Servicio diario - 15 de octubre de 2016


 

Francisco pide a los abuelos: ‘Testimonien los valores ante el mito de la apariencia’
Posted by Redaccion on 15 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este sábado en el Vaticano en el marco de la Fiesta de los Abuelos, a más de siete mil representantes de la tercera edad, a los miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores Ancianos y a la Federación Senior Italia Feder Anziani.
Una jornada de oración y reflexión para las personas mayores de edad que tuvo su punto culminante en la audiencia en la Sala Nervi.
“La Iglesia mira a las personas mayores con afecto, gratitud y gran estima”, les dijo, porque “son parte esencial de la comunidad cristiana y de la sociedad y, en particular, representan las raíces y la memoria de un pueblo”.
“En un mundo como éste, donde a menudo –indicó el Santo Padre– se hace un mito de la fuerza y la apariencia les corresponde la misión de dar testimonio de los valores que realmente importan, y que permanecen para siempre, ya que están grabados en el corazón de cada ser humano y garantizados por la Palabra de Dios”.
“Precisamente como personas de la llamada tercera edad, ustedes o mejor dicho nosotros, porque yo también formo parte, estamos llamados a trabajar por el desarrollo de la cultura de la vida, dando testimonio de que cada etapa de la vida es un regalo de Dios y tiene su propia belleza y su importancia, aunque esté marcada por la fragilidad” añadió Francisco.
Les dijo que ellos son “una presencia importante, un tesoro precioso, indispensable para mirar hacia el futuro con esperanza y responsabilidad”. Además la “madurez y sabiduría acumuladas a lo largo de los años pueden ayudar a los más jóvenes sosteniéndoles en el camino del crecimiento y de la apertura al porvenir en busca de su camino”. Esto porque “efectivamente los ancianos demuestran que, incluso en las pruebas más difíciles, nunca hay que perder la confianza en Dios y en un futuro mejor: son como los árboles que siguen dando frutos incluso bajo el peso de los años”.
Los abuelos disponen también de “su tiempo y talentos al servicio de los demás. Por ejemplo en las parroquias, dedicándose al arreglo de las iglesias, a la catequesis y a la animación de la liturgia”.
Pero no solo en nuestras naciones, dijo el Santo Padre, ya que “en los países sometidos a persecuciones religiosas fueron los abuelos quienes transmitieron la fe a las nuevas generaciones, llevando incluso a los niños a recibir el bautismo en clandestinidad”.
Francisco no olvidó a las personas mayores que siguen ayudando a los demás, a los enfermos que necesitan asistencia y dio gracias a Dios por esas personas y estructuras que se dedican a un servicio diario a las personas mayores, “para promover contextos humanos adecuados, en el que todos puedan vivir con dignidad esta importante etapa de sus vidas”.
Señaló así que las instituciones que albergan a los ancianos están llamadas a ser lugares de humanidad y atención amorosa donde los más débiles no son ni olvidados ni descuidados, sino visitados, recordados y defendidos como hermanos y hermanas.
También subrayó que tanto las instituciones como otro tipo de realidades sociales pueden hacer mucho para contribuir a que las personas mayores expresen sus capacidades al máximo, participen activamente en la sociedad y para que su dignidad sea siempre respetada. Pero para ello es necesario “contrarrestar la cultura nociva del descarte que margina a los ancianos considerándolos improductivos. Los responsables públicos, las realidades culturales, educativas y religiosas, así como todas las personas de buena voluntad, están llamados a comprometerse en la construcción de una sociedad cada vez más acogedora e inclusiva”.
El Papa insistió en la oposición a la cultura del descarte: ¡Esto del descarte es muy feo!”, dijo. Y narró a los presentes un episodio que le contaba su abuela sobre una familia en la que el abuelo empezó a tener problemas para comer y se le caían los alimentos, y el padre le hizo una mesa para que comiera solo en la cocina. Pocos días después al volver a casa encontró a uno de sus hijos jugando con trozos de madera. Cuando le preguntó que hacía, el niño le contestó que era una mesita para que cuando él (su padre) fuera también viejo pudiera comer solo en la cocina”.
“¡No hay que dejar que esta cultura del descarte se imponga! Porque es necesaria una cultura siempre inclusiva” dijo.
El Santo Padre abordó también el tema de la unión entre generaciones porque, el futuro de un pueblo requiere el encuentro entre jóvenes y mayores. Y mientras los jóvenes son la vitalidad de un pueblo en camino, los ancianos refuerzan esta vitalidad con la memoria y la sabiduría.
El Pontífice además le hizo una invitación a los presentes: “Hablen con los nietos, dejen que les hagan preguntas…” también “para trasmitirles vuestra sabiduría”.
Francisco les confió a los presentes que le hace bien leer cuando María y José llevaron al Niño Jesús que tenía 40 días, al Templo y allí encontraron a los abuelos Simeón y Ana.
“Queridos abuelos y queridas abuelas –concluyó el Santo Padre– gracias por vuestro ejemplo de amor, de entrega y de sabiduría”. Y les invitó a seguir “dando testimonio de estos valores con valentía. Que no falten en la sociedad ni vuestra sonrisa ni la hermosa luminosidad de vuestros ojos. ¡Que la sociedad los vea! Yo les acompaño con mi oración y ustedes no se olviden de rezar por mí”.
Antes de bendecirles les pidió que recen con él a Santa Ana, la abuela de Jesús, en silencio, “para que nos enseñe a ser abuelos buenos y sabios”.


El Papa conversa con el presidente Macri sobre lucha a la pobreza y cultura del encuentro
Posted by Sergio Mora on 15 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco recibió este sábado en el Vaticano al presidente argentino Mauricio Macri, en una adiencia privada de aproximadamente una hora.
El mandatario estaba acompañado por su consorte Juliana Awada, y la hija de ambos Antonia; estaba también la hija mayor del mandatario, Agustina; y Valentina, la hija de Awada con su pareja anterior. En la comitiva se encontraba también el embajador argentino ante el Vaticano, Rogelio Pfirter.
El actual encuentro, el cuarto entre ambos desde que Francisco es Papa, y el segundo de este año. Explicó que esta vez fue más larga que la anterior, la cual había durado 20 minutos, porque tenía más temas para profundizar, si bien ambos son sintéticos al hablar. Y que tuvieron una larga conversación sobre lo que pasa en la Argentina y en el mundo.
Fuera del encuentro privado se registraron momentos muy particulares como cuando la pequeña Antonia le preguntó al Papa si dormía con la misma ropa, a lo que el Papa le dijo que no, que usaba pijama, y sobre la comida Francisco respondió que era como la que comía ella.
“Compartimos preocupaciones –explicó después Macri en Rueda de prensa– entre dos personas que se conocen hace mucho tiempo, cambian opiniones, se escuchan por teléfono, porque para mí ha sido siempre un líder moral”.
Interrogado sobre la canonización mañana domingo del Cura Brochero, el presidente señaló: “Ya conocía la obra del Cura Brochero, pero cuando fui a Suiza hace unos meses estuve leyendo todo lo que hizo, pensé que lindo sería tener a muchos como él en la Argentina de hoy, para reducir la pobreza y generar entusiasmo y optimismo por el futuro del país”.
Indicó que entre los temas que conversó con el Papa figuró “la necesidad de rescatar la cultura del trabajo” y de “crear empleo de calidad para que la gente pueda tener su futuro”.
El mandatario señaló que le indicó al Pontífice las obras de ingeniería que se están realizado en el país, y que el Papa a ver estos planes hablaba como un ingeniero sobre los diversos detalles.
Y de los indicadores de pobreza que ahora es posible conocerlos gracias a las estadísticas veraces del instituto INDEC, Macri señaló que “convocan a una tarea enorme en la que no tenemos que perder un segundo”.
También conversaron, señaló, “sobre el modelo que debemos tener en Argentina para salir adelante” y que hubo “preocupación compartida” sobre la pobreza, y la necesidad de “convocar a todos a la cultura del encuentro a través de la cultura del trabajo”.
Precisó que en su gobierno se registró un aumento del asistencialismo, pero que se trata de algo transitorio, que deberá ser reemplazado paulatinamente por trabajo y educación.
Sobre el querer ubicar al Santo Padre en el contexto argentino, el presidente señaló que “muchos dicen representar al Papa y no lo representan” y que hoy el Santo Padre “tiene una agenda diversa que la del cardenal Bergoglio”, pues “está empeñado en lograr la cultura del encuentro a nivel mundial. Y si bien reivindica ser argentino, hay que tomar las cosas como son”.
Hablaron también sobre el narcotráfico y del esfuerzo que se está haciendo “para combatir este delito tan tremendo”, una batalla “en la que no hay que ceder”.
Señaló que el actual diálogo en Argentina con la Confereración General de los Trabajadores, “es parte de la cultura del encuentro” y que “por suerte estamos logrando entendernos”, con coincidencias sobre mejoras laborales y salarios. “Aún lejos de donde tenemos que llegar”, reconoció Macri, porque “si uno de cada tres argentinos está en la pobreza tenemos muchos años por delante para integrar a todos”. Al despedirse, indicó Macri, el Papa le dijo: Fuerza y hacia adelante.


¿Qué es lo que no se sabe sobre el cura Brochero?
Posted by Sergio Mora on 15 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Este domingo 16 de octubre es la canonización del primer santo nacido en Argentina: José del Rosario Brochero ¿Qué es lo que no sabemos sobre el Cura Brochero? Este fue el tema de una entrevista que el postulador del Cura gaucho, el obispo de Cruz del Eje, Santiago Olivera, presidente de la comisión episcopal de comunicación social concedió a ZENIT, en la víspera de la ceremonia de canonización.
¿Qué es lo que no se sabe sobre el Cura Brochero?
— Mons. Olivera: Se sabe poco por ejemplo de que fundamentalmente el cura Brochero era un hombre de profunda vida de oración. Hemos tenido la gracia de saber hace muy poco, por el trabajo de unos antropólogos forenses que la Justicia de la ciudad de Córdoba nos cedió para saber sobre la conservación del cuerpo de este santo sacerdote, que las marcas de los huesos en la parte de las rodillas demuestran que ha sido un hombre que se arrodillaba mucho. Así hemos captado lo dice el Breviario común de pastores: ‘Es un pastor bueno el que ora por su pueblo’.
¿Al cura gaucho se le identifica mucho con su mula, verdad?
— Mons. Olivera: Cuando uno pregunta sobre Brochero, la gente dice: ‘andaba con su mula malacara, rancho por rancho’ y es verdad; pero además de eso hizo escuelas, puentes, caminos, casa de retiros, acueductos, etc. Son actividades sociales que vienen de su vida espiritual, la cual estaba fundamentada en la vida de oración.
Se habla sobre el lenguaje popular del Cura Gaucho ¿qué hay de cierto?
— Mons. Olivera: Aunque en estos últimos tiempos la figura de Brochero fue tomando su verdadera dimensión, había sobre Brochero mucha leyenda, mucha fábula, o comentarios porque tenía un lenguaje más popular. Entretanto nunca usó malas palabras aunque sí expresiones más campechanas, nunca un insulto ni dobles sentidos. O sea que el Cura gaucho fue identificado solamente como una persona sencilla de poco vuelo intelectual, olvidando que tuvo la inteligencia de adaptar su lenguaje y su mensaje al pueblo sencillo de donde fue enviado. Y muchas veces primó más la imagen de ese cura campechano, olvidando su vuelo e inteligencia.
O sea que la gente lo identifica como un sacerdote con poca cultura…
— Mons. Olivera: Además fue doctor y maestro de filosofía en la facultad de Córdoba, estudió con hombres ilustres, uno que fue gobernador de la ciudad de Córdoba, otro fue un presidente de Argentina, los cuales al ser sus amigos le ayudaron para encontrar los contactos que llevaron a querer la construcción, entre otras cosas, del ferrocarril. Incluso hay una ley que él consiguió para la construcción de un ferrocarril en nuestra tierra que esperamos ahora pueda concretizarse, que debía unir a pueblos importantes, desde villa de Soto, Cruz del Eje hasta villa Dolores. Eso para promover las economías regionales y la venta de productos y ayudar a salir de la pobreza al noroeste cordobés.
Él hubiera podido, con un título universitario, tener un cargo de más prestigio social ¿Verdad?-– Mons. Olivera: Seguramente, si no fuera que él estaba lejos de la idea de carrera, solo quería la santidad. Él fue canónigo en la Catedral y estuvo en el seminario, pero él deseaba estar con su pueblo y con su gente, y tuvo la inteligencia de adaptar el lenguaje y tener creatividad para lo pastoral. Por eso entendió que la mejoría de su curato la iba a lograr si los hombres y mujeres de su tiempo se encontraban con Jesús. Porque el encuentro con Cristo transforma y sana las realidades.
¿Por qué fue a predicar en esa zona aislada, él era de allí?
–– Mons. Olivera: No, él era de la llanura, de Santa Rosa de Río Primero. Su obispo después de tres años de tenerlo como sacerdote lo envió a ese curato que estaba detrás de la sierra, donde existía dificultad de comunicación con Córdoba y el resto del país. Cuando cruzó la sierra dijo: “Aquí está todo por hacer”. El aislamiento de la zona daba la posibilidad a que los maleantes o bandidos se escondieran allí y tuvieran vicios y mala vida. Pero Brochero dijo que quería cambiar esa zona a través de los ejercicios espirituales de San Ignacio para buscar, desear y seguir la voluntad de Dios.
El Papa hace poco les pidió a los argentinos ‘ponerse la patria al hombro’…
— Mons. Olivera: El cura Brochero ya se puso la patria al hombro en su momento. Y este santo nos invita a reforzar el pedido del Papa, y el cura Brochero nos dice con autoridad moral ‘yo me puse la patria al hombro póngasela ustedes’. Y él se la puso comprometiéndose por la mejoría social de su pueblo. Para que hayan caminos, escuelas, agua, igualdad de posibilidades y todos tengan una vida digna.


Los obispos de Colombia: ‘Tiempo de responsabilidad y esperanza’
Posted by Redaccion on 15 October, 2016



(ZENIT- Roma).- Los obispos de Colombia al cierre de su reunión extraordinaria que se realizó el pasado jueves 13 y viernes 14, invitaron a sus compatriotas a asumir la situación actual del país como un tiempo de responsabilidad y esperanza, que exige reafirmar el compromiso en el anuncio y trabajo por la paz de Colombia.
La Iglesia católica, al margen de cualquier vinculación partidista, sigue firme en su invitación a que todos trabajemos desinteresadamente por el bien común” indica el comunicado firmado por el presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Luis Augusto Castro Quiroga
“Interpretando el sentir del pueblo colombiano, pedimos al Gobierno y a las FARC-EP que se mantenga indefinidamente el cese de hostilidades” señalan. precisando que “Sentimos la urgencia de tener un proyecto nacional fruto de la participación de todos. Solicitamos al Presidente de la República y a las instituciones responsables del país que acojan los aportes que están surgiendo de diversos miembros de la sociedad, para configurar este proyecto, que dé unidad nacional y que dé respuesta a los múltiples problemas que tenemos”.
“Para tal fin es imprescindible –señalan los obispos en el comunicado– centrarse prioritariamente en estas situaciones que preocupan hondamente a la nación: la unidad de los colombianos, la defensa de la vida y de la familia, la educación, la participación política, la solidez de la democracia y de las instituciones, las víctimas de la violencia, el narcotráfico, la corrupción, la crisis de la salud, la crisis de la justicia, la inequidad social y la ideología de género.
Ver el comunicado completo


La pastoral hispana de Washington pide brindar lo mejor de sí a la Iglesia y al país
Posted by Enrique Soros on 15 October, 2016



(ZENIT – Washington).- “Acompañando la Familia, Construyendo la Iglesia Doméstica” fue el título de la Jornada anual de Ministerio Hispano que tuvo lugar el 12 de octubre pasado en el Monasterio Franciscano de Washington. La misma y fue coordinada por la oficina de Diversidad Cultural de la arquidiócesis de Washington y bajo la dirección ejecutiva de Javier Bustamante.
Esta Jornada Anual de Ministerio Hispano quiere contribuir a la toma de conciencia de líderes hispanos y anglos de la arquidiócesis de Washington, sobre la importancia de trabajar, abrazar y servir a los inmigrantes, y a la vez, abrirse a las contribuciones que los hispanos pueden brindar a la Iglesia en Estados Unidos y al país.
Presencia del obispo Mario Dorsonville
El obispo auxiliar de Washington, colombiano, Mario Dorsonville, expresó que el amor es el motor de toda experiencia pastoral y remarcó la importancia de la teología del encuentro, pilar de la pastoral del Papa Francisco, un encuentro con Jesús, en la oración y con los hermanos. Así, el desafío de la catequesis, afirmó, es no quedarse en lo teórico, sino el ayudar a que Cristo llegue a la vida concreta del catequizado, a su familia, a su realidad concreta.
El obispo Dorsonville fue vicepresidente de la Misión de Caridades Católicas de la arquidiócesis de Washington y director del Centro Católico Hispano, puestos desde los cuales sirvió a los más necesitados, especialmente miembros de la comunidad hispana, por muchos años.
l Luisana Bethencourt: Mi currículum es mi familia
La conferencia principal estuvo a cargo de Luisana Bethencourt, cofundadora del Instituto Panamericano de Estudios para la Familia, quien comenzó resumiendo su vida en una frase: “Mi currículum es mi familia”, la cual sin duda está bien fundamentada, ya que con su esposo Richard, cuenta con nueve hijos y cuatro nietos.
En su discurso, aclaró que si bien los hispanos tienen una cultura similar entre ellos, las características en cada país marcan diferencias notables, aunque lo principal, tenemos todos una patria en común: el cielo.
Bethencourt remarcó que los hispanos van creciendo con fuerza y se presentan importantes desafíos de todo tipo, incluyendo el pastoral. Y que ellos eran un 28 por ciento de los católicos en 2008, mientras que ahora configuran el 34 por ciento.
La oradora citó en su presentación power point a Juan Pablo II en su Mensaje del JPII para la Jornada Mundial de los Migrantes 20015: “Una simple juxtaposición de grupos de migrantes y locales tiende a motivar un cierre recíproco entre culturas, o el establecimiento entre ellos, de relaciones simplemente superficiales o de tolerancia. (…) Esto implica conocimiento recíproco y apertura entre culturas, en un contexto de comprensión y benevolencia mutua”.
Bethencourt acentuó la importancia de la vocación del laico de liderar, de ir a las periferias, indicando que su tarea no es simplemente cumplir con las tareas indicadas por el sacerdote, sino el sentirse responsable de la evangelización, cerrando su conferencia con la siguiente sugerencia: ‘Si ves a alguien diferente a ti, sonríe primero. Honra el acento. Asume que esa persona es buena’.
Talleres
Luisana Bethencourt ofreció además un taller sobre transmisión de la fe, marcando que nuestras parroquias tienen que asistir a los padres en esta responsabilidad y asegurar que los jóvenes aprendan y experimenten una fe en forma vital.
Por su lado, Marco Grimaldo, asociado por el Compromiso Latino de Pan para el Mundo, ofreció un taller sobre Servicio y Justicia, indicando que dado que el hambre, la pobreza, la inmigración y otros desafíos sociales afectan a la familia, y muchas veces hasta la separan, estos temas deben ser relevantes y de preocupación para la Iglesia.
María Hamm ex directora de la oficina de Vida Familiar Hispana en la Arquidiócesis de Washington y quien trabaja por 20 años sirviendo a la comunidad latina, presentó un taller sobre el cuidado pastoral de las familias, precisando que el Papa Francisco, en la exhortación apostólica Amoris Laetitia, nos habla de la importancia de acompañar a las familias, especialmente en sus momentos más difíciles.
La Arquidiócesis de Washington está además trabajando activamente en la organización local del Quinto Encuentro de Pastoral Hispana de Estados Unidos, que tendrá su cumbre entre el 20 y 23 de septiembre 2018 en Dallas, Texas. Una explicación resumida del mismo puede encontrarse en la web del Celam.


San Gerardo María Mayela – 16 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 15 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- «¡Oh Dios mío, si pudiera convertir a tantos pecadores cuantos son los granos de la arena del mar y de la tierra, las frondas de los árboles, las hojas de los campos, los átomos del aire, las estrellas del cielo, los rayos del sol y de la luna, todas las criaturas de la tierra!»… era la oración que inundaba el corazón de este insigne apóstol redentorista. Nació en Muro, Italia, el 6 de abril de 1726. Sus padres eran pobres. Fue siempre un modelo de virtud. Sus 29 años de vida están plagados de hechos extraordinarios y sobrenaturales que se hicieron manifiestos como algo natural antes de tener uso de razón. A los 8 años cumplió su deseo de recibir la primera comunión mediante un favor singular. Su llanto al serle negado el Pan divino por razones de edad, fue recompensado con la presencia del arcángel san Miguel que le concedió esa gracia.
Perdió a su padre con 12 años y comenzó a formarse como aprendiz junto a un sastre bueno, pero uno de los empleados le infligió pésimos tratos. Tres años más tarde, esta misma o mayor rudeza la halló junto al prelado de Lacedogna, de difícil carácter, a quien sirvió hasta su muerte en 1745. En este tiempo transcurrido con uno y otro nunca se quejó; creyó estar cumpliendo la voluntad de Dios. Volvió a Muro y se estableció como sastre viviendo con su madre y hermanas. Pero no le compensó económicamente porque su generosidad no tenía fondo, y además de repartir lo que ganaba entre su madre y los pobres, destinaba el resto a misas para rescate de las almas del purgatorio. Sus jornadas estaban presididas por la oración y severas disciplinas.
En 1749 la Misión Popular de los redentoristas llegó a la localidad y pidió ser admitido en la Orden. Era de complexión débil y parecía que no fuera a soportar el rigor de la regla; por eso, el padre Cáfaro no lo acogió, para gozo de su madre que no quería verlo partir. El religioso, al ver la insistencia del joven, aconsejó a la madre que lo encerrara. Pero Gerardo se descolgó con una sábana por la ventana dejando este mensaje en su habitación: «Voy a hacerme santo».
Cuando dio con los misioneros, pidió una oportunidad. Si no valía, dijo, que lo echaran a la calle. Antes de enviarlo al convento de Deliceto, el padre Cáfaro observó signos edificantes en él; lo vio perfectamente adaptado a la vida de un peregrino, durmiendo en el suelo, solícito en realizar lo que se le pedía. Así que viendo que quizá podría soportar el rigor conventual, le abrió la puerta de la comunidad. Eso sí, advirtiendo en una nota que le entregó para que la mostrase al llegar: «Te envío a un hombre inútil». Un craso error, como él mismo constataría al llegar a Deliceto para asumir la rectoría ese mismo año de 1749.
Gerardo era un trabajador nato, admirable por su caridad y generosidad. Sus gestos de desprendimiento, la disponibilidad para ayudar a todos, su celo apostólico y tantas virtudes que se apreciaban en él ponían de manifiesto que era un alma santa, llena de inocencia. Era un gran asceta perseguido por el diablo y mimado por Dios, con quien desde niño se había acostumbrado a mantener un diálogo familiar tal que muchos de sus prodigios se producían en el contexto de situaciones propiciadas por él como si fueran lo lógico. Con esa confianza rogó ayuda a una imagen del Niño Jesús para recuperar las llaves de la casa del prelado para el que trabajaba que se le cayeron al pozo. Y el Niño Dios las extrajo del mismo. Y es solo un ejemplo.
Profesó en 1752. Fue siempre ejemplar modelo de obediencia, caridad y humildad. Desarrolló con toda puntualidad labores de jardinería, cocina, enfermería, carpintería, albañilería, sastrería y también fue limosnero, aunque lo que le llenó de gozo fue actuar como sacristán. Se quedaba extasiado ante el Santísimo Sacramento y meditaba en la Pasión. Ésta le conmovía y quiso emularla antes de su ingreso en el convento, para lo cual pidió a un amigo que lo azotara. Él mismo se infligió penitencias en las que no faltaron los cilicios. Una vez, orando ante el Sagrario, prisionero del amor divino, le oyeron decir cándidamente: «Señor, déjame que me vaya, te ruego, pues tengo mucho que hacer».
Una joven lo acusó ignominiosamente de haber faltado contra la castidad con una virtuosa mujer. Y Gerardo, viviendo la regla al pie de la letra, no se defendió. Con toda humildad aceptó las disposiciones de san Alfonso María de Ligorio que incluyeron para él una de las peores penitencias: quedar privado de la comunión. Dos meses más tarde la acusadora confesó su culpa, y su fundador quedó más conmovido aún por la virtud de Gerardo. Éste recibió numerosos dones sobrenaturales: discernimiento de conciencias, profecía, ciencia infusa, bilocación, dominio de los animales… Con firmeza, instando a muchos al arrepentimiento y sincera conversión de sus pecados, que él conocía por la gracia que se le dio de penetración de espíritus, logró numerosas conversiones. Cuando le atribuían milagros que ciertamente había obrado, recordaba: «Es fruto de la obediencia».
Añoró morir de una enfermedad contagiosa que lo mantuviese desamparado de todos. En agosto de 1755, enfermo del pulmón, sufrió una hemorragia y colocó este cartel sobre el dintel de su celda: «Aquí se hace la voluntad de Dios, como Dios quiere y hasta cuando Él quiera». Se le reveló la fecha de su muerte: el 8 de septiembre de ese año. Pero momentáneamente surtió efecto la carta de su director espiritual pidiéndole que sanase. Gerardo decía: «El día 8 había de morir, pero lo impidió el P. Fochi». Sus sufrimientos duraron hasta la madrugada del 16 de octubre. Antes vaticinó la hora exacta de su deceso, que se produjo en la casa de Materdómini (Avellino), hallándose solo, como deseaba, porque el hermano que le asistía había salido a tomar un vaso de agua. Por equivocación del responsable de tocar la campana del convento, que estaba imbuido por la emoción de la pérdida del santo, el tañido fue de gloria, no de difuntos. León XIII lo beatificó en 1893. Pío X lo canonizó el 11 de diciembre de 1904.