Servicio diario - 28 de junio de 2016


 

El papa Francisco agradece a Benedicto XVI su testimonio de fe
Posted by Redaccion on 28 June, 2016



(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El papa emérito Benedicto XVI cumple mañana 65 años de sacerdocio, motivo por el cual el santo padre Francisco ha querido participar hoy en el homenaje que se ha celebrado en el Vaticano, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.
Además del homenajeado participaron también diversos cardenales, entre los cuales Gerhard Müller, responsable de la edición de la Opera omnia de Joseph Ratzinger y el Card. Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio. El coro pontificio de la Capilla Sixtina estuvo también en el evento, entonando diversos cantos polifónicos
El papa Francisco en su discurso ha recordado la pregunta de Jesús a Pedro: ‘¿Me amas?’. Así, ha querido citar una reflexión de Benedicto XVI, en la que indica que en ese ‘me amas’ se funda la misión que Jesús da de pastorear el rebaño.
Señaló también que el Monasterio de Mater Ecclesiae no es un lugar de la cultura del descarte donde se envía a quienes no tienen más fuerzas, sino un sitio del cual se irradia tranquilidad, fuerza, confianza, madurez, una fe, una dedicación y una fidelidad “que me hacen tanto bien y me dan fuerza, así como a toda la Iglesia”. Y Francisco concluyó refiriéndose al papa emérito y afirmando que esta “es la nota que domina una vida entera entregada al servicio sacerdotal y la teología, que no por casualidad usted ha definido como ‘la búsqueda del amado’”. Sobre la cual, concluyó Francisco, “usted siempre ha dado testimonio y da testimonio aún hoy en día”.
Palabras del papa Francisco:
«Santidad, hoy festejamos la historia de una llamada que inició hace 65 años con su ordenación sacerdotal el 29 de junio de 1951 en la catedral de Freising. ¿Pero cuál es la nota de fondo que recorre esta larga historia y que desde el primer inicio hasta hoy la domina cada vez más?

El Coro Pontificio de la Capilla Sixtina ha entonado varios cantos durante la ceremonia
En una de las tantas hermosas páginas que usted le dedica al sacerdocio, subraya cómo en la hora de la llamada definitiva de Simón, Jesús mirándolo en profundidad le pregunta una sola cosa: ‘¿Me amas?’.
¡Que bello y verdadero es esto! Porque es aquí –usted dice– es en aquel ‘me amas’ que el Señor fundamenta su pastoreo, porque solo si hay amor por el Señor, Él puede realizar el pastoreo a través de nosotros: ‘Señor tú sabes que te amo’.
Es esta la nota que domina una vida intensa empleada en el servicio sacerdotal y a favor de una verdadera teología que Ud. no por casualidad ha definido como ‘la receta del amado’; sobre esto usted siempre ha dado testimonio y testimonia todavía hoy: que la cosa decisiva en nuestras jornadas –de sol o de lluvia– aquello con la cual solamente viene todo el resto, es que el Señor esté verdaderamente presente, que lo deseamos, que interiormente estamos cerca de Él, que lo amamos, que realmente creemos profundamente en Él y creyendo lo amamos realmente.
Es este amar que verdaderamente nos llena el corazón, este creer es aquello que nos hace caminar seguros y tranquilos sobre las aguas, también en medio de la tempestad, justamente como sucedió con Pedro. Este amar y este creer es lo que nos permite amar al futuro no con miedo o nostalgia, sino con alegría, también en los años avanzados de nuestra vida.
Y así, justamente viviendo y dando testimonio hoy de manera tan intensa y luminosa esta única cosa verdaderamente decisiva -tener los ojos y el corazón dirigido a Dios- usted santidad sigue sirviendo a la Iglesia, no deja de contribuir realmente con vigor y sabiduría a su crecimiento; y lo hace desde aquel pequeño monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano, que se revela así ser algo muy diverso que uno de esos rincones olvidados en la cual la cultura del descarte de hoy tiende a relegar a las personas cuando debido a la edad, las fuerzas faltan.
Es todo lo contrario. Y permita que lo diga con fuerza su sucesor ¡que ha elegido llamarse Francisco! Porque el camino espiritual de san Francisco inició en San Damián, pero el verdadero lugar amado, el corazón palpitante de la Orden, allí donde la fundó y donde al final de cuentas entregó su vida a Dios fue en la Porziúncola, la ‘pequeña porción’, el rincón junto a la Madre Iglesia; junto a María que, por su fe así firme y por su vivir así enteramente el amor y en el amor con el Señor, todas las generaciones la llamaron bienaventurada.
Así la providencia, quiso que usted, querido hermano, llegara a un lugar por así decir propiamente ‘franciscano’ del cual se irradia tranquilidad, paz, fuerza, confianza, madurez, una fe, una dedicación y una fidelidad que me hacen tanto bien y me dan fuerza así como a toda la Iglesia, así como y un sano y alegre sentido del humor.
El deseo con el cual quiero concluir es por lo tanto un deseo que dirijo a usted junto a todos nosotros y a la Iglesia entera: que usted, santidad, pueda continuar sintiendo que la mano del Dios misericordioso la sostiene, que pueda sentir y darnos testimonio del amor de Dios; que con Pedro y Pablo pueda continuar a exultar con gran alegría mientras camina hacia la meta de la fe».
Concluidas las palabras del Santo Padre, Benedicto XVI recordó que “hace 65 años, un hermano ordenado junto a mi decidió escribir sobre la estampa de recuerdo de su primera misa una palabra en griego: Eukaristomen” que significa celebrar y vivir el misterio eucarístico. Y añadió: “Estoy convencido que con esta palabra en sus diversas dimensiones se diga todo lo que se puede decir en este momento”, y agradeció a todos los presentes por este sentido homenaje.


Benedicto XVI: ‘Me siento protegido por la bondad del papa Francisco’
Posted by Sergio Mora on 28 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa mérito Benedicto XVI ha sido homenajeado hoy con motivo del 65 aniversario de su ordenación sacerdotal que se cumple este miércoles, solemnidad de San Pedro y San Pablo.
En un acto que se ha celebrado en el Palacio Apostólico del Vaticano, el papa Francisco dio las gracias a Dios por haber contado con teólogo y sacerdote como Benedicto XVI. Y por primera vez desde que es papa emérito, Benedicto XVI dio un discurso en un acto público.
“Hace 65 años, un hermano ordenado junto a mí –recordó Benedicto XVI– decidió escribir sobre la estampa de recuerdo de su primera misa, además del nombre y la fecha, solamente una palabra en griego: Eucharistomen, convencido que con esta palabra en sus diversas dimensiones decía todo lo que se puede decir en ese momento”. Y añadió un “humano gracias a todos”.
“Gracias sobre todo a usted Santo Padre –prosiguió el papa emérito– por su bondad que desde el primer momento de la elección y en cada momento de mi vida aquí, me lleva realmente, interiormente”. “Más que en los Jardines Vaticanos, con su belleza,” confió el papa emérito, “su bondad es lugar donde vivo: me siento protegido”.
Agradeció a Francisco sus palabras y le deseó que “pueda ir hacia adelante con todos nosotros en esta vía de la Misericordia Divina mostrando el camino de Jesús, hacia Jesús, hacia Dios”.
El pontífice emérito se dirigió además al cardenal Angel Sodano, “por sus palabras que me han tocado verdaderamente el corazón. Usted ha recordado tanto la hora de mi ordenación sacerdotal, como mi visita en el 2006 a Freising, donde he revivido esto, y puedo solamente decir que así, con estas palabras siento interpretado lo esencial de mi visión del sacerdocio, de lo que he obrado”. Y agradeciendo la relación de amistad que continúa desde hace mucho tiempo, indicó que es de “techo a techo”, porque sus habitaciones en el Vaticano hoy están muy cercanas.
Manifestó también su gratitud “al cardenal Müller por el trabajo que hace para la presentación de mis textos sobre el sacerdocio en el que intento ayudar a los hermanos a entrar siempre de nuevo en el misterio del Señor, que se realiza en nuestras manos”.
Y recordó nuevamente la palabra griega Eucharistomen y precisó que “en ese momento el amigo belga quería indicar no solamente la dimensión del agradecimiento humano, sino naturalmente la palabra más profunda que se esconde, que aparece en la liturgia, en la Escritura, en la palabra: ‘gratias agens, benedixit fregit deditque‘ (dando gracias lo partió y lo dio a sus discípulos).
“Eukaristomen nos envía a aquella realidad de agradecimiento, aquella nueva dimensión que Cristo nos ha dado”, dijo en sus palabras improvisadas. “Él ha transformado en agradecimiento y bendición, la cruz, el sufrimiento y todo el mal del mundo. Y así ha transubstanciado fundamentalmente la vida y el mundo que nos ha dado y nos da cada día el pan de la verdadera vida, que supera el mundo, gracias a la fuerza de su amor”.
Porque “queremos insertarnos en este ‘gracia’ del Señor y así recibir realmente la novedad de la vida y ayudar a la transubstanciación del mundo”. Para “que sea un mundo no de muerte pero de vida, un mundo en el cual el amor ha vencido la muerte”.
“Gracias a todos -concluyó- y que el Señor les bendiga a todos ustedes. Gracias Santo Padre”.


El Papa a los ortodoxos: ‘La experiencia de la misericordia de Dios es el vínculo que nos une’
Posted by Rocío Lancho García on 28 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La Iglesia, compuesta de hombres pecadores pero redimidos mediante el Bautismo, siguiendo el ejemplo de los apóstoles Pedro y Pablo y de los otros apóstoles, ha continuado a lo largo de la historia, proclamando el mismo anuncio de la misericordia divina.
Así lo ha recordado el papa Francisco en la audiencia que ha tenido lugar, como es tradición, con la delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, enviada por Bartolomé I y que ha llegado a Roma con ocasión para la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo.
En su discurso, el Pontífice ha asegurado que “reconocer que la experiencia de la misericordia de Dios es el vínculo que nos une” implica que cada vez hay que hacer de la misericordia más el “criterio de nuestras relaciones recíprocas”.
Por eso, ha subrayado que si católicos y ortodoxos quieren “proclamar juntos las maravillas de la misericordia de Dios al mundo entero” no se puede conservar entre unos y otros “sentimientos y actitudes de rivalidad, de desconfianza o de rencor”. La misericordia misma — ha precisado– nos libera del peso de un pasado marcado por conflictos y nos permite abrirnos al futuro hacia el cual el Espíritu Santo nos guía.
El Santo Padre, recordando que la Iglesia está viviendo el Año de la Misericordia, ha indicado que los santos Pedro y Pablo experimentaron “primero el pecado y después el poder de la misericordia divina”. A través de esta experiencia, Pedro, que había negado a su Maestro, y Pablo que perseguía la Iglesia naciente, “se convirtieron en incansables anunciadores y testigos sin miedo de la salvación ofrecida por Dios a cada hombre en Jesucristo”.
Asimismo, el Santo Padre ha indicado que celebrando la fiesta de los apóstoles, “renovamos la memoria de esa experiencia de perdón y de gracia que reúne a todos los creyentes en Cristo”.
Por otro lado, ha subrayado que existen, a partir de los primeros siglos, muchas diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla en ámbito litúrgico, en las disciplinas eclesiástica y también en la forma de formular la única verdad revelada.
Aun así, está siempre “la misma experiencia del amor infinito de Dios por nuestra pequeñez y fragilidad” y la “misma vocación a ser testigos de tal amor hacia todos”.
Por otro lado, ha explicado que una contribución a la superación de los obstáculos que impiden encontrar la unidad que se vivió en el primer milenio, y que nunca ha sido uniformidad, sino siempre comunión en el respeto de las legítimas diferencias, “es ofrecido por el diálogo teológico”.
Al respecto ha manifestado su alegría porque en el próximo mes de septiembre se reunirá nuevamente la comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa. Por eso ha pedido oraciones para que su trabajo sea fructífero.
Concluyendo su discurso, el Santo Padre ha recordado que el pasado mes de abril se reunió con Bartolomé I, junto al arzobispo de Atenas, su beatitud Jerónimo II, en la isla de Lesbos para visitar a los refugiados y migrantes.
“Ver la desesperación en el rostro de los hombres, mujeres y niños inseguros sobre su destino; escuchar impotente sus historias y detenerse en oración en la orilla de ese mar que se ha llevado la vida de tantos seres humanos inocentes, ha sido una experiencia muy conmovedora, que ha confirmado todo lo que queda todavía por hacer para asegurar la dignidad y justicia de tantos hermanos y hermanas”, ha afirmado el Santo Padre.
Pero, también ha asegurado que un gran consuelo en esos momentos tan tristes, fue “la fuerte cercanía humana y espiritual que experimenté con el patriarca Bartolomé y el arzobispo Jerónimo”. Por esta razón, ha aseverado que “guiados por el Espíritu Santo” se está tomando cada vez más conciencia de que católicos y ortodoxos, “tenemos una responsabilidad común en lo relacionado con los necesitados”. Asumir juntos esta responsabilidad –ha añadido– es un deber que toca la credibilidad misma de nuestro ser cristianos.
Para finalizar, el Pontífice ha hecho referencia al recién celebrado Concilio Panortodoxo, asegurando que les ha acompañado con la oración.


Monseñor Fidel Herráez: ‘Recibir el palio es signo de fidelidad y comunión con el Papa’
Posted by Rocío Lancho García on 28 June, 2016



(ZENIT – Roma).- Este miércoles, festividad de San Pedro y San Pablo, 25 nuevos arzobispos metropolitanos recibirán el palio de manos del Santo Padre y después les será impuesto en sus diócesis de pertenencia por parte del nuncio apostólico de su país. Este nuevo método fue propuesto por el papa Francisco el año pasado, haciendo de esta forma que la Iglesia local puede participar en la imposición del palio del nuevo arzobispo.
El palio es un ornamento del Papa y de los obispos los metropolitanos. Una especie de faja circular que va entorno al cuello con un rectángulo anterior y otro posterior, de lana blanca, con varias cruces bordadas de color rojo o negro, y simboliza el cordero que debe cargar el pastor.
Monseñor Fidel Herráez Vegas, arzobispo desde hace siete meses de Burgos España, es uno de ellos y ha explicado a ZENIT qué supone para él el momento que vivirá este miércoles, 29 de junio. Del mismo modo cuenta cómo han sido los primeros meses en la guía pastoral de esta archidiócesis, reuniéndose en privado con los sacerdotes, uno por uno, visitando enfermos, celebrando en las parroquias. Asegura además, la importancia de la labor caritativa de la Iglesia en la sociedad española y pide a los futuros gobernantes, que busquen siempre y por encima de todo el bien común.
“Recibir el palio arzobispal para los que el Papa nos llama supone algo que tiene mucha importancia”, asegura monseñor Herráez. Además, recuerda que el palio es un signo “de unidad y catolicidad dentro de la Iglesia”,así como “de fidelidad y comunión de los arzobispos con el Papa”. Para mí –asegura– es un acto muy significativo. En primer lugar para la Iglesia local, la de Burgos, pero también para él como arzobispo.
A los miembros de la Iglesia de Burgos les pide que recen por él para que “Dios me ayude a vivir muy entregado a su servicio, siguiendo las orientaciones del papa Francisco”. Y que les recuerda a ellos especialmente en estos días que están celebrando las fiestas patronales. Señala también que la condición de metropolita por parte del arzobispo conlleva a trabajar en favor de la comunión entre las diócesis hermanas sufragáneas. En este caso, Bilbao, Vitoria, Palencia, Osma-Soria.
En estos primeros meses en este nuevo destino pastoral, monseñor Fidel asegura sentirse “muy agusto” y “muy contento” en esta Iglesia que tiene “muchas realidades de vida espiritual”, además de haber sentido la colaboración y la cercanía de las autoridades locales. La Iglesia local de Burgos, explica, tiene una larga tradición de vida cristiana. Una archidiócesis de 31 monasterios de vida contemplativa, 90 comunidades de vida activa, cuenta con 730 misioneros y misioneras nacidos en Burgos y en países en misión. Y el nuevo arzobispo ha ido visitando algunas de estas realidades y seguirá haciéndolo para conocerlos de cerca. Lo mismo hará con los sacerdotes, más de 400, con quienes se reunirá personalmente uno por uno en encuentros de una hora. Ya se ha reunido con 180 y espera terminar los encuentro poco después del principio del próximo curso académico.
El Santo Padre insiste siempre a los obispos en cuidar y ser cercanos con sus sacerdotes y así es como monseñor Fidel lo lleva a cabo. “Y también he comenzado ya la visita pastoral, desde hace tres meses, en las parroquias”, señala. La archidiócesis de Burgos tiene unas 1003 parroquias y unas 50 ya han recibido la visita del nuevo arzobispo. Y es así –precisa el prelado– como se puede tener el contacto directo con los feligreses, los sacerdotes, los enfermos y ancianos, a quienes se visita en casa porque no pueden ir a la parroquia. “El contacto directo es esencial”, asegura.
En su labor pastoral quiere hacer dos cosas principalmente, “querer y servir”. Todo ello siguiendo el mandato del Papa que en tantas ocasiones ha indicado que quiere “pastores con olor a oveja”. Por su parte, monseñor Herráez indica que el “olor a oveja” va unido al “olor a Cristo”. Oler a Cristo –precisa– es vivir con Él, unido a Él, para poder entregarse a los demás.
Y todo ello se traduce también en ayuda concreta a las personas necesitadas. Al respecto, el arzobispo recuerda que la Iglesia a través de personas e instituciones concretas da respuesta a estas peticiones. En concreto, recuerda que Cáritas es uno de los “brazos visibles que la Iglesia tiene” para ayudar a los demás y hacer concreto el amor de sus miembros”.
Para finalizar, monseñor Herráez hace una reflexión sobre las recientes elecciones celebradas en España el pasado domingo. “Deseo para aquellos que quieren dedicarse para servir a los demás en la vida pública, que tengan presente en primerísimo lugar, el bien común, el bien de todos. El mejor y mayor bien para todos los que formamos esa nación que es España”, indica el prelado. En consecuencia –añade– yo deseo que a todos los que se abren a servir en público, en la vida política, económica, social, cultural, que tengan como objetivo primordial el bien común y como consecuencia no tengan como primordial el bien de los partidos, ni el bien personal, ni el bien de minorías parciales.


La comunicación en la Iglesia involucra también al mundo académico
Posted by Sergio Mora on 28 June, 2016



(ZENIT – Roma).- Los nuevos desafíos de la comunicación en el mundo de la Iglesia involucran también al mundo académico. Lo confirman tres responsables de comunicación de tres importantes Universidad Pontificias de Roma: Paolo Pegoraro de la Universidad Gregoriana; Giovanni Tridente de la Universidad de la Santa Cruz; y Adriano Ciambella de la Universidad Lateranense, reunidos la semana pasada en un programa radiofónico de la Radio Vaticano. Todos ellos aseguraron que la misión de la comunicación se tiene que confrontar con el objetivo de la evangelización y debe tener siempre presente la centralidad del hombre.

Pontificia Universidad de la Santa Cruz, en la ciudad de Roma
El coordinador de la oficina de comunicación y prensa de la Pontificia universidad de la Santa Cruz, interrogado por ZENIT sobre la diferencia de la comunicación de una universidad pontificia respecto a los ateneos laicos, señaló que la diferencia está en el público al cual se dirige.
“Nosotros nos dirigimos a un público más especializado porque nuestras facultades se focalizan en disciplinas eclesiásticas. Nuestra comunicación ofrece mayor atención a las personas y a los individuos en cuanto tales; hablamos solamente de lo que sabemos. Si lo comparamos con el llamado mundo ‘laico’, nosotros por ejemplo no tenemos una oficina de marketing, porque no necesitamos una clientela, sino que ofrecemos un servicio a la Iglesia universal, a la cultura y a la evangelización”, explicó.
El profesor Tridente añadió que “hoy la comunicación es la vida misma de una institución” porque es la relación entre los que pertenecen a ella, publico interno y público externo. Y hasta hace poco –observó– se consideraba como un accesorio, o un simple instrumento. En cambio hoy “se ha vuelto algo importante”.
De este modo, indicó que en la Universidad de la Santa Cruz, empezaron hace ya diez años, precisamente “con esta conciencia” y hoy la comunicación a través de un vicerrectorado específico instituido en el 2011, se sienta en la misma mesa que el Consejo del Rector, o sea, la sede en la que se toman las decisiones”.
El profesor Tridente explicó que esta Universidad tiene una facultad específica de Comunicación Institucional, que se ocupa de formar la que podríamos definir como ‘la clase dirigente’ de la comunicación de la Iglesia del día de mañana, en todo el mundo. Por ello se dirigen a los futuros directores de Comunicación de las Conferencias Episcopales, diócesis e instituciones eclesiásticas.
Asimismo indicó que tienen estudiantes que provienen de diversos países, que llegan “al centro del catolicismo para aprender en Roma y volver con un bagaje para poner al servicio de las periferias…”.
Al preguntarle sobre los riesgos que ve en la comunicación del mundo católico hoy, Tridente aseguró: “más que de riesgos hablaría de desafío: no debemos tener miedo de habitar en estos nuevos ambientes, donde hoy es más fácil entrar en relación con nuestros interlocutores y donde tenemos la posibilidad de trasmitir todo lo que somos”. Esto es principalmente, especificó, actuando por atracción y llegando hasta los últimos, aquellos que viven en las periferias y que se han quedado un poco atrás, justamente como nos enseña el papa Francisco.


El CELAM organiza seminarios regionales para obispos
Posted by Redaccion on 28 June, 2016



(ZENIT – Roma).- La Escuela Social del CEBITEPAL-CELAM, Centro Bíblico Teológico Pastoral Para América Latina, ha asumido la tarea de organizar seminarios de actualización para los obispos del CELAM. Así podrán actualizarse sobre las principales corrientes latinoamericanas de hoy, y dar respuestas concretas a la realidad del continente.
Una de las misiones de la Escuela Social es plantear instrumentos para la transformación de la realidad latinoamericana a partir de seis ejes:
– justicia social,
– cuidado de la creación,
– construcción de paz,
– movimiento migratorio,
– culturas urbanas,
– integración latinoamericana.
Como parte de esta iniciativa, la Escuela ofrece seminarios regionales para los obispos de América Latina y El Caribe, como una posibilidad de reunión, encuentro y aporte al cambio social desde el análisis de sus realidades, lecturas de coyuntura, planteamiento de desafíos, caminos de evangelización integral, estrategias e itinerarios que se concreten en respuestas de transformación.
“No pretendemos encontrar recetas”, afirma la directora de la Escuela, Susana Nuin, sino “caminos, pistas apropiadas, itinerarios de discernimiento personal y pastoral. Somos un continente con una potencialidad enorme en recursos naturales y humanos, sin embargo penamos y sufrimos una desigualdad social atroz, sociedades divididas por estratos, con alta inequidad, con muchos problemas sociales. Estamos muy lejos de la visión y concepción evangélica”.
Al respecto, Nuin agrega: “El Evangelio no es algo de los techos para arriba, es la real fuerza revolucionaria de crear cielos nuevos y tierras nuevas. Esa es la propuesta de nuestros seminarios: un trabajo de discernimiento, de desentrañar juntos, de laboratorio, de consensos para lograr vida en abundancia y felicidad”.
Los obispos de Argentina, Paraguay y Uruguay participaron el pasado mes de mayo en el primer seminario regional de obispos para compartir reflexiones, análisis de la realidad, testimonios y prácticas transformadoras. En esta misma línea, en los próximos días, los obispos de Centroamérica y México dialogarán en el mencionado país a partir de las dimensiones bíblica, teológica y pastoral sobre la situación social de sus regiones, y para el mes de noviembre está planificado el encuentro de obispos del Caribe, en Cuba.
La Escuela Social del CELAM ofrece a los obispos su colaboración en el desarrollo de itinerarios de transformación de la realidad desde el Evangelio, en sus países, regiones, conferencias episcopales o diócesis concretas.
Es posible conocer las diversas opciones que se ofrecen, como puede ser la planificación de un encuentro con la participación de especialistas con marcada trayectoria pastoral, bajando el análisis a la realidad concreta, y escuchando los signos de los tiempos, llevando a la vida la Doctrina Social de la Iglesia, en consonancia profunda con su Magisterio, escribiendo a cebitepal.social@celam.org


Vacaciones escolares
Posted by Catholic.net on 28 June, 2016



Las vacaciones, aunque no son un momento litúrgico marcado por la Iglesia, decidimos incluirlas, pues siendo un tiempo de descanso y convivencia intensa, pueden aprovecharse para crecer espiritual y humanamente en familia. A continuación, ofrecemos algunas ideas para aprovechar las vacaciones
I. Trabajar en los valores y virtudes
Familia Escuela de Virtudes
Los padres de familia pueden aprovechar las vacaciones para trabajar de manera personal con cada hijo en alguna virtud que consideren necesario desarrollar, cumpliendo un plan de trabajo para lograrlo. Este puede adaptarse según la edad del niño.
Una virtud es un hábito, una costumbre buena. Las virtudes humanas y sobrenaturales son las herramientas con las cuales vamos a poder vivir los valores en nuestras familias. Los padres de familia, para poder educarlas, debemos conocerlas, vivirlas y propiciarlas tanto en nosotros mismos como en nuestros hijos.
II Trabajar en el desarrollo de los talentos personales
Otra idea para las vacaciones es leer la Parábola de los talentos en familia y hacer un ejercicio en el que cada uno descubra cuáles son sus talentos y como los puede hacer crecer en las vacaciones poniéndolos al servicio de los demás.
Los talentos se pueden agrupar en áreas distintas:
• Sociales
• Intelectuales
• Morales
• Artísticas
• Deportivas
Conviene orientar estos talentos hacia un constante agradecimiento a Dios. También, motivar el compartirlos y disfrutarlos. Se puede tener un calendario en el que cada día, los niños vayan marcando qué talentos desarrollarán ese día y cómo lo harán. En la noche, conviene dar gracias a Dios por el esfuerzo realizado.
III Obras de misericordia.
Este tiempo de vacaciones se puede aprovechar para llevar a cabo obras de misericordia en familia.
Para ello, conviene establecer en nuestro calendario de vacaciones actividades como las que se sugieren:
• Visitar un Hospital o Asilo de Ancianos: Se pueden preparar canciones y galletas para acompañar a quienes sufren. Deben tener claro que están realizando una Obra de Misericordia y que es a Cristo vivo a quien están visitando.
• Ayudar a los más necesitados, recopilando papel periódico, ropa o comida para luego entregarla en la Parroquia, Cruz Roja o alguna institución que los niños decidan.
• Organizar un Taller del Juguete: se trata de reparar, repintar y arreglar aquellos juguetes que ya no utilizan y que pueden servir de entretención a otros niños.
IV Entretenimiento con formación humana y espiritual
Se pueden seleccionar libros y películas con un mensaje para leer, ver y analizar en familia.
V Agenda para vacaciones:
Puede resultar muy útil hacer un calendario o agenda de vacaciones en la que cada día pongamos una frase para reflexionar y un propósito para cumplir. Se les puede hacer atractivo a los niños si se hace en forma de libreta y en cada día se deja un espacio para que ellos escriban o dibujen lo que hicieron ese día.
Se recomienda comenzar con esta agenda el día viernes para poder seguir correctamente la secuencia de las vacaciones.


Comentario a la liturgia dominical
Posted by Antonio Rivero on 28 June, 2016



DÉCIMO CUARTO DOMINGO TIEMPO COMÚN
Ciclo C
Textos: Is 66, 10-14c; Gal 6, 14-18; Lc 10, 1-12.17-20
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el Centro de Humanidades Clásicas de Monterrey (México) de la Legión de Cristo.
Idea principal: Retrato del misionero cristiano.
Síntesis del mensaje: Cristo en el evangelio de hoy da unas consignas concretas a esos 72 discípulos para su misión evangelizadora. Son consignas que parecen calcadas de las bienaventuranzas: humildad, espíritu de pobreza, actitud de paz, aceptación de las persecuciones. Estas mismas consignas valen para todos los misioneros de ayer, de hoy y de siempre.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, ¿qué debe llevar el misionero cristiano? Lo esencial. Cristo no se conforma con los doce apóstoles. Ahora elige y envía a otros setenta y dos, de dos en dos, a prepararle el camino. Y hoy Cristo sigue llamando ahora a muchos cristianos, sucesores de esos 72 –sacerdotes, misioneros, religiosos, padres, educadores, cristianos comprometidos, testigos de Cristo en medio del mundo, laicos que participan en los varios consejos y equipos parroquiales o diocesanos. Quiere que colaboremos en la obra de la evangelización de la sociedad, pues la mies es mucha y la secularización se extiende por doquier, sembrando la cultura y globalización de la indiferencia y del descarte. ¿Qué llevar? Lo esencial. Los apóstoles no tenían Cajas de ahorro ni tarjetas de crédito para meter y sacar dinero. ¿Qué llevar, entonces? Unas rodillas para rezar y pedir al dueño de la mies que mande más obreros a su mies. Unos pies ágiles para recorrer todas las periferias de los pueblos y ciudades. Una boca para anunciar el mensaje con decisión, entusiasmo, convicción, respeto y amor, sin miedo ni cobardías. Un corazón lleno de fervor y amor por Jesús y su Reino. El resto –dinero, comida, sandalias…corre a cuenta de la Providencia divina. Cristo quiere a sus misioneros pobres, de vida sobria, mantenernos libres de intereses y posesiones y así estar más disponibles para la tarea más fundamental: anunciar su Reino. Este es el sentido de los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia de los religiosos. Los misioneros de Cristo deben sentirse peregrinos, no instalados cómodamente en posiciones conquistadas. ¿Qué llevó san Francisco Javier cuando fue a las Indias? ¿Qué llevaron los primeros misioneros que fueron a la Nueva España en las carabelas de Colón? ¿Qué llevó Francisco de Asís? ¿Qué trajeron a estas tierras de Santa Cruz (Brasil) las monjas y religiosos que vinieron de España, de Italia, de Alemania, de Portugal?
En segundo lugar, ¿qué debe anunciar el misionero cristiano? Primero, desear la paz. Y después anunciar este mensaje: “está cerca de vosotros el Reino de Dios”. Los conquistadores cuando llegan a un lugar no llevan la paz, sino el ansia de conquista, incluso con la espada, si es necesario. Los mensajeros del evangelio, en cambio, llevan la paz. Por eso carecen de medios violentos. La paz significa satisfacción de las aspiraciones más profundas del hombres. Cristo, gracias a su misterio pascual, nos hizo partícipes de su paz: paz con Dios, la paz de las conciencias y la paz entre las personas. Dios quiere que todos sus hijos vivan en la paz, en la alegría y en el amor. Dios está lleno de ternura y nos invita a la exultación, al gozo, pues la palabra Shalom no significa sólo ausencia de conflictos, sino también abundancia, consuelo, caricia y prosperidad (1ª lectura). Pablo desea siempre “gracia” y “paz” al inicio de sus cartas. Las dos van juntas. La “gracia” es el amor gratuito de Dios, que se nos ha dado por medio de Jesucristo y nos trae la “paz”. Primero la paz con Dios y, a continuación, la paz en nuestro interior, en nuestra conciencia, y la paz con todos los hombres, que, en cuanto hijo de Dios, tienen derecho a nuestro amor. Y el Reino que debemos anunciar es el reino de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz, de cercanía y ternura.
Finalmente, ¿cómo debe reaccionar el misionero cristiano delante de los contratiempos? Es verdad que en algunas partes seremos bien recibidos: gentes que nos escucharán con agrado, que abrirán el corazón al mensaje, que nos hospedarán en sus casas, que nos ayudarán, que nos apoyarán y animarán. Muchas veces también tendremos éxitos y triunfaremos de los poderes del mal. Pero también habrá lobos: materialismo sin alma, indiferencia, relativismo, hedonismo cúltico el cuerpo, secularismo sin espíritu, agnosticismo, ateísmo sin Dios. Puertas que se nos cierran. Habrá días que sentiremos el desaliento, el cansancio, el hastío. Gente que nos criticará. Cultura e idiomas nuevos y tan distintos a los nuestros. Fracasos. Cristo nos marcará con sus estigmas, como hizo a Pablo de Tarso (2ª lectura). Cristo no nos promete que siempre seremos acogidos y que nos va a resultar fácil nuestro testimonio de vida cristiana. ¿Qué hacer? Tanto a unos como a otros tenemos que anunciarles ese mensaje: “de todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”. Y siempre con mansedumbre y misericordia, no con violencia. Si nos rechazan, no tendríamos que intentar tomarnos la justicia por nuestra mano, condenando a derecha y a izquierda, como querían hacer esos apóstoles pidiendo caer del cielo fuego y castigo sobre los que no les recibieron (domingo pasado). Sembrar, sembrar, sembrar. El resto, que lo haga el Espíritu Santo.
Para reflexionar: ¿Estoy preparado para ser misionero de Cristo? ¿Qué llevo en la talega de mi corazón: oro y plata, o el amor a Cristo y el ansia de extender su Reino por todas partes? ¿Me desanimo rápido ante las dificultades de la evangelización? ¿O al contrario, me crezco y confío en la fuerza del Espíritu Santo, como los primeros apóstoles, que predicaban con osadía y valentía?
Para rezar: recemos esta oración de los Claretianos:
Haz, Señor, que los Misioneros
Hijos del Inmaculado Corazón de María
seamos hombres que ardamos en caridad
y que abrasemos por donde pasemos.
Que deseemos eficazmente y procuremos por todos los medios posibles
encender a todo el mundo en el fuego del divino amor.
Que nada ni nadie nos arredre.
Que sepamos gozarnos en las privaciones,
abordar los trabajos, abrazar los sacrificios,
complacernos en las calumnias que nos levanten,
alegrarnos en los tormentos y dolores que suframos
y gloriarnos en la cruz de Jesucristo.
Que no pensemos sino en cómo seguir
e imitar más de cerca a Jesucristo
en orar, trabajar y sufrir
y procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios
y la salvación de las almas.
Amén
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org


Niños de Suiza donan calefacción para una parroquia argentina
Posted by Redaccion on 28 June, 2016



(ZENIT – Roma).- Los niños de catequesis de Campocologno, en Suiza, casi en la frontera con Italia, hicieron llegar una donación obtenida gracias a sus sacrificios del último adviento, que permitirá tener calefacción a una parroquia argentina situada en una zona de limitados recursos. Se trata de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Cambaceres, Ensenada, en donde en este mes de junio “se vivió con gran alegría la noticia, acompañados por el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey, OSA”, informó a ZENIT en una carta el padre Christian.
“Fue una verdadera fiesta: Mons. Bochatey compartió la merienda con nuestros niños de catequesis, sus catequistas, y los miembros de Juventud e Infancia Misionera” dijo.
Y añadió que “posteriormente, presidió la santa misa de las primeras vísperas del XI Domingo durante el año. En su homilía destacó el gesto de los niños suizos; y les pidió a nuestros niños que conozcan y amen cada día más a Jesús”.
“Él quiere –subrayó Mons. Bochatey– que cada parroquia sea una familia, en la que se viva la misericordia, y se contagie la alegría de seguir al Señor”.
Asimismo, en una carta de agradecimiento, le dijeron a los niños de Suiza que “estamos en lo que hoy se llama ‘periferia’, en una zona bastante pobre; con muchas dificultades de todo tipo… De cualquier modo, poco a poco, el Señor nos va consolando con la obra maravillosa que Él hace en los corazones de niños y grandes”.



Santos Luís Martín y Celia Guérin – 29 de julio
Posted by Isabel Orellana Vilches on 28 June, 2016



(ZENIT – Madrid).- En condiciones normales lo usual es que los hijos se sientan agradecidos por los padres que les dieron la vida, que reconozcan en sí mismos rasgos dignos de toda consideración que de ellos heredaron. Nada más hondo desde el punto de vista humano que estos lazos de sangre que vinculan a unos y a otros. Si las enseñanzas que impregnan las primeras etapas de la vida, para bien y para mal, dejan una huella imborrable, es fácil comprender que cuando los progenitores son santos el alcance de aquéllas para la prole sea inconmensurable. Teresa de Lisieux tuvo esa gracia. De ahí que dijese: «Dios me ha dado un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra».
El 19 de octubre de 2008 Benedicto XVI beatificó a los componentes de este virtuoso matrimonio. Y el 18 de octubre de 2015, en pleno Sínodo de la Familia, el papa Francisco los canonizó. Ninguno de los dos pudo ingresar en la vida religiosa, como desearon, aunque acudieron a sendas órdenes. Luís tocó la puerta del monasterio del Gran San Bernardo, en los Alpes, y Celia la de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. La misión de ambos era otra: convertirse en ejemplos de amor y fidelidad conyugal vinculados por la misma fe, y formar una familia en la que sobresalió la benjamina. Porque Teresa bebió de ellos el néctar de su caridad y con tan formidable pilar, junto a la gracia de Cristo y su entrega personal, alcanzó la santidad.
Luís, segundo de cinco hermanos, nació en Burdeos, Francia, el 22 de agosto de 1823. Su padre era capitán del ejército. Eso hizo que durante un tiempo tuviese que vivir en distintos lugares hasta que se afincaron en Alençon. No eligió la carrera militar como él, y quizá debido a su temperamento reflexivo y discreto, amante del silencio, sopesó la opción de aprender un oficio, eligiendo el de relojero. Su formación se había iniciado con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Luego obtuvo las herramientas precisas para su profesión en Bretaña, Rennes, Estrasburgo, el Gran San Bernardo y París. Con 22 años se propuso consagrarse. Pero tenía una seria dificultad con el latín y de su aprendizaje dependía su admisión en el monasterio. Lo intentó con verdadero esfuerzo, pero no consiguió dominar la disciplina, y este sueño quedó atrás. Se instaló en Alençon y regentó su relojería. Era sociable y tenía muchos amigos con los que compartía diversas aficiones. La vertiente espiritual siempre viva en él hallaba eco en el círculo Vital Romet integrado por jóvenes creyentes que eran dirigidos por el abate Hurel. También era miembro de las conferencias de San Vicente de Paúl. Pudo haberse casado con una joven de elevada posición social, pero eludió este compromiso. Vendió una propiedad y adquirió una casa. En ella colocó una imagen de María que le habían obsequiado. Es la conocida «Virgen de la Sonrisa», que la familia trasladó a Buissonnets, en Lisieux.
Celia nació en Gandelain, Orne, Normandía, el 23 de diciembre de 1831. Era la mediana de tres hermanos. La primogénita fue monja de la Visitación. En cuanto a Isidore, el benjamín, hizo las delicias de la casa, un extremo que apenó a la beata al ver cómo recaían en este único varón todas las atenciones maternas. De modo que tuvo una infancia y juventud dolorosas debido, en parte, al carácter de los padres, pero acentuada también por su sensibilidad. Confió este sentimiento a su hermano sin rubor, reconociendo que para ella esos años fueron: «tristes como una mortaja, pues si mi madre te mimaba, para mí, tú lo sabes, era demasiado severa; era muy buena pero no sabía darme cariño, así que sufrí mucho».
Residía en Alençon desde la jubilación de su padre. Tras su muerte, la madre fue incapaz de regentar el negocio, un bar, y la falta de recursos económicos afectó a todos. Celia recibió instrucción de las religiosas de la Adoración perpetua que le enseñaron a realizar un primoroso encaje muy valorado en la ciudad. Se dedicó a esta labor porque el día de la Inmaculada de 1851 escuchó esta locución divina: «Debes fabricar punto de Alençon». Fracasado su anhelo de consagrarse, entendió que estaba destinada por Dios al matrimonio. A su vez, la madre de Luís se había fijado en ella; la consideraba ideal para ese hijo que veía iba cumpliendo años sin pensar en su futuro. Los dos se conocieron un día al cruzar el puente de San Lorenzo. Y tres meses más tarde, el 13 de junio de 1858, se casaron.
De común acuerdo, durante diez meses vivieron como hermanos, en una perfecta castidad conyugal, hasta que el confesor les recordó el gesto generoso de dar hijos a Dios. Tuvieron nueve; cuatro fallecieron de forma prematura. A los 45 años a Celia se le detectó un tumor maligno. No sobrevivió mucho tiempo a este diagnóstico; murió el 28 de agosto de 1877. Luís, que entonces tenía 54 años, continuó sacando adelante a los hijos, aunque ya hacía tiempo que había dejado su trabajo para apoyar el negocio de bordado, y estaba implicado en su educación. Siguió infundiéndoles la vida de piedad que había llevado junto a Celia: oraciones, rezos, asistencia a misa, confesión, actividad incesante en la parroquia… Acompañó a sus hijas al umbral del convento, y afrontó el dolor de separarse de Teresa, que tenía 15 años cuando se hizo religiosa. En las cartas de la santa se constata la progresiva disminución de facultades mentales que su querido padre fue sufriendo hasta fallecer en el sanatorio de Caen, donde estaba internado, el 29 de julio de 1894.
La madre había manifestado en una ocasión: «No vivíamos sino para nuestros hijos; eran toda nuestra felicidad y solamente la encontrábamos en ellos». Y siendo así, Luís entregó generosamente a Dios a sus cinco hijas, diciendo: «Ven, vayamos juntos ante el Santísimo a darle gracias al Señor por concederme el honor de llevarse a todas mis hijas». Ciertamente, ambos son un ejemplo para todos los padres.