María, la madre de Jesucristo, fue la “roca” de los discípulos de Jesús cuando ascendió a los cielos y, tras la venida del Espíritu Santo, la que sostuvo y mimo los primeros años de la Iglesia, sacudida también por las miserias humanas que cristalizaban en disensiones, disputas, conductas escandalosas… Sobre sus últimos momentos antes de su vida terrena y sobre la primacía de Pedro, se recrea el director estadounidense Andrew Hyatt (The Last Light, The Frozen…) en Llena de gracia.

 Han pasado diez años desde la Ascensión de Jesucristo, la Iglesia sigue creciendo entre judíos y gentiles, esto último por la implicación de Pablo y Bernabé. Pedro continúa siendo la referencia para los discípulos. Le van a consultar sobre cómo actuar ante las distintas interpretaciones realizadas por los nuevos conversos dentro y fuera de Jerusalén.

Hyatt, también guionista, nos muestra un Pedro dubitativo, aplastado por la responsabilidad que le confieren los principales de la Iglesia, los cuales le piden que dirima sobre distintas cuestiones que pueden adulterar la doctrina de Jesús. El que fuera fogoso y atrevido en vida de Jesús, no sabe cómo actuar y decide ir a compartir sus dudas con María.

Con un “tempo” y estética cercanos a Terrence Malick, recreado con imágenes poéticas dispuestas en planos borrosos, una banda sonora medida para la ocasión; miradas y primeros planos en cámara al hombro de los personajes como de objetos y animales, Llena de gracia nos ofrece una pequeña sinfonía que favorece un repliegue interior, en el que va cuajando la empatía con el estado de ánimo de María en los momentos finales de su vida entre los discípulos de su Hijo. A ellos, los que sostiene en la fe y recuerda que Él sigue presente y estará con ellos siempre, como les prometió.

Como lo hicieron anteriormente —a pesar de sus traiciones—, les pide que confíen en Él y se olviden del resto. El resto: las disensiones, las riñas y peleas, las apostasías, las ambiciones personales, las desobediciencias, las conductas inmorales y todo el elenco de tropelías que se empiezan a cometer entre los nuevos bautizados son propias —aunque María no lo expresa verbalmente— de la condición humana. “Bestiales como siempre”, como dijo el escritor TS Eliot, refiriéndose a la especie humana.

Ella, la “Llena de gracia”, conoce bien de qué extrema fragilidad estamos hechos, el respeto escrupuloso de Dios por nuestra libertad y cómo Él deja crecer juntamente la mies y la cizaña mientras exista el mundo. La mirada y el actuar de la Madre de Dios no se escandaliza ante nuestra miseria y nos enseña a confiar en su Hijo y a considerar que siempre ha existido y siempre permanecerá la Iglesia como “hospital de campaña” (en palabras del papa Francisco) para todos y, en primer lugar, para quienes intentan recorrer el camino de su Hijo.

 

Llena de gracia
Andrew Hyatt
Intérpretes: Pedro (Noam Jenkins), María (Bahia Haifi), Zara (Kelsey Asbille), Simón (Merik Tadros), Andrés (Taymour Ghaz)
Guión: Andrew Hyatt
Duración: 84 m.
Género: religiosa