Tribunas

El tirón de orejas del secretario general de la Conferencia

José Francisco Serrano Oceja

El nuevo tiempo político provoca varias reflexiones en lo que se refiere a la relación del gobierno con la Iglesia. Algunas de ellas también al hilo de la entrevista que el Secretario general de la Conferencia Episcopal ha concedido al semanario religioso “Vida Nueva”.

De hecho, cada vez que se produce un acontecimiento político o social de magnitud, el Presidente o el Secretario de la CEE recurren a esa publicación, y entendemos que también a la COPE, y no a una rueda de prensa. Bien es cierto que, si no pensaran en la publicación religiosa “Vida Nueva”, habría que preguntarse sobre quién reposarían las declaraciones. Es cierto, en otras épocas fueron otros semanarios.

Una pregunta obvia es quién será el interlocutor de “línea caliente” del gobierno con la Iglesia. Es claro que, como viene siendo habitual, la Vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría va a jugar un papel destacado en la interlocución. Pero, en los grandes temas. Siempre hay una persona, con más cercanía, sensibilidad, que sabe más de uno y de otro espacio, el facilitador de las gestiones. Hasta hace poco –como se vio en la foto de los ministros sentados en la sede de la Conferencia durante la visita del cardenal Parolin-, estaba Jorge Fernández Díaz, el ministro católico oficial. Por cierto, acompañado de Margallo, los dos caídos en la última remodelación.

La clave puede estar en lo que en el PP dan casi por seguro, el nombramiento de Jorge Fernández Díaz como Embajador de España ante la Santa Sede. Un signo de buena voluntad y de continuidad, por parte del gobierno, con el “status quo” de la interlocución. Será curioso observar cómo las relaciones entre dos calles de Madrid se hacen por el canal del Trastévere. Quizá por eso de que ahora “nihil sine Roma”, nada se hace sin mirar a Roma, y sin los problemas de tortícolis que decía Tarancón.

La otra reflexión viene a raíz de una respuesta del Secretario General de la Conferencia en la citada entrevista al director de” Vida Nueva”. Dice José María Gil, -que ya se me iba a escapar lo de monseñor-, a propósito de una pregunta que habla sobre el dialogo:

“Los fieles laicos tienen en este sentido un papel fundamental, ya que es a ellos a quienes corresponde de esta forma primordial la transformación cristiana de las realidades temporales. En este compromiso público de la fe, nuestros seglares tienen todavía mucho que desarrollar y no podemos quedarnos con salir a la calle solo para el culto público convencional, sino para transformar el espacio público conforme al Evangelio, también el ámbito político”.

Vamos, que, al margen de cuestiones referidas a la concordancia gramatical, el Secretario general de la Conferencia nos da, a los fieles laicos, un tirón de orejas, una vez que nos haya recordado “las generales de la ley”.

Una cuestión que da para, al menos, la próxima columna.

 

José Francisco Serrano Oceja