ENTREVISTAS

Javier González Tesán: “Todo cristiano debería preguntarse lo que está dispuesto a dejar por el Evangelio”


 

Javier González Tesán, presidente de la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Zaragoza, repasa la misión de esta hermandad y los desafíos que afronta la Iglesia en el contexto actual.

Desde pequeñito, desarrolló la sensibilidad del mundo obrero. Javier González Tesán (1962) recuerda una infancia marcada por la inestabilidad laboral de su padre –trabajador de la construcción– y su madre, dedicada a labores de limpieza. “En el año 1986 aportaba 34.000 pesetas en casa”, apunta González, que a los 18 años ya formaba parte de la Juventud Obrera Cristiana (JOC). Hoy, como presidente de la Hermandad Obrera de Acción Católica en Zaragoza, reivindica la dignidad humana y promueve las enseñanzas de Jesús. 

A la luz de Cristo

En 1946,los obispos españoles acordaron la creación de un movimiento especializado para los obreros adultos dentro de la Acción Católica. Fue Guillermo Rovirosa, que ya trabajaba en la Acción Católica de Madrid, quien asumió la tarea de organizar y promover la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC). Desde entonces han pasado siete décadas, 70 años de vida eclesial encarnada en el mundo obrero y del trabajo. Como escribió el propio Rovirosa, “la lucha de la HOAC se encamina, en primer lugar, a que todo obrero recobre la conciencia de su dignidad de hombre y de obrero a la luz de Cristo”.

En equipo 

La HOAC funciona a través de equipos, que se plantean la vida de las personas. Desde el trabajo, la familia, las relaciones personales, la economía… Un segundo paso es el compromiso de sus militantes, que se lleva en las parroquias, en las asociaciones de vecinos o en los sindicatos. Además, la HOAC tiene un elemento fundamental que es la formación: revisión de vida y plan básico de formación cristiana, con el objetivo de conectar con la realidad a través de la espiritualidad. Esa conexión es clave.

Dignidad humana 

El papa Francisco nos recuerda las tres “T”fundamentales: tierra, trabajo y techo. Esto rompe con el modelo capitalista, que a mi juicio es un modelo que machaca y humilla a las personas. Los cristianos tenemos que dar dignidad a las personas. No se puede cambiarla realidad sin implicarse. Le pasó a Jesús: lo mataron porque se implicó con los pobres, con la gente.

Junto a los que sufren

Si los cristianos no hacemos una apuesta por el elemento trascedente que es la vida, no tenemos futuro. La Iglesia no puede limitarse a lo sacramental, tiene que vincularse con la realidad que vive la gente: el 50% de las personasen paro no cobra una prestación, el 95% de los contratos que se firman en la actualidad son eventuales, muchas familias viven situaciones horribles… La Iglesia tiene que denunciarlo y buscar propuestas. Mojarse, como hace el papa Francisco.

Compartir y vivir

A la vida hemos venido, más que para estar sentados en el sofá, para estar activos y cambiar la realidad. Hay dos polaridades en la vida: tener, retener, acumular, poseer y competir; o compartir y vivir. Uno tiene que elegir, pero no es fácil, porque el sistema apunta a lo primero.

Hacerse preguntas 

“¿Cuál es nuestro tesón?”, nos dice Jesús. ¿Cuánto aportamos a la vida, a la sociedad? ¿Qué es lo que queremos hacer? Estamos en una cultura en la que se valora a las personas por lo que tienen (casa, trabajo, coche, etc.),y el Evangelio es todo lo contrario. A veces pesa más tener dos coches, dos casas o mucho dinero en el bolsillo, porque el sistema está muy arraigado. Hay que encontrar a Dios. ¿Para qué y por qué necesito tener más? Casi siempre, por el ego personal. Cuando descubres que puedes vivir de otra manera, cambias las percepciones y disfrutas más. En la medida en que te cuidas y aportas a los demás, eres feliz. Los cristianos debemos plantearnos una pregunta radical:¿dejarías tu casa, tu piso o tu cuenta corriente por estar con el Evangelio?

(José María Albalad – Iglesia en Aragón)