Servicio diario - 25 de octubre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: “La Ley no es para estudiarla sino para ‘caminarla'”
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la homilía de la misa celebrada este martes en Santa Marta, ha explicado que para que el Reino de Dios crezca, el Señor nos pide docilidad. Asimismo, el Santo Padre ha advertido sobre el concentrarse demasiado en las estructuras y los organigramas. “El Reino de Dios no está fijo sino en camino”, ha recordado.
El Pontífice ha iniciado su homilía indicando que la Ley no está solo para estudiarla, sino para “caminarla”. La Ley “ es para la vida, está para ayudar a hacer el Reino, a hacer la vida”. El Señor –ha asegurado el Papa– nos dice que también el Reino está en camino.
A este punto, ha precisado que el Reino de Dios no es una “estructura bien hecha, ordenada, organigramas bien hechos” y lo que “no entra ahí no es el Reino de Dios”. Por eso advierte que con el Reino de Dios sucede lo mismo que puede suceder con la Ley: el fijismo, la rigidez… La Ley está para caminarla, el Reino de Dios está en camino. No está detenido. Es más: el Reino de Dios ‘se hace’ todos los días.
Asimismo, el Santo Padre ha subrayado que Jesús habla en sus parábolas de “cosas de la vida cotidiana”: la levadura que “no permanece levadura” porque al final “se mezcla con la harina” y por tanto “en camino y hace el pan”. Y después la semilla que “no permanece semilla” porque “muere y da vida al árbol”.
De este modo ha precisado que levadura y semilla “están en camino para hacer algo” pero para hacer esto “mueren”. No es un problema de “pequeñez”. Es un problema de “camino, y en el camino sucede la transformación”.
Por eso, también ha señalado que uno que ve la Ley y no camina “tiene una actitud fija”, “una actitud de rigidez”.
En esta misma línea ha preguntado: ¿Cuál es la actitud que el Señor nos pide para que el Reino de Dios crezca y sea pan para todos y casa también para todos? Y ha respondido: “La docilidad”.
Así, el Pontífice ha aseverado que el Reino de Dios crece con la docilidad a la fuerza del Espíritu Santo. El hombre y la mujer dóciles al Espíritu Santo “crecen y son don para todos”, ha recordado el Papa. También la semilla es dócil para ser fecunda, y pierde su identidad de semilla y se convierte en otra cosa, mucho más grande: se transforma. Así –ha añadido– es el Reino de Dios: en camino, hacia la esperanza, hacia la plenitud.
Del mismo modo ha asegurado que el Reino de Dios, “se hace todos los días, con la docilidad al Espíritu Santo, quien une nuestra pequeña levadura o la pequeña semilla a la fuerza y le transforma para hacer crecer”. Y si no caminamos, nos hacemos rígidos “y la rigidez nos hace huérfanos, sin padre”.
Finalmente, el Pontífice ha precisado que el rígido solamente tiene padrones, no un padre. “El Reino de Dios es como una madre que crece y fecunda, se dona a sí misma para que los hijos tengan comida y casa, según el ejemplo del Señor. Hoy –ha observado– es un día para pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. “Será la docilidad al Espíritu Santo que nos hará crecer y transformar como la levadura y la semilla”, ha precisado el Papa. Por eso ha pedido que el Señor “nos dé a todos la gracia de esta docilidad”.


El Santo Padre celebrará en el cementerio de Prima Porta la misa de difuntos
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco celebrará el 2 de noviembre la misa de difuntos en el cementerio romano de Prima Porta. Lo indicó hoy martes el director de la Sala de Prensa del Vaticano, Greg Burke.
Y añadió que el 4 de noviembre el Santo Padre oficiará la misa en la Basílica de San Pedro por los cardenales y obispos difuntos durante este año.
El año pasado el Santo Padre fue al cementerio monumental de Roma, ‘El Verano’, ubicado dentro de la ciudad, donde recordó que las bienaventuranzas son el camino de la santidad’.
En cambio este año irá al cementerio de la localidad de Prima Porta, llamado también Flaminio, el más extenso de Italia y ubicado apenas en las afuera de Roma, con 140 hectáreas y 37 kilómetros de calles internas.


Card. Müller: la Iglesia acepta la cremación pero recomienda la sepultura
Posted by Sergio Mora on 25 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano). La instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, con el título Ad resurgendum cum Christo ha sido presentada hoy martes en la sala de prensa de la Santa Sede. Lo hicieron el cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe; su consultor Ángel Rodríguez Luño; y el padre Serge-Thomas Bonino, O.P., secretario de la Comisión Teológica Internacional.
El cardenal Müller señaló que la cremación debido a su incremento será considerada como práctica ordinaria. Y a este desarrollo, ha advertido, le acompaña otro fenómeno: “la conservación de las cenizas en un ambiente doméstico, su conservación en recuerdo conmemorativos o su dispersión en la naturaleza”.
Por ello la preocupación específica de este documento se refiere a la conservación de las cenizas, sin olvidar que “la Iglesia recomienda vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar los cuerpos de los difuntos”, aunque la cremación “no está prohibida a no ser que esta haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana”.
Entretanto no existía una normativa canónica sobre la conservación de las cenizas, por tal razón algunas conferencias episcopales pidieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe, unas pautas sobre cómo y dónde conservar la urna funeraria, indicó.
El cardenal reiteró que “la Iglesia sigue recomendando insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en el cementerio o en otro lugar sagrado”. Además la inhumación “es la forma más idónea para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corporal”.
Reconoció que puede haber motivaciones legítimas para elegir la cremación del cadáver, pero tienen que ser conservadas normalmente en un lugar sacro, o sea, en un cementerio o lugar sagrado, y que es necesario evitar equívocos panteístas o naturalistas, por lo que “no está permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra, en el agua o de otra manera, o convertir las cenizas en recuerdos conmemorativos”.
Con esta nueva instrucción, indicó el purpurado, queremos contribuir “para que los fieles cristianos tomen una ulterior conciencia de su dignidad”. Y concluyó recordando que es necesario “evangelizar el sentido de la muerte a la luz de la fe en Cristo Resucitado”.
Respondiendo a ZENIT el padre Bonino señaló que el proceso de la cremación no es natural como la inhumación, porque interviene la técnica. “Es un proceso en el cual el hombre intenta tener dominio sobre la vida y la muerte”. Tiene algo de brutal –ha observado– porque destruye enseguida el cuerpo sin dejar a las personas cercanas la posibilidad de hacer esta operación de aceptación a través del tiempo, como en una especie de privatización de la muerte.
El padre Bonino señaló también que en la instrucción apenas publicada, no hay que olvidar la primera parte sobre la sepultura del difunto y que se ha querido “reiterar las razones doctrinarias y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos” que la Iglesia “recomienda insistentemente”.
El padre Rodriguez Luño añadió que el documento muestra la atención de la Iglesia para que los cuerpos de los difuntos de los fieles “sean inspirados por el respeto y caridad y pueda expresar adecuadamente el sentido cristiano de la muerte y la esperanza en la resurrección del cuerpo”.



El Vaticano indica que las cenizas de los difuntos “deben mantenerse en un lugar sagrado”
Posted by Rocío Lancho García on 25 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Vaticano ha publicado el documento “Ad resurgendum cum Christo” acerca de la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación. La instrucción, firmada por el cardenal Gerhard Card. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha sido aprobada por el papa Francisco.
La práctica de la cremación — explica el documento– se ha difundido notablemente en muchos países, pero al mismo tiempo también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia. Por eso se ha considerado conveniente la publicación de esta nueva Instrucción con el fin de “reafirmar las razones doctrinales y pastorales para la preferencia de la sepultura de los cuerpos y de emanar normas relativas a la conservación de las cenizas en el caso de la cremación”.
Respecto a la cremación, la instrucción explica que cuando se opta por ella por razones de tipo higiénicas, económicas o sociales, “no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto”. Y asegura que “la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica”, ya que la cremación del cadáver “no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo”.
En esta misma línea, se precisa que las cenizas del difunto “deben mantenerse en un lugar sagrado”, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente. Asimismo se observa que la conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede “ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana”.
De este modo, se argumenta que no está permitida “la conservación de las cenizas en el hogar”. Al respecto se indica que solo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el Ordinario, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar. Además, las cenizas “no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares” y “se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación”.
Para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, “no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma”. Y tampoco “la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos”, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder “no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.
En el caso de que el difunto hubiera dispuesto la cremación y la dispersión de sus cenizas en la naturaleza por razones contrarias a la fe cristiana, “se le han de negar las exequias, de acuerdo con la norma del derecho”.
Asimismo, recuerda que siguiendo la antiquísima tradición cristiana, “la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados”.
Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, “la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne”, y “pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia”. Por eso, el documento subraya que no puede permitir “actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona”, o como “momento de fusión con la madre naturaleza o con el universo”, o como “una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la ‘prisión’ del cuerpo”.
Al respecto, precisa que la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la “compasión” y el “respeto” debido a los cuerpos de los fieles difuntos,
Por último, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados favorece “el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana”, y la veneración de los mártires y santos. También reconoce que mediante la sepultura, la tradición cristiana se ha opuesto a la tendencia a “ocultar o privatizar” el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.


Inminente apertura de los archivos de la Iglesia sobre la última dictadura en Argentina
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El proceso de organización y digitalización del material de archivo del periodo de la dictadura militar (1976-1983), conservado en los archivos de la Conferencia Episcopal Argentina, de la Secretaría de Estado y de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires, ha terminado.
La Comisión ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina se reunió en el Vaticano con el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, y monseñor Richard Paul Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados; para una evaluación de los trabajos de catalogación y digitalización del material. La reunión se celebró el pasado 15 de octubre, ha informado hoy la sala de prensa del Vaticano.
Se ha constatado que este proceso de organización y digitalización, “llevado a cabo en conformidad con las decisiones e indicaciones del Santo Padre” y que supone “la continuación de un trabajo ya iniciado años atrás por la Conferencia Episcopal Argentina”, ha terminado.
Asimismo, se informa que de acuerdo a un protocolo que se establecerá próximamente, podrán acceder a la consulta de los documentos relativos “las víctimas, los familiares directos de los desaparecidos y detenidos, y en el caso de religiosos o eclesiásticos, también sus superiores mayores”.
En el comunicado conjunto de la Conferencia Episcopal Argentina y la Secretaría de Estado, se subraya que este trabajo se ha desarrollado “teniendo como premisa el servicio a la verdad, a la justicia y a la paz”, continuando con “el diálogo abierto a la cultura del encuentro”.
Finalmente se indica que el Santo Padre y el episcopado argentino encomiendan la patria “a la protección misericordiosa de Nuestra Señora de Luján”, confiados en la “intercesión del querido san José Gabriel del Rosario Brochero”.
La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina estaba compuesta por el presidente, monseñor José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz; el vicepresidente primero, el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires; el vicepresidente segundo, monseñor Mario Antonio Cargnello, arzobispo de Salta; y el secretario general, monseñor Carlos Humberto Malfa, obispo de Chascomús.
El pasado mes de marzo el Vaticano confirmó la apertura “dentro de pocos meses” de los archivos relativos a la dictadura militar en Argentina por voluntad del papa Francisco.
Para saber más sobre el Archivo Secreto Vaticano


El Papa pide a Nicolás Maduro “emprender con valentía el camino del diálogo sincero”
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta tarde de forma privada al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sin estar previsto en su agenda oficial.
El encuentro –ha informado la oficina de prensa del Vaticano– se ha celebrado en el marco de la preocupante situación de crisis política, social y económica que el país está atravesando y que se afecta fuertemente en la vida diaria de toda la población.
De esta forma, el Papa, “que tiene en el corazón el bien de todos los venezolanos” ha deseado continuar ofreciendo su contribución “a favor de la institucionalidad del país y de cada paso que contribuya las cuestiones abiertas y crear mayor confianza entre las partes”.
Asimismo ha invitado a “emprender con valentía el camino del diálogo sincero y constructivo” para “aliviar los sufrimientos de la gente, de los pobres en
En declaraciones después de la audiencia privada el presidente indicó que el encuentro “duró 30 minutos, venimos de la gira relámpago de los países petroleros Opep y no Opep”. Explicó que “estamos llegando de Qatar, teníamos un toque técnico aquí en Roma, como siempre hacemos, y surgió esta posibilidad, se le hizo esta solicitud al papa Francisco y en tiempo récord se cuadró esta reunión privada”. Definió la reunión con el Santo Padre como “extraordinaria, profunda, muy espiritual y muy humana”.
“Le di las gracias por todos su apoyo en Venezuela –señaló Maduro– para que por fin definitivamente se instaure una mesa de diálogo entre los diversos factores de la oposición y el Gobierno legítimo bolivariano que yo presido”. Conversaron también de la situación de América Latina y del mundo.
“Espero que se ponga el tema económico de la recuperación de Venezuela como punto central. Espero que se imponga el respeto a la Constitución y se abandone el camino del golpismo”, declaró Maduro.
En su cuenta Twitter el mandatario escribió: “Desde Roma les envió el saludo y las bendiciones del Papa Francisco a nuestro Pueblo… excelente reunión privada con profunda espiritualidad”, acompañando de una foto de su encuentro del 2013 con el Santo Padre.
Mientras tanto ha llegado a Caracas el nuncio apostólico en Argentina, Mons. Emil Paul Tscherrig, como enviado especial del Vaticano, quien está contactando a los diversos sectores políticos para reiterar la disposición de facilitar el diálogo.
El gesto de Maduro abre una posibilidad de salida a la crisis, en la que el Vaticano quiere colaborar defendiendo la institucionalidad del país. Los diálogos se anuncian en momentos de alta tensión política, tras la decisión del poder electoral de suspender el proceso que permitiría un referendo revocatorio del mandato de Maduro, promovido por la oposición que recolectó más de un millón de firmas.
Esta ha sido la segunda vez que el presidente de Venezuela se reúne con el Pontífice. La primera vez fue el 17 de junio de 2013. En dicha ocasión en el encuentro “se detuvieron sobre la situación social y política del país, después del reciente fallecimiento del presidente Hugo Chávez Frías, así como sobre algunos problemas de actualidad, como la pobreza y la lucha contra la delincuencia y el tráfico de drogas”.
En el mes de junio de 2015, el Santo Padre y el mandatario venezolano tenían previsto otro encuentro en el Vaticano que fue anulado días antes porque Maduro suspendió su viaje a Roma, aduciendo una fuerte otitis.



Inicia en Colombia el proceso de paz con el ELN
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Roma).- Este jueves 27 de octubre inicia la fase pública del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla del ELN, según indicaron los delegados de ambas partes en Venezuela.
Ante el anuncio hecho por parte del Gobierno Nacional de hacer público el inicio de diálogo con el grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), en territorio ecuatoriano, el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, dijo que una delegación de cinco obispos estará como apoyo acompañando esta fase, indica la web del episcopado.
“La Iglesia estará presente en la fase pública de conversaciones con una comisión de cinco obispos de los territorios más golpeados por esa guerrilla”, indicó el prelado en diálogo con la cadena radial Caracol.
Monseñor Castro Quiroga advirtió que “La Iglesia actuará como elemento de apoyo, pero no como delegada o mediadora, respondiendo a la solicitud del ELN y avalada por el presidente Juan Manuel Santos”.
El prelado indicó que en el proceso de paz con esta guerrilla se deberá proceder con “inteligencia, sensatez y con celeridad en puntos concretos del acuerdo”.
Por su parte la Agencia Fides informó que el Consejo está formado por los siguientes obispos: de Cali, Mons. Dario Monsalve; de Quibdo, Mons. Juan Carlos Barreto; de Istmina (Chocó), Mons. Julio Hernando Garcia; de Arauca, Mons. Jaime Muñoz; y de Tibu, Omar Alberto Sánchez. Todos son obispos de diócesis donde está presente el ELN.
En Quito será el acto formal de inicio de la primera mesa de negociación de la paz, informó el canciller ecuatoriano Guillaume Long. El encuentro será en la Capilla del Hombre, entidad fundada por el pintor Osvaldo Guayasamín, y contará con la presencia del exministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo por el Gobierno de Colombia y por Pablo Beltrán por el ELN


Argentina: congreso de comunicadores católicos en Buenos Aires
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El SIPCATV, servicio internacional para productores y canales de televisión de América Latina, convocó del 10 al 14 de octubre en Buenos Aires a un nutrido grupo de productores audiovisuales Católicos independientes, además de los pertenecientes a los canales católicos del grupo que integra SIPCATV, y el Taller de Productores Audiovisuales Católicos de América Latina 2016.
Lo indicó un comunicado de los organizadores enviado ayer, precisando que el evento abrió con un mensaje de Mons. Dario Edoardo Viganó, prefecto de la Secretaria para la Comunicación de la Santa Sede y la concelebración de la santa misa inaugural a cargo de Mons. Gabriel Barba obispo de la diócesis de LaFerrere y Mons. Heriberto Bodeant, obispo de la Diócesis de Melo, Uruguay.
Participaron del mismo 43 realizadores provenientes de 19 diferentes países. Compartieron 4 días intensivos en el que expusieron profesionales de renombre internacional quienes desarrollaron las siguientes temáticas: Análisis de Proyectos, consejos prácticos para su planteamiento, estándares básicos para su presentación ante agencias de ayuda y financiamiento; SIPCATV y su relación con los productores y canales de tv Católicos de América Latina, proyección a futuro; Conceptos, estándares y nociones básicas para una producción audiovisual de buena calidad; Nociones de producción para la realización de programas de televisión con alta calidad técnica, tips para la producción con presupuestos limitados y de bajo costo.
El Taller contó con el apoyo de la Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Catholic Media Council ( CAMECO) , Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACI), y la Conferencia de Obispos Estados Unidos (USCCB).


El odio no puede contra el océano de misericordia de Dios
Posted by Redaccion on 25 October, 2016



(ZENIT – Roma).- Vivimos en tiempos difíciles, los de una guerra mundial en trozos. Pero el río de odio y violencia nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Lo escribe el papa Francisco en el prefacio del libro “No tengan miedo de perdonar”, del sacerdote Luis Drí, confesor en Buenos Aires y gran amigo del papa Francisco cuando era allí arzobispo.
El libro realizado en colaboración con los periodistas Andrea Tornielli y Alvear Metalli estará disponible este miércoles en las librerías y es publicado por la editora editora RaiEri.
El Papa escribe que recuerda al padre Drí, cuando pasaba en Buenos Aires largas horas en el confesionario, el gesto de besar las manos de los penitentes y los escrúpulos de haber perdonado demasiado. Y que delante del Santísimo Sacramento, el padre Luis pedía perdón por haber perdonado demasiado y le decía a Jesús que Èl mismo le había dado el mal ejemplo.
Un comportamiento necesario hoy –escribe el Papa– porque al penitente que entró en el confesionario por casualidad (aunque en el plano sobrenatural nada es causal), o como etapa de un recorrido, “es necesario hacer sentir el abrazo misterioso de nuestro Dios” que es “un Dios que nos precede, nos espera y recibe”.
No es por casualidad que en el confesionario el padre Luís tiene la foto de un cuadro de Rembrandt sobre el retorno del hijo pródigo.
En el libro “No tener miedo de perdonar” el padre Drí describe los efectos del perdón para la vida colectiva. “Es una medida distinta de justicia”.
“La misericordia es el amor materno desde las entrañas que se conmueve delante de la fragilidad de su criatura y la abraza, y la gran fidelidad del Padre que siempre apoya, perdona y vuelve a colocar a sus hijos en camino”, indica.
El Papa reitera que en la “guerra mundial en etapas” que estamos viviendo, “toda señal de amistad, toda mano extendida y toda reconciliación, aunque no haga noticia está destinada a influenciar en el tejido social”, desde las familias hasta las relaciones entre los Estados. O sea, un océano de misericordia contra el río del odio en el cual sumergirse y dejarse regenerar.
En su libro el padre Luís señala que la misericordia es un acto de contestación del egoísmo, porque reconoce no el “yo” pero al “otro” el principio creador del mundo.
Aceptando la misericordia de Dios hacia el hombre e imitando su comportamiento, se adquieren beneficios también en la vida colectiva, porque “la misericordia es un comportamiento profundamente social”.


Beata Celine Chludzińska Borzęcka – 26 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 25 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- La vida de esta beata es una historia de fidelidad en la espera. Nunca dudó de que la voluntad divina guiaba sus pasos, aunque durante un tiempo otras personas la condujeron por una vía distinta a la añorada, que era la consagración religiosa. Al final, se cumplió su honda impresión, y aunque había dado un gran rodeo, llegó al destino soñado.
Nació el 29 de octubre de 1833 en Antowil, antigua ciudad polaca, que pertenece en la actualidad a Bielorrusia, en el seno de una acomodada familia. Era la pequeña de dos hermanos. Con una infancia feliz, que calificó como «años de oro», rodeada de afecto y sintiéndose llamada a ofrendarse por completo a Dios, a los 21 años contrajo matrimonio con Józef Borzęck en la catedral de Vilna. No le fue posible oponerse a la voluntad de sus padres y del prelado, o no lo vio conveniente. Consideraron que lo mejor que podía hacer era desposarse, y a ellos sometió su criterio, que siempre se movió con la certeza de que Dios estaba en medio de lo que iba aconteciéndole.
Se afincó en Obremszczyzna, pero no se olvidó de su vocación. Sus quehaceres cotidianos no la apartaban de la oración. Su ascesis estaba impregnada también con el sacrificio. Además, fue golpeada por el dolor en lo que más afecta a una madre: sus hijos. El primero de ellos, Casimiro, nacido en 1855, murió ese mismo año. Tras un periodo de gozo por la llegada al mundo de su hija Celine en 1858, nuevamente en 1861 pasó por el duro trance de tener que enterrar a otra hija, María, que no sobrevivió. Finalmente, en 1863 nació Hedwig, que iba a recorrer junto a ella el sendero religioso al que siempre aspiró. Ese año Celine se involucró en la lucha para rescatar a los prisioneros que iban a ser ejecutados en medio de los conflictos bélicos desatados en una dividida Polonia. Las autoridades rusas la detuvieron y dio con sus huesos en la cárcel, llevando con ella a la pequeña recién nacida.
En 1869 otro zarpazo recayó sobre la familia. Llevaba dieciséis años casada cuando Józef sufrió un derrame cerebral y quedó paralítico. Buscando para él los mejores especialistas, todos partieron a Viena, confiando en su recuperación. Celine le proporcionó atenciones y ternura a raudales, pero en 1874, hallándose en su domicilio de Obremszczyzna, murió. Tomó a sus hijas Celine y Hedwig, y viajó a Roma al año siguiente segura de que estos dolorosos acontecimientos obedecían a un plan divino. Aún recorrió Polonia, Viena y Roma junto a ellas, atendiendo a su educación, pero siempre en un estado de búsqueda, a la espera de entender la previsión de Dios sobre su vida. En 1879 la joven Celine contrajo matrimonio con un muchacho polaco, y la beata coincidió con el cofundador y superior general de la Congregación de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el siervo de Dios padre Piotr Semenenko, que aspiraba a poner en marcha la rama femenina. En esa época, 1881, ella y Hedwig se disponían a fundar un convento de inspiración carmelita. Pero las conversaciones con Semenenko les hicieron cambiar de plan. En 1882 madre e hija comenzaron a ser parte de su sueño, preparándose junto a otras cinco aspirantes para acometer la vida religiosa.
En 1884 se asentaron en una casa que tres años más tarde dio lugar a una escuela para niñas sin recursos. Se daba la circunstancia de que en el edificio vivía la familia della Chiesa, hallándose entonces en el domicilio, monseñor Giacomo della Chiesa, que sería pontífice Benedicto XV. Y mientras el padre Semenenko auxiliaba a Celine y a su hija alentándolas en la misión, algo que hizo hasta su muerte en 1886, ellas también contaban con la admiración del que llegaría a ser Vicario de Cristo en la tierra, que fue su capellán y catequista. A estas intrépidas mujeres les enardecía saber que había infinidad de personas a quienes la esperanza parecía darles la espalda, que nunca habían tenido la gracia de que alguien les transmitiera la fe, que les hablara del Dios vivo. La beata conocía muy bien el drama humano plagado de sufrimiento y de injusticias a mansalva. Estaba convencida de que debían «llevar la moral y el renacimiento religioso a la sociedad». La fundación, que por primera vez en la historia de la Iglesia acometían una madre y una hija al unísono, surgía de la confianza en Dios; sabían que Él las acompañaría. Contaron con la ayuda del cardenal Parocchi, entonces vicario de Roma.
El 6 de enero de 1891 ambas emitieron los votos perpetuos, y otras tres religiosas tomaban el hábito; esa fecha la consideraron como el día en el que surgía la Congregación de las resurreccionistas, con el objetivo de proporcionar educación a las niñas pobres, que se hizo extensivo después al cuidado de los enfermos. Hedwig fue su primera superiora general. Fueron abriendo casas rápidamente en países del Este. En Polonia tuvieron que extremar la prudencia. Aún quedaban restos de la ocupación rusa, y trabajaron clandestinamente, estableciendo la fundación en Czestochowa, cerca de Jasna Góra, y en Varsovia. Fueron momentos de grandes recuerdos para Celine que había vivido de lleno el inicio de la invasión. Luego dieron el salto a América, sellándola con la apertura de una casa y una escuela en Chicago en 1900. En 1905 la fundación recibió el decretum laudis.
Hedwig, que tiene abierta causa de beatificación, murió repentinamente en Kety, Polonia, el 27 septiembre de 1906; tenía 43 años. Celine no solo volvió a sufrir la pérdida de otro de sus hijos, sino la de su fiel compañera y hermana en religión. Fue un durísimo golpe. En 1911 el primer capítulo general de la Orden la eligió superiora general, misión que asumió hasta el final de sus días. Entregó su alma a Dios el 26 de octubre de 1913 en Malopolskie, Cracovia, cuando iba de camino a Varsovia en visita apostólica; estaba a punto de cumplir 80 años. Fue beatificada el 27 de octubre de 2007 por el cardenal Saraiva que actuó como Delegado de Benedicto XVI.