Servicio diario - 04 de abril de 2016


 

Jornada del Autismo: ‘No puede fallar el compromiso de todos’
Rocío Lancho García | 04/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Solamente la alianza entre los sectores de la sanidad, socio-sanitarios y educativos, junto con la inclusión, siempre que sea posible, en actividades laborales para aumentar la autonomía personal, pueden garantizar la continuidad del “hacerse cargo” durante toda la vida de las personas con autismo. Permitiendo una integración funcional entre los servicios específicos de la edad evolutiva y los de la edad adulta, se hace posible para la persona con autismo conservar las capacidades adquiridas con las intervenciones de rehabilitación durante su juventud, evitando su regresión y la invalidación de los recursos empleados.
Así se indica en el mensaje titulado “Artífices y testigos de esperanza”, del arzobispo Zygmunt Zimowski, presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud con motivo de la IX Jornada Mundial para la Concienciación y la Sensibilización sobre el Autismo, que se celebró el 2 de abril.
De este modo, el prelado indica en su mensaje que la Iglesia quiere hacer suya la actitud de Jesús resucitado, que infunde esperanza a las mujeres después de los trágicos días de su pasión y muerte con las palabras: “No tengáis miedo”.
En el mensaje, se recuerda que “muchas veces la fatiga diaria, la soledad, el ansia por el futuro predominan sobre la esperanza”. Por tanto, conscientes de que es importante y necesario estimular el esfuerzo para que mejoren los servicios y la investigación, lo mismo que de la necesidad de estar al lado de las personas autistas y de sus familias, “nuestro corazón no puede dejar de sentirse confirmado en la esperanza”.
Asimismo, precisa que en una época en que a menudo se hace difícil encontrar razones para ella y sobre todo frente a los trastornos del espectro autista, que a menudo no solo es problemático diagnosticar sino que, -sobre todo en las familias- se viven con vergüenza o replegándose en la soledad, “estamos llamados a depositar nuestra confianza en Dios”.
Si, por definición, la esperanza mira hacia el futuro, hunde sus raíces en el hoy de Dios, que nos ama y nos busca incansablemente, “Dios es bondad sin límites, se ocupa de sus hijos y nunca abandonará a los que Él ha llamado a entrar en su comunión, sean cuales sean las dificultades”.
El prelado indica que en esta perspectiva de fe, “la sensibilización sobre un problema neurológico y de comportamiento, que hasta hace poco casi se consideraba un estigma social, está adquiriendo cada vez más importancia en el ámbito de la diagnosis y de la investigación, así como en los de la asistencia, la incorporación escolar y laboral, y también en el del acompañamiento del crecimiento espiritual”.
Por otro lado, el presidente del dicasterio vaticano afirma que es un signo de esperanza, como se pudo ver en la Conferencia Internacional organizada hace dos años por ellos sobre el tema: “La persona con trastornos del espectro autista: animar la esperanza”. Así, subraya que “no puede fallar el compromiso de todos para favorecer la acogida, el encuentro, la solidaridad, en una labor concreta de ayuda y de promoción renovada de la esperanza, sobre todo si se tiene en cuenta que el autismo dura toda la vida”.
Monseñor Zimowski asegura en el mensaje que en esta tarea onerosa, pero no imposible, de la integración funcional, el efecto de las intervenciones educativas, sanitarias y sociales en apoyo de las personas con trastornos del espectro autista y sus familias puede suponer un acicate para identificar y promover políticas eficaces y puntuales, creando así en el territorio y también en los países de bajos ingresos – como afirmó el papa Francisco encontrando a los niños y a las personas con autismo y a sus familias el 22 de noviembre de 2014 – “una red de apoyo y servicios, completa y asequible” que “ayude a las familias a superar la sensación que a veces puede surgir, de insuficiencia, ineficacia y frustración”.
Para concluir el mensaje se invita a acoger la invitación del Santo Padre que, sobre todo en este Año Santo de la Misericordia, “llama a los creyentes y a los que no lo son a redescubrir actitudes de acogida y solidaridad fraterna hagámonos cargo en nuestra vida de la aceptación y de la inclusión de las personas con autismo y de sus familias, con la certeza de que de esta manera somos testigos de esperanza auténtica y alegre en la Iglesia y en el mundo”.





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Decenas de víctimas en los enfrentamientos en Nagorno-Karabakh
Redaccion | 04/04/16

(ZENIT – Roma).- Se enciende de nuevo el conflicto en Nagorno-Karabakh, región del Cáucaso que Azerbaiyán y Armenia se disputan desde hace decenios. Esta vez los enfrentamientos entre los ejércitos de los dos países han sido más graves respecto al pasado. Fuentes locales hablan de unos veinte muertos.
Armenia ha declarado tener 18 muertos y 35 heridos entre los militares. Por su lado, Azerbaiyán habla de 12 de sus soldados muertos en los enfrentamientos y de un helicóptero y un tanque desaparecidos. Las dos partes en conflicto se acusan la una a la otra de haber golpeado áreas habitadas por civiles. Misiles lanzados por azerbaiyanos habrían provocado la muerte de un niño armenio de 12 años.
No se registraban enfrentamiento así desde 1994, año en que se selló una frágil tregua después de seis años de conflicto que costó la vida de unas 30 mil personas, entre ellos muchos civiles.
Han llegado invitaciones a “detener las hostilidades” desde el presidente de la Federación rusa, Vladimir Putin, y de la Osce (Organización para la seguridad y la cooperación en Europa), que han expresado “seria preocupación”.
Al respecto se ha pronunciado Su Santidad Karekin II, Supremo Patriarca y Catholicos de Todos los Armenios del mundo. “Condenado con gran severidad las operaciones agresivas y premeditadas por Azerbaiyán, a lo largo de las fronteras del Nagorno-Karabakh en lo relacionado también con las zonas habitadas por civiles y poblaciones pacíficas”.
Karekin II invita por tanto a la oración y solidaridad “a las autoridades y al pueblo de Nagorno-Karabakh, a los valiente y heroicos soldados y oficiales del Ejército de Defensa. Les exhortamos a afrontar con incesante valentía y con espíritu recto, los ataques que son perpetrados contra la independencia de nuestra patria y contra la seguridad de nuestra nación. Los continuos peligros y las operaciones militares organizados por Azerbaiyán, amenazan la estabilidad de la región y anulan los esfuerzos para resolver los conflictos”
La Santa Sede está estudiando un viaje del Papa en Armenia y la segunda mitad de junio es el período que actualmente se está considerando. Así lo confirmó recientemente el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el jesuita padre Federico Lombardi.
Haciendo referencia a algunas publicaciones que ya daban por seguro el viaje y las fechas, el portavoz vaticano precisó que “la inspección conclusiva en el lugar por parte de los organizadores del Vaticano, no ha tenido lugar todavía”. En caso de que finalmente se realice este viaje apostólico, sería la segunda vez que un Pontífice les visita ya que Juan Pablo II estuvo allí en el 2001.





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“Unión transformadora”
Redaccion | 04/04/16

Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
En semanas anteriores os he hablado del gran don y misterio de la Eucaristía. Os decía que tiende a unirnos profundamente con Dios. Y os hablaba de esas moradas o peldaños por los que llegamos a esa comunión profunda dándole estos calificativos: Dios en nosotros y nosotros en Dios; incorporados a Cristo. Hoy doy a este breve escrito este sugerente título: Unión transformadora.
“Cuando comulgamos el Cuerpo de nuestro Salvador y bebemos su preciosísima Sangre, tenemos la vida en nosotros porque somos uno en Él, vivimos en Él y somos poseídos por Él” (In Lc, 909c), dice san Cirilo de Alejandría. No podía expresarse mejor qué es la Eucaristía y lo que realiza en nosotros.
Pero esa unión que se realiza entre el que comulga dignamente y Cristo va más allá de una simple incorporación, se trata más bien de una unión transformadora que nos hace ser el mismo Cristo. El que comulga puede decir con san Pablo: “Es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20).
Así lo expresa, también, el Concilio Vaticano II: “La participación del cuerpo y sangre de Cristo no hace otra cosa sino que pasemos a ser aquello que recibimos” (LG 26). En la Eucaristía recibimos al mismo Cristo, su persona, y no simplemente alguna cosa de Él. Hay unión de alma con alma, de cuerpo con cuerpo y de sangre con sangre, según expresión de la mística oriental. No somos ni absorbidos, ni invadidos, sino transformados en la unidad y podemos decir con el apóstol: “Para mí la vida es Cristo” (Flp 1,21). Lo carnal es espiritualizado por el Espíritu. Lo humano es vivificado por el Hijo encarnado. Realmente “Dios se ha hecho hombre para hacer del hombre Dios” (San Ireneo). Si Cristo hubiese sido solamente Dios no hubiera podido unirse a nosotros. Si hubiese sido solamente hombre no hubiera podido alcanzarnos a todos. Pero Cristo, Dios y hombre verdadero, se hizo Eucaristía por nosotros y por medio de Él nos convertimos en eucaristía viviente para nuestros hermanos, los hombres (Cf. Rm 12,1-3).
“Cuando Cristo se derrama en nuestras almas y se funde en nosotros, entonces somos transformados, somos asimilados a Él, igual que una gota pequeña de agua queda asimilada en el océano”. (Nicolás Cabasilas en La vie en Christ, p. 108)
De esta manera, la Eucaristía nos introduce en Dios, en su intimidad. Siendo poseídos por Él ya no nos pertenecemos, vivimos una vida nueva que nos empuja a “perder la propia vida y a despreciarla” (Mc 8,35). De esta manera se ha acabado el hombre viejo y surge una nueva vida, un hombre nuevo que “se va renovando, transformando, hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su creador” (Col 3,10). Es la unión transformadora.
Así lo expresa santa Teresa del Niño Jesús recordando su primera comunión: “Ese día, no se trataba de una mirada sino de una fusión. Ya no éramos dos; Teresa había desaparecido, como la pequeña gota de agua que se pierde en la inmensidad del océano. Jesús permanecía sólo, Él era el Maestro, el Rey.” (Manuscritos autobiográficos A, 35 r) Percibió de una manera muy sencilla, pero muy auténtica, la alegría exacta y profunda que puede saborear un alma cuando participa, a través de la Eucaristía, del misterio asombroso, extraordinario, de esta unión transformadora. A propósito del culto eucarístico, queridos hermanos, me gustaría animaros a participar en las 40 horas de adoración y plegaria durante el tiempo pascual y hasta la solemnidad del Corpus Christi. Se trata de una encomiable iniciativa que un año más promueven desde la Adoración Nocturna Femenina.

Que Dios os bendiga a todos.
+Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona






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El Papa en Santa Marta: ¿Somos cristianos del ‘sí’?
Redaccion | 04/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha invitado a preguntarse si somos hombres de “sí” o si miramos a otro lado para no responder. Lo ha hecho durante la homilía de esta mañana en Santa Marta, que ha retomado tras la pausa por las fiestas pascuales.
Haciendo referencia a la solemnidad de la Anunciación, el Papa subrayó que es precisamente el “sí de María que abre la puerta al sí de Jesús”.
Del mismo modo, recordó que Abraham obedeció al Señor, dijo “sí” a su llamada y salió de su tierra sin saber dónde iba. El Santo Padre centró su homilía en la “cadena del sí” que comienza precisamente con Abrahán.
Francisco recordó a esa “humanidad de hombres y mujeres” que incluso “ancianos” como Abraham y Moisés “han dicho sí a la esperanza del Señor”. Asimismo invitó a pensar en Isaías, que “cuando el Señor le dice de ir a decir las cosas al pueblo” responde que tiene “los labios impuros”.
En esta línea, el Papa aseguró que el Señor “¡purifica los labios de Isaías e Isaías dice sí!”. Y lo mismo vale para Jeremías que decía que no sabía hablar, pero después dice ‘sí’ al Señor.
Y el Santo Padre lo explicó así: “Hoy el Evangelio nos señala el final de esta cadena de ‘sí’ pero al inicio de otro ‘sí, que comienza a crecer: el sí de María. Y este ‘sí’ hace que Dios no solo mire cómo va el hombre, no solo camina con su pueblo, sino que se hace uno de nosotros y toma nuestra carne. El ‘sí’ de María que abre la puerta al ‘sí’ de Jesús: ‘Yo vengo para hacer Tu voluntad’, este ‘sí’ que va con Jesús durante toda la vida, hasta la Cruz”.
Por tanto, Francisco reflexionó sobre el ‘sí’ de Jesús que pide al Padre alejar de Él ese cáliz pero que se haga su voluntad. En Jesucristo está el sí de Dios: Él es el sí.
El Santo Padre aseguró que hoy es un bonito día “para dar las gracias al Señor por habernos enseñado el camino del ‘sí’, pero también para pensar en nuestra vida”. Una invitación que dirigió en particular a algunos sacerdotes presentes en la eucaristía que celebran el 50 aniversario de su ordenación.
Todos nosotros –precisó el Papa– durante cada día, debemos decir ‘sí’ o ‘no’ y pensar si siempre decimos ‘sí’ o muchas veces nos escondemos, con la cabeza baja, como Adán y Eva, para… no decir ‘no’, sino hacerse un poco el que no entiende… el que no entiende lo que Dios pide.
“Hoy es la fiesta del ‘sí’. En el ‘sí’ de María está el ‘sí’ de toda la Historia de la Salvación, y comienza allí el último ‘sí’ del hombre y de Dios”.
Allí –añadió– Dios recrea, como al principio con un ‘sí’ ha hecho al mundo y al hombre, esa bella Creación y ahora con este ‘sí’, más maravillosamente recrea el mundo, nos recrea a todos nosotros. “Es el sí de Dios que nos santifica, que nos hace ir adelante en Jesucristo”, explicó el Santo Padre.
Por otro lado, el Pontífice indicó que “es un día para dar gracias al Señor y para preguntarnos: ‘¿Yo soy un hombre del ‘sí’ o soy un hombre o mujer del ‘no’ o soy un hombre o mujer que mira un po para el otro para para responder?’”. Por ello, pidió que “el Señor nos dé la gracia de entrar en este camino de hombres y mujeres que han sabido decir el ‘sí’”.
Al concluir la homilía, las monjas vicentinas que están al servicio en la Casa Santa Marta han renovado sus votos. El Papa explicó que “lo hacen cada año porque San Vicente era inteligente y sabía que la misión que les confiaba era muy difícil y por eso ha querido que cada año renovaran los votos”.