Servicio diario - 23 de agosto de 2016


 

El gran ayatolá de Irán agradece a Francisco por disociar la violencia del islam
Posted by Redaccion on 23 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El gran ayatolá de Irán, Naser Makarem Shirazi, agradeció al papa Francisco por las declaraciones que hizo a la prensa en su viaje de regreso de Polonia, en las que el Pontífice rechazó cualquier identificación entre el Islam y el terrorismo.
“Sus consideraciones sensatas y lógicas sobre el Islam, que disocian la religión de las acciones inhumanas y las atrocidades perpetradas por las sectas impías (takfir) como el Daesh (acrónimo en árabe del Estado Islámico), son realmente admirables”, escribió el líder religioso en una carta al Papa.
El ayatolá subraya en el documento, cuya traducción al Inglés fue publicada en su web oficial, la importancia de que los líderes religiosos del mundo tomen posición “con claridad y firmeza” contra la violencia y la barbarie, “especialmente cuando estos actos se realizan en nombre de la religión”.
Shirazi también condenó el asesinato del padre Jacques Hamel, muerto el 26 de julio durante la celebración de la misa en la parroquia de Saint-Étienne-du-Rouvray, Francia. Y recordó que la misma condena fue reiterada por la comunidad de los eruditos musulmanes y la gran mayoría de los creyentes islámicos.
Las sectas impías como Daesh –concluyó el líder iraní– representan “la peor crisis de la era moderna” y no forman parte del Islam.


La infancia violada que siembra terror
Posted by Redaccion on 23 August, 2016



(ZENIT – Roma).- Un niño de 12 años que debajo de la camiseta de Messi cargaba una cintura explosiva fue bloqueado por los policías peshmerga, cuando iba a cumplir –no se sabe con cuanta conciencia– un atentado suicida haciéndose estallar.
Sucedió el pasado domingo por la tarde en Kirkuk, la capital del Kurdistán iraquí, y el atentado fue evitado gracias a la intervención de las fuerzas armadas autónomas de la región. Lo indica este martes el diario vaticano L’Osservatore Romano, titulando el artículo ‘La infancia violada que siembra terror’,
En un video puesto en internet se ve cuando el niño asustado llora y grita, mientras los policías lo liberan del explosivo y se lo llevan. También hay otro reciente caso análogo: el del atentado suicida durante una boda en Gaziantep, Turquía, por cuyas víctimas el papa Francisco rezó después del ángelus de este domingo pasado. Según algunos testigos habría sido un niño de 12 años quien se hizo estallar.
El de Kirkuk es solamente el más reciente de una serie de episodios en el cual la infancia ha sido violada para sembrar muerte y destrucción. Según algunos análisis, el Califato Islámico habría adiestrado más de 1.300 niños para “misiones de combate”. También en Nigeria los terroristas de Boko Haram han obligado con frecuencia a menores a cumplir atentados terroristas.


Bolivia: consagran una capilla a la Virgen de Urcupiña
Posted by Redaccion on 23 August, 2016



(ZENIT – Roma).- La nueva Capilla en honor a la Virgen de Urcupiña, construida en las faldas del Cerro de Cota, en Bolivia, fue consagrada el pasado domingo.

Capilla de Urcupiña en la falda del Cerro Costa, en Cochabamba
Lo indicó en un artículo la revista on-line Iglesia Viva, señalando que la ceremonia incluyó la santa misa y fue presidida por Monseñor Robert Flock obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Cochabamba, acompañado de todo el equipo parroquial de San Ildefonso.
En la homilía, Mons. Flock mencionó la devoción que el pueblo boliviano tiene a la Virgen María, resaltando el tema de las piedras y su significado: “Esta piedra es el signo de fe y devoción y el día de hoy la vamos a consagrar con el santo crisma” dijo, pidiendo a los presentes “rezar por todos nuestras intenciones, como la salud y el bienestar”. Señaló además que debemos “darnos cuenta que nuestra fe en Cristo se refleja con el cariño que le tenemos a la Virgen, porque ella es su Madre”.
Posteriormente se procedió a ungir con el santo crisma la piedra del altar, en la ceremonia de consagración de la capilla.


El rey de Marruecos: ‘Los terroristas no son musulmanes y se condenan en el infierno eterno’
Posted by Sergio Mora on 23 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El rey Mohammed VI, de Marruecos en su mensaje del 20 de agosto con motivo del “63 aniversario de la revolución del Rey y del pueblo” se dirigió a la nación condenando con fuerza el terrorismo, señalando que el islam es una religión de paz, que los extremistas se aprovechan de la ignorancia de los extranjeros que no conocen el idioma árabe para inducirlos a cometer crímenes, y que quienes se manchan del terrorismo se condenan al infierno eterno. Invitó también a los musulmanes, cristianos y judíos a unir fuerzas contra el extremismo.
El monarca reconoció que el subdesarrollo, la emigración, las guerras y conflictos son problemas que afligen a los países africanos, lo que lleva “a la tentación, debido a la desesperación, de echarse en las manos de los grupos extremistas y terroristas”.
Invitó también a los marroquíes que viven en el exterior a “unirse a los defensores de la paz” en su países de residencia, señalando “la perversión de la imagen del Islam” que han causado los atentados terroristas. “Nosotros condenamos con vigor la muerte de inocentes y estamos convencidos de que el asesinato de un sacerdote es un acto ilícito según la ley divina”, dijo, refiriéndose al caso del padre Jacques Hamel, degollado en junio en su iglesia de de Etienne-du-Rouvray, en Francia.
“Los terroristas que actúan en nombre del Islam no son musulmanes” y “no tienen otros lazos con el islam sino las excusas que utilizan para justificar sus crímenes y sus demencias” dijo. Añadió que “ellos son individuos perdidos, condenados al infierno para siempre”.
“¿Se puede concebir que Dios, todo clemencia y todo misericordia pueda ordenarle a un individuo que se haga explotar o asesinar a los inocentes?”, se interrogó.
El monarca de Marruecos señaló que los extremistas “usan a algunos jóvenes musulmanes, y especialmente en Europa, se aprovechan de su ignorancia de la lengua árabe y del verdadero Islam, para transmitirles mensajes y promesas falsas y equivocadas”. En realidad ellos, “están muy lejos del islam y de sus valores de tolerancia”.
Señaló que los terroristas y radicales se esfuerzan por llevar a los jóvenes a “regocijarse y a atacar a las sociedades impregnadas de valores de libertad, apertura y tolerancia”.
“Delante de la proliferación del oscurantismo –indicó el monarca– difundidos en nombre de la religión, todos, musulmanes, cristianos y judíos debemos formar un frente común para contraatacar al fanatismo, al odio y a la revancha bajo todos los aspectos”.
Antes de concluir, el rey Mohammed VI, recordó que “la historia de la humanidad es la mejor prueba de que el progreso no se puede realizar en las sociedades proyectando el extremismo y el odio” y que en la civilización humana abundan los modelos positivos, “los cuales confirman que la coexistencia interreligiosa genera sociedades civilizadas, abiertas, donde reinan el cariño y la concordia, bienestar y prosperidad”.


Chile: Jubileo de la Misericordia con 250 personas sin hogar en la catedral de Santiago
Posted by Redaccion on 23 August, 2016



(ZENIT – Roma).- La catedral de Santiago se transformó el pasado viernes en un comedor para 250 personas en situación de calle, en el marco del Jubileo de la Misericordia y del Mes de la Solidaridad. Ellos cenaron junto al arzobispo de la capital de Chile, a los obispos auxiliares, vicarios y representantes de diversas obras solidarias de la arquidiócesis.

Cena en catedral de Santiago de Chile (Foto cortesía arzobispado)
El arzobispo Ricardo Ezzati agradeció a los “hermanos y hermanas que están en situación de calle que hayan acogido la invitación que desde la Iglesia de Santiago les hicimos para celebrar el Año de la Misericordia en la Catedral en este Mes de la Solidaridad, el día después que hemos celebrado la fiesta de San Alberto Hurtado”.
Señaló ademas estar “profundamente emocionado al ver la respuesta de estos hermanos que encuentran en un gesto sencillo de la Iglesia –que se repite todas las mañanas, todas las horas de almuerzo y en la tarde en muchas comunidades– el cariño de Dios”. Y deseó que este gesto “se multiplique en todas las comunidades cristianas y en la vida social de Chile. Los pobres son nuestros hermanos y necesitan ser atendidos con dignidad”.
Agregó: “Yo creo que en nuestra sociedad, en donde el individualismo pareciera imperar, donde pareciera que el interés personal fuera lo único que es valiente y valioso, nosotros queremos decir que lo que verdaderamente construye la felicidad es compartir la vida como un don, en lo que podamos compartirla en el día a día”.
Al finalizar el encuentro, los asistentes recibieron los kits de abrigo y aseo que fueron donados y entregados por los colaboradores del arzobispado, para apoyar la iniciativa solidaria, como muestra de cariño y afecto hacia los más necesitados.


Comentario a la liturgia dominical
Posted by Antonio Rivero on 23 August, 2016



P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: Todo seguidor de Jesús en el “banquete de la vida” debe ser humilde para ponerse en el último lugar y generoso, cuando invite a comer a los demás.
Síntesis del mensaje: No es fácil vivir los dos consejos que Cristo hoy nos invita a poner en práctica: primero, ponernos en el último lugar -¡qué locura!-, y después, invitar a comer, no a nuestros amigos y familiares, sino a los que no conocemos, -¡el colmo!- e incluso a quienes nos resultan antipáticos. Razones habrá tenido Jesús al darnos estos dos consejos que no son a primera vista naturales. Ya la 1ª lectura nos decía: “Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios”.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, toda la liturgia de hoy es una invitación a vivir la virtud de la humildad. Virtud que antes de Cristo no era cotizada, al contrario, era infamia y defecto, porque los grecolatinos siempre buscaban la excelencia, el sobresalir, la “areté”. La palabra humildad proviene del latín humilitas, que significa “pegado a la tierra”. Es una virtud moral contraria a la soberbia, que posee el ser humano en reconocer sus debilidades, cualidades y capacidades, y aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo. De este modo mantiene los pies en la tierra, sin vanidosas evasiones a las quimeras del orgullo. Santo Tomás estudia la humildad en la 2-2, 161, y dice: “La humildad significa cierto laudable rebajamiento de sí mismo, por convencimiento interior“. La humildad es una virtud derivada de la templanza por la que el hombre tiene facilidad para moderar el apetito desordenado de la propia excelencia, porque recibe luces para entender su pequeñez y su miseria, principalmente con relación a Dios. Humildad es ponernos en nuestro sitio exacto: soy pecador, redimido por Cristo. ¿De qué puedo presumir? Y poner a Dios en su lugar, el primero. Por eso, también la humildad es virtud derivada de la justicia, por la que damos a Dios lo que es de Dios: nuestras cualidades y talentos. La humildad es el cimiento de todo el edificio, como escribió santa Teresa en las Moradas Séptimas 4, 9. Sin humildad todas las demás virtudes se derrumban o son postizas.
En segundo lugar, ¿por qué tenemos que ponernos en el último lugar? Metámonos en el corazón de Jesús. Para evitarnos humillaciones en la vida – “oye, amigo, cede ese lugar a otro más importante que tú”-, Cristo nos aconseja humillarnos a nosotros mismos. A nosotros nos resulta difícil seguir este consejo de Cristo. Nos gusta ocupar siempre, en la medida que podemos, los puestos principales, ¿a quién no?. Está en nuestra naturaleza humana. No aceptamos de buena gana ser tan modestos que nos pongamos en el último lugar. Lo que hay detrás de este consejo de Jesús es esto: primero, que sólo Dios nos dé honor y gloria, y no los hombres; segundo, que sólo al humilde Dios le da sus gracias y lo quiere (1ª lectura), y finalmente, Cristo nos dice que para entrar en el banquete del Reino tenemos que ser humildes. Tenemos hambre y sed de honor y gloria personales; pero si cedemos a esta inclinación caemos en egoísmo, soberbia y vanidad, y no andaremos en la verdad, pues como decía santa Teresa de Jesús: “La humildad es andar en verdad; que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada”. Buscar nuestra gloria nos rebaja. Los grandes santos tuvieron que luchar también contra esta tendencia: santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, por poner unos ejemplos. La humildad es una virtud que vino Jesús a enseñárnosla en persona, porque solos no podríamos aprender esta lección. Pero es la humildad la que definitivamente abre el corazón de Dios y el corazón de los hombres. Una persona soberbia y vanidosa cae mal en todas partes. La búsqueda de honores y sillones demuestra una actitud posesiva. Quien busca directamente honores, no los merece. Otro motivo para ser humildes: es que nos hace bien sobre todo a nosotros mismos, pues nos hace conocernos y aceptarnos mejor a nosotros mismos. El que es humilde, se ahora muchos disgustos y goza de una mayor paz y armonía interior y psicológica.
Finalmente, ¿por qué tenemos que invitar a comer a quienes no conocemos o son pobres, y ser generosos y espléndidos en nuestros dones y regalos? Metámonos en el corazón de Jesús. Cristo nos dio todo: su Iglesia, sus sacramentos, su vicario, su Madre, sus vestiduras, su evangelio, su testamento. No se quedó ni se reservó nada para Él. Fue siempre generoso. Lo normal es que cuando hacemos un banquete invitemos a parientes y amigos. Es la ley de la “reciprocidad comercial”. Ellos nos retribuirán después. Y Jesús nos dice que ahí no hay mérito, y propone la ley de la “generosidad gratuita”. Tenemos que buscar la recompensa divina, distinta de la recompensa humana que vicia las relaciones, inoculando el interés personal en una relación que debería ser generosa y gratuita. Invitar a los pobres, sí. En el Salmo de hoy nos dice que Dios prepara casa a los desvalidos y pobres. Ellos, los pobres, serán los mejores guardianes de nuestra humildad. Su indigencia los tiene habituados a considerarse vacíos y despojados, experimentando cada día la necesidad del auxilio ajeno para poder vivir, y así pueden enseñarnos con su ejemplo a practicar esta virtud tan valiosa pero tan ardua. Y no olvidemos lo que nos dice san Pablo: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hech 20, 35).

Para reflexionar: Meditemos este párrafo de santa Teresa de Jesús: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y púsoseme delante ¬a mi parecer sin considerarlo, sino de presto¬ esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en verdad, que lo es muy grande no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende, anda en mentira. A quien más lo entienda agrada más a la suma Verdad, porque anda en ella. Plega a Dios, hermanas, nos haga merced de no salir jamás de este propio conocimiento, amén” (Moradas VI, 10, 7).
Para rezar: Señor Jesús, manso y humilde. Desde el polvo me sube y me domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran. Mi corazón es soberbio. Dame la gracia de la humildad, mi Señor manso y humilde de corazón. No sé de donde me vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que otros… Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad. La gracia de mantenerme sereno en los desprecios, olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que hago. Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos. En fin, mi Señor Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso, humilde, paciente y bueno (P. Ignacio Larrañaga).
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org.


Santa María Micaela del Santísimo Sacramento – 24 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 23 August, 2016



(ZENIT – Madrid).- Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán, fue señalada por Dios para dedicarse por entero a la educación de niñas, y a la restauración de mujeres atrapadas en las redes de la prostitución, abandonando las prebendas de su noble ascendencia. Vino al mundo en Madrid, España, el 1 de enero de 1809. Y de acorde a su gran posición económica y social, se formó en el colegio de las ursulinas de Pau, Francia; su madre añadió la enseñanza de tareas prácticas y útiles para la vida cotidiana. Hasta la muerte de su padre, que la obligó a regresar a España, e incluso después de ésta, no parecía estar abocada a la consagración. Su madre le había transmitido su piedad, experimentaba una devoción por la Eucaristía, pero no la llamada a una vocación. Era una mujer de impactante personalidad, distinguida, alegre, enérgica, conciliadora, buena conversadora, con altas dotes organizativas. Se ocupaba de las necesidades ajenas en constantes actos de caridad implicando en ellos a personas de su alcurnia; acogía en su casa a niñas pobres y atendía a los enfermos.
No descartaba el matrimonio. De hecho, entre otros enamoramientos, uno se estableció más firmemente en su corazón ya que fue novia durante tres años del hijo de un marqués. Pero una serie de desgracias encadenadas le indujeron a romper su compromiso: la muerte de su padre y de un hermano, la grave enfermedad de una hermana y destierro de otra… En 1841 al perder a su madre, eligió como tal a la Virgen. Es decir que en su vida se manifestaban dos vías que, aunque divergentes entre sí, no dejaban fuera de juego la llama del amor divino. Tanto en Madrid como en París y Bruselas iba quedando el rastro de su caridad con los desfavorecidos. Al tiempo prodigaba su presencia en convites, paseos, teatro, tertulias, baile, etc. Generalmente aceptaba los compromisos para complacer a su familia, pero tampoco le disgustaban del todo. Hallándose en París en 1846 se sumergió en ese mundo de oropeles y vanidades; por algo lo denominó «año perdido». Tenía carácter, y un pronto fuerte la dominaba. No escondía sus apegos, como el que tuvo a su caballo, pero se esforzaba en luchar contra sus tendencias sin escatimar sacrificios, y no tardarían en irse viendo los frutos.
En 1847 tras unos ejercicios espirituales efectuados a instancias del que fuera confesor de su madre, el jesuita padre Carasa, se sintió llamada a cumplir la voluntad de Dios. Comenzó a dedicar a la oración entre cinco y siete horas diarias movida por afán de penitencia. No pudiendo eludir su participación en eventos sociales, rogaba a Dios que la preservase en ellos de cualquier pecado, aunque fuese venial. Debajo de elegantes vestiduras ocultaba cilicios. A finales de ese año todavía vestía ricamente. Al confesarse el sacerdote percibió el crujido de las prendas que llevaba: «Viene usted demasiado hueca a pedir perdón a Dios», le dijo. «Son las sayas», respondió. «¡Pues, quíteselas usted!». Se vistió como un adefesio, tanto que el presbítero le instó a no llegar a ese extremo; únicamente debía limitarse a vestir sin estridencias.
En 1848 el padre Carasa fue el detonante de otra experiencia que marcaría su vida. Le presentó a una persona de su confianza, María Ignacia Rico de Grande, quien la llevó de visita al hospital de San Juan de Dios. Allí se fijó consternada en la cantidad de jóvenes que ejercían la prostitución, a la que habían llegado por distintos motivos. Tuvo que vencer la repugnancia que sentía ante las huellas que el ejercicio de esa actividad había dejado en sus cuerpos macerados. Supo que si terrible era su estado físico, no lo era menos la soledad y desamparo que les esperaba al salir del hospital en una sociedad hipócrita que las había empujado por ese camino arrancándoles su honor y dignidad, y después les daba cruelmente la espalda. De modo que abrió una casa para las pobres descarriadas que fue recogiendo.
En 1850 se fue a vivir con ellas. La noticia fue un azote para los círculos en los que se movía. Le cerraron las puertas, fue vituperada, incomprendida, calumniada, no solo por los que formaban parte del selecto ambiente al que pertenecía; también fue criticada y perseguida por miembros de la Iglesia. Hasta le retiraron el permiso para tener el Santísimo Sacramento, clave de su vida y quehacer. Algunas de las muchachas que había acogido y otras personas la acusaron sin fundamento, dando alas a murmuraciones y chismes diversos. El padre Carasa le negó el saludo. No se defendió; se limitó a orar y a dar gracias a Dios. Fue amenazada por algunos proxenetas, e incluso querían darle muerte. Nada la detuvo. Vendió las joyas heredadas a menor costo de lo que valían, se desprendió de su caballo, pidió limosna, y no se le cayeron los anillos, como suele decirse, para sacar adelante su obra. En 1854 recibió ayuda económica de la beneficencia. Dos años más tarde, con el apoyo y consejo de san Antonio María Claret, nació la fundación y tomó el nombre de Madre Sacramento. Puso en sus casas esta consigna: «Mi providencia y tu fe mantendrán la casa en pie».
El padre Claret la ayudó en lo concerniente a las constituciones y bajo su amparo creció progresivamente su vida espiritual; otros directores espirituales anteriores no la habían comprendido. Emitió sus primeros votos en 1859, y comenzó la expansión de la obra en medio de muchas dificultades externas e internas. «Dudo yo que haya superiora ni más acusada, ni más calumniada, ni más reconvenida», reconoció. En junio de 1860 profesó los votos perpetuos. Cuando el cólera asaltó de nuevo a España en 1865 se hallaba en Valencia, y tuvo la impresión de que podía llegarle su hora. Había ido, como en otras ocasiones, a asistir y consolar a los que contrajeron la enfermedad en epidemias similares. Entonces salió indemne, pero ese año la enfermedad se cebó también en ella causándole la muerte el 24 de agosto. Pío XI la beatificó el 7 de julio de 1925 y la canonizó el 4 de marzo de 1934.