Tribunas

¿Por qué no entienden la Navidad?

José Francisco Serrano Oceja

 

No existe humanidad sin nacimiento, ni, como diría Tertuliano, “natividad sin carne, ni carne sin natividad”. Cada ser humano es como la recopilación del niño que fue antaño. Cada vez que nace un niño, el mundo se transforma. Aunque sea hijo de otros, sentimos que nos pertenece. El nacimiento de un niño siempre equivale a una promesa y le quita la razón a los que dicen que el mundo se ha acabado y que no tiene sentido.

Una sociedad que rechaza la mística de los nacimientos está abocada a no entender lo que ocurrió aquella noche bendita en Belén. Toda sociedad totalitaria, o con visos de totalitarismo, –y este es el pensamiento de Hannah Arendt- se ha opuesto al acto de nacer. El hombre libre se trata en el seno de una mujer. Su nacimiento tiene sentido también desde que, en la historia, Dios adquirió la trama de lo humano en el seno de la Virgen María.

Como diría la citada filósofa alemana: “El terror, en tanto que siervo doliente del movimiento histórico o natural, tiene el deber de eliminar, por tanto, no sólo la libertad, sea cual sea el sentido concreto que le dé a ese término, sino también la fuente misma de la libertad que el hecho de nacer confiere al hombre, y que reside en la capacidad del hombre tiene de ser un nuevo comienzo”.

Monseñor César Franco, obispo de Segovia, obispo con alma y hechuras de poeta, ha recordado esta semana unas frases de san Alfredo de Rieval que merece la pena meditar. Dicen así: “¿Cómo podría él estar más cerca de mi? Siendo pequeño como yo, débil como yo, desnudo como yo, pobre como yo… en todo se ha hecho semejante a mí tomando lo que es mío y dándome lo que es suyo. Yo yacía muerto, sin voz, sin sentido, ya ni tan solo poseía la luz de mis ojos… Ha puesto su rostro sobre mi rostro, su boca sobre mi boca, sus manos sobre mis manos: Se ha hecho el Enmanuel, ¡Dios con nosotros!».

Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, en su “Jesús de Nazaret”, escribió que “Jesús tiene que entrar en el drama de la existencia humana, recorrerla hasta el fondo, debe recoger toda la historia humana desde sus comienzos –desde “Adán”-, recorrerla y sufrir hasta el fondo para poder transformarla”.

Queridos lectores, Feliz Navidad, Feliz Libertad.

 

José Francisco Serrano Oceja