita demostración. Lo ven como un dogma que deben imponer a todo el mundo por la fuerza de las leyes.

-¿No hay demasiada polémica sobre este tema en España? ¿No hay otros temas más importantes que abordar?

Ciertamente. Es un enconamiento que resulta difícil de entender. Habiendo tantos problemas en la educación en España, un país que lidera las tasas de abandono escolar temprano en toda Europa, llama la atención que algunas personas centren su atención de modo tan vehemente en la educación diferenciada, como si fuera uno de los grandes problemas del país.

La realidad es que la educación diferenciada es una excelente experiencia en muchos países desarrollados, tiene buenos resultados académicos y de convivencia, no priva a nadie de acceso a una escuela mixta, y además –como sucede en toda la enseñanza concertada– supone un coste por puesto escolar mucho menor que la enseñanza pública. Dicen que la enseñanza mixta es más progresista y democrática, pero quizá lo que es realmente progresista y democrático es respetar una diversidad que está muy demandada y no perjudica a nadie.

-¿Qué diría a quienes están comprometidos en el avance de la igualdad en el país y piensan que la educación diferenciada es un retroceso?

Que estoy tan a favor como ellos, o más, en seguir avanzando en esas dos grandes batallas de fondo de nuestra sociedad: la igualdad de oportunidades y la transmisión de valores fundamentados en el respeto y la tolerancia. Lo importante es comprobar si la enseñanza mixta está sirviendo para ello, y si tienen algún dato cierto de que esos valores se promuevan menos en la enseñanza diferenciada. Y en todos los casos, adoptar las medidas oportunas.

Creo que esa es la clave del debate: saber si la educación, mixta o diferenciada, está sirviendo verdaderamente para mejorar la igualdad. Hay indicios y datos más que suficientes para cuestionar las identificaciones simplistas que algunos hacen entre la idea de aulas mixtas y la idea de igualdad. Por eso, no está de más que haya voces que se atrevan a decir que no deben confundirse los fines con los medios. El fin es claro (la igualdad), pero los medios no están tan claros. En esto, me atrevería a hacer una comparación y decir que se parece a lo que sucedió con el caso Galileo.

-¿Puede explicarse?

La condena de Galileo por un tribunal de la Inquisición en 1633 fue un episodio bastante lamentable, que puede entenderse un poco mejor intentando comprender la mentalidad de la época y los intereses que se crearon en torno a la figura de este eminente astrónomo, filósofo, matemático y físico del Renacimiento.

Galileo defendía la teoría heliocéntrica de Copérnico, una hipótesis que aún no había sido oficialmente reconocida por los científicos de la época. Ciertos teólogos no supieron interpretar el significado profundo, no literal, de las Sagradas Escrituras cuando describen la estructura física del universo creado, y ese error les llevó a trasponer de forma indebida una cuestión de observación experimental al ámbito de la fe, y viceversa. Y ahí estuvo el error. Tanto Galileo como sus jueces coincidían en su respeto y veneración por las Sagradas Escrituras. Quizá algo parecido a lo que sucede hoy con el concepto de la igualdad entre los sexos, querida y deseada por todos. Pero Galileo insistía en que el respeto y veneración por las escrituras no implicaba en absoluto, y menos directamente, que la tierra fuera el centro del universo. Galileo se sumaba a las tesis de Copérnico y se desmarcaba del geocentrismo de Ptolomeo. Y presentaba pruebas experimentales bastante contundentes (unas se demostraron luego erróneas, y otras no).

Creo ahora sucede algo parecido en la lucha contra la educación diferenciada: algunos, que quizá se parecen demasiado a esos viejos inquisidores, se empeñan en que la igualdad implica necesariamente clases mixtas, y quien no se someta a ese dogma será víctima inmediata de su brazo secular, en forma de leyes y sentencias que caerán con toda contundencia sobre cualquiera que se atreva a disentir de sus dogmas.

Por eso pienso que no se trata de imponer como un dogma ni una cosa ni la otra. No puede imponerse que la educación mixta sea mejor que la diferenciada, ni lo contrario. Habrá alumnos a los que les vendrá mejor una, y a otros otra. No es progresista imponer un modelo único, sobre todo cuando además de ir contra el derecho y contra la libertad, va también contra resultados educativos bien patentes.

Educación diferenciada. 50 respuestas para un debate, Digital Reasons (www.digitalreasons.es)