Servicio diario - 01 de febrero de 2016


 

El Papa a la vida consagrada: ‘El primer prójimo es el hermano de mi comunidad’

El Santo Padre recibe a los participantes del Jubileo de la Vida Consagrada y les señala ‘la profecía, la proximidad y la esperanza’ como claves para vivir la vocación 
Profecía, proximidad y esperanza. Son las tres palabras clave que el papa Francisco ha dado esta mañana a los participantes del Jubileo de la Vida Consagrada. Miles de religiosos y religiosas han estado con él esta mañana en el Aula Pablo VI, como acto conclusivo del Congreso que estos días han celebrado en Roma en la clausura del Año que el Santo Padre quiso dedicar a la Vida Consagrada. Como en tantas ocasiones, Francisco ha entregado el texto que tenía preparado “porque es aburrido leerlo” y ha decido improvisar su discurso con “lo que me viene al corazón”.

Ha iniciado recordando que los religiosos y religiosas son hombres y mujeres consagrados al servicio del Señor, “que ejercitan en la Iglesia este camino, de una pobreza fuerte, de un amor casto que les lleva a una paternidad y maternidad espiritual para toda la Iglesia. Y la obediencia”. A propósito de la obediencia, el Papa ha explicado que la “perfecta obediencia es la del Hijo de Dios, que se ha hecho hombre, por obediencia, hasta la muerte y muerte de Cruz”. Y ha precisado que la obediencia no es militar, “eso es disciplina”. Sin embargo, el Papa ha pedido una obediencia de donación del corazón, porque esto “es profecía”.

Asimismo, Francisco ha aclarado que si hay algo “que no veo claro, hablo con el superior, pero después del diálogo, obedezco”. Al respecto, ha advertido sobre la semilla de la anarquía, “que planta el diablo”. La anarquía de la voluntad  –ha precisado– es hija del demonio, no es hija de Dios. Así, ha recordado que muchas veces debemos aceptar alguna cosa que no nos gusta, “se debe tragar”. Por esto, el Santo Padre ha explicado que la profecía es decir a la gente que hay un camino que te llena de alegría, que es el camino de Jesús. Es el camino del ser cercano.  La profecía, “es un don, un carisma”. Pero se debe pedir al Espíritu Santo.

El segundo concepto analizado por Francisco ha sido la proximidad: hombres y mujeres consagrados, pero no para alejarse de la gente. Al respecto ha señalado el ejemplo del Santa Teresa del Niño Jesús que “con su corazón ardiente, permanecía cercana, y las cartas que recibía de los misioneros, la hacían más cercana a la gente”.

Asimismo, el Santo Padre ha advertido que hacerse consagrados no significa subir escalones en la sociedad. Ser consagrados no es un estatus de vida que me hace mirar a los otros por encima del hombro. Es más, “la vida consagrada debe llevar a la cercanía con la gente, cercanía física y espiritual”. En esta misma línea, el Pontífice ha recordado a los presentes que el primer prójimo de un consagrado es el hermano y la hermana de la comunidad. Y a propósito de la cercanía, el Santo Padre ha lanzado otra advertencia: el chismorreo es un modo de alejarse de los hermanos y de las hermanas de la comunidad. El Pontífice ha insistido con fuerza en esta idea: el terrorismo del chismorreo. El que chismorrea lanza una bomba y se va tranquilo. Y esto destruye, ha asegurado. Por eso les ha dado un consejo práctico: “si te viene decir algo contra un hermano, lanzar una bomba de chismorreo, muérdete la lengua fuerte”.

Sin embargo, les ha invitado a aprovechar los Capítulos para decir públicamente lo que cada uno siente, nunca a las espaldas.  Así, ha asegurado que si “en este Año de la Misericordia cada uno de vosotros conseguiría no hacer nunca el terrorismo del chismorreo, sería un éxito para la Iglesia, un éxito de santidad”.

Y finalmente el Papa ha presentado “la esperanza”. A propósito, el papa Francisco ha confesado que a él esto le cuesta cuando ve el descenso de las vocaciones. En este punto ha lanzado otra advertencia. Algunas congregaciones –ha indicado– hacen el experimento de la “inseminación artificial”. Reciben sin responsabilidad ni discernimiento y luego vienen los problemas. Para remediar esto, el Santo Padre ha invitado a rezar sin cansarse, rezar con intensidad a Dios porque “nuestra congregación necesita hijos, hijas”. Dios no faltará a su promesa pero “debemos pedirle, debimos llamar a la puerta de su corazón”.

En esta línea, otro peligro sobre el que ha llamado la atención es que “cuando una congregación religiosa, ve que no tiene hijos y comienza a ser más pequeña, se aferra al dinero”. Y como sabemos –ha reconocido– el dinero es el estiércol del diablo. “Cuando no pueden tener la gracia de tener vocaciones, hijos, piensan que el dinero les salvará la vida. Y piensan en la vejez, ‘que no me falte esto’”. Así, ha asegurado Francisco, no hay esperanza. La esperanza solo en el Señor porque el dinero no te la dará nunca. Las últimas palabras de su discurso ha recordado a las religiosas, que dan su vida en los hospitales, colegios, parroquias, barrios, misiones y les ha agradecido por esto.

 

Mensaje de Francisco a los consagrados: ‘Lo cuenta la capacidad de repetir el sí inicial’

El Santo Padre a los participantes del Jubileo de la Vida Consagrada, les entrega el discurso que había escrito, con tres claves vocacionales: profecía proximidad y esperanza
Nuestra vida consagrada tiene sentido porque permanecer con Él e ir por los caminos del mundo llevándolo a Él, nos ajusta a Él, nos hacer ser Iglesia, don para la humanidad. Así lo explica el papa Francisco en el mensaje que tenía preparado para los participantes de la conclusión del Año de la Vida Consagrada. Durante el encuentro, el Santo Padre ha preferido improvisar otro discurso y ha dejado el texto al prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedad de Vida Apostólica, el cardenal João Braz de Aviz, para que los distribuya.

Si estamos aquí es porque hemos respondido sí a la invitación de Jesús a seguirle, le ha recordado el Papa a los presentes. “A veces se ha tratado de una adhesión llena de entusiasmo y de alegría, a veces más sufrida, quizá incierta. Sin embargo lo hemos seguido, con generosidad, dejándonos guiar por caminos que no habíamos ni siquiera imaginado” precisa el Santo Padre.

De este modo, en el texto que tenía preparado, el Pontífice señala que el Año que estamos concluyendo ha contribuido a hacer resplandecer más en la Iglesia la belleza y la santidad de la vida consagrada, intensificando en los consagrados la gratitud por la llamada y la alegría de la respuesta. Asimismo, afirma que “cada consagrado y consagrada ha tenido la posibilidad de tener una percepción más clara de la propia identidad”, y así “proyectarse en el futuro con ardor apostólico renovado para escribir nuevas páginas de bien, sobre la huella del carisma de los Fundadores”.

En esta línea, el Papa observa que el Año concluye pero “continúa nuestro compromiso de permanecer fieles a la llamada recibida y a crecer en el amor, en el don, en la creatividad”.

Por otro lado, el Santo Padre explica tres palabras concretas para vivir la vocación del consagrado.  En primer lugar “profecía”. Estáis llamados — señala– sobre todo a proclamar, con vuestra vida antes aún que con las palabras, la realidad de Dios: decir a Dios. Para hacer conocer a Dios “es necesario tener una relación personal con Él, y para esto se requiere la capacidad de adorarlo, de cultivar día tras día la amistad con Él, mediante el coloquio corazón a corazón en la oración, especialmente en la adoración silenciosa”.

La segunda palabra que les ha ofrecido el Santo Padre es “proximidad”. Seguir a Cristo — ha indicado– quiere decir ir allí donde Él ha ido; cargar sobre sí, como buen Samaritano, al herido que encontramos a lo largo del camino; ir a buscar a la oveja perdida. El Pontífice invita a ser como Jesús, cercanos de la gente, “compartir sus alegrías y sus dolores; mostrar, con nuestro amor, el rostro paterno de Dios y la caricia materna de la Iglesia”. Y les pide también que “ninguno nos sienta nunca lejos, desapegados, cerrados o estériles” recordándoles que cada uno está llamado a servir a los hermanos siguiendo su propio carisma. Lo importante es “no vivir para sí mismo, como Jesús no ha vivido para sí mismo, sino para el Padre y para nosotros”, asegura.

Finalmente, la última palabra es “esperanza”. Al respecto, el Pontífice precisa que testimoniando a Dios y su amor misericordioso, con la gracia de Cristo pueden infundir esperanza en esta nuestra humanidad marcada por diversos motivos por el ansia y el temor y tentada a veces por el desaliento. A propósito del diálogo ecuménico, asegura que el testimonio carismático y profético de la vida de los consagrados, en la variedad de sus formas, puede ayudar a reconocernos todos más unidos y a favor de la plena comunión.

Para concluir, el papa Francisco pide a los presentes que, en su apostolado cotidiano, no se dejen condicionar por la edad o el número. Lo que más cuenta –afirma– es la capacidad de repetir el “sí” inicial a la llamada de Jesús que continúa a hacerse sentir, de manera siempre nueva, en cada etapa de la vida.

 

El Papa en Sta. Marta: ‘No hay humildad sin humillaciones’

En la homilía de este lunes, el Santo Padre reflexiona sobre el camino hacia la santidad del rey David
El papa Francisco, en la homilía de la primera misa del mes de febrero celebrada en Santa Marta, ha subrayado que la humildad es el camino de la santidad. De este modo, el Santo Padre ha reflexionado sobre la historia del rey David que, consciente de su pecado, acepta las humillaciones con espíritu de confianza en el Señor. Asimismo, ha asegurado que Dios perdona el pecado, “pero las heridas de una corrupción difícilmente sanan”.

El Pontífice ha explicado que el rey David “está a un paso de entrar en la corrupción”, pero el profeta Natán, enviado por Dios, le hace entender el mal que ha realizado. Así, el Papa ha recordado que David es pecador pero no corrupto porque “un corrupto no se da cuenta”. Por eso, ha precisado que “es necesaria una gracia especial para cambiar el corazón de un corrupto”. Y David, que tenía el corazón noble aún reconoce su culpa. Y Natán le dice: “el Señor perdona tu pecado, pero la corrupción que has sembrado crecerá. Has matado a un inocente para cubrir un adulterio. La espada no se alejará nunca de su casa’.

Por eso, el Santo Padre ha indicado que “Dios perdona el pecado, David se convierte pero las heridas de una corrupción difícilmente sanan. Lo vemos en muchas partes del mundo”. David debe enfrentar al hijo Absalón, ya corrupto, que le hace la guerra. Pero el rey reúne a los suyos y decide dejar la ciudad y deja volver el Arca, no usa a Dios para defenderse. Se va “para salvar a su pueblo”. Y este –ha precisado– es el camino de santidad que David, después de ese momento en el que había entrado en la corrupción, comienza a hacer.

El Pontífice ha proseguido la homilía recordando que David llorando y con la cabeza cubierta deja la ciudad y hay quien le sigue para insultarlo. Entre estos, Simei le llama “sanguinario”, lo maldice. David acepta esto porque, tal y como ha afirmado el Papa, “si maldice es porque el Señor” se lo ha dicho.

El Papa ha proseguido explicando que “David sabe ver los signos: es el momento de la humillación en el cual él está pagando su culpa”. Y ha añadido: “este es el recorrido de David, desde el momento de la corrupción a este confiarse a las manos del Señor. Y esto es santidad. Esto es humildad”.

Yo –ha observado el Francisco– pienso en cada uno de nosotros, si alguno nos dice algo, algo feo”, “enseguida tratamos de decir que no es verdad”. O hacemos como Simei: “damos una respuesta más fea aún”.

Por otro lado, el Santo Padre ha aclarado que “la humildad solamente puede llegar a un corazón a través de las humillaciones. No hay humildad sin humillaciones y si no eres capaz de llevar algunas humillaciones en tu vida, no eres humilde”.

Finalmente, el Pontífice ha resaltado que “el único camino para la humildad es la humillación. El fin de David, que es la santidad, viene a través de la humillación. El fin de la santidad que Dios regala a sus hijos, regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar a la Cruz, injustamente”. Y este Hijo de Dios que se humilla –ha concluido– es el camino de la santidad. Y David, con su actitud, profetiza esta humillación de Jesús”.

El Obispo de Roma ha invitado hoy a pedir la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de entender que no es posible ser humildes sin humillación.

 

Las intenciones de oración del Papa para el mes de febrero

Proteger la creación y diálogo de la fe cristiana en Asia
La intención universal del apostolado de la oración del Santo Padre para el mes de febrero de 2016 es:
“Para que cuidemos de la creación, recibida como un don que hay que cultivar y proteger para las generaciones futuras”.

Su intención evangelizadora es: “Para que aumente la oportunidad de diálogo y de encuentro entre la fe cristiana y los pueblos de Asia”.

 

Formación permanente a los obispos para que sean ‘Testigos del Resucitado’

Presentan un libro con las actas del curso anual de formación de los obispos que se realiza en Roma
Testimoni del Risorto” (Testigos del Resucitado) es el nombre del libro que contiene las actas del curso anual de formación para los nuevos obispos y que ha sido presentado este lunes en la sala de prensa de la Santa Sede, por el cardenal Marc Ouellet, prefecto para la Congregación de los Obispos; el secretario de dicha congregación, monseñor Ilson Montanari, y monseñor Francisco Cacucci, obispo de Bari y relator en el curso anual.

El libro de 282 páginas, editado por la Librería Editora Vaticana, ha sido dedicado al papa Francisco “como signo de gratitud por su enseñanza sobre la identidad y misión del obispo”.

El libro inicia con el texto de la primera audiencia del papa Francisco a los obispos nombrados durante el último año, y sigue con las relaciones de los diversos obispos, partiendo por el cardenal Marc Ouellet, y seguido por los cardenales Gerhard Müller, Angelo Scola, Kurt Koch, Leonardo Sandri, George Pell y Jean Louis Tauran.

El cardenal Ouellet, inició recordando que estos cursos anuales iniciaron en el 2001, con el cardenal Giovanni Battista Re y que el próximo por lo tanto será la 16ª edición. En la base de los cursos está la Exhortación apostólica pos sinodal Pastori Gregis, que señala que “así como para los sacerdotes y las personas de vida consagrada, también para un obispo la formación permanente es una exigencia intrínseca a su vocación y misión”. Recordó además que “el obispo deberá sentir como un propio deber el de activarse personalmente para la constante formación integral”.

Estos encuentros, precisó, se realizan con el patrocinio de la Congregación de los Obispos y de la Iglesia Orientales y ocasionalmente con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Y que durante estos años por lo tanto, unos 1600 obispos han vivido en Roma esos 8 o 9 días de intercambio fraterno, conferencias, discusiones y especialmente el encuentro con el Santo Padre y representantes de la Curia romana y del episcopado mundial.

El purpurado señaló que desde el año pasado “hemos invitado a algunos obispos con unos cinco años de ministerio, a una pausa de reflexión y a compartir con el debido tiempo los ejercicios espirituales, con ayuda de los padre jesuitas”, una iniciativa que “fue muy apreciada”.

La formación permanente significa, precisó el número uno de la Congregación de los Obispos, aprender a dialogar más intensamente con el destinatario de nuestro servicio pastoral, porque “Dios mismo no quiere ser servido solamente por funcionarios competentes, sino por amigos fieles dispuestos a dar la vida por él”.  Además de aprender a dialogar con las otras Iglesias en espíritu de solidaridad episcopal.

El cardenal añadió que ‘ser testigos del Resucitado’ “significa todo esto y no solamente”, porque “ser obispo cada día es dedicarse a un ministerio difícil, que no puede ser vivido a no ser que sea en comunión con los otros gracias a una conciencia profunda de la identidad eclesial del pastor”.

Y concluyó indicando su gratitud al papa Francisco por su “ejemplo luminoso” que es incisivo a nivel universal, mucho más allá de las fronteras de la Iglesia.

Por su parte monseñor Montanari indicó que la presencia de estos obispos que vienen a Roma, ha permitido conocer más de cerca la situación de sus Iglesias, actualmente muchas veces en dificultad y en situaciones de minoría, para así estrechar con ellos una relación fraterna.

Precisó también que el ambiente en el que se realiza el congreso, en el seminario de los Legionarios de Cristo, “ha garantizado con éxito, el desarrollo con regularidad del simposio a lo largo de los años”.

Monseñor Francesco Cacucci quiso precisar que en un tiempo de superactivismo y de fragmentación, el obispo está llamado más que nunca “a ser hombre de síntesis y a ayudar a los hermanos y amigos sacerdotes a buscar lo esencial”. Y recordó en este sentido “la invitación del papa Francisco a vivir una sinodalidad efectiva”. Lo que quiere decir, “caminar juntos (sínodo), con los sacerdotes, consagrados y laicos”. Así como también destacó un tema difícil que es la relación autoridad-obediencia, y la obediencia con la renuncia consiguiente que puede implicar.

 

México: comienza la distribución de los boletos para los eventos del Papa

Se han impreso un total de 882,225 entradas en los que se especifica el evento, el lugar, el día, la hora de inicio de ingreso, la puerta de acceso y la zona
Faltan menos de dos semanas para que el papa Francisco llegue a México. Ya son miles de personas las que han manifestado su deseo de participar en alguno de los eventos que presidirá el Santo Padre durante su viaje apostólico. Por ello, las diócesis anfitrionas –México, Ecatepec, San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez, Morelia y Ciudad Juárez– han hecho grandes esfuerzos para aumentar los cupos en los lugares donde se realizarán las misas o encuentros.

Sin embargo, tal y como explica SIAME, el sistema informativo de la arquidiócesis de México, “para garantizar la seguridad y los servicios a las personas que participarán, se han tenido que limitar los cupos, teniendo en cuenta las disposiciones de Protección Civil,así como la implementación de baños, centros de hidratación, puestos de primeros auxilios, etc”. En este sentido, “para llevar un control se emiten los boletos gratuitos, de tal modo que no se tenga un sobrecupo que pudiera provocar alguna dificultad a los asistentes”.

De este modo, las diócesis anfitrionas y las comisiones o dimensiones episcopales involucradas enviaron por correo electrónico invitaciones a las diócesis del país para que les hicieran llegar las solicitudes de boletos que habían recibido, y, teniendo en cuenta la capacidad de cada lugar, “han propuesto una distribución equitativa que fue presentada el pasado 26 de enero al Consejo de Presidencia y al Consejo Permanente, que representa a las 18 provincias eclesiásticas que agrupan a las 93 diócesis de México”. Cada obispo, “determinará la manera de distribuir los boletos en su diócesis”.

En total se han impreso de 882,225 boletos, en los que se especifica la misa o evento, el lugar, el día, la hora de inicio de ingreso, la puerta de acceso, la zona y lo que se prohíbe introducir. Asimismo, “todos y cada uno de los boletos cuentan con candados de seguridad, según instrucciones del Estado Mayor Presidencial, a quien corresponde la coordinación de la seguridad del Papa y de todos los asistentes”.

En concreto, para la misa en la Basílica de Guadalupe se cuenta con 35.366 lugares. Para la eucarística en Ecatepec 300.000. Para la misa en San Cristóbal de Las Casas 10o.000. Para el encuentro con las familias en Tuxtla Gutiérrez se cuenta  con 109.199. Para la misa con sacerdotes, diáconos, consagradas, consagrados y seminaristas 22.000.

Para el encuentro con los jóvenes se han preparado 85.000. Para el encuentro con el mundo del trabajo en Ciudad Juárez son 3.650. Sin embargo, para la misa en Ciudad Juárez serán 210.760. El resto de los boletos se han preparado para los aeropuertos de llegada y salida del Santo Padre, así como para las Catedrales de San Cristóbal de Las Casas y Morelia.

 

Oriente Medio: Ayuda a la Iglesia Necesitada propone jornada de oración y ayuno por la paz

La iniciativa programada para el próximo miércoles de ceniza, recoge la propuesta de los patriarcas Louis Raphael I Sako y Gregorios III Laham
“Ayuda a la Iglesia Necesitada es como una madre para nosotros cristianos de Siria e Irak. Sin vosotros, muchos de nosotros estaríamos muertos o hubiéramos emigrado. Tenemos necesidad extrema de vuestra ayuda, pero lo que os pedimos ahora es la misericordia. Rezad y ayunad para que el Señor tenga misericordia de nosotros”.
Este es el llamamiento que ha llegado hasta Ayuda a la Iglesia Necesitada de parte de patriarca caldeo Louis Raphael I Sako que, junto al patriarca melquita Gregorios III Laham, ha enviado a benefactores, voluntarios, trabajadores y colaboradores de las 21 sedes de AIN en el mundo, para rezar y ayunar por la paz “en nuestras amadas naciones”.

Por esta razón,  AIN ha decidido promover una jornada mundial de oración y ayuno para la paz en Siria e Irak, para el miércoles de ceniza, 10 de febrero, invitando a todos los cristianos del mundo a adherirse a la iniciativa que lleva por título: ¿Llevarás su Cruz por un día? En el miércoles de ceniza reza y ayuna por Irak y Siria.

También se puede formar parte de la campa a través de las redes sociales, utilizando los hashtag #fastandpray #carrythecross y #AshWednesday.

Desde el inicio de la crisis siria en marzo de 2011, AIN ha realizado proyectos para apoyar a la población de Siria e Irak por un total de 27 millones y 670 mil euros.

 

Siria: Isis reivindica el atentado junto a la mezquita chiíta

Tres explosiones dejan al menos 70 muertos y un centenar de heridos. Mientras tanto, en Ginebra se retoma el debate sobre la situación de Siria entre el régimen y la oposición
Un nuevo atentado terrorista, reivindicado por el Estado Islámico, ha golpeado a Siria este domingo. Al sur de Damasco, tres explosiones cerca de la mezquita chiíta de Sayeda Zeinab, han provocado la muerte de unas 70 personas. Según la agencia Sana, que cita fuentes del Ministerio del Interior, los terroristas han hecho explotar primero un coche bomba cerca de una estación de autobuses. Justo después dos kamikazes se han inmolado, matando a las personas que se habían acercado para ayudar a los heridos. Más de cien personas han resultado heridas, y entre los muertos hay cinco niños.

Un acto que –ha denunciado la Alta representante de la Unión Europea para asuntos exterioes y la seguridad, Federica Mogherini– aparece como “un claro intento de interrumpir las conversaciones de paz” inter-sirias mediadas por la ONU, que se están celebrando en Ginebra. Hasta esta ciudad suiza ha llegado una delegación del Alto comité negociador de la coalición de la oposición siria. Las conversaciones se reanudaron en salas separadas, en un clima de fuerte desconfianza.
La mezquita donde ha tenido lugar el atentado es meta de peregrinación para los chiítas, no solo sirios. Ya en el pasado este lugar había estado en el punto de mira: la última vez fue en febrero de 2015, con un ataque kamikaze que mató a 4 personas e hirió a otras 13.

 

San Jean-Théophane Vénard – 2 de febrero

«Théophane aprendió a sublimar lo ordinario para convertirlo en extraordinario. Fue por ello un referente inequívoco para Teresa de Lisieux. Ella vio en el joven una persona sin aparente brillantez que, sin embargo, conquistó la santidad»
Las alas de la indecisión son los miedos. Los santos las cercenan. A la doctora de la infancia espiritual, Teresa de Lisieux, que se había propuesto sobrenaturalizar lo ordinario adentrándose con paso firme en este sendero de la perfección, le impactó sobremanera el gesto valiente de un niño que a sus 9 años tuvo claro que quería ser mártir, determinación que llevó hasta el final. Era Théophane, cuya festividad celebra la Iglesia junto a la de otros santos y beatos en este día de la Presentación del Señor. Y lo que especialmente llamó la atención de la santa al leer su vida, fue que, a diferencia de Luís Gonzaga -cuya trayectoria también conocía-, que había sido un prodigio de virtud, Théophane encarnaba a esa persona que sin brillantez especial alguna, al menos en apariencia, alcanza la santidad. Se sentía identificada con él y quiso emularle partiendo a las misiones. No pudiendo marchar, en su clausura se ofreció por estos misioneros.

Théophane nació en Saint-Loup-sur-Thouet, Francia, el 21 de febrero de 1829. De familia creyente, que le acompañó espiritualmente y apoyó en su vocación, a esa edad en la que los niños hacen de los juegos su principal ocupación, él ya centraba sus ojos escrutadores en todo lo que tuviera que ver con la fe. En particular le conmovían las noticias que los «Anales de la Propagación de la Fe» traían de las misiones, mientras pastoreaba un rebaño junto a su hermana Melania. Su tierna psicología no quedó dañada por los crueles martirios que conocía a través de este medio. Por el contrario, insufló en su ánimo el deseo de derramar su sangre por Cristo: «¡Yo también quiero ir a Tonkín, yo también quiero ser un mártir!». Tras una primera etapa académica, ingresó en el seminario de Montmorillon y prosiguió estudios en el seminario mayor de Poitiers. Luego se incardinó en la Sociedad de Misiones Extranjeras de París con la venia se su obispo y la previa autorización de su padre, que, aún con dolor, no dudó en desprenderse del hijo al que amaba de forma singular, prestándole incondicional apoyo: «Si sientes la llamada de Dios, cosa que no dudo, obedece sin vacilar. ¡Que nada te retenga! ni siquiera la idea de dejar a un padre afligido». 

En esa época Théophane había cambiado radicalmente. Cuando era colegial no estaba adornado de un carácter modélico; más bien cedía a la contrariedad fácilmente predominando en ciertos momentos su tendencia a la ira, al tiempo que exhibía alguna forma de rudeza en los gestos. La oscilación que sufría su conducta ponía de manifiesto una falta de madurez, y ello, unido a su facilidad para la réplica, suscitaba la preocupación del profesorado que le reconvenía. Luego, él mismo se percató de la urgencia de su conversión. Se habituó a rezar el rosario completo, hacía oración, se extremaba en la entrega cotidiana, y fue dando pasos hacia la perfección sin apenas darse cuenta.

La muerte de su madre, que se produjo cuando tenía 13 años, lo encontró dispuesto a afrontar con fortaleza esa difícil separación: «Revistámonos del escudo de la fe en esta ocasión; recurramos a la religión, pues ella sola puede consolarnos en nuestras penas…Y creo poder aseguraros que nuestra buena madre está en el cielo». Parecían las palabras de una persona adulta más que de un adolescente. Ello muestra el paso espiritual que había dado. Después, en el seminario se había caracterizado, sobre todo, por su alegría: «Es menester ánimo en la vida». «A pesar de todo: ¡Viva la alegría!». 

En el Seminario de Misiones Extranjeras de París le encomendaron la schola, donde disfrutaba del canto gregoriano por el que sentía predilección. Cuando estaba a punto de ser ordenado enfermó. Encomendándose a la Virgen superó un trance que había estado revestido de cierta seriedad, pero dejó su organismo minado para siempre. En 1851 recibió el sacerdocio, y al año siguiente se embarcó a Hong Kong. En 1854 se hallaba en su ansiado destino: Tonkín, lugar que consideraba «el camino más corto para ir al cielo». Antes de llegar ya sabía que su vida corría peligro. Durante seis años desarrolló su misión apostólica en la sombra, en medio de numerosos contratiempos, sin tener una morada fija, y soportando problemas de salud, como un asma persistente que le agotaba. El estudio de la lengua se le hacía cuesta arriba y así lo reconocía, pero sabía que era un instrumento necesario para poder evangelizar. Incluso tradujo dos libros del Nuevo Testamento.

Era una persona realista y valerosa, que dio pruebas de una fortaleza poco común cuando después de ser capturado a finales de noviembre de 1860 quedó apresado en una minúscula y opresiva jaula de bambú. En ella fue conducido a Hanoi donde fue condenado a muerte. Se liberó de tan inhumano encierro cuando fue ajusticiado. Dos largos e intensos meses que le sirvieron para trazar en la historia esas líneas magistrales de la santidad que rubrican la grandeza de un ser humano, contrapunto también a la barbarie de otros congéneres. Lejos de esta esclavitud atrozmente impuesta, cada día conquistaba palmo a palmo esa morada que le aguardaba en la vida eterna. Llevaba a cabo una apasionada labor evangelizadora, y en ella incluía una correspondencia epistolar de gran riqueza. Teresa de Lisieux, al conocerla, dedicó su oración a las misiones.

Gozosamente aguardó su muerte creyendo que un solo golpe certero bastaría para cercenar el último eslabón que le separaba de la gloria, y así lo comunicó por carta a su padre: «Un ligero sablazo separará mi cabeza, como una flor primaveral que coge el dueño del jardín para su agrado». Se equivocó. El 2 de febrero de 1861 después de negarse a pisotear la cruz de Cristo, un guardia beodo tuvo que asestarle nada menos que cinco golpes de espada para consumar la decapitación. Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 19 de junio de 1988.