La gijonesa Teresa García Paquet es Responsable de Márketing de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN).

¿Cómo llegó a AIN, desde Gijón?

Después de realizar mis estudios de periodismo, en Navarra, decidí cursar un Máster sobre Márketing en Barcelona. Al cabo de unos años, viviendo ya en Madrid, una antigua compañera del máster que era y es la delegada de AIN en Cataluña, me habló de esta fundación. Llegué a AIN en el momento oportuno, cuando necesitaban un apoyo precisamente en ese área.

¿Cómo definiría esta fundación?

Su definición más institucional es que se trata de una organización de la Santa Sede para ayudar a la Iglesia necesitada o que sufre persecución en cualquier parte del mundo. Pero para mí, AIN es el soporte que los cristianos que más sufren en el mundo tienen en Occidente para darles voz y contar su realidad. Siempre digo que AIN tiene que estar en segundo plano; nosotros no somos los protagonistas, sino todo lo contrario, porque si alguien tiene que ser protagonista en todo esto debe ser la Iglesia necesitada, y también los benefactores. Ellos nos dan un testimonio de entrega, de humildad y de servicio excepcional. Nosotros, en medio, los afortunados, porque vemos la cara y ojos del anónimo que ayuda, o de los cristianos que visitamos en sus países de origen.

A pesar de que AIN acaba de cumplir 50 años, lo cierto es que ha empezado a darse a conocer al gran público hace relativamente poco.

Es verdad, porque cuando yo entré, hace 6 años, y le decía a la gente dónde estaba trabajando, a nadie le sonaba. Sin embargo en estos últimos años ha empezado a darse a conocer. Yo creo que en la Iglesia no sólo basta con hacer el bien, sino que hay que hacer el bien, muy bien. Y me parece que esas son las miras que se tiene en AIN, y por eso este tipo de instituciones, además de tener un gran equipo de voluntarios, necesita un equipo de personas profesionales, por muchos motivos, y el principal es que estamos gestionando el dinero de otros. El saber llevar el mensaje de esa iglesia que sufre a Occidente, lleva implícito también que además de ser profesionales seamos personas de fe, de Iglesia, que creamos en la oración que mueve montañas, y trabajar de cara a Dios y tenerle a Él presente en todo lo que hacemos.

Hace tan sólo unos días la Conferencia Episcopal os entregó el Premio ¡Bravo! por vuestra campaña de Navidad con los cristianos de China. ¿Qué supone este reconocimiento?

Es un empuje en toda nuestra labor. Pero los verdaderos protagonistas de este premio son los cristianos, en este caso de China. En el fondo lo que nos llena de orgullo es que, a través de premios como éste podamos dar voz a esa Iglesia tan oculta, tan escondida y tan sufriente como es la de China, con cristianos que viven su fe en la clandestinidad, como lo hacían los primeros cristianos en las catacumbas. Este premio nos dice que parece que vamos por el buen camino, y más cuando es la propia CEE la que te lo está valorando.

Sobre un mapa del mundo ¿dónde situarías las líneas rojas de la persecución religiosa?

Pues sin lugar a dudas, donde más nos lo están transmitiendo los medios es en Siria, Iraq y Oriente Medio en general. Pero tampoco podemos olvidar a los cristianos de África: la República Centroafricana, Sudán del Sur, Nigeria –que es una Iglesia que sufre una bestialidad–, en Eritrea también sufren muchísimo, y después en Pakistán –todos conocemos el caso de Asia Bibi–… China es uno de los países donde los cristianos sufren lo indecible, porque es una Iglesia clandestina, donde hay que celebrar misa en viviendas particulares con las persianas bajadas, donde un sacerdote y una monja no pueden ir vestidos de sacerdote y monja por la calle, o en Egipto, donde eres considerado un ciudano de segunda por ser católico y no puedes acceder a ciertos estudios universitarios, a ciertos trabajos, o donde llevar una cruz colgada al cuello puede suponer la muerte.

¿Cómo es posible soportar tanto sufrimiento sin perder la fe?

Yo he estado en África, en la India y en Iraq con gente que lo ha perdido todo por su fe, y desde luego necesitan tiempo para perdonar, pero muchos reconocen haber crecido en su proximidad a Dios. Recuerdo, cuando tuvimos la visita del obispo de Iraq, Mons. Barda, que le preguntábamos si su pueblo no se enfadaba con Dios. Y él nos respondía: “Esa pregunta os la hacéis sólo en Occidente, porque allí todos estamos muy cerca de Dios. Cuando tú dices que eres católico, es que eres católico de verdad, con tus defectos, pecados y debilidades, pero Dios está presente en tu vida. La pregunta que os tenéis que hacer en Occidente es cuánto de cerca o de lejos estáis vosotros de Dios, porque el problema sois vosotros, que estáis muchas veces alejados: Dios siempre está cerca”.

(Arzobispado de Oviedo)