Servicio diario - 09 de diciembre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: “El auténtico sacerdote es un mediador cercano a su pueblo”
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Los sacerdotes son mediadores del amor de Dios, no intermediarios que piensan en el propio interés. Así lo ha subrayado el papa Francisco, en la homilía de este viernes de la misa celebrada en Santa Marta, que se ha centrado en las tentaciones que ponen en riesgo el servicio de los sacerdotes. De este modo, ha advertido sobre los “rígidos” que cargan sobre los fieles cosas que ellos no llevan. También ha señalado que la mundanidad que transforma al sacerdote en un funcionario, le lleva a ser “ridículo”.
Haciendo referencia a las palabras de Jesús en el Evangelio, el Santo Padre ha explicado que también hoy hay cristianos “insatisfechos” que “no consiguen entender qué ha enseñado el Señor”, “no consiguen entender el núcleo de la revelación del Evangelio”. Por eso ha hablado de los sacerdotes “insatisfechos” que “hacen mucho mal”. Viven insatisfechos buscando siempre nuevos proyectos “porque su corazón está lejos de la lógica de Jesús” y por eso “se quejan y viven tristes”.
Sin embargo, la lógica de Jesús debería dar “plena satisfacción” a un sacerdote, ha recordado el Papa. Jesús –ha subrayado– es el mediador entre Dios y nosotros. Y “nosotros tenemos que tomar este camino de mediadores”, “no otra figura que se parece mucho pero no es lo mismo: intermediarios”. Así ha explicado el Papa que “el intermediario hace su trabajo y toma la paga, nunca pierde”.
En esta línea, Francisco ha explicado que el mediador se pierde a sí mismo para unir las partes, de la vida, a sí mismo, el precio es ese: la propia vida, paga con la propia vida, el propio cansancio, el propio trabajo, muchas cosas.
El auténtico sacerdote “es un mediador muy cercano a su pueblo”, el intermediario no sabe qué significa “ensuciarse las manos”. Por eso –ha precisado– el sacerdote que cambia de mediador a intermediario no es feliz, está triste. Y busca un poco de felicidad “en el hacerse ver, en el hacer sentir la autoridad”.
Al respecto, el Pontífice ha advertido que para hacerse importantes, los sacerdotes intermediarios toman el camino de la rigidez. Asimismo ha asegurado que un sacerdote mundano, rígido, “es un insatisfecho porque ha tomado el camino equivocado”.
En este punto, el Santo Padre ha contado una anécdota que a su vez le contó un anciano monseñor que trabaja en la curia, “un hombre bueno, enamorado de Jesús”. Este monseñor fue al Euroclero (tienda cerca del Vaticano donde se puede comprar ropa para sacerdotes) a comprar un par de camisas. Allí vio delante del espejo a un chico -de no más de 25 años- o joven sacerdote o que iba a ser ordenador, con un manto grande, largo, con terciopelo, la cadena de plata y se miraba. Después se puso también el “saturno” (sombrero sacerdotal), se lo puso y se miraba en el espejo. “Un rígido mundano”, ha indicado. De este modo, Francisco ha contado que el “sabio monseñor” consiguió superar el dolor, con una broma de sano sentido del humor y añadió: “Y después dicen que la Iglesia no permite el sacerdocio a las mujeres”. Así que –ha indicado– el trabajo que hace el sacerdote cuando se convierte en funcionario termina en el ridículo, siempre.
En esta línea, el Santo Padre ha propuesto a los sacerdotes que en el examen de conciencia consideren esto: “¿hoy he sido funcionario o mediador?”
También ha contado que una vez una persona le dijo que reconocía a los sacerdotes por la actitud con los niños: “si saben acariciar a un niño, sonreír a un niño, jugar con un niño”. Esto es interesante –ha precisado– porque significa que saben abajarse, acercarse a las pequeñas cosas.
Para finalizar la homilía, el Pontífice ha propuesto tres iconos de sacerdotes mediadores y no intermediarios. El primero es Policarpo que “no negocia su vocación y va valiente a la pira y cuando el fuego le rodea, los fieles que estaban allí, sintieron el olor del pan”. Así –ha explicado– termina un mediador: como un trozo de pan para sus fieles. En segundo lugar san Francisco Javier, que muere joven en la playa de la Isla Shangchuan, “mirando a China” donde quería ir pero no podrá porque el Señor lo llama. El último icono propuesto por el Papa es el anciano san Pablo en las Tres Fuentes. Esa mañana –ha concluido el Pontífice– los soldados fueron donde él, lo arrestaron y él caminaba encorvado. “Sabía muy bien que esto sucedía por la traición de algunos dentro de la comunidad cristiana pero él luchó mucho, mucho, en su vida, que se ofrece al Señor como un sacrificio”, ha precisado.


El Papa asegura que el pesebre y el árbol ayudan a crear el clima natalicio favorable
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana a las delegaciones procedentes de Malta y de la región italiana del Trentino, que han regalado el Belén y el árbol de Navidad de la plaza de San Pedro. De este modo ha querido expresarles su reconocimiento y agradecimiento. Así, durante su discurso ha dedicado unas palabras a los niños que han decorado el árbol con el apoyo de la “Fundación Lene Thun”, que anima los talleres de terapia con cerámica en distintos hospitales. “Las esferas coloreadas que habéis creado representan los valores de la vida, del amor y de la paz que el Nacimiento de Cristo cada año viene a proponernos”, ha observado el Santo Padre.
Tal y como ha señalado, el pesebre colocado en la plaza de San Pedro, obra del artista maltés Manwel Grech, reproduce el paisaje de este país, y se completa con la tradicional cruz de Maly de la “luzzu”, típica embarcación que recuerda también la triste y trágica realidad de los migrantes en las barcas que se dirigen a Italia.
Al respecto, el Pontífice ha querido recordar que en la dolorosa experiencia de estos hermanos y hermanas, vemos de nuevo la del Niño Jesús, “que en el momento del nacimiento no encontró alojamiento y nació en la gruta de Belén”, y después “fue llevado a Egipto para huir de la amenaza de Herodes”.
De este modo ha asegurado que los que visiten este pesebre “serán invitados a redescubrir el valor simbólico, que es un mensaje de fraternidad, de compartir, de acogida y de solidaridad”. Asimismo, el Santo Padre ha explicado que también los pesebres colocados en las iglesias, en las casas y en tantos lugares públicos son una invitación a “hacer sitio a Dios en nuestra vida y en la sociedad”, escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de dificultad, de pobreza y de tribulación.
El pesebre y el árbol –ha señalado– forman un mensaje de esperanza y de amor, y ayudan a crear el clima natalicio favorable para vivir con fe el misterio del Nacimiento del Redentor, “venido a la tierra con sencillez y mansedumbre”. Dejémonos atraer –ha invitado– con ánimo de niños, delante del pesebre, porque allí se comprende la bondad de dios y se contempla su misericordia, que se ha hecho carne humana para ablandar nuestras miradas.


El Santo Padre agradece el gesto de adhesión de los obispos españoles
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Roma).- El Papa Francisco, a través de su Secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, ha enviado un mensaje de agradecimiento al presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Ricardo Blázquez, que hace extensivo a todo el episcopado español, en el que expresa “su sentido agradecimiento por el gesto de adhesión y comunión eclesial” por el mensaje que los miembros de la Conferencia Episcopal Española le enviaron al terminar la 108ª Asamblea Plenaria.
En esta carta, el papa Francisco invoca “la intercesión de la Virgen para que las decisiones tomadas por la última Asamblea Plenaria de los obispos” sirvan para “reforzar el compromiso cristiano de los fieles y contribuyan a impulsar la tarea evangelizadora en todos los ambientes de la sociedad”.
El presidente de la Conferencia Episcopal envió al Santo Padre una carta al terminar los trabajos de la 108º Asamblea Plenaria. En su carta del pasado día 28 de noviembre, el cardenal Blázquez agradecía al Pontífice la convocatoria del Año Santo de la Misericordia y la Carta Apostólica Misericordia et misera. En esa carta se destacaba además, la ayuda que les proporciona en su dedicación pastoral la exhortación Amoris Laetitia, ante los retos que plantea actualmente la familia.


La Santa Sede y la República Islámica de Mauritania deciden establecer relaciones diplomáticas
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La Santa Sede y la República Islámica de Mauritania, “deseosas de asegurar sus relaciones recíprocas y amistosas” han decidido de común acuerdo establecer entre ellas relaciones diplomáticas a nivel de nunciatura apostólica por parte de la Santa Sede y de embajada por parte de la República Islámica de Mauritania.
Así lo ha anunciado hoy la oficina de prensa de la Santa Sede.


“El discernimiento: poner a la prueba las inspiraciones para saber si provienen de Dios”
Posted by Rocío Lancho García on 9 December, 2016



(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha proseguido este viernes las predicaciones a la Curia Romana en el Vaticano, que realiza durante el Adviento. Este ciclo de predicaciones le ha dedicado a la obra del Espíritu Santo en la vida del cristiano. De este modo, el padre Cantalamessa ha reflexionado sobre el Espíritu Santo y el carisma del discernimiento.
San Pablo –ha recordado– menciona un carisma particular llamado “discernimiento de espíritu”. En su origen esta expresión tiene un sentido muy preciso: “indica el don que permite distinguir, entre las palabras inspiradas o proféticas pronunciadas durante una asamblea, las que vienen del Espíritu Santo y las que vienen de otros espíritus, o sea del espíritu del hombre, o del espíritu demoníaco, o del espíritu del mundo”. También para el evangelista Juan, ha precisado el predicador, este es el sentido fundamental. El discernimiento consiste en “poner a la prueba las inspiraciones para saber si provienen realmente de Dios”.
Así, ha asegurado que existen dos campos en los que se debe ejercitar este don del discernimiento de la voz del Espíritu: el eclesial y el personal. En el campo eclesiástico “el discernimiento del espíritu es ejercitado con autoridad por el magisterio”, que entretanto debe tener en cuenta entre otros criterios, también el del “sentido de los fieles”, el “sensus fidelium”.
Por otro lado, ha recordado que la regla constante del actuar de Jesús en el Evangelio, en materia moral se resume en pocas palabras: “No al pecado, sí al pecador”. Si nos preguntamos cómo se justifica teológicamente una distinción tan neta entre el pecado y el pecador –ha aseverado el padre Cantalamessa– la respuesta es simplísima: el pecador es una criatura de Dios, hecho a su imagen, y que conserva toda su dignidad a pesar de todas las aberraciones; el pecado, en cambio, no es obra de Dios, no viene de Él sino del enemigo.
Asimismo, ha querido subrayar que un factor importante para realizar la tarea de discernimiento de los signos de los tiempos es la colegialidad de los obispos. El ejercicio efectivo de la colegialidad “aporta el discernimiento” a la “solución de los problemas la variedad de las situaciones locales y de los puntos de vista”, las luces y los dones diversos, del cual cada Iglesia y cada obispo es portador.
Respecto al discernimiento en la vida personal, el predicador ha observado que san Pablo da un criterio objetivo de discernimiento, el mismo que ha dado Jesús: el de los frutos. Las “obras de la carne” revelan que un cierto deseo viene desde el hombre viejo pecaminoso; “los frutos del Espíritu” revelan que vienen desde el Espíritu.
A veces –ha señalado– este criterio objetivo no es suficiente porque la decisión no es entre el bien y el mal, “sino entre un bien y otro bien” y se trata de entender “qué cosa Dios quiere en una precisa circunstancia”. Fue sobre todo para responder a esta exigencia que “san Ignacio de Loyola desarrolló su doctrina sobre el discernimiento”, ha precisado. Él invita a mirar sobre todo una cosa: las propias disposiciones interiores, “las intenciones que están detrás de una determinada decisión”.
En el fondo, ha precisado, se trata de poner en práctica el viejo consejo que el suegro Jetro le dio a Moisés: “presentar las cuestiones a Dios” y esperar en oración su respuesta.
El predicador ha advertido de que “el peligro de algunos modos modernos de entender y practicar el discernimiento” es acentuar a tal punto “los aspectos psicológicos”, que llevan a olvidar el agente primario de cada discernimiento que es “el Espíritu Santo”.
El discernimiento “no es en fondo ni un arte ni una técnica, sino un carisma, o sea un don del Espíritu”, ha afirmado el padre Cantalamessa. También ha afirmado que al lado de la escucha de la Palabra, “la práctica más común para ejercitar el discernimiento a nivel personal es el examen de conciencia”. Esto –ha indicado– no debería limitarse solamente a la preparación para la confesión, sino volverse una capacidad constante de ponerse bajo la luz de Dios y dejarse ‘escrutar’ en la intimidad por Él.
Finalmente, el padre Cantalamessa ha señalado que el fruto concreto de esta meditación tendría que ser una “renovada decisión de confiarse todo y enteramente” a la guía interior del Espíritu Santo, como en una especie de “dirección espiritual”. Así, su última sugerencia ha sido “abandonarnos al Espíritu Santo como las cuerdas del arpa a los dedos de quien las mueve”.


Vaticano: nace “D.VA”, la primera asociación completamente femenina
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Se llama “D.VA”, mujeres en el Vaticano, la asociación nacida entre los muros leoninos compuesta por mujeres trabajadoras y jubiladas del Estado Ciudad del Vaticano de la Santa Sede y de las instituciones vinculadas a esta, tanto laicas como religiosas. Un evento completamente inédito en la historia del Estado más pequeño del mundo, que recalca el aliento del papa Francisco para una “presencia femenina más incisiva” en la Iglesia y en la sociedad.
Esta asociación “pretende crear una red de amistad, de intercambio y de solidaridad entre todas para un crecimiento humano y profesional”, indican en el comunicado de prensa. Creemos –se añade– que las mujeres son un recurso precioso para valorar en los lugares de trabajo y en todos los ambientes de vida y de actividades dentro del Vaticano.
Por otro lado informan que son “varias las actividades que pretendemos promover en ámbito social, cultural y espiritual”. El objetivo es también “prestar atención a las mujeres menos afortunadas para aliviar sufrimientos”. Desean además “dar mayor visibilidad a las iniciativas y a las contribuciones de otras mujeres cristianas”.
El estatuto fue aprobado por las autoridades competentes y el Acto Constitutivo firmado el 1 de septiembre de 2016 en la Gobernación. Presentado el pasado 26 de septiembre, D.VA ya ha recibido a día de hoy más de 60 peticiones de inscripción. Presidente y vicepresidente de la asociación son Tracey McClure, periodista de Radio Vaticana, y Romilda Ferrauto, periodista que durante mucho tiempo fue responsable de la redacción francesa de la emisora pontificia.
La misma Ferrauto, en una entrevista en Radio Vaticana, explica: “Es necesario decir que esta iniciativa ha nacido de una forma muy espontánea. Nació de un grupo de mujeres que se conocieron, se reunieron y sintieron la necesidad de crear una red, una red de amistad y solidaridad”. Probablemente –añade– sintieron esta necesidad porque se sentían minoría, había detrás una necesidad de estar juntas.
Por otro lado, precisa que en ningún momento ha habido un proyecto de tipo ideológico pero, a medida que se reunían, se daban cuenta de que era necesario dar una estructura y un reconocimiento oficial a esta asociación.
Actualmente las mujeres que trabajan en el Vaticano son más de 750, es decir, el 19% del total de los trabajadores. Además trabajan como funcionarias en varios dicasterios de la Curia, pero pocas ocupan posiciones de responsabilidad. En este momento en la Curia hay dos subsecretarias mujeres, ambas italianas, una religiosa y una laica: sor Nicla Spezzati, de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica; y Flaminia Giovanelli, del Pontificio Consejo Justicia y Paz. También es una mujer y laica, española, la vicedirectora de la oficina de prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero.


“La manera más fácil de evangelizar es a través de María”
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Roma).- “La manera más fácil de evangelizar es a través de María”. Con estas palabras, Jérôme Stevenson explica el crecimiento y el éxito del apostolado por correo electrónico, Un minuto con María. Stevenson, un experto en mercadeo y comunicación para la Iglesia, habló con nosotros desde su casa en Francia para decirnos más sobre esta iniciativa que está creciendo muy rápidamente y que lleva a María a las casas y las bandejas de entrada de casi 150,000 personas todos los días.
En primer lugar, Jérôme, ¿podrías decirnos un poco más sobre usted?
— Jérôme Stevenson: ¡Claro que sí! Tengo 64 años, estoy casado y tengo cinco hijos preciosos. He estado haciendo mercadotecnia y comunicaciones para la Iglesia desde 1990, y soy consultor para varias organizaciones seglares y religiosas; busco ayudarlas a potenciar su carisma a través de los medios modernos de comunicación para la Nueva Evangelización (encontrando apoyo económico y difundiendo su carisma).
¿Qué es Un minuto con María?
— Jérôme Stevenson: El apostolado Un minuto con María envía un correo diario a sus suscriptores con un texto inspirador de media página, dedicado a la Virgen María. El texto puede ser las palabras de un santo, un pasaje de un documento del Magisterio, la historia de una aparición mariana… El texto es verdaderamente diferente todos los días, y siempre bastante corto como para ser leído en alrededor de un minuto o menos. El correo puede incluir también una invitación a la oración. Te ayuda cada día a pausar, apartarse por un momento del ajetreo, y pasar un poco de tiempo con María para aprender sobre ella y hablar con ella.
¿Quién está detrás de este apostolado?
— Jérôme Stevenson: Un minuto con María fue creado por la Asociación Marie de Nazareth. Esta asociación, que fue fundada por Jacques Martin de La Bastide y Olivier Bonnassies, había construido un centro multimedia en Nazaret, frente a la Basílica de la Anunciación: el Centro Internacional María de Nazaret. Vinieron a verme a mediados de los años 90 para preguntarme cómo podrían crear una comunidad de personas que tendrían interés en su apostolado. Yo sugerí la iniciativa Un Minuto con María. Se entusiasmaron con la idea. Ellos mismos lo armaron, y 5 años más tarde el CEO de la Asociación Marie de Nazaret me pidió unirme a ellos para ser su consultor de mercadotecnia y comunicaciones. Entonces, comencé a trabajar por Un Minuto con María. En ese momento, teníamos 40,000 suscriptores y ahora tenemos casi 150,000 suscriptores en cinco idiomas: francés, inglés, español, italiano, alemán y portugués brasileño.
Además del crecimiento en números, ¿qué le dice que Un minuto con María está logrando sus objetivos?
— Jérôme Stevenson: Una cosa que sabemos respecto a nuestros lectores es que cada día uno de cada tres abre el mensaje. Es un número muy bueno por los estándares de la mercadotecnia. También sabemos que cada vez que les pedimos su ayuda, responden muy positivamente. Cada vez que les damos ideas como la campaña de oración de avemarías en octubre que hicimos recientemente, la respuesta es excelente. No hemos pedido testimonios, pero unas 3 ó 4 decenas de personas nos han escrito espontáneamente para decirnos cómo este pequeño mensaje diario ha afectado sus vidas. No son muchas personas, considerando el número de suscriptores, pero francamente, creo que sea muy bueno así, porque no hacemos esto para que nos agradezcan. De hecho, yo no creo que Dios, o Jesús, o la Virgen María, nos llama a un apostolado como este para que recibamos agradecimientos o alabanzas. ¡Somos llamados a hacer un apostolado porque nos hace bien! Y no estoy tan seguro que los agradecimientos y felicitaciones nos hacen tanto bien.
Entonces, en la luz de lo que ha dicho, ¿cómo ve que Un minuto con María haya tocado o cambiado su vida o la vida de otras personas que trabajan en este apostolado? ¿Cómo le ha ayudado?
— Jérôme Stevenson: Bueno, esta es una pregunta bastante personal; me limito a decir que me estoy acercando al final de mi vida; a través de este apostolado, creo estar preparando mi entrada al Reino, la cual de otra forma podría ser difícil.
¿Ha visto la mano de María trabajando en el apostolado de alguna forma particular? ¿Ha habido, quizá, oportunidades o gracias, cosas que hayan acontecido por la intercesión de María?
— Jérôme Stevenson: Por mil motivos, este apostolado debería haber fracasado docenas de veces, siguiendo cualquier estándar racional. La Virgen María tiene una manera muy sutil de ayudarnos. Pero al final del día cuando miramos hacia atrás, realmente nos preguntamos cómo hemos tenido éxito y cómo continuamos haciéndolo. El dinero viene en la medida que necesitamos; nada más de lo que necesitamos, pero realmente nada menos, gracias a nuestros bienhechores. La cosa que es muy sorprendente es que, no sólo encontramos un texto para cada día, sino aún más sorprendentemente—y algunos lectores lo han comentado recientemente—nuestros textos han ido mejorando con el paso del tiempo. Así, Genevieve, quien escribe o selecciona los textos diarios, nos decía el otro día que a veces comienza el trabajo para una semana y piensa, “¿Dónde voy a encontrar estos textos?” Y al final de su día, ha encontrado lo que necesitaba, y aquí estamos… Así que, esa es ciertamente un área donde la Virgen María pide sutilmente a sus ángeles que nos ayuden.
¿Cuáles son sus esperanzas y planes para el futuro de este apostolado? ¿A cuántas personas esperan llegar con su mensaje?
— Jérôme Stevenson: En mayo, durante una reunión con el consejo directivo de la asociación, hablamos de la meta de alcanzar un millón de suscriptores para el final del 2020. Y yo prometí que, si llegamos a esa meta, entonces me jubilaré, ¡lo cual podría hacer felices a algunos de ellos…! El consejo apoya este objetivo plenamente. Esta ambición se basa en cifras muy sólidas y confiables y en datos que han mostrado que es posible. Habremos alcanzado 150,000 antes del 30 de diciembre del 2016: eso está seguro, 100%. Ya estamos extremadamente confiados—y por buenos motivos—que alcanzaremos 300,000 para diciembre del 2017, y sabemos qué medios tenemos que implementar en el 2017 para asegurarnos de alcanzar 750,000 en 2018.
En su opinión, ¿por qué está creciendo este apostolado tan rápidamente?
— Jérôme Stevenson: Lo más impactante de este apostolado es cómo la manera más fácil de evangelizar es a través de María, porque cuando hablas de María, las personas inmediatamente relacionan eso con su propia madre y con la maternidad. Como resultado, evitamos la dificultad que algunas personas tienen, sea con el concepto de padre—porque infelizmente muchas personas, hombres y mujeres, han tenido problemas con su papá—o con la masculinidad en general.
En un mundo ideal no existiría ningún problema aquí, porque la paternidad y la masculinidad son buenas y son parte del plan de Dios, y Dios escogió encarnarse como varón en la humanidad de Jesús, pero es un hecho que ciertas experiencias negativas y malos ejemplos en las vidas de las personas pueden resultar en dificultades muy reales en acercarse a Dios. Al contrario, la feminidad y la maternidad son la puerta fácil a los corazones de las personas. Entre nuestros suscriptores, sabemos que hay personas de todas las edades, y de todas las clases sociales. Hay personas que leen Un minuto con María todos los días, y que son altos directivos de empresas enormes, y lo primero que hacen en la mañana cuando llegan a la oficina es leer Un minuto con María. Tenemos a personas que son extremadamente pobres, y señoras ancianas que viven en asilos. Tenemos a familias, a personas que a lo mejor ni están bautizadas… Así que, María tiene un nivel de aceptación realmente único, y obviamente eso fue el plan de Dios. Como consecuencia, la manera más fácil de evangelizar es a través de María.
Para finalizar, ¿por qué sugerirías que las personas se suscriban a Un momento con María?
— Jérôme Stevenson: Obviamente, es diferente según dónde estén en relación con su fe. Si conoces tu fe muy bien, yo citaría una expresión que uno de nuestros lectores utilizó en su testimonio: “es una gota diaria de frescura” que cae sobre tu corazón, tus emociones, tu alma, y te ayudará a superar las dificultades de todos los días, y enriquecerá tu relación con María cada día más. Si no conoces tu fe tan bien, encontrarás en Un minuto con María pequeñas ventanas abiertas diariamente sobre todas las maravillas que este ser humano maravilloso, la Madre de Dios, ha hecho por nosotros a lo largo de los últimos 2000 años, y continúa haciéndolo hoy. Y llegarás fácilmente a entender y crear una relación con ella, y una vez que tengas esa relación con ella, sólo te puedo dar un consejo: abandónate a ella, y ella hará lo demás.

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Texto completo de la segunda predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa
Posted by Redaccion on 9 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Publicamos a continuación el texto completo de la segunda predicación de adviento del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap, predicador de la Casa Pontificia.

El Espíritu Santo y el carisma del discernimiento
Continuamos nuestras reflexiones sobre la obra del Espíritu Santo en la vida del cristiano. San Pablo menciona un carisma particular llamado “discernimiento de espíritus” (1 Cor 12, 10). En su origen esta expresión tiene un sentido muy preciso: indica el don que permite distinguir, entre las palabras inspiradas o proféticas pronunciadas durante una asamblea, las que vienen del Espíritu Santo y las que vienen de otros espíritus, o sea del espíritu del hombre, o del espíritu demoníaco, o del espíritu del mundo.
También para el evangelista Juan este es el sentido fundamental. El discernimiento consiste en “poner a la prueba las inspiraciones para saber si provienen realmente de Dios” (1 Jn 4,1-6). Para Pablo el criterio fundamental de discernimiento es confesar a Cristo como “Señor” (1 Cor 12, 3); para Juan es la confesión que Jesús “vino en la carne”, o sea la encarnación. Ya con él el discernimiento inicia a ser usado en función teológica como criterio para discernir las verdaderas de las falsas doctrinas, la ortodoxia de la herejía, lo que se volverá central a continuación.
1. El discernimiento en la vida eclesiástica
Existen dos campos en los que se debe ejercitar este don del discernimiento de la voz del Espíritu: el eclesial y el personal. En el campo eclesiástico el discernimiento de los espíritus es ejercitado con autoridad por el magisterio, que entretanto debe tener en cuenta entre otros criterios, también el del “sentido de los fieles”, el “sensus fidelium”.
Quisiera detenerme sobre un punto en particular que puede ser una ayuda en la discusión en acto en la Iglesia sobre algunos problemas particulares. Se trata del discernimiento de los signos de los tiempos. El Concilio ha declarado:
“Es un deber permanente de la Iglesia escuchar los signos de los tiempos y de interpretarlos a la luz del evangelio, para que, de manera adecuada a cada generación, pueda responder a los perennes interrogativos de los hombres sobre el sentido de la vida presente y futura y su recíproca relación” [1].

Queda claro que si la Iglesia tiene que escuchar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, no es para aplicar a los ‘tiempos’, o sea a las situaciones y a los problemas nuevos que emergen en la sociedad, los remedios y las reglas de siempre, sino para dar a estos respuestas nuevas “aptas para cada generación”, como dice el texto apenas citado del Concilio. Las dificultad que se encuentra en este camino -y que debe ser tomada en toda su seriedad- es el miedo de comprometer la autoridad del magisterio, al admitir cambios en sus pronunciamientos.

Hay una consideración que puede ayudar, creo, para superar en espíritu de comunión esta dificultad. La infalibilidad que la Iglesia y el Papa reivindican para sí, no es seguramente superior a la que se atribuye a la misma Escritura revelada. Ahora la inerrancia bíblica asegura que el escritor sacro expresa la verdad de la manera y en el grado en la cual esa podía ser expresada y entendida en el momento en el cual escribe. Vemos que muchas verdades se forman lentamente y progresivamente, como la del más allá y de la vida eterna. También en el ámbito moral muchos usos y leyes anteriores son abandonados a continuación, para dar lugar a leyes y criterios más consonantes al espíritu de la Alianza. Un ejemplo entre todos: en el Éxodo se afirma que Dios castiga las culpas de los padres en los hijos (cf. Ex 34, 7), pero Jeremías y Ezequiel dirán lo contrario o sea que Dios no castiga las culpas de los padres en los hijos, porque cada uno deberá responder de las propias acciones (cf. Jer 31, 29-30; Ez 18, 1 ss.).

En el Antiguo Testamento el criterio en base al cual se superan las prescripciones anteriores es aquel de una mejor comprensión del espíritu de la Alianza y de la Torá; en la Iglesia el criterio es aquel de un continuo releer el Evangelio a la luz de las preguntas nuevas que a este se plantean. “Scriptura cum legentibus crescit”, decía san Gregorio Magno: la Escritura crece junto a quienes la leen [2].
Entretanto nosotros sabemos que la regla constante del actuar de Jesús en el Evangelio, en materia moral se resume en pocas palabras: “No al pecado, sí al pecador”. Nadie es más severo que Él al condenar la riqueza inicua, pero se auto-invita a la casa de Zaqueo y con su simple venirle al encuentro lo cambia. Condena el adulterio incluso aquel del corazón, pero perdona a la adúltera y le da nueva esperanza. Reafirma la indisolubilidad del matrimonio pero se detiene con la Samaritana que había tenido cinco maridos y le revela el secreto que no había dicho a nadie, de manera así explícita: “Soy yo (el Mesías) que te hablo” (Jn 4, 26).
Si nos preguntamos cómo se justifica teológicamente una distinción tan neta entre el pecado y el pecador, la respuesta es simplísima: el pecador es una criatura de Dios, hecho a su imagen, y que conserva toda su dignidad a pesar de todas las aberraciones; el pecado, en cambio, no es obra de Dios, no viene de él sino del enemigo. Es el mismo motivo por el cual Cristo se ha hecho similar en todo a nosotros “excepto en el pecado” (cf. Heb 4,15).
Un factor importante para realizar esta tarea de discernimiento de los signos de los tiempos es la colegialidad de los obispos. Esa, dice un texto de la Lumen Gentium, consiente “decidir en común todos los temas más importantes, mediante una decisión que la opinión del conjunto permite equilibrar” [3]. El ejercicio efectivo de la colegialidad aporta el discernimiento a la solución de los problemas la variedad de las situaciones locales y de los puntos de vista, las luces y los dones diversos, del cual cada Iglesia y cada obispo es portador.
Tenemos una conmovedora ilustración de esto en el primer “Concilio” de la Iglesia, el de Jerusalén. Allí se dio amplio espacio a dos puntos de vista contrarios, el de los judaizantes y el favorable a la apertura a los paganos; hubo una “encendida discusión” pero que al final esto les consintió anunciar la decisión con aquella extraordinaria fórmula: “Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros…” (Hch 15, 6 ss.).
Se ve aquí como el Espíritu guía a la Iglesia en dos maneras diversas: a veces directamente y carismáticamente, a través de revelación e inspiración profética; otras veces colegialmente, a través de la paciencia y el difícil confrontarse, e incluso el compromiso, entre las partes y los puntos de vista diversos. El discurso de Pedro el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio es muy distinto del realizado a continuación para justificar su decisión delante de los ancianos (cf. Hch 11, 4-18; 15, 14); el primero es de tipo carismático, el segundo es de tipo colegiado.
Es necesario por lo tanto tener confianza en la capacidad del Espíritu de operar, al final, el acuerdo, aunque si a veces puede parece que el entero proceso se escape de las manos. Cada vez que los pastores de las Iglesia cristianas, a nivel local o universal, se reúnen para tener discernimiento o tomar decisiones importantes, debería estar en el corazón de cada uno la certeza confiada que el Veni Creator contiene en dos versos: Ductore sic te praevio – vitemus omne noxium, “teniéndote a ti como guía, evitaremos todo mal”.
2. El discernimiento en la vida personal
Pasemos ahora al discernimiento en la vida personal. Como carisma aplicado a las personas individualmente, el discernimiento de los espíritus ha tenido en los siglos una notable evolución. En el origen hemos visto que el don debía servir para discernir las inspiraciones de los otros, de quienes habían hablado o profetizado en la asamblea; a continuación esto ha servido sobre todo para discernir las propias inspiraciones.
La evolución no es arbitraria; se trata de hecho del mismo don, si bien aplicado a objetos diversos. Gran parte de aquello que los autores espirituales han escrito sobre el “don del consejo”, se aplica también al carisma del discernimiento. Por medio del don o el carisma del consejo, el Espíritu Santo ayuda a evaluar las situaciones y orientar las decisiones, no solamente en base a criterios de sabiduría y prudencia humana, sino también a la luz de los principios sobrenaturales de la fe.
El primer y fundamental discernimiento de los espíritus es el que permite distinguir “el Espíritu de Dios” del “espíritu del mundo” (cf. 1 Cor 2, 12). San Pablo da un criterio objetivo de discernimiento, el mismo que ha dado Jesús: el de los frutos. Las “obras de la carne” revelan que un cierto deseo viene desde el hombre viejo pecaminoso; “los frutos del Espíritu” revelan que vienen desde el Espíritu (cf. Gal 5, 19-22). “La carne de hecho tiene deseos contrarios al Espíritu y el Espíritu tiene deseos contrarios a la carne” (Gal 5, 17).
A veces este criterio objetivo no es suficiente porque la decisión no es entre el bien y el mal, sino entre un bien y otro bien y se trata de entender qué cosa Dios quiere en una precisa circunstancia. Fue sobre todo para responder a esta exigencia que san Ignacio de Loyola desarrolló su doctrina sobre el discernimiento. Él invita a mirar sobre todo una cosa: las propias disposiciones interiores, las intenciones (los ‘espíritus’) que están detrás de una determinada decisión. En esto él se inserta en una tradición ya afirmada. Un autor medieval había escrito:
“¿Podría alguien examinar las inspiraciones, si vienen de Dios, si no le ha sido dado por Dios el discernimiento, para poder así examinar exactamente y con recto juicio los pensamientos, las disposiciones, las intenciones del espíritu? El discernimiento es como la madre de todas las virtudes y es necesario para todos al dirigir la vida, sea propia que de los otros… Este es por lo tanto el discernimiento: la unión del recto juicio y de la virtuosa intención” [4].
San Ignacio ha sugerido medios prácticos para aplicar estos criterios [5]. Uno es este: cuando se está delante de dos posibles decisiones, es bueno detenerse sobre una como si sin lugar a dudas tuviera que seguir a esta, quedarse en tal estado por un día o más; evaluar entonces las reacciones del corazón delante de tal decisión: si da paz, si se armoniza con el resto de las propias decisiones; si algo dentro de ti de anima en aquella dirección, o al contrario si la cosa deja un velo de inquietud. Repetir el proceso con la segunda hipótesis. Todo en un clima de oración, de abandono a la voluntad de Dios, de apertura al Espíritu Santo.
En la base del discernimiento, en San Ignacio de Loyola está su doctrina de la “santa indiferencia” [6]. Esta consiste en ponerse en un estado de total disponibilidad a aceptar la voluntad de Dios, renunciando, desde el comienzo, a toda preferencia personal, como una balanza preparada para inclinarse del lado en donde estará el peso mayor. La experiencia de la paz interior se vuelve así el criterio principal de cada discernimiento. Hay que considerar conforme a la voluntad de Dios la decisión que después de prolongada evaluación y oración está acompañada por una mayor paz en el corazón.
En el fondo se trata de poner en práctica el viejo consejo que el suegro Jetro le dio a Moisés: “presentar las cuestiones a Dios” y esperar en oración su respuesta (cf. Ex 18, 19). Hay que tener en cada caso la disposición habitual de seguir la voluntad de Dios, como la condición más favorable para un buen discernimiento. Jesús decía: “Mi juicio es justo porque no busco mi voluntad, sino la voluntad de quien me ha mandado” (Jn 5, 30).
El peligro de algunos modos modernos de entender y practicar el discernimiento es acentuar a tal punto los aspectos psicológicos, que llevan a olvidar el agente primario de cada discernimiento que es el Espíritu Santo. El evangelista Juan ve, como factor decisivo en el discernimiento, “la unción que viene del Santo” (1 Jn 2,20). También San Ignacio recuerda que en ciertos casos es solamente la unción del Espíritu Santo la que permite discernir lo que hay que hacer [7].
Hay una profunda razón teológica en esto. El Espíritu Santo es él mismo la voluntad sustancial de Dios y cuando entra en un alma “se manifiesta como la voluntad misma de Dios para aquel en el cual se encuentra” [8]. El discernimiento no es en fondo ni un arte ni una técnica, sino un carisma, o sea un don del Espíritu. Los aspectos psicológicos tienen una gran importancia, pero ‘secundaria’, o sea que vienen en segundo lugar. Un Padre antiguo escribía:
“Purificar el intelecto es solo del Espíritu Santo. Es necesario por lo tanto con todo los medios, especialmente con la paz del alma, hace ‘reposar’ sobre nosotros el Espíritu Santo, para tener junto a nosotros siempre encendida la lámpara del conocimiento. Si esa resplandece sin interrupción en el hondo del alma, no solamente los mezquinos y tenebrosos asaltos del demonio se vuelve manifiestos al intelecto, sino que además pierden su fuerza, son desenmascarados por aquella santa y gloriosa luz. Por ello el Apóstol dice: No apaguen el Espíritu (1 Ts 5,19)” [9].
El Espíritu Santo no difunde habitualmente en el alma esta luz suya de manera milagrosa y extraordinaria, sino simplemente a través de la Escritura. Los discernimientos más importantes de la historia de la Iglesia sucedieron así. Fue escuchando la palabra del Evangelio: “Si quieres ser perfecto…”, que Antonio entendió lo que debía hacer e inició el monaquismo. Fue también así que Francisco de Asís recibió la luz para iniciar su movimiento de retorno al evangelio. “Después que el Señor me dio a los frailes -escribe en su testamento- nadie me mostraba qué cosa debía hacer, pero el mismo Altísimo me reveló que tenía que vivir de acuerdo a la forma del santo evangelio”. El Altísimo se lo reveló escuchando, durante una misa, el pasaje evangélico en el cual Jesús le dice a los discípulos de ir por el mundo “sin llevar nada para el viaje: ni bastón ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni dos túnicas” (cf. Lc 9,3) [10].

Recuerdo un pequeño caso parecido de que fue yo mismo testigo: un hombre se me acercó durante una misión presentándome su problema. Tenía un joven de once años aún no bautizado. “Si lo bautizo, decía, se arma un drama en mi familia, porque mi mujer se ha vuelto testimonio de Jehová y no quiere oír hablar de bautizarlo en la Iglesia; si no lo bautizo no me siento tranquilo en mi conciencia, porque cuando nos casamos éramos ambos católicos y hemos prometido bautizar a nuestros hijos”. Un caso clásico de discernimiento. Le dije que volviera el día después, para darme tiempo para rezar y reflexionar. El día después veo que viene a verme y radiante me dice: “He encontrado la solución padre. He leído en la biblia el episodio de Abraham y he visto que cuando Abraham llevó para inmolar a su hijo Isaac ¡no le dijo nada a su esposa!”. La palabra de Dios lo había iluminado mejor que cualquier consejo humano. Bauticé yo mismo al joven y fue una gran alegría para todos.
Al lado de la escucha de la Palabra, la práctica más común para ejercitar el discernimiento a nivel personal es el examen de conciencia. Esto pero no debería limitarse solamente a la preparación para la confesión, pero volverse una capacidad constante de ponerse bajo la luz de Dios y dejarse ‘escrutar’ en el íntimo por Él. A causa de un examen de conciencia no practicado o no hecho bien, también la gracia de la confesión se vuelve problemática: o no se sabe que confesar, o se carga demasiado con un peso psicológico y moralizador, interesado solamente a mejorar al vida.
Un examen de conciencia reducido solamente a la preparación de la confesión hace individuar algunos pecados, pero no lleva a una relación auténtica, a tu per tu con Cristo. Se vuelve fácilmente una lista de imperfecciones confesadas para sentirse más tranquilos, sin aquella actitud de real arrepentimiento que hace sentir la alegría de tener en Jesús “un tan Redentor tan grande”.
3. Dejarse guiar por el Espíritu Santo
El fruto concreto de esta meditación tendría que ser una renovada decisión de confiarse todo y enteramente a la guía interior del Espíritu Santo, como en una especie de “dirección espiritual”. Está escrito que “cuando la nube se elevaba y dejaba la Morada, los israelitas levantaban el campamento, y si la nube no se levantaba, ellos no partían” (Ex 40, 36-37). También nosotros no tenemos que emprende nada si no es el Espíritu Santo (del cual la nube, según los Padres era figura [11]), quien nos mueve, o sin haberlo consultado antes de cada acción.
Tenemos el ejemplo más luminoso en la vida misma de Jesús. Él no inicia nunca nada sin el Espíritu Santo. Con el Espíritu Santo anduvo por el desierto; con la potencia del Espíritu Santo volvió e inició su predicación; “en el Espíritu Santo” eligió a sus apóstoles (cf Hch 1,2); en el Espíritu Santo rezó y se ofreció él mismo al Padre (cf. Heb 9, 14).
Tenemos que protegernos de una tentación: la de querer dar consejos al Espíritu Santo, en cambio de recibirlos. “¿Quién ha dirigido al Espíritu del Señor y como su consejero le ha dado sugerencias? (Is 40,13). El Espíritu Santo nos dirige a todos y no es dirigido por nadie; guía y no es guiado. Hay un modo sutil de sugerirle al Espíritu Santo lo que debería hacer con nosotros y cómo debería guiarnos. A veces incluso, nosotros tomamos decisiones y las atribuimos con desenvoltura al Espíritu Santo.
Santo Tomás de Aquino habla de esta guía interior del Espíritu como de una especie de “instinto propio de los justos”: “Como en la vida corporal -escribe- el cuerpo no es movido sino por el alma que lo vivifica, así en la vida espiritual cada movimiento nuestro debería venir des Espíritu Santo” [12]. Es así que actúa la “ley del Espíritu”, esto es lo que el Apóstol llama “dejarse guiar por el Espíritu” (Gal 5,18).
Tenemos que abandonarnos al Espíritu Santo como las cuerdas del arpa a los dedos de quien las mueve. Como buenos actores tener el oído abierto a la voz del sugeridor escondido, para recitar fielmente nuestra parte en la escena de la vida. Es más fácil de lo que se piensa, porque nuestro sugeridor nos habla adentro, nos enseña cada cosa, nos instruye en todo. Es suficiente a veces una simple ojeada interior, un movimiento del corazón, una oración. De un santo obispo del II siglo, Melitón de Sardi, se lee este este hermoso elogio que ojalá se pudiera hacer de cada uno de nosotros después de la muerte: “En su vida hizo cada cosa en el Espíritu Santo” [13].
Pidamos al Paráclito de dirigir nuestra mente y toda nuestra vida con las palabras de una oración que se recita en el Oficio de Pentecostés de las Iglesias del rito sirio:
“Espíritu que distribuyes a cada uno los carismas;
Espíritu de sabiduría y de ciencia, enamorado de los hombres;
que llenas a los profetas, perfeccionas a los apóstoles,
fortificas a los mártires, inspiras las enseñanzas de los doctores.
Es a ti Dios Paráclito, a quien dirigimos nuestra súplica.
Te pedimos renovarnos con tus santos dones,
de posarte en nosotros como sobre los apóstoles en el Cenáculo.
Infunde en nosotros tus carismas,
llénanos de la sabiduría de tu doctrina;
haz de nosotros templos de tu gloria,
inebrianos con la bebida de tu gracia.
Danos el don de vivir para ti, de consentirte y de adorarte,
tú el puro, el santo, Dios Espíritu Paráclito” [14].

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[1] Gaudium et spes, 4.
[2] S. Gregorio Magno, Omelie su Ezechiele 1.7, 8 (CCC 94).
[3] Lumen gentium, 22.
[4] Baldovino di Canterbury, Trattati, 6 (PL 204, 466).
[5] Cf. S. Ignazio di Loyola, Esercizi spirituali, quarta settimana (ed. BAC, Madrid 1963, pp. 262 ss).
[6] Cf. G. Bottereau, Indifference, in “Dictionnaire de Spiritualité , vol 7, coll. 1688 ss
[7] S. Ignazio di Loyola, Costituzioni, 141. 414 (ed. cit., pp. 452.503).
[8] Cf. Guglielmo di St. Thierry, Lo specchio della fede, 61 (SCh 301, p. 128).
[9] Diadodo di Fotica, Cento capitoli, 28 (SCh 5, pp. 87 ss.).
[10] Celano, Vita prima, 22 (FF, 356).
[11] S. Ambrogio, Sullo Spirito Santo, III, 4, 21; Sui sacramenti, I, 6, 22.
[12] S. Tommaso d’Aquio, Sulla lettera ai Galati, c.V, lez.5, n.318; lez. 7, n. 340.
[13] Eusebio di Cesarea, Storia ecclesiastica, V, 24, 5.
[14] Pontificale Syrorum, in E.-P. Siman, L’expérience de l’Esprit, cit., p.309.


Beato Marco Antonio Durando – 10 de diciembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 9 December, 2016



(ZENIT – Madrid).- La vida de entrega no siempre discurre por los cauces que uno puede haber soñado. Este beato pensó en China, pero su itinerario espiritual y apostólico tuvo como escenario Italia, su patria. Nació en Mondoví el 22 de mayo de 1801. Pertenecía a una familia acomodada, influyente y numerosa; de diez hermanos sobrevivieron ocho, algunos de los cuales iban a centrarse en la vida militar y en la política ocupando puestos relevantes. Siendo joven, Marco Antonio se comprometió con la fe en un ambiente poco proclive a ella, al menos por parte de su padre que profesaba un laicismo de sesgo anticlerical. Pero como la madre era creyente, y se ocupaba de su educación, le inculcó el espíritu religioso. Gracias a su influjo, a los 14 años ingresó en el seminario de Mondoví, pero su deseo era evangelizar China.
Si hace unos días se recordó en esta sección de ZENIT que la piedra de toque de la vida consagrada es el defecto dominante, hoy conviene añadir que la obediencia es uno de sus pilares por excelencia. A través de ella se manifiesta la voluntad de Dios que puede no coincidir con la personal, pero que viene acompañada de grandes frutos como le sucedió a Marco Antonio. Llevando a China en su corazón, ya como miembro de la Congregación de la Misión y siendo un joven, casi adolescente, de 15 años, confió a sus superiores su anhelo misionero, pidiéndoles encarecidamente que lo enviaran allí. Pero su insistente demanda no fue acogida por ellos porque tenían otros planes para el muchacho. Así pues, prosiguió estudios en Sarzana dando muestras de virtud en todo su quehacer.
No gozaba de buena salud y por ese motivo en 1822 tuvo que hacer un paréntesis en su formación, momento que coincidió con la dolorosa pérdida de su madre. Ella ya no tendría la alegría de verle ordenado sacerdote, hecho que se produjo en la catedral de Fossano el 12 de junio de 1824. Después, destinado a Casale Monferrato, el beato revitalizó apostólicamente la región piamontesa con su celo apostólico, suscitando el fervor de las gentes sencillas que acudían a escuchar su vibrante predicación, aunque para ello quienes regentaban establecimientos públicos tenían que cerrarlos. Y al concluir las misiones, cuando llegaba el momento de la despedida de este insigne misionero, no ocultaban su pesar.
En 1830 fue designado superior de la casa de Turín, lugar en el que permaneció hasta el fin de sus días. Era un hombre ponderado, con enorme tacto y caridad, que dio sobradas pruebas de su templanza como se constató en situaciones difíciles y dolorosas que le tocó afrontar por razones histórico-políticas. Cuando vieron confiscados los bienes, se ocupó de atender fraternalmente a numerosos religiosos afectados, así como de ir recuperando las posesiones de su comunidad, salvando escollos y dificultades, y actuando en el momento oportuno. Su misión fue intensificar las acciones propias de su carisma que transmitió a través de las misiones populares, aunque se dirigió también al clero en sucesivas conferencias y retiros, todo ello conforme a lo establecido por san Vicente de Paúl. Siguiendo su ejemplo, asistió a los pobres espiritual y materialmente.
Fue un gran director espiritual al que acudían en busca de consejo personas de todas clases sociales, incluidos miembros relevantes de la Iglesia y de la nobleza. A él se debe el establecimiento de las Hijas de la Caridad en el Piamonte. Venciendo prejuicios de ciertos clérigos, a ellas encomendó la atención de heridos, tanto en el hospital militar como en el campo de batalla, un acto de valor y de fe, que fue recompensado personalmente por el rey Carlos Alberto. Entre otras acciones, contribuyó a difundir entre las jóvenes la asociación de la Medalla Milagrosa, que reportó numerosas vocaciones y fue el detonante de 20 fundaciones. Fundó los centros caritativos «Misericordias», una red excepcional que se fue diversificando en distintos frentes: enfermerías, hospicios, asilos, escuelas, etc., todo ello para asistencia de los enfermos y de los necesitados. Estos centros emblemáticos se abrieron en distintos lugares.
En 1837 fue nombrado visitador de la provincia de la Alta Italia de los padres paúles (antigua Lombardia), algo inusual dada su juventud, y ejerció esta misión admirablemente durante más de cuarenta años, hasta la muerte. En 1855 puso en marcha el colegio seminario de Brignole-Sale para la formación de sacerdotes. Y en 1865 con Luisa Borgiotti fundó las Hermanas Nazarenas con un grupo de jóvenes que acudieron a él porque querían consagrar su vida a Dios. Les dio esta consigna: «¡Orad, obedeced y haceos santas!», orientándolas a la asistencia de los enfermos a domicilio a tiempo completo, y a la juventud abandonada. Tenían como modelo la Pasión de Jesús, devoción integrada en un cuarto voto. El beato fue un hombre bien relacionado y supo extraer de sus amistades frutos apostólicos. Íntimamente, y aunque mostraba gran fortaleza, tuvo que luchar contra el desánimo. Fue humilde y delicado, supo combinar sabiamente la comprensión con el rigor. En muchas ocasiones sufrió incomprensiones. Con su salud muy mermada, no logró ser relevado de su misión: «Encorvado bajo el peso de los años, sentado en un sillón, siempre mantenía el rostro suave y sonriente», se dijo de él en esa etapa de su vida. Y así llego a los 79 años, falleciendo el 10 de diciembre de 1880. Fue beatificado por Juan Pablo II el 20 de octubre de 2002.