Servicio diario - 17 de agosto de 2016


 

Encuentro entre Francisco y Hollande, tras el asesinato del sacerdote en Normandía
Posted by Redaccion on 17 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El presidente francés, Francoise Hollande, ha sido recibido hoy miércoles privadamente por el papa Francisco, en el estudio del Aula Pablo VI, donde tuvo un coloquio de unos 40 minutos con la ayuda de un intérprete.
A continuación en el intercambio de dones, el presidente le regaló al Santo Padre una porcelana de Sévres con el escudo de Francia. Por su parte el Pontífice le regaló una escultura en bronce de la artista Daniela Fusco sobre la profecía de Isaías que habla del desierto que se transforma en un jardín. Y también de una copia de la encíclica Laudato Si’, de la exhortación apostólica Amoris Laetitia y de la Evangelii Gaudium.
El jefe del Eliseo que estuvo acompañado entre otros por el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve y por el embajador francés ante la Santa Sede Philippe Zeller, se reunió a continuación con el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, y con el secretario para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Paul Gallagher.
El presidente tuvo el mes pasado una conversación telefónica con el Papa, después del asesinado el 26 de julio del presente año, del anciano sacerdote Jacques Hamel. Crimen cometido por dos jóvenes terroristas franceses de originarios de Magreb, mientras el clérigo celebraba la santa misa en la parroquia de Saint-Etienne-du-Rouvray, en Normandia.
Holland le había expresado al Santo Padre su cercanía e indicado que “cuando un sacerdote es atacado, toda Francia se siente agredida”. Además le aseguró que se haría todo lo que está a su alcance para proteger las iglesias en Francia.
Este encuentro, según muchos analistas, permitirá mejorar las relaciones entre el Estado francés muy marcado por una cultura laicista y la Santa Sede. Y según fuentes del Eliseo, en particular encontrarían mayores coincidencias sobre los temas de la ecología, el terrorismo y la crisis migratoria.
El mandatario había tenido un encuentro con el Santo Padre el 24 de enero de 2014 y el esa oportunidad, la Oficina de prensa de la Santa Sede señalo que “en el contexto de la defensa de la promoción de la dignidad de la persona humana” se abordaron temas de actualidad, “como la familia, la bioética, el respeto de las comunidades religiosas y la tutela de los lugares de culto”.
Otros temas abordados fueron de carácter internacional, como “la pobreza, el desarrollo, las migraciones y el ambiente”.
Sobre Oriente Medio, Holland había subrayado en esa audiencia que “Francia se ha movilizado para que los cristianos se puedan quedar donde han vivido siempre durante siglos y para que no se exilien”.


Francisco constituye el dicasterio Laicos, Familia y Vida
Posted by Sergio Mora on 17 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco con la Carta apostólica ‘Sedula Mater’ firmada el día de la Inmaculada Concepción ha constituido el nuevo dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
Escrita en forma de motu proprio, el texto ha sido difundido hoy por la oficia de prensa de la Santa Sede y explica que el nuevo organismo será disciplinado por especiales estatutos, competencias y funciones. Añade que inicia oficialmente su labor el próximo 1° de septiembre, sustituyendo el trabajo del Pontificio consejo para los laicos y el Pontificio consejo para la familia, que en dicha fecha cesan sus funciones. Los dos dicasterios cesan sus funciones al ser derrocados los artículos 131-134 y 139-141 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus, del 28 de junio de 1988.
El Papa ha nombrado además como prefecto del nuevo dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, a Mons. Kevin Joseph Farrell, de obispo de di Dallas en Estados Unidos. En la web diocesana el obispo poco después de su nombramiento escribió: “Espero ser parte de la importante obra de la Iglesia universal, en la promoción del apostolado de los laicos, de la pastoral de la familia y en el apoyo a la vida humana”.

Desde hace meses se comentaba de un posible nombramiento como prefecto de mons. Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo para la Famiglia. Pero justamente Paglia fue nombrado hoy Gran Canciller del Pontificio Instituto “Juan Pablo II” para Estudios sobre Matrimonio Familia.
El Santo Padre Francisco, bajo propuesta del Consejo de los nueve Cardenales, ha ya aprobado a inicios de junio pasado, ad experimentum, el Estatuto del nuevo Dicasterio.
El 22 de octubre del 2015, el Papa anunció la creación de este nuevo dicasterio, al inicio de la Congregación general en el Sínodo de los Obispos con las siguientes palabras: “He decidido instituir un nuevo dicasterio con competencia sobre laicos, la familia y la vida, que sustituirá al Pontificio Consejo para los laicos y el Pontificio Consejo para la familia, y al que estará vinculada la Pontificia Academia para la Vida”.
El 17 junio pasado, el Santo Padre al dirigirse a los participantes de la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para los Laicos aseguró que se trata de una conclusión de una etapa importante y de apertura de una nueva para el dicasterio que “ha acompañado la vida, la madurez y las transformaciones del laicado católico desde el Concilio Vaticano II hasta hoy”.


El Papa nos invita a llevar la misericordia de Jesús a los lugares que frecuentamos
Posted by Sergio Mora on 17 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco realizó la audiencia de este miércoles en el Aula Pablo VI. Antes de iniciar la catequesis recorrió a pie los diversos corredores del auditorio en medio del público, saludando a los miles de peregrinos allí reunidos, bendiciendo particularmente a los niños y en alguna oportunidad poniéndose el solideo que le daban antes de devolverlo. Claramente en medio de aplausos, coros y de la ovación generada por el entusiasmo del público.
La catequesis inició con la lectura en diversos idiomas del Evangelio según san Mateo, cuyo pasaje narraba la multiplicación de los cinco panes y dos peces realizada por Jesús.
El Papa después de saludar con un: “Buon Giorno“, explicó el Evangelio apenas leído. Recordó que el Señor “sintió compasión por la multitud y sanó a los enfermos”, porque “Él siempre se acordaba de los demás”.
Por este motivo la multitud lo sigue por todas partes llevándole enfermos. Y el Maestro se conmueve, porque “Jesús no es frío, no tiene un corazón frío, es capaz de conmoverse”. Y muestra su voluntad de estar cerca de nosotros y de salvarnos”, porque “Jesús nos ama tanto”, dijo.
Jesús cuida a quienes le siguen y quiere que los discípulos participen en esto, demostrando que “los pocos panes con la fuerza de la oración podían ser compartidos con todos”. O sea que quiere hacernos participar de sus acciones.
Comentó también el modo en que el Salvador bendijo los panes y peces, así como la similitud con las palabras de la Consagración en la Última Cena.
“Vivir la comunión con Cristo” no es ser extraño a la vida cotidiana –dijo Francisco– por el contrario, nos vuelve “servidores de la misericordia” con la “misma compasión de Jesús”.
Subrayó también que Jesús cuando nos perdona, nos abraza y nunca lo hace a medias. “Todos se saciaron”, porque Él llena nuestra vida de su compasión, dijo.
Invitó así a estar siempre “al servicio de la vida y de la comunión” y que cada uno pueda hacerlo “en la propia familia, en el trabajo, en la parroquia y en los lugares a los que pertenecemos”. “Porque esta comunión es vida para todos”.
La catequesis después resumida y leída en los diversos idiomas, concluyó con la bendición apostólica así también como de los objetos religiosos que llevaron los peregrinos, y con el canto del Padre Nuestro en latín.
(Leer el texto completo de la catequesis)


Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del miércoles 17 de agosto de 2016
Posted by Redaccion on 17 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco realizó este miércoles la catequesis en el Aula Pablo VI, en donde antes había saludado a los miles de fieles y peregrinos que le aguardaban para la audiencia. El Santo Padre en la catequesis comentó el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces y recordó la compasión de Jesús hacia la multitud. Al hacer este milagro el Maestro quiso que los discípulos participaran de su bondad llevándola a los presentes. Francisco nos invita así a llevar la misericordia del Señor a nuestra familia, al trabajo y a los ambientes que frecuentamos.
A continuación el texto completo:
“Queridos hermanos y hermanas, ‘buon giorno‘.
Hoy queremos reflexionar sobre el milagro de la multiplicación de los panes. Al inicio de la narración que hace Mateo (cfr 14,13-21), Jesús ha apenas recibido la noticia de la muerte de Juan el Bautista, y en una barca atraviesa el lago buscando ‘un lugar desierto apartado’.
La gente entretanto entiende y se anticipa yendo a pie, así que ‘al bajar de la barca, Él ve a una gran multitud, siente compasión por ellos y cura a sus enfermos’. Así era Jesús, siempre con compasión, siempre pensando en los demás.
Impresiona la determinación de la gente que teme quedarse sola, como abandonada. Muerto Juan el Bautista, profeta carismático, se ponen bajo la protección de Jesús, de quien el mismo Juan había dicho: ‘Quien viene después de mi es más fuerte que yo”.
Así la multitud lo sigue por todas partes, para escucharlo y para llevarle a los enfermos. Y viendo esto, Jesús se conmueve. Jesús no es frío, no tiene un corazón frío, es capaz de conmoverse. De un lado Él se siente atado a esta muchedumbre y no quiere que se vaya, de otra parte tiene necesidad de momentos de soledad y de oración con el Padre. Muchas veces pasa la noche rezando con su Padre.
También ese día, por lo tanto, el Maestro se dedicó a la gente. Su compasión no es un sentimiento vago; demuestra en cambio toda la fuerza de su voluntad para estar cerca de nosotros y salvarnos. Nos ama mucho y quiere estar cerca de nosotros.
Al atardecer, Jesús se preocupa de dar de comer a todas aquellas personas, cansadas y hambrientas y se preocupa de quienes lo siguen. Quiere involucrar en esto a sus discípulos. De hecho les dice: ‘denles de comer ustedes mismos’.
Asi les demostró que los pocos panes y peces que tenían, con la fuerza de la fe y de la oración podían ser compartidos con toda la gente. Un milagro de la fe, de la oración, suscitado por la compasión y el amor. Así Jesús ‘partió los panes y los dio a sus discípulos y a la multitud’.
El Señor va al encuentro de las necesidades de los hombres, pero quiere volvernos a cada uno de nosotros participantes concretos de su compasión.
Ahora detengámonos sobre el gesto de la bendición de Jesús: Él ‘tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al cielo, recitó la bendición, partió el pan y se los dio’.
Como podemos ver, son las mismas acciones que Jesús hizo en la Última Cena, siendo las mismas que cada sacerdote cumple cuando celebra la santa Eucaristía.
La comunidad cristiana nace y renace continuamente de esta comunión eucarística. Vivir la comunión con Cristo es por lo tanto muy diverso que estar pasivos y ser extraños a la vida cotidiana. Por el contrario siempre nos inserta más en la relación con los hombres y mujeres de nuestro tiempo, para ofrecerles a ellos un gesto concreto de la misericordia y de la cercanía de Cristo.
Mientras nos nutre de Cristo, la eucaristía que celebramos nos transforma poco a poco también a nosotros en el cuerpo de Cristo y alimento espiritual para los hermanos. Jesús quiere llegar a todos, para llevarles el amor de Dios. Por esto transforma a cada creyente en un servidor de la misericordia.
Jesús ha visto a la multitud, ha sentido compasión por ella y ha multiplicado los panes. Así hace también con la eucaristía. Y nosotros los creyentes que recibimos este pan eucarístico somos empujados por Jesús para llevar este servicio a los demás, con su misma compasión. Este es el recorrido.
La narración de la multiplicación de los panes y de los peces se concluye con la constatación de que todos han sido saciados y con la recolección de los trozos que han sobrado.
Cuando Jesús con su compasión y su amor nos da una gracia, nos perdona los pecados, nos abraza, nos ama, no hace las cosas a medias, sino completamente. Como sucedió aquí, todos se han saciado. Jesús llena nuestro corazón y nuestra vida con su amor, con su perdón y compasión. Jesús por lo tanto ha permitido a sus discípulos obedecer sus ordenes.
De esta manera ellos conocen el camino que es necesario recorrer: dar de come al pueblo y tenerlo unido; estar por lo tanto al servicio de la vida y de la comunión.
Invoquemos por lo tanto al Señor, para que vuelva su Iglesia cada vez más capaz de realizar este santo servicio y para que cada uno de nosotros pueda ser instrumento de comunión en la propia familia, en el trabajo, en la parroquia y en los grupos a los que pertenece; vale a decir, un signo visible de la misericordia de Dios que no quiere dejar a nadie en la soledad y en la necesidad, para que se difunda la comunión y la paz entre los hombres y la comunión entre los hombres y Dios, porque esta comunión es la vida para todos”.
(Traducción realizada por ZENIT desde el audio)


La familia del Verbo Encarnado elige a sus superiores generales
Posted by Sergio Mora on 17 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El Instituto del Verbo Encarnado y el Instituto de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará acaban de tener sus capítulos generales en Roma. El padre Gustavo Nieto, argentino, destinado en Estados Unidos desde hace muchos años fue elegido superior general del Verbo Encarnado y la madre María Corredentora Rodriguez, también argentina, elegida superiora general de las Servidoras. También fue elegido el Consejo general de ambos.
Lo indicó la hermana María del Pilar, en esta entrevista concedida a ZENIT, en el marco de la difusión del libro “Con san Juan Pablo Magno en Polonia. Vademécum del Peregrino”.
La religiosa precisó que la familia del Verbo Encarnado cuenta son dos institutos uno masculino y otro femenino, fundados por el padre Carlos Miguel Buela, independientes y con propias autoridades. Y que se celebró una una misa con motivo de la conclusión de los capítulos, en la basílica de San Pablo Extramuros.
“El Instituto nace en 1984 en la ciudad de San Rafael, en la provincia argentina de Mendoza. Nuestro carisma es la evangelización de la cultura, aunque está muy presente en lugares ‘de frontera’ o donde nadie quiere ir”, precisó. Y con misiones “en los lugar emblemáticos, como en Sira, en la Franja de Gaza, pero también en Egipto, en Tanzania y Papua”.
Las hermanas son 1.136 y los sacerdotes unos 800. Viven en comunidades separadas “aunque muchas veces coincidimos en los lugares y tratamos de trabajar juntos para cumplir nuestro carisma. Por ejemplo estábamos en Irak, pero tuvimos que irnos después de la II Guerra del Golfo, en cambio los padres se quedaron hasta hoy.
El apostolado preferido, indica la religiosa “son los lugares donde nadie quiere, como cuidar a los más marginados de la sociedad. Tenemos muchos hogares de niños y de discapacitados. En Medio Oriente inclusive tenemos casas que reciben a personas no cristianas”, así como comedores y apostolado parroquial.
En Siria, en la ciudad de Alepo, tienen una casa para universitarias: “Poco después de la llegada de las hermanas explotó la guerra, pero ellas no quisieron irse sino quedarse para acompañar a los cristianos que con gran sacrificio se quedan allí”.
La superiora de la comunidad que ahora participó al capítulo les indicó que “la situación oscila, con momentos realmente muy difíciles”. Señaló que “la fuerza la reciben de la oración y de la vida comunitaria. El testimonio de los cristianos allí es el mejor incentivo para seguir porque ellos se quedan por amor a su patria y su fe”.
La familia del Verbo Encarnado cuenta con vocaciones, concluyó, “incluso muchas chicas de Europa, de Italia y de EEUU, más numerosas incluso que las que normalmente tenemos que son Argentina, Brasil y Perú”.


Universidad Católica del Perú, los obispos vuelven a la asamblea directiva
Posted by Redaccion on 17 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana comunicó al rectorado de la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP) que siguiendo la indicación de la Santa Sede, cinco obispos volverán a participar de la Asamblea Universitaria del centro de estudios.
Concluye así un contencioso con las autoridades universitarias iniciado en el 2012, cuando los obispos advirtieron que si la PUCP no corregía algunos programas de estudio y adecuaba sus estatutos a lo dispuesto por la santa Sede sobre los centros académicos, debería dejar de ser una universidad pontificia y renunciar a su título de ‘católica’.
Dos años más tarde el papa Francisco nombró una comisión integrada por el cardenal Lacroix de Quebec, el cardenal Ezzati de Santiago de Chile y el cardenal Erdö de Budapest, destinada a encontrar una salida a la situación.
El rectorado de Universidad Católica por su parte indicó que “se trata de una excelente noticia que revela el inicio de la normalización de las relaciones entre la PUCP y la jerarquía de la Iglesia, y una decisión del Santo Padre y del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, que permite restablecer vínculos entre los obispos peruanos y la PUCP”.
La Conferencia Episcopal Peruana señala en el comunicado que fueron ratificados en sus cargos los cinco obispos que habían sido elegidos en marzo de 2012. Retornan así al máximo órgano de gobierno de la PUCP: Mons. Salvador Piñeiro, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Mons. Miguel Cabrejos OFM, Mons. Pedro Barreto SJ, Mons. Norberto Strotmann MSC, y Mons. Gaetano Galbusera SDB.
La Asamblea Universitaria, máximo órgano de gobierno de la PUCP, está presidida por el rector de la Universidad, doctor Marcial Rubio Correa e integrada por 79 miembros, distribuidos en 4 miembros del rectorado, 12 decanos, 4 representantes de los jefes de departamento, 28 representantes de los profesores ordinarios, 26 representantes de estudiantes y ahora por los 5 obispos arriba indicados.


San Alberto Hurtado Cruchaga – 18 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 17 August, 2016




(ZENIT – Madrid).- «La caridad –escribió– nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo: consolar a un triste, ayudar a un pobre, un enfermo que visitar, un favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales… y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro lugar!». «Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de Cristo lo que nos urgía? y darse a los hermanos, ¿no es darse a Cristo?». Imponente este latido interior que selló su fecunda vida.
Nació en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. Al morir su padre cuando él tenía 4 años, y viendo mermados sus bienes económicos, la familia se mudó a Santiago. Allí vivieron con estrechez, alojados por sus parientes; aprendió bien lo que significa la pobreza. Compartía con su madre la generosidad con los desheredados, en una solidaridad que identifica justamente a los que nada tienen, siempre dispuestos a donar lo único que les queda, como la viuda del evangelio. Estudió con beca en el colegio San Ignacio regido por los jesuitas. Allí se integró en la Congregación Mariana. Con 15 años sintió la llamada al sacerdocio y quiso emprender los estudios eclesiásticos en la Compañía. Nuevamente, y como los recursos eran tan deficientes, le recomendaron un compás de espera. Pero le apremiaba el amor de Cristo y escribía a su querido amigo Manuel Larraín, que se convertiría en prelado de Talca: «Reza, pero con toda el alma, para que podamos arreglar nuestras cosas y los dos cumplamos este año la voluntad de Dios». Había recibido una buena formación que aprovechó graduándose con brillantez. Y en 1918 inició derecho en la Pontificia Universidad Católica.
Su sensibilidad hacia los marginados, en una época marcada por la emigración, le llevó a emprender un intenso apostolado de acentuado cariz social. Recibió ayuda del Patronato de Andacollo perteneciente al barrio Mapocho, una zona precaria de Santiago. Combinando sus obligaciones como estudiante universitario, de forma inteligente se ocupaba de los que sufrían formas diversas de exclusión, implicando a sus compañeros. A través de sus acciones impregnadas de caridad evangélica, que impulsó por amor a Cristo, un inmenso rayo de luz se abrió paso en medio de la poderosa urbe en la que tantos desoían la voz de los más débiles. Se involucró de lleno en organizaciones estudiantiles, siempre con objeto de apoyar al indefenso, y en medio de su intensa actividad culminó derecho de forma tan brillante que obtuvo la unánime distinción de la Universidad Católica de Chile.
En 1923 ingresó en la Compañía de Jesús. De nuevo su amigo Manuel fue confidente de esos cruciales instantes de su vida, que le inundaron de alegría: «Querido Manuel: Por fin me tienes de jesuita, feliz y contento como no se puede ser más en esta tierra: reboso de alegría y no me canso de dar gracias a Nuestro Señor porque me ha traído a este verdadero paraíso, donde uno puede dedicarse a Él las 24 horas del día. Tú puedes comprender mi estado de ánimo en estos días; con decirte que casi he llorado de gozo». Hizo el noviciado en Chillán y luego pasó por Córdoba, Argentina. También estuvo en Barcelona, España, y en la ciudad belga de Lovaina donde fue ordenado sacerdote y obtuvo el doctorado en pedagogía y en psicología. Tras su regreso a Chile en 1936 ejerció la docencia en el colegio San Ignacio, en la Universidad Católica y en el Seminario Pontificio. Simultáneamente, impartía conferencias y retiros. Retomó el apostolado social y defendió a los desfavorecidos ninguneados por la prepotencia y racismo de las clases altas que los repudiaba. Alberto tenía gran carisma entre los jóvenes. Se desvivía por ellos y cosechaba los frutos de su acogida y comprensión. Alegre y entusiasta, les instaba a «chiflarse» por Cristo.
En 1941 fue designado asesor de la Acción Católica juvenil de Santiago, misión extendida luego a todo Chile. Le dedicó tres intensos años hasta que ciertas desavenencias con el obispo auxiliar de la capital le indujeron a presentar su renuncia. El prelado juzgaba progresista la formación que proporcionaba a los jóvenes. El santo acogió impoluto los juicios y decisión del obispo. Tan apiadado estaba por los que malvivían en las calles, niños y adultos, que en 1944, después de impartir un retiro en la Casa del Apostolado Popular y recibir allí mismo las primeras donaciones de las mujeres que le escucharon, fundó el Hogar de Cristo. Diariamente recorría los suburbios para recoger a los pobres que hallaba al paso. El centro fue bendecido al año siguiente por monseñor José María Caro, arzobispo de Santiago. En 1948 creó la Acción Sindical Chilena secundado por un grupo de universitarios. Así pensaba hacer circular la doctrina social de la Iglesia. En 1950 se atrevió con las publicaciones impresas de carácter periódico creando la revista Mensaje para transmitir el pensamiento cristiano; le avalaba su experiencia profesional en El Diario Ilustrado. Fue autor de varias obras de temática humanista y social. En mayo de 1952 sufrió un infarto pulmonar y en el hospital clínico de la universidad católica le diagnosticaron cáncer de páncreas. Desde allí siguió evangelizando hasta que murió el 18 de agosto de ese año. Juan Pablo II lo beatificó el 16 de octubre de 1994. Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2005.