A mí también me ha sorprendido, y muy gratamente. Lo digo porque Antonio Pelayo –un hombre que sabe de Iglesia y comunicación–, escribe al comenzar el prólogo: “Confieso que la lectura de este libro me ha provocado una enorme sorpresa. Agradable, por supuesto”. Y termina diciendo: “Al cerrar la última de las páginas del libro que hoy tengo el honor de prologar me dije: ‘No ha sido tiempo perdido, todo al contrario’. Y bien sabe Dios que no es siempre éste el balance que se hace al acabar una lectura”. Suscribo las palabras de Antonio Pelayo, prologuista de No basta con un clic. Iglesia y comunicación, de Jorge Oesterheld, publicado por la editorial PPC.

¿La razón? Hay bastantes artículos, mensajes, libros que abordan la comunicación de la Iglesia y en la Iglesia para intentar responder a la permanente pregunta, nunca suficientemente resuelta: qué lenguaje utilizar hoy para hacerse comprensible a las personas de hoy; cómo comunicar de forma eficaz la Buena Nueva en un mundo invadido por las tecnologías y en constante cambio. Hay textos más o menos apocalípticos, más o menos optimistas o esperanzados, más o menos doctrinales… Son muy pocos los que enganchan y producen la impresión de estar tocando la raíz genuina de la cuestión. Éste libro es uno de ellos.

El autor, Jorge Oesterheld, respira los mismos aires que el Papa Francisco. No en vano trabajó con él codo con codo durante muchos años, como responsable de la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina, secretario ejecutivo de la Comisión de Comunicación Social y portavoz del episcopado, siendo presidente el cardenal Bergoglio.

En este libro, con un lenguaje muy sencillo, amable, cordial, comprensible para todo el mundo, afronta el tema de la comunicación con una profundidad insospechada, porque toma nuevas perspectivas en las que se intuye un alcance mucho mayor de lo que en un primer momento se percibe.
Después de la introducción –seis páginas realmente sustanciosas sobre el lenguaje original y propio de la Iglesia en su tarea evangelizadora–, el libro se divide en dos partes.

En la primera plantea el nuevo escenario en que se presentan desafíos inesperados a los que hay que dar respuesta, con una nueva visión para una espiritualidad en red que abre nuevos horizontes. Son realmente sugerentes los apartados dedicados a la transformación cultural generada por las nuevas tecnologías, con alcance y consecuencias aún incalculables.

La segunda se dedica a los comunicadores y testigos que, desde la experiencia de ser cristianos, discípulos comunicadores, tienen un desafío por delante, que es lo que les mueve: “compartir esa alegría descubierta en una comunidad que está siempre inaugurando el antiguo y siempre nuevo Evangelio de Jesús, el Galileo de Nazaret”.

Dice el autor en el guiño del título que “no basta con un clic”. Pues bien, mientras se lee el libro, más de una vez se despierta la mirada más profunda del lector y en su mente algo hace ‘clic’. Para seguir pensando.