Servicio diario - 11 de abril de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: ‘La letra no es la ley’
Redaccion | 11/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Los doctores de la ‘letra’ juzgan a los demás usando la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios, y cierran su corazón a la profecía, porque a ellos no les interesa la vida de las personas sino solamente los esquemas hechos de leyes y de palabras. Lo indicó este lunes el papa Francisco en la homilía de su misa cotidiana en la capilla de la Casa Santa Marta.
El Santo Padre parte de la Primera Lectura, de los Hechos de los Apóstoles, donde los doctores de la Ley calumnian a Esteban porque no logran “resistir a la sabiduría y al Espíritu” con la cual él habla. Así instigan a falsos testimonios para que denuncien haberle escuchado decir “palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”.
Porque “el corazón cerrado a la verdad de Dios, permanece agarrado solamente a la verdad de la ley”, y precisa que “más que de la ley, de la letra”, y no encuentran otra salida que “la mentira, el falso testimonio y la muerte”.
Jesús ya les había reprendido por esta actitud, porque “sus padres habían asesinado a los profetas” y ellos ahora, construían monumentos a aquellos profetas”, con una respuesta más cínica que hipócrita.
Pero el corazón está cerrado a la Palabra de Dios, está cerrado a la verdad, al mensaje de Dios que lleva a la profecía, “para conducir hacia adelante al pueblo de Dios”.
El Pontífice confía, que le duele leer los versículos del Evangelio que narran cuando Judas arrepentido va delante de los sacerdotes y asevera: “He pecado”, y quiere devolver las monedas. Ellos responden que no les importa, y Judas va a colgarse. Y los doctores cuando hablan no se preocupan por el hombre sino por las monedas, porque como son a precio de sangre no pueden entrar en el Templo… “la regla tal, tal, tal… los doctores de la letra”.
No les importa ni la vida de una persona, ni el arrepentimiento de Judas: “solo le importan los esquemas de la Ley y las tantas palabras y cosas que han construido”.
“Esteban –afirma el Santo Padre– termina como todos los profetas, como Jesús. Y esto se repite en la historia de la Iglesia”.
“La historia nos habla de mucha gente que fue asesinada, juzgada, incluso siendo inocente: juzgada con la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios. Pensemos a la cacería de las brujas, o a santa Juana de Arco, y todos aquellos que fueron quemados, condenados porque no se ajustaron según los jueces, a la Palabra de Dios”.
Y Jesús es el modelo que por ser fiel y haber obedecido a la Palabra del Padre, termina en la cruz. Con mucha ternura Jesús dice a los discípulos de Emaús: “¡Oh insensatos y tardos de corazón!”.
El Papa concluye proponiendo que hoy pidamos al Señor que con la misma ternura mire las pequeñas y grandes insensateces de nuestro corazón, nos acaricie y nos diga: ‘oh insensato y tardo de corazón’ e “inicie a explicarnos las cosas”.
(Texto de Radio Vaticano, adaptado y traducido por ZENIT )





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Francisco hace un llamamiento por la abolición de la guerra
Rocío Lancho García | 11/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Es necesario trabajar por una paz verdadera a través del encuentro entre personas concretas y la reconciliación entre los pueblos y grupos que se afronta desde posiciones ideológicas opuestas y comprometerse para alcanzar esa justicia de la que las personas, las familias, los pueblos y las naciones sienten tener derecho, en el plano social, político y económico para cumplir su parte en el mundo.
Lo ha indicado el papa Francisco en el mensaje enviado a los participantes de la Conferencia que se celebra en Roma sobre el tema: La no violencia y la paz justa: contribuir a la comprensión católica y el compromiso con la no violencia. Según ha asegurado el Santo Padre, el encuentro, que ha sido organizado por el Pontificio Consejo de Justicia y Paz y el Movimiento Pax Christi, adquiere un carácter y un valor particular en el Año Jubilar de la Misericordia.
Por otro lado, el Pontífice asegura que es necesario renovar todos los instrumentos aptos a concretar la aspiración a la justicia y a la paz de los hombres y de los mujeres de hoy.
Del mismo modo, recuerda que es fin último y más digno de la persona humana y de la comunidad es la abolición de la guerra.
También precisa que como cristianos “sabemos que solamente considerando a nuestro iguales como hermanos y hermanos podremos superar guerras y conflictos”. La Iglesia –añade– no se cansa de repetir que esto vale no solo a nivel individual sino también a nivel de pueblos y naciones, tanto que considera la comunidad internacional como la “familia de las naciones”.
Haciendo referencia al Mensaje para la Jornada mundial de la Paz de este año, el Santo Padre subraya su llamamiento a los responsables de los Estados para que renueven “sus relaciones con los otros pueblos, permitiendo a todos una participación efectiva e inclusión a la vida de la comunidad internacional, para que se realice la fraternidad también dentro de la familia de las naciones”. Como cristianos –asevera– sabemos también que el gran obstáculo que hay que eliminar para que esto suceda es el del muro de la indiferencia. Y la crónica de los tiempos recientes, indica el Santo Padre, demuestra que si habla de muro no es solo para usar un lenguaje figurado, sino porque se trata de una triste realidad.
Al respecto, el Pontífice señala que esta realidad de la indiferencia afecta no solo a los seres humanos, sino también “al ambiente natural con consecuencias a menudo nefastas en términos de seguridad y paz social”.
Por eso, precisa que el compromiso para superar la indiferencia tendrá éxito solo si, imitando al Padre, seremos capaces de usar misericordia. Esa misericordia “que encuentra en la solidaridad su expresión, por así decir, política, ya que la solidaridad constituye la actitud moral y social que responde mejor a la toma de conciencia de las plagas de nuestro tiempo y de la inter-dependencia entre la vida del individuo y de la comunidad familiar, local y global”.
De este modo, el Santo Padre invita al desarme integral “creando puentes, combatiendo el miedo y llevando adelante el diálogo sincero y verdaderamente arduo”.
Al concluir su mensaje, Francisco renueva dos peticiones que ya ha pedido a los responsables de los Estados en este Año Jubilar: la abolición de la pena de muerte y la posibilidad de una amnistía, y la cancelación o la gestión sostenible de la deuda internacional de los Estados más pobres.





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Vatileaks 2: Nicola Maio asegura que nunca sustrajo documentos
Rocío Lancho García | 11/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano). – Este lunes se ha celebrado una nueva audiencia del proceso judicial que se está realizando en el Vaticano, conocido como Vatileak 2, en el que hay cinco imputados por robo y filtración de documentos reservados de la Santa Sede.
Esta mañana se ha realizado el cuarto interrogatorio. Después de monseñor Lucio Ángel Vallejo Balda, el periodista Emiliano Fittipaldi y Francesca Chaouqui, hoy ha sido el turno de Nicola Maio.
Respondiendo a las preguntas del fiscal, Maio ha explicado cómo empezó su trabajo en la Cosea, comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede. El imputado ha asegurado que nunca sustrajo documentos ni sintió presión para hacerlo. Además, ha afirmado que a los dos periodistas imputados, Fittipaldi y Nuzzi, les conoció en la primera audiencia del juicio.
Nicola ha explicado que su función era de secretario ejecutivo y que aceptó este trabajo porque se encontraba en un momento “semi-sabático” en su vida ya que se estaba preparando para terminar su doctorado. Y que cuando presentó su dimisión, diciembre 2014, lo hizo porque consideraba que su trabajo ya había concluido, porque en algunos aspectos ya no se encontraba de acuerdo con monseñor Vallejo pero también porque para él esto fue un paréntesis y quería continuar con su vida.
Tal y como ha recordado, él fue nombrado como secretario ejecutivo de la Cosea el 4 de octubre de 2013. Su trabajo –ha explicado el imputado– se desarrollaba mayormente en la habitación 127 de la Domus Santa Marta. En algunas ocasiones iba a la prefectura de Asuntos Económicos, pero era una presencia esporádica.
Cuando el fiscal le ha preguntado por la “comisión en la sombra” de la Cosea, de la que han hablado muchos testigos, incluso él mismo en su declaración previa al juicio, ha precisado que no usó un término preciso, y que en realidad quería hablar de una “comisión de contacto”. Según él, esta comisión surgió por la preocupación que existía de que la reforma económica en la Santa Sede fuera boicoteada.
La cadena de mando a la que estuvo sometido durante su labor en la Cosea –ha referido el imputado– era Santo Padre, monseñor Vallejo y él.
En su declaración inicial, ha recordado el fiscal, Maio habló de que había sufrido “presión psicológica”. Al respecto, ha explicado que era consciente que aquí “se estaba escribiendo la historia de la Iglesia” y que el trabajo que estaban realizando “era voluntad del Papa”.
Por otro lado ha asegurado que todos los documentos que manejaba y que facilitaba a otras personas, siempre dentro de la Cosea, lo hacía de un modo legítimo. En esta misma línea ha aseverado que los documentos a los que tenía acceso eran de tipo práctico, no “de alto nivel”.
Al preguntarle sobre la relación entre Francesca Chaouqui y monseñor Vallejo Balda, el secretario ha explicado que llegó a aconsejarles “cautela” ya que la relaciones públicas había implicado demasiado en su vida personal al sacerdote español. En esta línea precisó que Chaouqui ejercía una importante influencia sobre monseñor Vallejo.
Sobre su dimisión, Nicola Maio ha indicado que “tenía otros objetivos en su vida”. Le propusieron ser secretario de varias asociaciones “Mensajeros de la paz”, “San Nicolás” y “Fundación Santa María del Camino” para promover sus actividades en Italia. A propósito, Maio ha hablado de una dinámica “paravaticana” que “para mi sensibilidad me parecía impropia” y no quiso implicarse.
El imputado ha confirmado con firmeza respondiendo tanto al fiscal como a su abogada que nunca hizo nada ilícito.
Especificando el trabajo de archivo que se realizó al final de la Cosea, ha contado que a parte del “archivo en papel” existía también un server que estaba ubicado en la habitación del capellán de la Guardia Suiza.
La próxima vista ha sido fijada para este miércoles por la mañana, en la que tendrá que prestar declaración el último de los cinco imputados, el periodista Nuzzi.





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El CELAM prepara seminario para obispos del Cono Sur
Sergio Mora | 11/04/16

(ZENIT – Roma). – La Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), a través de la Escuela Social de su Centro de formación CEBITEPAL, está invitando a los obispos del sur de América Latina a participar en el seminario titulado: “Itinerarios de transformación de la realidad desde el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia”, que se realizará en Buenos Aires del 9 al 13 de mayo.
Lo indicó el CELAM a ZENIT en un comunicado en el que señala que participarán obispos de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y se anuncia que con esta misma modalidad se realizarán otros seminarios para las cuatro regiones de América Latina y El Caribe.
“Los temas serán tratados –indica el comunicado– en forma de reflexión y de información, a través de talleres de discernimiento sobre la realidad, del análisis de coyuntura y del discernimiento en el uso de instrumentos que habiliten a cambios transformadores de la realidad”.
En el seminario que se realizará en el Centro Loyola contará con conferencias, exposiciones de distintos puntos y conflictos de América Latina, testimonios y talleres de puesta en práctica de posibles caminos de cambio. Las conferencias y los talleres estarán presentados y guiados por especialistas de toda América Latina, sacerdotes, religiosos y religiosas, y también de laicos y laicas.
Se precisa que la propuesta que el CELAM les hace será certificada por el CEBITEPAL, inclusive con la posibilidad de integrar en forma modular nuevos cursos hacía un itinerario modular de un Diplomado. Quien en cambio tenga interés únicamente pastoral podrá disfrutar del Seminario como tal.
En cuanto a lo económico, el CELAM ofrece para este año un 60 por ciento de cooperación, tanto para el vuelo, como para la estadía. Las inscripciones deberán ser antes del 30 de abril. Para consultas se puede escribir a cebitepal.social@celam.org o visitar las siguientes web: http://www.celam.org http://centroloyola.com.ar





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Portugal: La visita de la Virgen de Fátima concluirá con la consagración de las diócesis
Redaccion | 11/04/16

(ZENIT – Roma).- La visita de la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima a las diócesis portuguesas concluirá el 13 de mayo próximo con la consagración del país a la Virgen María, presidida por el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEM), Manuel Clemente.
Lo informó el jueves pasado el Santuario de Fátima, precisando que la propuesta fue realizada por su rector, Carlos Cabecinhas, a la Asamblea Plenaria con motivo de su conclusión. El rector del santuario subrayó además la gran participación de todas las diócesis a la visita de la imagen peregrina, que ya está en la ciudad de Porto.

Santuario de Fátima
De acuerdo con el comunicado final de la Plenaria de la CEP, la consagración de las diócesis del país a Nuestra Señora de Fátima, es el modo de involucrar a todos en la celebración de este 13 de mayo, cuando se cumple el 99 aniversario de las apariciones de María a los tres pastorcitos.
En conferencia de prensa, el presidente de la CEP consideró que esta peregrinación fue un “enorme factor de esperanza” que además promovió la “revitalización de la fe” para muchas personas. Y calificó de “elevada y sorprendente” la asistencia del público, incluso sin convocatoria y en algunos casos a pesar del mal tiempo.
Los particulares de la ceremonia de consagración del próximo 13 de mayo aún no han sido definidos, pero ya se sabe que la recepción de la imagen peregrina de la Virgen será realizada por todos los obispos presentes, al concluir la homilía de la misa.
Será el obispo de la diócesis de Leiría-Fátima, Antonio Marto, quien recitará la oración al recibirla; en cambio el presidente de la CEM rezará al final de la misa, la consagración a María, antes de la procesión de despedida.
La imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima inició la peregrinación en las diócesis de Portugal el 13 de mayo del año pasado, recorriendo las localidades de Viseu, Braga, Viana do Castelo, Vila Real, Bragança-Miranda, Lamego, Coimbra, Guarda, Portalegre-Castelo Branco, Setúbal, Évora, Beja, Algarve, Santarém, Açores, Lisboa, Madeira y Aveiro.
Entre el 10 de abril y el 1 de mayo, la imagen de la Virgen María aún visitará las diócesis de Porto y hasta el 13 de mayo la diócesis de Leiría-Fátima.
Al abrir los trabajos de la Asamblea Plenaria, el obispo Clemente indicó que esperan al papa Francisco para el centenario de las apariciones, el próximo año: “El papa Francisco seguramente confirmará” la importancia del santuario nacional “con su presencia el próximo año”.
Y añadió que la última peregrinación del presente año, el 12 y 13 de octubre próximo será presidida por el secretario de estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin.





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Amoris laetitia: no hay cambio en el magisterio ni en la disciplina eclesial
Sergio Mora | 11/04/16

(ZENIT – Roma).- La exhortación post-sinodal del papa Francisco fue presentada el pasado viernes en la Sala de Prensa de la Santa Sede. Para profundizar este texto, especialmente en algunos puntos, ZENIT entrevistó al profesor Juan José Pérez Soba, profesor de teología pastoral de matrimonio y de la familia en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de estudio sobre matrimonio y familia, junto a la Universidad Lateranense.
El sacerdote indica que es necesario leer el capítulo octavo a la luz de los capítulos cuarto y quinto; que no se puede interpretar la exhortación como un cambio en el magisterio o en la disciplina eclesial; señala que dar la comunión a los divorciados en una nueva unión sin más requisitos, no encuentra acogida en la Exhortación y que el mismo Papa dice que no tiene sentido el hablar de “excepciones”. O sea una exhortación con intención pastoral y no de cambio de doctrina. Valora también la propuesta de una educación afectivo sexual, como antídoto a la ideología del gender, así como la invitación dirigida a todos, a participar e integrarse en la vida de la Iglesia. A continuación compartimos la entrevista con nuestros lectores.
¿Ha cambiado algo en la Iglesia y en la concepción del matrimonio?
— Prof. Pérez Soba: 
El Papa expresamente indica que no hay un pronunciamiento magisterial ante los nuevos problemas (n. 3), por lo que no se puede interpretar la exhortación como un cambio en el magisterio o en la disciplina eclesial. En ese sentido, se ha de decir con claridad que nada ha cambiado. Por eso quien buscaba ese cambio quedará desilusionado. La misma propuesta de Kasper de definir algunos casos muy específicos en los que poder dar la comunión a los divorciados en una nueva unión sin más requisitos, no se encuentra acogida en la exhortación. El mismo Papa dice que no tiene sentido el hablar de “excepciones” (n. 300).
Por su modo de redacción queda claro que el Papa con un gran sentido sinodal no ha querido decir nada más allá de lo que el Sínodo ha pronunciado, y quedó muy claro que no hubo una petición de cambio disciplinar en él. Como se dijo desde un principio, la intención era pastoral y no de cambio de doctrina. La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio es la misma y se ha confirmado una vez más. Se ha de afirmar con toda claridad que tanto Humanae vitae como Familiaris consortio siguen del todo vigentes. Es cierto que muchos esperaban este cambio, pero no se ha dado.
Existe una novedad dentro de su impulso pastoral de atención a las personas. Es cierto que no basta en esta atención recordar las normas sino que hay que abrirlas a un camino, con las notas de acompañamiento, discernimiento e integración.
¿Cuál son a su parecer los puntos más importantes de la exhortación?
— Prof. Pérez Soba: Creo que el tema es no centrarlo todo en los divorciados en nueva unión y en los problemas disciplinares, sino en el aliento grande del Evangelio y la gracia dentro del matrimonio. Por ello, no hay que leer el capítulo octavo sobre las situaciones irregulares sino a la luz de los capítulos cuarto y quinto sobre el amor conyugal.

Prof. Pérez Soba
Es allí donde se ve el impulso pastoral pleno del Papa Francisco, donde se expresa más a sus anchas. Mientras en las cuestiones debatidas se limita a glosar el Sínodo al hablar de la caridad conyugal (expresión que glosa largamente de un modo sin precedencia en el magisterio nn. 120-122). Igualmente pasa con los afectos a los que concede una gran importancia en el matrimonio y los expone muy delicadamente, así como la gran extensión con la que trata e impulsa la educación afectivo sexual (nn. 280-286), como antídoto a la ideología de género (n. 56).
Igualmente hemos de señalar la relevancia que se da a la familia en relación a la Iglesia a la que califica como Familia de familias (n. 87). Este es un principio de grandes consecuencias para la pastoral familiar.
La novedad pastoral significa una invitación a una tarea centrada en las tres claves de acompañar, discernir e integrar. Esto significa una conversión pastoral grande. Es en esta clave y no en la de cambios eclesiales de doctrina como hay que comprender la exhortación del Papa.
¿Se ha abierto una posibilidad pastoral, un camino que puede permitir a algunos católicos en situación irregular acceder a los sacramentos?
— Prof. Pérez Soba: La idea fundamental es por eso acompañar lo cual centra la atención no en la situación de las personas sino en su respuesta a lo que Dios les pide en concreto, en palabras del Papa (n. 299): “Se trata de un itinerario de acompañamiento y de discernimiento que «orienta a estos fieles a la toma de conciencia de su situación ante Dios”. Es un camino a la luz de la doctrina de la Iglesia y en cuanto tal siempre abierto a la gracia, pero como es lógico centrado en la conversión.
El Papa no ofrece sino una serie de disposiciones generales que iluminan genéricamente los casos. En el fondo impulsa al camino y lo alienta, pero no lo clarifica. Expresa el deseo de ayudar hasta el fin esas personas sin mayores precisiones.
Como es lógico en cualquier acción humana, lo esencial son las razones por las que actuamos de un modo y no de otro, esto es lo que hace un acto libre y racional. En todo el documento no se da ninguna razón por la que haya que dar la comunión a una persona en situación irregular y no a otra.
Esta falta de razones parece indicar dada la libertad con la que el Papa se expresa que no encuentra ninguna diferente a las ya dadas y expresadas en Familiaris consortio 84. Mientras no se diga con la suficiente claridad una razón nueva esta es a la que se ha de apoyar y en donde se expone con qué condiciones se puede dar la comunión a un divorciado en una nueva unión. En todo el capítulo octavo de la exhortación se habla de los casos irregulares en general. Esto es especialmente importante para entender la famosa nota 351 que expresa un deseo de la ayuda de los sacramentos, de ella no se desprende pues ninguna razón para actuar fuera de las que ya se había dicho.
Una cosa es la rigidez de quedarse en una letra de la ley e ignorar su espíritu, otra es la de no dar claridad en asuntos en los que las personas piden razones. El mismo Papa lo señala hablando de un camino de reflexión abierto (n. 2): “La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad”.
¿Ese camino de acompañamiento y discernimiento significa que se acaba con la indisolubilidad matrimonial?
— Prof. Pérez Soba: Todo lo contrario, es el camino que parte de esa indisolubilidad que la exhortación dice “no hay que entenderla ante todo como un “yugo” impuesto a los hombres sino como un “don” hecho a las personas unidas en matrimonio” (n. 62, citando la Relatio 2014, 14). Es una fuente de gracia que es precisamente la que acompaña todos los procesos de discernimiento que ilumina con su luz.
Creo que una de las afirmaciones principales de la exhortación es la que dice (n. 211): “La pastoral prematrimonial y la pastoral matrimonial deben ser ante todo una pastoral del vínculo, donde se aporten elementos que ayuden tanto a madurar el amor como a superar los momentos duros. Estos aportes no son únicamente convicciones doctrinales, ni siquiera pueden reducirse a los preciosos recursos espirituales que siempre ofrece la Iglesia, sino que también deben ser caminos prácticos, consejos bien encarnados, tácticas tomadas de la experiencia, orientaciones psicológicas. Todo esto configura una pedagogía del amor que no puede ignorar la sensibilidad actual de los jóvenes, en orden a movilizarlos interiormente”. Aclara que el vínculo es la razón principal del modo de actuar con las personas. Todo ello entendido desde la acción de Dios que nos precede con su gracia.
Una persona interrogada sobre si el matrimonio es indisoluble para la Iglesia, ¿qué debe responder?
Prof. Pérez Soba: Sin duda alguna que sí. Corroborado por lo que dice la exhortación, (n. 123): “el matrimonio agrega a todo ello una exclusividad indisoluble, que se expresa en el proyecto estable de compartir y construir juntos toda la existencia”.
Esta afirmación no queda allí, la Iglesia no se queda en una profesión de los labios. Sino en la invitación a participar e integrarse en la vida de la Iglesia en donde se hace posible vivir en plenitud ese amor hermoso. La “alegría del amor” que todo hombre desea.





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Chile: Los obispos invitan a dar lo mejor para una sociedad más justa y fraterna
Redaccion | 11/04/16


El cardenal Ezzati celebra la santa misa
(ZENIT – Roma).- La 111ª Asamblea Plenaria del episcopado chileno se realizó en Punta de Tralca del 4 al 8 de abril. Lo indica la web de los obispos, precisando que en conferencia de prensa al término del encuentro, las principales autoridades de la Conferencia Episcopal dieron a conocer el mensaje conclusivo.
“Amoris laetitia”
Los obispos valoran como “reconfortante” la palabra del papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal “Amoris laetitia” (la alegría del amor), dada a conocer el viernes. Y esperan que su espíritu y contenidos puedan tocar el corazón de las personas y familias, especialmente las que han vivido dolor y diificultad, y aquellas que se han sentido lejos de la Iglesia.
Iglesia y misericordia
En su mensaje, los pastores dieron gracias por la tarea que miles de personas desempeñan en obras de misericordia, en cárceles y hospitales, junto a los niños vulnerados y a los adultos mayores, entre otros tantos espacios de promoción humana que la Iglesia emprende, en nombre de Jesús, como un servicio a la sociedad. También plantearon que la realidad de los inmigrantes y refugiados, en Chile y en el mundo, es un llamado de atención que no deja indiferente a la Iglesia.
Apoyo a iniciativas para algunos privados de libertad
Los obispos ven con esperanza el desarrollo de iniciativas legales con tendencia a disminuir el sufrimiento de personas privadas de libertad, afectadas por enfermedades incurables o por su edad avanzada. “Creemos que es una bella expresión de misericordia y solidaridad que apoyamos vivamente”, señala el mensaje.
Reformas y derecho humano a la vida
Uno de los temas que se reflexionó en la asamblea fue la realidad chilena, marcada por “una nutrida agenda de reformas e iniciativas de ley, muchas necesarias para el bien común, otras lesivas contra el más fundamental de los derechos humanos: el derecho a la vida que tiene todo ser humano desde su concepción hasta su muerte natural. Lo seguiremos promoviendo con humildad y con la fuerza que brota del testimonio de acompañar a tantas mujeres que salen adelante tras su opción por la vida”.
Sueldo ético y dignidad
Afirman los obispos que “con el mismo empeño seguiremos promoviendo un sueldo ético y mejores condiciones de vida para los más pobres y excluidos”.
Ética, dinero y política, bien común
Otro tema que compartieron fue su inquietud por el cuestionamiento a la ética pública, a la relación entre dinero y política y a la decepción que diversos casos judiciales han originado respecto de instituciones y líderes. Al respecto, afirman que “la transparencia y la justicia son indispensables para la convivencia, pero también el respeto por la dignidad de las personas, la serenidad en las reacciones y la búsqueda del bien común. Lo peor que podría ocurrirle al país, en la antesala de elecciones municipales, es despreciar o subvalorar la política y el servicio público. Necesitamos políticos que trabajen infatigablemente en la búsqueda del bien común”.
Especial preocupación por violencia en la Araucanía
Los obispos hicieron presente su dolor por la creciente violencia que ha cobrado la vida de personas mapuche y no mapuche, entre ellos efectivos de Carabineros. Sostienen que los atentados incendiarios han perjudicado gravemente a familias y trabajadores; han dañado viviendas, escuelas, transporte, agricultura, medios de producción y también templos.
“Cuando no se respetan valores tan esenciales para la existencia de un pueblo creyente, como son el derecho a la vida humana, su seguridad y sus espacios sagrados, se hiere el alma misma de este pueblo. Estos hechos, que son rechazados por la inmensa mayoría de la población, corren el riesgo de estigmatizar a todo el pueblo mapuche y desacreditar su sana búsqueda de reconocimiento y reparación”, afirman los obispos.
Apurar soluciones para acoger legítimos anhelos de comunidades mapuche
Al mismo tiempo, consideran igualmente alarmante e incomprensible la “lentitud del Estado y sucesivos gobiernos, en su deber de buscar soluciones eficaces a esta situación. Ello pasa por acoger los legítimos anhelos de las comunidades mapuche, que desde hace más de un siglo claman porque se les haga justicia ante conocidas situaciones de violencia, despojo, desconsideración por su identidad, cultura, organización; también ante la invisibilidad y pobreza a la que de hecho fueron confinados”.
En este sentido, exhortan a autoridades y líderes a buscar fórmulas que permitan trabajar juntos por “una nueva Araucanía en paz a través de una urgente justicia para todos”.
Una mirada esperanzada del porvenir
A pesar de estas dificultades, desde la certeza de Cristo Resucitado los pastores miran con esperanza el porvenir: “Un país que se levanta de todo tipo de calamidades, también es capaz de vencer el engaño, la violencia y el miedo con verdad, justicia y paz”.
Participar con protagonismo por una sociedad mejor
Finalmente, los obispos invitan “a todas las personas a dar lo mejor de sí para hacer de Chile una sociedad más humana, más justa y fraterna. Que ningún espacio de participación nos sea ajeno. Siéntanse protagonistas, aportando cada uno en su ámbito”.
Leer el documento entero





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Santa Teresa de Jesús de los Andes – 12 de abril
Isabel Orellana Vilches | 11/04/16

(ZENIT – Madrid).- Belleza y virtud, junto a un carácter extremadamente sensible y apasionado que orientó hacia Cristo, fueron rasgos de Juanita Fernández Solar, primera chilena canonizada. Ebria de amor por Él, decía: «Cristo, ese loco de amor, me ha vuelto loca». Pertenecía a una respetable familia de Santiago de Chile, donde nació el 13 de julio de 1900. De un estatus acomodado habían descendido a una clase social menos elevada. Pero cariño no le faltó: «Jesús no quiso que naciese como Él, pobre. Y nací en medio de las riquezas, regalona de todos».
Apegada a la familia, bien cuando tenía que separarse de ella por cualquier motivo o por razones de vida, como la pérdida de su abuelo, no podía evitar que le embargase hondo pesar. Se formó con las teresianas y en el colegio del Sagrado Corazón. Después de una intervención de apendicitis en 1914, parece que por causa de la anestesia tuvo un arranque de mal genio que fue cercenado de raíz por Lucía, su madre. En 1915 la matriculó interna en el colegio y esta decisión surtió el efecto deseado. La adolescente modificó su comportamiento, aunque hubo alguna otra salida de tono como la reseñada, pero fue puntual. Creció siendo una niña bondadosa, devota de la Eucaristía y de María, piedad acrecentada después de recibir la primera comunión. A los 14 años sintió que Dios le invitaba a una entrega total.
Aunque la economía familiar no fuera boyante, cultivó aficiones reservadas entonces a personas de alta posición. Equitación, tenis y natación fueron deportes que practicó y en los que destacó pese a que su salud era endeble. Especialmente sufría de pertinaces y molestas jaquecas que soportaba con entereza. Tocaba el piano, el órgano y la guitarra. Era catequista y estaba involucrada en acciones solidarias. Dispuesta a seguir a Cristo, la vocación carmelita se afianzó en su corazón alentada por la lectura de las biografías de Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Isabel de la Trinidad y Teresa de Lisieux. «Estoy leyendo la VIDA de Santa Teresa. ¡Cuánto me enseña! ¡Cuántos horizontes me descubre!». Si iba a compartir con ellos las mieles del Carmelo tenía que comenzar a imitarles en gestos sencillos, cotidianos, en los que está amasada la santidad: «Hoy me he vencido mucho para no rabiar. Dios mío, tú me has ayudado. Gracias te doy. En los arreglos y recreos he sido perfecta por ellos. Pero no tanto en las clases».
Los compromisos sociales, como su ingreso en sociedad en 1918, le incomodaban por lo inoportunos que eran para el camino emprendido: «Muchas veces no puedo ni hacer oración. En esto consiste mi mayor pena, pues paso constantemente con todos, porque no me dejan un momento. Pero mi vida, puedo decir, es una oración continuada, pues todo lo que hago, lo hago por amor a mi Jesús». En mayo de 1919 ingresó en el convento carmelita de los Andes. Allí tomó el nombre de Teresa de Jesús. Su único afán: Cristo. «Amarte y servirte con fidelidad; parecerme y asemejarme en todo a Ti. En eso consistirá toda mi ambición».
Se despidió de los suyos con cierta aflicción, pero le acompañaba la certeza de que este sacrificio gozosamente ofrecido a Cristo repercutiría en bendiciones para ellos. Cada uno de los miembros de la familia tenía sus problemas, unos más serios que otros, incluidas crisis de fe. Y desde el claustro les alentaba en bellísimas y profundas cartas que rezumaban un gozo impropio de este mundo. Por encima de dificultades comunitarias, como la que tuvo con la responsable de su formación, nada pudo ensombrecer su felicidad al saberse esposa de Cristo. Seguro que la experiencia de Teresa de Lisieux, doctora en las lides convivenciales con algunas hermanas de difícil carácter, ayudó a la santa chilena a sobrellevar con dignidad la situación, amando el silencio que María nos enseñó al guardar las cosas en su corazón. Vivía los matices de la caridad paulina, soportando deslices ajenos con paciencia, disculpándolo todo. Además, contaba con el afecto y ternura de la priora.
En el exterior sus allegados podían respirar tranquilos. En su correspondencia iba desgranando cuánta era su alegría: «Amanecí muy cantora. Hice la celda cantando (pero porque era día de recreo). Formábamos dúo con otra hermanita novicia… Después, en el recreo, todas nos embromaban. Así pasamos la vida, hermanita querida, orando, trabajando y riéndonos… Dios es amor y alegría y Él nos la comunica. Cómo quisiera, desde que tuve uso de razón, haberme aplicado a conocer a este Dios tan bueno. Ámale…». «Todo es sencillez y alegría en el Carmen. Cada una se esmera en poner de su parte cuanto pueda para alegrar a sus hermanas. Verdaderamente es un encanto vivir en medio de santas hermanas, pues todas no forman sino un corazón». Iba labrando su santidad. En su diario había escrito: «La historia de mi alma se resume en dos palabras: ‘sufrir y amar’»… «El sufrimiento no me es desconocido. En él encuentro mi alegría, pues en la cruz se encuentra Jesús y Él es amor. Y, ¿qué importa sufrir cuando se ama?».
En 1920 confió a su confesor la íntima persuasión de su inminente deceso. Unos meses atrás en una misiva que envió a su familia había aludido a lo que supone el fin de la vida para una persona de fe: «Para una carmelita la muerte no tiene nada de espantable. Va a vivir la vida verdadera. Va a caer en brazos del que amó aquí en la tierra sobre todas las cosas. Se va a sumergir eternamente en el amor». Pero sin motivos aparentes, puesto que no había ningún indicio de enfermedad, y siendo tan joven –le faltaban tres meses para cumplir 20 años–, se comprende que el sacerdote no diese mayor importancia al comentario que hizo. Con su sencillez y humildad se había revelado como una gran promesa para el Carmelo. No llevaba ni un año en el convento. ¿Quién iba a pensar en tan pronta desaparición? Pero contrajo el tifus el 2 de abril de ese año. Cuatro días más tarde profesó «in articulo mortis» y el 12 falleció. Juan Pablo II la beatificó el 3 de abril de 1987. Él mismo la canonizó el 21 de marzo de 1993.





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Santa Gemma Galgani – 11 de abril
Isabel Orellana Vilches | 10/04/16

(ZENIT- Madrid).- Sus 25 años de vida estuvieron marcados en su mayoría por fenómenos místicos ante los cuales hubo disparidades, incomprensiones y numerosos desprecios. Nació en Borgonuovo de Capannori, Italia, el 12 marzo de 1878. Era la cuarta de ocho hermanos y la primera niña que alegraba el hogar. Su madre no quería bautizarla con el nombre de Gemma, que fue sugerido por un tío de la pequeña, porque en el martirologio no existían ascendentes de ninguna mujer canonizada que se hubiera llamado así. El párroco Olivio Dinelli con inspirado juicio alegó: «Muchas gemas hay en el cielo; esperemos que también ella sea un día otra Gemma del paraíso».
Cuando tenía un mes de vida la familia se trasladó a Lucca, donde la santa pasó el resto de su existencia. A los 4 años oraba tiernamente a María, amor que le inculcó Aurelia, su madre, junto a la devoción por Jesús crucificado: «De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando… me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres». La catequesis materna dio sus frutos sembrando en el corazón de Gemma una pasión desbordante por Cristo: «Jesús, yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que entren todos dentro de tu Corazón». Intuyendo Aurelia su inminente muerte, quiso que preparasen a la niña para la confirmación. Y mientras la recibía entendió que Jesús le pedía el sacrificio de verse privada de su madre.
Aurelia murió el 17 de septiembre de 1885 a los 39 años. Gemma tenía 7 y se refugió en la Virgen: «Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: ‘¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre’». Por fortuna, tuvo la certeza de que Ella le amparaba porque su personal calvario no había hecho más que empezar. A los 9 años inició sus estudios en el colegio de Santa Zita fundado por la beata Elena Guerra. Por esa época, al conocer la Pasión de Cristo sintió un dolor que le desgarraba por dentro acompañado de fiebre alta. El 17 de junio de 1887, festividad del Sagrado Corazón, determinó ser religiosa, sentimiento unido a «un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la cruz». Se cumpliría con creces este deseo.
En 1894 pereció Gino, el primogénito de la familia, al que ella amaba de forma singular. En 1896 fue intervenida de una lesión en el pie, que se efectuó sin anestesia, debiendo soportar inmenso dolor, y el 25 de diciembre de ese año privadamente consagró a Dios su castidad. En 1897 falleció su padre Enrico, que había sido farmacéutico, y con su deceso llegó un periodo de sinsabores al hogar de los Galgani. Perdieron todo y los hermanos se separaron. Gemma fue acogida por unos tíos y pasó por un breve y convulso periodo. Relegó las prácticas religiosas y las reemplazó por diversiones. Pero el sufrimiento la perseguía. Y sin darle apenas tregua, a los 20 años se le presentó una osteítis en las vértebras lumbares que la dejó imposibilitada para caminar. Los dolores en la cabeza eran insoportables, la enfermedad avanzaba y los médicos la desahuciaron.
Aunque se había propuesto llevar la cruz, no ocultó su contrariedad: «le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: ‘Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu’». Sanó con la mediación de santa Margarita María de Alacoque. La cortejaron dos caballeros que se prendaron de su belleza, pero no tuvieron nada que hacer; Dios era su único dueño. En los círculos del vecindario la conocían como «la jovencita de la gracia».
El año 1899 fue crucial. El 8 de junio se le manifestaron por vez primera los estigmas de la Pasión. Serían ostensibles en numerosas ocasiones cuando oraba, momento en que sudaba sangre. Meses más tarde, en el transcurso de una misión conoció a los padres pasionistas. Entonces sintió que Cristo le decía: «Tú serás una hija predilecta de mi Corazón». Estos religiosos la condujeron a la familia Gianni, cuya ayuda fue decisiva para afrontar lo que iba a sobrevenirle. Había caído en sus manos la vida de san Gabriel de la Dolorosa, escrita por el padre Germán de San Estanislao, C.P., que sería su director espiritual, y a partir de entonces su vida dio un giro radical. Las visiones, éxtasis y vaticinios comenzaron a sucederse mientras su salud empeoraba. Su virtud traspasaba la morada y los hechos inexplicables formaban parte de su día a día. Los estigmas invariablemente se le reproducían del jueves al viernes. Para que no viesen sus llagas usaba guantes negros y se ataviaba con un discreto vestido del mismo color. Aún así, no pudo evitar que estos favores saltaran a la calle. Y la misma gente que antes la admiró, se burlaba de ella y la tildaban de histérica y farsante. También el obispo Volpi, que fue su confesor, tuvo sus dudas. Paralelamente, los científicos no hallaban explicación a los hechos que le acontecían.
El padre Germán la sostuvo espiritualmente ante la exigencia de pruebas y el arrecio de las dificultades. Gemma sobrellevaba su dolor en silencio. Por su mediación se obraban grandes conversiones. Con todo, en su trayectoria espiritual hubo muchas incursiones violentas del diablo. En 1901 su director le indicó que redactase su biografía: «El cuaderno de mis pecados». En ella se percibe su profundo sentido victimal: se había ofrendado en holocausto por los pecadores. Instada por Cristo a fundar un monasterio para los pasionistas en Lucca, en 1901 enfermó gravemente. En el último periodo de su vida la oscuridad y la angustia por sus pecados le pesaron como una losa. Murió el Sábado Santo, 11 de abril de 1903, en medio de espantosos dolores que ofreció con carácter expiatorio. Ese año Pío X autorizó la erección del monasterio. Pío XI la beatificó el 14 de mayo de 1933. Pío XII la canonizó el 2 de mayo de 1940.





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El Papa pide la liberación de las personas secuestradas en zonas de conflicto
Redaccion | 10/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha rezado este domingo, desde la ventana del estudio del Palacio Apostólico, el Regina Coeli, acompañado por miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro.
Estas son las palabras del Papa para introducir la oración mariana que en el tiempo pascual sustituye al ángelus.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy narra la tercera aparición de Jesús resucitado a los discípulos en la orilla del lago de Galilea, con la descripción de la pesca milagrosa (cfr Jn 21,1-19). La historia se enmarca en la vida cotidiana de los discípulos, cuando han regresado a su tierra y a su trabajo de pescadores, después de los días angustiantes de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había pasado. Pero, mientras todo parecía haber acabado, es una vez más Jesús quien “busca” a sus discípulos. Es Él que va a buscarlos. Esta vez les encuentra en el lago, donde ellos han pasado la noche en las barcas sin pescar nada. Las redes aparecen vacías, en un cierto sentido, como el balance de su experiencia con Jesús: lo habían conocido, habían dejado todo para seguirlo, lleno de esperanza… ¿y ahora? Sí, lo habían visto resucitado y pensaron ‘se ha ido, nos ha dejado’. Ha sido como un sueño esto.
Pero Jesús al alba se presenta en la orilla del lago; pero ellos no lo reconocieron (cfr v. 4). A esos pescadores, cansados y decepcionados, el Señor les dice: “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.” (v. 6). Los discípulos se fiaron de Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. A este punto Juan se dirige a Pedro y dice: “¡Es el Señor!” (v. 7). Y en seguida Pedro se lanzó al agua y nadó hacia la orilla, hacia Jesús. En esa exclamación: “¡Es el Señor!”, está todo el entusiasmo de la fe pascual, “Es el Señor”, llena de alegría y estupor, que contrasta fuertemente con el desconcierto, la desesperación, el sentido de impotencia del que se había llenado el ánimo de los discípulos. La presencia de Jesús resucitado transforma cada cosa: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil se convierte nuevamente en fructuoso y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono deja lugar a un nuevo impulso y a la certeza de que Él está con nosotros.
Desde entonces estos sentimientos animan la Iglesia, la Comunidad del Resucitado. Todos nosotros somos la Comunidad del Resucitado. Si a una mirada superficial puede parecer a veces que las tinieblas del mal y el cansancio del vivir cotidiano dominan la situación, la Iglesia sabe con certeza que sobre los que siguen al Señor Jesucristo resplandece ya para siempre la luz de la Pascua.
El gran anuncio de la Resurrección infunde en los corazones de los creyentes una alegría íntima y una esperanza invencible. ¡Cristo verdaderamente ha resucitado! También hoy la Iglesia continúa a hacer resonar este anuncio festivo: la alegría y la esperanza continúan fluyendo en los corazones, en los rostros, en los gestos, en las palabras. Todos nosotros cristianos estamos llamados a comunicar este mensaje de resurrección a los que encontramos, especialmente al que sufre, al que está solo, al que se encuentra en condiciones precarias, a los enfermos, a los refugiados, a los marginados. A todos hagamos llegar un rayo de luz de Cristo resucitado, un signo de su poder misericordioso.
Él, el Señor, renueve también en nosotros la fe pascual. Nos haga cada vez más conscientes de nuestra misión al servicio del Evangelio y de los hermanos; nos llene de su Santo Espíritu para que, sostenidos por la intercesión de María, con toda la Iglesia, podamos proclamar la grandeza de su amor y la riqueza de su misericordia.

Después de la oración del Regina Coeli:

Queridos hermanos y hermanas,
En la esperanza que nos dona Cristo resucitado, renuevo mi llamamiento para la liberación de todas las personas secuestradas en zonas de conflicto armado; en particular deseo recordar al sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, secuestrado en Aden en Yemen el pasado 4 de marzo.
Hoy en Italia se celebra la Jornada Nacional para la Universidad Católica del Sagrado Corazón, que tiene por tema “En la Italia de mañana estaré yo”. Deseo que esta gran Universidad, que continúa haciendo un importante servicio a la juventud italiana, pueda proseguir con renovada compromiso su misión formativa, actualizándose cada vez más a las exigencias actuales.
Os saludo a todos vosotros, romanos y peregrinos procedente de Italia y de distinyas partes del mundo y un saludo a los que están haciendo el maratón; en particular, a los fieles de Gandosso, Golfo Aranci, Mede Lomellina, Cernobbio, Macerata Campania, Porto Azzurro, Maleo y Sasso Marconi, con un pensamiento especial a los confirmando de Campobasso, Marzocca y Montignano.
Os doy las gracias por su presencia en los coros parroquiales, algunos de ellos han prestado servicio en estos días en la basílica de San Pedro. ¡Muchas gracias!
A todos os deseo una feliz domingo y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!






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Francisco envía su pésame por el incendio en un templo en India
Redaccion | 10/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El incendio ocurrido en el templo Puttingal, en el estado sureño indio de Kerala, ha supuesto la muerte de un centenar de personas y otras 300 han resultado heridas. El fuego comenzó en torno a las tres y media de la mañana, hora local, debido a una explosión de material pirotécnico. Entre 10.000 y 15.000 personas asistían a la celebración del acto final del festival del templo, que iba acompañado de un espectáculo de fuegos artificiales.
Por ello, el papa Francisco ha querido manifestar su cercanía a la tragedia. De este modo, en un telegrama firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, el Santo Padre se muestra “profundamente entristecido” por el suceso. Así, envía su pésame por todos los difuntos y los heridos y asegura su oración por todos aquellos que han resultado golpeados por el incidente y para quien ahora presta su ayuda.
Finalmente, el Pontífice pide para la India “bendiciones divinas de fuerza y de paz”.






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‘Para una lectura de la Amoris laetitia…’
Redaccion | 10/04/16

(ZENIT – Roma).- Ya está. Papa Francisco ha puesto en nuestras manos la exhortación apostólica Amoris laetitia (AL), “La alegría del amor: Sobre el amor en la familia”, que recoge el fruto de los Sínodos celebrados en 2014 y 2015.
Una viñeta del humor de Chiri en el semanario Alfa y Omega se está verificando: “¿Lo veis? El Papa nos da la razón? – dice un señor; “¡De eso nada! Reafirma nuestra posición” – dice el interlocutor. “Pero si el Papa aún no ha empezado a hablar” – comenta sorprendido un prelado vaticano. “Da igual… Estamos entrenando”. Los debates y contrastes en la prensa parecen ajenos a que el Papa haya dicho algo o no. Por eso, en este momento, quizás lo más importante sea disponernos y orientarnos a una lectura atenta de esta exhortación… antes de empezar a comentar los contenidos. De hecho Papa Francisco nos ofrece alguna orientaciones en los siete primeros números de AL.
Intención del autor… Lo primero que busca el lector e intérprete de un texto es la intención del autor, para conocerla y respetarla, antes de juzgar el contenido. En nuestro caso esta intención es explícita: no quiere pronunciarse para resolver cuestiones debatidas por teólogos: “no todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales” (AL 3). Sí quiere librar a los pastores y a los files de posiciones extremas inaceptables, como son “un deseo desenfrenado de cambiar todo sin suficiente reflexión o fundamentación” y la pretensión de “resolver todo aplicando normativas generales o derivando conclusiones excesivas de algunas reflexiones teológicas” (AL 2). Mal leerá el texto quien, atrincherado en alguna de estas posiciones, busque frases de la exhortación para lanzarlas como armas arrojadizas al contrincante. Ya dijo en su momento Hans Urs von Balthasar que para algunos teólogos el Evangelio se había convertido en una cantera de la cual extraer piedras para arrojar en los debates teológicos. Si eso pasa con el Evangelio… Papa Francisco ha querido recoger “los aportes de los dos recientes Sínodos sobre la familia, agregando otras consideraciones que puedan orientar la reflexión, el diálogo o la praxis pastoral y, a la vez, ofrezcan aliento, estímulo y ayuda a las familias en su entrega y en sus dificultades” (AL 4). La mirada del lector no debe dirigirse a las posiciones de teólogos y pastoralistas, sino a los matrimonios, a la vida de las familias que se esfuerzan por vivir su vocación en un difícil y complejo contexto social y eclesial.
… y división del texto: Los comentaristas medievales de textos antiguos solían anteponer a su comentario una división del texto en partes y secciones ordinariamente ausente en el texto comentado. Era la forma más segura para captar la intención del autor y suponía un conocimiento profundo de todo el texto. El Papa nos ahorra esta fatiga y, al mismo tiempo, nos previene de la “tentación universal” de ir directamente a las orientaciones pastorales que iluminen las decisiones que habría que tomar en situaciones problemáticas muy complejos que son tal vez las que más interesan a los medios de comunicación y a muchas personas, familias y pastores. Antes de llegar a esos temas (tratados en el capítulo 8) hay que realizar un camino con etapas (capítulos) que tienen finalidades muy precisas y que el Papa expone en el n. 6: “En el desarrollo del texto, comenzaré con una apertura inspirada en las Sagradas Escrituras, que otorgue un tono adecuado [cap. 1]. A partir de allí, consideraré la situación actual de las familias en orden a mantener los pies en la tierra [cap. 2]. Después recordaré algunas cuestiones elementales de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia [cap. 3], para dar lugar así a los dos capítulos centrales, dedicados al amor [cap. 5-6]. A continuación destacaré algunos caminos pastorales que nos orienten a construir hogares sólidos y fecundos según el plan de Dios [cap. 6], y dedicaré un capítulo a la educación de los hijos [cap. 7]. Luego me detendré en una invitación a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente a lo que el Señor nos propone [cap. 8], y por último plantearé breves líneas de espiritualidad familiar [cap. 9]”.
¿Cómo leer la exhortación? “No recomiendo una lectura general apresurada” (7), que es la tentación de quien hojea el texto en busca de novedades. Los fieles tenemos a nuestra disposición el fruto maduro de una reflexión amplia y rica realizada por dos sínodos y presentada a la consideración del Santo Padre. Expresión de aprecio teórico y práctico por este texto pontificio, será seguir estos consejos: primero, profundizar “pacientemente parte por parte” (7), haciéndolo objeto de calmado estudio y honda reflexión. Segundo, hacer de este texto un vademecum para la vida, donde cada uno busque “lo que pueda necesitar en cada circunstancia concreta” (7).
Continuidad. Como ya pasó con los textos conciliares, quizás haya quien diga que el texto no recoge el espíritu de unos sínodos presuntamente más ‘progresistas’ o que no es fiel a la tradición… Con la perspectiva de la experiencia de años pasados podemos parafrasear lo que el cardenal Ratzinger decía del Concilio. La mejor herencia del Sínodo es este texto, rectamente interpretado en la continuidad con el magisterio precedente. Papa Francisco parece querer subrayarlo por la profusión de citas las relaciones sinodales y de sus dos predecesores: San Juan Pablo II y su Familiaris consortio y Benedicto XVI y su encíclica Deus Caritas est, entre otros documentos.
Una provocación: En la presentación a la prensa de la exhortación apostólica se ha subrayado que el lenguaje de Papa Francisco es claro, sencillo, concreto. No lo dudo. Pero me gustaría que el lector se dejara provocar por unas reflexiones de Etienne Gilson en su obra “El filósofo y la teología”, ante la constatación de que rara vez los filósofos se animaban a leer unas encíclicas pontificias que les resultaban difíciles. Estoy convencido de que las cautelas de Gilson siguen siendo válidas y que estos textos requieren una lectura reflexiva muy atenta, para captar el valor de cada frase en el contexto global de la exhortación, el valor de algunos silencios, y como diría Gilson, la precisión de algunas imprecisiones. Aunque los motivos de la dificultad de la lectura sean otros, este texto de Gilson resulta pertinente: “La dificultad no proviene de que estén escritas en un latín de cancillería florido de elegancias humanísticas, sino más bien de que no siempre se deja captar fácilmente el sentido de la doctrina. Entonces se aborda el problema de traducirlas, y, al intentarlo, se acaba por comprender al menos la razón de ser de su estilo. No se puede reemplazar las palabras de este latín pontificio por otras tomadas de una cualquiera de las grandes lenguas literarias modernas, y menos aún desarticular estas frases para articularlas de otra forma, sin darse cuenta inmediatamente de que, por cuidadosamente que se haga, el original pierde su fuerza a lo largo de la operación, y no sólo su fuerza, sino también precisión, que aún no es lo más grave, pues la verdadera dificultad, conocidísima por los que intentan la prueba, está en respetar exactamente lo que podría llamarse, sin caer en paradoja alguna, la precisión de sus imprecisiones. La precisión sabiamente calculada de sus imprecisiones voluntarias. Cuántas veces no se piensa, después de madura reflexión, que se sabe lo que, respecto a tal punto preciso, quiere decir la encíclica, pero no lo dice exactamente, y sin duda tiene sus razones para detener en determinados umbrales la determinación más precisa de un pensamiento preocupado por permanecer siempre abierto, presto a acoger las posibles novedades”. Gilson concluye pidiendo a los filósofos cristianos que, además de hacer cursos de teología, se animen a frecuentar alguna universidad pontificia en la que les enseñen a leer los documentos pontificios. Como rector de una universidad pontificia ciertamente renuevo esa invitación, aunque más modestamente me limito a invitar a los pastores y a los fieles – a ellos va dirigida Amoris laetitia – a leer con calma y profundidad este esperadísimo texto sobre una cuestión vital para las personas, las familias, la sociedad y la Iglesia: “el amor en la familia”






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Espiritualización
Redaccion | 10/04/16

Publicamos a continuación la carta dominical del arzobispo de Barcelona, monseñor Juan José Omella:
“¡Oh Sagrado banquete, en que Cristo es nuestra comida, se celebra el memorial de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura!” (Ant. Magníficat II, Vísperas del Corpus Christi). Cuando comulgamos dignamente, Cristo entra en nosotros para llenarnos de su Espíritu y quedamos llenos de la vida del Espíritu, llenos del Amor de Dios que es el Espíritu Santo, el Amor eterno con que el Padre y el Hijo se aman. El cuerpo de Cristo nos espiritualiza porque nos sumerge en el Espíritu Santo, en el abrazo de Amor y de Unidad que es la persona del Espíritu Santo. No recibimos un cuerpo carnal sino espiritual. “Quien se une al Señor, se hace un solo espíritu con él” (1Cor 6,17).
No formamos una sola carne con Él sino un solo espíritu, ya que la carne “perece como flor del campo” (Is 40,7). Por gracia quedamos unidos al Cuerpo de Cristo que ha vencido la muerte resucitando en la mañana esplendorosa de Pascua; al Cuerpo de Cristo que ha vencido los dolores, las fragilidades, los sufrimientos de nuestra naturaleza herida.
Ese cuerpo glorioso de Cristo posee la fuerza que da vida a quien lo recibe. Así lo expresa san Cirilo en un precioso texto que quizás pueda sorprendernos pero que está imbuido de gran sabor evangélico: “Para que no nos contagiemos del tétano viendo o tocando la carne y la sangre expuesta sobre la mesa santa de las iglesias, Dios, por una gran condescendencia, ha enviado sobre los dones presentados sobre el altar la fuerza de la Vida y los transforma en energía de su propia Vida. (In Mat 26,27)
Ese Cuerpo glorioso de Cristo nos incorpora a Él, nos hace habitar en Él, nos transforma y nos espiritualiza en Él.
Por la Eucaristía, Dios nos transforma por dentro penetrando “hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas” (Heb 4,12) de nuestro ser. Es decir, hasta esa parte inmortal y divina depositada en nosotros: “ese Espíritu que ha sido derramado en nuestros corazones” (Rm 5,5) y “enviado a nuestras almas” (al 4,5) para santificarnos, vivificarnos y espiritualizarnos poco a poco.
Jesucristo, concediéndonos la gracia de participar de su Espíritu, quiere arrancarnos, progresivamente, de las cosas de la tierra para hacernos renacer de lo alto porque “la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos”(1Cor 15,50), sino la carne y la sangre transformadas por la Eucaristía. Fortalecidos por la presencia de su Espíritu, avanzamos llenos de seguridad y podemos decir llenos de confianza, como decía Job desde el lecho del dolor: “Sé que mi Defensor está vivo, que con mi carne le veré; sí, yo mismo le veré” (Jb 19,25-26). Dios, nuestro Padre, en quien tenemos puesta nuestra confianza, “dará la vida a nuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en nosotros” (Rm 8,11).
La Eucaristía nos diviniza y nos abre las puertas de la vida. ¡Qué misterio tan asombroso! Adoremos en silencio. Adoremos en la acción de gracias. Adoremos con el deseo de acercarnos más y más a la Eucaristía, fuente de nuestra santificación.
Que Dios os bendiga a todos.
+Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona