Servicio diario - 21 de marzo de 2016


 

Migrantes, niños abusados y familias rotas en el centro del Vía Crucis
Rocío Lancho García | 21/03/16

(ZENIT – Roma).- Los migrantes víctimas de la indiferencia colectiva, los niños violados en su intimidad, los cristianos perseguidos en distintas regiones del mundo, los judíos exterminados en campos de concentración, las familias destrozadas y los poderosos que usan su supremacía sobre los más débiles. Son algunos de los dramas que aparecen en las meditaciones del cardenal Gualtiero Bassetti para el tradicional Vía Crucis en el Coliseo del Viernes Santo en Roma.
Serán catorce meditaciones que acompañarán a las catorce estaciones.“Dios es misericordia” es el título que el arzobispo de Perugia ha dado a sus reflexiones, para garantizar que es esta la verdadera esencia de Dios, así como el canal con el que Él alcanza al hombre.
Sin embargo, se plantea preguntas como ¿dónde está Dios en los campos de concentración? ¿dónde está Dios en las minas y en las fábricas donde trabajan niños como esclavos? ¿dónde está Dios en las embarcaciones que se hunden en el Mediterráneo?
“Hay situaciones de sufrimiento que parecen negar el amor de Dios”, observa. Pero no son estas el epílogo: “Jesús cae bajo el peso de la cruz, pero no se queda aplastado”, escribe el cardenal en la III estación. “Cristo está allí, descartado entre los descartados. Último con los últimos. Náufrago entre los náufragos. Dios se hace cargo de todo esto. Un Dios que por amor renunciar a mostrar su omnipotencia. Pero también así, precisamente así, caído en la tierra como un grano de trigo, Dios es fiel a sí mismo: fiel en el amor”.
Y Dios –subraya el purpurado en la IV meditación– se ensucia las manos con nosotros, con nuestros pecados y nuestras fragilidades. El sufrimiento que “cuando llama a nuestra puerta, nunca es esperado. Aparece siempre como una constricción, a veces incluso como una injusticia” y que “puede encontrarnos dramáticamente no preparados”.
Como por ejemplo “una enfermedad que podría estropear nuestros proyectos de vida”. “Un niño discapacitado podría turbar los sueños de una maternidad muy deseada. Esa tribulación no querida llama, sin embargo, con fuerza al corazón del hombre”. Entonces “¿cómo nos comportamos frente al sufrimiento de una persona amada? ¿Estamos atentos al grito del que sufre pero vive lejos de nosotros?”.
La respuesta a estas cuestiones aparece en la V estación. El Cirineo –indica el cardenal– nos ayuda a entrar en la fragilidad del alma humana y pone de relieve otro aspecto de la humanidad de Jesús. Incluso el Hijo de Dios ha necesitado de alguien que le ayudara a llevar la Cruz”. El Cirineo es por tanto “la misericordia de Dios que se hace presente en la historia de los seres humanos”.
Dios, escribe el arzobispo en la VI meditación “se manifiesta siempre como un rescatador valiente”. ¿Para quién? Para todos, en particular para “los millones de refugiados y desplazados que huyen desesperadamente del horror de las guerras, de las persecuciones y de las dictaduras”. “¿Cómo no ver el rostro del Señor en sus rostros?”, se pregunta.
Hace referencia también al gesto de la Verónica: “El amor que esta mujer encarna nos deja sin palabras”, “el amor la hace fuerte para desafiar a los guardias, para superar la multitud, para acercarse al Señor y realizar un gesto de compasión y de fe: parar la sangre de las heridas, secar las lágrimas del dolor, contemplar ese rostro desfigurado, detrás del cual está escondido el rostro de Dios”.
En la X estación, Jesús es despojado de sus vestiduras, el cardenal explica que “ese cuerpo que el Padre ha ‘preparado’ para el Hijo” es “despreciado, ridiculizado y maltratado”, pero en él “se cumple la divina voluntad de salvación de toda la humanidad”, en él se expresa “el amor del Hijo hacia el Padre y el don total de Jesús a los hombres”.
Ese cuerpo despojado de todo menos del amor encierra en sí el inmenso dolor de la humanidad y cuenta todas las heridas”. Sobre todo las “heridas más dolorosas” como las de “los niños profanados en su intimidad. Ese cuerpo mudo y sangrante, flagelado y humillado, indica el camino de la justicia. La justicia de Dios que transforma el sufrimiento más atroz en la luz de la resurrección, asegura el cardenal.
Más adelante habla de las familias rotas, de las personas que sufren porque “creen que ya no tienen dignidad porque no tienen un trabajo”. Y de los jóvenes que “obligados a vivir una vida precaria”, “pierden la esperanza por el futuro”.
Por misericordia, “Dios se ha abajado” hasta “postrarse en el polvo del camino”. Y a este polvo bendecido, ultrajado, violado y depredado por el egoísmo humano, “el Señor ha reservado su último abrazo”. Jesús muere en la cruz, pero ¿es esta la muerte de Dios? El cardenal asegura que no lo es: “es la celebración más alta del testimonio de la fe”.





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El Papa reza por las víctimas del accidente de tráfico en España
Rocío Lancho García | 21/03/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha mostrado su cercanía con las jóvenes víctimas del grave accidente de tráfico que ocurrió este domingo en Freginals, cerca de Tarragona. Lo ha hecho a través de un telegrama, firmado por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y dirigido a monseñor Enrique Benavent Vidal, obispo de Tortosa.
De este modo, en el mensaje difundido hoy por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, se indica que el Santo Padre “vivamente apenado al conocer la dolorosa noticia del trágico accidente de tráfico ocurrido en la localidad de Freginals, que ha ocasionado la muerte de un grupo de jóvenes estudiantes” ofrece sufragios por el eterno descanso de los fallecidos. Al mismo tiempo manifiesta “sus deseos de una pronta recuperación de los heridos”.
En el telegrama, también pide al obispo transmitir “el sentido pésame de su Santidad, junto con expresiones de cercanía y consuelo a los familiares que lloran tan irreparable pérdida”. Finalmente pide al Señor “que derrame sobre ellos los dones de la serenidad espiritual y de la esperanza cristiana, en prenda de lo cual les imparte de corazón la confortadora bendición apostólica”.
La tragedia se produjo el domingo por la mañana. El autobús siniestrado formaba parte de una expedición de cinco vehículos que habían sido contratados por varias universidades catalanas para un viaje de ida y vuelta de Barcelona a Valencia. Las universidades habían programado una visita a las Fallas para los alumnos extranjeros que se están cursando sus estudios con la beca Erasmus en la ciudad catalana.
El accidente, que deja hasta el momento 13 fallecidos y 44 heridos, ocurrió minutos antes de las seis de la mañana, cuando el conductor dio un “volantazo”, atravesó la mediana de la autopista y volcó, colisionando con otro vehículo que venía en sentido contrario.





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Fátima: Celebran el centenario de las apariciones del Ángel de la Paz
Sergio Mora | 21/03/16

(ZENIT – Roma).- El Santuario de Fátima celebra hoy, lunes 21 de marzo, el centenario de las tres apariciones del Ángel de la Paz a los tres pastorcillos, Lucía, Francisco y Jacinta, evento que precedió a las seis apariciones de la Virgen María, que iniciaron el 13 de mayo de 1917 en Cova de Iría y se prolongaron durante ese año. El programa comienza por la noche en la Capilla de las Apariciones, siguiendo una procesión mientras se reza el rosario.
Así lo indicó la web del Santuario de Fátima, recordando que no se conoce la fecha exacta de la primera aparición del Ángel, pero sí, a partir de los recuerdos de sor Lucía, que fue durante la primavera de 1916, evento que se repitió dos veces más.
“El Ángel al anunciarse tres veces a los videntes, los convoca para un aspecto central del mensaje de Fátima, la adoración, que se ve reflejada en la oración que el Ángel le enseña a los tres niños: ‘Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo’”.
En la primera aparición del mensajero de Dios a los tres pastorcitos portugueses, ellos vieron a un hombre joven, más blanco que si hubiera sido de nieve cuando el sol la vuelve transparente. “Llegando cerca de ellos les dijo: No teman, yo soy el Ángel de la Paz” (Memoria II).
El artículo en la web del Santuario recuerda que “en el verano de 1916, junto al pozo de agua, el Ángel se apareció nuevamente a los tres videntes para pedirles que recen mucho: “¿Qué hacen? Oren, oren mucho. Los Sagrados Corazones de Jesús y María tienen designios de misericordia para vosotros”.
Y les pidió: “Ofrezcan constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios. A partir de ese momento comenzamos a ofrecer al Señor todo lo que nos mortificaba, pasando horas seguidas postrados por tierra, repitiendo la oración que el Ángel nos había enseñado”, recuerda la hermana Lucía.
Cuando fue la última aparición del Ángel, los tres niños estaban rezando la oración que el mensajero Divino les había enseñado, cuando al levantarse lo vieron.
La hermana Lucía cuenta que “el Ángel tenía un cáliz en su mano izquierda, en el que estaba suspendida una hostia, de la cual caían algunas gotas de sangre en el cáliz. La fuerza de la presencia de Dios era tan intensa que nos absorbía y nos aniquilaba casi completamente”.
El rector del Santuario de Fátima, el padre Carlos Cabecinhas, declaró que este es un “momento importante del calendario del Santuario, similar a lo que ocurre con la memoria de las seis apariciones de la Virgen”. La fecha elegida para la celebración de esta tradición fue el 21 de marzo a principios de primavera, “ya que el día exacto de las tres visiones del ángel no es indicado ni en las memorias de sor Lucía, ni en los interrogatorios a los videntes y a sus familiares”, dijo el rector.





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Los obispos argentinos piden no olvidar la ruptura democrática
Redaccion | 21/03/16

Los obispos argentinos, reunidos en la 173º reunión de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, hicieron una declaración con motivo de los 40 años de la ruptura del orden institucional que se registró el 24 de marzo de 1996, cuando las Fuerzas Armadas del país tras un golpe de estado depusieron al gobierno de Isabel Perón. La escalada de violencia que inició con manifestaciones de protesta seguidas por actos terroristas, desató una represión o ‘guerra sucia’, que terminó siendo terrorismo de estado.
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas constató más de 9.000 casos de personas desaparecidas, mientras que los organismos de derechos humanos hablan de más de 30.000.
“No podemos dejar de preguntarnos –señalan los obispos– cómo se pudo llegar al período más oscuro de nuestra historia. Sus consecuencias de enfrentamientos, dolor y muerte aún permanecen y se nos presentan como un pasado que tenemos que afrontar y sanar”.
Sobre los archivos del Vaticano de este período, el secretario general de la Conferencia Episcopal Argentina, Carlos Malfa, después de ver al papa Francisco en el Vaticano, declaró a la agencia Télam que la Iglesia y la Santa Sede están los están ordenando conjuntamente para ponerlos a disposición de los interesados, si bien reconoció que “lleva su tiempo porque implica la lectura y clasificación de los documentos”.
A continuación el texto del comunicado de la Conferencia Episcopal Argentina:
“El próximo 24 de marzo se cumplen cuarenta años de la ruptura del orden constitucional y del estado de derecho. Un hecho que nunca más se debe repetir ni podemos olvidar.
Era un momento complejo y difícil para toda la sociedad. Argentina vivía una escalada de violencia que culminó en el terrorismo de estado, protagonista de crímenes de diversa índole, entre ellos: la tortura, el asesinato, la desaparición de personas y el secuestro de niños.
Los argentinos no podemos dejar de preguntarnos cómo se pudo llegar al período más oscuro de nuestra historia. Sus consecuencias de enfrentamientos, dolor y muerte aún permanecen y se nos presentan como un pasado que tenemos que afrontar y sanar.
La vuelta a la democracia marcó el inicio de un camino de verdad, de justicia y de encuentro entre todos, que urge seguir transitando, para alcanzar la concordia y la amistad social.
El reconocimiento del valor de la vida, de la dignidad y de los derechos inalienables de la persona constituye la base indispensable de toda convivencia humana y del destino feliz de un pueblo.
La memoria del 24 de marzo, este año, coincide con la celebración del Jueves santo, día de dolor y de traición, pero también día en que Jesús manifestó su amor hasta el fin entregando la vida por nosotros. En su Sangre hemos sido reconciliados. “Cristo es nuestra paz” (Ef 2,14) y el fundamento de una esperanza que nos impulsa a construir una sociedad auténticamente humana.
Su ejemplo nos ayuda a cicatrizar nuestras heridas en la verdad, el arrepentimiento, la reparación en justicia y el anhelo de alcanzar misericordia”.





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El mayor sistema de riego por aspersión de América Latina gracias a Manos Unidas
Redaccion | 21/03/16

(ZENIT – Roma).- Este martes, 22 de marzo, se celebra el Día Mundial del Agua 2016, para el cual las Naciones Unidas ha propuesto como tema de este año, “Agua y empleo”. Un tema que preocupa profundamente a Manos Unidas, la ONG católica de ayuda internacional al desarrollo, que en los últimos 12 años han destinado unos 27 millones de euros para financiar 393 proyectos relacionados directamente con el agua.
Para Fidele Pogda, coordinador del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas, “el origen y sentido de este día, que nace en 1993, es la constatación de que, a pesar de ser un elemento indispensable para la vida, el agua sigue siendo un recurso al que demasiadas personas en el mundo no tienen acceso”.
Así, explica que en Manos Unidas “creemos en la imperiosa necesidad de cuidar uno de los bienes más preciados que tenemos: el agua”. Para ello –añade– educamos y promovemos proyectos para el uso y el reparto solidario del agua, convencidos de que entre todos podemos conseguir un mundo más justo y equilibrado, donde todos podamos disfrutar dignamente de los bienes de la tierra y vivir en armonía con la creación. “Pues el problema del agua descansa también en una falta de conciencia de la gravedad de nuestras conductas”, precisa Pogda.
En los últimos 12 años, Manos Unidas ha financiado 393 proyectos relacionados directamente con el agua: 151 en el sector agropecuario, por un importe de 13.410.908 euros, y 242 en el sector sanitario, por un importe de 13.427.531 euros. Uno de ellos, y quizá uno de los de mayor envergadura, se sitúa en Ecuador, y constituye el mayor sistema de riego por aspersión de América Latina.
Manos Unidas, que cuenta con una larga trayectoria de trabajo en Ecuador, “ha apostado siempre porque sus proyectos formen parte de las políticas de desarrollo local, tratando de involucrar las intervenciones en las dinámicas del Sistema de Planificación Local Participativa que actualmente existe en Ecuador”. A partir de esta estrategia nació el programa Convenio“Alli Pacha”, que en kichua significa “tiempo y tierra buena”. “Un convenio de trabajo colaborativo, de cinco años de duración, finalizado en 2015, puesto en marcha por la Fundación MCCH (Maquita Cushunchic Comercializando como Hermanos) y la Central Ecuatoriana de Servicios Agrícolas (CESA), que juntas conformaron el Consorcio MCCH-CESA, apoyado económicamente por Manos Unidas y por la Cooperación Española (Agencia Española de Cooperación Internacional y Desarrollo), que ha abarcado distintas intervenciones”, explica la ONG.
“Todas las personas de las comunidades que participamos en el proyecto entendimos que la unión hace la fuerza; pero no entendíamos la magnitud de dicho proyecto. Solo teníamos las ganas de hacerlo. Caída tras caída… alzábamos la vista, respirábamos profundo y la fuerza venía otra vez a nosotros, y seguíamos caminando con los tubos al hombro para hacer realidad el sueño de más de una generación que ha pasado por estas tierras”, aseguran los beneficiarios del proyecto.
Carlos Vicente Alconcé, técnico de Manos Unidas, expatriado en Ecuador para coordinar desde allí el proyecto indicó que “esta gente, por muchos años han perseguido el sueño de agua, porque con el agua hacen realidad una vida más plena. Lo han luchado, lo han peleado, y ahora compartimos la alegría de que lo han conseguido”.





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Francisco recibe a la familia reinante de Luxemburgo
Sergio Mora | 21/03/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este lunes en el Vaticano al jefe de Estado de Luxemburgo, el gran duque Enrique de Luxemburgo, acompañado por su esposa cubana, María Teresa Mestre Batista, sus cinco hijos –tres de ellos acompañados por sus consortes– y tres nietos, y el capellán de la corte.

Monarcas de Luxemburgo conversan en español y francés con el papa Francisco
Una audiencia en el Palacio Apostólico con un tono muy familiar, según indicaron los periodistas que presenciaron parte del encuentro. Apenas llegaron, el monarca saludó en inglés, ella en español mientras que la audiencia fue parte en español y otra en francés, gracias a la colaboración de un intérprete. La duquesa vestía de blanco, privilegio otorgado por la etiqueta del Vaticano a las soberanas católicas, y el resto de las señoras usaban vestidos de color negro.
Ambos cónyuges, que se conocieron en Ginebra en la facultad de Ciencias Políticas y se casaron en 1981, conversaron en privado con el Santo Padre, y al final intercambiaron regalos, en una audiencia que duró unos 25 minutos.
Concluida la parte privada de la audiencia, el gran duque Enrique, quien se encuentra al mando desde el 2000 en el pequeño país de Europa del norte tras de la abdicación de su padre, le regaló una foto de su familia, con los cinco hijos y consortes, con la dedicatoria: “A nuestro Santo Padre Francisco con el respetuoso y filial cariño de toda nuestra familia”.
El Papa saludó también a los tres nietos, la más pequeña de unos dos años, vestida de blanco con una cinta y moño rosado. Finalmente, el Santo Padre les regaló la medalla del pontificado, y los documentos pontificios Laudato Si’ y Evangelii Gaudium.
La audiencia concluyó con una bendición que el Pontífice impartió a toda la familia, seguida por el pedido “y por favor recen por mí”, dicho en francés. Respondieron con “cuente con ello” y “gracias por todo lo que hace por la Iglesia y por el mundo”.
El gran ducado de Luxemburgo, es una monarquía constitucional que forma parte de la Unión Europea, ente que tiene varias sedes en su capital. Pertenece también a la ONU, OTAN. Cuenta con medio millón de habitantes, así como una economía desarrollada y según el Banco Mundial es el país con mayor renta per capita del mundo.





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Cracovia 2016: La “llama de la misericordia” en las manos de los jóvenes de todo el mundo
Luca Marcolivio | 21/03/16

(ZENIT – Cracovia).- “Esta Jornada Mundial de la Juventud será la cita más importante de todo el Año de la Misericordia”. No tiene ninguna duda el cardenal Stanisław Dziwisz, secretario de Juan Pablo II durante treinta años, y hoy arzobispo de Cracovia, en la que fue diócesis del Papa polaco.
En una entrevista concedida a ZENIT y a otros cuatro medios italianos, recibidos en la curia arzobispal de Cracovia, el purpurado polaco expresó gran optimismo a propósito del éxito de un evento que se prevé histórico por mucho motivos: es la primera JMJ que se celebra en la diócesis de origen de su fundador, además de la primera después de su canonización.
Pero hay otra ‘coincidencia’ que no pasa desapercibida para el cardenal Dziwisz: el tema de la Misericordia, centro del Jubileo que se está celebrando, se une a las revelaciones del Jesús Misericordioso a santa Faustina Kowalska, que tuvieron lugar precisamente en la diócesis de Cracovia, en los años 30 del siglo pasado: “Jesús ha dicho que de este lugar surgirá una llama en todo el mundo, para preparar al mundo al último encuentro con Él”.
Del 26 al 31 de julio, Cracovia se prepara para recibir a jóvenes de 174 países del planeta, llamados, explicó el cardenal, a “compartir esta llama de la misericordia” y llevarla en un mundo que “necesita paz” y que como la misma santa Faustina recordaba, no podrá nunca encontrar la paz “si no es dirigiéndose a Jesús Misericordioso”.
El optimismo de Dziwisz se funda en la conciencia de que Polonia representa un baluarte ante la secularización de Europa, donde en los últimos decenios, en un escenario de “renovación espiritual”, han nacido muchos movimientos eclesiales — también defendiendo la vida– que no olvidan un dato importante: “Europa está fundada en raíces cristianas”.
No es casualidad que, en particular en muchas zonas en el sur del país, el porcentaje de los católicos practicantes está entre el 70 y 80 por cimento de la población, mientras que en Cracovia está entorno al 50 por ciento.
Polonia, por tanto, más que otros países, está luchando por “conservar los valores cristianos” a partir de la sacralidad de la vida, como demuestra la baja tasa de abortos y de divorcios y la ausencia del horizonte de cualquier debate sobre matrimonio homosexual.
“Algunos poderes fuertes quieren imponernos estilos de vida que no compartimos”, observó el arzobispo de Cracovia, subrayando también que la defensa de la vida y de la familia son “principios fundamentales para el futuro de Europa”, por tanto, bajo su punto de vista, es “útil, necesario y muy bonito” que varios gobiernos de Europa del Este –el polaco en primer lugar– están llevando adelante este tipo de políticas.
Polonia, comentó el ex secretario de Juan Pablo II, es un país que se siente preparado para la acogida de migrantes y refugiados: “Estamos muy abiertos a acoger con prudencia y responsabilidad. Es importante darles alojamiento y trabajo. También nuestros compatriotas fueron inmigrantes en el pasado, a menudo por motivos políticos: lo que un día recibimos, ahora tenemos que darlo a los otros”.
Volviendo a hablar de la JMJ, Dziwisz subrayó cómo estos encuentros son fundamentalmente para que los jóvenes que participan “vuelvan más comprometidos y alegres”. Las JMJ, según el arzobispo de Cracovia, favorecen “las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada” y el nacimiento de “tantas bonitas amistades”, además de noviazgos y matrimonios. “Con todos estos buenos frutos, podemos realmente contar con nuestros jóvenes”, comentó el ex secretario de Juan Pablo II.
ZENIT hizo al arzobispo de Cracovia las siguientes preguntas:
Vista la colocación geográfica de vuestra diócesis, ¿cree que la JMJ que están preparando se pueda convertir en una ocasión de encuentro con jóvenes de Europa oriental, quizá también ortodoxos?
— Cardenal Dziwisz: Desde este punto de vista, estamos siempre muy abiertos. La JMJ de Czestochowa en 1991, fue la primera que se celebró en la Europa del este y, ya entonces, participaron jóvenes de Bielorrusia, Ucrania y Rusia, por un total de unos 200 mil peregrinos. Ahora, 25 años después, esperamos que también lleguen a Cracovia jóvenes de estos países: tendremos que ayudarles y ayudar a sus gobiernos para que hagan de todo para hacerles venir a nuestro país y les concedan los visados para viajar.
¿Teme que el conflicto ruso-ucraniano puede tener un efecto desalentador?
— Cardenal Dziwisz: Sin duda este conflicto puede crear dificultad para los jóvenes ucranianos pero nosotros –lo repito– seremos muy inclusivos.
¿Cree que sobre el actual Pontífice pueda pesar la comparación con su ilustre predecesor?
— Cardenal Dziwisz: ¡Polonia acogerá al papa Francisco de forma maravillosa! Somos cristianos, por tanto para nosotros el Papa es el Papa, independientemente de cuál sea su nombre. Poco después de su elección, por ejemplo, también acogimos al papa Benedicto XVI. Queríamos mostrar que para nosotros el Pontífice es el Pontífice. Por tanto, el papa Francisco será recibido con mucha cordialidad y debo decir que hacía mucho que lo esperábamos.
¿Hay algo que echa de menos de Juan Pablo II de forma particular?
— Cardenal Dziwisz: En realidad lo siento muy presente, aunque no sea físicamente. Él estaba verdaderamente unido a Dios. Hay siempre mucha gente que reza a san Juan Pablo II, lo invoca, le pide gracias. Ha hecho numerosos milagros: muchas parejas no conseguían tener hijos, hoy se dirigen a él para pedir esta gracia y a menudo la obtienen. Hay quien ha pedido la gracia de una sanación de cáncer y la ha obtenido. Un caso llamativo fue el de esa mujer que tenía que operarse de un tumor en el cerebro: cuando le abrieron la cabeza, no encontraron nada… Para la canonización han reconocido un solo milagro atribuido a Juan Pablo II, pero él ha hecho muchos más.






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La labor principal de la Iglesia contra la pedofilia es crear conciencia
Sergio Mora | 21/03/16

(ZENIT – Roma).- La Comisión Pontificia para la protección de los menores, señaló el 16 de febrero pasado que es una obligación moral denunciar a las autoridades civiles si existe sospecha fundada de un caso de abusos a menores. Sobre esta nueva norma y sobre el esfuerzo que la Iglesia está haciendo para que nunca más se repitan los casos de abusos sexuales contra menores, el sacerdote argentino Miguel Yáñez, uno de los primeros integrantes de esta Comisión, concedió esta entrevista a ZENIT que compartimos aquí con nuestros lectores.

El padre Miguel Yañez en su oficina de la Universidad Gregoriana
La Comisión Pontificia para la protección de los menores indicó la obligación moral de denunciar si se sospecha seriamente, ¿para quién vale esta indicación?
— Padre Yáñez: Para todo aquel que esté colaborando en una estructura eclesial. Lo primero que recomendamos delante a una víctima, es la denuncia en el ámbito eclesial, para que el obispo pueda abrir un proceso canónico. Y para ello el obispo tiene que cerciorarse de que la denuncia es fundada y tiene que hacer su denuncia también a la justicia civil. En primer lugar la denuncia correspondería a la víctima o quien está a su cargo si es menor. Pero no puede quedar en el ámbito eclesiástico solamente, porque además de miembros de la Iglesia somos ciudadanos. No podemos ocultar al poder civil a un delincuente.
¿Cómo queda el secreto de confesión de un obispo si un sacerdote pedófilo se ha confesado con él?
— Padre Yáñez: Hay una regla prudencial no escrita por la cual el obispo no debe confesar a sus sacerdotes, lo mismo vale para los superiores religiosos. De esta manera tiene libertad para actuar frente a problemas que pudieran existir.
¿Es suficiente alejar a un abusador de su encargo?
— Padre Yáñez: No, porque además ya se conoce que en muchos casos el perfil de los abusadores es serial. Ahí está el mayor peligro y el error que se cometió en el pasado, y esperemos que no se siga produciendo, que el sacerdote abusador sea solamente cambiado de parroquia.
Antes se pensaba que las denuncias eran de gente que quería sacarle dinero a la Iglesia…
— Padre Yáñez: El problema es más complejo, primero porque no en todos los países las víctimas reciben dinero. En Argentina, por ejemplo, los que son sentenciados por abuso de menores van a la cárcel, y hay alguno que está allí.
¿Por qué este fenómeno no se supo gestionar debidamente?
— Padre Yáñez: Uno de los grandes problema ha sido el de la ignorancia sobre el fenómeno, incluso a nivel de psiquiatría. Hubo algún caso de un sacerdote que había abusado, a quien el obispo lo había enviado a hacer una terapia y el psiquiatra lo había declarado sanado. En cambio hoy se sabe que eso es prácticamente imposible. En algunos casos no hubo culpa del obispo porque lo llevó para que lo ‘curaran’ y el profesional le dijo que ya estaba sano. Hoy se sabe que la pedofilia se puede controlar pero no se cura.
¿Cuándo reaccionó Roma contra los abusos?
— Padre Yáñez: Con Juan Pablo II se inició una reforma del derecho canónico con medidas para intervenir en el año 2001, el problema es que no se aplicaban. Dependía mucho de cada obispo y aún hoy es necesario vigilar para que se aplique bien. Juan Pablo II, por petición del cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, asigna a esta Congregación la competencia para juzgar estos casos. Por ello el card. Ratzinger tuvo mucha información y una vez elegido Papa mejoró la legislación, y realizó gestos muy concretos como en el caso Maciel. Después pidió a las conferencias episcopales que elaboraran las líneas guías para combatir y evitar que los abusos se repitan.
Otro momento importante fue el congreso que se hizo en el 2012 aquí en la Universidad Gregoriana, en el cual participaron representantes de todas las conferencias episcopales y representantes de las víctimas.
Uno de los miembros de la Comisión, Peter Saunders, se retiró porque quería más punición que líneas guías de prevención…
— Padre Yáñez: Cuando el señor Saunders entró en la Comisión conocía la misión que teníamos, porque ya estaban los estatutos que fueron aprobados por el papa Francisco. En los primeros ocho meses éramos seis, más el cardenal y el secretario Robert Oliver, para redactar los estatutos. Entiendo que como víctima el señor Saunders tiene una gran sensibilidad que es comprensible, pero el objetivo de la Comisión es otro, si bien apoyamos su tarea como activista, pero la Comisión no tiene esa labor.
¿Cuál es la tarea de la Comisión?
— Padre Yáñez: Asesorar al Papa para proponer a la Iglesia las mejores prácticas. Y estamos disponibles para las conferencias episcopales que quieran asesoramiento. En este sentido hay experiencias muy buenas.
¿Me puede indicar alguna de las buenas prácticas?
— Padre Yáñez: El Papa ya aprobó una serie de propuestas. Una de ellas es que también los obispos sean juzgados cuando son denunciados y cubren casos o no se ocupan de ello. A veces por querer salvar la fama de la Iglesia se ocultaban casos. El Papa fue claro: no se trata de salvar el prestigio de la institución sino de salvar a las víctimas.
La mayoría de los casos de abusos vienen desde los años 60. ¿Qué sucede hoy?
— Padre Yáñez: Esto se entiende porque psicológicamente la víctima se siente culpable y esto le impide denunciar inmediatamente. Ocurre entonces que hay como una negación del abuso y la víctima se olvida prácticamente de lo sucedido y pasados diez o veinte años le vuelve a la mente. O cuando la persona que siente perturbaciones en su personalidad y va a un psicólogo o un psiquiatra y estos recuerdos emergen en el contexto de una terapia. Por ello la mayoría son casos “antiguos”.
Pero hoy en día una víctima recurre mucho más rápido que en el pasado gracias al activismo de las víctimas que ha hecho que el tema sea de conocimiento público ya que la Iglesia ha cambiado su política. Ahora están bajando el número de denuncias, deseamos que no hubiera más casos de abuso, la diferencia está en que ahora actuamos con más celeridad. Muchos obispos están comprometidos y la Iglesia está haciendo mucho más que antes, si bien queda por hacer.
El Papa les agradeció a las víctimas el coraje de destapar el caso, contrariamente esa inmundicia continuaría.
— Padre Yáñez: La Iglesia ha podido reaccionar creando una serie de medidas y políticas de tolerancia cero que se están implementando. Entre las iniciativas, la Comisión realizará un encuentro en septiembre en el que vamos a convocar a educadores de escuelas católicas para profundizar el tema de la prevención y de la educación. La tarea es enorme, porque es de concienciar a toda la comunidad cristiana, no solamente a los obispos o sacerdotes. El método más eficaz es que la comunidad tome conciencia porque el problema no es solo de la Iglesia. No nos podemos excusar, sin olvidar por ello que las estadísticas indican que la mayoría de los abusos suceden en familia, o en sus entornos. La Iglesia así podrá ser de inspiración para combatir este tipo de crímenes también en la sociedad.
¿Por qué la Comisión está dividida en subcomisiones?
— Padre Yáñez: Porque estamos llevando adelante una docena de proyectos y estos llevan su tiempo. Son medidas cautelares extremas, se trata de cambiar una cultura. Hacer una estrategia de prevención lleva tiempo y para hacer un trabajo serio necesitamos de la competencia de profesionales, como estamos haciendo, para ofrecer respuestas que vayan a la raíz de los problemas. Por ejemplo, la norma que prescribe que un sacerdote no pueda recibir a un menor estando solos en una sala está bien, pero esto no basta, porque eso es un obstáculo fácil de superar.
¿Qué clima se percibe hoy en la Iglesia respecto al pasado?
— Padre Yáñez: El cardenal Joao de Aviz habló hace unos días en una conferencia en la Universidad Gregoriana de un nuevo clima en la Iglesia, esto se percibe en la Curia romana y en diversos ámbitos. Claramente no todos han acogido este ámbito de renovación que ha abierto el papa Francisco pero se percibe un nuevo espíritu, que recupera el Evangelio e invita a dar un testimonio de Iglesia en salida. Ha cambiado el estilo en muchos aspectos, si bien todavía queda mucho por cambiar.





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Obama inicia viaje a Cuba visitando la catedral de La Habana
Sergio Mora | 21/03/16

(ZENIT – Roma).- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama inició este domingo el histórico viaje a Cuba, que se inserta en el marco de la normalización de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana.
La visita oficial durará tres días y concluirá mañana martes cuando el presidente y su familia viajarán hacia Argentina, para concluir la gira el viernes 25 en Washington.
Obama junto a su esposa Michelle y sus hijas Sasha y Malia, inició la vista con un recorrido por La Habana Vieja, a pesar de la fuerte lluvia.
En el casco colonial visitaron la Plaza de Armas, el interior del Palacio de los Capitanes Generales, actual sede del Museo de la Ciudad y a continuación se dirigieron a la Catedral de La Habana.
Allí fue recibido el presidente a las 18.30 locales, por el cardenal arzobispo de La Habana, Jaime Ortega Alamino y otras autoridades eclesiásticas, con la presencia de numerosas personas, en el primer acto oficial del programa.
Pocas horas antes de la llegada de Obama, ante periodistas acreditados para la cobertura de la visita, el ministro cubano de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex), en conferencia de prensa aseguró que “el bloqueo es el principal obstáculo al desarrollo de Cuba, como lo demuestran los perjuicios que ha provocado a nuestro país, los cuales superan los 121 000 millones de dólares”.
Añadió, informa el Granma, diario oficial del partido comunista, que a pesar de algunas medidas emitidas que relajan las restricciones de esa política, no se puede “alcanzar una real normalización de las relaciones” porque el bloqueo sigue vigente y están pendientes de solución otros temas “de alta importancia para Cuba, como por ejemplo, la devolución del territorio ocupado por la base naval de Guantánamo”.





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Comentario a la liturgia dominical – Vigilia Pascual
Antonio Rivero | 21/03/16

Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: Repasemos las partes de esta Solemne Vigilia Pascual, desentrañando el significado profundo sacramental y espiritual.
Síntesis del mensaje: Después de un día transcurrido en la oración y el silencio, el Sábado, en torno al sepulcro del Señor, la comunidad cristiana se reúne esta noche para la celebración principal de todo el año: el paso de la muerte y del sepulcro a la vida nueva. Esta Vigilia es el punto de partida para la Cincuentena Pascual, siete semanas de prolongación festiva que nos llevarán a la solemnidad conclusiva, Pentecostés.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, comienza todo desde fuera de la iglesia, con el fuego nuevo, bendecido por el sacerdote, rociándolo con agua bendita. Iniciamos una procesión siguiendo al Cirio Pascual, símbolo de Cristo Luz del mundo, y progresivamente con cirios encendidos en manos de los fieles. Es la figura del amor de Cristo que desea arder como una antorcha encendida en cada alma. Es como una llamarada divina que desea abrazar a todas las almas para encenderlas en el deseo de las cosas eternas., pero es también un fuego que debe quemar nuestras miserias, un fuego abrasador que nos purifique de nuestro amor propio, que nos vacíe de nosotros mismos para llenarnos de Dios. Después escuchamos el pregón inicial – “Exsultet”- de la fiesta pascual. Himno bellísimo que se remonta a los primeros siglos del Cristianismo; cántico impregnado de júbilo por la resurrección de Cristo, sobre el telón de fondo del pecado del hombre y la misericordia de Dios. Júbilo del cielo, de la tierra y de la Iglesia. Es el rito de entrada, hoy más solemne. Podríamos llamar fiesta de la luz o “lucernario”.
En segundo lugar, la proclamación de la Palabra tiene hoy más lecturas, sobre todo del Antiguo Testamento, que nos van conduciendo desde la creación hasta la nueva creación o resurrección de Jesús. Aquí se cumple lo que Jesús dijo a los de Emaús: “todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”. Estas lecturas resumen las maravillas de Dios a favor de los hombres, culminando con la del evangelio de la resurrección que nos relata san Lucas. Palabras sagradas a las que debemos recurrir con frecuencia para alimentar el alma, para saciar la sed de eternidad. Palabras que brotan del Señor como de su fuente para esclarecer nuestra inteligencia y encender en nosotros el entusiasmo por las cosas celestiales. Es la fiesta de la Palabra.
En tercer lugar, la parte sacramental de esta noche es más rica: ante todo celebramos el Bautismo, junto con la renovación de las promesas bautismales por parte de los ya bautizados. Por el bautismo hemos sido injertados en Cristo. Fue nuestra resurrección espiritual, pues gracias a él pasamos de la muerte a la vida. En esta parte invocamos a Dios para que con su poder santifique el agua con que serán bautizados los catecúmenos. Recurrimos para ello a la Iglesia triunfante, a la Iglesia del cielo, a través de la letanías, rogando a los ángeles y a los santos que intercedan ante el trono de Dios por nosotros y por que serán bautizados, Al bendecir el agua, el sacerdote introduce en ella el cirio pascual, imagen de Cristo, a cuyo contacto adquiere su virtud santificadora. Es la fiesta del agua.
En cuarto lugar, pasamos ahora a la Eucaristía, la principal de todo el año, en la que participamos del Cuerpo y la Sangre del Resucitado. Es Cristo como alimento para el camino y para la lucha por la santidad. Es la fiesta del Pan y del Vino, convertidos en comida celestial para nuestra salvación. La eucaristía es un banquete. ¡Vengan y coman! ¡No se queden con hambre! Es un banquete en el que Dios Padre nos sirve el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de su propio Hijo, hecho Pan celestial. Pan sencillo, pan tierno, pan sin levadura…Pero ya no es pan, sino el Cuerpo de Cristo. ¡Vengan y coman! Sólo se necesita el traje de gala de la gracia y amistad con Dios, si no, no podemos acercarnos a la comunión, pues “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación”, nos dice San Pablo (1 Cor 11, 27). Este pan de la Eucaristía nos libra de esta muerte y nos da la vida inmortal. Todo alimento nutre según sus propiedades. El alimento de la tierra alimenta para el tiempo. El alimento celestial, Cristo eucaristía, alimenta para la vida eterna.
Finalmente, especial esta noche es también la conclusión de la Eucaristía, con los “aleluyas” de la despedida, el saludo cantado a la Virgen y la prolongación, si es posible, de un pequeño ágape de los participantes en el salón principal de la parroquia. Es la fiesta de la vida pascual, hecha convivio y caridad fraterna.
Para reflexionar: Del Pregón Pascual de la Vigilia Pascual, meditemos:

Esta es la noche en que,
rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?
¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!
Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

Para rezar: ¡Te alabamos, Señor, por tu resurrección maravillosa! ¡Gracias por morir como el grano de trigo para engendrarnos como los muchos granos llenos con tu vida divina! ¡Gracias por morir como el Unigénito de Dios y resucitar como el Primogénito, con nosotros como los muchos hermanos! ¡Ahora somos hijos de Dios y hermanos de Cristo! ¡Gracias por hacernos la simiente corporativa, tu continuación y tu reproducción! ¡Señor, sólo queremos colaborar contigo lo mejor posible hoy, permitiéndote vivir en nosotros para nosotros poder vivirte! ¡Somos tu expresión y tu continuación, somos tus “largos días”!

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org





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Beata Giovanna María Bonomo – 22 de marzo
Isabel Orellana Vilches | 21/03/16

Precocidad en su entrega a Dios e incomprensiones ante sus numerosas experiencias místicas y favores celestiales, fueron, entre otros, los signos que marcaron el acontecer de esta abadesa benedictina. Vino al mundo en Asiago, Italia, el 15 de agosto de 1606, en una familia acomodada y socialmente reconocida. Su padre Giovanni era un terrateniente dedicado al comercio, y su madre Virginia pertenecía a la rama de los Ceschi di Borgo Valsugana. En 1612, cuando tenía alrededor de 6 años, quedó huérfana de madre, y su padre consideró oportuno encomendar su educación a las Hermanas Pobres de santa Clara en Trento, donde ingresó en 1615.
Con las religiosas obtuvo una interesante formación que le permitió adquirir destrezas en tareas propias que las jóvenes solían recibir entonces y que eran de gran utilidad, como las labores de punto. Además, tenía una sensibilidad artística que cultivó por medio de la literatura, la música y la danza, todo ello complementario a lo esencial para su vida: la educación religiosa. Tenía auténtica pasión por Cristo. Y llevada por ella obtuvo una gracia insólita en la época: tomar la primera comunión a sus 9 años. Como han hecho otras insignes discípulas de Jesús, con esa edad ya le consagró su virginidad. Y en aras de esta promesa efectuada libremente, a los 12 años intentó que su padre le permitiera ingresar en la vida religiosa.
Había elegido ser clarisa y pasar el resto de la existencia en la clausura de Trento donde estaba siendo formada. Sin embargo, su deseo contravenía los planes de su progenitor que había previsto que contrajera matrimonio, y con tal finalidad se la llevó consigo a Asiago, a la espera de que llegase el momento. En un principio se vio obligada a seguirle, pero fue tan insistente que logró torcer su voluntad. Lo que no pudo impedir es que recayese en él la elección del convento y de la Orden en la que consumaría su ofrenda. Así pues, con 15 años, como su padre autorizó su ingresó en el monasterio benedictino de san Jerónimo de Bassano, inició su vida religiosa. Es de suponer que Giovanni no fue consciente del trasfondo espiritual que conllevaba la presión a la que había sometido a su hija. Pero Dios se valía de su terquedad y actitud impositiva para conducir a la beata por el sendero previsto por Él.
Al profesar el 8 de septiembre de 1622 tomó el nombre de Giovanna María. Su primer éxtasis se produjo precisamente ese día. Con posterioridad, durante siete años continuaría siendo acreedora de numerosas y frecuentes gracias, que en su mayor parte venían unidas a la Eucaristía. Además, forma parte del selecto elenco de místicos que recibieron en su cuerpo los estigmas de la Pasión que eran manifiestos desde el jueves por la tarde hasta el sábado por la mañana. Oró fervorosamente para que desaparecieran, y en un momento dado obtuvo lo que pedía, pudiendo llevar vida normal como el resto de las religiosas. De todos modos, la presencia sobrenatural de Dios era particularmente manifiesta para ella en el instante de recibir la Sagrada Comunión. Como los signos extraordinarios con los que era agraciada no pudieron permanecer ocultos, atrajeron la atención de muchas personas que comenzaron a difundirlos juzgándolos una prueba de su santidad, lo cual le apenaba sobremanera. También suscitaron numerosos resquemores.
El signo de la contradicción acompaña siempre a los hijos de Dios; es una garantía de su autenticidad. A veces las controversias no vienen de fuera; tienen su origen en los más cercanos. Es la experiencia que ella tuvo que afrontar. Entre sus hermanas de comunidad hubo gran disparidad de opiniones. Algunas se negaban a aceptar la legitimidad de los favores, y se inclinaban a juzgarlos como fruto de sus debilidades. Vanidad, superchería, herejía…, a Giovanna le perseguían las tribulaciones, y las consecuencias de la acepción divina hacia su persona fueron muy dolorosas humana y espiritualmente. Era la cruz a la que debía abrazarse, los momentos de prueba que han de afrontar los discípulos de Cristo, cada uno con las características particulares. En su caso vinieron acompañados de amargura, soledad, incomprensión, dudas y hasta aceradas críticas que iban más lejos. Su propio confesor la tildó como demente y le prohibió tomar la comunión. Además, tenía vedado comparecer en el locutorio y le impidieron escribir cartas.
Siete años duraron estas penalidades, que no vinieron solas. A ellas se unieron males físicos: ciática y fiebres, entre otros. Tenía en contra a todo el clero de Vicenza. Lo que se dice una corona de sufrimientos. Aislada en el convento, Cristo se hizo notar dándole consuelo. Extraía de su divino costado la Sagrada Forma y se la ofrecía con estas palabras: «Toma, esposa mía». Otras veces era un ángel el que tomaba de la patena la Hostia que el sacerdote distribuía y se la llevaba a ella. Cuando se aceptó la veracidad de sus experiencias místicas, revocaron las prohibiciones. Y en 1652 fue elegida abadesa. Tres años más tarde fue priora, y nuevamente reelegida abadesa en 1664.
Durante veinte años formó a sus hermanas en lo que conocía por experiencia: sobrenaturalizar lo ordinario, enseñándoles que no buscasen grandes gestas, sino la fidelidad evangélica a las pequeñas cosas de cada día. Sus sabios consejos eran demandados por muchas personas, incluso las pertenecientes a altos estamentos sociales. En todos dejó la huella de su paciencia, humildad y caridad. Socorrió a los pobres y a los marginados. Tuvo el don de bilocación y el de milagros. Murió en Bassano el 1 de marzo de 1670 con fama de santidad. Fue beatificada por Pío VI el 9 de junio de 1783.