Apenas quedan unos llamativos monolitos en las principales vías de entrada a la ciudad que recuerden la importancia que ha supuesto para Ávila la celebración del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Testigos regios con la imagen de la Santa andariega, que viven desde el silencio la calma y la serenidad ya recuperadas tras un año de bullicio en la capital amurallada, porque como toda buena obra que concluye, en octubre pasado cayó el telón sobre Ávila. Metafóricamente hablando, claro. Sin embargo, también como toda buena obra, ha dejado una huella difícilmente evaporable, una semilla que se ha plantado y que ahora tiene que ser cuidada con mimo para que, quién sabe si dentro de pocos años, pueda dar su fruto.

Ya lo apuntaba el Obispo de la diócesis abulense en su último encuentro con periodistas las pasadas navidades: “esto es sólo el comienzo. No volveremos a vivir otro año como éste en un futuro cercano, pero sí podemos seguir recogiendo los frutos que nos ha dejado el haber seguido los pasos y las enseñanzas de Santa Teresa”. Unas enseñanzas centradas en la oración, la vida fraterna, la austeridad, y el espíritu misionero. Precisamente ese ha sido el gran objetivo del V Centenario: mostrar la grandeza de Santa Teresa como mujer de Iglesia. Mientras hubo quienes intentaban destacar sin más sus múltiples virtudes, definiéndola como “mujer poliédrica” (escritora, emprendedora, reformadora), la Iglesia siempre fue al origen tuvo la intención de demostrar que todas esas virtudes provenían directamente de su encuentro personal con Dios: que si Santa Teresa logró lo que logró fue gracias a su vida de fe; y que si, desde luego, escribió bellos textos fue porque quiso comunicar la belleza de una relación con el Señor y compartirla con los demás. Y así, la diócesis de Ávila puso en marcha una misión evangelizadora enmarcada en la espiritualidad teresiana, buscando ser una “Iglesia en salida”, como nos ha pedido en varias ocasiones el Papa Francisco. Del “Ya es tiempo de caminar” que ha servido como lema de esta misión, vivida como una oportunidad para la renovación personal, hemos pasado ya al “Juntos andemos, Señor”, que marcará el devenir de la diócesis para el futuro. El V Centenario, en este sentido, ha supuesto el pistoletazo de salida para caminar hacia la senda de la nueva evangelización.

El desafío está lanzado, pero ¿cómo plasmar esta realidad? ¿Cómo seguir manteniendo vivo el espíritu del Centenario? Jorge Zazo lo tiene claro. Él fue el delegado de la diócesis abulense para los actos de esta efeméride teresiana, y ahora coordina la recientemente creada Comisión diocesana para la Nueva Evangelización. En ella, se busca profundizar “en lo que, durante este año y con la intercesión y el ejemplo de la Santa, hemos hecho para fomentar la conversión misionera de los bautizados y mejorar la eficacia de las estructuras pastorales”. Y avanza una novedad importante, expresada aún en modo de deseo, pero con ilusión de que pueda hacerse realidad en breve: “Dado el éxito evangelizador del Centenario, nos parecería interesante que Santa Teresa pudiera contar con un jubileo periódico. Esto permitiría presentar su figura y su doctrina de forma regular y frecuente, cosa especialmente interesante ante las circunstancias culturales que vivimos. Si la Santa Sede quisiera concedernos esta gracia, sería una muy buena noticia para todos”.

ÁVILA, ORGULLOSA DE SU ILUSTRE VECINA

“Hemos tenido un desbordamiento de vida cristiana”. Así calificaba recientemente Mons. Jesús García Burillo cómo ha sido este V Centenario para la diócesis que vio nacer a Teresa de Jesús hace casi 501 años. La metáfora fluvial ha sido utilizada en varias ocasiones por el propio Obispo, aludiendo al “río constante de gente” que inundaba las calles de la pequeña villa castellana cada fin de semana. Los lugares teresianos (el convento de La Santa, la Encarnación, San José, el monasterio de Gracia o el de Santo Tomás), las sedes de la muestra de las Edades del Hombre, los templos jubilares,… Todos ellos han sido testigos de la llegada de cientos de miles de peregrinos de los cinco continentes, dando testimonio de la universalidad de la figura de Santa Teresa. “Miles de visitantes sedientos de espiritualidad, de beber de la fuente de Teresa. Es muy enriquecedor ven gente que desde todos los lugares vienen con mucha fe a celebrar su fe junto a la Santa, cómo muchos han leído o se disponen a leer los escrito de Santa Teresa después de este año. ¡Esa es la mayor riqueza!”. Son las impresiones del carmelita David Jiménez, el Prior del convento erigido sobre la casa natal de Teresa de Jesús.

En 2015 Ávila fue el centro de la Iglesia en España y el mundo, configurando un verdadero torrente de vida en torno al ejemplo de una gran mujer. Sin embargo, aunque todos los abulenses nos sintamos orgullosos de la figura de Teresa de Jesús, un gran número no conocía a fondo su obra, sus logros, su vida. Un ejemplo lo tenemos en el famoso “Bastón de Santa Teresa”, que recorrió el mundo entero, dejándonos estampas de verdadera devoción teresiana. El Padre David asegura que esta reliquia ha ganado en conocimiento, pues “muchos abulenses no sabían de su existencia y menos de que se pudiera visitar aquí”. ¡Y eso que lleva entre los muros del convento desde el siglo XVI! Anécdotas aparte, este V Centenario ha supuesto “que la mayoría de los cristianos conozcan algunas de las claves principales de su doctrina de oración”, apunta Jorge Zazo. Y aún más allá, ha servido para lograr “una experiencia de comunión eclesial y de audacia evangelizadora. La multitud de peregrinos que nos ha visitado no ha dejado a nadie indiferente. Quizá el mayor don que nos ha concedido la Santa haya sido el de multitud de experiencias a través de las cuales católicos sencillos han descubierto que es posible hablar a otros de Jesucristo de forma que se provoque el encuentro real con Él”.

EL FUTURO DE LOS VOLUNTARIOS

Pero si hay una pregunta que se repita constantemente en la diócesis abulense es ¿qué va a pasar con los voluntarios del Centenario? ¿Dónde quedan ahora esas más de 500 almas que dejaron su esfuerzo y corazón para que este gran acontecimiento estuviera a la altura de las circunstancias? Desde luego la “marea azul” ya no será físicamente tan visible como en 2015, pero sí espiritualmente. Desde la diócesis, como explica Jorge Zazo, cuentan con ellos para ese camino hacia la nueva evangelización, y más ahora, durante las celebraciones del Año Jubilar de la Misericordia: “La Iglesia es una familia tan dinámica que no faltan mil proyectos en los que se ha solicitado y se solicitará la colaboración de todos para el anuncio de Jesucristo y para la promoción de la justicia, la fraternidad y el bien común. Para ellos sabemos que en Ávila hay un equipo fantástico de voluntarios abnegados, alegres, competentes, eficaces y sacrificados que están dispuestos a poner “lo poquito que hay en ellos” -como lo diría santa Teresa- para hacer de este mundo un lugar más acorde con lo soñado por Dios”.

Muchos de esos voluntarios siguen prestando un importante servicio pastoral en sus comunidades, ya que la mayoría de ellos “ya estaban implicados en las distintas realidades de la Diócesis. Ellos han prestado este año su servicio como parte de su compromiso eclesial, que ahora continúan de la forma ordinaria en que venían haciéndolo”. Pero la grandeza de este Centenario es que, en ese amplio número de voluntarios, ha habido un grupo de personas“que no tenían una especial vinculación previa con la Iglesia y que, a partir de su contacto con otros voluntarios, creyentes convencidos y “amigos fuertes de Dios”, han revitalizado su fe y su pertenencia a una comunidad concreta”. Ese es el poso del que hablábamos al principio de este artículo: la semilla plantada por las propias manos de Teresa de Jesús, que ahora debemos cuidar para que florezca. Ojalá que este V Centenario haya supuesto para la Iglesia española en general, y la Iglesia de Ávila en particular una verdadera primavera y un estímulo para continuar por la senda iniciada por Teresa hace 500 años. Bueno, ya casi 501.