Servicio diario - 14 de diciembre de 2016


 

El Papa: “Tenemos que correr para llevar la buena noticia”
Posted by Rocío Lancho García on 14 December, 2016



El papa Francisco ha proseguido esta semana con la serie de catequesis que inició el pasado miércoles, dedicada a la esperanza cristiana. Miles de fieles le esperaban en el Aula Pablo VI, y le han recibido con la alegría y el entusiasmo característico de estos encuentros. Todos se acercaban a ambos lados del pasillos, para poder pedir al Santo Padre una bendición.
Hoy, los lectores en las distintas lenguas, transmitían al Papa de parte de los fieles una felicitación de cumpleaños, ya que este sábado cumple 80 años. Y a coro todos los fieles presentes en la plaza han cantado “cumpleaños feliz”. Por su parte, Francisco ha dado las gracias a todos por las felicitaciones y ha bromeado diciendo que en su país, felicitar antes del día “da mala suerte”.
En el resumen de la catequesis que el Papa hace en español, ha indicado que “con las palabras de Isaías nos preparamos a celebrar la fiesta de la Navidad”. El Profeta –ha explicado Francisco– nos ayuda a abrirnos a la esperanza y a acoger la Buena noticia de la Salvación con un canto de alegría, porque el Señor está ya cerca.
Por eso, el Pontífice ha recordado que “la presencia de Dios en medio de su pueblo”, entre los pequeños, en las realidades adversas o cuando llega la tentación de pensar que nada tiene sentido, “se convierte en portadora de libertad y de paz”. Por eso “son hermosos los pies de aquel que corre a anunciar esto a sus hermanos”, pues “ha comprendido la urgencia de este anuncio para un mundo que necesita a Dios”, ha asegurado el Papa.
Del mismo modo, tal y como ha explicado, nosotros estamos llamados, ante el misterio del Niño Dios en Belén, “a darnos cuenta de esta urgencia y a colaborar a la venida del Reino de Dios, que es luz y que debe llegar a todos”. Como el mensajero sobre los montes, también “nosotros tenemos que correr para llevar la buena noticia de la cercanía de Dios a una humanidad” que no puede esperar, y que tiene “sed de justicia, de verdad y de paz”.
A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. El Papa les ha invitado, en este tiempo de Adviento, a “preparar el corazón, para acoger toda la pequeñez, toda la maravilla, toda la sorpresa de un Dios que abandona su grandeza, y se hace pobre y débil para estar cerca de cada uno de nosotros”.
Al finalizar los saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy –ha recordado– la liturgia hace memoria de san Juan de la Cruz, pastor celante y místico doctor de la Iglesia. Por eso, ha invitado a los jóvenes a meditar “la grandeza del amor de Jesús que nace y muere por nosotros”. Mientras que a los enfermos les ha exhortado a aceptar con mansedumbre su cruz “en unión con Cristo por la conversión de los pecadores”. Para concluir, a los recién casados les ha pedido que den espacio a la oración sobre todo en este tiempo de Adviento, “para que vuestra vida conyugal se convierte en camino de perfección cristiana”.


La felicitación navideña del Papa en lengua de signos
Posted by Redaccion on 14 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha felicitado la Navidad en lengua de signos, en un vídeo grabado destinado a las personas sordomudas. Además, de desear una feliz Navidad les pide que recen por él.
El vídeo ha sido publicado en las redes sociales de monseñor Yoannis Lahzi Gaid, miembro de la secretaría particular del Papa.
Ya el pasado 26 de mayo, al inicio de la audiencia general en la plaza de San Pedro, el Santo Padre saludó a los fieles en lengua de signos. Ese día, de hecho, estaban presentes en la plaza un grupo de unas 60 personas de la Asociación nacional de personas sordas.



El Consejo de cardenales celebra su última reunión del año
Posted by Rocío Lancho García on 14 December, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco y los cardenal del Consejo celebran los días 12, 13 y 14 la última reunión de este año. El Santo Padre ha participado en todos los momentos, excepto la mañana del miércoles por la audiencia general.
Gran parte de las conversaciones –ha informado el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Greg Burke– se han dedicado a nuevas consideraciones sobre algunos de los dicasterios de la Curia, pensando en la nueva Constitución apostólica. En concreto en esta ocasión han estudiado las Congregación para la Evangelización de los Pueblos, para los Obispos y para las Iglesias Orientales.
También han reflexionado sobre la Secretaría de Estado. A propósito, Burke ha destacado que la Pastor Bonus (la constitución apostólica que rige la Curia Romana y que está siendo estudiada para ser reformada) dedica muy poco espacio al papel del secretario de Estado.
Dos temas fundamentales, pero no nuevos, han surgido como líneas guía para la reforma de los dicasterios, se trata del “impulso misionero” y la “sinodalidad”.
Por otro lado, el portavoz vaticano ha indicado que los cardenales ya han terminado el estudio sobre las Congregaciones para la Doctrina de la Fe, para los Institutos de Vida Consagrada, para las Causas de los Santos y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Por eso han entregado su propuesta definitiva al Santo Padre.
Un tiempo consistente ha sido dedicado a los dos nuevos dicasterios. El cardenal Kevin Faller ha tenido ocasión de hablar al Consejo y al Papa sobre el nuevo dicasterio del que es prefecto: Laicos, Familia y Vida. La discusión –ha explicado Burke– se ha centrado mucho en el rol de los laicos, con una invitación a todos a releer la carta del papa Francisco al cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina.
También ha tenido ocasión de hablar el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, que ha presentado el plan de trabajo para el otro nuevo dicasterio, del que es prefecto, para el Desarrollo Humano Integral, que une cuatro oficinas: Justicia y Paz, Cor Unum, Trabajadores Sanitarios, y Migrantes e Itinerantes. Además, el purpurado estaba acompañado por monseñor Silvano Maria Tomasi, que ha explicado el nuevo dicasterio como una actuación de la Constitución conciliar Gaudium et Spes.
Como es habitual en las reuniones del Consejo, el cardenal Sean O’Malley ha expuesto las últimas actividades de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, que preside. Del mismo modo, el cardenal George Pell ha presentado los últimos desarrollos relativos a la Secretaría para la Economía, de la que es prefecto.
Para el encuentro de esta tarde, está previsto que monseñor Dario Edoardo Viganò, prefecto de la Secretaría para la Comunicación, presentará los pasos realizados y los próximos a realizar en la reforma de comunicación de la Santa Sede, con una particular atención “a la formación del personal”.
La próxima reunión del Consejo está prevista para los días 13, 14 y 15 de febrero.
El Papa Francisco siguió un deseo expresado por el Colegio Cardenalicio durante las Congregaciones Generales previas al Cónclave e instituyó un Consejo de Cardenales. Su función es “ayudarle en el Gobierno de la Iglesia Universal “y “estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia Romana”. El 13 de abril de 2013 anunció su creación, y quedó formalizada por quirógrafo el 28 de septiembre de ese mismo año. Desde entonces se reúnen entre 3 y 4 veces al año.



La Santa Sede pide en la ONU el fin del uso de armas convencionales
Posted by Redaccion on 14 December, 2016



(ZENIT – Roma).- Reducir los terribles sufrimientos humanos causados por el uso de armas convencionales cada vez más sofisticadas en los conflictos. Es el lema de monseñor Ivan Jurkovič, observador permanente de la Santa Sede ante la ONU en Ginebra, que intervino este lunes en la Conferencia de revisión de la Convención sobre la prohibición o la limitación del uso de algunas armas convencionales que pueden ser consideradas dañinas o con efectos indiscriminados (Ccw). La Convención concluye el día 16 de diciembre.
En su intervención –informa Radio Vaticana– el prelado subrayó el hecho de que son siempre los civiles los que pagan el precio más alto de las guerras, mientras que los que sacan beneficio son las industrias bélicas. En 2015, recordó, cada minuto en el mundo 24 personas se han visto obligadas a huir de sus propias casas por culpa de la guerra y la violencia. Incluso más trágico aún es “el hecho de que la conciencia pública parece haberse convertido en menos sensibles a estas víctimas”, confirmando esa globalización de la indiferencia denunciada por el papa Francisco.
Víctimas destinadas a aumentar, vistas las potencialidades cada vez más destructivas de las nuevas armas convencionales. Frente a esta realidad, subrayó el prelado, no hay espacio para decisiones y compromisos débiles, no solo por obvias razones éticas, sino también en virtud de las obligaciones legales asumidas por los Estados contrayentes de la Ccw.
La observación permanente se ha detenido en particular sobre tres cuestiones para afrontar con urgencia. En primer lugar, el uso de armas incendiarias en los conflictos cuyos efectos son particularmente destructivos para las poblaciones civiles: por esto urge revisar el tercer protocolo de la Convención, que es de hace 30 años y por lo tanto inadecuado. En segundo lugar, está la cuestión del uso de artefactos explosivos en zonas habitadas: en 2015 estas armas han llegado a matar o herir al 92% de la población civil en áreas densamente habitadas.
Se trata –observó– de “daños colaterales” que deberían suscitar serios interrogantes éticos y jurídicos, hasta el punto que estas cifras están destinadas a subir, considerados los procesos de urbanización que tienen lugar en el mundo. La tercera cuestión urgente para afrontar es el uso de las armas letales autónomas –las llamadas Laws– que han contribuido a hacer aún más “deshumana” la guerra.
Al respecto –dijo Jurkovič – la Santa Sede reitera una vez más que la única opción es su completa prohibición. “La seguridad internacional y la paz se pueden alcanzar a través de la promoción de la cultura del diálogo y de la cooperación, no a través de la carrera a los armamentos”, concluyó.


Texto completo de la catequesis del papa Francisco en la audiencia del miércoles 14 de diciembre de 2016
Posted by Redaccion on 14 December, 2016



(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la audiencia general de esta semana, ha recordado que Dios no ha abandonado a su pueblo y no se ha dejado derrotar por el mal, porque Él es fiel, y su gracia es más grande que el pecado. Además, ha asegurado que la alegría más bonita de la Navidad es esa alegría interior de paz: el Señor ha cancelado mis pecados, el Señor me ha perdonado, el Señor ha tenido misericordia de mí, ha venido a salvarme.
Publicamos a continuación el texto completo de la catequesis
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Nos estamos acercando a la Navidad, y el profeta Isaías una vez más nos ayuda a abrirnos a la esperanza acogiendo la Buena Noticia de la venida de la salvación. El capítulo 52 de Isaías empieza con la invitación dirigida a Jerusalén para que se despierte, se sacuda el polvo y las cadenas y se ponga los vestidos más bonitos, porque el Señor ha venido a liberar a su pueblo (vv. 1-3). Y añade: «Por eso mi Pueblo conocerá mi Nombre en ese día, porque yo soy aquel que dice: «¡Aquí estoy!» (v. 6).
A este “aquí estoy” dicho por Dios, que resume toda su voluntad de salvación, responde el canto de alegría de Jerusalén, según la invitación del profeta. Es el final del exilio de Babilonia, es la posibilidad para Israel de encontrar a Dios y, en la fe, de encontrarse a sí mismo. El Señor se hace cercano, y el “pequeño resto”, que en exilio ha resistido en la fe, que ha atravesado la crisis y ha continuado creyendo y esperando también en medio de la oscuridad, ese “pequeño resto” podrá ver las maravillas de Dios.
A este punto el profeta introduce un canto de júbilo. «Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». […] Prorrumpan en gritos de alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén! El Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios» (Is 52,7.9-10).
Estas palabras de Isaías, sobre las que queremos detenernos, harán referencia al milagro de la paz, y lo hacen de una forma muy particular, poniendo la mirada no solo en el mensajero sino sobre los pies que corren veloces: «Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia...».
Parece el esposo del Cantar de los Cantares que corre hacia la amada: «Ahí viene, saltando por las montañas, brincando por las colinas.» (Ct 2,8). Así también el mensajero de paz corre, llevando el feliz anuncio de liberación, de salvación, y proclamando que Dios reina.
Dios no ha abandonado a su pueblo y no se ha dejado derrotar por el mal, porque Él es fiel, y su gracia es más grande que el pecado. Esto tenemos que aprenderlo ¿eh? ¡Porque somos cabezotas! Y no aprendemos esto. Pero os haré una pregunta: ¿quién es más grande, Dios o el pecado? ¿Quién? [Responden: “Dios”]. ¡Ah, no estáis convencidos eh! ¡No oigo bien! [Responden: “Dios”]. ¿Y quién vence al final? ¿Dios o el pecado? [Responden: “Dios”]. ¿Y Dios es capaz de vencer al pecado más grande? ¿También el pecado más vergonzoso? También el pecado que es terrible, el peor de los pecados, ¿es capaz de vencerlo? [Responden: “Sí”]. Y esta pregunta no es fácil, vemos si entre vosotros hay una teóloga o un teólogo para responder: ¿con qué arma vence Dios al pecado? [Responden: “El amor”]- ¡Oh, muy buenos! ¡Muchos teólogos! ¡Buenos!
Esto – que Dios vence al pecado- quiere decir que “Dios reina”; son estas las palabras de la fe en un Señor cuyo poder se inclina sobre la humanidad para ofrecer misericordia y liberar al hombre de lo que desfigura en él la bella imagen de Dios. Y el cumplimiento de tanto amor será precisamente el Reino instaurado por Jesús, ese Reino de perdón y de paz que nosotros celebramos con la Navidad y que se realiza definitivamente en la Pascua.
Y la alegría más bonita de la Navidad es esa alegría interior de paz: el Señor ha cancelado mis pecados, el Señor me ha perdonado, el Señor ha tenido misericordia de mí, ha venido a salvarme. Esa es la alegría de la Navidad.
Son estos, hermanos y hermanas, los motivos de nuestra esperanza. Cuando parece que todo a terminado, cuando, frente a tantas realidades negativas, la fe se hace cansada y viene la tentación de decir que nada tiene sentido, aquí está sin embargo la buena noticia traída de esos pies rápidos: Dios está viniendo a realizar algo nuevo, a instaurar un reino de paz; Dios ha “descubierto su brazo” y viene a traer libertad y consolación. El mal no triunfará para siempre, hay un fin al dolor. La desesperación es vencida.
Y también a nosotros se nos pide despertar, como Jerusalén, según la invitación que dirige el profeta; somos llamados a convertirnos en hombres y mujeres de esperanza, colaborando con la venida de este Reino hecho de luz y destinado a todos.
Pero qué feo es cuando encontramos un cristiano que ha perdido la esperanza: “Pero yo no espero nada, todo ha terminado para mí”, un cristiano que no es capaz de mirar horizontes de esperanza y delante de su corazón solamente un muro. ¡Pero Dios destruye estos muros con el perdón! Y por eso, nuestra oración, porque Dios nos da cada día la esperanza y la da a todos, esa esperanza que nace cuando vemos a Dios en el pesebre en Belén.
El mensaje de la Buena Noticia que se nos ha confiado es urgente, también nosotros tenemos que correr como el mensajero en las montañas, porque el mundo no puede esperar, la humanidad tiene hambre y sed de justicia, de verdad, de paz.
Y viendo el pequeño Niño de Belén, los pequeños del mundo sabrán que la promesa se ha cumplido; el mensaje se ha realizado. En un niño recién nacido, necesitado de todo, envuelto en pañales y acostado en un pesebre, está encerrado todo el poder del Dios que salva. Es necesario abrir el corazón a tanta pequeñez y a tanta maravilla. Es la maravilla de la Navidad, a la que nos estamos preparando, con esperanza, en este tiempo de Adviento. Es la sorpresa de un Dios niño, de un Dios pobre, de un Dios débil, de un Dios que abandona su grandeza para hacerse cercano a cada uno de nosotros.


Argentina: Los obispos trabajarán en propuestas para prevenir abusos a menores
Posted by Redaccion on 14 December, 2016



(ZENIT- Roma).- La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina comenzó el martes por la mañana su 175ª con el intercambio pastoral, un espacio para conversar distintos temas presentados libremente por los obispos participantes.
Los casos de abusos de menores por parte de sacerdotes, especialmente los últimos que se han conocido, “ha sido el centro de un extenso diálogo sobre esta realidad dolorosa que genera el repudio de toda la Iglesia y la sociedad”, informa la Conferencia Episcopal en un comunicado.
En este sentido “se resolvió encomendar a la Comisión Episcopal de Ministerios la elaboración de una propuesta de trabajo para el abordaje integral del problema, incluyendo la conformación de un equipo específicamente abocado al tema”. Para ello –precisa el comunicado– se recabarán experiencias de otras conferencias episcopales y el aporte de especialistas.
Por otro lado se recordó que la Conferencia Episcopal Argentina cuenta desde el año pasado con las “Líneas-guía de actuación en el caso de denuncias de los abusos sexuales en los que los acusados sean clérigos y las presuntas víctimas sean menores de edad (o personas equiparadas a ellos)”.
También se aprobó “confeccionar un protocolo por el cual se solicite a los sacerdotes y religiosos que se trasladen a otra diócesis una declaración jurada otorgada por el superior que acredite su aptitud y ausencia de antecedentes”.
El tema, indican la Conferencia Episcopal, será abordado con mayor profundidad en la próxima Asamblea Plenaria con el fin de acordar acciones concretas en torno a la prevención, detección y acompañamiento de estas situaciones.
Otras cuestiones que se conversaron fueron “la situación social en el país”, “la necesidad de evaluar el camino pastoral realizado durante el sexenio del bicentenario de la Patria” y “las posibilidades de asistencia sacerdotal a partir del número y distribución del clero”.
Por la tarde estuvieron presentes en la reunión el Secretario de Culto de la Nación, Emb. Santiago de Estrada, el Subsecretario Emb. Alfredo Abriani y el Asesor Dr. Octavio Lo Prete. Los mismos expusieron sobre el anteproyecto de Ley Nacional de Libertad Religiosa que está elaborando dicho organismo.
Finalmente “también se conversó sobre la posibilidad de impulsar un nuevo concordato entre la Santa Sede y el Estado Argentino” para “actualizar el que actualmente se encuentra vigente desde hace cincuenta años”. Los obispos han decidido también “elaborar y dar a conocer en el día de mañana un mensaje con ocasión de la próxima Navidad”.


Beato Carlos Steeb – 15 de diciembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 14 December, 2016



(ZENIT – Madrid).- Nació en Tübingen, Alemania, el 18 de diciembre de 1773 en un hogar de prósperos comerciantes de lana. Su familia era luterana de gran influencia y reconocimiento social porque su padre se ocupaba de la administración de las posesiones del duque de Württemberg. Además, su abuelo paterno había ocupado puestos relevantes en la ciudad. Su infancia estuvo marcada por la sucesiva muerte de sus hermanos, seis de los cuales no sobrevivieron a los primeros años de vida, quedándole solo una hermana. A su padre estas pérdidas le afectaron sobremanera. Pero a Carlos las desgracias familiares le enseñaron el valor de la paciencia y de la generosidad; hicieron de él una persona indulgente y comprensiva. Su madre, una mujer fuerte, influyó en su formación.
Recibió una esmerada educación humanística en su ciudad y con 16 años fue enviado a estudiar a París, pero la enrarecida situación política que culminó en la Revolución aconsejó su salida del país en 1791 y regresó a su hogar. Al año siguiente se trasladó a Verona con la misma idea que guió su viaje anterior: consolidar el aprendizaje de idiomas e irse introduciendo en el mundo de los negocios textiles, aprovechando las excelentes relaciones de su padre. Su madre, férrea luterana, temía el influjo que podían tener en él los católicos. Y no se equivocó. La Providencia había guiado los pasos de Carlos, porque fue allí donde su contacto habitual en foros donde existía una viva presencia eclesial le atrajo al catolicismo.
Hasta ese momento había sido un fiel luterano, como toda su familia, pero se encontró con muchas preguntas sobre la fe católica y la protestante. Leyó, reflexionó y tras encomendarse a María y aceptar la dolorosa ruptura que impuso su familia, que rechazó su decisión y le cerró las puertas del hogar por completo, en septiembre de ese mismo año 1792 se convirtió. Quedaba sin recursos económicos, desamparado en un país lejano al suyo. Pero era más fuerte su convicción espiritual y no le faltó la ayuda de amigos religiosos que habían apreciado ya sus muchas virtudes.
Ingresó en el Oratorio de san Felipe Neri y fue ordenado sacerdote el 8 de septiembre de 1796. Verona era invadida y saqueada por las tropas napoleónicas. Y Carlos, a sus 24 años, influenciado por el testimonio del padre Pietro Leonardi, artífice de la «Fraternidad evangélica de sacerdotes y laicos hospitalarios», se implicó de lleno en acciones caritativas de asistencia y consuelo a enfermos, heridos de guerra, mutilados y moribundos, sin tener en cuenta sus ideologías y bandos en los que luchaban. Además, se volcó con los «sin techo», abandonados y faltos de trabajo para elemental sustento.
Su dominio de lenguas le permitió ser un providencial traductor de emociones y necesidades. Hombres, mujeres, ancianos, niños, los huérfanos, todos sintieron el calor de su ternura y la generosidad que brotaba de él a manos llenas, hasta el borde del agotamiento. Su estrecho contacto con los enfermos hizo que contrajese el tifus, y pensando que llegaba su fin redactó su testamento. Estaba dispuesto a morir. Pero el padre Bertolini, su director espiritual, vaticinó: «No es tu hora, el Señor espera algo grande de ti».
Fue profesor de teología en el seminario de Verona y también en colegios de Alemania y de Francia, pero su vocación a paliar las carencias humanas, que tanto sufrimiento reportan, alimentaban sus súplicas a la Santísima Trinidad. Y en torno a 1835 compartió el sueño que tenía de poner en marcha una fundación destinada a la asistencia de los que padecen con una veronesa que dirigía espiritualmente: la beata Vincenza Luigia Poloni. «Hija mía, el Señor la quiere fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible», le dijo. Como le sucedió a Carlos, ella había perdido a nueve de los doce hermanos que nacieron en su hogar, una familia de farmacéuticos, negocio en el que trabajaba. Cuando conoció al beato en 1821 ya pensaba ser religiosa. Así que, alentada por él, y mostrando su plena disponibilidad, se unió a unas cuantas mujeres dispuestas a entregar su vida junto a los que sufren, en los que veían el rostro de Jesucristo, y en 1840 dieron origen a ese Instituto.
A la muerte de su hermana el padre Steeb heredó los bienes de la familia, y pudo ayudar económicamente a la fundación, aunque tuvo que afrontar muchos contratiempos y críticas malsanas. Entonces ya se hallaba muy agotado físicamente; estaba enfermo. Siguieron llenando su vida los constantes desvelos por los necesitados, al punto que fue denominado «mamá» de los enfermos por su trato hacia ellos, plagado de ternura. Y de hecho, por esta acción fue galardonado por el emperador de Austria con la Cruz de Oro. También se le ha denominado el «samaritano de Verona»
Fue un gran director espiritual y apóstol ejemplar. No perdió ocasión para animar a los jóvenes en la búsqueda del ideal religioso. La última etapa de su vida atendió a sus hijas, las formó y las acompañó en la senda incomparable de la caridad, prestando servicio junto a ellas con el lema: «Servir al hombre en humildad, simplicidad, caridad por el solo amor a Dios». Llegó a conocer la expansión del Instituto dentro y fuera del país. Vincenza le antecedió en su ingreso en el cielo, falleciendo de forma inesperada con 53 años el 11 de noviembre de 1855. Él murió el 15 de diciembre de 1856 a la edad de 83 años dejando a sus hijas este postrer testamento con su bendición: «la unión, la paz, la obediencia, y los enfermos…». Fue beatificado por Pablo VI el 6 de julio de 1975.