Servicio diario - 02 de diciembre de 2016


 

El Papa se reúne con el presidente de Uruguay durante 40 minutos
Posted by Sergio Mora on 2 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este viernes al presidente de Uruguay, Tabaré Ramón Vázquez, en el Palacio Apostólico del Vaticano, en una audiencia que duró en total de 41 minutos incluida la parte privada que se realiza a puerta cerrada. Allí, claramente, no tuvieron necesidad de intérprete.
“¡Cuánto tiempo que pasó, es un gusto!”, fueron las primeras palabras del Pontífice al darle un apretón de manos al presidente que se encuentra en su segundo mandato. En Uruguay no existe la reelección consecutiva. Tabaré fue presidente del año 2005 al 2010 cuando entregó el mando al presidente José Mujica y fue reelecto en el 2015 para su mandato de cinco años.
El médico uruguayo estaba acompañado por su esposa María Auxiliadora Delgado, conocida por su empeño social con la Iglesia, a quien conoció en su barrio popular de La Teja durante una kermesse de los Salesianos. Estaba también su hijo Álvaro, médico y teólogo; el embajador ante la Santa Sede, Francisco Ottonelli y dos secretarios personales.
Las cordiales conversaciones –informa la oficina de prensa de la Santa Sede– han puesto de manifiesto las buenas relaciones existentes entre la Santa Sede y Uruguay, así como el interés común por el desarrollo integral de la persona, el respeto de los derechos humanos y la paz social. En tal contexto, “se ha puesto de manifiesto el rol y la contribución positiva de las instituciones católicas en la sociedad uruguaya, especialmente en la promoción humana, en la formación y en la asistencia a los más necesitados”. Asimismo, en el desarrollo de las conversaciones se han detenido en la “situación política nacional y regional”, con especial referencia al “desarrollo de las instituciones democráticas y a la situación social y humanitaria del continente”.
El embajador uruguayo ante el Vaticano, Francisco José Ottonelli, sostuvo ayer que el presidente manifestaría al Papa su deseo de que se abran los archivos vaticanos para investigar los delitos de la dictadura en Uruguay, en particular los datos sobre detenidos o desaparecidos entre 1973 y 1985, de acuerdo a cuanto ha sido publicado en la web de Presidencia, iniciativa que contaría con el consentimiento de los obispos locales.
En el intercambio de dones, el Santo Padre le regaló los documentos pontificios Evangelii Gaudium; Amore Laetitia; y Laudato Si’, además de un medallón realizado por un artista italiano que habla del desierto que florece. Por su parte el presidente de Uruguay le regaló una geoda de amatista, piedra típica que se encuentran en el país platense, dentro de la cual hay cristales de dicha piedra semipreciosa.
El mandatario latinoamericano, que además es médico oncólogo, está realizando una gira que inició en España en busca de inversiones para un plan de infraestructuras que comprende ferrocarriles y puertos; siguió en París en donde expuso la experiencia uruguaya de descentralización de Gobierno, y después de su escala en Italia para encontrar al papa Francisco, concluirá en Viena para disertar sobre oncología.
Leer también: Uruguay: óptimas relaciones con la Iglesia, caminando hacia un sano laicismo


El Santo Padre envía su bendición al pueblo de Guatemala
Posted by Sergio Mora on 2 December, 2016



(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco envió este jueves su bendición al pueblo guatemalteco. Lo indicó el nuevo embajador de Guatemala ante la Santa Sede, Alfredo Vásquez Rivera, después de presentar las Cartas Credenciales al santo padre Francisco, en una entrevista que concedió a ZENIT.
El embajador subrayó la alegría que caracterizó el encuentro y aseguró que fue una de las experiencias más emocionantes de su carrera diplomática. Y precisó: “Fue un encuentro muy alegre, lo había saludado informalmente cuando realizó su viaje apostólico a Israel en donde fui embajador y hoy por lo tanto fue un reencuentro con él, una experiencia muy muy positiva”.
Hablaron de “temas generales de América Latina y sobre mi país, ya que el Papa conoce muy bien nuestra región y América Latina”.
Un tema en el que ha mostrado gran sensibilidad, aseguró el diplomático es el de los inmigrantes. Explicó que hay unos dos millones de guatemaltecos en Estados Unidos, “muchos de ellos en proceso de legalización y entre ellos también hay menores no acompañados”. Precisó que “por tener frontera con México somos un estado tapón de América Latina y los migrantes pasan por nuestro territorio intentando llegar a México y Estados Unidos”.
Señaló también que “la Iglesia ha sido un bastión importante para nuestra agenda migratoria” y que “una semana atrás nuestro ministro de Exteriores tuvo una reunión con un grupo de arzobispos de Centroamérica en Guatemala y conversó con ellos sobre la problemática migratoria y de la la necesidad de darles protección”. Aseguró además que “la Iglesia en Estados Unidos es un brazo fundamental de apoyo para los migrantes guatemaltecos”.
Interrogado sobre las relaciones Iglesia-Estado en su país, el nuevo jefe diplomático de Guatemala ante la Santa Sede las calificó como “excelentes” y además añadió que “el nuncio tiene una importante representación”.
Otro tema de conversación fue la ecología y la defensa de la vida: “El Santo Padre tiene una visión muy integral sobre la creación, con la persona humana en el centro y todo su entorno del medio ambiente, y mi país necesita apostarle al tema del medio ambiente” dijo.
Señaló además otra coincidencia importante: “Mi país apoya el desarrollo de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”. Señaló además que la actual legislación de Guatemala “es muy clara y no contempla ni eutanasia ni aborto, los cuales están penalizados. Estamos claros en esta posición”.
Concluyó indicando que “el Papa me regaló tres libros y en uno de los cuales me puso su autógrafo. Es un Papa que entiende nuestros problemas y todo lo que había leído sobre él se queda corto. Esta ha sido la experiencia más emocionante de mi carrera diplomática”.


Francisco aprueba decretos de la Congregación para las Causas de los Santos
Posted by Redaccion on 2 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha autorizado –durante una reunión con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos– la promulgación de varios decretos.
Entre ellos se encuentran el martirio de los Siervos de Dios Vicente Queralt Lloret, sacerdote profeso de la Congregación de la Misión, y 20 compañeros, entre los cuales seis sacerdotes profesos de la misma Congregación, cinco sacerdotes diocesanos, dos Religiosas Hijas de la Caridad y siete Laicos de la Asociación Hijos de María de la Medalla Milagrosa, asesinados por odio a la fe durante la guerra civil en España entre 1936 y 1937. Al ser reconocido el martirio, todos ellos serán beatificados.
Asimismo, ha reconocido las virtudes heroicas del Siervo de Dios José Bau Burguet, sacerdote diocesano, párroco en Masarrochos (España), nacido el 20 de abril de 1867 y fallecido el 22 de noviembre de 1932. También las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Luz Rodríguez-Casanova y García San Miguel, española fundadora de la Congregación de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón; nacida el 28 de agosto de 1873 y fallecida el 8 de enero de 1949. Este reconocimiento supone pasar a ser venerables.
Además, el Santo Padre ha aprobado el decreto del milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Giovanni Schiavo, sacerdote italiano profeso de la Congregación de San José, nacido el 8 de julio de 1903 y fallecido el 27 de enero de 1967.
El martirio del Siervo de Dios Teófilo Matulionis, arzobispo – obispo de Kaišiadorys (Lituania); nacido el 22 de junio de 1873 y asesinado por odio a la fe el 20 agosto de 1962.
El martirio del Siervo de Dios Stanley Francesco Rother, sacerdote estadounidense diocesano y misionero en Guatemala; nacido el 27 marzo de 1935 y asesinado por odio a la fe el 28 de julio de 1981.
Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Guglielmo Massaja, italiano de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, Cardenal de la Santa Romana Iglesia, nacido el 8 de junio de 1809 y fallecido el 6 de agosto de 1889.
Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Nunzio Russo, sacerdote diocesano italiano, fundador de la Congregación de las Hijas de la Cruz; nacido el 30 de octubre de 1841 y fallecido el 22 de noviembre de 1906.
Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Mario Ciceri, sacerdote diocesano italiano; nacido el 8 de setiembre de 1900 y fallecido el 4 de abril de 1945.
Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Maria Giuseppa Aubert (en el siglo: Susanna), Fundadora del Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de la Compasión; nacida el 19 de junio de 1835 y fallecida el 1 de octubre de 1926.
Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Caterina Aurelia de la Preciosísima Sangre, (en el siglo: Aurelia Caouette), canadiense, fundadora de la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de la Unión de Saint-Hyacinthe; nacida el 11 de julio de 1833 y fallecida el 6 de julio de 1905.
Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Leonia Maria Nastał, monja polaca profesa de la Congregación de las Pequeñas Esclavas de la Bienaventurada Virgen María Inmaculada; nacida el 8 de noviembre de 1903 y fallecida el 10 de enero de 1940.


“Comprenderemos plenamente quién es el Espíritu Santo solamente en el paraíso”
Posted by Rocío Lancho García on 2 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha realizado esta mañana en el Vaticano la primera predicación de Adviento en la que ha reflexionado sobre lo que quiere decir “Creo en el Espíritu Santo”. Así, ha iniciado explicado que la mayor novedad del post Concilio, en la teología y en la vida de la Iglesia, tiene un nombre precioso: el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, ha explicado, no es un pariente pobre de la Trinidad. No es un simple “modo de actuar” de Dios, una energía o un fluido que atraviesa el universo como pensaban los estoicos; es una “relación subsistente”, por lo tanto una persona.
Por otro lado, el predicador ha recordado que el año que viene se celebra el 50º aniversario del inicio, en la Iglesia católica, de la Renovación Carismática. “Es uno de los muchos signos –el más evidente por la inmensidad del fenómeno– del despertar del Espíritu y de los carismas en la Iglesia”, ha asegurado. Al respecto ha precisado que el Concilio había allanado el camino a su acogida, hablando en la Lumen gentium, de la dimensión carismática de la Iglesia.
De este modo, Cantalamessa ha señalado que después del Concilio se multiplicaron los tratados sobre el Espíritu Santo. Y en los últimos años –ha observado– estamos asistiendo a un paso decidido hacia delante en esta dirección. En esta línea, el padre Raniero ha proseguido la predicación analizando la “teología del tercer artículo”, que hace referencia al artículo del credo sobre el Espíritu Santo. Tal corriente –ha explicado– no quiere sustituir a la teología tradicional, sino más bien estar a su lado y vivificarla.
En el credo actual, “se parte de Dios Padre y creador, de Él se pasa al Hijo y a su obra redentora, y finalmente al Espíritu Santo operante en la Iglesia”. En la realidad, ha precisado, “la fe sigue el camino inverso”. Fue la experiencia pentecostal del Espíritu “que llevó a la Iglesia a descubrir quién era verdaderamente Jesús y cuál había sido su enseñanza”.
En otras palabras, “en el orden de la creación y del ser, todo parte del Padre, pasa por el Hijo y llega a nosotros en el Espíritu; en el orden de la redención y del conocimiento, todo comienza con el Espíritu Santo, pasa por el Hijo Jesucristo y vuelve al Padre”.
Esto no significa, ha advertido, que el credo de la Iglesia no sea perfecto o que deba ser reformado. “Es la forma de leerlo que de vez en cuando es útil cambiar, para rehacer el camino con el que se ha formado”, ha aconsejado el predicador.
A continuación, ha anticipado que intentará en las tres meditaciones de Adviento, “proponer reflexiones sobre algunos aspectos de las acciones del Espíritu Santo, partiendo justamente del tercer artículo del credo que se refiere a esto”.
De este modo ha planteado tres preguntas. Primero, ¿qué vida da el Espíritu Santo? Respuesta: da la vida divina, la vida de Cristo. “Una vida sobre-natural, no una super-vida natural”, ha precisado. Segundo, ¿dónde nos da tal vida? Respuesta: en el bautismo, que es presentado de hecho como un “renacer del Espíritu”, en los sacramentos, en la palabra de Dios, en la oración, en la fe, en el sufrimiento aceptado en unión con Cristo. Tercero, ¿cómo nos da la vida, el Espíritu? Respuesta: haciendo morir las obras de la carne.
Prosiguiendo con la reflexión, ha explicado que lo que distingue al Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Lo que lo distingue del Padre es que procede de él y lo que lo distingue del Hijo es que procede del Padre no por generación, sino por espiración.
El Espíritu Santo –ha explicado– quedará siempre el Dios escondido, también si logramos conocer los efectos. Él es como el viento: no se sabe de dónde viene y adonde va, pero se ven los efectos cuando pasa. Es como la luz que ilumina todo lo que está delante, quedando esa escondida. Por esto, ha observado el padre Raniero, es la persona menos conocida y amada de los Tres, a pesar de que sea el Amor en persona. “Nos resulta más fácil pensar en el Padre y en el Hijo como “personas”, pero es más difícil para el Espíritu”, ha advertido. Por esta razón, ha asegurado que “comprenderemos plenamente quién es el Espíritu Santo solamente en el paraíso”.


Texto completo de la primera predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa
Posted by Redaccion on 2 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Publicamos a continuación el texto completo de la primera predicación de adviento del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap, predicador de la Casa Pontificia.
“CREO EN EL ESPÍRITU SANTO”
1. La novedad del post-concilio
Con la celebración del 50º aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II se concluyó la primera fase del “después del Concilio” y se abre otra. Si la primera fase ha estado caracterizada por los problemas relativos a la “recepción” del Concilio, esta nueva se caracterizará, creo, por el completar e integrar el Concilio; en otras palabras, el releer el Concilio a la luz de los frutos producidos, dando luz también a lo que falta, o que estaba presente solo en la fase seminal.
La mayor novedad del post Concilio, en la teología y en la vida de la Iglesia, tiene un nombre precioso: el Espíritu Santo. El Concilio no había ignorado su acción en la Iglesia, pero había hablado casi siempre en passant, mencionándolo a menudo, pero sin dar luz al rol central, ni tampoco en la constitución sobre la Liturgia. En una conversación, en el tiempo en el que estábamos juntos en la Comisión Teológica Internacional, recuerdo que el padre Yves Congar usó una imagen fuerte respecto a esto; habló de un Espíritu Santo, esparcido aquí y allí en los textos, como se hace con el azúcar sobre los dulces que, sin embargo, no entra a formar parte de la composición de la masa.
El deshielo sin embargo había comenzado. Podemos decir que la esperanza de san Juan XXIII del concilio como de “un nuevo Pentecostés para la Iglesia” ha encontrado su actuación solo después, con el concilio concluido, como ha sucedido a menudo, por otro lado, en la historia de los concilios.
En el año entrante se celebra el 50º aniversario del inicio, en la Iglesia católica, de la Renovación Carismática. Es uno de los muchos signos -el más evidente por la vastedad del fenómeno- del despertar del Espíritu y de los carismas en la Iglesia. El Concilio había allanado el camino a su acogida, hablando, en la Lumen gentium, de la dimensión carismática de la Iglesia, junto a esa institucional y jerárquica, e insistiendo en la importancia de los carismas[1]. En la homilía de la misa crismal del Jueves Santo de 2012, Benedicto XVI afirmó:
“Mirando a la historia de la época post-conciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en movimientos llenos de vida y que hacen casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu Santo”.
Contemporáneamente, la renovada experiencia del Espíritu Santo ha estimulado la reflexión teológica[2]. Después del concilio se han multiplicado los tratados sobre el Espíritu Santo: entre los católicos, el del mismo Congar[3], de K. Rahner[4], de H.Mühlen[5] y de von Balthasar[6]; entre los luteranos el de J. Moltmann[7] y de M. Welker[8], y de muchos otros. Por parte del magisterio ha estado la encíclica de san Juan Pablo II “Dominum et vivificantem”. Con ocasión del XVI centenario del concilio de Constantinopla del 381, el mismo Sumo Pontífice promovió un congreso internacional de Pneumatología en el Vaticano, cuyos actos fueron publicados por la Librería Editrice Vaticana, en dos grandes volúmenes titulados “Credo in Spiritum Sanctum” [9].
En los últimos años estamos asistiendo a un paso decidido hacia delante en esta dirección. Hacia el final de su carrera, Karl Barth hizo una afirmación provocadora que era, en parte, también una autocrítica. Dijo que en un futuro se desarrollaría una teología diferente, la “teología del tercer artículo”. En el mismo sentido se expresó Karl Rahner. Por “tercer artículo” se entiende, naturalmente, el artículo del credo sobre el Espíritu Santo. La sugerencia no cayó en el vacío. De aquí se inició la actual corriente denominada, precisamente, “Teología del tercer artículo”.
No creo que tal corriente quiera sustituir a la teología tradicional (sería un error si lo pretendiera), sino más bien estar a su lado y vivificarla. Esta se propone hacer del Espíritu Santo no solo el objeto del tratado que a él se refiere, la Pneumatología, sino por así decir la atmósfera en la que se desarrolla toda la vida de la Iglesia y cada búsqueda teológica, la “luz de los dogmas”, como un antiguo Padre de la Iglesia definía al Espíritu Santo.
La exposición más completa de esta reciente corriente teológica es el volumen de ensayos que apareció en inglés el pasado octubre, con el título “Teología del tercer artículo. Para una dogmática pneumatológica”[10]. En él, partiendo de la doctrina trinitaria de la gran tradición, teólogos de diferentes Iglesias cristianas ofrecen su contribución, como premisa a una teología sistemática más abierta al Espíritu y que responde más a las exigencias actuales. Se me ha pedido también a mí, como católico, contribuir con un ensayo sobre “Cristología y pneumatología en los primeros siglos de la Chiesa”.
2. El credo leído desde abajo
Las razones que justifican esta nueva orientación teológica no son solamente de orden dogmático, sino también histórico. En otras palabras, se entiende mejor qué es, y qué se propone, la teología del tercer artículo si se tienen en cuenta cómo se ha formado el símbolo actual Niceno-Constantinopolitano. De esta historia emerge clara la utilidad de leer una vez tal símbolo “a la inversa”, es decir, empezando por el final en vez de que desde el principio.
Trato de explicar qué pretendo decir. El símbolo Niceno-Constantinopolitano refleja la fe cristiana en su fase final, después de todas las declaraciones y las definiciones conciliares, terminadas en el siglo V. Refleja el orden alcanzado al final del proceso de formulación del dogma, pero no refleja el proceso mismo. No corresponde, en otras palabras, al proceso con el que de hecho la fe de la Iglesia se ha formado históricamente, y tampoco corresponde al proceso con el que se añade hoy a la fe, entendida con fe viva en un Dios vivo.
En el credo actual, se parte de Dios Padre y creador, de Él se pasa al Hijo y a su obra redentora, y finalmente al Espíritu Santo operante en la Iglesia. En la realidad, la fe siguió el camino inverso. Fue la experiencia pentecostal del Espíritu que llevó a la Iglesia a descubrir quién era verdaderamente Jesús y cuál había sido su enseñanza. Con Pablo y sobre todo con Juan, se llega a subir de Jesús al Padre. Es el Paráclito que, según la promesa de Jesús, conduce a los discípulos a la “plena vedad” sobre Él y el Padre (Jn 16, 13).
San Basilio de Cesárea resume en estos términos el desarrollo de la revelación y de la historia de la salvación:
“El camino del conocimiento de Dios procede del único Espíritu, a través el único Hijo, hasta el único Padre; inversamente la bondad natural, la santificación según la naturaleza, la dignidad real se difunden desde el Padre, por medio del Unigénito, hasta el Espíritu” [11].
En otras palabras, en el orden de la creación y del ser, todo parte del Padre, pasa por el Hijo y llega a nosotros en el Espíritu; en el orden de la redención y del conocimiento, todo comienza con el Espíritu Santo, pasa por el Hijo Jesucristo y vuelve al Padre. ¡Podemos decir que san Basilio es el verdadero iniciador de la teología del tercer artículo! En la tradición occidental todo esto está expresado sintéticamente en la estrofa final del himno del Veni creator. Dirigiéndose al Espíritu Santo, en esta la Iglesia reza diciendo:
Per te sciamus da Patrem,
noscamus atque Filium,
te utriusque Spiritum
credamus omni tempore.
Haz que por ti conozcamos al Padre
y sabemos también quien es el Hijo
y que en ti, Espíritu de ambos,
creamos ahora y eternamente.
Esto no significa mínimamente que el credo de la Iglesia no sea perfecto o que deba ser reformado. Es la manera de leerlo que de vez en cuando es útil cambiar, para rehacer el camino con el que se ha formado. Entre las dos formas de utilizar el credo – como producto cumplido, o en su mismo hacerse -, está la misma diferencia que hacer personalmente, de buena mañana, la escalada del Monte Sinaí partiendo del monasterio de Santa Caterina, o leer el relato de uno que ha hecho la escalada antes que nosotros.

3. Un comentario sobre el “tercer artículo”
Intentaré por lo tanto, en las tres meditaciones de Adviento, proponer reflexiones sobre algunos aspectos de la acción del Espíritu Santo, partiendo justamente del tercer artículo del credo que se refiere a esto. Esto comprende tres grandes afirmaciones: partamos de la primera:
a.“Creo en el Espíritu Santo que es Señor y da la vida”.
El credo no dice que el Espíritu Santo es “el” Señor (un poco antes, en el credo se proclama: “creo en un solo Señor Jesucristo”. Señor (en el texto original, to kyrion, neutro!) indica aquí la naturaleza, no la persona; dice qué cosa es, no quién es el Espíritu Santo. “Señor” quiere decir que el Espíritu Santo comparte la Señoría de Dios, que está de la parte del Creador, no de las criaturas; en otras palabras que es de naturaleza divina.
A esta certeza la Iglesia había llegado basándose no solamente en la Escritura, pero también en la propia experiencia de salvación. El Espíritu, escribía ya san Atanasio, no puede ser una creatura porque cuando somos tocados por él (en los sacramentos, en la Palabra, en la oración) sentimos la experiencia de entrar en contacto con Dios en persona, no con un intermediario suyo. Si nos diviniza, quiere decir que es el mismo Dios[12].
¿No se podía, en el símbolo de la fe, decir la misma cosa de una manera más explícita, definiendo al Espíritu Santo pura y simplemente “Dios y consustancial con el Padre”, como se había hecho con el Hijo en el concilio de Nicea? Seguramente y fue justamente esta la crítica hecha por algunos obispos, entre los cuales san Gregorio Nazianzeno, a la definición. Por motivos de oportunidad y de paz, se prefirió decir la misma cosa con expresiones equivalentes, atribuyendo al Espíritu, además que el título de Señor, también la isotimia, o sea la igualdad con el Padre y el Hijo en la adoración y en la glorificación de la Iglesia.
La expresión sucesiva, según la cual el Espíritu Santo “da la vita”, es traída de diversos pasajes del Nuevo Testamento: “Es el Espíritu que da la vida” (Jn 6, 63); “La ley del Espíritu da la vida en Cristo Jesús” (Rm 8, 2); “El último Adan se volvió espíritu dador de vida” (1 Cor 15, 45); “La letra mata, el Espíritu vivifica” (2 Cor 3, 6).
Nos ponemos tres preguntas. Primero, ¿qué vida da el Espíritu Santo? Respuesta: da la vida divina, la vida de Cristo. Una vida sobre-natural, no una super-vida natural; crea al hombre nuevo, no al superhombre de Nietzsche “inflado de vida”. Segundo, ¿dónde nos da tal vida? Respuesta: en el bautismo, que es presentado de hecho como un “renacer del Espíritu” (Jn 3, 5), en los sacramentos, en la palabra de Dios, en la oración, en la fe, en el sufrimiento aceptado en unión con Cristo. Tercero, ¿cómo nos da la vida, el Espíritu? Respuesta: haciendo morir las obras de la carne. “Si con la ayuda del Espíritu hacen morir las obras de la carne vivirán” dice san Pablo en Romanos 8,13.
b.“… y procede del Padre (y del Hijo) y con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado”.
Pasemos ahora a la segunda afirmación del credo sobre el Espíritu Santo. Hasta ahora el símbolo de fe nos ha hablado de la naturaleza del Espíritu, no aún de la persona; nos ha dicho que es, no quien es el Espíritu, nos ha hablado de lo que acomuna al Espíritu Santo al Padre y al Hijo – el hecho de ser Dios y de dar la vida. Con la presente afirmación se pasa a lo que distingue al Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Lo que lo distingue del Padre es que procede de él (otro es aquel que procede, otro aquel del que procede); lo que lo distingue del Hijo es que procede del Padre no por generación, pero por espiración, para expresarnos en términos simbólicos, no como el concepto (logos) que procede de la mente, pero como el soplo procede de la boca.
Es el elemento central del artículo del credo, aquello con lo que se entendía definir el lugar que el Paráclito ocupa en la Trinidad. Esta parte del símbolo es conocida sobre todo por el problema del Filioque, que fue por un milenio el objeto principal del desacuerdo entre Oriente y Occidente. No me detengo sobre este problema que fue incluso demasiado discutido, también porque yo mismo he hablado de él en esta sede, abordando el tema de la comunión de fe entre Oriente y Occidente, en la cuaresma del año pasado.
Me limito a poner en claro aquello que podemos recoger de esta parte del símbolo y que enriquece nuestra fe común, dejando de lado las disputas teológicas. Esto nos dice que el Espíritu Santo no es un pariente pobre de la Trinidad. No es un simple “modo de actuar” de Dios, una energía o un fluido que atraviesa el universo como pensaban los estoicos; es una “relación subsistente”, por lo tanto una persona.
No tanto la “tercera persona singular”, sino más bien “la primera persona plural”. El “Nosotros” del Padre y del Hijo[13]. Cuando, para expresarnos de manera humana, el Padre y el Hijo hablan del Espíritu Santo, no dicen “él”, sino “nosotros”, porque él es la unidad del Padre y del Hijo. Aquí se ve la fecundidad extraordinaria de la intuición de san Agustín para quien el Padre es quien ama, el Hijo el amado y el Espíritu el amor que los une, el don intercambiado. Sobre esto se basa la creencia de la Iglesia occidental, según la cual el Espíritu Santo procede “del Padre y del Hijo”.
El Espíritu Santo, a pesar de todo, quedará siempre el Dios escondido, también si logramos conocer los efectos. Él es como el viento: no se sabe de donde viene y adonde va, pero se ven los efectos cuando pasa. Es como la luz que ilumina todo lo que está delante, quedando esa escondida. Por esto es la persona menos conocida y amada de los Tres, a pesar de que sea el Amor en persona. Nos resulta más fácil pensar en el Padre y en el Hijo como “personas”, pero es más difícil para el Espíritu.
No existen categorías humanas que puedan ayudarnos a entender este misterio. Para hablar de Dios Padre nos ayuda la filosofía que se ocupa de la causa primera (el “Dios de los filósofos”); para hablar del Hijo tenemos la analogía humana de la relación padre – hijo y tenemos también la historia, porque el Verbo se hizo carne. Para hablar del Espíritu no tenemos sino la revelación y la experiencia. La misma Escritura nos habla de él sirviéndose casi siempre de símbolos naturales: la luz, el fuego, el viento, el agua, el perfume, la paloma.
Comprenderemos plenamente quién es el Espíritu Santo solamente en el paraíso. Más aún, lo viviremos en una vida que no tendrá fin, en una profundidad que nos dará inmensa alegría. Será como un fuego dulcísimo que inundará nuestra alma y la colmará de gozo, como cuando el amor arrolla el corazón de una persona y esta se siente feliz.
c.“… y ha hablado por medio de los profetas”
Estamos en la tercera y última gran afirmación sobre el Espíritu Santo. Después de haber profesado nuestra fe en la acción vivificadora y santificadora del Espíritu Santo en la primera parte del artículo (el Espíritu que es Señor y da la vida), ahora se indica también su acción carismática. De ella se nombra un carisma para todos, aquel que Pablo considera el primero por importancia, o sea la profecía. (cf 1 Cor 14).
También del carisma profético se menciona solamente una etapa: el Espíritu que “ha hablado por medio de los profetas”, o sea en el Antiguo Testamento. La afirmación se basa sobre diversos textos de la Escritura, y en particular en 2 Pedro 21: “Movidos por el Espíritu Santo, hablaron algunos hombres de parte de Dios”.
4. Un artículo que es necesario completar
La Carta a los Hebreos dice que “después de haber hablado un tiempo por medio de los profetas, en los últimos tiempos Dios nos ha hablado en el Hijo” (cf Hb 1,1-2). El Espíritu no ha dejado por lo tanto de hablar por medio de los profetas; lo ha hecho con Jesús y lo hace también hoy en la Iglesia. Esta y otras lagunas del símbolo fueron colmadas poco a poco en la práctica de la Iglesia, sin necesidad, por esto, de cambiar el texto del credo (como sucedió lamentablemente en el mundo latino con el añadido del Filioque). Tenemos un ejemplo en la epiclesi de la liturgia ortodoxa llamada de San Jacobo, que dice así:
“Manda tu santísimo Espíritu, Señor y vivificador, que está sentado contigo, Dios y Padre, y con tu Hijo unigénito; que reina, consustancial y coeterno. Él ha hablado en la Ley, en los profetas del Nuevo Testamento; ha bajado en forma de paloma sobre Nuestro Señor Jesucristo en el río Jordán, reposando sobre él, y bajó sobre los santos apóstoles el día de la santa Pentecostés”. [14]
Uno quedaría desilusionado por lo tanto si quisiera encontrar en el artículo sobre el Espíritu Santo todo o también solamente lo mejor de la revelación bíblica sobre él. Esto pone en evidencia la naturaleza y el límite de cada definición dogmática. Su finalidad no es decir todo sobre un dato de la fe, sino trazar un perímetro dentro del cual se debe colocar cada afirmación y que ninguna afirmación puede contradecir. A esto se añade en nuestro caso, el hecho que el artículo fue compuesto en un momento en el cual la reflexión sobre el Paráclito había apenas iniciado y, por añadidura, razones históricas contingentes (el deseo de paz del emperador) imponía un compromiso entre las partes.
Pero nosotros no tenemos solamente las pocas palabras del credo sobre el Paráclito. La teología, la liturgia y la piedad cristiana, sea en Occidente que en Oriente, han revestido de “carne y sangre” las escarzas afirmaciones del símbolo de la fe. En la secuencia de Pentecostés la íntima relación y personal del Espíritu Santo con cada alma – una dimensión completamente ausente en el símbolo – ha sido expresada con títulos como padre de los pobres, luz de los corazones, dulce huésped del alma, dulcísimo alivio.
La misma secuencia dirige al Espíritu Santo una serie de oraciones que sentimos particularmente bellas y necesarias. Concluimos proclamándolas juntas, buscando de individuar entre ellas aquella que sentimos más necesaria para nosotros:
Lava quod ests órdidum,
Riga quod est áridum,
sana quod est sáucium.
Flecte quod est rígidum,
fove quod est frígidum,
rege quod est dévium.
Lava lo que está sucio,
riega lo que está árido,
sana lo que sangra.
Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está gélido,
endereza lo que está desviado.
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Traducción de Zenit
[1] Lumen gentium 12.
[2]Cf. La riscoperta dello Spirito. Esperienza e teologia dello Spirito Santo, a cura di Claus Hartmann e Heribert Muhlen, Milano 1975 (ed. originale, Erfahrung und TheolgiedesHeiligenGeistes, München 1974).
[3] Y. Congar, Credo nello Spirito Santo,2, Brescia 1982, pp. 157-224
[4] K. Rahner, Erfahrung des Geistes. Meditation auf Pfingsten, Herder, Friburgo i. Br. 1977.
[5] H. Mühlen ,Der Heilige Geist als Person. Ich – Du – Wir, Münster in W., 1963
[6] U. von Balthasar, Spiritus Creator, Brescia 1972, p. 109
[7] J. Moltmann, Lo Spirito della vita, , Brescia 1994, pp. 102-108.
[8] M. Welker, Lo Spirito di Dio. Teologia dello Spirito Santo, Brescia 1995, p.62.
[9] Editi da Libreria Editrice Vaticana nel 1983.
[10]Third Article Theology: A PneumatologicalDogmatics, a cura di MykHabets, Fortress Press, Settembre 2016.
[11] Basilio di Cesarea, De SpirituSancto XVIII, 47 (PG 32 , 153).
[12] S. Atanasio, Cartas a Serapiòn, I, 24 (PG 26, 585).
[13]Cf H. Mühlen, Der Heilige Geist als Person. Ich – Du – Wir, Aschendorff, Münster in W. 1963. Il primo a definire lo Spirito Santo il «divino Noi» è stato S. Kierkegaard, Diario II A 731 (23 aprile 1838).
[14] In A. Hänggi – I. Pahl, PrexEucharistica, Fribourg, Suisse, 1968, p. 250.


Año Jubilar de Calasanz, Francisco invita dejarse inspirar por el Espíritu Santo
Posted by Redaccion on 2 December, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco envió un mensaje por el Año Jubilar de Calasanz, dirigido al prepósito general de los padres esculapios, el sacerdote Pedro Aguado Cuesta.
Este jubileo fue inaugurado el 27 de noviembre pasado en la iglesia de San Pantaleo en Roma, con uma misa presidida por el cardenal João Braz de Aviz. El jubileo concluirá el 25 de noviembre de 2014, cuando se cumplen los 400 años de la congregación religiosa de san José de Calasanz a partir de las Escuelas Pías.
“El Papa Pablo V, hace 400 años, comprendió que era el Espíritu Santo quien guiaba a José de Calasanz a dedicarse a la educación de los niños que en aquel tiempo vagaban por las calles de Roma, y por eso erigió la Congregación Paulina de los Pobres de la Madre Dios de las Escuelas Pías”, como “la primera Congregación en la Iglesia dedicada exclusivamente a la educación de los niños y jóvenes, especialmente los más pobres”, escribe Francisco.
“Les invito a vivir este Año Jubilar –añade el Santo Padre– como un nuevo ”Pentecostés de los Escolapios. Que la casa común de las Escuelas Pías se llene de Espíritu Santo, para que se cree en ustedes la comunión necesaria para llevar adelante con fuerza la misión propia de los Escolapios en el mundo, superando los miedos y barreras de todo tipo”.
Les invita por ello a salir: “Que sus personas, comunidades y obras pueden irradiar en todos los idiomas, lugares y culturas, la fuerza liberadora y salvadora del Evangelio. Que el Señor les ayude a tener siempre un espíritu misionero y disponibilidad para ponerse en camino”. Así, recordando el lema elegido para este Año Jubilar: ‘Educar, Anunciar, Transformar’ les invita “a permanecer abiertos y atentos a las indicaciones que el Espíritu les sugiere”.
El Papa concluye recordándoles que ellos “no han sido fundados para otra grandeza que la de la pequeñez, ni para ninguna otra cima que la del abajamiento, que les reviste de los sentimientos de Cristo y les lleva a ser cooperadores de la Verdad divina y a hacerse niños con los niños y pobres con los pobres”.



El Santuario de Fátima abre el Año Jubilar por el centenario de las apariciones
Posted by Sergio Mora on 2 December, 2016



(ZENIT – Roma).- El Año Jubilar con motivo del centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, inició el domingo pasado en el santuario mariano portugués, con una procesión que atravesó la Puerta Jubilar construida para esta ocasión. El lema del jubileo es: “Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios”.
Las apariciones de María en Fátima a los tres pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, iniciaron el 13 de mayo de 1917 . A ellos Nuestra Señora les dio un mensaje compuesto de tres partes que concluye con la promesa del triunfo de su Inmaculado Corazón.
La misa en el santuario mariano estuvo presidida por el obispo Antonio Marto, quien señaló que la preparación para la Navidad, el tiempo de Adviento, “no se limita a la memoria romántica de un acontecimiento lejano en el pasado como el nacimiento del Niño Jesús”, sino que indica “la venida de Dios a nuestras vidas”.
Y lo relacionó con el mensaje de la Virgen en Fátima, que invita a la conversión, recordando que “el milagro más importante de Fátima no es la danza del sol, sino la conversión del corazón”.
El obispo de Fátima-Leiría invitó así a vivir el año jubilar que se ha abierto con “alegría y esperanza, como momento favorable de acción de gracias por el don de la visita y del mensaje de Nuestra Señora”, y a sentir “la experiencia de ternura y misericordia de Dios; de devoción al Inmaculado Corazón de María; de conversión y compromiso con Dios a favor del prójimo y por la paz en el mundo, siguiendo el ejemplo de los tres pastorcitos”.
“Atravesar la puerta del Jubileo es el signo externo de que entramos en peregrinación interior y nos dejamos guiar por la Virgen que es madre y sabe cómo guiarnos hacia Dios. Dejemos, por tanto, guiados por ella en este tiempo de perturbación y esperanza, dijo”.
La celebración en la basílica de la Santa Trinidad terminó con la bendición papal dada por el obispo Antonio Marto, Obispo de Leiria – Fátima, por mandato de Francisco.
Este año, para celebrar el 100 aniversario de las apariciones de Fátima se le concedió al santuario un año jubilar que inició este pasado 27 de noviembre hasta el 26 de noviembre de de 2017, en el cual obtendrán indulgencia plenaria “los fieles vengan en peregrinación al Santuario de Fátima en Portugal y que allí participen en una celebración u oración dedicada a la Virgen”.
Otra posibilidad para obtener la indulgencia: “Los fieles piadosos que visitan con devoción una imagen de Nuestra Señora de Fátima expuesta solemnemente a la veneración pública en cualquier templo, oratorio o local adecuado en los días de los aniversarios de las apariciones, el 13 de cada mes desde mayo hasta octubre (de 2017), y participen allí devotamente en alguna celebración u oración en honor de la Virgen María”, esto en cualquier parte del mundo”.
La tercera forma es para las personas que por la edad, enfermedad u otra causa grave no puedan desplazarse. Ellos pueden rezar ante una imagen de la Virgen de Fátima y deben unirse espiritualmente en las celebraciones jubilares en los días de las apariciones, los días 13 de cada mes, entre mayo y octubre de 2017. En todos los casos deben rezar el Padrenuestro, recitar el Credo e invocar a la Madre de Dios.
Leer el mensaje de Fátima


La Iglesia en Estados Unidos aprueba proyectos para América Latina
Posted by Redaccion on 2 December, 2016



(ZENIT – Roma).- Los obispos de Estados Unidos han aprobado 3,8 millones de dólares para proyectos de evangelización y de solidaridad de la Iglesia en América Latina y el Caribe, cuando dicha colecta anual este año celebra su 50 aniversario.
Entre las subvenciones aprobadas esta vez se encuentra una de casi medio millón de dólares que se ha otorgado para la reconstrucción de iglesias en Ecuador luego del terremoto de abril del 2016.
“Las enseñanzas y el cuidado pastoral de la Iglesia Católica deberían ser accesibles a todos pero, para muchos en América Latina y el Caribe, la ubicación, la geografía o las condiciones económicas les dificulta participar en la vida de la Iglesia”, dijo monseñor Eusebio Elizondo, obispo auxiliar de Seattle y presidente del subcomité. “Estas subvenciones llevan la fe a aquellos que se encuentran al margen, uniéndonos aquí en los Estados Unidos de manera especial con nuestros hermanos y hermanas que viven en la periferia en América Latina y el Caribe. La cifra récord de dinero que se ha otorgado este año solo ha sido posible mediante la generosidad de muchos católicos comprometidos en nuestro país”.
Las subvenciones aprobadas financian proyectos como la capacitación de líderes laicos, la formación de seminaristas y de religiosos, ministerio en prisiones y pastoral juvenil, incluyendo los siguientes proyectos:
″En Cuba, la Arquidiócesis de La Habana, recibió una subvención para impartir capacitación en bioética a diáconos permanentes para que puedan acompañar y formar a los fieles de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia acerca del aborto, la eutanasia y otros asuntos. En este programa, participarán veinte diáconos en 10 talleres y darán su apoyo a los ministerios en parroquias y en casas misioneras en la periferia de La Habana.
″En Guatemala, la Parroquia de San Pedro y San Pablo sirve a 17 comunidades diversas, tanto étnicas, sociales y económicas que cuentan con poca educación formal o religiosa. Esta parroquia recibió una subvención para capacitar a adultos y a jóvenes para que sean líderes en formación cristiana y coordinadores de pequeñas comunidades de fe. Los catequistas también recibirán capacitación para preparar a adultos y a niños en la recepción de los sacramentos. En general, este proyecto capacitará a más de 400 laicos comprometidos.
″También fueron aprobadas varias subvenciones extraordinarias para ayudar después de la destrucción dejada por el paso del Huracán Matthew en Haití y en Cuba, así como también para la Iglesia en Ecuador a fin de ayudar con la reconstrucción o la reparación de cuatro iglesias dañadas por el terremoto de este año.
″Se aprobó también una subvención para la reconstrucción de una iglesia parroquial en la Arquidiócesis de Puerto Príncipe. Esta subvención es parte de los fondos recibidos de la Colecta Especial para Haití que se hizo después del terremoto de 2010.
“Los católicos estadounidenses no solo están unidos en oración y en solidaridad con los fieles en otros países sino que también los beneficiarios de estas subvenciones a menudo oran por sus hermanos y hermanas en los Estados Unidos”, agregó el obispo Elizondo.


Gran Rabinato de Israel y Santa Sede: No a la violencia en nombre de Dio
Posted by Redaccion on 2 December, 2016



(ZENIT – Roma).- La XIV Reunión de la Comisión bilateral de las delegaciones del Gran Rabinato de Israel y de la Comisión de la Santa Sede para las relaciones religiosas con el judaísmo, concluyó este miércoles, 30 de noviembre, en Roma.
El tema ha sido “Promover la paz en el contexto de la violencia en nombre de la religión”. Al finalizar el encuentro se firmó una declaración conjunta de los presidentes de las dos delegaciones, el rabino Rasson Arussi y el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, junto a otros miembros de la Comisión.
Durante los trabajos — se lee en el texto– se han reconocido los trágicos pecados del pasado perpetrados en nombre de la religión y el terrible abuso blasfemo de la religión, que desacraliza la vida humana, negando la libertad y la diversidad humana, y poniendo desafíos críticos a nuestras respectivas tradiciones.
La presentación católica ha estudiado la cuestión si y en qué medida las religiones pueden desarrollar un rol en la solución de los conflictos y en la construcción de un nuevo orden internacional fundado en la paz, en la justicia y en el cuidado de la Creación.
“Nuestras religiones, afirmando la santidad divina de la vida humana, exigen el respeto de la vida de la identidad de cada persona. Esto debe ser garantizado a refugiados y migrantes, también acogiéndoles de forma que sean promovidos los derechos y la libertad de todos”, afirma la delegación vaticana.
Por su parte, la presentación judía ha revisado los distintos factores que conducen a la agresión, a la violencia y a la guerra, tratando de definir los criterios de valores que en particular en las tradiciones abrahámicas consienten oponerse a estos, en particular el valor de la santidad de la persona humana, el principio de la libre voluntad, y la estima de las diversidades como reflejo de la Divina Presencia y voluntad.
Bajo este aspecto dignas de mención han sido las palabras del cardenal Augustin Bea en su comentario a Nostra aetate, donde afirmaba que el concepto de Paternidad Divina implica que todos los seres humanos son iguales en dignidad. Además, las autoridades religiosas deben ejercitar humildad teológica en el proponer y en el interpretar las propias respectivas tradiciones, de tal forma que se eviten propósitos de violencia contra otros.
los miembros de la Comisión han tomado en consideración y escuchado con satisfacción las iniciativas explícitamente dirigidas al rechazo de los abusos violentos de la religión, en particular el reciente encuentro en Marrakesch, que ha publicado una histórica declaración de protección de la dignidad humana y de la diversidad en las tierras musulmanas.
En la declaración se lee: “Después de más de medio siglo de reconciliación judeo-católica y de diálogo fructífero, judíos y cristianos están llamados a trabajar juntos para contribuir y crear paz para toda la familia humana”. Por lo tanto, los participantes han “subrayado la importancia de educar a las nuevas generaciones y a promover paz y respeto recíproco”.
En la discusión de argumentos de actualidad, ha sido afirmado el principio del respeto universal por los lugares santos de cada religión, poniendo atención en los intentos de negar la unión histórica del pueblo hebreo al propio lugar más santo. En referencia a la reciente resolución de la UNESCO, la Comisión bilateral ha tomado posición con fuerza contra la negociación política y polémica de la historia bíblica, exhortando a todas las naciones a respetar tal unión histórica y religiosa.


No muros, sino apertura
Posted by Felipe Arizmendi Esquivel on 2 December, 2016



VER
Donald Trump insiste en su decisión de aumentar y hacer más efectivo el muro que separa a nuestro país de los Estados Unidos. En otras partes del mundo también existen ese tipo de impedimentos para que las personas se trasladen de un país a otro. La muralla china es un exponente histórico. También lo fue el Muro de Berlín. Entre Israel y Palestina hay una separación no sólo física, sino bélica. En algunos lugares, son las montañas o los ríos los que separan a los pueblos, pero se han construido puentes y túneles que unen.
Hay otro tipo de muros. Hay personas que se consideran las únicas capaces, y crean muros a su alrededor; no se juntan con nadie, porque juzgan y condenan a todos los que no son como ellos. En los propios hogares, a veces hay muros que impiden el diálogo, la convivencia serena, la armonía y la paz. Entre partidos, hay diferencias que son normales y positivas, pero también distancias que impiden alianzas sanas y provechosas para el bien común. En grupos de Iglesia, hay muros entre los mismos creyentes, por sus diferentes maneras de entender y vivir la fe. Se excluyen unos a otros y no quieren reunirse para nada con los otros.
PENSAR
El Papa Francisco ha dicho recientemente: “La separación ha sido una fuente inmensa de sufrimientos e incomprensiones. Nos hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás profesan con un acento y un lenguaje diferente” (31-X-2016). “El diálogo es la única vía para todos los conflictos. O se dialoga, o se grita; no hay otra” (1-XI-2016).
“El diálogo permite a las personas conocerse y comprender las exigencias los unos de los otros. Sobre todo, es señal de gran respeto. No dialogamos cuando hacemos prevalecer nuestra posición frente a la del otro. No dialogamos cuando no escuchamos suficientemente o tendemos a interrumpir al otro para demostrar que tenemos razón: ¡No! ¡No! ¡No es así! Y no dejamos que la persona termine de explicar lo que quiere decir.
Dialogar ayuda a las personas a humanizar las relaciones y a superar las incomprensiones. ¡Hay tanta necesidad de diálogo en nuestras familias, entre los profesores y sus alumnos; o entre directivos y obreros! El diálogo derriba los muros de las divisiones y de las incomprensiones. Dialogar es escuchar lo que me dice el otro y decir con docilidad lo que pienso yo. Pero si yo no dejo que el otro diga todo lo que tiene en el corazón y empiezo a gritar, no llegará a buen fin la relación entre marido y mujer, entre padres e hijos. Escuchar, explicar, con docilidad, no chillar al otro, no gritar al otro, sino tener un corazón abierto. Los invito a ser, por medio del diálogo, instrumentos que creen una red de respeto y fraternidad para derribar los muros de la división y de la incomprensión, y así crear puentes de comunicación para ser dignos de la misericordia de Dios” (28-X-2016).
“La mansedumbre es un modo de ser y de vivir que nos acerca a Jesús y nos hace estar unidos entre nosotros; logra que dejemos de lado todo aquello que nos divide y enfrenta, y se busquen modos siempre nuevos para avanzar en el camino de la unidad. Estamos llamados a ser seguidores de Jesús, afrontando los dolores y angustias de nuestra época con el espíritu y el amor de Jesús. Bienaventurados los que soportan con fe los males que otros les infligen y perdonan de corazón. Los aliento a actuar, al estilo de Jesús, con gran respeto y solidaridad con los hermanos y hermanas de las otras iglesias y comunidades cristianas” (1-XI-2016).
ACTUAR
Animémonos a dar los primeros pasos para acercarnos a aquellos con quienes tenemos diferencias de cualquier índole. Aprendamos a escuchar sus posturas, incluso sus reproches y sus quejas, sin defendernos en todo y sin atacar sistemáticamente. Descubramos la parte de verdad que tienen, que en el fondo puede ser la misma que la nuestra, pero desde otro ángulo que nos enriquece. No nos hagamos los autorreferenciales, como si fuéramos los perfectos y el centro del universo.
Entre creyentes, es más lo que nos une que lo que nos divide. Creemos en Jesús y queremos colaborar en la construcción de su Reino. Pero su Reino no es sólo justicia; es también verdad y vida, santidad y gracia, amor, misericordia y paz. Y cada grupo y persona construimos un aspecto de ese Reino; entre todos, avanzamos más. No nos encerremos en nosotros mismos. Los demás también valen.


‘Derribar muros’
Posted by Enrique Díaz Díaz on 2 December, 2016




Isaías 11, 1-10: “Les hará justicia a los pobres”
Salmo 71: “Ven, rey de justicia y de paz”
Romanos 15, 4-9: “Cristo salvó a todos los hombres”
San Mateo 3, 1-12: “Conviértanse porque ya está cerca el Reino de los cielos”
Me llega una invitación de esas que animan y alegran el corazón: “El próximo 18 de diciembre, ‘Día del Migrante’, se llevará a cabo la bendición de la Cocina-comedor de los hermanos migrantes, ubicado en la comunidad Emiliano Zapata, Palenque, Chis.” Y siguen unas palabras de motivación: “para con su presencia solidaria abrir nuestras fronteras a los hermanos migrantes centroamericanos porque ‘ningún ser humano es ilegal’, ‘Ser migrante no es delito’”. Es uno de tantos esfuerzos que a lo largo de la Frontera Sur y de muchos sitios de México, hace la gente sencilla que abre su corazón a la necesidad de los migrantes que aparecen ahora como desplazados y buscan refugio. Así, mientras a nivel nacional e internacional se escuchan reproches, insultos xenofóbicos y discriminatorios, y se pretende construir muros, alambradas y vallados… los pobres construyen puentes, abren puertas y enderezan caminos: hacen Adviento. ¡Qué diferentes actitudes!
Juan Bautista llega como una aparición fantasmal con pelos en su túnica de camello, pero sin pelos en la lengua. El desierto en la Biblia tiene un significado profundo. Al desierto se va a hacer oración, a encontrarse con Dios. Pero ahora desde el desierto nos llega una voz exigente: “Conviértanse… preparen… enderecen”. El llamado de urgencia a velar que recordábamos el domingo anterior, ahora se transforma en acciones concretas. La voz de Juan es como un aguijón que quiere lanzarnos al encuentro del Señor que ya llega. Adviento se traduce en salir al encuentro, en enderezar el camino, en abrir el corazón. Hemos vivido nosotros la experiencia dura del aislamiento, del que se queda solo, sin comunicación, abandonado. Así no se puede salvar. Nuestro mundo, a pesar de tantas comunicaciones, va encerrando al hombre en sus prisiones de aislamiento y soledad, de individualismo y egoísmo. Buscando la propia seguridad y bienestar rompe la relación con los demás, rompe con la naturaleza, rompe consigo mismo y rompe con Dios. Solamente acepta relaciones superficiales. Es cierto, llena su corazón de naderías, ocupa su mente en banalidades, pero no establece verdaderas relaciones con nadie.
La crítica demoledora de Juan el Bautista alcanza nuestros tiempos y nuestras situaciones. Sus tronantes acusaciones no quedan en el pasado. Exigir la justicia y la verdad, denunciar las falsas seguridades, enderezar los caminos, son temas de todos los tiempos y de toda la humanidad. Ciertamente lastima y ofende a quienes se sienten aludidos, a quienes se han montado en las estructuras del poder. Desenmascara y denuncia las hipocresías. Con sus verdades hiere y hace sufrir a los fariseos, pero en realidad si la verdad hace sufrir no es culpa de quien la dice, sino de quien la distorsiona. Y muestra el camino para el cambio del corazón: “Hagan ver con obras su conversión”.
Tiempo de Adviento es tiempo de tender lazos, de romper muros, de abrir corazones. Nuestro camino en el desierto, aquel que lleva al encuentro con Dios que se hace hombre, debe llamarse “conversión”: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”. La única manera de celebrar verdaderamente la Navidad será posible cuando nos hayamos convertido, cuando el hombre se descubra necesitado y abra su corazón. El Papa, nos invita a no dobleglarnos ante los muros, a no tener miedo: “Porque la misericordia es el mejor antídoto contra el miedo. Mucho más eficaz que los muros, las rejas, las alarmas y las armas. Y es gratis: es un don de Dios. No nos dejemos engañar: todos los muros caen. Sigamos trabajando para construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación. Enfrentemos el Terror con Amor”.
Muy cercana a esas exigencias del Bautista, pero en un tono optimista y soñador se nos presenta la visión de Isaías en la Primera Lectura de este domingo. A algunos les sonará a utopía pura, idealismo y sueño de locos, pero no debe ser así. Exigir la justicia para los pobres, preocuparse realmente por los oprimidos, hablar con valentía sin acomodarse a los propios intereses o a los caprichos de los poderosos, no caer en la complicidad de corrupción y engaño, son tareas esenciales del creyente que todos podemos y debemos realizar. No juzgar según las apariencias ni amarrarse a posiciones o partidos antes que a la verdad, son principios elementales que pueden traducirse en acciones en nuestra realidad cotidiana.
Ciertamente el día en que el lobo habite con el cordero, que la pantera se eche junto al novillo o que el niño juegue tranquilamente con la víbora, está todavía lejano. Pero mientras tanto podríamos ir comenzando por reconocernos como hermanos, construyendo una fraternidad creíble; se podría intentar vivir y convivir juntos sin hacer discriminaciones, se podría compartir el pan y el vestido, se podrían realizar tantas pequeñas acciones de cercanía, de compasión y de fraternidad… Tantas cosas que parecería que estamos alcanzando la utopía.
El canto de Isaías y las palabras de Juan son una interpelación y al mismo tiempo una buena noticia. Interpelación a la conversión, como insiste Juan Bautista. Conversión desde lo más profundo. ¡Qué exigente es con los fariseos y saduceos que pretendían recibir el bautismo pero seguir con su misma vida! Los llama raza de víboras y los amenaza con la imagen del hacha que está cortando las raíces. Pero al mismo tiempo es una buena noticia porque la promesa de Dios es para todos. Si aprendemos a vivir en solidaridad, si hacemos lo posible porque la justicia y la verdad lleguen a todos los pobres, si, como dice San Pablo, vivimos en armonía y nos acogemos los unos a los otros, ciertamente se va haciendo realidad la promesa de Dios hecha a su pueblo. Si construimos puentes en lugar de muros, si abrimos el corazón en lugar de rechazos… estará más cerca la Navidad.
¿Es posible romper nuestra caparazón de individualismo y egoísmo para abrirnos a los demás? ¿Estamos dispuestos a construir un mundo nuevo? ¿Qué necesitamos para restablecer relación con Dios, con los demás, con la naturaleza?
Padre bueno que nos has llamado a la unidad y al amor, al prepararnos al nacimiento de tu Hijo Jesús, concédenos construir los caminos de justicia y de paz que hagan posible el mundo de fraternidad anunciado por los profetas. Amén.


San Francisco Javier – 3 de diciembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 2 December, 2016



(ZENIT – Madrid).- El amanecer del 3 de diciembre de 1552 los ojos de este ardiente apóstol se apagaron en una humilde choza de paja, del entonces inhóspito islote de Shangchuan, situado a 14 km. de la costa de China, el país que ansiaba evangelizar. Pero con su vida, constantemente libada por amor a Cristo en una parte del gran continente asiático, ya había dejado escrita una de las páginas singularmente fecundas de la historia misionera de la Iglesia. Poco se puede añadir de él en esta sección de ZENIT que no se haya expuesto ya.
Se han vertido ríos de tinta en todos los rincones del mundo alumbrando una de las trayectorias apostólicas más apasionantes que han existido. El paso de los siglos ha acentuado la talla gigantesca de este jesuita que soñó, respiró, se alimentó, y se desgastó llevado únicamente de esta pasión que sentía por Cristo, latido de su inmenso corazón. Es indiscutible modelo y referente del apóstol que se proponga llevar la fe a cualquier país. Solo es posible evangelizar si se ama la misión y el lugar al que éste es enviado, como hizo el santo. Sus cartas y escritos son ciertamente conmovedores; rezuman caridad y pasión a raudales.
Nació en el castillo de Javier, Navarra, España, el 7 de abril de 1506. Era el último de cinco hermanos venidos al mundo en una noble familia que prestaba servicios al monarca. Su padre, Juan de Jasso, era un ilustre jurista que ostentó cargos relevantes en el reino. Y en la estirpe de su madre, María Azpilicueta, se hallaban varios reyes. A diferencia de sus dos hermanos varones, Francisco Javier no quiso seguir la carrera de las armas, sino la eclesiástica. Su juventud transcurrió en medio de conflictos bélicos que afectaron directamente a su familia.
Después de haber cursado estudios en España, en 1525 partió a París, rumbo a la Sorbona. Allí, un recio paisano, con una hondura espiritual que el santo no había visto antes, se fijó en él. Era el noble Iñigo de Loyola, quien se dio cuenta de que su joven y apuesto compatriota no era fácil de convencer, y le espetaba frecuentemente: «¿de que sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?». Porque Francisco Javier frecuentaba lugares bulliciosos, y, sin caer en la vileza, perdía el tiempo hundido en banales entretenimientos. Al fin comprendió, y realizó junto a Iñigo los ejercicios espirituales. Luego, formando parte de la Orden jesuita, que nacía entonces, emitió los votos el 15 de agosto de 1534 en Montmartre. Era el inicio de su pasaporte para la eternidad.
Viajó a Italia junto a Iñigo para ver al papa Pablo III, quien les bendijo para que efectuaran el viaje a Tierra Santa, pero la guerra lo impidió. Entre tanto, Francisco Javier fue ordenado sacerdote en Venecia en 1537. Evangelizó por lugares del entorno, entre otros Bolonia. De nuevo en Roma, y siendo nombrado por el pontífice legado suyo para misionar Oriente, embarcó hacia Lisboa en 1540. Era la respuesta del papa a la petición cursada por el gobierno portugués solicitando el envío de misioneros a colonias que estaban bajo su amparo. En 1541, el mismo día en el que cumplía 35 años, el santo se embarcó rumbo a Goa. Fue un viaje cuajado de dificultades y sobresaltos. Conviviendo con personas socialmente conflictivas, afrontó enfermedades, malestares físicos y toda clase de precariedades que puedan imaginarse, surgidos en esa travesía por mar, tan larga e incómoda en aquellos tiempos. En este complejo escenario evangelizó a todos.
Cuatro grandes viajes marcaron la vida de este incansable apóstol, aunque hubo otros, de orden quizá menor, pero que muestran su afán misionero. Tras recalar en Mozambique, fue a la India, a las islas Molucas, al Japón y de nuevo a la India. Combatió con vigor la inmoralidad de gobernantes y tropas, aprendió las lenguas de estos lugares, y tradujo textos evangélicos que repetía hasta la saciedad en cualquier esquina. Se abría paso agitando con brío una campanilla: «Cristianos, amigos de Jesucristo, por amor de Dios, enviad a vuestros hijos y esclavos a la doctrina». Era un excepcional catequista; dejaba a los niños ensimismados escenificando el evangelio y envolviendo su labor con cánticos y oraciones. Su ardor apostólico inflamaba su corazón: «Si no encuentro una barca, iré nadando», decía. Defendió los derechos de los esclavos y oprimidos, vivió expuesto a incontables peligros; nunca se desanimó. Convirtió y bautizó a miles hasta quedar al borde de la extenuación, sin bajar la guardia en ningún instante. Entre los convertidos se hallaban componentes de tribus como los paravas, los makuas y hasta inquietantes samuráis. Consoló a los enfermos, y vivió como los más pobres.
Sufrió la tragedia del asesinato de 600 cristianos, un momento delicado que le hizo exclamar: «Estoy tan cansado de la vida que lo mejor para mí sería morir por nuestra santa fe». En su corazón se hallaba presente China cuando se dispuso a partir al país en abril de 1552. El viaje estuvo plagado de contratiempos; se vio abandonado hasta de los suyos, con excepción del joven intérprete y amigo chino Antonio. Mientras esperaba poder ser transportado clandestinamente a la isla de Shangchuan, escribía cartas. La última fue el 13 de noviembre de 1552. Confiaba a dos jesuitas: «Sabed cierto una cosa y no lo dudéis, que en gran manera le pesa al demonio que los de la Compañía del nombre de Jesús entren en la China […]. En esto no pongáis duda; porque los impedimentos que me tiene puestos y pone cada día, nunca acabaría de escribíroslos…».
Y así fue que diecinueve días más tarde enfermó gravemente y falleció en soledad. Dice la tradición que en el castillo de Javier, el Cristo «sonriente», ante el que oraba siempre su familia, lloró su muerte. Su cuerpo incorrupto se venera en Goa. Había sido agraciado con experiencias místicas, don de lenguas y de milagros. Gregorio XV lo canonizó el 12 de marzo de 1622. Benedicto XIV lo proclamó patrono de Oriente en 1748. Pío X en 1904 lo designó patrono de la Propagación de la Fe y patrón universal de las misiones.