Servicio diario - 18 de septiembre de 2016


 

El Papa convoca a todos el próximo martes, a una ‘Jornada de Oración por la Paz’
Posted by Sergio Mora on 18 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco invitó a todos a vivir el último día del encuentro de oración por la paz en Asís, el próximo martes 21, como “una Jornada de oración por la paz. La invitación llega después de que el Santo Padre rezó este domingo desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, la oración del ángelus ante la plaza de San Pedro, donde miles de peregrinos y fieles le esperaban.
“El próximo martes iré a Asís para el encuentro de oración por la paz, treinta años después de aquel histórico que convocó san Juan Pablo II” dijo. Y añadió: “Invito a las parroquias, asociaciones eclesiásticas, individualmente a los fieles de todo el mundo para que vivan ese día como una Jornada de oración por la paz”.
Porque, aseguró el Santo Padre, “hoy tenemos necesidad de paz en esta guerra que existe en todas las partes del mundo”.
“Recemos por la paz –pidió el Papa– siguiendo el ejemplo de san Francisco, hombre de fraternidad y de bondad” porque “estamos todos llamados a ofrecer al mundo un fuerte testimonio de nuestro empeño común por la paz y la reconcilación entre los pueblos”. Y concluyó: “Así el martes, todos, unidos en oración. Recemos por la paz”.
El encuentro ‘Sed de paz. Religiones y cultura en diálogo’, que inicia hoy domingo, contará con la presencia de líderes mundiales de 9 religiones, 6 Premio Nobel de la paz, representantes del mundo de la cultura, un grupo de 25 refugiados y el martes con la participación del papa Francisco.
En total serán 511líderes religiosos provenientes desde todo el mundo y unas 12 mil personas podrán seguir los eventos religiosos y las 29 conferencias que se realizarán.
Así 30 años después de la histórica Jornada de Oración por la Paz impulsada por san Juan Pablo II , hombres y mujeres de religiones y culturas diferentes, se reunirán durante 3 días para hablar, confrontarse y orar uno junto al otro en el Espíritu de Asís.
(Leer el texto completo del ángelus)


Texto completo del ángelus del 18 de septiembre de 2016
Posted by Redaccion on 18 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus ante la plaza de San Pedro, donde estaban reunidos miles de peregrinos. En sus palabras el Santo Padre invitó a seguir el espíritu del Evangelio, serio pero gozoso, lleno de alegría, apoyado en la honestidad, en la rectitud, en el respeto a los demás y a su dignidad. Sabiendo que nadie puede servir a dos señores, a Dios y al dinero. Y que la corrupción produce dependencia. A continuación el texto completo
“Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy Jesús nos invita a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: uno el mundano y otro el del Evangelio. El espíritu del mundo no es el espíritu de Jesús. Y lo hace mediante la narración de la parábola del administrador infiel y corrupto, que es alabado por Jesús no obstante su deshonestidad. Es necesario precisar en seguida, que este administrador no es presentado como un modelo que debemos seguir, sino como un ejemplo de astucia.
Este hombre es acusado de una mala gestión de los negocios de su patrón y, antes de ser echado, busca astutamente obtener la benevolencia de los deudores, condonando a ellos una parte de sus deudas para asegurarse así un futuro.
Comentando este comportamiento, Jesús observa: “Los hijos de este mundo son más astutos en su trato con lo demás que los hijos de la luz”.
A tal astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu y de los valores del mundo, que tanto le gustan al demonio, para vivir según el Evangelio.
¿Y la mundanidad cómo se manifiesta? La mundanidad se manifiesta con actitudes de corrupción, de engaño, de prepotencia y constituyen el camino más equivocado, el camino del pecado, porque uno lleva al otro, ¿verdad? Es como una cadena, si bien es verdad que generalmente ese es el camino más cómodo de recorrer.
En cambio, el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio –serio pero gozoso, lleno de alegría y comprometido, impostado en la honestidad, en la rectitud, en el respeto a los demás y a su dignidad, con el sentido del deber. ¡Y esta es la astucia cristiana!
El recorrido de la vida necesariamente implica elegir entre estos dos caminos: entre honestidad y deshonestidad, entre la fidelidad y la infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre el bien y el mal. No se puede oscilar entre uno y otro, porque se mueven sobre lógicas diversas y contrapuestas.
El profeta Elías decía al pueblo de Israel que caminaba sobre estas vías: “Ustedes cojean con los dos pies”. Es una bella imagen. Es importante decidir qué dirección tomar y después, una vez decidida aquella justa, caminar con arrojo y determinación, encomendándose a la gracia del Señor y a la ayuda de su Espíritu.
Fuerte y categórico es la conclusión del pasaje evangélico: “Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo”.
Con esta enseñanza, Jesús hoy nos exhorta a hacer una elección clara entre Él y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción, de la prepotencia y de la avidez y aquella de la rectitud, de la mansedumbre y del compartir.
Alguno se comporta con la corrupción como con las drogas: piensa de poderlas usar y dejarlas cuando quiere. Se comienza con poco: un manojo de aquí y una coima de allá… Y entre esta y aquella lentamente se pierde la libertad.
También la corrupción produce dependencia, y genera pobreza, explotación, sufrimiento. ¡Y cuantas víctimas existen hoy en el mundo! Cuántas víctimas de esta difundida corrupción.
En cambio, cuando buscamos seguir la lógica evangélica de la integridad, de la transparencia en las intenciones y en los comportamientos, de la fraternidad, nosotros nos convertimos en artesanos de justicia y abrimos horizontes de esperanza para la humanidad. En la gratuidad y en la donación de nosotros mismos a nuestros hermanos, servimos al amo justo: Dios.
La Virgen María nos ayude a escoger en cada ocasión y a todo costo el camino justo, encontrando también el coraje de caminar contra corriente, para poder seguir a Jesús y a su Evangelio”.
Después de rezar la oración mariana dirigió las siguientes palabras
“Queridos hermanos y hermanas
Ayer en la ciudad de Codrongianos (en Sassari) fue proclamada beata Elisabetta Sanna, madre de familia. Cuando se quedó viuda se dedicó totalmente a la oración y al servicio de los enfermos y de los pobres. Su testimonio es modelo de caridad evangélica animada por la fe.
Hoy en Génova se clausura el Congreso Eucarístico Nacional. Envío un saludo especial a todos los fieles que se encuentran allí reunidos y deseo que este evento de gracia reavive en el pueblo italiano la fe en el santísimo sacramento de la eucaristía, en el cual adoramos a Cristo, manantial de vida y de esperanza para cada hombre.
El próximo martes iré a Asís para el encuentro de oración por la paz, treinta años después de aquel histórico que convocó san Juan Pablo II. Invito a las parroquias, asociaciones eclesiásticas, individualmente a los fieles de todo el mundo para que vivan ese día como una Jornada de oración por la paz.
Hoy más que nunca tenemos necesidad de paz en esta guerra que existe en todas las partes del mundo. Recemos por la paz siguiendo el ejemplo de san Francisco, hombre de fraternidad y de mansedumbre. Estamos todos llamados a ofrecer al mundo un fuerte testimonio de nuestro empeño común por la paz y la reconciliación entre los pueblos. Así el martes, todos, unidos en oración. Recemos por la paz: cada uno se tome un poco de tiempo, el que pueda para rezar por la paz. Todo el mundo unido.
Saludo con cariño a todos los romanos y peregrinos provenientes de diversos países. En particular saludo a los fieles de la diócesis de Colonia y a los de Marianopoli.
Y a todos les deseo que tengan un bueno domingo y por favor no se olviden de rezar por mi”.
El Papa concluyó con su ya famoso “buon pranzo e arrivederci”.


La Gendarmería del Vaticano cumple 200 años, el Papa elogia su honestidad y su servicio
Posted by Sergio Mora on 18 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco presidió este domingo en la basílica de San Pedro la misa por los 200 años de la creación del cuerpo de la Gendarmería del Vaticano. La misa estaba programada en la Gruta de Lourdes en los Jardines, pero debido a una fuerte lluvia en la mañana, fue realizada en la basílica.

Francisco en su homilía a la Gendarmería del Vaticano
El Pontífice dijo “Me siento orgulloso” de saber que el estilo de la Gendarmería es de honestidad “delante de las tentaciones de quienes les quieren comprar”, a pesar de ser “tantas veces mal pagados”. Y por ello les agradeció el trabajo que realizan desde hace dos siglos, incluso arriesgando la propia vida.
Una parte de la gendarmería en uniforme de gala se encontraba en el ala izquierda de la basílica y también representantes de diversas policías de Italia, del mundo y de varias fuerzas del orden, además de embajadores y representantes diplomáticos. Presidía la ceremonia una imagen de San Miguel Arcángel, patrono de la Gendarmería, puesta en el lado derecho del baldaquino del Bernini.
El Santo Padre señaló que lecturas bíblicas de este domingo nos presentan tres tipos de personas: el explotador, el estafador y el hombre fiel. El explotador es aquél de quien nos habla el profeta Amos, “una persona que está tomada por la manía de la ganancia, hasta el punto de probar fastidio e irritación en los días litúrgicos de reposo, porque quiebran el ritmo frenético del comercio”.
Una persona cuya “única divinidad es el dinero, y su actuar está dominado por el fraude y la explotación”. Para quienes los pobres e indigentes tienen un precio igual a un par de sandalias. “Lamentablemente es un tipo humano que se encuentra en cada época, también hoy” aseguró.
“El estafador es el hombre infiel, del que nos habla el Evangelio con la parábola del administrador deshonesto”, señaló el Papa. Y se interrogó ¿cómo pudo haber llegado al punto de estafar a su patrón? “De un día a otro no, poco a poco, quizás dando un día un regalo aquí, el otro día un soborno allá, y así poco a poco se llega a la corrupción”.
El Pontífice ha señalado que en la parábola, el patrón alaba al administrador deshonesto por su astucia, pero es una astucia mundana y fuertemente pecadora. “Existe en cambio una astucia cristiana” y consiste en “hacer las cosas con inteligencia, sin el espíritu del mundo, honestamente”.
En cambio el perfil del hombre fiel fue indicado en la segunda lectura, “Es un hombre de oración, reza por los otros y confía en la oración de los otros para poder tener una vida calma y tranquila, digna y dedicada a Dios”.

Imagen de San Miguel patrono de la Gendarmería, que presidía la ceremonia en la basílica de San Pedro
Francisco señala que “también el Evangelio nos habla del hombre fiel: uno que sabe ser fiel, sea en las cosas pequeñas que en las grandes” y con una opción final “nadie puede servir a dos señores, porque odiará uno y amará al otro, o se afeccionará a uno y despreciará al otro”.
Dirigiéndose así a los gendarmes les interrogó ¿Cuál es vuestra tarea? “Se trata de evitar que se realicen cosas malas como las del explotador y la del estafador, y de defender y promover la honestidad”.
“Y tantas veces mal pagados” les dijo el Papa, y por ello “les agradezco por vuestra vocación, agradezco por el trabajo que hacen. Sé que tantas veces tienen que luchar contra las tentaciones de quienes les quieren comprar. Me siento orgulloso de saber que vuestro estilo es decir No, esto no se puede”.
“Les agradezco por este servicio de dos siglos y deseo para todos ustedes que la sociedad, el Estado y la Ciudad del Vaticano, desde el último hasta el máximo reconozcan vuestro servicio”, que incluso dijo, les lleva a “arriesgar la propia vida”. Y concluyó: “Que el Señor les sostenga en este servicio y Nuestra Señora, Virgen Fiel les acompañe”.


San Alonso de Orozco – 19 de septiembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 18 September, 2016



(ZENIT – Madrid).- Dejó una imborrable estela en el Madrid del siglo XVI como insigne predicador e incansable apóstol. Nació el 17 de octubre de 1500 en Oropesa, localidad toledana integrada en la diócesis de Ávila, España, y de cuyo castillo era gobernador su padre, Hernando de Orozco. Debía su nombre a una profunda convicción de su madre quien, hallándose encinta y pensando cómo habría de llamar al hijo que esperaba, sintió que la Virgen María le sugería el nombre de Alonso en honor de san Ildefonso, puesto que deseaba que el niño fuese su «capellán». Sus tres hermanos se abrazaron, como él, a la vida religiosa. Su infancia también se caracterizó por su amor a Dios y la clara voluntad de consagrarle su vida.
Cursó estudios elementales en Talavera de la Reina, donde fue monaguillo, y en Toledo, de cuya catedral fue «seise» (niño de coro). En esta época se originó su afición por la música y nunca perdió su dilección por ella. Los estudios universitarios los realizó en Salamanca. Su intención era cursar leyes como su hermano Francisco y secundándole ingresó en el convento de los ermitaños de San Agustín, un lugar que habían encumbrado con su virtud venerables e insignes figuras, entre otros: san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villanueva. Alonso tomó el hábito de manos de éste último en 1523.
Después de ser ordenado sacerdote, completó sus estudios en la universidad salmantina, pero su camino no discurriría por la vertiente académica, sino por la vía de la predicación que le encomendaron, prestigioso ministerio en la época. No se destinaba a cualquiera para esta misión ya que requería una sólida formación, además de unas cualidades para la oratoria que no están en manos de todos. Ahora bien, no era cuestión de talento o condiciones; era un asunto de virtud. Como Alonso la poseía, Dios le dio la gracia de llegar al corazón de las gentes de diversa procedencia, y obtener incontables conversiones a través de sus palabras y de acciones apostólicas que le hicieron muy popular. Lo mismo alternaba con la corte y nobleza, se codeaba con escritores ya inmortales como Quevedo y Lope de Vega, que se volcaba en el pueblo. Eran las gentes humildes y sencillas quienes se sentían identificadas por el testimonio de su vida austera y su ardiente caridad con los enfermos, los abandonados y los reclusos.
Doña Juana, hija de Carlos V, le admiraba profundamente por haberle escuchado predicar en Valladolid; le acogió como predicador real, misión ratificada por su padre en 1554 y por Felipe II. Pero antes de recalar en Madrid, Alonso ya había desempeñado el oficio de prior de los conventos de Medina, Soria, Sevilla, Granada y Valladolid. Además, fue visitador de Andalucía y definidor provincial. Una artritis gotosa frustró su anhelo de evangelizar y obtener la palma del martirio en Méjico; ya había emprendido el camino, y estando en Canarias se vio obligado a regresar al convento.
En 1561, cuando Felipe II le llamó a Madrid, le avalaba una larga trayectoria como religioso y como escritor, porque hallándose en Sevilla en 1542 había sentido que la Virgen le instaba a hacerlo: «¡escribe!», le dijo. Y de su pluma surgieron numerosos tratados de espiritualidad, libros, sermones, obras poéticas y una notable correspondencia. De modo que, entre su capacidad como predicador para elevar el corazón de las gentes a Dios, sus dotes musicales (tañía el clavicordio), que eran aclamadas por espíritus selectos, y su ingente producción literaria, coronadas por su virtud, amor a la oración y devoción por la Eucaristía y por María, que eran el centro de su vida, se comprende la expectación con la que se acogía su palabra y el cariño del pueblo llano que lo denominaba «el santo de San Felipe», aludiendo al nombre del convento madrileño en el que vivía.
Los que recurrían a él ignoraban la batalla interior que libraba. Durante treinta años padeció unos escrúpulos tales que solo cesaban durante la confesión y la celebración de la Santa Misa. En una etapa de su vida tuvo que luchar para defender su vocación al sentirse atraído por el mundo, escuchar la llamada del amor humano y tener que aceptar las dificultades del día a día dentro de la vida religiosa. «¡Oh cuántas veces estuve determinado de dejar la vida santa que había comenzado!», confesó después. En particular, siempre le costó tener que acoger obedientemente las misiones de gobierno que le confiaron: «Si algunas veces, ordenándolo vuestros ministros, sentí pesadumbre en aceptar […], al fin, peleando con mi voluntad, me sujetaba al yugo de la obediencia, en la cual Vos, bondad infinita, siempre me fuisteis favorable, de suerte que hallaba nuevas fuerzas adonde yo no pensaba». Todo lo superó con insistente oración, mortificación y vivencia de la radicalidad evangélica. De su intensa oración extrajo la sabiduría que vertía en sus numerosos textos.
En 1570 fundó el convento de las agustinas de la Magdalena de Madrid, en 1576 el de las agustinas y los agustinos de Talavera, y en 1588 el de agustinas de la Visitación, también en Madrid. Siempre preocupado por la santidad de todos, y sabiendo el alcance que tiene la misión sacerdotal, decía a los presbíteros: «no os engañéis diciendo no me siento devoto para celebrar, porque eso es decir que arda la lámpara sin echarle aceite o el fuego sin leña. El santo David dice que los carbones fríos son encendidos en la presencia de este santísimo fuego. Lleguémonos luego a él; que si flacos somos, él es nuestra fortaleza; y si pecadores, él es nuestra salud y remedio; y si tibios, él mismo se llamó fuego abrasador por su inmensa caridad y amor». A los 90 años, residiendo junto a un grupo de agustinos en la casa de doña María de Aragón, enfermó gravemente. Allí le visitaron Felipe II, Isabel Clara Eugenia y el cardenal Quiroga, entre otros. Murió el 19 de septiembre de 1591. León XIII lo beatificó el 15 de enero de 1882. Juan Pablo II lo canonizó el 19 de mayo de 2002.