Tribunas

Cañizares y la ideología de género

Ernesto Juliá

Cañizares ha vuelto a recordarnos la importancia que supone para la vida humana, para la sociedad, la llamada “ideología de género”; y en ese discurso se une a la voz de otras personas de la Iglesia - entre ellos el card. Sarah en una reciente conferencia en Ávila-, y de pensadores no particularmente creyentes, que ponen en guardia de lo que esa “ideología” supone para el hombre, para la mujer, para la sociedad. Estas son las palabras de una estudiosa feminista americana:

“La ideología de género actual es un error de enorme magnitud, una amenaza al gobierno de la ley y la destrucción de los esfuerzos que han dado forma a nuestra sociedad para que llegáramos a un entendimiento con nuestros cuerpos, recibidos y vulnerables, imperfectos y profundamente sexuados cuerpos”.

Y digo “ideología”, aunque en realidad la construcción mental y lingüista que ha puesto en marcha esa tendencia, no se fundamenta en ninguna idea fruto de una reflexión intelectual, ni en una valoración de la realidad, como manifiestan muchos movimientos feministas. La palabra “género” quiere más bien expresar un deseo de dar cuerpo a una serie de “sentimientos”, “emociones”, de quienes pretenden “construirse” cada uno/una a su manera, siempre dentro de la máxima libertad de que cada una/uno hace de su vida, de su persona, de sus capacidades, lo que le da la gana: eliminar la realidad del sexo, y refugiarse en un “género” manipulable al antojo de cada cual.

Con estos “principios”, una de las cabezas promotoras de esa “ideología”, pudo decir que en cuestión de ser hombre o mujer, eso del sexo no es en absoluto un dato definitivo, es una simple palabra. Y que cada hombre o mujer, será hombre o mujer según lo que el/ella, diga o haga.  “Ser hombre o mujer no es algo que se es, sino algo que se hace”.

La humanidad, hasta estas alturas de su existencia, ha considerado hombre y mujer, teniendo en cuenta la sexualidad inscrita en la naturaleza de cada persona y plasmada claramente en los cuerpos de hombres y de mujeres, que no hay otros cuerpos.

Las “ideólogas de género” consideran -¿en base a qué?- que no es más que una simple construcción “cultural”. Y ahora, viene la “salvadora” ideología de género a montar otra “estructura cultural”, que dará libertad a cada cual para ser lo que diga y haga, “sexual” y “culturalmente”..

O sea, eso de “hombre”, “mujer”, “matrimonio”, “familia”, “paternidad”, “maternidad”, etc., serían simples “construcciones socio-culturales”, que impiden a cada uno, a cada ciudadano, “ser”, lo que “quiere decir” y “hacer”. En definitiva, les quita la libertad. Y, en el deseo de “hacer libres lo que me da la gana”, comienza a aparecer personas que quieren ser “bisexuales”, “trisexuales (perro o perra incluido”),  “quatrisexuales” (si aparece una maquina o cualquier otro instrumento semejante”). Y todos, lógicamente, con su lista de “derechos humanos”, y de protección estatal, de “seguridad social”. Ningún grupo tendría ningún derecho a tener más derechos que otros.

Y no sólo, ¿Quién puede impedir que en uso de la libertad uno quiera “decir” y “hacer” como “hombre-perro”, como “mujer-perra”; “hombre-serpiente”, “mujer serpiente”,   y acabar así con otras dos construcciones “culturales”, como pueden ser el pudor y el vestido?

Pero el problema se complica un poco más, porque, ¿qué es “hacer” y “decir” de hombre; y qué es hacer o decir de mujer? Sin tener en cuenta la referencia natural sexual, la figura de hombre y mujer se diluye; es una simple, y ahora de verdad, construcción “cultural”, y cada uno la construirá a su manera, sin que quepan ningún tipo de “reglas”, “indicaciones”, que se puedan imponer a nadie, y ni siquiera sugerir como cauce de actuación.

Cañizares se preocupa del mal que todo esto puede hacer a las familias y anima a las familias cristianas que den testimonio de la grandeza de la familia, de la sexualidad, tal y como Dios lo quiere. Y en eso, le apoyarán tantas feministas, que siguen dando la batalla para que las mujeres ocupen el lugar adecuado en la sociedad.

Rebecca Reilly-Cooper, teórica política y feminista radical británica, señala:

“La opresión de las mujeres tiene sus raíces históricas y su aparente justificación en la biología femenina y en la explotación del trabajo reproductivo. Alterar la definición del término “femenino” para que ahora signifique “cualquier persona que se crea mujer” no es sólo conceptualmente incoherente, sino que también elimina la posibilidad de analizar la opresión estructural de las mujeres como clase, al erradicar la terminología que usamos para describir las condiciones materiales de su existencia”.

“Dios perdona, la naturaleza no”, decían los antiguos. Un hombre nacido sexuado hombre, una mujer nacida sexuada mujer, podrá querer ser “hombre-tigre”, “mujer-serpiente”, “hombre-perro-mujer”; etc, etc. Podrá cambiar de órganos genitales las veces que los cirujanos lo consigan: no dejará nunca de arrancar del fondo de su cuerpo, el sexo, mujer, hombre, con el que han sigo engendrados.

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com