Servicio diario - 24 de octubre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: “La Ley no se ha hecho para hacernos esclavos”
Posted by Redaccion on 24 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, una doble vida, los rígidos no son libres, son esclavos de la Ley. Dios, sin embargo, dona la libertad, la mansedumbre, la bondad. Así lo ha indicado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en Santa Marta.
En el Evangelio del día, Jesús sana a una mujer en sábado provocando el enfado del jefe de la sinagoga porque “se ha violado la Ley del Señor”. Así, ha recordado que “no es fácil caminar en la Ley del Señor” es “una gracia que debemos pedir”. Por eso, Jesús lo acusa de ser hipócrita, una palabra que, recuerda Francisco, “repite muchas veces a los rígidos, a los que tienen una actitud de rigidez en el cumplir la Ley”, que no tienen la libertad de los hijos, “son esclavos de la Ley”. Sin embargo, “la Ley no se ha hecho para hacernos esclavos, sino para hacernos libres, para hacernos hijos”.
En esta línea, el Pontífice ha reconocido que “detrás de la rigidez hay algo escondido en la vida de una persona”. La rigidez no es un don de Dios. La mansedumbre, la bondad, la benevolencia, el perdón, sí. “Detrás de la rigidez hay siempre algo escondido, en muchos casos una doble vida; pero hay también algo de enfermedad”. Asimismo, ha precisado que los rígidos sufren cuando son sinceros y se dan cuenta de esto. “Porque no consiguen tener la libertad de los hijos de Dios, no saben cómo se camina en la Ley del Señor y no son bienaventurados”, ha reconocido. De este modo, ha añadido que “parecen buenos porque siguen la Ley, pero detrás hay algo que no les hace buenos: o son malos, hipócritas o están enfermos”.
El papa Francisco ha recordado la parábola del hijo pródigo, en la que el hijo mayor se indigna con el padre por acoger de nuevo al hijo menor.
Esta actitud –ha explicado el Pontífice– muestra qué hay detrás de una cierta bondad: “la soberbia de creerse justo”. Al respecto, el Santo Padre ha dicho que detrás de este hacer bien hay soberbia. El hermano mayor “era un rígido, caminaba en la Ley con rigidez”. Aún así, ha reconocido que “no es fácil caminar en la Ley del Señor sin caer en la rigidez”.
Por eso, para finalizar, el papa Francisco ha invitado a “rezar al Señor” por “nuestros hermanos y hermanas que creen que caminar en la Ley del Señor es convertirse en rígidos”. Que el Señor –ha pedido– les haga sentir que Él es Padre y que a Él le gusta la misericordia , la ternura, la bondad, la mansedumbre, la humildad. Y “nos enseñe a todos a caminar en la Ley de Señor con estas actitudes”.



Francisco explica que “el jesuita es un servidor de la alegría del Evangelio”
Posted by Rocío Lancho García on 24 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha visitado esta mañana la Curia General de la Compañía de Jesús, a poca distancia del Vaticano, donde ha participado de la reunión de la 36º Congregación General y en la oración con todos los participantes. Después de un breve saludo del nuevo superior general, el padre Arturo Sosa Abascal, el Santo Padre ha pronunciado un amplio discurso.
De este modo, ha explicado que al rezar pensando qué les diría, se acordó con “particular emoción” las palabras finales que les dijo el beato Pablo VI al finalizar la Congregación General XXXII: «Así, así, hermanos e hijos. Adelante, in Nomine Domini. Caminamos juntos, libres, obedientes, unidos en el amor de Cristo, para mayor gloria de Dios».
La Fórmula del Instituto, ha explicado Francisco, es lo “necesario y substancial” que hay que tener todos los días ante los ojos, después de mirar a Dios. Así, tanto la pobreza como la obediencia o el hecho de no estar obligados a cosas como rezar en coro, “no son ni exigencias ni privilegios”, sino “ayudas que hacen a la movilidad de la Compañía, al estar disponibles para correr por la vía de Cristo Nuestro Señor teniendo, gracias al voto de obediencia al Papa, una más cierta dirección del Espíritu Santo”.
Por otro lado, recuerda que el caminar, para Ignacio, “no es un mero ir y andar” sino que se traduce en algo cualitativo. Es “aprovechamiento y progreso”, “ir adelante”, “hacer algo en favor de los otros”.
Al respecto, ha expliado que el aprovechamiento no es individualista, es común. El fin de esta Compañía es “no solamente atender a la salvación y perfección de las ánimas propias con la gracia divina, mas con la misma intensamente procurar de ayudar a la salvación y perfección de las de los prójimos”. Y si para algún lado se inclinaba la balanza en el corazón de Ignacio “era hacia la ayuda de los prójimos”. Asimismo ha recordado que el aprovechamiento “no es elitista”. Y señala que las obras de misericordia “eran el medio vital en el que Ignacio y los primeros compañeros se movían y existían”.
El aprovechamiento, por fin, es “lo que más aprovecha”. Se trata del “magis”, de ese plus, que lleva a Ignacio a iniciar procesos, a acompañarlos y a evaluar su real incidencia en la vida de las personas, ya sea en cuestiones de fe, de justicia o de misericordia y caridad.
Para reavivar el fervor en la misión de aprovechar a las personas en su vida y doctrina, el Pontífice ha presentado estas reflexiones en tres puntos.
En primer lugar ha indicado que se debe “pedir insistentemente la consolación”. De este modo, Francisco ha precisado que “es oficio propio de la Compañía consolar al pueblo fiel” y “ayudar con el discernimiento a que el enemigo de natura humana no nos robe la alegría”. Que no nos la robe “ni por desesperanza ante la magnitud de los males del mundo y los malentendidos entre los que quieren hacer el bien”, “ni nos la reemplace con las alegrías fatuas que están siempre al alcance de la mano en cualquier comercio”.
En esta misma línea, ha explicado que “practicar y enseñar esta oración de pedir y suplicar la consolación”, es el principal servicio a la alegría. Y si alguno no se cree digno –ha advertido– al menos insista en pedir esta consolación por amor al mensaje, ya que la alegría es constitutiva del mensaje evangélico, y pídala también por amor a los demás, a su familia y al mundo. También ha subrayado que esta “alegría del anuncio explícito del Evangelio -mediante la predicación de la fe y la práctica de la justicia y la misericordia- es lo que lleva a la Compañía a salir a todas las periferias”. El jesuita –ha insistido– es un servidor de la alegría del Evangelio. En segundo lugar, el Papa ha invitado a “dejarnos conmover por el Señor puesto en Cruz”.
Al respecto, ha observado que “el Jubileo de la Misericordia es un tiempo oportuno para reflexionar sobre los servicios de la misericordia”. Lo digo en plural –ha especificado– porque la misericordia no es una palabra abstracta sino un estilo de vida, que antepone a la palabra los gestos concretos que tocan la carne del prójimo y se institucionalizan en obras de misericordia. De este modo, ha querido recordar que el modo como Ignacio vive y formula su experiencia de la misericordia “es de mucho provecho personal y apostólico y requiere una aguda y sostenida experiencia de discernimiento”.
Igualmente ha explicado que el Señor, “que nos mira con misericordia y nos elige”, “nos envía a hacer llegar con toda su eficacia esa misma misericordia a los más pobres, a los pecadores, a los sobrantes y crucificados del mundo actual que sufren la injusticia y la violencia”.
En tercer lugar, el Santo Padre ha propuesto “hacer el bien de buen espíritu, sintiendo con la Iglesia”. Es también propio de la Compañía –ha reconocido– el servicio del discernimiento del modo como hacemos las cosas. Además, ha explicado que esta gracia de discernir, que no basta con pensar, hacer u organizar el bien sino que “hay que hacerlo de buen espíritu”, es lo que “nos enraíza en la Iglesia, en la que el Espíritu actúa y reparte su diversidad de carismas para el bien común”.
Finalmente, ha subrayado que es propio de la Compañía “hacer las cosas sintiendo con la Iglesia”. En este punto ha recordado que “hacer esto sin perder la paz y con alegría, dados los pecados que vemos tanto en nosotros como personas como en las estructuras que hemos creado”, implica cargar la Cruz, experimentar la pobreza y las humillaciones, ámbito en el que Ignacio “nos anima a elegir entre soportarlas pacientemente o desearlas”.



Vaticano: Restauración del gran Crucifijo de madera del siglo XIV
Posted by Redaccion on 24 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El gran Crucifijo de madera de la Basílica de San Pedro, del siglo XIV, ha sido restaurado tras más de un año de trabajo. El resultado de este largo proceso, realizado gracias al apoyo de la Orden de los Caballeros de Colón, con ocasión del Jubileo Extraordinario de la Misericordia, será presentado a la prensa este viernes.
Se trata –explica la nota de la oficina de prensa de la Santa Sede– de una obra muy valiosa para la fe y el arte, esculpida y pintada en torno a la mitad del siglo XIV, por un hábil y conocido maestro donato de una no común pericia técnica y de un altísimo talento artístico. La tradición lo atribuye a Pedro Cavallini.
El Crucifijo, que mide 2’10 metros de alto, venerado desde hace más de siete siglos en la Basílica de San Pedro, ha sufrido a lo largo del tiempo nueve cambios de ubicación. Del 1632 al 1749, estuvo expuesto sobre el altar donde hoy se encuentra la Piedad de Miguel Ángel. La restauración ha sido realizada por profesionales muy especializados y ha requerido el duro trabajo de más de un año y la ayuda de las tecnologías más modernas. Es indudable el valor simbólico y devocional de este Crucificado que permanecerá expuesto en la Basílica en recuerdo del Jubileo.



“Benedicto y Francisco”, el nuevo libro del cardenal Müller
Posted by Redaccion on 24 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Se llama “Benedicto & Francisco. Sucesores de Pedro al servicio de la Iglesia”, el nuevo libro del cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El volumen parte de una disertación del purpurado — ya supervisor de la obra omnia de Joseph Ratzinger – pronunciada el 17 de abril de 2015, con ocasión del 10º aniversario de la elección al trono de Pedro del Papa alemán, sobre el tema “el primado de Pedro en el pontificado de Benedicto XVI”.
A partir de esta contribución, en el libro se recogen otras intervenciones entre las más significativas en las que Müller presenta con franqueza, análisis y reflexiones, sobre los desafíos que las sociedades y las culturas contemporáneas plantean a la Iglesia, relanzando el debate sobre distintas temáticas como el papel del papado hoy, el valor de la laicidad para el cristiano, la aparente dicotomía entre la unicidad de la Iglesia fundada por Jesús de Nazaret y el ecumenismo, la llamada universal al apostolado y a la santidad en la exigencia de una nueva evangelización.
Cuestiones a las que los Papas –también Benedicto y Francisco– responden cada uno con el carisma que le es propio y que el cardenal en estas páginas pretende subrayar. Escribe el cardenal: “En la ‘dictadura del relativismo’ y en la ‘globalización de la indiferencia’ –por retomar las expresiones de Benedicto XVI y de Francisco– los confines entre verdad y mentira, entre bien y mal se confunde. El desafío para la jerarquía y para todos los miembros de la Iglesia consiste en el resistere a estas infecciones mundanas y en el cuidado de las enfermedades espirituales de nuestro tiempo”.
Como revela el autor, por grave que sea la crisis del hombre de nuestro tiempo y por mucho que el mundo parezca cada día en el punto de romperse entre narcisismos personales y conflictos cada vez más globales, se encuentra en el Evangelio, encarnado a través de los siglos en la Tradición de la Iglesia que constantemente desarrolla su misión sacramental en torno al romano Pontífice, el único faro que puede ayudar al hombre, cada hombre, esa huella divina que lo distrae del horizonte terreno y lo hace, desde ahora, ciudadano de la Jerusalén celeste.
El prólogo lo ha realizado Cesare Cavalleri, periodista y crítico literario, que escribe: “¿Qué rasgo común caracteriza el pontificado de Benedicto XVI y el de Francisco? La raíz teológica, y por tanto también pastoral, de ambos es, y no podía no ser, cristológica. Pero los dos Sumos Pontífices la especifican con originalidad personal, como se ve en sus ensayos reunidos en este volumen del cardenal prefecto de la Congregación por la Doctrina de la Fe”.



Concluye la peregrinación a Roma en el año del 1050° aniversario del Bautismo de la Polonia
Posted by Redaccion on 24 October, 2016



(ZENIT – Roma).- “¡No tengáis miedo (…) Abrid las puertas a Cristo!” El Papa Francisco recordó estas palabras de san Juan Pablo II al saludar a los polacos en Roma con motivo de la Peregrinación Nacional, celebrada del 20 al 23 de octubre.
La última Peregrinación Nacional, en 2003, tenía como intención dar gracias por los 25 años del pontificado de San Juan Pablo II. La peregrinación de este año fue para dar gracias a Dios por los acontecimientos más importantes del año 2016: el 1050° aniversario del Bautismo de la Polonia y la Jornada Mundial de la Juventud, con la visita del Papa Francisco a nuestro país en el contexto del Año de la Misericordia. Cerca de 50 obispos de Polonia y del Vaticano, más de 250 sacerdotes y varios miles de polacos participaron en esta peregrinación.
Siguiendo la tradición peregrina, “los que vinieron a Roma oraron en las cuatro basílicas patriarcales, entrando por la Puerta de la Misericordia”, explica el comunicado de la conferencia episcopal polaca. El punto culminante de la peregrinación fue “el encuentro con el Papa Francisco en la audiencia, del sábado 22 de octubre, día de la fiesta litúrgica de san Juan Pablo II”. El Santo Padre, dándoles las gracias por su acogida en Polonia, dijo: “Deseo expresar una vez más mi gratitud a todos ustedes – fieles, sacerdotes, obispos y autoridades civiles – por la cálida acogida en su país, la estupenda preparación artística y espiritual de los eventos y de las celebraciones que hemos vivido con el entusiasmo de la fe”.
Por otra parte, el Papa Francisco también expresó su deseo: de que “el Señor les dé la gracia de perseverar en la fe, la esperanza y la caridad que han recibido de sus antepasados y de cultivarlas con todo cuidado”. Que la llamada de su gran compatriota a reavivar la imaginación de la misericordia –indicó– siga resonando en Sus espíritus y corazones, de modo que ustedes puedan manifestar el amor de Dios a todos aquellos que lo necesitan. Después de la audiencia, los obispos y representantes de la Administración del Estado polaco se reunieron con el Santo Padre y expresaron personalmente su agradecimiento por la visita a Polonia y por la recepción cordial en el Vaticano.



Obispo de Estocolmo: “La comunidad católica en Suecia crece cada año más”
Posted by Federico Cenci on 24 October, 2016



(ZENIT – Roma).- En Suecia, donde el papa Francisco irá el 31 de octubre con ocasión de la conmemoración por el 500 aniversario de la reforma luterana, la minoría católica ha sufrido una dura represión hasta hace pocos decenios. La fractura protestante separó el país escandinavo de Roma y el soberano Gustav Vasa puso en marcha drásticas medidas contra los católicos. Profesar el catolicismo costaba la pérdida de los derechos civiles. En los últimos años, todavía, delante de una secularización progresiva de la sociedad sueca y junto a la obtención de plena ciudadanía para todas las confesiones, los fieles de la Santa Romana Iglesia están aumentando exponencialmente. Lo confirma monseñor Anders Arborelius, obispo católico de Estocolmo, primer prelado de etnia sueca desde el inicio de la reforma luterana. También él es uno de los muchos convertidos en Suecia. En la entrevista que publicamos a continuación habla de la visita del Papa y de la situación de la comunidad católica en su país, que crece a pesar de que permanecen los prejuicios.
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¿Hay grandes expectativas en Suecia por la visita del papa Francisco?
— Mons. Arborelius: Muchas personas en Suecia, católicas y no, están emocionadas por esta visita. Cierto, se trata de un evento muy significativo sobre todo para los católicos que viven aquí, muchos de los cuales proceden de distintas partes del mundo. El Papa es el símbolo de nuestra unidad en la fe, esperanza y caridad. Pero también muchos no católicos admiran la autoridad moral y espiritual del Papa, y el hecho de que él se compromete con la paz y la solidaridad a nivel mundial.
En el pasado, los católicos en Suecia han sufrido discriminación. ¿Esta hostilidad ha terminado por completo?
— Mons. Arborelius: Han sido siglos de persecución, durante los cuales la situación para los católicos era muy difícil. A día de hoy tenemos los mismos derechos. El clima de hostilidad es mucho menor, pero es necesario notar que existen todavía algunos prejuicios anti-católicos por parte de ciertas personas.
¿Cuál es la situación de la Iglesia católica sueca hoy? ¿Está creciendo?
— Mons. Arborelius: Sobre todo por la inmigración, la Iglesia católica crece en algunos miles de personas cada año. Suecia ha recibido muchos refugiados, y muchos de ellos procedentes de Eritrea y Siria son católicos. Permanece también una inmigración constante de países europeos como Polonia. Hay que decir que hay muchos católicos que no están registrados como tales, por lo que es imposible conocer el número exacto de fieles. Unos 115 mil son los registrados en nuestras parroquias.
En vuestra comunidad hay también muchos convertidos. En su opinión, ¿qué razones empujan a los suecos a convertirse al catolicismo?
— Mons. Arborelius: Cada año se registran nuevas conversiones de la Iglesia de Suecia, y algunos de estos nuevos católicos son ex ministros del culto, hombres o mujeres. Pero, últimamente un buen número de convertidos proceden de las Iglesias libres. Son empujados por diferentes motivos. Algunos son atraídos por la espiritualidad católica, de la fidelidad a la tradición, de la doctrina social, del carácter universal de la Iglesia. Son un centenar, más o menos, las conversiones cada año.
¿La “kyrkoavgift” es un impuesto obligatorio para los católicos suecos?
— Mons. Arborelius: Hasta el 2000, los católicos han pagado la llamada “Dissenter Tax” para la Iglesia de Suecia, así como todos los ciudadanos, fueran o no miembros de la Iglesia de Suecia. En el 2000, el Estado ofreció igualdad de derechos y posibilidades a todas las instituciones religiosas del país. Este permitió que los católicos pagaran una tasa — la “kyrkoavgift” – a favor de la propia Iglesia: el 1% de su renta a través del sistema fiscal oficial. Los católicos puedan pedir la dispensa de esta tasa, simplemente escribiendo una carta al obispo sin tener que dar ninguna motivación. Es un impuesto pensado para quien está necesitado, pero debemos notar que a veces los ricos están más ansiosos por pedir la dispensa que quien es indigente.
En su documental “La teoría sueca del amor”, el director italo-sueco Erik Gandini describe una sociedad sueca muy individualista. ¿Conoce esta película? ¿También la secularización ha hecho así a Suecia?
— Mons. Arborelius: He leído que esta película despertó un debate en los medios de comunicación. Es verdad que el individualismo es muy evidente en Suecia. Al mismo tiempo, hay un profundo deseo de comunidad y de relaciones humanas más profundas. Lamentablemente, muchas personas no parecen tener la estabilidad psicológica para instaurar relaciones fieles y para toda la vida. Muchos matrimonios se rompen, muchas personas ancianas se sienten abandonadas y solas. Pero hay también un fuerte deseo de justicia y de solidaridad hacia quien está necesitado, en la patria y en el mundo.
Inicialmente no estaba prevista la celebración de una misa por parte del Papa durante la visita. ¿Hay mucha alegría por este evento litúrgico?
— Mons. Arborelius: La razón principal de la visita del Santo Padre era la participación en la conmemoración de la Reforma. Pero enseguida el Papa nos comunicó que quería celebrar la misa con los fieles. Este hecho, naturalmente, ha sido acogido con gratitud y alegría. Como una pequeña minoría en un país que definiría “post-protestante” y secularizado, nosotros católicos hemos interpretado esta misa del Papa como un signo profético y un símbolo de unidad de todos los fieles originarios de distintas partes del mundo.



El exdiputado Ángel Pintado, L’Oreal y Pocket Care, entre los premiados por la Revista Misión
Posted by Redaccion on 24 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El próximo martes 25 de octubre tendrá lugar la entrega de los VI Premios Revista Misión a la Familia 2016 en la Universidad Francisco de Vitoria, en Madrid. El objetivo de los Premios Misión es “reivindicar a la familia como motor de políticas empresariales, económicas, sociales y culturales”, y “reconocer el testimonio de tantas personas que con su vida muestran que la familia es un valor seguro que custodiar, promover y proteger”.
Misión es una revista familiar moderna que presenta temas de interés desde un prisma católico. Su frescura y criterio han logrado que la revista haya tenido un enorme éxito, hasta convertirse en la más leída por las familias católicas de España.
Los galardonados, nominados por los lectores en las diferentes categorías, son:
Premio Institución: Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis de Toledo, por ser una de las Delegaciones de Familia en España que se caracteriza por sus actividades innovadoras en el campo de la pastoral familiar. Ejemplo de ello son iniciativas como Family Rock, Family Chef, grupo Santa Teresa para personas separadas o Proyecto Mater para madres en dificultad. Una veintena de proyectos que pueden consultarse en www.delegaciondefamiliayvida.com y que son un ejemplo de lo que la Iglesia pide en el campo del acompañamiento familiar.
Premio Persona: Ángel Pintado Barbanoj, por su valentía y coherencia en la defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural, especialmente en el ámbito de la política. El premiado fue eliminado de las listas electorales del Partido Popular en las últimas elecciones, por su abierta discrepancia con la retirada por parte del Ejecutivo de la reforma de la ley del aborto. Ha sido también, entre otros compromisos por la familia, presidente de la Asociación Mundial de Parlamentarios por la Vida.
Premio Empresa: L’Oreal España, por sus políticas de conciliación laboral y familiar que fomentan la flexibilidad horaria y la posibilidad de trabajar desde casa, promoviendo horarios adaptados a la vida personal de sus empleados. La empresa cuenta con una serie de servicios en su sede que facilitan la vida familiar: cuidadores infantiles subvencionados, campamentos infantiles de verano y en festividades escolares, servicios de tintorería, modista, fisioterapeuta y médico… Además, L’Oreal España trabaja para que nadie renuncie a su carrera profesional por tener hijos.
Premio Comunicación: Pocket Care, por acercar a la palma de la mano las ayudas que ofrece la Iglesia para cuidar y fortalecer la familia. Pocket Care desarrolla aplicaciones móviles para ayudar a vivir en familia, aliviar el estrés emocional ante experiencias como las separaciones, y acompañar los primeros pasos del matrimonio. Para ello han creado las apps Separadas y Construye tu familia en las que brindan orientaciones psicológicas y espirituales para superar dificultades, resolución de dudas, testimonios…
Premio Familia: Familia González Lucas, por ser ejemplo de que la Gracia de Dios actúa incluso en las situaciones más difíciles, y de la eficacia que tiene el camino propuesto por el Papa Francisco en Amoris Laetitia. Eva Lucas y Pepe González son un matrimonio en el que ambos provienen de anteriores uniones. Tras sus respectivas separaciones, ambos tuvieron una experiencia de encuentro con Cristo que los llevó a un paulatino acercamiento a la Iglesia. Tras fiarse de Dios y decidir vivir su unión castamente, acompañados por la comunidad y siguiendo la propuesta de la Iglesia para el amor humano, obtuvieron la nulidad de sus enlaces anteriores y pudieron contraer válidamente el sacramento del matrimonio.
Premio Especial: Encuentro Matrimonial, por acompañar a matrimonios, sacerdotes y consagrados a vivir plenamente su vocación esponsal, cada uno en su estado. Este movimiento, fruto del Concilio Vaticano II, nació hace ahora 40 años con el objetivo de ayudar tanto a laicos como a consagrados a comunicarse y relacionarse mejor con su cónyuge o con las personas de su comunidad, para amar al estilo de Jesús.

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San Bernardo Calbó – 25 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 24 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- Era español, hijo de uno de los caballeros que rescató Tarragona de manos de los infieles, y se estableció en esa región en la época de la Reconquista; por tanto, Bernardo pertenecía a una familia de relevancia social. Nació en 1180 y fue el tercero de cinco hijos, tres hermanos y una hermana. Creció en la masía de Calbó, y cuando llegó la hora de orientar su futuro profesional se decantó por las leyes. Posiblemente estudió esta carrera en la universidad de Bolonia, como hizo san Raimundo de Peñafort, contemporáneo suyo, aunque los datos de esta etapa de su vida no han podido ser contrastados con rigor por parte de los hagiógrafos. En 1209 se le sitúa en Tarragona, asistiendo jurídica y administrativamente al arzobispado. Su quehacer en esa época pudo no estar guiado por el juicio de Dios y sí por el de esa clase de hombres que no tienen consideraciones a la hora de proceder. Hasta que una grave enfermedad le dio un toque de alerta definitivo alrededor de sus 30 años.
Vislumbrando la voluntad de Dios, y fallecido ya su padre, con la salud recobrada en 1215 se unió a la comunidad cisterciense de Santes Creus, Tarragona. Dio este paso en contra del parecer de los suyos, que es el signo compartido por quienes sintiéndose llamados por Dios se deciden a seguirle afrontando el veto que en sus propios hogares pueden querer imponerles. Ha sido frecuente en todas las épocas de la historia que los más cercanos se dispongan a dar su beneplácito a los hijos si la vía del matrimonio es la elegida, pero no han sido siempre tan benévolos cuando éstos piensan establecer su compromiso con Dios. Toda la apertura, la comprensión y aceptación –a veces de lo objetivamente dañino–, que tantos jóvenes reciben hoy día de sus progenitores, se torna en intransigencia en no pocas ocasiones cuando se trata de dar alas a la vocación religiosa.
En su propio tiempo, Bernando, haciendo caso omiso del juicio negativo que su decisión había suscitado en sus parientes, al integrarse en el monasterio generosamente legó sus pertenencias a su madre y al resto de su familia en un testamento redactado ese mismo año 1215 que revocaba otro anterior. Extrayendo el néctar de la regla cisterciense, fiel al evangelio, hizo de la caridad el hilo conductor de su entrega, única vía para alcanzar la unión con las Personas Divinas. Era bien conocido por los tarraconenses por tratarse de uno de los canónigos de la catedral, elegido también su vicario. Durante doce años de austeridad, oración y penitencia, aquilató su donación en el convento. Fueron sus edificantes virtudes las que se tuvieron en cuenta en el momento en que se planteó la sucesión del abad Ramón cuando éste falleció. Nadie dudó de que Bernardo sería el idóneo para proseguir manteniendo el espíritu observante del monasterio. Y en torno a 1225 asumió esta responsabilidad.
Su labor apostólica no se limitó a la formación de los monjes, sino que fue director espiritual de las religiosas cistercienses de Valldonzella. Esta comunidad se había establecido en Santa Creu d’Olorde en las cercanías de Vallvidrera y quedaron sujetas (fueron donadas) por iniciativa del obispo de Barcelona, Berenguer de Palou, quien las puso bajo la tutela de la Orden del Císter, dependiente del monasterio de Santes Creus. El abad Bernardo fue cofundador de esta comunidad que bajo su amparo vivió una época de gran florecimiento apostólico. También contribuyó a mantener vivo el espíritu reformador de la abadía cisterciense de Ager, Lérida.
En esta época de reconquista, dos figuras señeras de la historia mallorquina, Ramón y Guillermo de Montcada, muy estimados por el rey Jaime I el Conquistador, se disponían a partir a Mallorca para rescatarla. Antes se despidieron del abad Bernardo y se sintieron confortados con su consejo y aliento. Ambos murieron en la batalla de Porto Pi, y a Bernardo le tocó dar cristiana sepultura a sus restos en el monasterio de Santes Creus. En 1230 integró el grupo de electores, entre los que se hallaba san Raimundo de Peñafort, y unidos al arzobispo de Tarragona designaron al obispo de la reconquistada Mallorca. Entre tanto, los rasgos de su piedad y caridad se prodigaban dentro y fuera de la comunidad. Manifestaba una predilección por los enfermos.
Cuando el prelado Guillermo de Tavertet dejó vacante la sede de Vic, Bernardo fue elegido para sucederle dada su trayectoria espiritual y apostólica. A su esmerada formación teológica se unía la prudencia, discreción y exquisitez en el trato. Asumir este oficio supuso para él una contrariedad. Su vocación se hallaba en el silencio del claustro. Pero convencido de que el nombramiento obedecía a la voluntad divina, lo acogió e implantó el espíritu monástico en la sede episcopal. Convivió junto a una comunidad de cuatro monjes que le acompañaron hasta su muerte secundándole en todas las tareas de su ministerio que, naturalmente, tenían el signo de la auténtica consagración. Bernardo fue un insigne Pastor que veló por la liturgia y por la formación de los sacerdotes. Fue enérgico y exigente con su forma de vida. Se distinguió también por la modestia, la generosidad, la bondad, y la caridad. En el ejercicio de su misión llevó consigo la reconciliación y la paz.
El papa Gregorio IX, conocedor de sus virtudes y valía pastoral, pensó en él para luchar contra los valdenses designándole inquisidor en 1232. El santo monje luchó contra los albigenses, y se implicó en la guerra de Valencia firmando la capitulación en 1238. Por su valor fue recompensado por el rey Jaime I. En 1239 y en 1243 participó en sendos concilios provinciales. El 26 de octubre de este último año entregó su alma a Dios con fama de santidad. Antes de cumplirse seis meses de su muerte su vida comenzó a ser examinada por una comisión de canónigos. En 1338 se abrió el proceso de su canonización. Clemente XI en un breve apostólico fijó la fecha de su celebración dentro del císter el 26 de septiembre de 1710.