Servicio diario - 25 de junio de 2016


 

El Papa en el encuentro ecuménico asegura que solo el amor borra los prejuicios
Posted by Rocío Lancho García on 25 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha concluido la segunda jornada de su viaje a Armenia con un encuentro ecuménico y oración por la paz en la plaza de la República de la capital, Ereván. En encuentro en el que el Santo Padre ha pedido que se retome el camino de reconciliación entre el pueblo armenio y el pueblo turco, y que la paz brote también en el Nagorno Karabaj, la zona de conflicto con Azerbaiyán.
El Pontífice, reflexionado sobre la unidad entre las Iglesias, ha recordado que en los años pasados, se han intensificado las visitas y los encuentros “entre nuestras Iglesias, siendo siempre muy cordiales y con frecuencia memorables”. Además, ha explicado que la unidad no es un beneficio estratégico para buscar mutuos intereses, “sino lo que Jesús nos pide y que depende de nosotros cumplir con buena voluntad y con todas las fuerzas, para realizar nuestra misión”, es decir, “ofrecer al mundo, con coherencia, el Evangelio”.
El encuentro se ha celebrado en armenio e italiano y después de la oración del Padre Nuestro, cada uno en su lengua, y las lecturas, también el Catholicós Karekin II, ha dirigido unas palabras a los presentes, invocando la paz y animando a la unidad. Por su parte, el Papa ha asegurado que ha llegado a este país, el primero en abrazar la fe cristiana, como peregrino y para mostrarles el “afecto de vuestro hermano, es el abrazo fraterno de toda la Iglesia Católica, que os quiere y que está cerca de vosotros”.
El Santo Padre ha invitado a compartir con gran alegría los muchos pasos de un camino común que ya está muy avanzado, y mirar con confianza al día en que “estaremos unidos junto al altar del sacrificio de Cristo, en la plenitud de la comunión eucarística”.
En este trayecto, ha observado Francisco, preceden de forma particular los mártires, “nuestras estrellas en el cielo”, que “resplandecen sobre nosotros” e “indican el camino que nos falta por recorrer en la tierra hacia la comunión plena”.
A propósito de la unidad, el Papa ha indicado que “es hermoso estar aquí reunidos para rezar unos por otros, unos con otros”. Por eso ha precisado que es, sobre todo, el don de la oración el “que he venido a pediros esta tarde”. Solo el amor, ha indicado el Papa, borra los prejuicios y permite reconocer que la apertura al hermano purifica y mejora las propias convicciones. Estamos llamados –ha asegurado– a tener la valentía de dejar las convicciones rígidas y los intereses propios, en nombre del amor que se abaja y se da, en nombre del amor humilde. Y ha pedido seguir este camino con determinación y correr hacia la plena comunión.
Por otro lado, reflexionando sobre la paz, el Papa ha dirigido su pensamiento a las poblaciones forzadas a abandonar todo, de modo particular en Oriente Medio, donde sufren violencia y persecución a causa del odio y de conflictos, fomentados siempre “por la plaga de la proliferación y del comercio de armas”, “por la tentación de recurrir a la fuerza” y “por la falta de respeto a la persona humana, especialmente a los débiles, a los pobres y a los que piden sólo una vida digna”.
A continuación, ha hablado nuevamente del “Gran Mal” que abatió a Armenia, asegurando que “este trágico misterio de iniquidad que vuestro pueblo ha experimentado en su carne, permanece impreso en la memoria y arde en el corazón”. Y recordar el sufrimiento de este pueblo, ha asegurado Francisco, no es solo oportuno, sino necesario. Y así pueda ser una advertencia “para que el mundo no caiga jamás en la espiral de horrores semejantes”.
Asimismo ha subrayado que las heridas que permanecen abiertas y que han sido producidas por el odio feroz e insensato, pueden “conformarse a las de Cristo resucitado”. Y ha indicado que también el dolor más grande, transformado por el poder salvífico de la cruz, de la cual los Armenios son heraldos y testigos, “puede ser una semilla de paz para el futuro”.
El Pontífice ha invitado a todos a comprometerse para poner las bases de un futuro que no se deje absorber por la fuerza engañosa de la venganza. Un futuro, “donde no nos cansemos jamás de crear las condiciones por la paz”: un trabajo digno para todos, el cuidado de los más necesitados y la lucha sin tregua contra la corrupción, que tiene que ser erradicada.
Para finalizar el Santo Padre, saludando también a los armenios en la diáspora, les ha asegurado que todo el mundo necesita de su mensaje, presencia y testimonio más puro.
Antes del encuentro ecuménico, el Pontífice y el Catholicós visitaron la Catedral Armenia Apostólica “Yot Verk”. Allí fue recibido por el Catholicós y ambos entraron en procesión. En el interior de la Catedral había algunos obispos Armenio-Apostólicos y un pequeño grupo de discapacitados y refugiados sirios. Francisco y Karekin II se detuvieron en oración silenciosa frente al ícono mariano de las siete llagas y después veneraron el Crucifijo. Al final, el Papa impartió la bendición. A la salida, el Santo Padre recibió un regalo de una benefactora argentina y se dirigió a la Catedral de los Santos Mártires.
La Catedral Armenia Católica de los Santos Mártires de Gyumri, también está en la plaza Vartanants. A la entrada les estaban esperando el Ordinario para los Armenios Católicos de la Europa Oriental, el arzobispo Raphael François Minassian, y el párroco. En el interior de la Catedral había algunos benefactores de la Iglesia Armenio Católica. Después de la entrada en procesión y de la oración del Papa, el Catholicós impartió la bendición.



Francisco reza en el memorial de Tzitzernakaberd. ‘Nunca más tragedias como esta’
Posted by Sergio Mora on 25 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco visitó al inicio de este segundo día del viaje apostólico a Armenia, el memorial de Tzitzernakaberd, lugar que recuerda el genocidio de 1,5 millones de armenios, llamado también el ‘Gran Mal’, perpetrado entre 1915 y 1916 por el Imperio Otomano.
“Aquí rezo, con dolor en el corazón –escribió Francisco en el libro de los huéspedes ilustres– para que nunca más existan tragedias como esta, para que la humanidad no se olvide y sepa vencer con el bien el mal. Dios conceda al querido pueblo armenio y al mundo entero paz y consolación. Dios custodie la memoria del pueblo armenio. La memoria no va aguada ni olvidada; la memoria es fuente de paz y de futuro”.


En el mausoleo de Tzitzernakaberd
El Papa a su llegada saludó a las autoridades religiosas católicas y ortodoxas allí presentes, y al mandatario del país, Serzh Sargsyan, acompañado por su consorte. E inició caminar acompañado a poca distancia por ellos hacia la explanada del mausoleo con un obelisco central, donde tres militares en paso solemne llevaron una corona de flores blancas y amarillas, rodeadas por laureles, hasta el ingreso del mismo.
Allí el Santo Padre se acercó a la corona y permaneció algunos instantes rezando en silencio mientras la banda tocaba el himno pontificio. Una vez ingresado en el memorial, depuso una rosa blanca a los pies de la llama perenne.
Siguió un momento de oración en el que el papa Francisco y el catholicós Karekin II bendijeron el incienso mientras era recitado el Padre Nuestro en armenio. El coro entonó diversos himnos entre los cuales el canto del ‘Hrashapar’. El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales leyó el Evangelio y el Papa recitó una oración de intercesión: ‘Escúchanos Señor y ten piedad’…

El Papa riega un árbol plantado en el memorial que recuerda la masacre
Después, dentro del mismo mausoleo desde donde se ve el monte Ararat, que pertenece a Turquía pero que ‘protege’ a Armenia, se tocó un himno con la flauta llamada Duduc, instrumento característico del pueblo armenio.
Finalmente dejó el mausoleo y el Papa se transfirió en un vehículo eléctrico a los jardines en donde se plantó un pino, como recuerdo del evento de hoy. Allí es donde firmó el libro de los huéspedes ilustres, al lado del ‘Muro de la memoria de los justos’.
A continuación Francisco recibió a unas diez personas, descendientes de perseguidos que fueron salvados y alojados en Castel Gandolfo por el papa Benedicto XV.
Este memorial fue construido en 1967, en plena época soviética y a pesar del disgusto de Moscú en la ‘Colina de las Golondrinas’. La parte del museo fue enriquecida en 1995 con una serie de objetos y recuerdos de la masacre de 1915.


El Papa en la misa de Gyumri: ‘Memoria, fe y amor misericordioso’ bases de vida cristiana
Posted by Sergio Mora on 25 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco celebró este sábado la santa misa en la segunda ciudad que visita en Armenia, Gyumri, nada más llegar del memorial de Tzitzernakaberd, en las afueras de la capital Ereván, donde abrió el segundo día de su visita apostólica recordando al millón y medio de armenios exterminados durante el Imperio Otomano.
En Gyumri, ciudad que durante el dominio soviético tuvo el nombre de Lininakan para recordar a Lenin, y que en 1988 sufrió un devastador terremoto, el Santo Padre celebró la ‘Misa votiva de la Misericordia de Dios’, según el rito latino, en italiano y armenio. Estuvo presente en la misa el Catholicós Karekin II.

En Gyumri ha sido la primera vez que en Armenia se celebra una misa al abierto
“Después de la terrible devastación del terremoto, estamos hoy aquí para dar gracias a Dios por todo lo que ha sido reconstruido” señaló el Papa en su homilía, invitando a construir la propia vida cristiana en tres bases estables.
La primera, la gracia de la memoria por lo que el Señor ha hecho en nosotros y por nosotros: “nos ha elegido, amado, llamado y perdonado”, pero también “otra memoria que se ha de custodiar: la memoria del pueblo”, la vuestra “muy antigua y valiosa”.
“En vuestras voces resuenan –dijo el Papa refiriéndose a la memoria– la de los santos sabios del pasado; en vuestras palabras se oye el eco del que ha creado vuestro alfabeto con el fin de anunciar la Palabra de Dios; en vuestros cantos se mezclan los llantos y las alegrías de vuestra historia. Pensando en todo esto, podéis reconocer sin duda la presencia de Dios: él no os ha dejado solos. Incluso en medio de tremendas dificultades” y de “las primicias de vuestra fe, de todos los que han dado testimonio, aun a costa de la sangre, de que el amor de Dios vale más que la vida”.
La segunda base es la fe, que “es también la esperanza para vuestro futuro”, y rechazar “la tentación de considerarla como algo del pasado”, de manera que “el encuentro con la ternura del Señor ilumine el corazón de alegría” más fuerte que el dolor, transformándose en paz.
El Pontífice invitó especialmente a los jóvenes a no tener miedo de dar el propio ‘sí’, “para dar continuación a la gran historia de evangelización, que la Iglesia y el mundo necesitan en esta época difícil, pero que es también tiempo de misericordia”.

Durante la misa en la que vinieron también fieles desde Georgia
La tercera base es el amor misericordioso: la vida del discípulo de Jesús se basa en esta roca, porque “estamos llamados ante todo a construir y reconstruir, sin desfallecer, caminos de comunión, a construir puentes de unión y superar las barreras que separan”.
“Se necesitan cristianos –añadió el Santo Padre– que no se dejen abatir por el cansancio y no se desanimen ante la adversidad, sino que estén disponibles y abiertos, dispuestos a servir” además de “sociedades más justas, en las que cada uno tenga una vida digna y ante todo un trabajo justamente retribuido”.
“Nadie como Gregorio de Narek, palabra y voz de Armenia ha sabido penetrar en el abismo de miseria que puede anidar en el corazón humano” recordó Francisco, y señaló que él “nos enseña que lo más importante es reconocerse necesitados de misericordia y después, frente a la miseria y las heridas que vemos, no encerrarnos en nosotros mismos, sino abrirnos con sinceridad y confianza al Señor”.
El Papa concluyó invocando con las palabras del santo armenio, el don de no cansarse nunca de amar: Espíritu Santo «Concédenos la gracia de animarnos a la caridad y a las buenas obras […] Espíritu de mansedumbre, de compasión, de amor al hombre y de misericordia, […] tú que eres todo misericordia, […] ten piedad de nosotros, Señor Dios nuestro, según tu gran misericordia» (Himno de Pentecostés).


Francisco saluda a los fieles armenios desde el papamóvil tras la misa al abierto
Posted by Redaccion on 25 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El único traslado en papamóvil en Armenia, en este XIV° viaje apostólico, lo realizó hoy el papa Francisco desde la plaza Vartanants de la ciudad de Gyumri, en donde se celebró la misa al abierto, y las personas pudieron saludarlo a su paso. De allí partió hacia el convento de Nuestra Señora de Armenia, un recorrido de unos cinco kilómetros.
Al concluir la misa el Papa le expresó su “vivo agradecimiento” al catholicós Karekin II y al arzobispo Minassian, al patriarca Ghabroyan, a los obispos, sacerdotes, autoridades que lo recibieron y a todos los que participaron, incluso de diferentes regiones y de la vecina Georgia.
Del mismo modo, saludó “a los que con tanta generosidad y amor concreto ayudan a los necesitados”.
Por eso quiso precisar que piensa “especialmente en el hospital de Ashotsk, inaugurado hace veinticinco años, y conocido como el «Hospital del Papa»: nacido del corazón de san Juan Pablo II, sigue siendo una presencia muy importante y cercana a los que sufren”.
Francisco recordó también “las obras que realizan en la comunidad católica local las Hermanas Armenias de la Inmaculada Concepción y las Misioneras de la Caridad de la beata Madre Teresa de Calcuta”.
Y concluyó deseando que “la Virgen María, nuestra Madre, nos acompañe siempre y guíe los pasos de todos en el camino de la fraternidad y de la paz”.
Una vez terminado el recorrido realizado en el papamóvil, el Santo Padre llega al convento de Nuestra Señora de Armenia. Allí la superiora le recibe en la puerta del orfanato, en donde son hospedados unos 60 huérfanos. En el complejo del convento se encuentra también el colegio profesional Diramayr, cuyos estudiantes reciben a la delegación pontificia. En el convento, el Santo Padre tiene una comida en privado.


Perú: Facultad de Teología impulsa proyecto “Semillas de Misericordia”
Posted by Redaccion on 25 June, 2016



(ZENIT – Roma).- En el marco del Jubileo de la Misericordia convocado por el Santo Padre Francisco, la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima (FTPCL) ha emprendido el proyecto audiovisual y pastoral “Semillas de Misericordia”. Se trata de una iniciativa de evangelización a través de la divulgación de reflexiones sobre una serie de temas relacionados con la Misericordia.
Las “Semillas de Misericordia” ya tienen tres semanas desde su salida al aire a través del canal de Facebook oficial de la FTPCL. Se publican cada miércoles a las 10 p.m. (hora peruana) y ya vienen teniendo gran éxito en las redes sociales.
La primera “Semilla de Misericordia” se difundió el miércoles 8 de junio. El P. Carlos Rosell, Rector de la FTPCL meditó sobre el significado de la palabra Misericordia . Esta reflexión ha tenido más de 8 mil vistas con un alcance en Facebook de más de 50 mil.
La segunda Semilla de Misericordia fue estrenada el miércoles 15 de junio. En este vídeo, el P. Rosell reflexionó sobre los “Atributos Divinos”, recordando que el principal atributo Divino es la Misericordia.
En esta tercera semana de difusión se ha estrenado el vídeo “La Misericordia y la Santísima Trinidad”, donde el rector de la FTPCL reflexiona sobre la trascendencia de este misterio para la vida de los católicos, especialmente en este Año de la Misericordia.
De esta forma, la universidad quiere contribuir con la formación de los fieles a través de vídeos cortos y didácticos que motiven cada vez más a los fieles a conocer su fe y a vivir de una manera más intensa este tiempo de gracia por el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
Se pueden seguir las semillas de Misericordia a través de la cuenta oficial de Facebook de la FTPCL


Colombia: Francisco y la Iglesia han sido fundamentales para la firma de la paz
Posted by Sergio Mora on 25 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El rol del papa Francisco, de la diplomacia de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal han sido fundamentales para lograr el acuerdo de paz en Colombia, aunque quedan puntos por definir y desconfianzas en quienes sufrieron la violencia. Lo indicó a ZENIT en una conversación el periodista colombiano Néstor Pongutá, tras la firma del tratado entre el Gobierno y los jefes de la guerrilla de las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC).
Sobre el acuerdo, el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Augusto Castro, arzobispo de Tunja, señaló que “dicho acto debe ser un signo para aplicar de forma contundente y no un símbolo para firmar”. Y un signo claro de “que se van a entregar y destruir las armas públicamente”. Otras fuentes consultadas por ZENIT indicaron que entre los puntos por resolver están los más de 10.000 millones de dólares que las FARC tendrían en cuentas y que no serían usados para indemnizar a las víctimas.

Néstor Pongutá durante la entrevista (Foto ZENIT cc)
“El rol de la Iglesia y del papa Francisco ha sido fundamental” asegura el corresponsal en Roma. “Todo inició el 15 de junio de 2014 cuando el Santo Padre fue a visitar la comunidad de San Egidio, y ellos le entregaron una carta de jefe guerrillero Timochenko, que indicaba querer negociar. El Papa transmitió esto a la Secretaría de Estado, y se inició un trabajo con gran discreción”.
Un año después, cuando ya había iniciado la negociación entre Cuba y Estados Unidos, el presidente Juan Manuel Santos estuvo en el Vaticano y “pidió nuevamente mediación” y el Santo Padre asintió. Y “se puso en movimiento la sección segunda de la Secretaría de Estado junto a la Conferencia Episcopal colombiana”, indicó el periodista.
En la visita a Cuba, el Papa no quiso estar en la firma de la primera parte del acuerdo, explica Pongutá, “pero en la Plaza de la Revolución dijo ‘Colombia no puede permitirse otro fracaso’. Eso lo vieron también por televisión los guerrilleros en el monte, y ellos que son ateos creen en la figura de Francisco, como el hombre vestido de blanco”.

Declaraciones del presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana
Entretanto, reconoce Pongutá, hay muchas heridas aún abiertas, por ejemplo hay párrocos y obispos que fueron secuestrados por la guerrilla, como el obispo de Cartagena Jorge Giménez, o que vivieron la extorsión y todo tipo de engaños por parte de las FARC en sus diócesis y parroquias, y como podemos entender, ellos no les creen.
“Mejor que estar viviendo dentro de la violencia es darle el justo lugar al principal actor del conflicto, este es un paso muy grande.
Debemos aprender a ceder, aunque no todos van a quedar contentos es necesario sanar las heridas”,
El corresponsal señala un hecho doméstico pero indicativo: “Un amigo en Colombia me dijo ‘voy a reconciliarme con mi vecina con la cual no me hablo desde hace dos años… Tenemos que iniciar desde adentro”.
Leer la primera parte de la entrevista


San Josemaría Escrivá de Balaguer – 26 de junio
Posted by Isabel Orellana Vilches on 25 June, 2016



(ZENIT – Madrid).- «Cristo no nos pide un poco de bondad, sino mucha bondad. Pero quiere que lleguemos a ella no a través de acciones extraordinarias, sino con acciones comunes, aunque el modo de ejecutar tales acciones no debe ser común», decía el fundador del Opus Dei, un hombre que no ha dejado a nadie indiferente; no lo hizo en vida, ni después de traspasar las fronteras del cielo. Le han escoltado luces y sombras. Sin embargo, fue un aragonés noble, sencillo, que iba creciendo sin otro afán que abrir surcos en su acontecer para llenarlos de Dios, un apóstol que no cesó de evangelizar a tiempo y a destiempo, una persona con un carisma innegable que tuvo la gracia de llegar al corazón de la gente, un apasionado de Cristo y de María, fiel a la Iglesia.
Nació en Barbastro, Huesca, España, el 9 de enero de 1902, y tuvo en su hogar la primera escuela de fe. Envuelto en ternura, se nutrió con la piedad que le inculcaron sus padres. Se percibe en su vida el influjo del remanso de paz y de cariño que vistió su cuna. La promesa materna de llevarlo ante la Virgen al santuario de Torreciudad, le rescató de una previsible muerte a sus 2 años. Inquieto, enredado a veces en infantiles rabietas y escudado en su timidez, escuchaba de su madre sentencias de gran valor espiritual: «Josemaría, vergüenza sólo para pecar». Los ecos de la sabiduría que tuvo cerca se aprecian en «Camino», que ha alumbrado espiritualmente a muchas generaciones.
Vivió la dolorosa pérdida de tres hermanos. Sus ojos infantiles, aturdidos por las desgracias, le hacían temer su propia muerte, pero su madre le tranquilizaba recordándole que a él le protegía la Virgen. En su adolescencia la familia se trasladó a Logroño por haber quebrado el comercio que regentaban en Barbastro. Era muy observador y en las gélidas navidades de 1917 se percató de la presencia de un carmelita que caminaba descalzo por la nieve llevado de su amor a Dios. Las huellas que fue dejando impregnaron su espíritu de un irresistible deseo de ofrecer su vida. Abrió las puertas de su corazón y por ellas penetró la vocación al sacerdocio. Sus padres le apoyaron. Cursó estudios en Logroño y en Zaragoza, donde el cardenal Soldevilla, que apreció sus virtudes y cualidades, le designó inspector del seminario.
En 1923 inició la carrera de derecho. Solía acudir a la basílica del Pilar haciendo confidente a la Virgen de todas sus cuitas. Su padre murió en 1924, y al año siguiente fue ordenado sacerdote. Su primer destino fue Perdiguera. Allí en su breve estancia realizó una edificante labor pastoral dejando un recuerdo inolvidable en los fieles, labor también manifiesta en la parroquia zaragozana de san Pedro Nolasco, entre otras. Tenía don de gentes y gran sentido del humor.
En 1927 fue autorizado a culminar su preparación en Madrid, y comenzó a impartir clases de derecho en una academia. Los destinatarios de su apostolado fueron, además de los enfermos del patronato regido por las Damas Apostólicas, moradores de barrios de la periferia: modestas familias; un entorno cuajado de carencias y marcado por el dolor. Esta vertiente no colmaba del todo sus anhelos. De su interior brotaba la urgencia de llevar el evangelio por doquier. El 2 de octubre de 1928 en la iglesia de los Paules vio la inmensidad de un camino de santidad fraguado en la vida ordinaria al que todos eran llamados. Cada uno desde su lugar de trabajo se convertiría en heraldo para los demás de esa verdad que es Cristo, siempre al servicio de la Iglesia. Adelantándose al Concilio Vaticano II, recordó la invitación universal a la santidad, algo inusual en la época. Poco a poco, a través de amigos, profesores, estudiantes y sacerdotes fue constituyéndose el Opus. Rosario, misa y comunión diarias, oración, lecturas espirituales, disciplinas…, conformaban el ideario a seguir. Comenzó con varones, y a partir febrero de 1930 lo hizo extensivo a las mujeres. Un ingeniero argentino se afilió a la Obra y tras él fueron llegando otros miembros. En agosto de 1931, a través de una moción divina percibida mientras oficiaba la misa, entendió que «los hombres y mujeres de Dios» izarían «la Cruz con la doctrina de Cristo sobre el pináculo de toda actividad humana… Y vi triunfar al Señor, atrayendo a Sí todas las cosas».
Los inicios no fueron fáciles. Se refugiaba en la oración y ofrecía sus mortificaciones. Sufrió la pérdida de tres de los integrantes principales, y tuvo que volver al punto de partida. Mientras, iba adentrándose en los senderos de la mística, invadido de amor por el Padre, conciencia filial que forma parte del carisma que dio a la fundación. Hacía partícipes de sus sueños apostólicos a los estudiantes de Dya, academia fundada por él, animándoles a leer la vida de Cristo y a meditar en su Pasión.
Entre 1934 y 1935 trasladó este centro docente a una de las calles principales madrileñas, donde escribió Consideraciones Espirituales, el conocido «Camino» que vería la luz como tal en 1939. La Guerra Civil le puso en peligro de muerte; tuvo que refugiarse en un psiquiátrico y padeció incontables penalidades. Huyó a Barcelona y a Andorra. Luego pasó por Pamplona y se estableció en Burgos; allí dio nuevo impulso a la Obra. En 1939 volvió a Madrid. Comenzó a impartir numerosos retiros espirituales, y en 1941 surgieron sus detractores cargados con dardos de incomprensión, maledicencia, calumnias y falsedades, carcomidos por la envidia. En 1944 se ordenaron los primeros sacerdotes.
En 1946 viajó a Roma buscando la aprobación que le concedió Pío XII; luego se entrevistaría con Juan XXIII y con Pablo VI. La Obra se extendió por el mundo, alumbrada por él con su palabra, oración y penitencia, amparado en Cristo y en María, viajando incansablemente dentro y fuera de España. Gozó del apoyo de los pontífices y de muchos prelados. Padecía diabetes, y al final sufrió severas cataratas. Murió en Roma el 26 de junio de 1975. Juan Pablo II lo beatificó 17 de mayo de 1992 y lo canonizó el 6 de octubre del año 2002, denominándole el santo de la vida ordinaria.