Servicio diario - 30 de noviembre de 2016


 

El Papa recuerda que vivos y difuntos “estamos en comunión”
Posted by Rocío Lancho García on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).-El papa Francisco ha concluido esta semana la serie de catequesis sobre la misericordia, iniciada con motivo del Año Jubilar. Así, este miércoles ha reflexionado sobre “rezar a Dios por los vivos y por los muertos”. Miles de fieles le han recibido con gran entusiasmo, como cada semana, aunque esta vez debido a las bajas temperaturas, reunidos en el Aula Pablo VI en vez de en la plaza de san Pedro.
En el resumen de la catequesis que el Pontífice hace en español, ha explicado que concluimos este ciclo de catequesis reflexionando sobre dos obras de misericordia: una espiritual que pide rogar a Dios por vivos y difuntos, y otra corporal que invita a enterrar a los muertos.
Para los cristianos, ha observado Francisco, la sepultura es un acto de piedad y de fe, pues esperamos en “la resurrección de la carne”. Y durante la eucaristía “confiamos a los difuntos a la misericordia de Dios con un recuerdo sencillo pero lleno de significado”. Rezamos –ha asegurado– para que estén con Él en el paraíso y con la esperanza de que un día también nosotros nos encontremos con ellos en ese misterio de amor que, si bien no comprendemos plenamente, sabemos que es verdad porque Jesús nos lo ha prometido.
Asimismo, el Santo Padre ha reconocido que este recuerdo de rogar por los difuntos está unido también al de rogar por los vivos, “que junto con nosotros cada día enfrentan las dificultades de la vida”. El Papa ha subrayado que todos, vivos y difuntos, “estamos en comunión”. En esa comunidad “de quienes han recibido el bautismo, se han nutrido del Cuerpo de Cristo y hacen parte de la gran familia de Dios”, ha afirmado.
A continuación, Francisco ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. De este modo, les ha invitado a rezar unos por otros “para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan cada vez más en el estilo de nuestra vida”.
Hoy, el Santo Padre ha dirigido dos llamamientos al final de la audiencia. Uno con ocasión de la Jornada Mundial contra el SIDA que se celebra este jueves y otro por la Conferencia internacional sobre la protección del patrimonio en las zonas en conflicto que se celebra en Abu Dhabi del 2 al 3 de diciembre.
Francisco ha recordado que millones de personas conviven que la enfermedad del SIDA y solo la mitad de ellos tienen acceso a las terapias. Por eso ha invitado a rezar por ellos y por sus seres queridos y promover la solidaridad para que también “lo más pobres” se puedan beneficiar de “diagnósticos y cuidados adecuados”. De aquí su llamamiento para que “todos adopten comportamientos responsables para prevenir una ulterior difusión de esta enfermedad”.
Por otro lado, ha explicado que por iniciativa de Francia y de los Emiratos Árabes Unidos, con colaboración de la UNESCO, se celebrará en Abu Dhabi, del 2 al 3 de diciembre, una Conferencia internacional sobre protección del patrimonio en las zonas en conflicto. Un tema que “lamentablemente es actual”, ha observado el Papa. Por ello “en la convicción de que la tutela de las riquezas culturales constituye una dimensión esencial de la defensa del ser humano”, el Santo Padre ha deseado que este evento “marque una nueva etapa en el proceso de actuación de los derechos humanos”.
Después de los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido, como es habitual, un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Así, ha recordado que hoy se celebra la fiesta del apóstol Andrés, hermano de san Pedro. Es por ello que el Papa ha pedido a los jóvenes que su carrera hacia el sepulcro del Señor, les recuerde “que nuestra vida es una peregrinación hacia la Casa del Padre”. Por otro lado, a los enfermos les ha pedido que “su fuerza en el afrontar en el martirio” les sostenga cuando “el sufrimiento parece insoportable”. Y finalmente ha deseado para los recién casados que “su apasionado seguimiento al Salvador” les lleve a comprender la importancia del amor en su nueva familia.
También ha aprovechado la ocasión para dedicar unas palabras y felicitar al patriarca Bartolomé y la Iglesia de Constantinopla, que celebra hoy a su patrón.


Las intenciones de oración del Papa para el mes de diciembre
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La Santa Sede ha dado a conocer hoy las intenciones de oración del papa Francisco para este próximo mes de diciembre.
La intención universal del apostolado de la oración es: “Para que en ninguna parte del mundo existan niños soldados.”
Su intención evangelizadora es: “Para que los pueblos de Europa redescubran la belleza, la bondad y la verdad del Evangelio que dan alegría y esperanza a la vida”.



El Santo Padre envía un mensaje al Patriarca Bartolomé en la fiesta de san Andrés
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano) Una delegación de la Santa Sede encabezada por el cardenal Kurt Koch ha tomado parte en la solemne Liturgia Divina, presidida este 30 de noviembre en Estambul por Su Santidad Bartolomé en la iglesia patriarcal de San Jorge en el Fanar, com motivo de la conmemoración de san Andrés.
El presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos ha entregado al patriarca Bartolomé un mensaje de puño y letra del Santo Padre, leído al final de la Liturgia Divina y un regalo.
En el mensaje el Papa manifiesta su alegría por renovar el tradicional intercambio de delegaciones entre Roma y Constantinopla que constituye “un signo visible de los lazos profundos que ya nos unen y es también una expresión de nuestro anhelo de una comunión cada vez más profunda, hasta el día en que, si Dios quiere, podamos testimoniar nuestro amor el uno por el otro compartiendo la misma mesa eucarística. En este camino hacia la restauración de la comunión eucarística entre nosotros, estamos sostenidos no solo por la intercesión no sólo de nuestros santos patrones, sino por la serie de mártires de todas las edades que “a pesar del drama de la división… han mantenido una adhesión a Cristo y a su Padre tan radical y absoluta que les ha permitido llegar hasta el derramamiento de su sangre.”(San Juan Pablo II, Ut unum sint, 83).
El Papa reconoció que “la historia de las relaciones entre los cristianos ha sido tristemente marcada por conflictos que han dejado una profunda impresión en la memoria de los fieles. Por esta razón, algunos se aferran a las actitudes del pasado. Sabemos que sólo la oración, las buenas obras comunes y el diálogo pueden permitirnos superar la división y acercarnos unos a otros”.
“Gracias al proceso de diálogo –aseguró Francisco– en las últimas décadas los católicos y los ortodoxos han empezado a reconocerse como hermanos y hermanas, a valorar mutuamente los dones y juntos han proclamado el Evangelio, han servido a la humanidad y la causa de la paz, han promovido la dignidad del ser humano y el valor inestimable de la familia, han cuidado de los más necesitados, así como de la creación, nuestro hogar común”.
El Pontífice en la misiva recuerda “con gran cariño” el reciente encuentro con el Patriarca en Asís, así como con otros cristianos y representantes de tradiciones religiosas “reunidos para lanzar un llamamiento unitario por la paz en todo el mundo. Nuestra reunión fue una feliz oportunidad para profundizar nuestra amistad, que se expresa en una visión compartida de las grandes cuestiones que afectan la vida de la Iglesia y de toda la sociedad”.
“Su Santidad, –finaliza el Papa– estas son algunas de mis más profundas esperanzas que he querido expresar en un espíritu de genuina fraternidad. Al asegurarle mi recuerdo cotidiano en la oración, renuevo mis mejores deseos de paz, salud y abundantes bendiciones para usted y para todos aquellos que están confiados a su cuidado. Con sentimientos de afecto fraterno y de cercanía espiritual, intercambio con Vuestra Santidad un abrazo de paz en el Señor”.
Todos los años se realiza un intercambio de delegaciones para las respectivas fiestas de los santos patronos: el 29 de junio en Roma por la celebración de los santos Pedro y Pablo y el 30 de noviembre en Estambul por la celebración de san Andrés.


El Papa explica que el compromiso misionero no puede ser solo un adorno
Posted by Rocío Lancho García on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco asegura que aunque experimentemos muchas fragilidades y tal vez podamos sentirnos desanimados, debemos alzar la cabeza a Dios, sin dejarnos aplastar por la sensación de incapacidad o ceder al pesimismo, que nos convierte en espectadores pasivos de una vida cansada y rutinaria. No hay lugar para el temor: Dios mismo “viene a purificar nuestros labios impuros, haciéndonos idóneos para la misión” de la evangelización.
Así lo explica en el mensaje para la 54º Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 7 de mayo de 2017 y lleva por tema: “Empujados por el Espíritu para la misión”. En preparación para dicha jornada, ha sido publicado hoy el mensaje del Santo Padre dirigido a obispos, sacerdotes, consagrados y fieles de todo el mundo.
De este modo, este año el Papa ha querido centrarse en la “dimensión misionera de la llamada cristiana”. Todos los cristianos –asegura– han sido constituidos misioneros del Evangelio. Es más, el compromiso misionero no es algo que se añade a la vida cristiana, como si fuese un adorno, sino que “está en el corazón mismo de la fe”. La relación con el Señor, asegura Francisco, implica ser enviado al mundo como profeta de su palabra y testigo de su amor. Todo cristiano, en virtud de su Bautismo, es un “cristóforo”, es decir, “portador de Cristo” para los hermanos. Al respecto ha asegurado que esto vale “para los que han sido llamados a una vida de especial consagración y también para los sacerdotes”.
Ciertamente, señala el Papa en su mensaje, son muchas las preguntas que se plantean cuando hablamos de la misión cristiana: ¿Qué significa ser misionero del Evangelio? ¿Quién nos da la fuerza y el valor para anunciar? ¿Cuál es la lógica evangélica que inspira la misión? De este modo, Francisco explica que a estos interrogantes podemos responder contemplando tres escenas evangélicas: el comienzo de la misión de Jesús en la sinagoga de Nazaret, el camino junto a los discípulos de Emaús y la parábola de la semilla.
El Pontífice precisa que ser discípulo misionero significa participar activamente en la misión de Cristo: “ser ungidos por el Espíritu e ir hacia los hermanos para anunciar la Palabra, siendo para ellos un instrumento de salvación”.
Existe el peligro –advierte– de que veamos la misión cristiana como una mera utopía irrealizable o, en cualquier caso, como una realidad que supera nuestras fuerzas. Pero si contemplamos a Jesús Resucitado, “nuestra confianza puede reavivarse”.
Jesús no juzga a los discípulos de Emaús, “lentamente comienza a trasformar su desánimo, hace que arda su corazón y les abre sus ojos, anunciándoles la Palabra y partiendo el Pan”, explica el Santo Padre. Del mismo modo, “el cristiano no lleva adelante él solo la tarea de la misión”, sino que experimenta, también en las fatigas y en las incomprensiones, “que Jesús camina con él”.
Por otro lado, insiste en que es importante aprender del Evangelio el estilo del anuncio. Muchas veces sucede que, también con la mejor intención, “se acabe cediendo a un cierto afán de poder, al proselitismo o al fanatismo intolerante”, reconoce el Papa. Sin embargo, recuerda, “el Evangelio nos invita a rechazar la idolatría del éxito y del poder”, “la preocupación excesiva por las estructuras”, y “una cierta ansia que responde más a un espíritu de conquista que de servicio”.
Nuestra principal confianza –recuerda el Pontífice– es saber que Dios supera nuestras expectativas y nos sorprende con su generosidad, haciendo germinar los frutos de nuestro trabajo más allá de lo que se puede esperar de la eficiencia humana.
Además, asegura que nunca podrá haber pastoral vocacional, ni misión cristiana, “sin la oración asidua y contemplativa”. En este sentido, “es necesario alimentar la vida cristiana con la escucha de la Palabra de Dios” y, sobre todo, “cuidar la relación personal con el Señor en la adoración eucarística”, lugar privilegiado del encuentro con Dios.
Por esta razón, el Santo Padre anima con fuerza a vivir “esta profunda amistad con el Señor”, sobre todo “para implorar de Dios nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada”. El Pueblo de Dios –afirma Francisco– necesita ser guiado por pastores que gasten su vida al servicio del Evangelio.
Finalmente, el Papa pide a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los numerosos grupos de oración presentes en la Iglesia que, frente a la tentación del desánimo, “sigan pidiendo al Señor que mande obreros a su mies” y “nos dé sacerdotes enamorados del Evangelio, que sepan hacerse prójimos de los hermanos y ser, así, signo vivo del amor misericordioso de Dios”.


El Papa se reúne con Martin Scorsese
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana al director estadounidense Martin Scorsese, acompañado por su mujer y las dos hijas. También les acompañaba el productor de su última película, “Silence”, junto con su mujer.
El encuentro –ha informado la oficina de prensa de la Santa Sede– ha sido muy cordial y ha durado unos quince minutos. Además, el Santo Padre ha contado a los presentes que ha leído “Silencio”, el libro que inspiró este último trabajo del reconocido director de cine. Asimismo, les ha hablado de la “siembra” de los jesuitas en Japón y del “Museo de los 26 mártires”.
El director ha regalado al Pontífice dos cuadros unidos al tema de los “cristianos escondidos”. Uno de ellos representa una imagen muy venerada de la Virgen, obra de un artista japonés siglo XVIII. Por su parte, el Papa les ha regalado algunos rosarios.


Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del miércoles 30 de noviembre de 2016
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha concluido esta semana la serie de catequesis centradas en la misericordia. Este miércoles ha reflexionado sobre dos obras de misericordia, una espiritual y una corporal: rezar por los difuntos y enterrar a los muertos. De este modo, ha explicado que rezar por los difuntos es un signo de reconocimiento por el testimonio que nos han dejado y el bien que han hecho. Asimismo ha precisado que la comunión de los santos indica que todos estamos inmersos en la vida de Dios y vivimos en su amor. Pero también ha asegurado que el recuerdo de los fieles difuntos no debe hacernos olvidar también de rezar por los vivos, que junto a nosotros cada día enfrentan las pruebas de la vida.
Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Con la catequesis de hoy concluimos el ciclo dedicado a la misericordia. Pero las catequesis terminan, pero ¡la misericordia debe continuar! Agradecemos al Señor por todo esto y conservémoslo en el corazón como consolación y fortaleza.
La última obra de misericordia espiritual pide de rezar por los vivos y por los difuntos. A esta podemos unir también la última obra de misericordia corporal que invita a enterrar a los muertos. Puede parecer una petición extraña esta última; en cambio, en algunas zonas del mundo que viven bajo el flagelo de la guerra, con bombardeos que de día y de noche siembran temor y víctimas inocentes, esta obra es tristemente actual. La Biblia tiene un hermoso ejemplo al respecto: aquel del viejo Tobías, quien, arriesgando su propia vida, sepultaba a los muertos no obstante la prohibición del rey (Cfr. Tob 1,17-19; 2,2-4). También hoy existen algunos que arriesgan la vida para dar sepultura a las pobres víctimas de las guerras. Por lo tanto, esta obra de misericordia corporal no es ajena a nuestra existencia cotidiana. Y nos hace pensar a lo que sucede el Viernes Santo, cuando la Virgen María, con Juan y algunas mujeres estaban ante la cruz de Jesús. Después de su muerte, fue José de Arimatea, un hombre rico, miembro del Sanedrín pero convertido en discípulo de Jesús, y ofreció para él un sepulcro nuevo, excavado en la roca. Fue personalmente donde Pilatos y pidió el cuerpo de Jesús: ¡una verdadera obra de misericordia hecha con gran valentía! (Cfr. Mt 27,57-60). Para los cristianos, la sepultura es un acto de piedad, pero también un acto de gran fe. Depositamos en la tumba el cuerpo de nuestros seres queridos, con la esperanza de su resurrección (Cfr. 1 Cor 15,1-34). Este es un rito que perdura muy fuerte y apreciado en nuestro pueblo, y que encuentra repercusiones especiales en este mes de noviembre dedicado en particular al recuerdo y a la oración por los difuntos. Rezar por los difuntos es, sobre todo, un signo de reconocimiento por el testimonio que nos han dejado y el bien que han hecho. Es un agradecimiento al Señor porque nos los ha donado y por su amor y su amistad. Dice el sacerdote: «Acuérdate también, Señor, de tus hijos, que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz» (Canon romano). Un recuerdo simple, eficaz, lleno de significado, porque encomienda a nuestros seres queridos a la misericordia de Dios. Oremos con esperanza cristiana que estén con Él en el paraíso, en la espera de encontrarnos juntos en ese misterio de amor que no comprendemos, pero que sabemos que es verdad porque es una promesa que Jesús ha hecho. Todos resucitaremos y todos permaneceremos por siempre con Jesús, con Él.
El recuerdo de los fieles difuntos no debe hacernos olvidar también de rezar por los vivos, que junto a nosotros cada día enfrentan las pruebas de la vida. La necesidad de esta oración es todavía más evidente si la ponemos a la luz de la profesión de fe que dice: “Creo en la comunión de los santos”. Es el misterio que expresa la belleza de la misericordia que Jesús nos ha revelado. La comunión de los santos, de hecho, indica que todos estamos inmersos en la vida de Dios y vivimos en su amor. Todos, vivos y difuntos, estamos en la comunión, es decir, unidos todos, ¿no?, como una unión; unidos en la comunidad de cuantos han recibido el Bautismo, y de aquellos que se han nutrido del Cuerpo de Cristo y forman parte de la gran familia de Dios. Todos somos de la misma familia, unidos. Y por esto rezamos los unos por los otros.
¡Cuántos modos diversos existen para orar por nuestro prójimo! Son todos válidos y aceptados por Dios si son hechos con el corazón. Pienso de forma particular en las madres y en los padres que bendicen a sus hijos por la mañana y por la noche. Todavía existe esta costumbre en algunas familias: bendecir al hijo es una oración; pienso en la oración por las personas enfermas, cuando vamos a visitarlos y oramos por ellos; en la intercesión silenciosa, a veces con las lágrimas, en tantas situaciones difíciles, orar por estas situaciones difíciles. Ayer vino a la misa en Santa Marta un buen hombre, un empresario. Ese hombre joven debe cerrar su fábrica porque ya no puede y lloraba diciendo: “Yo no puedo dejar sin trabajo a más de 50 familias. Yo podría declarar la bancarrota de la empresa, yo me voy a casa con mi dinero, pero mi corazón llorará toda la vida por estas 50 familias”. Este es un buen cristiano que reza con las obras: vino a misa para rezar para que el Señor le dé una salida, no solo para él, sino para las cincuenta familias. Este es un hombre que sabe orar, con el corazón y con los hechos, sabe orar por el prójimo. Es una situación difícil. Y no busca la salida más fácil: “Que se ocupen ellos”. Este es un cristiano. ¡Me ha hecho mucho bien escucharlo! Y tal vez existan muchos así, hoy, en este momento en el cual tanta gente sufre por la falta de trabajo; pienso también en el agradecimiento por una bella noticia que se refiere a un amigo, un pariente, un compañero… “¡Gracias, Señor, por esta cosa bella!”, también esto es orar por los demás. Agradecer al Señor cuando las cosas van bien. A veces, como dice San Pablo, “no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables” (Rom 8,26). Es el espíritu que ora dentro de nosotros. Abramos, pues, nuestro corazón, de modo que el Espíritu Santo, escrutando los deseos que están en lo más profundo, los pueda purificar y llevar a cumplimiento. De todos modos, por nosotros y por los demás, pidamos siempre que se haga la voluntad de Dios, como en el Padre Nuestro, porque su voluntad es seguramente el bien más grande, el bien de un Padre que no nos abandona jamás: rezar y dejar que el Espíritu Santo ore por nosotros. Y esto es bello en la vida: reza agradeciendo, alabando a Dios, pidiendo algo, llorando cuando hay alguna dificultad, como aquel hombre. Pero siempre el corazón abierto al Espíritu para que rece por nosotros, con nosotros y por nosotros.
Concluyendo estas catequesis sobre la misericordia, comprometámonos a orar los unos por los otros para que las obras de misericordia corporales y espirituales se conviertan cada vez más en el estilo de nuestra vida. Las catequesis, como he dicho principio, terminan aquí. Hemos hecho el recorrido de las 14 obras de misericordia, pero la misericordia continua y debemos ejercitarla en estos 14 modos. Gracias.


Francisco subraya la necesidad de encontrar de nuevo el sentido de la política
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana, antes de la audiencia general, a los participantes de la peregrinación de políticos franceses elegidos en la región de Rhône –Alpes, acompañados por el cardenal Philippe Barbarin y los obispos de la provincia de Lyon.
En el discurso que les ha dirigido, el Santo Padre ha observado que en el actual contexto internacional, marcado por frustraciones y miedos, intensificados por los atentados y la ciega violencia que han desgarrado tan profundamente este país, “es muy importante buscar y desarrollar el sentido del bien común y del interés general”. De este modo ha subrayado, junto con los obispos de Francia, la necesidad “en un mundo que cambia, encontrar de nuevo el sentido de la política”. Al respecto, el Pontífice ha recordado que los prelados han hecho este documento y ha mencionado el de hace 20 años, “Réhabiliter la politique”, que hizo mucho bien. Y ahora este, “que también hará bien”, ha asegurado.
Por otro lado, el Santo Padre ha reconocido que la sociedad francesa es rica de potencialidades, de diversidades que están llamadas a convertirse en oportunidad, con la condición de que los valores republicanos de “libertad, igualdad y fraternidad” no se haga alarde solamente de ellos de forma ilusoria, sino que sean profundizados y comprendidos en relación con su verdadero fundamento, que es trascendente.
Por otro lado, ha advertido que está plenamente en juego un verdadero debate sobre “valores y orientaciones reconocidas comunes a todos”. A este debate, los cristianos están llamados a participar con los creyentes de otras religiones y todos los hombres de buena voluntad, también no creyentes, “para promover el crecimiento de un mundo mejor”, ha señalado.
En este sentido, el Pontífice ha aseverado que la búsqueda del bien común que les anima, les conduzca a “escuchar con particular atención a todas las personas en condiciones de precariedad” sin olvidar a los migrantes que han huido de sus países por culpa de la guerra, la miseria o la violencia. Así, ha reconocido el Papa a los presentes, en el ejercicio de su responsabilidad, podrán “contribuir a la edificación de una sociedad más justa y más humana, de una sociedad acogedora y fraterna”.


Pésame del Santo Padre por el accidente aéreo en Colombia
Posted by Redaccion on 30 November, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha querido mostrar su cercanía a las víctimas de la tragedia que golpeó ayer tanto a Brasil como a Colombia. Un avión, procedente de Brasil y con destino Medellín, sufrió un accidente por razones aún desconocidas y se cobró la vida de 71 personas. Entre los pasajeros estaba el equipo de fútbol brasileño de Chapecoense. Tan solo han sobrevivido 6 personas.
A través de un telegrama firmado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, y dirigido al obispo colombiano de Sonsón-Rionegro, informa que el Santo Padre “hondamente apenado al conocer la dolorosa noticia del grave accidente aéreo”, eleva oraciones “por el eterno descanso de los fallecidos”. Asimismo el Papa pide al obispo que “transmita el sentido pésame” a los familiares y a quienes lloran “tan sensible pérdida”, junto con expresiones de “afecto, solidaridad y consuelo a los heridos y afectados por el trágico suceso”. A la vez, “el papa Francisco pide al Señor que derrame sobre todos ellos los dones de la serenidad espiritual y de la esperanza cristiana” e imparte de corazón “la bendición apostólica”.
Junto a este telegrama, también se envió otro al presidente de la Conferencia Episcopal Brasileña, el cardenal Sérgio Da Rocha. Del mismo modo, el cardenal Parolin informa que el Papa, consternado por la trágica noticia, pide transmitir “sus condolencia y su cercanía a todos los que están en luto”. Al mismo tiempo que encomienda a Dios Padre de misericordia a los fallecidos, el Santo Padre pide “consuelo y restablecimiento para los heridos”, “valentía y consolación de la esperanza cristiana para todos los afectados por la tragedia”.


Beato Charles de Foucauld – 1 de diciembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 30 November, 2016



(ZENIT – Madrid).- Este «misionero del Sahara», apóstol de los tuaregs, nació en Strassbourg, Francia, el 15 de septiembre de 1858. Su origen aristocrático –fue vizconde de Foucauld– inicialmente no le otorgó a su carácter la distinción que cabría esperar en alguien de su alcurnia. Él y su hermana María perdieron a sus padres. Charles tenía 6 años. Creció junto a ella bajo la tutela de su abuelo, encaminándose a la vida militar. Antes había estudiado con los jesuitas, pero en los tres años que estuvo con ellos no parece que sus enseñanzas hicieran mella en su espíritu. Desde sus 16 años vivía alejado de la fe. Como el hijo pródigo, dilapidó la copiosa herencia que le legaron tiñendo su existencia con las sombras de ese ambiente licencioso al que se asomó.
Fue en 1878 cuando se integró en el ejército y dos años más tarde convertido en oficial prestó sus primeros servicios en Sétif, Argelia. Dios no existía entonces para él. Otros intereses mundanos llamaban su atención y al año siguiente su mala conducta supuso su expulsión. A partir de ese momento tuvo una vida ajetreada. Se convirtió en explorador, aunque a la par sondeaba, inquiría íntimamente una respuesta espiritual que, todavía difusa, le inquietaba.
Participó en la revuelta de Bon Mama en Orán del Sur, estudio árabe y hebreo, y en 1883 inició una expedición a Marruecos por la que fue condecorado con la medalla de oro de la Sociedad Geográfica; recorrió Argelia y Túnez. Fue un viaje que preparó su espíritu para ser fecundado por la gracia divina ya que al ver cómo vivían su fe los musulmanes, brotó de su interior esta ardiente súplica: «Dios mío, si existes, haz que te conozca». Esta sinceridad y apertura fueron suficientes para que penetrase la luz divina en su corazón a raudales. En octubre de 1886 cuando se hallaba en París preparando el texto sobre su viaje por Marruecos, inició su itinerario espiritual llevado de la mano del padre Huvelin. Obedeciendo sus indicaciones, se confesó, pese a declararse no creyente, y se sintió totalmente renovado: «Tan pronto como creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa sino vivir para El; mi vocación religiosa es del mismo momento que mi fe: Dios es tan grande».
Durante siete años la Trapa fue su hogar. Primeramente pasó uno en la casa de Nuestra Señora de las Nieves, en Francia, y de allí, a petición suya vivió otros seis en la que tenían en Akbés, Siria. Impactado por la experiencia, pero sin terminar de encajar allí totalmente, regresó a Roma para cursar estudios por indicación de sus superiores, pero en 1896 abandonó la comunidad trapense y peregrinó a Tierra Santa. Allí permaneció un tiempo asistiendo a las hermanas clarisas en Nazareth. Fue otro momento importante para su vida espiritual que recorrió impregnándose de la pobreza que hallaba encerrada en estos matices: «No tenemos una pobreza convencional, sino la pobreza de los pobres. La pobreza que, en la vida escondida, no vive de dones ni de limosnas ni de rentas, sino sólo del trabajo manual».
Después de una profunda experiencia casi eremítica, saboreando la riqueza de la contemplación, regresó a Francia donde prosiguió los estudios que en 1901 culminaron con su ordenación sacerdotal en Viviers. Tenía 43 años y una idea apostólica tan clara que no dudó en materializarla: la evangelización de Marruecos. Al no poder residir en el país, como hubiera sido su deseo, se afincó lo más cerca posible, en Beni-Abbés, Argelia. Ya tenía clavada esta convicción: «Haré el bien en la medida en que sea santo». El espíritu de sacrificio, la pobreza, el desvelo por los enfermos y los más necesitados se había convertido en el objetivo prioritario de su vida que había encendido con sus largas horas de adoración ante la Eucaristía: «La Eucaristía es Dios con nosotros, es Dios en nosotros, es Dios que se da perennemente a nosotros, para amar, adorar, abrazar y poseer». Sabía por experiencia y así lo expresó que «cuanto más se ama, mejor se ora».
Emulando a los mercedarios, liberó esclavos en 1902, y entre 1904 y 1905 se estableció en Tamanrasset junto al pueblo tuaregs del Hoggar argelino. Parecía como si tuviese la impresión de que debía apurar el tiempo. Tabajó con denuedo en una formidable labor de inculturación, primeramente traduciendo al tuareg los evangelios, labor que continuó a la inversa, traduciendo al francés poesía tuareg. Es autor de un diccionario bilingüe francés-tuareg y tuareg-francés, de una gramática y de varias obras sobre esta tribu nómada. Este era su anhelo: «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: ‘Si tal es el servidor, ¿como entonces será el Maestro…’?».
En 1909 puso en marcha la Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón con el objetivo de llevar la fe a África. En los once años que convivió con los tuaregs se hizo uno con ellos sin escatimar esfuerzos, con el gozo de saber que de ese modo cumplía fielmente la misión a la que se sintió llamado por Cristo. Amó al pueblo hasta el fin, y allí entregó su vida. El 1 de diciembre de 1916 una bala de fusil en medio de una emboscada bereber acabó con este gran apóstol que fue beatificado por Benedicto XVI el 13 de noviembre de 2005.
El influjo de su espiritualidad se halla en diversas instituciones: los Hermanitos y las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas y los Hermanitos del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, las Hermanitas del Sagrado Corazón, la Fraternidad Jesús Caritas, y la Fraternidad Charles de Foucauld.