A pesar de lo que unos dicen y otros callan, Venezuela no es un
“tema” de campaña electoral. Venezuela es un país hermano, por
muchas razones, que, en este momento histórico, sufre una crisis de
consecuencias sociales impredecibles.
Los obispos de la Conferencia Episcopal Venezonala han vuelto a
hablar alto y claro. En una Exhortación titulada “El Señor ama al
que busca la justicia” lanzan un grito esperanzado de “basta ya”.
Este es el texto completo de un documento que no tiene desperdicio
ni puede tener mayor actualidad, con un diagnóstico certero de la
situación y un análisis de la raíz de los problemas que los obispos
sitúan en “la implantación de un proyecto político totalitario,
empobrecedor, rentista y centralizador que el Gobierno se empeña en
mantener”.
1) Los Arzobispos y Obispos de Venezuela, reunidos en
la 106ª Asamblea Ordinaria, queremos compartir con el pueblo
venezolano las angustias que sufrimos y comunicarle la esperanza de
que reconciliados y en diálogo encontraremos soluciones eficaces a
la presente crisis.
CLIMA SOCIAL
2) Los venezolanos estamos atravesando por un momento crucial en los
campos moral, económico, político y social. Ha disminuido
drásticamente la calidad de vida. La escasez y carestía de
alimentos, medicinas e insumos hospitalarios nos están llevando al
borde de una crisis de seguridad alimentaria y sanitaria, con
consecuencias sociales impredecibles. En la vida pública, crecen la
inseguridad, la impunidad y la represión militar.
3) El discurso belicista y agresivo de la dirigencia oficial hace
cada día más difícil la vida. La prédica constante de odio, la
criminalización y castigo a toda disidencia afectan a la familia y a
las relaciones sociales. Frente a esta situación, el acrecentamiento
del poder militar es una amenaza a la tranquilidad y a la paz.
4) El auge de la delincuencia y de la impunidad entorpecen el
ordinario quehacer de la gente y provocan, en ciudades o poblaciones
grandes o pequeñas, verdaderos toques de queda. Hace pocos días, en
Mérida, fueron agredidos transeúntes, entre ellos un grupo de
seminaristas menores de edad. Fueron golpeados y desnudados,
violando sus derechos a la dignidad y al respeto, sin que ninguna
autoridad pública interviniera para protegerlos. Los recientes
desórdenes en Cumaná y Tucupita, así como los intentos de saqueos y
cierres de vías por protestas populares, en diferentes regiones del
país, constituyen una expresión del creciente malestar social.
UNA DEMOCRACIA RESQUEBRAJADA
5) El Estado de Derecho consagrado en el numeral dos de la
Constitución Nacional, se ha debilitado. Vivimos prácticamente al
arbitrio de las autoridades y de los funcionarios públicos, quienes
tienden a convertirse en los censores de la vida, del pensamiento y
de la actuación de los ciudadanos. Tales actitudes y procedimientos
son inaceptables. La identidad cultural del venezolano se reduce y
hasta se pierde cuando se valora únicamente si está vinculada al
proyecto político imperante.
6) La democracia en Venezuela está resquebrajada, y el Gobierno y
los otros poderes, que tienen la responsabilidad de oír y concertar
con todos los sectores, no están haciendo lo suficiente para
reconstruirla. El diálogo sincero y constructivo, el ejercicio de la
política en su concepción más noble, como búsqueda del bien común,
por más difíciles que parezcan, han de seguir siendo los caminos que
debemos transitar. No se puede dialogar si no se reconoce en primer
lugar la existencia y la igualdad del otro. Ignorarlo o
descalificarlo como interlocutor, cierra toda posibilidad de superar
el conflicto.
7) La crisis moral es mayor que la crisis económica y política,
porque afecta a toda la población en sus normas de comportamiento.
La verdad cede su puesto a la mentira, la transparencia a la
corrupción, el diálogo a la intolerancia y la convivencia a la
anarquía. La corrupción se ha incrementado en los organismos del
Estado y la descomposición moral ha invadido a muchas personas
integrantes de instituciones privadas y públicas, civiles y
militares, así como a amplios componentes de la sociedad. Un
exponente de esta degradación moral es la reventa especulativa de
productos, llamada popularmente “bachaqueo”.
8) Desconocer la autoridad legítima de la Asamblea Nacional,
deslegitima a quienes así actúan, porque contradice la voluntad
soberana expresada en el voto popular. La división, autonomía y
colaboración entre los Poderes es un principio democrático
irrenunciable.
9) Es tal la indefensión de los ciudadanos ante la delincuencia que
se están multiplicando los casos de pobladas enardecidas que toman
la justicia por sus propias manos y proceden a inmorales y
deplorables ejecuciones colectivas (“linchamientos”). La violencia,
en ninguna de sus formas, es solución a los problemas. Como nos dijo
San Juan Pablo II: “La justicia social no puede ser conseguida por
violencia. La violencia mata lo que intenta crear”.
10) La raíz de los problemas está en la implantación de un proyecto
político totalitario, empobrecedor, rentista y centralizador que el
Gobierno se empeña en mantener.
PROPUESTAS URGENTES
11) El Consejo Nacional Electoral tiene la obligación de cuidar el
proceso del referéndum revocatorio para que se realice este año. Es
un camino democrático, un derecho político contemplado en la
Constitución. Impedirlo o retrasarlo con múltiples trabas es una
medida absurda, pues pone en peligro la estabilidad política y
social del país, con fatales consecuencias para personas,
instituciones y bienes.
12) Es de urgente prioridad que el Ejecutivo permita la entrada de
medicamentos al país, dada su gran escasez. Para su recepción y
distribución, la Iglesia ofrece los servicios e infraestructura de
Cáritas, y de otras instancias eclesiales abiertas a la cooperación
de otras confesiones religiosas e instituciones privadas. Este
servicio no es la solución definitiva, pero sí es una ayuda
significativa. La caridad nos impulsa a comportarnos como
samaritanos compasivos, dispuestos a curar a los heridos del camino
(Cf. Lc. 10, 25-37).
13) Es una necesidad que se abra de manera permanente la frontera
colombo-venezolana. El haber permitido su apertura el pasado domingo
10 de Julio hizo posible que numerosos hermanos pudieran proveerse
de alimentos, medicinas y otros insumos. El paso de miles de
ciudadanos al vecino país es prueba evidente de la crisis.
14) Aumenta el número de ciudadanos venezolanos recluidos en las
cárceles y en distintos lugares de jurisdicción policial,
injustamente privados de libertad, muchos de ellos por razones
políticas. La gran mayoría se encuentra en condiciones inhumanas y
carece del debido proceso. Estas personas, siendo inocentes, deben
salir en libertad plena o al menos, deben ser juzgadas en libertad,
tal como lo establece el Código Orgánico Procesal Penal.
“LA ESPERANZA NO DEFRAUDA” (Rm. 5,8)
15) Las angustias y esperanzas del pueblo venezolano son compartidas
en estos momentos por numerosas instancias nacionales e
internacionales. El gobierno no debe declararlas ajenas a nuestros
derechos ni culpar a quienes acuden a ellas legítimamente,
denunciando injerencias y aduciendo soberanía e independencia, ya
que vivimos en un mundo interconectado y globalizado. Ni los
derechos humanos, ni la justicia tienen fronteras. No nos dejemos
robar la esperanza que hace posible, con la ayuda de Dios, lo que
parece imposible (Cf. Lc. 1, 37).
16) En el nombre de Jesús que nos manda “amarnos unos a otros” (Jn.
13, 34), hacemos un llamado a las autoridades para que frenen el
deterioro de la vida de los venezolanos, cualquiera sea su
preferencia política, y para que se detenga la actual espiral de
violencia, odio y muerte. Movidos exclusivamente por el bien y la
paz de todos los venezolanos, reiteramos el ofrecimiento de nuestros
buenos oficios para facilitar el encuentro entre los contrarios y el
entendimiento en la búsqueda de soluciones efectivas.
17) En la fe tenemos la firme convicción de que Jesucristo, el Señor
de la historia, nos acompaña. Como hijos de un mismo Padre y
hermanos los unos de los otros, nos comprometemos en la construcción
de la unión y de la paz. Invitamos con alegría a todos los creyentes
y a las mujeres y hombres de buena voluntad, a unirnos el próximo
dos de agosto, a la Jornada de ayuno y oración, convocada por el
Papa Francisco en Asís, como una ocasión especial de pedir por la
paz y la reconciliación entre los venezolanos. Invitamos a recitar
la Oración por Venezuela, y a los párrocos a leer ésta exhortación
en la misa dominical. Rogamos a Dios Padre derrame de manera más
abundante en este año jubilar su misericordia y su consuelo sobre
nuestro pueblo. Colocamos en las manos maternales de Nuestra Señora
de Coromoto estas propuestas que expresan el sentir y el anhelo de
la inmensa mayoría de los venezolanos,
Con nuestra bendición,
LOS ARZOBISPOS Y OBISPOS DE VENEZUELA
Caracas, 12 de julio de 2016