Si pensamos que nacer en África y ser pobre es la máxima expresión del sufrimiento humano estamos equivocados. Ser pobre, africano y enfermo mental roza el límite de lo que puede considerarse insoportable. Y esta es la realidad para millones de africanos que no han tenido la fortuna de cruzarse en su camino con Grégoire Ahongbonon.

Hace 30 años, este sencillo hombre, reparador de neumáticos y padre de familia, dio un vuelco a su vida cuando creyó que esta había perdido su sentido. Grégoire y su familia, desde ese día, han conseguido devolver su humanidad a más de 30.000 personas con enfermedad mental.

Una vida con enfermedad mental está llena de dificultades en cualquier parte del mundo. En África, el estigma lleva a las familias a recluirlos por vergüenza o superstición o son abandonados y vagan por las calles buscando en la basura algo que llevarse a la boca. También los encontramos dejados a su suerte y amarrados por los pies a un árbol. Ante tanta indignidad, Grégoire no quiso quedase indiferente.

Hoy diversos centros de la Asociación Saint Camille repartidos por África acogen a estos enfermos. Allí se les proporciona medicación y alimentos, aprenden un oficio y cuentas con atención profesional, pero lo más importante es que son tratados con la dignidad que cualquier ser humano merece y muchos son recuperados para la sociedad.

Grégoire se ha embarcado en la construcción de un nuevo centro en Porto Novo, capital de Benín. La ONG CESAL se une a su labor para conseguir romper las cadenas de la marginación para muchos enfermos de África. Y para poder llevarlo adelante, Grégoire y CESAL necesitan ayuda. Toda la información en www.cesal.org. Incluye los detalles sobre una cena benéfica que se va a celebrar en Madrid el próximo sábado, día 5 de marzo.